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No debe confundirse con Libro de los Salmos de Salomón.
«salmo» redirige aquí. Para el género de peces, véase Salmo (género).
«Ps» redirige aquí. Para otras acepciones, véase PS.
Libro de los Salmos
de David
Psałterz florianski1.jpg
Página de un antiguo Salterio (Salmo 1).
Género Literatura sapiencial
Idioma Hebreo bíblico Ver y modificar los datos en Wikidata
Título original ( ְּתהִיל ִיםhebreo)
Texto en español Libro de los Salmos en Wikisource
Libros Sapienciales
Libro de Job Libro de los Salmos Proverbios
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Los salmos (en hebreo ְּתהִיל ִים, Tehilim, 'Alabanzas', en griego ψάλμοι, psalmoi) son
un conjunto de cinco libros de poesía religiosa hebrea que forma parte del Tanaj
judío y del Antiguo Testamento. El Libro de los Salmos está incluido entre los
llamados Libros Sapienciales. También es conocido como Alabanzas o Salterio. Suele
encontrarse entre los libros de Job, Proverbios y Cantar de los Cantares.
Índice
1 Datos generales y títulos
1.1 Origen de la literatura hebrea
1.2 La poesía hebrea
1.3 Colocación y nombre
1.4 Contenidos
1.5 Subdivisiones
1.6 Títulos
2 El texto
2.1 Traducciones
3 Géneros literarios de los salmos
3.1 Los himnos
3.2 Las súplicas
3.3 Salmos de acción de gracias
3.4 Salmos reales
3.5 Salmos mesiánicos
3.6 Cánticos de Sion
3.7 Salmos didácticos y salmos de sabiduría
3.8 Otras categorías
4 Origen e historia de los salmos
4.1 Autores de los salmos
5 Mensaje
5.1 Algunos temas doctrinales
6 Los salmos en la historia de la cultura
7 Véase también
8 Referencias
8.1 Bibliografía
9 Enlaces externos
Datos generales y títulos
Origen de la literatura hebrea
Las poesías de estilo salmódico son muy abundantes en las tradiciones literarias
sumeria, asiria y babilónica desde la más remota antigüedad. Estas culturas
empleaban sobre todo salmos en forma de himnos o lamentaciones.
La cultura cananea influyó sobre los salmos y probablemente también sobre el resto
de la literatura hebrea. El rey David, quien según la Biblia era poeta (no se
cuenta con ninguna otra biografía suya), perfeccionó la organización litúrgica y
aplicó un poderoso impulso a la poesía salmódica hasta alcanzar la gran variedad y
calidad de los poemas reunidos en este libro.
La poesía hebrea
Una de las principales dificultades al tratar de interpretar1 los Salmos se debe a
las cualidades de la poesía hebrea, expresión del ánimo peculiar del pueblo
israelita, más intuitivo y sensible que el griego.2
Colocación y nombre
En la Biblia hebrea, el Libro de los Salmos se encuentra al inicio de la tercera
sección, llamada ketubim (escritos). En la versión de los LXX o Septuaginta,
encabeza también la sección de libros llamados didácticos. En cambio, las versiones
latinas lo han colocado siempre tras el Libro de Job.
La Biblia hebrea lo denomina tehillim o sefer tehillim, forma plural del nombre
tehillah, que significa himno o alabanza. También usa, al inicio de 57 salmos, la
palabra mizmor, que se emplea para hablar de un poema que se canta y es acompañado
por instrumentos de cuerda (kinnor).
La versión de los LXX los llama ψάλμοι o βίβλος ψάλμων,8 aunque el Códice
Alejandrino use la expresión psalterion, que es el nombre del instrumento de
cuerdas con que los oficiantes judíos acompañaban los cánticos de alabanza a Yahveh
o Jehová. Por extensión, más tarde el término se aplicó a la colección de himnos y
finalmente al libro que la contuvo.
Contenidos
Al parecer se trataba de una recolección oficial de cantos usados en la liturgia y
que se empleaban en Jerusalén en el período del segundo templo. Son 150 salmos en
total.9 Ahora bien, existen diferencias en cuanto a la división. Todas las
versiones comprenden exactamente 150 salmos. El problema se suscita al comparar las
versiones hebreas con la Septuaginta y la Vulgata. Así, se pueden observar
discrepancias en la numeración y división de algunos salmos. Si bien estas
divergencias se refieren siempre a casos puntuales y particulares, inevitablemente
repercuten en la numeración general.
La numeración que les otorga el texto hebreo sólo se corresponde con los LXX y con
la Vulgata en los 8 primeros salmos y en los 3 últimos. La Biblia griega fusiona el
salmo 9 y el salmo 10 en uno solo y hace lo mismo con el salmo 113 y el salmo 114.
De manera inversa, divide en dos el salmo 116 y denomina a las partes resultantes
salmo 114 y salmo 115 y de la división del salmo 147 hace los salmos 146 y 147.
Subdivisiones
El Libro de los Salmos se compone, en realidad, de 5 colecciones de cánticos que el
antiguo pueblo de Israel empleaba en su adoración. Gran parte de estos están
encabezados por anotaciones referidas al autor, su forma o el contexto en el que se
escribieron (los llamados "títulos"). Muchos de ellos emplean un orden alfabético.
Las subdivisiones serían las siguientes, separadas cada parte por una doxología:
Salmo 1 al salmo 41
Salmo 42 al salmo 72
Salmo 73 al salmo 89
Salmo 90 al samo 106
Salmo 107 al salmo 150
Sin embargo, hay salmos duplicados (por ejemplo, el salmo 14, que se encuentra en
el salmo 54).10 Otro aspecto que hace pensar en la diversidad de autores y momentos
o en la existencia de otras colecciones anteriores es la falta de homogeneidad en
el uso de palabras como Yahveh o Elohim, ya que se considera habitualmente que los
salmos que usan Elohim para referirse a Dios son más antiguos que los yahvistas.
Títulos
La mayoría de los Salmos contienen un encabezado a modo de título. La versión de
los LXX incluye más que el texto masorético.11 La versión hebrea da como autor de
73 salmos a David y la LXX, 84.
En los títulos se ofrecen también datos sobre los instrumentos musicales empleados
o de acompañamiento o incluso del uso de melodías conocidas: de cuerda, voces de
soprano, tonadas del “no destruyas”. Hay indicaciones e incluso palabras que no han
logrado ser dilucidadas con certeza, como la expresión selah ("interludio", en la
LXX, y “siempre”, en la Vulgata de Jerónimo de Estridón). En los salmos salmo 8,
salmo 81 y salmo 84, aparece el vocablo hebreo gui·tit, empleado, en el antiguo
Israel, en la composición. Se cree que la expresión se·mi·nit indica una
disminución de una octava. Finalmente, en el salmo 5 se halla la neji‧lóhth, de
significado incierto y que probablemente derive de ja‧líl o "flauta", en hebreo.
Hay también en los títulos algunas indicaciones sobre el momento en que se debían
usar: bien en peregrinaciones, bien para la celebración de la dedicación del templo
o para el sábado, entre otros.
Finalmente, algunos salmos incluyen en los títulos una explicación del momento en
el que supuestamente se habría compuesto el salmo: la huida de David ante Saúl, el
arrepentimiento tras la muerte de Urías, la guerra con Absalón, etcétera.
El texto
El texto original de los Salmos estaba en hebreo. Los manuscritos más antiguos con
los que se cuenta y que están en esta lengua son de fines del siglo x, aunque los
fragmentos encontrados en Qumram sean de mediados del siglo i. Dado que se trataba
de un texto muy usado con fines litúrgicos, sufrió diversas transformaciones y
cambios que hacen muy difícil descubrir el texto hebreo que fue la fuente de las
traducciones más antiguas con que se cuenta. Esto se puede comprobar si se comparan
textos duplicados como el del Salmo 18 con II Samuel 22 o el Salmo 14 con el salmo
53. A esto se añade el hecho de que el período de composición de todos ellos va de
seis a ocho siglos.
Otras versiones en griego: Según Jerónimo, hubo también otras versiones griegas que
usó para su texto latino. Una, llamada “de Áquila” (realizada a inicios del siglo
ii), y la de Símaco (hacia el año 200).
Pesitta o versión siriaca común: Existe ya una versión crítica preparada por W. E.
Barnes.17
El Tárgum es la versión en arameo que también resulta útil para descubrir la
versión original o fuente hebrea. Se caracteriza por la cantidad de comentarios que
se añaden al texto.
Versiones latinas: Tres son obra de Jerónimo:
una a partir de la Vetus latina (que a su vez es traducción de la Septuaginta);
la segunda se hizo en Palestina; en realidad, es una revisión de la anterior
conocida como Salterio Gallicano (fue adoptada en las Galias) y, tras la aprobación
papal en 1568, entró también en el salterio;
la tercera fue compuesta entre el 390 y el 405 a partir de un texto en hebreo (de
ahí su nombre de Psalterium iuxta hebraeos).
La nueva Vulgata de 1979 ofrece otra traducción que, además, unifica la numeración
con la hebraica.
El rey David dictando los salmos a los escribas (Museo del Louvre, c. 950-c. 1050,
marfil de elefante.)
Existe discusión entre los exégetas sobre el modo de clasificar los géneros
literarios o variantes de los salmos.18
Una primera propuesta que ha resultado infructuosa es dividir los salmos por las
tradiciones de las que serían eco. Algunos salmos llaman a Dios Jehová o Yahveh,
mientras que otros lo denominan Elohim. Esta facilidad para identificar los salmos
y agruparlos en dos colecciones según el uso que den a los distintos nombres de
Dios ha generado los términos "colecciones o tradiciones yahvista o elohísta".[cita
requerida]
Es evidente que la única clasificación de utilidad será aquella que los separe
según su género literario; sin embargo, esta tarea también ha sido dificultosa,
dado que la literatura judía no es individual, sino comunitaria. Las fuentes de sus
escritos son numerosas, pero todas terminan remitiendo al culto y la liturgia. Como
todos los salmos vienen de la celebración litúrgica, también comparten un esquema
estructural común.[cita requerida]
Teniendo esto en cuenta, se han individualizado tres condiciones que varios salmos
deben cumplir para poder incluirlos en una categoría común:
Los himnos
Hay varios himnos en la Biblia, tanto en el Antiguo Testamento (cf. Éx 15, 21, Jc
5) como en el Nuevo Testamento (cf. Lc 1, 46-55, Lc 1, 68-79). Los himnos - salmos
tienen como característica principal es el ser cantos de alabanza, de glorificación
desinteresada, es decir, no contienen peticiones o ruegos. Además tiene un esquema
más o menos fijo. Comienza por una invitación a la alabanza y en el desarrollo se
ofrecen los motivos por los que Dios ha de ser glorificado incluyendo a veces
largos relatos de sus hazañas. Las conclusiones suelen ser variadas: repiten la
introducción, hacen una promesa o voto, una oración. Algunos tratan, como motivo de
alabanza, la creación; otros la historia del pueblo de Israel y la acción divina en
ella. Se detienen ya sea en las maravillas del mundo o en los hechos que muestran
el amor divino hacia el ser humano.[cita requerida]
Las súplicas
En este caso prima el ruego personal (cf. salmo 3; salmo 5; salmo 13; salmo 22;
salmo 25, etc.) sobre el colectivo (salmo 4; salmo 79; salmo 80; salmo 83, etc.);
aunque las formas gramaticales de una persona bien pueden referirse a la oración
del sacerdote, que en realidad hace oración por intenciones colectivas. En general
todos son una respuesta religiosa a las desgracias y la persecución de los
enemigos, respuesta que incluye la petición de ayuda divina.
Suelen comenzar por una invocación breve o por un recuerdo apenas esbozado de las
bondades divinas. Luego viene la descripción de las desgracias que aquejan al
suplicante, quien a veces deja oír sus quejas, lamentaciones y gritos. Normalmente
desembocan en un reconocimiento de que por las propias fuerzas el orante no puede
salir de tal situación y que le resulta imprescindible la acción de Dios. Esto
sirve de marco e introducción a la súplica propiamente dicha que puede ser genérica
(“Actúa, Señor”) o concreta. En la conclusión se suele hacer un acto de confianza
en que Dios dará cuanto se le ha pedido.
Los salmos más conocidos y usados en la oración son de este género. Así el Salmo 22
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?,19 el Salmo 51 o Miserere y el
Salmo 130 conocido como De profundis.
Salmos reales
Tienen dos modalidades: algunos salmos que hablan sobre el rey de Israel y otros
que muestran la realeza divina. La tradición de ambos grupos de salmos es davídica
en el sentido de que se apoya tanto en la elección divina del Rey David como en la
promesa que Yahveh le hizo sobre la perpetuidad de su dinastía. Inicialmente usados
para la consagración de reyes o para ceremonias reales, con la caída de la
monarquía son reutilizados en sentido mesiánico. Los más representativos son el
Salmo 2, el salmo 45, el salmo 89 y el salmo 110 (para los directamente
relacionados con la dinastía davídica) y los Salmos salmo 47; salmo 93 al salmo 99
sobre la realeza de Yahveh. Dada su diversidad de funciones, resulta más difícil
establecer un esquema general.
Salmos mesiánicos
El tema de los salmos mesiánicos es discutido entre las escuelas a tal punto que
hizo necesaria la intervención de la Comisión bíblica en la Iglesia católica. Es
evidente la tensión mesiánica que vivía Israel y también que los evangelistas se
apropiaron de algunos salmos para darles sentido de profecías que Jesús estaría
cumpliendo. Sin embargo, se discute sobre qué salmos contendrían este tipo de
profecía y cuáles serían extrapolaciones.
Cánticos de Sion
Muy relacionados con los dos géneros anteriores, se trata de salmos que cantan las
glorias de Sion, himnos de forma clásica pero a partir de un tema único. Recuerdan
los diversos momentos de la presencia de Yahveh con su pueblo desde el diálogo con
Moisés pasando por el Arca de la Alianza y hasta llegar al Templo de Jerusalén.
Otras categorías
Autores como Lipinski o Peinador abogan por una clasificación que incluya también
otros géneros como salmos de imprecación, de profecía, de maldición, etc. También
se habla de salmos mixtos, es decir, que tienen formas o contenidos propios de los
diversos géneros mencionados anteriormente.
El Salmo 137 que narra las desventuras de los judíos en la cautividad no queda
dentro de ninguno de los géneros mencionados.
Las opiniones entre los exégetas sobre este punto son ampliamente diversas aun
cuando hasta el siglo xix eran más uniformes. Los antiguos exegetas concordaban en
fijar la fecha de creación de los salmos en el período tras la cautividad en
Babilonia, incluso en el de los Macabeos. En época reciente los análisis de géneros
y de influencias han diversificado las escuelas. Unos subrayan las diversas
influencias que logran entresacar y con eso fijan las composiciones en tiempos
posteriores incluso a la cautividad de Babilonia. Otros subrayan la relación entre
el salmo y su uso cultural y por tanto, los datan en relación con las fiestas que
se celebraban en el Templo. Finalmente algunos tras considerar las variantes y
añadidos creen que el origen de muchos salmos sería tan antiguo que resultaría
imposible encontrarlo.
Muchos salmos son antiguos y vehiculan recuerdos de su origen que nada tienen de
artificial. La mayoría de alusiones mitológicas de los salmos son auténticas y dan
fe de su antigüedad. Lo que no quita que el procedimiento haya podido imitarse en
época reciente, y que pueda hablarse, en ciertos casos, de falso arcaísmo, debido a
un simple procedimiento literario.20
Autores de los salmos
En los títulos de 73 salmos en la versión hebrea dice “de David”, mientras que 12
salmos son "de Asaf", 11 "de los hijos de Coré", 2 "de Salomón", otros "de Moisés",
Hemán y Etán y 35 están sin atribución alguna. La versión griega atribuye 82 salmos
a David.21 Existe una tradición sobre el origen davídico del salterio, basada en
menciones de diversos libros de la Biblia22 y en los títulos de los mismos salmos:
73 salmos de la versión hebrea dicen “de David” y algunos incluso añaden la ocasión
en que fueron escritos. También en el Nuevo Testamento se da por supuesta la
autoría davídica de algunos salmos. Por ejemplo Jesús cita el salmo 110, declarando
que David fue el autor:
«¿Qué pensáis acerca del Cristo? ¿De quién es hijo?» Dícenle: «De David». Díceles:
«Pues ¿cómo David, movido por el Espíritu, le llama Señor, cuando dice: “Dijo el
Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de
tus pies?” Si, pues, David le llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?»
Mateo 22:42-4523
Sin embargo, está claro que no todos los salmos son obra de David, aun cuando la
expresión psalterium davidicum haya sido empleada también por el Concilio de
Trento. La crítica textual ha intentado descubrir las influencias dentro de los
salmos para poder ofrecer algún dato, aunque sea mínimo, sobre sus posibles autores
y mucho más del período dentro del desarrollo religioso en Israel. Aunque, tan solo
leyendo los encabezados de cada salmo, se pueden encontrar varios autores aparte de
David: Moisés, Asaf, Herman, los hijos de Core, Salomón, Etan y Jedutum y algunos
de ellos sin determinar a los que se llaman Salmos Huérfanos. El salmo 79 (según la
numeración de la versión hebrea) es un lamento por la destrucción de Jerusalén,
escrito por lo tanto, al menos cuatro siglos después de David.
Salmo 23.
Delitzsch: no hay razón para dudar que el autor es David.
De Wette: nada se opone, nada abona la autoría de David.
Ewald: el autor es de la época inmediatamente posterior a David y Salomón.
Baethgen: exílico, como muestra el tono y el verso 6.
Hitzig: por la composición, el lenguaje y la claridad, hay que datado en el siglo
VII; podría ser de Jeremías.
Graetz: del tiempo de Manasés o Joaquín.
Salmo 90.
Delitzsch: de Moisés; nada prueba que sea tardío.
De Wette: en su tenor actual no puede ser de Moisés.
Ewald: por contenido y estilo bien puede ser mosaico, cierto anterior a David, sea
de Moisés o de Samuel.
Rosenmuller: probablemente de la época de Antíoco (siglo II).
Hitzig: muy tardío.
Hoberg: nada se opone a la atribución mosaica del título.
Koster, Graetz y Olshausen: postexílico.
Salmo 127.
Hengstenberg: la atribución a Salomón del título se confirma por el contenido.
De Wette: que Salomón sea el autor no es impensable, aunque el título reposa en un
error.
Olshausen: postexílico, de la época de Simón.
Graetz: de Nehemías.24
Mensaje
Dada la gran diversidad de géneros literarios y de perspectivas teológicas o
exegéticas resulta difícil hacer una descripción de la doctrina contenida en los
salmos. Se ha de discurrir por una vía intermedia entre quien considera el salterio
como un todo y quiere extraer de allí enseñanzas y quien busca sencillamente ver la
evolución de la experiencia religiosa que los salmos muestran.
En relación con el hombre, Dios es quien hace justicia y libra a los oprimidos o
los que sufren injusticia. La idea de la paternidad divina casi no aparece en los
salmos de manera textual pero sí su fidelidad y su amor eternos (cf. salmo 136).
Daniel Israel López Laguna, Espejo Fiel de Vidas Que Contiene los Psalmos de David
en Verso, Londres, 1710 (Beit Hatfutsot).
Los salmos de peregrinación o de procesión, como ya se ha mencionado ofrecen
información útil sobre la liturgia pero también muestran otro de los temas
recurrentes en la piedad de Israel: la devoción por el Templo y la presencia de
Yahveh en él.
Las diversas actitudes del creyente ante la divinidad son otro tema recurrente en
los salmos. Fidelidad, optar por el camino de Dios, vivir en Él, veneración de la
palabra del Señor y de la ley, pobreza, humildad.
Ante las situaciones de injusticia manifiesta y todavía más ante aquellas que se
prolongan en el tiempo, los salmistas suelen recordar que se trata de una victoria
aparente pues la dicha del malvado y la permanencia de esas situaciones inicuas
serán temporales. Sin embargo, también instan con fuerza a Dios a actuar con
prontitud o dirigen su mirada a la retribución que los justos recibirán de Yahveh
por todas estas penalidades. Con todo, para algunos no parece haber una base de fe
en la vida eterna o en una recompensa tras la muerte en los salmos, sin embargo,
hay porciones de los salmos que mencionan el tema de la vida después de la muerte
(cf. Salmo XLVIII, 14). Hay también expresiones de franco querer el mal para los
enemigos:
Despierta para castigar a todas las gentes, no tengas piedad de los que obran
pérfidamente. [...] No los mates, para que mi pueblo no olvide; hazlos andar
vagabundos por tu poder y abátelos, ¡oh, Señor, escudo nuestro! [...] Acábalos en
tu furor, acábalos y dejen de ser, y sepan que hay un Dios que domina en Jacob
Sal 59, 6.12.14
Los salmos en la historia de la cultura
La literatura y la música han recogido en muchos momentos y de muy diferentes
formas los salmos, especialmente algunos de ellos. El salmo Miserere por ejemplo va
a alcanzar una relevante recepción: Orlando di Lasso, Giovanni Pierluigi da
Palestrina o Gregorio Allegri le dedicarán sendas composiciones. Muchos de los
coros en La Creación, oratorio de Joseph Haydn, y varios de los de El Mesías, de
Haendel, están basados en salmos. En el siglo xx, Ígor Stravinski escribió una
Sinfonía de los Salmos (1930) para coro y orquesta. Leonard Bernstein compuso en
1965 los Chichester Psalms.[cita requerida]