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Derecho a la salud

El aumento de los contagios y la mortalidad por COVID-19 agravó los problemas de la asistencia
médica, cuyo estado ya era lamentable en algunos lugares. El desgaste de las infraestructuras,
el uso negligente de los equipos y la falta de financiación se citaron entre los motivos de la
interrupción del suministro de oxígeno en un hospital de Osetia del Norte en agosto, que causó
la muerte de al menos nueve pacientes que requerían soporte vital. A pesar de la escasez de
personal sanitario denunciada en todo el país, el gobierno aprobó más recortes en el
presupuesto de salud. El gran número de personas hospitalizadas con COVID-19 dio lugar a
retrasos en la asistencia médica programada.

El requisito de presentar el documento de identidad y el seguro médico complicó la vacunación


contra la COVID-19 de personas sin hogar y migrantes sin documentación, que a menudo
carecían de ellos. Trabajadores y trabajadoras migrantes que sí tenían documentación también
encontraron obstáculos, y muchos tuvieron que pagar la vacuna.

Libertad de expresión

Las autoridades utilizaron la legislación sobre “agentes extranjeros” y “organizaciones


indeseables” para reprimir el derecho a la libertad de expresión y silenciar a periodistas,
activistas y medios de comunicación independientes. Se introdujeron multas por no incluir el
obligado aviso legal sobre “agentes extranjeros” en forma de titular en las publicaciones
pertinentes.

En total, 14 medios de comunicación y 52 personas fueron calificadas de “agentes extranjeros”,


mientras que el grupo de investigación Project Media fue prohibido como “organización
indeseable”. En junio, su fundador, Roman Badanin, más tarde calificado de “agente extranjero”,
y otros dos periodistas fueron objeto de registros en relación con un caso de difamación criminal.

La periodista Elena Milashina recibió amenazas de muerte apenas veladas tras la publicación de
su investigación sobre torturas y ejecuciones extrajudiciales cometidas por la policía chechena.
Las amenazas no se investigaron eficazmente.

En agosto se prohibió indefinidamente la estancia en Rusia a una corresponsal de la BBC en


Moscú considerada “una amenaza para la seguridad nacional”.

En abril se impusieron restricciones de circulación por presuntos delitos a cuatro periodistas de


la revista estudiantil DOXA acusados de “implicar a menores en actividades peligrosas”, en
relación con un vídeo en el que se incitaba a los estudiantes a desafiar las amenazas de
expulsión por participar en protestas pacíficas. Su juicio comenzó en diciembre.

Músicos disidentes vieron cancelados sus conciertos. En octubre se canceló un concierto de la


periodista y poeta Tatyana Voltskaya tras su calificación de “agente extranjera”.

Persistió el bloqueo arbitrario y extrajudicial de sitios web y se amplió el ámbito de aplicación de


la legislación relacionada. En julio, más de 40 sitios web asociados a las actividades políticas y
anticorrupción de Aleksei Navalny fueron bloqueados con el pretexto de que servían “para
actividades extremistas prohibidas”.
En septiembre, el Tribunal de Arbitraje de Moscú ordenó a Google y Yandex que eliminaran de
sus tiendas online una aplicación que promovía el “voto inteligente”. Google y Facebook fueron
multadas repetidamente por no eliminar “contenido prohibido”. El periodista Igor Khoroshilov fue
condenado en dos ocasiones a 10 días de detención administrativa por “propaganda de
emblemas extremistas” tras mencionar en Facebook la aplicación para el “voto inteligente”.

En septiembre, el Servicio Federal de Seguridad publicó una amplia lista de temas no


clasificados —desde delitos en el ejército a programas espaciales pospuestos— cuya
observación supondría la calificación de una persona como “agente extranjero”. La respuesta de
una consolidada ONG de derechos humanos, Madres de Soldados de San Petersburgo, fue
declarar que esto ponía fin a su trabajo sobre las violaciones de derechos humanos cometidas
en el seno del ejército.

En octubre, Dmitry Muratov, director del periódico independiente Novaya Gazeta, fue


galardonado con el Premio Nobel de la Paz en reconocimiento a su contribución a la libertad de
expresión en un entorno cada vez más represivo para los medios de comunicación.

Impunidad
Persistió la impunidad por los delitos contra periodistas y contra defensores y defensoras de los
derechos humanos. Seguían sin resolverse múltiples delitos, cometidos en el pasado o en la
actualidad, ya que no se abrían investigaciones o quedaban manifiestamente estancadas.

En agosto, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos sostuvo que las autoridades rusas no
habían investigado debidamente el secuestro y asesinato de Natalia Estemirova en 2009,
aunque no las consideró directamente responsables de su muerte.

En octubre se cumplió el plazo de 15 años para la prescripción del asesinato de la destacada


periodista de investigación Anna Politkovskaya sin que se hubiera identificado a los autores
intelectuales de su muerte.

Libertad de religión o de creencias

La persecución a miembros de la confesión religiosa Testigos de Jehová se había intensificado a


partir de su calificación arbitraria de “extremista” en 2017, con invasivos registros domiciliarios y
causas penales abiertas en todo el país y en la Crimea ocupada. Al menos 105 personas fueron
declaradas culpables, y las penas de prisión eran cada vez mayores.

En octubre, un tribunal de Astracán condenó a Olga Ivanova a tres años y medio de prisión, y a
Rustam Diarov, Sergei Klikunov y Evgenii Ivanov, a ocho, las penas más largas impuestas hasta

Derechos de lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI)

La discriminación de las personas LGBTI, impulsada por una legislación homófoba sobre
“propaganda gay”, seguía siendo generalizada.
El análisis comparativo de los sistemas de derechos humanos en las Constituciones
de la URSS y de Rusia demuestra su evolución modernizada.83 Las peculiaridades
del desarrollo histórico del Estado y derecho de Rusia antes de la Revolución
socialista de octubre de 1917 habían influido en el sistema legal de tal manera que
los derechos socioeconómicos ocuparon el primer lugar; por eso, según el concepto
de derechos humanos de la época soviética, los derechos sociales tenían prioridad
sobre todos los demás.

Pero el comienzo de la democratización política en los años noventa llevó a la


modernización del sistema soviético, y la Constitución rusa de 1993 hizo hincapié
en los derechos políticos. Tomemos en cuenta que el pueblo soviético fue educado
durante varias décadas en términos sociales, con los más preciados valores del
Estado soviético. Con esa disposición se da un gran giro de 180 grados en su
concepción filosófica del ser ruso.84 Esa Constitución puede ser caracterizada como
un acto normativo legal del carácter pluralista, que combina los enfoques
positivistas y el de los derechos naturales.

El mecanismo que tiene que resolver las contradicciones entre estas dos ideologías
de derecho es la Corte Constitucional de la Federación Rusa. Es un organismo
nuevo para Rusia, creado por primera vez en 1991. La Corte Constitucional ocupa
un lugar especial en el sistema político. Siendo un organismo del poder estatal, al
mismo tiempo actúa como árbitro entre el Estado, por un lado, y los ciudadanos y
la sociedad, por otro. Sus decisiones confirman la constitucionalidad de las
decisiones tomadas, y a veces tienen una enorme influencia en la política. La Corte
actúa como guardián de una Constitución viva, y por lo tanto como custodio de la
política constitucional.

Sin embargo, los desafios económicos y sociales del actual periodo legislativo
determinan una actitud más flexible, que podría combinar los derechos
socioeconómicos con los derechos políticos y personales para poder garantizar la
estabilidad del Estado ruso.

Rusia ha sido suspendida del Consejo de Derechos Humanos por por “las violaciones y los abusos
graves y sistemáticos" tras la invasión de Ucrania. La OMS denuncia 91 ataques a centros sanitarios en
Ucrania y ha pedido mejor acceso a las zonas más afectadas por la guerra. Hasta un 65% de los
africanos se han infectado de COVID-19, una tasa superior a la media mundial.

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