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Siglo XIX. Tema 9. Revolución liberal en el reinado de Isabel II.

Carlismo y guerra civil. Construcción y evolución del Estado liberal.

Introducción
Durante el reinado de Isabel II, tiene lugar la transición al liberalismo en España. Los cambios que se realizan se
vertebran en 3 ejes:
1. En la estructura del Estado: pasamos de una monarquía absoluta a otra constitucional y parlamentaria
(con el Estatuto Real de 1834 y las Constituciones de 1837 y 1845).
2. En economía: asistimos al cambio del feudalismo por el sistema capitalista, de la organización gremial
a la libertad de contratación, industria y comercio.
3. Sociedad: de la desigualdad a la igualdad de derechos constitucionales.

La transición al liberalismo en España es un proceso complejo. La burguesía se alía con la nobleza y acaba
instalando un liberalismo doctrinario (con soberanía compartida Rey-Cortes, sufragio censitario, libertades
recortadas, centralismo) que asegura su permanencia en el poder. Los generales con prestigio militar lideraban
los partidos políticos y encabezaban los pronunciamientos militares para hacerse con el gobierno, reciben el
nombre de espadones, fueron los únicos en asegurar el trono de Isabel II frente a los carlistas. Las figuras más
destacadas fueron Espartero, Narváez, O’Donnell, Serrano o Prim.

Desarrollo

El carlismo es una ideología opuesta al liberalismo, defienden la tradición y rechazan la modernidad.


El reinado de Isabel II comienza con la 1ª guerra carlista (1833-40), motivada por Carlos Mª Isidro que
no la acepta como heredera al trono de España. Su origen está en la Regencia de Urgel y la revuelta
de los Malcontents de 1827. Su meta es un absolutismo monárquico y católico, su lema fue “Dios,
Patria y Fueros”. Sus mayores apoyos los reciben en el norte de España, del clero regular y secular y
del medio rural (frente a una sociedad urbana, liberal e industrial). El campesinado ve amenazada su
economía y tradiciones por las reformas liberales sobre impuestos e igualdad jurídica. Es, en cierto
modo, un enfrentamiento campo-ciudad.
Su defensa de los fueros (instituciones y leyes propias, exenciones fiscales y exención de
quintas) se opone a la centralización propia del liberalismo.
Defienden el catolicismo frente a las desamortizaciones (ataques liberales al clero para
expoliar sus bienes y tierras), por lo que los identificamos con una sociedad arcaica y conservadora.
Internacionalmente les apoyarán Austria, Rusia, Prusia (grandes potencias absolutistas europeas)
y el Papado.
Las guerrillas carlistas y el ejército se enfrentarán en las principales ciudades. La 1ª guerra carlista
(1833 – 1840) se desarrollará en tres frentes:
- País Vasco y Navarra (con el general carlista Tomás Zumalacárregui)
- el Maestrazgo (Aragón y Valencia)
- y Cataluña (con el general carlista Cabrera).
Entre 1833-35 se centra en el norte, Zumalacárregui organiza el ejército y muere en el asalto a Bilbao.
Entre 1835-37 la guerra se extiende al resto del país: con expediciones fracasadas a Cádiz y Madrid.
Entre 1837-39 se produce una división ideológica de los carlistas en transaccionistas (partidarios de
pactar con los liberales) e intransigentes (partidarios de mantener la guerra).

El Abrazo de Vergara entre Maroto, carlista, y Espartero, isabelino, en 1839 puso fin a la
guerra. Admiten a los oficiales carlistas entrar en el ejército con su rango y sueldo y pactan el
mantenimiento de los fueros vascos y navarros. El acuerdo no es aceptado por don Carlos y los
campesinos más radicales, que continuarán la guerra un año más (hasta 1840) con la derrota de
Cabrera en Morella.
Las consecuencias bélicas fueron 150.000 muertes, la inclinación de la monarquía al liberalismo
moderado, más protagonismo militar y enormes gastos que derivan en la desamortización de
Mendizábal.
Los partidos políticos son una camarilla alrededor de algún personaje notable (civil o militar). La
mayoría de la población está al margen de ellos y de la vida política a causa del sufragio censitario.
Los principales partidos son:
- Carlistas: Buscan el retorno al Antiguo Régimen (privilegios estamentales y el mantenimiento de los
fueros tradicionales) son absolutistas.
- Liberales: defienden una monarquía constitucional, el sufragio censitario, el recurso de los
pronunciamientos para alcanzar el poder y la presencia del ejército en la vida política. Están
divididos en dos tendencias:
Partido Moderado. Defiende la propiedad y el orden, un sufragio censitario muy restringido, la soberanía
compartida Rey-Cortes, suprime la Milicia Nacional, designa ayuntamientos por el gobierno, limita los
derechos individuales (prensa, opinión, reunión, asociación) y defiende la influencia de la Iglesia Católica.
Económicamente proteccionistas. Son terratenientes, comerciantes, intelectuales conservadores, vieja
nobleza, alto clero y altos mandos del ejército. Sus líderes principales serán Martínez de la Rosa y Narváez.

Partido Progresista. Defiende la soberanía nacional, no acepta la intervención de la Corona en la política,


implanta la Milicia Nacional (para garantizar libertades), quiere Ayuntamientos elegidos, la reforma agraria
(desamortización y desvinculación), y un menor peso de la Iglesia porque defienden la tolerancia de otras
religiones. Son partidarios del librecambismo. Su base social es la burguesía industrial y financiera, media y
pequeña burguesía, las clases medias y artesanos de las ciudades, la oficialidad media o inferior del ejército y
los profesionales liberales. Sus líderes principales son Espartero, Mendizábal, Madoz, Olózaga y Prim.

1.- La minoría de edad de Isabel II, es la etapa de las regencias de Mª Cristina y Espartero.
Durante la regencia de Mª Cristina habrá un primer gobierno de liberales moderados entre 1833-35 que
tendrá que hacer frente al inicio de la guerra carlista y elaborará el Estatuto Real de 1834, que estabelece
Cortes bicamerales (Estamento de Próceres, nombrados por la reina, y Estamento de Procuradores,
elegidos entre personas com alto nivel de renta), el sufragio censitario solo permite al 0,15% de la
población votar). Javier de Burgos hace una división provincial muy parecida a la actual.
El Motín de la Granja, lleva a los progresistas al poder, proclaman la Constitución de Cádiz y convocan
elecciones a Cortes Constituyentes que elaborarán la Constitución de 1837 (progresista). Con ella se
implanta definitivamente el liberalismo: la soberanía nacional, el reconocimiento de derechos, la división
de poderes (aunque concede mucho poder al rey), Cortes bicamerales (Congreso –elección directa- y
Senado –designación real-), sufragio censitario (votaba el 5% de la población). También se procederá a la
abolición del régimen señorial, la supresión de mayorazgos y la Desamortización eclesiástica de
Mendizábal de 1837.
Baldomero Espartero será regente entre 1840-43 y, a pesar de su enorme prestigio, tendrá que dejar el
poder por su modo autoritario de gobernar (bombardea varios barrios de Barcelona para sofocar un
motín o gobierna con una pequeña camarilla, etc). Las Cortes deciden nombrar mayor de edad a la reina
niña con 13 años.
2.- La mayoría de edad de Isabel II. Es un reinado caracterizado por las agitaciones sociales y la
inestabilidad política. La Corona, el ejército y los partidos liberales serán los protagonistas, quedando el
pueblo completamente al margen.
La década moderada 1844-54. Es un gobierno moderado que llega tras el pronunciamiento de
Narváez (el espadón de Loja). La nueva Constitución de 1845 (moderada) reconoce más poder al rey; se
restringe el derecho al voto al 1% de la población y establece la confesionalidad religiosa del Estado. Entre
las numerosas reformas destacamos la creación de la Guardia Civil (1844) para mantener el orden público
y la defensa de la propiedad privada y que sustituye a la Milicia Nacional; la reforma fiscal y de Hacienda
(Alejandro Mon-Santillán) que mantiene en El País Vasco y Navarra los derechos forales; la Ley de
Administración local (nombramiento de alcaldes), la Ley de instrucción pública (Ley Moyano) que declara
obligatoria la enseñanza primaria y el Código penal de 1851. Inauguran el primer ferrocarril que cubre la
línea Barcelona-Mataró (1848) y el actual Palacio del Congreso de los Diputados (1843-1850). Se firmará
el Concordato con la Santa Sede en 1851 a cambio de un presupuesto para el culto y el clero, que domina
la enseñanza.
El bienio progresista 1854-56 . Comienza con la Vicalvarada sin un claro ganador. El Manifiesto de
Manzanares de carácter progresista suma apoyos y desemboca en una sublevación popular que aplaca
Espartero (de nuevo jefe de gobierno) y O´Donnell tiene que contentarse con el ministerio de guerra. El
ministro de Hacienda, Madoz, lleva a cabo otra desamortización en 1855. La nueva Ley de Ferrocarriles
incentiva la construcción con capital extranjero. Es una etapa de gran conflictividad social motivada por la
epidemia de cólera de 1854, la subida de impuestos, los bajos salarios y la jornada laboral. La respuesta
será el nacimiento de nuevas fuerzas políticas: demócratas y republicanos. Se elabora otra Constitución
de 1856 (progresista y non nata),
En 1856, con el apoyo de la reina y tras un nuevo pronunciamiento, llegará al poder Leopoldo O
´Donnell. Es el gobierno del nuevo partido la Unión Liberal (1856 – 1863) que intenta mantener el orden
social ante el desarrollo del movimiento obrero y demócrata, lo que supone la vuelta al conservadurismo.
En política exterior, intenta volver al prestigio internacional (para recuperar también el prestigio interior)
con pobres resultados y cuantiosas pérdidas (en Marruecos, Indochina, Perú y Chile) que precipitan la
dimisión de O´Donnell.

La Unión Liberal, aparece en la última etapa del reinado de Isabel II. Se forma con un sector de los moderados y los
más conservadores de los progresistas. Representa a los sectores más acomodados. Su líder es O`Donnell.
El Partido demócrata: aparece al final del reinado y defiende el sufragio universal, la intervención del Estado en la
enseñanza, una política fiscal que subsane las desigualdades sociales, la limitación del poder del Rey, defiende un
poder local fuerte y elegido democráticamente. Representa a las clases medias y bajas. Su líder será Rivero.

Entre 1863 y 1868, el Partido Moderado volverá al poder, con un gobierno autoritario que no hará frente
a la crisis económica y financiera que vive el país. El desprestigio de la reina va en aumento, lo que
facilitará la firma del Pacto de Ostende de 1866 (que se celebra en la ciudad belga de Ostende, entre los
exiliados progresistas y demócratas) para poner fin a la monarquía de Isabel II y convocar elecciones a
Cortes Constituyentes. Se suman los unionistas encabezados por Serrano por su rechazo a Narváez
(liberal moderado) que muere en 1868, el mismo año en que tendrá lugar la revolución de La Gloriosa.

Conclusión

Entre 1833 y 1868 se hará definitivamente la transición al liberalismo en España, pero no estará exento de
dificultades entre otras la 1ª guerra carlista y la división dentro del liberalismo, con la imposición de
constituciones y otras medidas legales (sobre la Milicia Nacional, ayuntamientos, el papel de la Iglesia) que
enfrentará a los liberales moderados y progresistas. La reina contribuirá a estas dificultades con su favoritismo
hacia los moderados (de Narváez).
El pueblo está excluido de la vida política pero protesta por las crisis de subsistencia o contra la introducción
de máquinas en la industria textil (ludismo). El reinado de Isabel II terminará con la Revolución de la Gloriosa,
fruto del Pacto de Ostende entre progresistas y demócratas, que será el equivalente español de las
revoluciones liberales en Europa y que se suceden en 1820, 1830 y 1848.

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