Evaluando el funcionamiento de las empresas, son múltiples las actividades que
deben realizarse para la entrega del producto o servicio al consumidor final y más aún para lograr en él una experiencia de satisfacción total con altos estándares de calidad. La organización debería ir más allá de la calidad de sus productos y servicios y de las necesidades y expectativas de sus clientes. Para lograr el éxito sostenido, la organización debería centrarse en anticipar y satisfacer las necesidades y expectativas de sus partes interesadas, con el propósito de mejorar su satisfacción y su experiencia global. La gestión de procesos es una actividad imprescindible en las empresas. En este sentido, tener modelos eficientes de gestión de recursos y actividades otorga una ventaja competitiva en el mercado. Lo anterior, permite entregar productos de manera más fluida, ofrecer servicios rápidos y contar con expeditos canales de comunicación. Al trabajar con un sistema de gestión de procesos, se deben realizar las siguientes tareas: 1. Definir de forma sistemática las actividades que componen el proceso. 2. Identificar la relación con el resto de los procesos. 3. Definir a los responsables de cada proceso. 4. Analizar y medir los resultados de la capacidad y la eficacia de cada proceso. 5. Buscar la mejora del proceso mediante los recursos y los métodos necesarios. El enfoque basado en procesos consigue alcanzar los resultados que se desean obtener de forma más eficiente. Esto es así porque las actividades, que están agrupadas entre sí, deben permitir la transformación de unas entradas en salidas. Esa transformación debe aportar valor y además, se debe ejercer un control sobre ese conjunto de actividades para garantizar su correcta ejecución. Es necesario diseñar un plan de trabajo con miras a la optimización de procesos, identificando aquello que no existe y se debe crear y aquello que ya existe y se debe mejorar. Las buenas prácticas deberán trasladarse a otras áreas para ser implementadas como modelo de trabajo a seguir. Además, Dado que el contexto de una organización cambiará constantemente, para lograr el éxito sostenido su alta dirección debería:
1. Analizar, evaluar y revisar regularmente el contexto de la organización.
2. Definir las partes interesadas de la organización. 3. Definir, implementar y comunicar la misión, la visión y los valores de la organización. 4. Determinar los riesgos y las oportunidades a corto y largo plazo. 5. Determinar, implementar y comunicar las políticas, la estrategia y los objetivos de la organización. 6. Determinar los procesos pertinentes y gestionarlos de manera que funcionen dentro de un sistema coherente. 7. Gestionar los recursos de la organización para permitir que sus procesos logren los resultados previstos. 8. Realizar el seguimiento, analizar, evaluar y revisar el desempeño de la organización. 9. Establecer un proceso para la mejora, el aprendizaje y la innovación para apoyar la capacidad de la organización de responder a los cambios en el contexto. El proceso de mejora continua es la ejecución constante de acciones que mejoran los procesos en una organización, minimizando al máximo el margen de error y de pérdidas. Una de las principales herramientas para la Mejora Continua en las organizaciones es el conocido Ciclo Deming o también nombrado ciclo PHVA (Planear – Hacer – Verificar – Actuar). Los sistemas de gestión ISO, los modelos de excelencia y la planificación estratégica están basados en la necesidad de que la organización esté en continua evolución y que, además, dicha evolución esté documentada y justificada. El proceso de mejora continua como se menciona anteriormente se basa en la aplicación del Ciclo PHVA, el cual consta de las siguientes etapas Planificar: Primero es necesario identificar las actividades que son susceptibles de mejoras, además se establecen los objetivos que se quieren alcanzar. Para ello se realiza una recopilación de toda la información necesaria para analizar las causas que han originado esa situación desfavorable para poder elaborar un Plan de Acción, con las acciones preventivas y correctivas que se consideren necesarias. Hacer: Consiste en ejecutar todas las acciones que se han planeado en la fase anterior. En esta fase es recomendable hacer una prueba piloto para validar el funcionamiento de las acciones antes de realizar cambios a gran escala.
Verificar: Se debe evaluar la eficacia de las acciones llevadas a cabo. Si
las actividades no tienen el efecto que se desea, habrá que modificarlas para que se puedan conseguir los objetivos establecidos.
Actuar: Una vez que se ha finalizado el proceso, se deben estudiar los
resultados obtenidos y compararlos con los datos que se recogían antes de aplicar las acciones de mejora. También, hay que documentar cada acción que se haya realizado. Una vez que se ha alcanzado la última fase del ciclo PHVA se pueden dar dos situaciones: Positiva, en la que se ha alcanzado el objetivo. Lo que implica que las acciones tomadas son eficaces y se pueden seguir aplicando. Esto no implica que no haya que repetir el proceso, es más, se deben identificar nuevas acciones de mejora y comenzar un nuevo ciclo para continuar con la mejora de la organización. Negativa, en la que no se ha alcanzado el objetivo. En este caso habría que examinar todo el ciclo para identificar los errores que se hayan cometido y, a continuación, se debe empezar un nuevo ciclo PHVA. Independiente que práctica para la mejora continua se elija aplicar en la organización, ofrece múltiples beneficios: Se genera una cultura organizacional de excelencia en la organización. La cual está basada en el aprovechamiento y buen uso del tiempo y los recursos. Cada vez los procesos van eliminando actividades que no aportan valor en la cadena, desarrollando sistemas limpios y rápidos. Se automatizan y articulan procesos que antes funcionaban por separado. Evita el estancamiento operacional de las organizaciones.