Introducción
a) ¿Por qué un curso de Liturgia Sacramental?
Desde la Edad Media, con el alto influjo de escolástica, la Teología Sacramental se había
convertido en:
o Una reflexión que partía de una definición dogmática de los sacramentos y que
quería establecer la eficacidad de los sacramentos, el número (el septenario
sacramental) y encontrar en las fuentes bíblicas la institución de los sacramentos
por el mismo Señor Jesucristo.
o Una mirada sobre el “Acto Sacramental”*, el beneficiario o receptor de la gracia
sacramental y el ministro**.
o Un área de la teología; no obstante, la “instrumentalización” de la Teología
Sacramental la llevó a una separación de la Liturgia: no se evidenciaba que los
Sacramentos fueran actos litúrgicos que comprometiesen y manifestasen la vida
de la Iglesia.
Por estas razones, la enseñanza de la Teología Sacramental fue considerada por muchos
años como una disciplina dogmática que trabajaba sobre todo los aspectos canónicos y
disciplinarios de cada uno de los sacramentos***, pero esto se hacía con un discurso de
tintes apologéticos que justificasen la postura católica frente a las posiciones heterodoxas
y a la reforma protestante.
Veamos tres ejemplos de cuestiones abordadas por la Teología Sacramental a lo largo
de la historia y que manifiestan lo que se pensaba como campo de trabajo de esta ciencia:
i) Contra Berengario de Tours (segunda mitad del siglo XII), quien parecía negar la
presencia real de Cristo en el Sacramento de la Eucaristía, la Teología
Sacramental insistió sobre el “realismo” de la transformación del pan y del vino en
su Cuerpo y su Sangre o, llamado también, “Transubstanciación Eucarística”. El
*
Instaurando nuevos conceptos como el de “Rito Esencial” a la hora de hablar de un Sacramento.
**
Sobre el ministro del sacramento recaía todas las exigencias de la “validez” para que dicho sacramento sea
administrado conforme a la intención de la Iglesia.
***
Valdría la pena dar una mirada a los antiguos “Tratados de los Sacramentos” y de los “Sacramentales” para
descubrir cómo se concebían los sacramentos separadamente, cada uno con sus aspectos canónicos y la manera de
administrarlos correctamente.
2
Este sacrosanto Concilio se propone acrecentar de día en día entre los fieles
la vida cristiana, adaptar mejor a las necesidades de nuestro tiempo las
instituciones que están sujetas a cambio, promover todo aquello que pueda
contribuir a la unión de cuantos creen en Jesucristo y fortalecer lo que sirve
para invitar a todos los hombres al seno de la Iglesia. Por eso cree que le
corresponde de un modo particular promover la reforma y el fomento de la
Liturgia. (S.C. #1)
1
CONCILIO DE TRENTO, 13ª sesión, 11 de octubre de 1551. Decreto sobre el Santísimo Sacramento de la
Eucaristía.
2
Cfr. PÍO VII. Adorabile Eucharistiae (8 de mayo de 1822). DENZINGER núm. 2718.
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b) ¿Qué es la Liturgia?
El término Liturgia proviene del latín liturgía, que a su vez proviene del griego
« λειτουργία » (leitourguía), que se puede traducir como “servicio público” u “obra del
pueblo”. La palabra está formada por los términos: « λάος » (láos) pueblo, y « έργον »
(érgon) trabajo u obra.
La esencia de la Liturgia es la obra de salvación llevada a cabo por la gracia de Dios a
través de su Hijo Jesucristo. Cada vez que el pueblo se reúne para elevar su acción de
gracias y alabar a Dios está haciendo presente y real a Jesucristo que se entrega para
salvar al hombre. "En la Liturgia, la Iglesia celebra principalmente el Misterio Pascual* por
el que Cristo realizó la obra de nuestra salvación" (C.E.C. 1067).
¿En qué consiste la obra de nuestra salvación? En que Dios ha tomado la iniciativa de
rescatarnos del pecado y de la muerte, nos ha hecho partícipes de su condición divina y
nos llama a unirnos perfectamente a Él mediante una vida santa. La Liturgia nos hace
comprensible y actual esta obra de salvación que Dios sigue realizando a través de la
historia. Por eso, no se debe reducir la Liturgia a aspectos meramente externos o a la
manera de realizar los gestos celebrativos, sino que debe trascenderse para descubrir a
Dios que nos salva a través de ella.
c) Dios y los hombres como protagonistas de la Liturgia
Con lo dicho hasta ahora, nos damos cuenta que el protagonista principal de la Liturgia
es Dios mismo. En efecto, las tres Personas Divinas están presentes: el Padre se hace
cercano -Dios-con-nosotros- ("Emmanuel") en su Hijo Jesucristo, y el Hijo se hace
presente en nosotros por medio del Espíritu Santo que nos reúne en su nombre. Y al ser
una obra de Dios, la Liturgia es también una obra del hombre: no en el sentido que
nosotros completemos o agreguemos algo a la acción de Dios, sino en que nosotros
participemos en ella y obtengamos sus frutos. «La palabra "Liturgia" significa
originariamente "obra o quehacer público", "servicio de parte de y en favor del pueblo".
En la tradición cristiana quiere significar que el Pueblo de Dios toma parte en "la obra de
Dios" (Jn 17,4). Por la liturgia, Cristo, nuestro Redentor y Sumo Sacerdote, continúa en
su Iglesia, con ella y por ella, la obra de nuestra redención» (C.E.C. 1069). En cada acción
litúrgica Dios nos da la posibilidad de participar en su obra - Opus Dei -. Por otra parte,
ésta es una obra común de Dios y de los hombres en cuanto es la obra de la Iglesia, que
es el Cuerpo de Cristo, quien es verdadero Dios y verdadero hombre.
d) Misterio – Sacramento
En el siglo III comienzan a aparecer las versiones más antiguas en latín de la Sagrada
Escritura, donde el término griego se traduce con el término latino «sacramentum» (Sab
2, 22; Ef 5, 32), quizá para apartarse de las religiones y ritos mistéricos paganos y de las
corrientes gnósticas típicas en la época.
«kai. ouvk e;gnwsan musth,ria qeou/ ouvde. misqo.n h;lpisan o`sio,thtoj ouvde.
e;krinan ge,raj yucw/n avmw,mwn»
«et nescierunt sacramenta Dei neque mercedem speraverunt iustitiae nec
iudicaverunt honorem animarum sanctarum»
«no conocen los secretos de Dios, no esperan recompensa por la santidad ni creen en el
premio de las almas intachables».
Por otro lado, en la cultura romana, la palabra «sacramentum» era empleada para el
juramento militar prestado por los legionarios romanos. Esta palabra en el ambiente
militar tenía una connotación de «iniciación a una nueva forma de vida», «el compromiso
sin reservas», «el servicio fiel hasta el peligro de muerte». Valiéndose de este sentido,
Tertuliano (siglo II) empleó este término para indicar estas mismas dimensiones en el
sacramento de la Iniciación Cristiana (Bautismo, Confirmación y Eucaristía). Así pues,
para el siglo III, ya se aplica este término tanto al misterio del plan salvífico de Dios en
Cristo (Ef 5, 32), como a su realización concreta por el medio de las siete fuentes de
gracia, llamadas hoy «sacramentos de la Iglesia».
San Agustín (siglo IV), sirviéndose de varios significados de ese término, llamó
sacramentos a los ritos religiosos tanto de la Antigua como de la Nueva Alianza, a los
símbolos y figuras bíblicas, así como también a la religión cristiana revelada. Todos estos
sacramentos, según San Agustín, pertenecen al gran sacramento: al misterio de Cristo y
de la Iglesia. San Agustín influyó sobre la puntualización ulterior del término
«sacramento», subrayando que los sacramentos son signos sagrados; que tienen en sí
semejanza con lo que significan y que confieren lo que significan. Contribuyó, pues, con
sus análisis a elaborar una concisa definición escolástica del sacramento: «signum efficax
gratiae» [signo eficaz de la gracia].
San Isidoro de Sevilla (siglo VII) subrayó después otro aspecto: la naturaleza misteriosa
del sacramento que, bajo los velos de las especies materiales, oculta la noción del
Espíritu Santo en el alma del hombre.
Las Summas Teológicas de los siglos XII y XIII formularon ya las definiciones sistemáticas
de los sacramentos, pero tiene un significado particular la definición de Santo Tomás:
«Non omne signum rei sacrae est sacramentum, sed solum ea quae significant
perfectionem sanctitatis humanae» (3.ª qu. 60, a. 2). “no todo lo que es signo de una cosa
sagrada es sacramento, sino sólo aquellas cosas que significan la perfección de la
santidad en el hombre”. Y concluye: “propiamente se llama sacramento lo que es signo
de una realidad sagrada que santifica a los hombres”. Desde entonces se entendió como
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«sacramento» exclusivamente cada una de las siete fuentes de la gracia y los estudios
de los teólogos apuntaron sobre la profundización de la esencia y de la acción de los
siete sacramentos.
En todo caso es conveniente aclarar los diversos sentidos que CASEL da a la palabra
misterio:
i. El misterio de Dios en su intimidad: Este es el primer sentido de la palabra. Hace
referencia al misterio insondable de Dios, del Santo, del Trascendente, «a quien
ningún hombre puede acercarse sin morir». Este Dios insondable ha proyectado
desde la eternidad un plan salvador para el hombre; pero este proyecto «sigue siendo
un misterio no abierto al mundo profano, sino que está oculto a su mirada y sólo se
desvela para los fieles, los elegidos».
ii. Cristo, epifanía de Dios y misterio personal: El plan salvador de Dios sobre el hombre
se revela y se realiza en Cristo. En él y a través de él la acción salvadora de Dios,
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Bibliografía:
_______________. Evolución del término “Misterio” al de “Sacramento” [En Línea] En:
Escritura_Sagrada, WordPress.com (2015). «Tomado de:
https://rsanzcarrera2.wordpress.com/2015/05/29/aclaraciones-sobre-los-terminos-
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BERNAL, José Manuel. La huella Teológica de Odo Casel. [En Línea]. En: Periodista
Digital.com (2013). «Tomado de: http://blogs.periodistadigital.com/jose-manuel-
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2017].
Cardenal WUERL, Donald; LAWLER, Ronald; et. alt. Les Sacrements : une rencontre
continuelle avec le Christ. Extrait de : L’Enseignement du Christ. Catéchisme Catholique
pour Adultes. 2010.
JUAN PABLO II. Audiencia General: “La Iglesia, Misterio y Sacramento” (Miércoles 27 de
noviembre de 1991).