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Ilustración: María Esther Lemus

MÁS DE 90 VÍCTIMAS MORTALES POR


VIOLENCIA POLICIAL EN CUBA DE 2018 A
2023
9 / febrero / 2024

elTOQUE

En Cuba han muerto al menos 95 personas de manos de las fuerzas del orden en los
últimos cinco años; otras 287 han sufrido violencia policial no letal.

Entre las víctimas hay algunos nombres y rostros conocidos, pero una gran parte continúa
bajo la sombra de las injusticias cotidianas que el Gobierno intenta ocultar. Para visibilizar y
entender mejor la violencia policial, entre el Observatorio Cubano de Derechos Humanos y
elTOQUE hemos conformado una base de datos con los hechos y las víctimas de violencia
a manos de los cuerpos armados cubanos durante el último quinquenio.

La identificación de 382 víctimas fue posible gracias a que más personas deciden denunciar
y gracias al trabajo de organizaciones y activistas que monitorean las situaciones de
violencia.

Las denuncias realizadas en redes sociales y en medios de prensa, así como los informes y
datos de organizaciones independientes (Cubalex, Justicia 11J, Archivo Cuba, Proyecto
Inventario, Observatorio Cubano de Derechos Humanos y Prisoners Defenders) nos
sirvieron de punto de partida.

La violencia policial no se ejerce solamente cuando alguien muere; hay otros hechos
frecuentes que son considerados actos violentos. Por ese motivo, en esta investigación la
«violencia policial» hace referencia al uso indebido o excesivo de la fuerza física o del poder
ejercido de manera directa o indirecta por agentes del Estado (policía, Seguridad del
Estado, autoridades carcelarias u otros) en contra de individuos o grupos que resulta en
lesiones, muertes o violaciones de los derechos humanos de las personas a las que
deberían proteger.

Otras organizaciones, entre ellas Amnistía Internacional, definen la «brutalidad policial»


como las diversas violaciones de derechos humanos cometidas por la Policía, que pueden
incluir palizas, insultos racistas, tortura, homicidio ilegítimo o el uso indiscriminado de
agentes de represión de disturbios en manifestaciones. Sin embargo, la investigación se
limita a registrar la violencia física y sexual a partir de las denuncias registradas.

No se incluyeron otras formas de violencia (psicológica, económica y verbal, así como la


discriminación, a causa de dificultades en el registro y verificación de estas). Resulta difícil
determinar las formas en que los agentes del orden ejercen violencia contra los ciudadanos
debido a la falta de transparencia de las fuentes oficiales. La dificultad para acceder a los
datos ha sido uno de los principales obstáculos para la investigación y resulta también un
problema grave en el país, pues limita el debate y esconde la realidad bajo el tapete.

Existen reglas internacionales que establecen cuándo la policía puede recurrir al uso de la
fuerza, en especial a los medios letales. En La Habana, durante el octavo Congreso de las
Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente en 1990, la
ONU estableció los Principios Básicos sobre el Empleo de la Fuerza y de Armas de Fuego
por los Funcionarios Encargados de Hacer Cumplir la Ley. La norma regula la violencia
policial.

Los Principios Básicos disponen que cada Gobierno y los organismos encargados de hacer
cumplir la ley establecen las normas y las regulaciones en cada país. Sin embargo, el
documento insiste en la necesidad de que los funcionarios encargados de hacer cumplir la
ley posean «distintos tipos de armas y municiones, de modo que puedan hacer un uso
diferenciado de la fuerza y de las armas de fuego»; también, en que los funcionarios
empleen, «en la medida de lo posible, medios no violentos antes de recurrir al empleo de la
fuerza y de armas de fuego».

Como parte de su contenido, los Principios Básicos sobre el Empleo de la Fuerza y de


Armas de Fuego establecen que «los Gobiernos adoptarán las medidas necesarias para
que en la legislación se castigue como delito el empleo arbitrario o abusivo de la fuerza o de
armas de fuego por parte de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley». Regulan,
además, que «no se podrán invocar circunstancias excepcionales tales como la
inestabilidad política interna o cualquier otra situación pública de emergencia para justificar
el quebrantamiento de estos Principios Básicos».

Hemos identificado siete formas de violencia física que cometieron las autoridades en Cuba
entre 2018 y 2023:

1. abuso sexual,
2. detención violenta o arbitraria,
3. ejecución extrajudicial,
4. negación de atención médica / negligencia médica,
5. muerte bajo custodia,
6. uso de arma de fuego,
7. uso excesivo de la fuerza.

Varias de las formas de violencia están motivadas por la discriminación política.

Según nuestro registro, de las 382 personas violentadas por las fuerzas del orden, 274
fueron víctimas de violencia policial debido a alguna motivación política —principalmente
dentro del sistema penitenciario y durante las protestas del 11 y 12 de julio de 2021 y otras
protestas públicas en contra de las autoridades y del sistema político—.

Quienes se oponen públicamente al Gobierno cubano son más vulnerables de recibir una
respuesta violenta por parte de las fuerzas del Estado, situación que se agrava cuando se
trata de prisioneros y de personas bajo custodia policial —sometidos a diferentes grados de
violencia de manera constante y con menos posibilidades de denunciar—.

VIOLENCIA MORTAL: SUICIDIOS Y NEGLIGENCIA EN PRISIONES


El 5 de febrero de 2023, Aiser Roque Rivero, de 17 años, murió en circunstancias
sospechosas en la estación de Policía de Placetas, Villa Clara. La versión oficial alegó que
se trató de un suicidio, pero el padre del joven, Yoan Roque, está convencido de que fue un
asesinato.

Según Yoan Roque, desde que Aiser fue detenido durante las manifestaciones del 11 de
julio vivía bajo el acoso constante de las autoridades y en más de una ocasión terminó
detenido en la estación durante varios días. La respuesta del joven ante los actos excesivos
de las autoridades era plantarse —común entre los presos políticos desde 1959, que se
niegan a acatar las órdenes de los carceleros y la «rehabilitación» impuesta desde el
poder—, acción que las fuerzas del orden ven como afrenta.

Un testigo comentó a Yoan Roque que el 5 de febrero Aiser afirmó que se plantaría. Poco
después, un oficial dio la voz de alarma y alegó que Aiser se había ahorcado con el forro de
un colchón. Yoan no cree en las coincidencias, su hijo no presentaba indicio alguno de
querer acabar con su vida.

La muerte de Aiser sucedió bajo la custodia del Estado. Las muertes bajo custodia pueden
ocurrir en una variedad de circunstancias (durante un arresto o la reclusión en una celda,
durante un interrogatorio o cualquier otro momento en que una persona esté retenida). Las
autoridades tienen la obligación de velar dentro de sus instituciones por la integridad de
sentenciados y sospechosos. Existe una responsabilidad estatal en la custodia, integridad y
seguridad de las personas a su cargo.
Aunque la causa directa de la muerte puede variar (negligencia médica, uso excesivo de la
fuerza, suicidio o causas naturales), el Estado no está exento de responsabilidad.

Historias como la de Aiser son retazos de una realidad cruda, inaccesible y difícil de aclarar
que transcurre en las estaciones policiales y dentro de los centros penitenciarios cubanos
—el espacio en el que se han registrado mayor cantidad de actos de violencia—.

De los 95 cubanos fallecidos en los últimos cinco años por excesos policiales, 76 estaban
bajo custodia estatal en el momento de su muerte. A partir de la información que ofrecieron
los representantes gubernamentales a varios familiares, hemos registrado que 33 perdieron
la vida debido a una condición médica; 28 murieron por suicidios o presuntos suicidios; y
otros 12 por huelga de hambre, golpizas o accidentes. Se desconoce la causa de la muerte
de otras tres personas.
Más allá de los números, existen situaciones como la de Justo Alexander Aguilar —quien se
quitó la vida en la prisión Kilo 8, en Camagüey, debido a las terribles condiciones de vida en
reclusión— o la de Franklin Domínguez Pérez (natural de Santiago de Cuba y de 41 años)
—se suicidó tras ser trasladado a una celda de castigo por protestar ante la negación de
atención médica, según refirieron quienes lo custodiaban en la prisión provincial de Las
Tunas—. El preso político Lisandro Betancourt Escalona, recluido en igual centro
penitenciario que Franklin Domínguez, denunció los abusos cometidos por los agentes de la
ley contra Franklin.
Otra víctima mortal es el del activista Yosvany Aróstegui, quien falleció en la sala de
penados del Hospital Clínico Quirúrgico «Amalia Simoni», de Camagüey, el 7 de agosto de
2020, tras sostener una huelga de hambre durante semanas.

El recluso Raidel García Otero también murió por irresponsabilidad de las autoridades
carcelarias en enero de 2018 debido a una condición médica en la prisión Kilo 8, en
Camagüey. Él es uno de los 33 reclusos que han muerto por causas médicas bajo custodia
del Estado. Aunque no es posible investigarlo, se ha denunciado que estas muertes pueden
estar asociadas con otro tipo de violencia, la negación de atención médica / negligencia.

A los efectos del registro en la base de datos, la negación de atención médica / negligencia
solamente aparece en casos en los cuales los afectados o sus familiares lo han denunciado.
Cuando se trata de fallecidos, se registra una muerte por condición médica, sin precisar los
detalles que son imposibles de determinar debido a la falta de transparencia de las
autoridades.

La negación de atención médica, para esta investigación, implica la falta de atención


adecuada o el retraso en proporcionarla (lo cual puede empeorar la salud o causar la
muerte de las personas bajo custodia policial). A la familia de Raidel le impidieron verlo en
prisión. Pocos días después, les informaron que había sido ingresado en estado de coma.
Circunstancias similares a las de Raidel rodearon la muerte de Luis Barrios Díaz,
manifestante del 11 de julio. Barrios Díaz falleció el 19 de noviembre de 2023, luego del
prolongado deterioro de su salud en la cárcel 1 580 de San Miguel del Padrón, La Habana.
Tenía 36 años. Sus familiares denunciaron que las autoridades carcelarias se negaron a
prestarle atención médica de manera deliberada.

Prisoners Defenders, Justicia 11J y el Centro de Documentación de Prisiones Cubanas han


denunciado que los maltratos y las vejaciones son constantes dentro de las cárceles
cubanas. Principalmente, se perpetran contra prisioneros políticos y opositores. Son
frecuentes las agresiones físicas, el hostigamiento y la privación de sus derechos
elementales (atención médica y acceso a llamadas telefónicas reglamentarias). En varias
ocasiones, un recluso sufre uno o varios tipos de violencia de manera repetida.

VÍCTIMAS MORTALES TAMBIÉN EN LAS CALLES

Aunque los espacios custodiados por las fuerzas del Estado son más inseguros —y, por
tanto, en los que más víctimas hemos registrado—, ciudadanos que no fueron detenidos
también resultaron víctimas mortales. En los últimos cinco años, 17 personas murieron en
espacios públicos o en sus viviendas luego de interacciones violentas con fuerzas
represivas.

El adolescente Zinedine Zidane Batista Álvarez murió el primero de julio de 2022 de manos
de un policía en la barriada santaclareña El Condado.

El joven se encontraba en una reyerta callejera junto a otras diez personas. Los vecinos del
lugar avisaron a la Policía y en poco tiempo aparecieron patrullas y fuerzas especiales para
neutralizar la pelea. Según los testigos del suceso y las declaraciones de la familia de
Zinedine, un policía le propinó tres balazos —uno en el hombro, otro en una pierna y el
tercero en el pecho mientras estaba desarmado y esposado en el suelo—.

Aunque en apariencia el detonante del incidente no tuvo carácter político, Zidane había
protestado el 11J en Santa Clara. Al igual que Aiser Roque y otros manifestantes, desde
que Zidane fue liberado una semana después de las protestas continuó recibiendo
presiones, acusaciones y citaciones de la Policía.

El caso de Zidane se hizo público por su corta edad y por los múltiples testigos y videos del
suceso. El Gobierno, en menos de 24 horas, publicó una nota de prensa. El texto culpabilizó
a Zidane y justificó el enfrentamiento mortal y la desproporción en el uso de la violencia
policial refugiándose en el carácter antisocial y «antecedentes delictivos» del joven.
La muerte de Zidane demuestra, además, que el uso de las armas de fuego es doblemente
riesgoso. Las autoridades reconocieron que hicieron disparos al aire y lesionaron a una
persona ajena al suceso.

Revictimizar a quienes sufren algún tipo de violencia policial —en especial si es mortal— y
lavar el rostro de quienes cometen el delito ha sido una de las herramientas que más ha
empleado el Gobierno para justificar los excesos. Así ocurrió con la muerte de los
ciudadanos Luis Alberto Sánchez Valdés y Hansel Ernesto Hernández Galiano y con las
personas involucradas en el incidente en Bahía Honda el 29 de octubre de 2022 —hecho
que ejemplifica otro tipo de violencia de los cuerpos armados, las ejecuciones
extrajudiciales—.

La ejecución extrajudicial es el acto de matar deliberadamente a una persona al margen de


cualquier marco jurídico. Incluye, además, la privación arbitraria de la vida por parte de
agentes del Estado —o con la complicidad, tolerancia o aquiescencia de estos— sin un
proceso judicial o legal que lo disponga. Puede ocurrir de manera aislada, con o sin
motivación política.

El hundimiento de la embarcación en Bahía Honda para evitar la salida irregular del país de
emigrantes cubanos fue una ejecución extrajudicial. Murieron ocho de las 26 personas que
iban a bordo. Entre los fallecidos se encontraba una menor de edad de 2 años.

Exduyn Yoel Urgellés Huete fue ejecutado extrajudicialmente en octubre de 2022 después
de que un agente de la policía le aplicara una técnica de contención. Milagro Huete
Martínez, madre del joven, relató que Exduyn Yoel vendía aromatizante cuando se dio
cuenta de que a su alrededor había un operativo que perseguía a un ladrón de cadenas.
Decidió correr porque una semana antes había sido multado con 2 000 CUP.

Exduyn fue arrestado y reducido con ayuda de un espray. Luego, lo condujeron al carro
patrulla y tres oficiales lo obligaron a mantener la cabeza entre las piernas aplicándole una
técnica de inmovilización. Al llegar a la estación policial, el oficial se percató de que Exduyn
estaba cianótico y echaba espuma por la boca. Fue trasladado de inmediato al policlínico
Cristóbal Labra, en La Lisa, donde lo declararon muerto por asfixia. Los responsables de su
muerte fueron absueltos.

En el siguiente gráfico interactivo se pueden consultar cada una de las historias de los 90
hombres y cinco mujeres que han muerto como consecuencia de la violencia policial.

VIOLENCIA NO MORTAL. POLÍTICA Y RECURRENTE


La violencia policial en Cuba también se expresa en el uso excesivo de la fuerza, en las
detenciones violentas, en los abusos sexuales y en el uso de armas de fuego que no
termina con la vida de la persona, pero que la lesiona.

Las acciones en la cuales los agentes del orden emplean una cantidad de fuerza que
excede la necesaria y proporcionada para controlar una situación o detener a un
sospechoso se consideran «uso excesivo de la fuerza». Entre las acciones que clasifican
como uso excesivo de la fuerza se hallan las que involucran la fuerza física (golpes,
patadas, estrangulamiento) y las que incluyen el uso de armas no letales (porras, gas
pimienta o pistolas eléctricas [taser]) en situaciones en las que no están justificadas.

Durante las manifestaciones del 11 y 12 de julio de 2021 se registró el mayor número de


acciones violentas contra ciudadanos, muchas de ellas acompañadas de suficiente
evidencia gráfica. De los 395 incidentes no mortales registrados en nuestra base de datos,
129 corresponden con el 11J.

Durante otras protestas ciudadanas también ha sido evidente el uso excesivo de la fuerza
por parte de las autoridades. Una de las situaciones más alarmantes ocurrió en la segunda
noche de protestas en Nuevitas, Camagüey, en agosto de 2022.

Durante dos noches continuas, los ciudadanos de Nuevitas se lanzaron a las calles para
protestar por los cortes de electricidad y para reclamar mejores condiciones de vida. El
Gobierno respondió con desapariciones forzadas de corta duración, 28 arrestos, citaciones
a interrogatorios y militarización de los barrios, según registró Justicia 11J.

Para el manifestante José Armando Torrente Muñoz —padre de una de las dos niñas
agredidas físicamente por el oficial que lo detuvo durante las protestas— y para Mayelín
Rodríguez Prado —quien transmitió las protestas en vivo a través de Facebook y difundió el
testimonio de las niñas golpeadas— la Fiscalía solicitó al Tribunal penas de 14 y diez años
de cárcel respectivamente.
FISCALÍA PIDE HASTA 15 AÑOS DE PRISIÓN PARA LOS PROTESTANTES DE
NUEVITAS

Las autoridades cubanas emplean otra vez la cláusula de intangibilidad constitucional


contenida en el artículo 4 de la carta magna de 2019 para catalogar cualquier
posicionamiento o acción en contra del «socialismo» de acto sedicioso.

Otro tipo de violencia no mortal recurrente por parte de los agentes del orden son las
detenciones violentas. Una detención violenta ocurre cuando un ciudadano es detenido,
arrestado o interceptado por agentes del orden que hacen un uso excesivo de la fuerza
durante la acción.

Las detenciones violentas se emplean con frecuencia contra opositores o disidentes


políticos. En el informe de Cuba ante el Examen Periódico Universal de los derechos
humanos el 15 de noviembre de 2023, Luis Emilio Cadaval, funcionario del Ministerio del
Interior, dijo que en Cuba están prohibidas las detenciones arbitrarias y que las detenciones
se realizan conforme al procedimiento penal. Aseguró, además, que en la isla no había
presos políticos y que nadie era privado de libertad por sus ideas políticas.

Las palabras de Emilio Cadaval omiten decenas de casos que lo contradicen. Uno de ellos
es el del rapero y activista Maykel «Osorbo» Castillo, una de las principales figuras del
Movimiento San Isidro. Maykel quien fue detenido sin justificación legal en varias ocasiones
hasta que el 18 de mayo de 2021 fue encarcelado; 12 meses después lo condenaron a
nueve años de prisión.

La activista Diasniurka Salcedo Verdecia ha sufrido acoso y detenciones constantes por


parte de la Seguridad del Estado. En noviembre de 2020 reveló que fue abusada
sexualmente durante una detención. Salcedo Verdecia denunció el 13 de enero de 2024 en
sus redes sociales, luego de salir de la isla, que el régimen de La Habana la forzó a escoger
entre el exilio y una sanción de ocho años de prisión.

El abuso sexual es otro tipo de violencia que ejecutan los uniformados de la isla, aunque no
se tengan los registros totales. El abuso sexual incluye cualquier forma de agresión, acoso o
explotación sexual cometida por parte de agentes de la policía en contra de las personas
bajo su custodia o durante un encuentro policial. Engloba la violación.

Durante esta investigación se conoció sobre cinco víctimas de abuso sexual. Las activistas
políticas Diasniurka Salcedo y Yeilis Torres; la adolescente Gabriela Zequeira (mientras
estuvo recluida por participar en las manifestaciones del 11 de julio) y dos menores de edad
cuya identidad no es pública (abusadas por dos policías en abril de 2020 en el municipio
habanero Mariano). Este último caso es notorio, pues es una de las pocas situaciones en
las que los uniformados han sido condenados por sus delitos (ocho y seis años de prisión).

La condena de los dos agentes resulta relevante porque la impunidad ha sido una constante
en los casos de violencia policial. De los 482 incidentes reportados en la base de datos,
solamente se pudo confirmar dos ocasiones en que los agentes del orden sufrieron
consecuencia legal por sus acciones. No significa que no existan condenas, pero no se
hacen públicas.

El funcionario del Ministerio del Interior, Luis Emilio Cadaval, dijo en Naciones Unidas que
en los últimos cinco años fueron sancionados 144 funcionarios penitenciarios por excesos
en sus funciones —de ellos, 76 fueron investigados por la Fiscalía Militar y se aplicaron tres
sanciones penales y 14 medidas disciplinarias o administrativas—. Sin embargo, no es
posible conocer más detalles de las sanciones ni los hechos que las motivaron.

Desde el poder, se intenta blanquear la imagen de la Policía cuando queda expuesta en


actos violentos a través de las redes sociales o en los medios de comunicación
independientes. Así sucedió tras las manifestaciones del 11J. En televisión nacional se
deslegitimó a los manifestantes y sus reclamos y se presentaron a las fuerzas del orden
como víctimas de las reacciones violentas de los ciudadanos.
La protección de la imagen de las fuerzas del orden, la manipulación de los sucesos y la
falta de transparencia determinan que muchos actos violentos no sean registrados a pesar
del esfuerzo de los diferentes colectivos independientes. Por esa razón, es probable que la
cifra real de personas violentadas, así como el número de incidentes violentos en los
últimos cinco años sea mucho mayor.

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