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Para Bourdieu, las perspectivas propias del objetivismo y del estructuralismo reducen el

mundo práctico (O las prácticas entendidas como “acción social”) a una “realidad ya constituida
fuera de la historia del individuo y del grupo”.

Acto seguido el autor nos presenta el concepto de habitus entendido como el producto
de los condicionamientos existenciales de un grupo concreto. El habitus es definido como “
sistema de disposiciones duraderas y transferibles, un conjunto de principios generadores y
organizadores de prácticas futuras posibles”.

El habitus, constituye un mundo práctico en el cual los fines posibles de la acción son
fines ya realizados. Es decir, el mundo práctico que conocemos es una especie de camino ya
constituido en el cual los individuos sienten andar paso a paso de forma libre pero en realidad lo
que siguen son huellas ya marcadas.

Para Bourdieu los agentes, es decir los individuos que juegan dentro del campo,
entendido este último como la esfera social, adaptan sus “esperanzas subjetivas” a las
condiciones de existencia que han aprendido mediante los habitus y este proceso no se realiza
de forma estratégica y matemática por parte de los individuos sino que se produce de una forma
casi inconsciente. Esto es así porque según Bourdieu, el habitus “mantiene hipótesis prácticas
sobre las primeras experiencias a las cuales les da una importancia desmesurada”. Las
estructuras propias de las condiciones de existencia (la economía, la división del trabajo, los
modos de consumo, la relación entre parientes…) son las que crean las estructuras propias del
habitus “que están en el principio de la percepción y apreciación de toda experiencia posterior”

RESUMEN BOURDIEU. Pags: 97-104

El habitus es el producto de una suma de regularidades objetivas y tiende a crear


conductas de “sentido común” que están introducidas en la lógica de un campo específico. El
habitus también tiende a excluir las “locuras”: conductas destinadas a ser negativamente
sancionadas porque no son compatibles con las condiciones objetivas.
Uno de los pilares del funcionamiento del habitus es el inconsciente que se reproduce a
través de la historia creando estructuras objetivas naturalizadas. El habitus es la presencia
activa de todo el pasado del que es producto, proporciona a las prácticas una independencia
relativa en relación a las determinaciones exteriores del presente. 
El habitus se opone de igual manera tanto a la necesidad mecánica como a la libertad
expresiva y a las cosas sin historia de teorías mecanicistas y a los sujetos “sin inercia” de las
teorías racionalistas.
Existe una visión dualista para conocer el acto de la consciencia transparente que se
basa en dos objetivaciones de la historia: objetivación en los cuerpos que es el estado objetivado
y la objetivación en las instituciones que es el estado incorporado. El habitus como sentido
práctico realiza la reactivación del sentido objetivado en las instituciones ya que es producto de
la inculcación y apropiación necesario para que esos productos de la historia colectiva consigan
reproducirse bajo la forma de disposiciones duraderas y ajustadas. El habitus se constituye a lo
largo de una historia particular imponiendo su lógica, pero siempre revisándose y
transformándose a lo largo del tiempo. La institución, aunque esté presente en la economía y
política no sería viable ni estaría completa si no estuviera duraderamente objetiva en los cuerpos
a parte de en las cosas ya que sino no podríamos reconocer y efectuar las exigencias duraderas
de las instituciones dictadas.
El habitus surge de la historia objetivada y de las estructuras concertadas objetivamente
que influyen en nuestras intenciones individuales, conscientes y subjetivas; esto hace que se
produzca un mundo de sentido común.
Existe una homogeneización objetiva del habitus de grupo o clase que hace que las
prácticas estén objetivamente concertadas sin ningún cálculo estratégico, sino que se ajustan
mutuamente obedeciendo a las formas de interacción y poniéndose de acuerdo unos con otros.
Las rectificaciones y ajustes conscientemente realizados por los individuos suponen el dominio
de dicho código común. Hay que observar la lógica colectiva como una influencia de
instituciones objetivadas que influyen en la acción individual.
Las clases sociales se componen por individuos dotados del mismo habitus ya que los
miembros de una misma clase social tienen una gran probabilidad de enfrentarse a situaciones
similares de forma frecuente: como el acceso a bienes, servicios o poderes.

FINAL

Para definir las relaciones entre el habitus de clase y el habitus individual se podría
considerar el habitus individual en la medida que expresa el de clase con un sistema subjetivo
de estructuras interiorizadas. Pero las prácticas no son impersonales e intercambiables, no están
producidas a partir de principios idénticos, ese análisis no refleja ninguna de las particularidades
del yo empírico. La realidad es que existe una relación de homóloga, de diversidad en la
homogeneidad: los habitus singulares reflejan las condiciones sociales de producción de una
misma clase, asi cada sistema de disposiciones individual es una variante estructural. El estilo
personal es solo una desviación con respecto al estilo propio de una época o una clase.
El principio de las diferencias entre los habitus individuales reside en la singularidad de
las trayectorias sociales. De esta forma, el habitus estructura en función de las estructuras
producidas por experiencias anteriores y las nuevas experiencias, realiza una integración única.
El habitus tiende a asegurar su propia constancia rechazando el cambio. Edita te la
elección sistemática entre los lugares, acontecimientos y personas susceptibles de ser
fermentadas, el habitus trata de asegurarse un medio en el que esté lo más adaptado posible. El
principio no elegido de todas las elecciones es aquel donde reside la paradoja de la información
necesaria para evitar no conscientemente la información novedosa.
Las estrategias que permiten encarar las situaciones imprevistas están en apariencia
determinadas por el futuro, tienden a reproducir las estructuras objetivas de las que son producto
a la vez que están determinadas por las condiciones pasadas de la producción de su principio.

-Descripción teleológica: un actor racional que posee una perfecta información sobre las
preferencias de los otros actores rige una acción que tendría como objetivo hacer posible la
reacción.
-Descripción mecanicista: la acción y su réplica son momentos de una secuencia de acciones
programadas producida por un dispositivo mecánico.
El habitus guarda la solución a estas paradojas del sentido objetivo sin intención subjetiva: está
en el origen de esos encadenamientos, objetivamente organizados como estrategias sin ser
producto de una verdadera intención estratégica.

Las prácticas engendradas por el habitus y exigidas por las condiciones pasadas de la
producción están adaptadas a las condiciones objetivas, y se reproducen siempre que las
condiciones en las que el habitus funciona sean idénticas o semejantes a las que se constituyó.
Esto es lo que se conoce como el mecanismo autorregulado.
La permanencia recurrente (sanciones negativas) , bajo la forma de habitus, del efecto
de los condicionamientos primarios explica los casos en que las disposiciones funcionan a
contratiempo y en los que las precarias están objetivamente inadaptadas por unas condiciones
caducas o abolidas. Existe una tendencia en los grupos a crear y reproducir disposiciones
duraderas.
La accion racional orientada a partir de lo que es objetivamente valido es la que se
desarrollaría si los actores hubieran tenido conocimiento de todas las circunstancias y las
intenciones de los particulares. Weber muestra cómo el modelo puro de acción racional no
puede ser considerado como una descripción antropológica de la práctica porque los agentes
reales no poseen la información completa, sino que las prácticas dependen de probabilidades
específicas que posee un agente o una clase en función de su capital.
La teoría económica que da respuestas racionales de un agente indeterminado convierte
la ley de la economía en norma universal de la práctica económica conveniente, oculta así que el
habitus racional es producto de una particular condición económica definida por la posesión de
capital necesario para escoger ocasiones potenciales.
Los agentes se determinan en relación a unos índices concretos de lo accesible y lo
inaccesible. Así los derechos de prelación del futuro que define el Derecho solo es la forma
explícitamente garantizada de un conjunto de probabilidades mediante las cuales las relaciones
de fuerza se proyectan dirigiendo las disposiciones presentes con respecto al porvenir.
La relación con las cosas posibles es una relación con los poderes, con una estructura que
delimita lo posible y lo imposible. El habitus se determina en función de un porvenir probable
que anticipa y contribuye a realizarlo. Por ello está en la base de la demanda efectiva (Marx):
relación realista respecto a las cosas posibles que encuentra su fundamento en los límites del
poder. De esta forma el habitus tiende a ajustarse a las oportunidades objetivas de la satisfacción
de la necesidad de acuerdo a una determinada condición.

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