Está en la página 1de 4

CRISIS DE LA CORBETA CALDAS: El día en que Venezuela y Colombia estuvieron

al borde de la guerra

Comenzando el segundo semestre del año 1987, en varias ocasiones, pescadores venezolanos
recibieron la orden, por parte de embarcaciones militares colombianas, de retirarse de un mar
territorial que estos pesqueros, conocieron desde siempre, como venezolanos. Se trataba de las
aguas de la zona sur del paralelo de Castilletes.
La crónica del conflicto entre las dos naciones hermanas por el Golfo de Venezuela es difícil de
determinar, más, teniendo en cuenta los despojos territoriales de los que fue víctima Venezuela en el
siglo XIX, en los que perdió enormes extensiones, entre ellas la península de la Guajira casi en su
totalidad.
Pero las castas oligárquicas que han gobernado al país vecino desde su separación de la Gran
Colombia, siempre quisieron ir más allá en el robo de territorio a Venezuela.
SE PRESENTA UNA SITUACIÓN IRREGULAR
El 14 de julio de 1987, el buque Malpelo de la armada colombiana, navegando por el sur del paralelo
de Castilletes (Golfo de Venezuela), interceptó a seis naves pesqueras venezolanas, a las que
ordenó que se retiraran de las “aguas territoriales colombianas”. Pocos días más tarde, una corbeta
colombiana, la Antioquia, protagonizó un incidente casi idéntico con otros pesqueros.

Ante tal intromisión en aguas venezolanas, que Colombia reclama como suyas, los pescadores
denunciaron los incidentes en la base de Palo Alto en Punto Fijo. De inmediato, la armada
venezolana se puso en acción para hacer valer la soberanía de sobre el mar territorial criollo.
El 9 de agosto de ese mismo año, la corbeta Caldas, navegando por la misma zona, tropezó, no esta
vez no con pesqueros, sino con una nave de guerra venezolana, la cañonera Libertad. Las dos
embarcaciones intercambiaron mensajes idénticos sobre la petición al contrario de abandonar de
inmediato las aguas territoriales de su respectiva nación.
ESTALLA LA CRISIS
Al negarse Colombia a retirarse de las aguas territoriales de Venezuela, el presidente Jaime Lusinchi
dio la orden alerta a las tropas. De inmediato, los aviones F16 de la Fuerza Aérea venezolana
comenzaron a sobrevolar la embarcación granadina a la espera de la orden de ataque.
El ejecutivo colombiano, encabezado por el presidente Virgilio Barco, por su parte, ordena
movilización militar y envía un submarino y otras naves pequeñas como apoyo al Caldas.

Los mensajes radiofónicos entre las tripulaciones de la corbeta Caldas y el Cañonero Libertad, son
un testimonio del drama que se vivió en ese episodio. El capitán Sergio García, de la nave granadina
reclama: “nos sentimos amenazados con los aviones, creo que son F16 que nos hacen pasajes
rasantes”. A lo que el capitán del navío venezolano, Alfredo Castañeda Giral responde de manera
firme y tajante: “quienes nos sentimos amenazados somos nosotros con su presencia en aguas
jurisdiccionales venezolanas, por lo que le ordeno nuevamente proceder al norte, la Armada y las
FAV haremos lo que sea necesario para mantener nuestra soberanía”.
El ambiente en Venezuela se caldeó por la arrogancia del gobierno colombiano, al negarse a
abandonar las aguas del Golfo. El 12 de agosto, el embajador colombiano en la OEA, Carlos Lemos
Simmonds, denunció el sobrevuelo de los aviones venezolanos y de la movilización de blindados, los
que siempre han representado el punto fuerte de Venezuela frente a Colombia, pues su uso
significaría un rápido avance en caso de estallar un conflicto.
El siguiente acto, fue la acción de la fragata venezolana Salom, que procedió a cerrar el paso (cruzar
la proa) a la corbeta Caldas, lo que en lenguaje militar significa un acto profundamente hostil. Esta
fragata había llegado a la zona luego de la orden del Caracas de reforzar la presencia militar en las
aguas con tres navíos de alto poder de fuego, capaces de hundir sin problemas cualquiera de las
embarcaciones que poseyera la fuerza naval vecina.
Inmediatamente, la corbeta Caldas comienza a retirarse hacia Colombia, tras de ella y en la misma
dirección, la seguían los navíos venezolanos. Al día siguiente, Caracas entrega una protesta formal al
embajador colombiano en Venezuela, en la que acusaba a las autoridades de Bogotá de realizar
actos de provocación, la tensión seguía en aumento.
En respuesta Colombia, envía una comunicación fuerte y que Caracas calificó de “subida de tono” y
advirtió, en voz del canciller Simón Alberto Consalvi: “El Gobierno de Venezuela ha evitado tomar
medidas que las circunstancias justifican”. La reacción del gobierno ante la actitud de Bogotá, fue la
inmediata movilización de tropas hacia la frontera y el cierre de la misma, acción que aterró a los
altos funcionarios civiles y militares colombianos. Un ultimátum por parte de Venezuela precipita a los
neogranadinos a ordenar al Caldas a abandonar el mar territorial venezolano, pero a permanecer en
la zona de Castilletes.
El batallón Bravos de Apure, fue desplazado al río Limón y hasta posiciones estratégicas fueron
movilizados los batallones de infantería Arismendi y Girardot. Lo mismo sucedía con el grupo de
artillería Freites, el batallón de ingenieros Carlos Soublette, el batallón de apoyo Carlos Escolástico
Andrade y el grupo de artillería lanza cohetes José Gregorio Monagas.
Colombia ordenó reemplazar la corbeta Caldas por la Independencia, la cual se ubicó en el norte del
paralelo de Castillete, es decir, en aguas territoriales colombianas, hasta donde la habían seguido los
navíos venezolanos. La tensión seguía.

CASTA COLOMBIANA PIDE AYUDA DESESPERADA


El gobierno colombiano, por medio de su canciller, entra en contacto con el Secretario General de la
OEA de ese entonces, Joao Baena Soares, para manifestarle su temor a la actitud decidida de
Venezuela de llegar hasta las últimas consecuencias en un posible conflicto que parecía inevitable. Al
mismo tiempo, el presidente Barco, entraba en contacto, sobre el mismo tema con su par argentino
Raúl Alfonsín.
El 17 de agosto, la OEA y la República argentina, responden a las solicitudes del gobierno
colombiano a través de comunicados dirigido a ambas naciones, en los cuales pedían que se
tomaran las medidas para distensionar la situación en el Golfo. Después de reunirse con los mandos
militares y analizar las implicaciones y las consecuencias de un conflicto con Venezuela, el primer
mandatario colombiano continuó guardando silencio.
Pero la decidida y firme resolución venezolana de seguir adelante, provocó una mayor agudización.
La tarde de ese mismo 17 de agosto, las comunicaciones entre las corbetas colombianas y las naves
venezolanas, que habían sido permanentes, fueron cortadas por Caracas. Igualmente, fueron
abruptamente cortadas las comunicaciones entre la base naval venezolana de Palo Alto de Punto
Fijo y la base naval del Atlántico de Cartagena.
Esta interrupción de las comunicaciones, hacía suponer que en cualquier momento las naves
venezolanas abrirían fuego, comenzando una guerra entre ambas naciones, en la cual Colombia
tenía todas las de perder. Tan fuerte era el temor de la parte neogranadina, que el semanario
“Semana” de esa nación publicaba, apenas un mes después de los hechos: “El juego de Colombia no
es el de una victoria militar, campo en el que no tiene ninguna posibilidad dada la relación de fuerzas
existente (…) el statu quo favorece a Venezuela, ya que su superioridad militar le permite ejercer lo
que reclama como su soberanía, más que un país pobre en armas como Colombia”.
VIENE EL ATAQUE
Luego de cortar las comunicaciones, lo que significa una antesala al gatillo, el Gobierno venezolano
anunció una alocución del presidente de la República para lo noche de ese mismo día 17 de agosto.
La misma fue aplazada para las 9 de la mañana del día siguiente. Se esperaba una alocución en la
cual el primer mandatario, Jaime Lusinchi, daría la orden de ataque.Frente a este ultimátum, a las 12
de la media noche, el presidente colombiano, decidió recular y adelantarse a la alocución de
Lusinchi. En un mensaje de apenas 60 segundos por radio (no por televisión), ordenó la inmediata
retirada de la corbeta de las aguas al norte de Castilletes.
IMPORTANCIA DEL GOLFO DE VENEZUELA
Conocido mundialmente con el nombre Golfo de Venezuela, la única nación del mundo que
contradice esta noción es precisamente Colombia. El Golfo es uno de los más importantes cuerpos
de agua de Venezuela, es un área de incalculable importancia política, económica y militar.
Tanto los recursos pesqueros como minerales en esa zona son abundantes, es una de las reservas
de petróleo más importantes y grandes del planeta. Para calcular sus dimensiones, de pertenecer a
Colombia, los recursos minerales de esa nación, aumentarían en más del 70 por ciento respecto a lo
que actualmente poseen. La propiedad de Venezuela sobre el Golfo tiene razones históricas. Se
puede recordar que, en el año 1500, el primer mapa de Venezuela se hizo con la entrada de los
europeos a esas aguas, el nombre mismo de Venezuela proviene de ese Golfo, unos cuantos siglos
antes que se conociera el nombre de Colombia, por lo que aducir que el vecino país tenga derechos
en el mismo está fuera de lugar.

También podría gustarte