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ro- -i:
A. E l colapso c o n se r v a d o r , 1 9 28-30
United Fruit cerca de Santa Marta. Las protestas cesaron sólo cuando
el ministro de Defensa, General Ignacio Rengifo, fue destituido2.
Hacia 1926 el partido liberal estaba reducido a una posición de
retaguardia, sin directorio nacional ni organización general. Sus di
rectivas habían seguido el llamado de prosperidad de la “danza de los
millones” y no lograron desafiar al candidato conservador en las elec
ciones presidenciales3. Comprometido con el régimen, el partido libe
ral en el Congreso carecía de programa y de coherencia, y jugaba un
papel meramente pasivo, garantizándole mayorías de corta duración a
las facciones conservadoras que buscaban su apoyo4.
La única oposición constante al gobierno de Abadía era la de la
prensa liberal capitalina, El Tiempo y El Espectador, concretamente;
que estaban excluidos de los beneficios del apadrinamiento del régi
men y sólo disfrutaban de tenues vínculos con los líderes del partido en
el Congreso. El Tiempo, particularmente, impugnaba al régimen y
presentaba una imagen de corrupción, malos manejos, violencia inci
tada y complicidad con compañías trans-nacionales, en las que los
líderes liberales estaban tan implicados como los conservadores. Asu
miendo una posición independiente y crítica, la prensa liberal capitali
na personificaba una mezcla de prudencia y protesta que se ganó el
apoyo de los miembros descontentos de ambos partidos.
Los conservadores se dividieron en la escogencia del candidato presi
dencial para las elecciones de 1930. El abanico de candidatos se redujo
a dos, Guillermo Valencia y Alfredo Vásquez Cobo. Parecía probable
que se llegase a un acuerdo, ya que los candidatos no diferían en sus
políticas; pero, en 1929, la situación económica se deterioró rápida
mente. Las campañas de los candidatos coincidieron con la caída del
precio mundial del café y la brusca interrupción del flujo de emprésti
tos. Abadía, abrumado por las acusaciones en el Congreso y la prensa,
intentó (aunque sin hacer muchos esfuerzos) conciliar las facciones en
disputa. Sin embargo, la reducción de oportunidades económicas acre
centó la atracción de los puestos oficiales; de manera que Valencia y
Vásquez se vieron sitiados por sus seguidores hambrientos de empleos;
y las posibilidades de una negociación se extinguieron5. Las vacilantes
intervenciones del Primado, Arzobispo Ismael Perdomo, quien apoyó
primero a un candidato y luego a otro, para volver finalmente a su
decisión original, empeoraron la situación6.
Los conservadores no contaban con la capacidad de reorganización
de los liberales. El partido liberal se había fortalecido con la Conven
ción de 1929 en la que una nueva generación de líderes desplazó a la
desacreditada vieja guardia7. Tres figuras —Alfonso López Pumarejo,
quien conmocionó a la Convención haciendo la atrevida predicción de
que el partido obtendría la victoria en 1930; Eduardo Santos, propieta-
Política, Iglesia y Partidos en Colombia 101
D. “REVOLUCION EN MARCHA”
obstante, las esperanzas de las bases liberales de que las reliquias del
dominio conservador serían por fin removidas, no se materializaron.
Según Lozano, la administración de López era torpe y lenta. López
mismo era el más “lírico, conmovedor, profético y apostólico” de todos
los presidentes que habían gobernado el país; y hasta se refería a la
presidencia como una cátedra universitaria de sociología política28.
*
* Primera publicación regular del partido liberal como medio de orientación ideológica.
114 Christopher Abel
E . LA CAMPAÑA DE 1938
F. L a REVOLUCION EN REVERSA
C a p ít u l o tres
11. Carlos Lleras Restrepo recuerda que los distritos electorales (circunscripciones) de
Cundinamarca recibieron indicación del ministro de gobierno, Jorge Roa, en 1931 de
enviar cinco diputados a la Asamblea Departamental si eran liberales —tres liberales y
dos conservadores— mientras los de mayoría conservadora debían enviar cuatro —tres
conservadores y un liberal, asegurando así una mayoría conservadora permanente.
Carlos Lleras Restrepo, B o rra d o res p a r a u n a h is to ria de la rep ú b lica liberal (Bogotá,
1975), i, pp. 61-2. E l T iem po denunciaba que algunos pequeños distritos rurales tenían
igual representación que Bogotá en la Asamblea Departamental. (Enero 15-16, 1931).
Cualquier comentario general sobre participación electoral en el contexto de largos
períodos de abstención electoral de uno u otro partido es falso. En Europa Occidental o
en Norteamérica votar es considerado ún acto positivo del comportamiento electoral.
Esto no es cierto en Colombia donde los partidos políticos insistían que en medio de la
coerción y la manipulación oficial la abstención disciplinada era la mejor acción electo
ral. La práctica de votar en blanco nunca pegó, con excepción de pequeños círculos
bogotanos sofisticados; y el porcentaje de éstos en las pocas elecciones en que alguna vez
se dieron nunca excedió el uno por ciento.
12. Abel Carbonell, L a quincena p o lític a (Bogotá, 1952), i, 69-73, iii, 178-9.
13. E l Tiem po, noviembre 25,1931. Los programas conservadores de 1931 en adelante
están reproducidos en Alvaro Gómez Hurtado et al., U na p o lític a con servadora p a r a
Colom bia. B ases p a r a la nu eva p la ta fo rm a social del p a r tid o (Bogotá, 1969), pp. 245-69.
18. Para una perspectiva diferente, Robert H. Dix, C olom bia: The P o litic a l D im en sion s
of Change (New Haven, 1967), pp. 82-92.
19. López ganó prestigio entre los intereses nacionales atacando las compañías de
petróleo y la United Fruit (pero no el gobierno de E.E.U.U.) en 1933 en la Conferencia
Panamericana en 'Montevideo y por volar a Lima al finalizar la guerra de Leticia a
126 Christopher Abel
29. López le dijo a Palma Guillén, embajadora mexicana, que Alberto Lleras había
escrito el mensaje presidencial de 1935 incluyendo algunas ideas de izquierda para
aplacar a los izquierdistas. Cuando Lleras y Echandía intercambiaron las carteras de
Educación y Gobierno, transacción que fue ampliamente interpretada como un paso a la
derecha, López, bromeando con Guillén, le dijo, “¿Qué dice, que nos estamos moviendo a la
derecha?” y añadió que los mexicanos le debían enseñar a ser revolucionario. A.S.R.E.,
F.T. 27-26-28/D.C. III/510 (861-0) ‘3574050-R/12 nov.t 1935, F.T. 27-26-28/2/D.C. III/510
(861-0) ‘3574050-R/8 sept., 1935; F.T. 27-29-17/D.C. III/510 (861-0) ‘3674050-R/8 feb.,
1936/ Guillén al Secretario de Relaciones Exteriores, Ciudad de México.
30. Mensaje... 1935 (Bogotá, 1935).
31. Las líneas generales de la reforma electoral fueron trazadas en República de Co
lombia, Ministerio de Gobierno, “Cédula de ciudadanía. Decreto número 1978 de 1934.
Circular del señor Presidente de la República. Explicación del Decreto e instrucciones
generales” (Bogotá, 1934). Ver también República de Colombia, “Cédula de identidad
electoral. Compilación de disposiciones legales y reglas para su implementación”(Bogo
tá, 1934); Ministerio de Gobierno, “La Cédula y el Sufragio”(Bogotá, 1936) Ministerio de
Gobierno, Código de elecciones. C om pilación a g ru p a d a p o r m a te r ia s , de to d a s la s d isp o
siciones electorales vigentes haMa la fecha (Bogotá, 1943). Los requisitos para votar
fueron ampliados para incluir hombres que pudieran pasar un examen para comprobar
que sabían leer y escribir y que poseyeran propiedad avaluada al menos en 1000 pesos y
que pagaran una renta anual de 300 pesos.
32. Algunos conservadores, incluso, veían el programa de López como una reimplanta
ción tardía de las políticas conservadoras anteriores a 1930. Franciso de Paula Pérez,
P o lític a social: E l p a r tid o con servador colom biano y los problem as sociales (Bogotá,
1939).
33. Una buena fuente para la codificación constitucional de 1936 es William Marion
Gibson, The Constitutions of Colombia (Durham, Carolina del Norte, 1948), pp. 353-83.
El caso conservador fue tratado en L a Constitución de 1886 y la s reformas proyectadas
por la república liberal (Bogotá, 1936).
34. La correspondencia entre López, la Iglesia y los líderes conservadores está presenta
da en República de Colombia, (Presidente), L a opin ión n acio n al ante la reform a de la
C onstitución (Bogotá, 1936). “Estaba sin ningún recelo hasta hace 3 días, y ahora la
situación ha cambiado y yo no sé qué pueda pasar”, le dijo el Nuncio al Embajador inglés.
FO 371/ 19776/ A 3454/ marzo 23, 1936/ Dickson a Edén.
35. Ver más adelante, capítulos 3 y 4. López deliberadamente adoptó una política de
tolerancia hacia la oposición conservadora, a pesar de los repetidos rumores de conspira
ción y maquinaciones soterradas. Nótese el contraste con el Perú donde el Aprismo fue
prohibido entre 1932 y 1934 (y de nuevo en la década del 40). Francois Bourricaud,Poder
y sociedad en el Perú contemporáneo (Buenos Aires, 1967), p. 157.
39. R.J., vi (1936), Suplem ento, 373, 392-3 D erechas fem en in as, Medellín, mayo 25,1937.
El liderazgo del partido perdió un puesto en la Asamblea de Cundinamarca que fue
tomado por un miembro de Acción Derecha, E l T iem p o , octubre 25,1935. Sobre peticio
nes de acción extra-constitucional, ver, por ejemplo, Flecha a zu l , tercera semana (no
aparece una fecha más específica) noviembre 1937; Aquilino Villegas, UO años de
opin ión (Bogotá, n.d.), pp. 171 y siguientes; Augusto Ramírez Moreno, L a c risis del
p a r tid o con servador en C olom bia (Bogotá, 1937); E l Siglo, diciembre 15-16, 1936; E l
T iem po febrero 4-5, 26, 1937. El fascismo no dejó una huella profunda o duradera en el
partido conservador, en parte porque no hubo una migración italiana al país y por el poco
contacto que los países tuvieron, y en parte porque el fascismo era considerado materia
lista y anticatólico, y una desviación socialista. El falangismo tuvo un impacto más
fuerte. El único exponente articulado del fascismo fue Simón Pérez y Soto, quien publicó
en 1936 un semanario de corta vida en Bogotá, E l F a scista , y una novela, D e P oetas
a C onservadores - N ovela n a c io n a lista y un estu dio anexo sobre m a so n ería y ju d a ism o
(Manizales, 1938). El Antisemitismo tuvo un impacto momentáneo durante una de las
breves manifestaciones contra los judíos polacos en la industria de confecciones; pero los
jesuítas estimaban que no había más de 2.500 judíos en Colombia. FO 371/A
1290/1290/11/enero 18, 1937/ Paske-Smith a Edén R.J., v (1935) Suplem ento, 56. Salva
dor Telia Mejía trató sin éxito de descubrir una conspiración judía internacional en Sur
América en C olom bia ante los ju d ío s - ¡peligro! ¡Suram erican os! ¡E n pie! (2a. ed.,
Medellín, 1936).
40. E l Siglo estuvo en parte afectado con el problema de sobrevivir: de ahí que estuviera
pendiente de asuntos escandalosos y sensacionalistas. E l Siglo atacó un ministro por
favorecer parientes, protestó porque se elevara al doble los gastos de la burocracia en
palacio, atacó a Olaya por un pequeño negocio de armas con Checoslovaquia, denunció el
“judaismo” del régimen, alentó huelgas entre estudiantes y choferes de taxi y acusó al
ministro de Correos de ejercer censura a los despachos. Presentó el caso de Carlos
Barrera Uribe, un represivo magnate liberal en Armenia. Usó viejas ^gastadas acusa
ciones: que el liberalismo estaba dominado por el jacobinismo, y qpe los sindicatos
comunistas estaban ejerciendo el “reino del terror” en el Valle. Los pequeños desacuer
dos se informaron con todo detalle. Su estilo de ataque enfureció a los negociantes
conservadores moderados: No había ninguna discriminación —los hechos menores reci
bían el mismo espacio y atención que las diferencias políticas fundamentales— y se
carecía de una clara dirección. E l S iglo, febrero 18-10,22, 29, marzo 1,29,1936, febrero
25-7, octubre 14,1937, marzo 25, mayo 9-17, 1938; U nión liberal, febrero 12,1937. Ver
sobre Barrera Uribe, Keith Christie, O ligarcas cam pesin os y p o lític a en C olom bia
(Bogotá, 1985).
41. E l T iem po, enero 10, 27, febrero 25, marzo 7-8, 10, 1938.
IV
LA RESTAURACION CONSERVADORA, 1938-53
A. L a pa u sa de S a n to s y l a s e l e c c io n e s d e 1942
La amenaza del ala derecha era más verbal que real. Colombia no
había sido nunca un objetivo prioritario de la penetración nazi o fascis
ta en América Latina; no tenía una comunidad extensa de inmigrantes
italianos o alemanes; tampoco exportaba las materias primas requeri
das urgentemente por el eje. La influencia alemana en la educación era
insignificante; en 1935 sólo había dos colegios alemanes (mientras que
en Chile, por ejemplo, había 44). Y la propaganda nazi tío merecía
atención. Por lo tanto, la influencia global del nazismo y el fascismo en
el país no alcanzó a adquirir mayores proporciones. Ni siquiera en el
sector del tabaco en Santander se notaba simpatía por la causa nazi; y
esto a pesar del cierre del mercado alemán, al cual se exportó hasta
1939 más del 95 por ciento del tabaco local, mediante comerciantes
alemanes residenciados en la región.
Los aliados hallaron poca influencia de la extrema derecha en su
contra. En 1941, Braden decidió emplear medios de persuasión sutiles
para ganarse a Gómez. Pero, habiendo fracasado en su intento, aplicó
medidas duras. Primero trató de persuadir a un prestigioso miembro
de la junta de El Siglo para que presionara por cambios de política,
amenazándolo de lo contrario con retirarle la clientela americana de
su consultorio jurídico y sus intereses bancarios; pero tampoco así se
acercó a su objetivo. Sólo cuando Braden convenció a las compañías
norteamericanas de que retiraran su publicidad de El Siglo, Gómez
modificó su oposición a los Estados Unidos; y, en cambio, se volvió
anti-británico5.
En 1939 el Directorio Nacional Conservador reconoció el fracaso de
su política abstencionista y anunció la nominación de sus candidatos;
sin embargo, en todas las elecciones entre 1939 y 1941 (para represen
tantes, asambleas departamentales y concejos municipales) el voto
conservador nunca pasó del 36 por ciento del total, aunque tampoco fue
inferior al 30 por ciento. Las directivas nacionales conservadoras,
conscientes de que el partido podía convertirse en una minoría perma
nente, llegaron a la conclusión de que el único camino hacia el poder
era el de una alianza táctica con los liberales disidentes. En las eleccio
nes de 1942 López se presentó de nuevo como candidato liberal y se
ganó el respaldo a medias tintas de El Tiempo. Los conservadores
pusieron todo el peso de su maquinaria tras un patricio liberal bogota
no, Carlos Arango Vélez, en cuya plataforma sólo se distinguía el
anti-eleccionismo.
Las elecciones de 1942 representaron un choque de máquinas que no
habían sido engrasadas por la ideología. Ambos candidatos siguieron
el modelo introducido por López en 1933-34. Recorrieron el país ex
haustivamente por avión, incluyendo en sus giras electorales áreas
periféricas de considerable población; como la Costa, que hasta los
134 Christopher Abel
(N.T.) De esta forma llama el autor inglés el amago de “golpe” que un grupo de militares
intentó darle al Presidente López por esas fechas.
140 Christopher Abel
rril del Pacífico insistiéndole que los trabajadores del ferrocarril dis
frutaban de condiciones superiores a las vigentes para las labores
agrícolas y que, si una huelga llegase a paralizar el ferrocarril, los
trabajadores deberían ser despedidos: "... salvar la disciplina de una
empresa es tanto como salvar la empresa misma”23.
Ospina combinaba la administración con la docencia. Durante un
corto período fue rector de la Escuela de Minas y fue profesor de
Ingeniería y Administración en varias ocasiones. Protegido de los
Jesuítas, fue profesor fundador de la Universidad Javeriana en Bogo
tá. Durante los años treinta se dio a conocer a nivel nacional como
Gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, desde donde realizó el
prim er censo del café; mejoró la educación técnica rural en áreas
cafeteras; creó nuevos silos y bodegas e introdujo medidas para contro
lar el lugar de origen, establecer estaciones técnicas y facilitar mayo
res créditos para los cultivadores. Fue reelegido sin oposición como
presidente de la Federación por impedir que los liberales la convirtie
ran en un instrumento paternalista del Estado. La campaña que pro
movió para mejorar el sector cafetero le brindó un apoyo bi-partidario
que más tarde emplearía ventajosamente en política.
El impulso abrumador de Ospina estaba dirigido hacia la despoliti
zación. Veía en la movilización política una amenaza para la expansión
económica y en la competencia por puestos burocráticos encontraba un
obstáculo para la eficiencia administrativa. Entre 1930 y 1946 Ospina
difícilmente había sido una figura central en la organización del parti
do. No le interesaban la retórica, las maniobras del Congreso o los
recorridos por el país para restaurar la moral del partido. La ideología
le motivaba poco y por lo general se contentaba con endosar las virtu
des de la Constitución de 1886 y el programa del partido de 1849, del
cual su abuelo, Mariano Ospina Rodríguez, había sido coautor. A
intervalos, Ospina se referí a a Burke y a las Encíclicas sociales de León
XIII, que desempolvó para la campaña de 194624.
Aunque rechazaba de raíz el comunismo, no por esto dejó de guiarse
por su convicción de que había que conservar un bajo nivel de agitación
política. Jamás incurrió en polémicas anti-comunistas enardecidas; se
abstenía de caer en ecuaciones simplistas entre comunismo y liberalis
mo y evitaba asociaciones públicas con el falangismo. Solamente parti
cipó en un debate público de consideración en los años treinta, y éste
tenía pocas ramificaciones ideológicas. Ampliamente reconocido como
vocero conservador sobre política cafetera, atacó a la administración
de López por malos números y explicó su posición ante el público en
una serie de lúcidos artículos en El Siglo y El Colombiano.
Más tarde críticos laureanistas acusarían a Ospina de oportunismo.
Entre 1937 y 38 no hizo nada para obstruir su nombramiento como
146 Christopher Abel
G. H a c ia la h e g e m o n ía c o n se r v a d o r a , 1 9 48-50
“No gobierna quien opina, ni guía quien tiene mano; por eso no
manda Ospina sino que obedece a Laureano”57.
Asumiendo una posición por encima de las facciones, Alzate fue in
capaz de contener un enfrentamiento entre los elementos radicales y
tradicionales durante la Convención del partido.
El desorden interno del partido se dejó ver en un movimiento po
pular bogotano dirigido por Eduardo Kronfly. Editor interino del
semanario La Nación, Kronfly había sido alzatista y era vocero de la
‘revolución nacional’ o ‘revolución conservadora’, al mismo tiempo que
rechazaba la democracia y proclamaba a Calvo Sotelo, José Antonio
Trujillo, Salazar y Franco como las fuentes de inspiración de los
conservadores colombianos. El breve surgimiento de Kronfly fue pro
ducto de las intrigas de salón y las sospechas populares y de los
perturbadores efectos de la violencia. Dentro del marco de la Legión
Azul, grupos de choque de Alzate y Villarreal, Kronfly se creó fama en
los barrios de la capital. Organizó cincuenta comandos que se tomaron
el Directorio Municipal de Bogotá después de una ola de suspensiones
a los empleados municipales. La expulsión de los hijos de Urdaneta y
Andrade de la organización municipal del partido dio a entender que
el poder de la clase alta estaba en peligro. Entre tanto, los kronflistas
abrieron una sucursal en Medellín.
El directorio departamental de Cundinamarca, que nunca había
dado su apoyo a la estrategia de los comandos, se fue contra Kronfly.
Política, Iglesia y Partidos en Colombia 163
H. L a ‘REVOLUCION EN ORDEN’
Capítulo cuatro
20. G a itá n - A n to lo g ía de su pen sam ien to económico y social (Bogotá, 1968), pp. 10-11,
23-24, 40, 44; E l bolchevique, agosto 4, 1934, abril 24, 1935; Fermín López Giraldo, E l
apóstol desnudo o dos años a l lado de un m ito (Manizales, 1936) pp. 31, 37, 99, 101;
Abelardo Forero Benavides, E l E sp e c ta d o r - D ia r io de la T arde (Bogotá, 1936), p. 183;
Id e a rio po lítico de Jorge E lié c e r G a itá n - pu blicación ord en a d a p a r la s d ire c tiv a s como
hom enaje a la m em o ria de Jorge E lié c e r G a itá n en el tercer a n iv e rsa rio de su m uerte
(Bogotá, 1951), pp. 15-16. Como Ministro de Educación publicó República de Colombia,
Min. de Educación Nacional, L a o bra e du cativa del gobierno en C olom bia (3 vs„ Bogotá,
1940).
21. D.S. 82100/1066/octubre 24, 1945/Wiley a Sec. de Estado; S e m a n a , noviembre 4,
1946; J.A. Osorio Lizarazo, G a itá n , v id a , m u erte y presen cia perm an en te (Bogotá, 1952),
p. 244. Algunos discursos electorales de Gaitán se consiguen en discos como, C au dillos y
M uchedum bres, vol. 1 (hechos por Jorge Girón Barrios, Bogotá, n.d.). También ver los
comentarios de Christopher Isherwood, The C ondor a n d the Cows (N.Y., 1948), p. 61.
22. E l Siglo, agosto 19, 1946. Para las impresiones de los comunistas, D ia rio P opu lar,
esp. marzo, 7, abril 26, 1946.
23. Sobre la familia Ospina ver Juan Pardo Ospina, T res p residen tes de C olom bia y
sem blan zas de g ra n d eza (Bogotá, n.d.) esp. p. 144. Gilberto Alzate Avendaño, en Su s
m ejores p á g in a s (Manizales, 1966), p. 67, hace la comparación con el caso inglés. Ver
también Sábado, marzo 30, abril 11,1946; E l C olom biano , Medellín, junio 14,1929; E l
T iem po, agosto 26-7, 1929, Correo del C auea, Cali, febrero 3, 1927.
sujeto a decisiones tomadas desde el centro, que los conservadores de Bogotá; quienes
siempre tendían a exagerar el grado de manipulación de la política de otras regiones que
ambos partidos podían ejercer desde la capital.
56. Santos recordó que Mosquera había sobrevivido solo un mes en su cargo después de
declararse dictador sin Congreso. N ew Y o rk H e ra ld Tribune, noviembre 18, 1949.
57. S em a n a , octubre 8, 1949; E l T iem po , octubre 17, 1949.
58. L a P re n sa , noviembre 25,27,1949; N ew Y ork H e r a ld T ribu n e , noviembre 28,1949.
La propaganda liberal trató de poner a Echandía en la misma tradición de Gaitán. Las
memorias de los Mil Días fueron evocadas en la carátula de la literatura electoral de
Echandía donde un veterano de la guerra santandereana fue retratado cogiendo a
Gaitán por los hombros. Verbo L ib e r a l A rtíc u lo sr d iscu rsos , oraciones de los m á s
gran des liberales (Bucaramanga, 1949) que reimprimió propaganda anticlerical de
1883. Los conservadores también recurrieron al pasado. E l C olom biano afirmaba que
el programa conservador original de 1849 había sido producto de una crisis bogotana
similar a la de 1949.
59. Las impresiones sobre tendencias electorales son confirmadas por la información
estadística. Dos tendencias diferentes que señalan el nivel de politización han sido
identificadas para el período posterior a la Reforma de 1935.
Las impresiones son confirmadas por la poca evidencia estadística disponible. Dos
tendencias sugestivas si bien inconclusas, han sido trazadas para el período posterior a la
reforma electoral de 1935 y nos dan una idea del grado de politización alcanzado.
La primera considera el porcentaje de adultos masculinos por encima de veintiún años
(proyectados de los censos de 1951 y 1964) que votaron en elecciones presidenciales.
Entre 1935 y 1938 entre un 20 y un 30 por ciento de la población masculina adulta votó;
con la renovada participación de los conservadores, 46 por ciento votó en 1939, pero el
porcentaje cae, a excepción de la elección presidencial de 1942, hasta que en 1945 solo
llega al 39 por ciento. La renovación del activismo liberal y conservador en 1946 causó un
brusco ascenso en el porcentaje de votantes hasta que en 1949 para las elecciones de
Congreso 73 por ciento de la población adulta masculina votó, un porcentaje que no sería
superado ni en las décadas del 50, 60 o del 70. El abstencionismo liberal tuvo otro
descenso: en las elecciones para el Congreso en 1951 y 1953 el porcentaje de votantes fue
del orden de 35 a 40 por ciento. Las mujeres no pudieron votar hasta después del período
estudiado.
La segunda tendencia se refiere a aquellos votantes que poseían tarjetas de identidad
electorales. Esto indica el bajo grado de participación entre el 30 y el 33 por ciento, en las
disputadas elecciones de 1935-8. En las debatidas elecciones de 1942 las cifras llegaron
al 60 por ciento, cayendo al 38 por ciento en las elecciones para Congreso en 1945. Un
máximo de 63 por ciento fue obtenido en las reñidas elecciones de 1949, cayendo al 40 por
ciento en las calmadas elecciones presidenciales del mismo año.
Para estadísticas ver Departamento Administrativo Nacional de Estadística, C olom bia
p o lític a (Bogotá, 1972), p. 214.
La frecuencia de las elecciones mantenía el tono de la competencia. Hubo treinta y nueve
elecciones en Colombia entre 1929 y 1949 figura sin par en toda América Latina.
S e m a n a , junio 11, 1949.
60. Ed. José Luis Lora Peñalosa, E l pen sam ien to vivo de A lza te A ven dañ o (n.p., n.d.) p.
67; I I I Congreso N a c io n a l de E stu d ia n te s - C olom bia (Bogotá, 1928) páginas sin
numerar.
178 Christopher Abel
62. Alzate, op. cit., p. 138; S á b a d o , agosto 2, 1947, junio 12, 1948.
63. E l C olom biano, agosto 11-15, 1948; E l T iem po , junio 25, 1950.
64. J o m a d a , junio 9,18, julio 5-13,27-8, agosto 1,1950, febrero 3, marzo 6,17,1951; L a
N ación , Buenos Aires, octubre 7, 1949; S ábado, marzo 17, 1951.
65. Ver en especial Paul Oquist, V iolencia, conflicto y p o lític a en C olom bia (Bogotá,
1978). Para un ejemplo de lo escrito para la campaña conservadora, Juan Manuel
Saldarriaga Betancur, L au rean o Gómez o la te n a c id a d a l servicio de la ju s tic ia y d é la
p a tr ia (Medellín, 1950). Como ejemplo de trabajos que hicieron una alabanza aduladora
de Gómez, ver Ernesto Bedoya Cardona, D e d esterra d o a presid en te (Bogotá, 1950).
66. Gómez citó su libro E l cu a d rilá te ro (Bogotá, 1935) para demostrar su hostilidad
hacia Hitler y Mussolini. L a P ren sa , noviembre 22, 1949.
67. Una apología del régimen de Gómez se encuentra en E l buen gobierno - A d m i
n istra c ió n L au rean o Gómez (Bogotá, 1974). Ver E l Siglo, junio 18,1950; República de
Colombia, D iscu rso de posesión a la p re sid e n c ia de la R epública, agosto 7 ,1 9 5 0 (Bogotá,
1950) p. 3.
68. E l Siglo, agosto 8, 1950.
69. J o m a d a , junio 18, 1950, septiembre 8, 1951; S ábado, febrero 17, septiembre 12,
1951. E l Colom biano, noviembre 13, 1951; E l T iem po, noviembre 21, 1951.
70. E l Siglo, octubre 24, 26, 1958; D ia r io de C olom bia, noviembre 29,1952; Abelardo
Forero Benavides, P o r la conciliación n acion al: u n testim on io con tra la ba rb a rie p o lític a
(Bogotá, 1953) pp. 51-3, 55; E l Tiem po, septiembre 9, 1951; E l E sp ecta d o r, mayo 27,
1952.
71. Enrique Santos era hermano de Eduardo y era el principal periodista de E l Tiem po.
Citado en S em an a, agosto 30, 1947.
72. E l S iglo, agosto 16, 24, 1952; República de Colombia, A locu ción del excelentísim o
señ or doctor R oberto U rd a n eta A rbeláez, designado, en cargado de la p re sid e n c ia de la
R epública, d ir ig id a a los colom bianos en la noche d el 13 de septiem bre d e 1952 (Bogotá,
1952); República de Colombia, C onferencias del señ or m in is tro de Gobierno, doctor L u is
Ignacio A n d r a d e sobre orden público y otros tem as (Bogotá, 1953).
73. Irónicamente hasta al autoritario Alzate le tocó interceder por una expresión demo
crática. C h ris tia n Science M on itor, septiembre 19,1952. También D ia r io de C olom bia,
septiembre 2, 1952, enero 12-15, 18, 26, 1953.
74. H isp a n ic A m e ric a n R eport, vol. V, no. 5, junio 1953, p. 2; N e w Y ork T im es, mayo 12,
1953; D ia r io de C olom bia , abril 9,10,1953; E l C olom biano, abril 11,1953; R .J. X X X IX
(1953), Suplem ento, 120, 162.
75. Gómez se fue exiliado con su familia a España y desde allí sostuvo una quisquillosa y
pendenciera correspondencia en la que describía el régimen de Rojas como mucho más
cuestionable que algunos liberales que llegaron legalmente al poder. D esde el exilio
(Bogotá, 1954), esp. pp. 24, 145,153. Mientras tanto López Pumarejo escribía a su hijo
que Ospina se retiraba de la política para dedicarse a los negocios. Alfonso López
Michelsen, L os ú ltim o s d io s y ca rta s ín tim a s de tres c a m p a ñ a s (1929-19^0-1958) (Bogo
tá, 1961), pp. 120-1.