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LA BATALLA DE

JAMBELI
El combate naval de Jambelí de 1865 se desarrolló el 26 de junio de 1865. Fue un encuentro entre las
fuerzas rebeldes liberales de José María Urbina y las fuerzas gobiernistas conservadoras del presidente
Gabriel García Moreno por el gobierno de la República del Ecuador.

Después de fracasar el levantamiento urbanista de 1864 y después de realizadas las elecciones


presidenciales para el período 1865-1869 en donde resultó ganador el candidato oficialista Jerónimo
Carrión, la revolución urbanista era eminente.

José María Urbina y Francisco Robles lideraron una nueva invasión a las costas ecuatorianas desde la
República del Perú, cuyo gobierno respaldaba a los revolucionarios, con el fin de derrocar a Gabriel García
Moreno. El primer acto fue sobornar a través del comandante José Marcos al capitán del vapor Washington
para que entregara el buque mercante extranjero a manos de los urbanistas. Posteriormente se procedió al
abordaje del vapor Guayas, único buque ecuatoriano con el que contaba la República en aquel entonces, en
donde se asesinó a su tripulación. Urbina pudo unir a los vapores antes mencionados uno nuevo
denominado Bernardino (31 de mayo de 1865).5

Una vez llegada las noticias de estos hechos al gobierno, el presidente declaró pirática a la invasión y
procedió a conjurar la revolución. Como no se contaba con fuerza naval, Gabriel García Moreno se vio en la
necesidad de comprar un buque británico llamado Talca que por casualidad fue a fondear a Guayaquil. Una
vez que la transacción se realizó, al buque subieron a bordo doscientos cincuenta soldados en compañía del
presidente.1

Así, el 26 de junio de 1865 se dio la batalla en el Canal de Jambelí. El Talca, junto con un pequeño fluvial
Smyrk, arremetió contra las fuerzas revolucionarias. El Guayas fue el primero en ser abordado y de
inmediato el Bernardino. Mientras los tripulantes del Talca desarmaban a los vencidos, el Smyrk se dirigió a
la captura del Washington en donde se encontraban los máximos cabecillas de la invasión. Los sublevados
entraron en desesperación al ver al fluvial Smyrk y emprendieron la fuga saltando al mar, entre ellos Urbina
y Robles.

En este barco se pudo rescatar a varias personas que habían sido secuestradas (de la ciudad de Santa Rosa)
y condenadas a muerte por defender al gobierno constitucional de Gabriel García Moreno. En los objetos
dejados por los revolucionarios se encontraron billetes falsificados y documentos que los comprometían en
la piratería. Estos papeles, junto con las armas que portaban los rebeldes, fueron base suficiente para
proceder al consejo de guerra sumario de los cuarenta y cinco responsables capturados, de los cuales
veintisiete fueron fusilados por traición a la patria.
El combate de Jambelí (conocido como batalla naval de Jambelí en la historiografía ecuatoriana o incidente
de Jambelí en la historiografía peruana), fue un enfrentamiento ocurrido el 25 de julio de 1941 entre el
cañonero ecuatoriano Abdón Calderón y el destructor peruano Almirante Villar durante la guerra peruano-
ecuatoriana.

Concluido este enfrentamiento naval la Marina peruana mantuvo el bloqueo de las costas ecuatorianas
durante el resto de la guerra; el Almirante Villar continuó con sus operaciones y el Abdón Calderón
consiguió retornar a Guayaquil.

Como consecuencia del traicionero ataque peruano a nuestras fronteras en el año 1941, el Ecuador se vio
en la necesidad de enviar refuerzos militares para fortalecer y defender el territorio nacional, por lo que en
la noche del 24 de julio, el cañonero“Calderón” zarpó desde Guayaquil custodiando un convoy de tres
motonaves con destino a Puerto Bolívar, en la provincia de El Oro, adonde arribó a las 6 a.m. del día
siguiente.

El desembarco del pequeño contingente militar y escaso material bélico duró aproximadamente hasta las
10 a.m., y veinticinco minutos más tarde sonó la alarma anunciando una incursión aérea enemiga. En
efecto, una escuadrilla de aviones peruanos volando a baja altura se aprestaba a atacar las instalaciones
portuarias y el “Calderón”, acoderado en los muelles, se ofrecía como una presa demasiado fácil.

Consciente del grave peligro que lo amenazaba, el Teniente de Fragata Rafael Morán Valverde -comandante
de la nave-, dio la orden de salir del puerto para tener mejor área de maniobras y poder evitar los posibles
daños que la aviación peruana podría ocasionar al puerto y a la población civil.

Luego de rechazar el ataque aéreo, a las 11:15 a.m. el vigía del “Calderón” avistó a una distancia
aproximada de 6 millas, un buque desconocido que se acercaba a gran velocidad. Se trataba del buque
insignia de la armada peruana, crucero “Almirante Villar”, que escoltado por el crucero “Grau” y el
destructor “Teniente Rodríguez” se aprestaba a bloquear el golfo de Guayaquil.

Al descubrir al buque ecuatoriano, el “Almirante Villar” trató de cortar camino, y vomitando fuego por
todas las bocas de su pesada artillería avanzó a toda marcha e inició el desigual combate: El pequeño
“David” enfrentando al gigante “Goliat”. Pero no fue el tamaño ni el poder de fuego de los contrincantes lo
que definió la batalla: Fue el valor, la decisión y el coraje. Y mientras la fuerza era de los peruanos, la razón
y el valor fue de los ecuatorianos.

La batalla, que se inició a las 11:20 a.m., sólo duró dieciséis minutos; los peruanos no lograron ningún
impacto, en cambio los ecuatorianos impactaron certeramente con sus cañones y ametralladoras,
obligando a que el “Almirante Villar” -malherido- huya como hiena con el rabo entre las piernas, remolcado
por el “Grau” y el “Teniente Rodríguez” que lo llevaron hasta su madriguera en el puerto del Callao.

Al poco rato el “Calderón” fue atacado nuevamente, esta vez por la aviación peruana, que entre
maldiciones pretendió vengar la derrota y la vergüenza de su escuadra naval, pero no lo consiguió, y el
pequeño “Calderón”, el comandante Rafael Morán Valverde y toda la tripulación, entraron heroicamente a
la inmortalidad.

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