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Indemn zación de perjuicios

Tipos de indemnización
Artículo 1556 del Código Civil: “La indemnización de perjuicios comprende el daño emergente y
lucro cesante, ya provengan de no haberse cumplido la obligación, o de haberse cumplido
imperfectamente, o de haberse retardado el cumplimiento.
Exceptúanse los casos en que la ley la limita expresamente al daño emergente”.
Por lo tanto, la indemnización de perjuicios procede en tres casos:
1. Cuando el deudor no cumple su obligación;
2. Cuando la cumple imperfectamente; y
3. Cuando ha retardado su cumplimiento.
De esta forma, la indemnización de perjuicios se divide en dos clases: Indemnización compensatoria
(1º y 2º) e indemnización moratoria (3º).
A. Indemnización compensatoria
Corresponde a la cantidad de dinero que el acreedor tiene derecho a exigir del deudor, cuando éste no
cumple su obligación o la cumple sólo en parte. En consecuencia, viene a compensar los perjuicios que
el acreedor experimenta en su patrimonio.
Por regla general, no se admite la acumulación de la obligación y de la indemnización, esto es, no
pueden pedirse “conjuntamente”, salvo en los casos de cláusula penal y transacción.
Ahora bien, respecto a si el acreedor puede pedir indistintamente el cumplimiento de la obligación o la
indemnización de perjuicios compensatoria, cabe distinguir entre los tipos de obligaciones:
1. Obligaciones de hacer y de no hacer
Según Alessandri, los artículos 1553 y 1555 autorizan al acreedor para demandar, a elección suya, el
cumplimiento de la obligación o la indemnización de perjuicios.
Aunque tratándose de contratos bilaterales, el artículo 1489 no admitiría la posibilidad de demandar
directamente indemnización de perjuicios, pero esto debe armonizarse con los artículos 1553 y 1555
(que sí lo permiten). Así se admite en algunos fallos recientes de la Corte Suprema, sobre la base de
que el contrato ya expiró, aunque su cumplimiento fue imperfecto.
Tratándose de las obligaciones de no hacer, el artículo 1555 autoriza demandar directamente
indemnización de perjuicios, cuando “no puede deshacerse lo hecho”. Por tanto, si el acreedor demanda
la indemnización, el juez deberá constatar en la causa, que la contravención a la obligación no puede
ser reversada.

2. Obligaciones de dar
La ley no ha dicho nada respecto a las obligaciones de dar, por lo que hay que distinguir según el tipo
de contrato.
a) Contratos bilaterales
- Si el contrato no ha expirado y aún es posible cumplir con sus obligaciones, la doctrina
mayoritaria postula que el acreedor de obligación de dar no puede exigir indistintamente
cualquiera de las dos cosas, es decir, la obligación principal o la indemnización de perjuicios.
- Si el contrato ya expiró o no es posible su cumplimiento, porque la prestación fue ejecutada,
aunque de manera imperfecta, una doctrina reciente, que varias sentencias admiten, plantea que es
admisible demandar de manera directa indemnización de perjuicios, aunque no se demande ni el
cumplimiento ni la resolución de lo pactado.
b) Contratos unilaterales
No existe impedimento para que el acreedor demande directamente indemnización de perjuicios, tanto
compensatoria cuando moratoria (artículo 1489).
B. Indemnización moratoria
Corresponde a la cantidad de dinero que el acreedor puede exigir del deudor cuando éste no cumple
oportunamente su obligación. Así, representa el beneficio que le habría reportado al acreedor el
cumplimiento oportuno de la obligación por parte del deudor.
Por lo tanto, subsiste el objeto principal de la obligación, pero el acreedor lo obtiene tardíamente. Ello
permite, a diferencia de la indemnización compensatoria, que la indemnización moratoria pueda
acumularse con la obligación principal, porque no reemplaza o sustituye el objeto de la obligación, sino
que reemplaza o sustituye el beneficio que el acreedor habría obtenido de cumplirse oportunamente la
obligación.
El artículo 1537 permite que se pida el cumplimiento de la obligación y la pena, cuando aparezca
haberse estipulado la pena por el simple retardo. Aquí se permite acumular una indemnización
moratoria al cumplimiento de la obligación.
Por otro lado, el artículo 1672 establece que si la cosa perece por culpa del deudor, la obligación
subsiste, pero varía de objeto: el deudor debe el precio de la cosa e indemnización moratoria. Aquí se
permite acumular una indemnización moratoria a una indemnización compensatoria.

¿Qué comprende la indemnización de perjuicios?


La indemnización de perjuicios comprende los tres casos consagrados por el artículo 1556 del Código
Civil:
1. Cuando el deudor no cumple su obligación;
2. Cuando la cumple imperfectamente; y
3. Cuando ha retardado su cumplimiento.

Además, por regla general (artículo 1556) la indemnización comprende el daño material o
patrimonial (el único al que se refiere el Código Civil), tanto el daño emergente como el lucro cesante,
con excepción de los casos en que la ley sólo permite indemnizar el daño emergente.
a) Daño emergente
Es la pérdida efectiva experimentada por el acreedor a consecuencia del incumplimiento de la
obligación o del cumplimiento imperfecto o tardío de ella, es decir, la disminución real del patrimonio
que el acreedor sufre por el incumplimiento de la obligación.
El daño emergente, puesto que representa una disminución cierta y concreta del patrimonio del
acreedor, se indemniza siempre.
b) Lucro cesante
Es la utilidad que el acreedor habría obtenido con el cumplimiento efectivo, íntegro y oportuno de la
obligación. En otras palabras, viene a ser la privación de la ganancia que el acreedor habría obtenido si
la obligación se hubiere cumplido.
El lucro cesante suele no ser indemnizable. En todo caso, se requiere una disposición legal expresa para
que la indemnización no comprenda el lucro cesante. Por ejemplo, respecto del contrato de
arrendamiento (artículo 1930 inciso final, sobre evicción, y artículo 1933 sobre vicios redhibitorios).
c) Daño moral
Al daño material también puede adicionarse el daño moral, según la tendencia que se ha impuesto en
nuestra jurisprudencia, siempre que los hechos justifiquen hacerlo.
Nuestro Código Civil carece de una definición de daño moral, o que solo se refiere a él para excluirlo
de su resarcibilidad. Si revisamos el tratamiento que le han dado nuestros tribunales a la idea de daño
moral, se transitó desde una etapa caracterizada por la resistencia de nuestros jueces a admitir la
reparación de perjuicios no patrimoniales, a una en que se empezó a acceder a ella, para luego
extenderla al ámbito de la contratación.
En cuanto al objeto mismo del daño moral (qué es lo que se daña), se pasó de un concepto restringido
que lo identificaba con el pretium doloris, a uno más amplio, que lo define como daños
extrapatrimoniales. Con este cambio, se amplió también el universo de víctimas potenciales de esta
clase de perjuicios, discutiéndose la reparabilidad del daño moral a personas jurídicas.
En la Corte de Apelaciones, en las ocasiones en que se rechazó la pretensión indemnizatoria se sostuvo
como inviable que una persona jurídica pudiese llegar a ser víctima de daños extrapatrimoniales,
adhiriendo al concepto estricto de daño moral, que lo identifica con el pretium doloris.
Sin embargo, los últimos fallos de la Corte Suprema denotan la consolidación de un criterio
inequívoco, considerando como factible que los entes ficticios puedan ser víctimas de perjuicios
morales y, en consecuencia, les atribuyen capacidad suficiente para reclamar una reparación por dichos
conceptos.

Clasificación de los perjuicios


A. Perjuicios indirectos
Son aquellos que si bien se han producido con ocasión del incumplimiento de la obligación, no
han tenido por causa directa e inmediata ese incumplimiento, sino hechos posteriores y
extraños al incumplimiento. Entonces, el incumplimiento es para ellos sólo una causa remota y
directamente provienen de otras causas, extrañas al incumplimiento.
Por regla general, los perjuicios indirectos no se indemnizan ni aun en el caso de dolo del
deudor porque la indemnización comprende solamente los daños de que se es real y verdadero
autor (perjuicios directos).
B. Perjuicios directos
Son aquellos que constituyen una consecuencia natural e inmediata del incumplimiento, en
consecuencia, no se habrían producido si no es porque hay incumplimiento de la obligación
(relación de causalidad entre incumplimiento y daño).
La regla general es que sólo se deben los perjuicios directos, los que a su vez se subdividen en
perjuicios previstos e imprevistos.
1. Perjuicios previstos: Son aquellos que las partes previeron o pudieron prever al tiempo del
contrato.
2. Perjuicios imprevistos: Son aquellos que las partes no han previsto o no han podido
prever al tiempo del contrato, esto es, no entran en el cálculo de las partes.
La regla general es que sólo se deben los perjuicios previstos (art. 1558, inciso1º) y, por
excepción, se deben los imprevistos si el deudor actuó dolosamente o si incurrió en culpa lata o
grave.

Presupuestos propios de la indemnización de perjuicios


Tanto en la doctrina como en la jurisprudencia existe consenso en que no toda infracción de una
obligación contractual hace procedente la indemnización de perjuicios, ya que es necesario que se
cumplan determinados presupuestos.
A. La infracción de obligación
Habrá infracción en los tres casos del artículo1556 del Código Civil: 1) La obligación deja de
cumplirse íntegramente; 2) La obligación sólo se cumple parcialmente; y 3) La obligación se cumple
tardíamente.
Ahora bien, el mero incumplimiento no conlleva la obligación del contratante negligente de
indemnizar, pues es necesario que tal contravención haya producido un daño real y concreto.

B. Imputabilidad de la infracción a culpa o dolo del deudor


Ello acontecerá cuando el incumplimiento es el resultado del dolo, de la culpa o de un hecho del
deudor. Así, el incumplimiento es doloso cuando el deudor no cumple deliberadamente la obligación y
es culpable si proviene de su descuido o negligencia.
No es imputable el incumplimiento cuando proviene de un hecho completamente extraño al deudor, es
decir, de un caso fortuito o fuerza mayor.
C. Mora del deudor
Esta exigencia se encuentra expresamente formulada en el artículo 1557 del Código Civil,
complementada con el artículo 1538. Ahora bien, como en ambos artículos no se distingue entre
indemnización moratoria y compensatoria, se concluye que ambas requieren constituir en mora al
deudor para hacerse exigibles.
Para determinar si hay sólo retardo o si efectivamente ya existe mora, es necesario formular un
distingo, según si la obligación tiene origen contractual u otra fuente, y en el primer caso, según si se
estipuló o no un plazo para cumplirla Si observamos diversas disposiciones del Código Civil,
constataremos que en ellas la ley ha señalado una época en la cual el deudor debe cumplir su obligación
(como en los artículos 1826, 1872, 1944 y 2180).
D. Existencia de perjuicios
El profesor Enrique Alcalde Rodríguez señala que la existencia de los daños o perjuicios es esencial,
pues sin daño, y aun cuando exista un incumplimiento imputable al deudor, no hay indemnización que
sea procedente, salvo el caso excepcional de la cláusula penal, donde el acreedor no necesita probar
perjuicios para reclamar la pena.
Cabe destacar, que el daño ha de ser cierto, es decir, debe ser real y efectivo. Se opone a la certidumbre
del daño aquél que es meramente hipotético o eventual. Asimismo, el daño no puede haber sido ya
reparado, de manera que si el acreedor ha sido resarcido en todo o parte de los perjuicios sufridos a
consecuencia del incumplimiento, tal monto debe deducirse de su demanda de perjuicios.
Además, es necesario que los perjuicios sean probados por el acreedor, que tendrá que demostrar, en el
juicio respectivo, los elementos que configuran la obligación de indemnizar, entre ellos la naturaleza y
extensión de los perjuicios sufridos.
E. Relación de causalidad entre los perjuicios y la infracción de obligación
En el Código Civil, esta exigencia se desprende de los artículos 1556 (“...ya provengan...”) y 1558
(“...los perjuicios que fueron una consecuencia inmediata o directa…”).
Así, los perjuicios que se indemnizan son los que provengan del incumplimiento, debiendo existir un
nexo o relación inmediata entre el acto o hecho del hombre (acción u omisión) y el evento o daño, de
manera que se pueda inferir de ese nexo que el daño no se habría verificado sin aquel acto, premisa
necesaria para la verificación del daño. Por lo tanto, no se indemnizan los perjuicios indirectos, ni
siquiera por haberse incumplido la obligación dolosamente.

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