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Los Primeros Pasos de Chile en pro de su Independencia.

Carencia de una Fuerza Naval

Al iniciarse el movimiento emancipador en Chile, con la formación de la Primera


Junta Nacional de Gobierno, el 18 de septiembre de 1810, España no era capaz
de imponer su autoridad en América y en las más alejadas áreas del Pacífico sur.

Por su parte, los líderes del movimiento emancipador en Chile, como herederos
del pensamiento hispánico, no se percataron inicialmente del importante papel que
jugaría el poder naval en la lucha por la independencia. Ello es entendible debido
a que el Reino de Chile no poseía un comercio marítimo propio, primero lo
realizaron los españoles y luego los norteamericanos y naves de otros países, por
lo que no habían muchas personas conocedoras de los asuntos del mar.

Como consecuencia de lo anterior, no se contaba con fuerzas navales, lo que le


permitió al virreinato del Perú ejercer sin oposición el dominio del mar con los
escasos medios que disponía.

Con el objetivo de recuperar el Reino de Chile, el Virrey del Perú, José Fernando
de Abascal, decidió organizar una fuerza expedicionaria, la que puso bajo el
mando del Brigadier Antonio Pareja. La expedición estuvo formada por una
reducida tropa, cuyos efectivos debían incrementarse con fuerzas de Chiloé y
Valdivia, para lo cual transportaron abundantes pertrechos y armas. La flotilla
zarpó de El Callao, el 10 de diciembre de 1812, con rumbo al sur, arribando y
desembarcando sus tropas en San Carlos de Ancud el 18 de enero de 1813.
Luego de organizar sus fuerzas, el 17 de marzo zarpó en dirección a Valdivia,
donde recaló el día 20 para sumar tropas y armamentos, dirigiéndose
posteriormente a San Vicente donde fondeó el 26 de marzo. A pesar de la
valerosa defensa que realizó el Gobernador de Talcahuano, Teniente Coronel
Rafael de la Sotta, este puerto y la ciudad de Concepción cayeron en manos de
las tropas realistas.
Las acciones militares significaron que los patriotas tuvieran que replegarse al
norte del rio Bio - Bio, concentrándose en Talca. Desde allí, el General José
Miguel Carrera intentó bloquear el puerto de Talcahuano para impedir la llegada
de refuerzos para el Brigadier Pareja.

Al producirse la invasión de las fuerzas realistas con tanta facilidad, los patriotas
comprendieron que si no dominaban el mar, todos los esfuerzos en tierra serían
inútiles. Quedó en evidencia que se requería una fuerza naval para levantar el
bloqueo impuesto por los corsarios, asegurar las costas contra la invasión e
interrumpir las comunicaciones marítimas entre El Callao y las fuerzas
desembarcadas en el sur, impidiendo así la llegada de refuerzos y
abastecimientos.

Una vez conocidos los acontecimientos en Santiago, la Junta de Gobierno, el


Senado y los principales jefes militares, acordaron designar como General en Jefe
del Ejército a José Miguel Carrera, éste en carta a las autoridades de gobierno, les
indicaba la necesidad de armar buques para operar sobre Talcahuano.

La Junta de Gobierno acogió la proposición del general Carrera y dispuso que el


Gobernador de Valparaíso, Francisco de la Lastra adquiriera o arrendara dos
buques para apresar a la fragata corsaria "Warren" que bloqueaba el puerto de
Valparaíso, para luego dirigirse a Talcahuano con el objetivo de bloquearlo. De la
Lastra arrendó la fragata “Perla” y adquirió el bergantín “Potrillo”, ambos
norteamericanos. Esta escuadrilla permitiría, además de destruir a los corsarios
limeños, bloquear la ofensiva del Brigadier Pareja y recuperar Talcahuano.

Con armamento requisado a un buque portugués, se armaron ambos buques y


con donativos del vecindario se enganchó la tripulación necesaria, incentivándola
con promesas de repartir el producto de la presa.

El Primer intento.

El 02 de mayo de 1813 zarparon ambos buques a enfrentar a la fragata


"Warren". Cuando todos esperaban ver sucumbir a la nave realista, la "Perla"
se situó al costado de la "Warren" y ambas dirigieron sus fuegos en contra del
bergantín "Potrillo", capturándolo ante la mirada atónita de los porteños. Esta
primera acción, inhibió toda otra iniciativa para conformar una fuerza naval
durante la Patria Vieja. En febrero de 1814, una segunda expedición realista
enviada por el Virrey del Perú, al mando del Coronel Gabino Gainza, arribó a
las costas de Arauco a bordo del bergantín “Potrillo” y la corbeta “Sebastiana”.
En ese lugar ya estaban los buques mercantes “Trinidad” y “Mercedes” que
habían transportado refuerzos desde El Callao. Desembarcadas las fuerzas,
marchó hacia el norte, evitando Talcahuano que había sido recuperado por los
patriotas.

Posteriormente, el 03 de mayo de 1814, el Coronel Gainza, junto a


representantes del gobierno chileno, firmó el Tratado de Lircay que suspendió
brevemente las hostilidades, ya que el Virrey Abascal no lo refrendó; por el
contrario, sabiendo que Gainza se mantenía en Chile con una fuerza de más de
2.000 hombres y que Valdivia y Chiloé se mantenían incólumes, despachó una
tercera expedición con la corbeta “Sebastiana”, el bergantín “Potrillo” y el
“Asia”, transportando refuerzos al mando del Coronel Mariano Osorio, que al no
encontrar oposición en el mar, al igual que en las anteriores expediciones,
desembarcó en Talcahuano, ya en poder de los realistas, a comienzos de
agosto de 1814 y marchó al norte, derrotando al ejército patriota en la Batalla
de Rancagua, 01 y 02 de octubre, para luego dirigirse a Santiago, que fue
ocupada por las fuerzas realistas. La restauración del poder español sólo fue
posible por el libre uso del mar que le permitió al Virrey del Perú transportar sin
oposición sus fuerzas militares expedicionarias, refuerzos y pertrechos,
apoyándose en las posiciones estratégicas que tenía en Chile, como Valdivia y
Chiloé.
Reconquista Española (1814 - 1817)

Después del "Desastre de Rancagua", el General Osorio, designado Gobernador


de Chile, restauró rápidamente el poder español en todo el territorio.
La presencia de una fuerza naval en el Pacífico cumpliría varios objetivos: atacar
al comercio de los españoles e interrumpir sus comunicaciones marítimas;
reconocer el dispositivo defensivo realista; liberar a los prisioneros chilenos de la
isla de Juan Fernández y alentar a los patriotas de la costa occidental de América
a la causa revolucionaria.
No obstante, la importancia de los objetivos que tal fuerza naval podría lograr, la
falta de recursos económicos para su conformación y el alistamiento determinó
que el Gobierno de Buenos Aires resolviera, con la ayuda de los chilenos
exiliados, limitarse a preparar solamente fuerzas corsarias. El mando de éstas se
entregó al marino irlandés William Brown.

La expedición de Brown estuvo conformada por las corbetas “Hércules” y


“Halcón”; el bergantín “Trinidad” y la goleta “Constitución”. A fines de 1815, la
"Escuadra del Pacífico" estuvo en condiciones de hacerse a la mar.
El Gobierno realista de Marcó del Pont tuvo conocimiento anticipado de esta
fuerza corsaria durante su alistamiento en Buenos Aires y, posteriormente, cuando
ya una de las naves fue avistada en isla Mocha. A pesar de ello, no pudo
improvisar una flotilla para enfrentarla.

William Brown siguió viaje a El Callao con los buques navegando en forma
independiente. En las costas chilenas y peruanas hicieron algunas presas.
Reunidos frente a El Callao, el 10 de enero de 1816, lo atacaron, capturaron al
navío “Gobernadora”, que fue agregado a sus fuerzas, para luego penetrar
audazmente al puerto el 21 de enero, produciendo fuertes bajas y capturando
varias naves.

William Brown
La Escuadra de Brown continuó a Guayaquil, al tener informaciones que estaba
prácticamente indefenso. En dicho lugar y al tomar por asalto la plaza, la nave
"Trinidad" y capitana de Brown, se varó bajo el fuego de los fuertes, no restándole
otra alternativa que rendirse. Sin embargo, libró por cuanto pudo negociar su
libertad a cambio de la vida del Gobernador de Guayaquil, encontrado en una
nave capturada en El Callao.

De las actuaciones de esta fuerza debe destacarse el hecho de que tres buques
corsarios desafiaran al poder naval hispánico en el Pacífico, atacando el sitio en
que se encontraba asentada la principal autoridad real, demostrando el nulo poder
naval español en el área.
En diciembre de 1816 al arribar a Valparaíso, la fragata de guerra “Venganza”
procedente de Cádiz y escoltando transportes con refuerzos para el Ejército del
Alto Perú, vino a entonar el poder naval español en el área. Esta nave y el
bergantín “Potrillo” tuvieron la tarea de terminar con la amenaza corsaria, más no
fueron suficientes para disipar los temores de los comerciantes realistas.

Lo anterior obligó al Gobernador Marcó del Pont a organizar una Escuadra con los
buques mercantes presentes en Valparaíso. Esta fuerza zarpó, a mediados de
1817, al sur para interceptar frente a Chiloé a una imaginaria expedición que
habría zarpado desde Buenos Aires para invadir el Reino de Chile por el Pacífico.

Esta amenaza, producto de los rumores intencionadamente esparcidos por los


patriotas, tuvo efectos económicos fuertemente reprochados por los comerciantes
a Marcó del Pont, y estratégicos, por cuanto obligó al Gobierno colonial a distraer
fuerzas para oponerse a un peligro inexistente. No obstante, dificultó nuevas
acciones de patriotas en el mar.

Formación de la Primera Escuadra Nacional, piedra angular de la Armada de


Chile.

La apremiante situación existente en el mar obligó al Gobierno a no esperar la


llegada de los buques encargados a Estados Unidos e Inglaterra, pues era una
necesidad inmediata disputar a España el dominio del mar.

Luego de la Batalla de Chacabuco, 12 de febrero de 1817, en que el Ejército de


los Andes derrotó al Ejército realista, las fuerzas patriotas obtuvieron el control de
Santiago y Valparaíso, mientras los partidarios del Rey siguieron en posesión de
Concepción, Talcahuano, Valdivia y Chiloé.
Después de esta decisiva victoria, O’Higgins pronunció la célebre frase que nos da
a conocer su clara visión marítima: “Este triunfo y cien más se harán
insignificantes si no dominamos el mar”, lo que plasmó al asumir como tarea
central de su gobierno, la formación de una fuerza naval capaz de disputar a
España el dominio del mar y desalojar a los realistas del sur de Chile y de El
Callao, única forma de consolidar la independencia de los pueblos
hispanoamericanos.

Por otra parte, el Virrey del Perú, apenas se enteró de la derrota de sus fuerzas en
Chacabuco, declaró el bloqueo de los puertos chilenos, despachando para hacerlo
efectivo a la “Venganza” y al “Pezuela”.
En el intertanto, el 26 de febrero de 1817, se presentó sorpresivamente en
Valparaíso el bergantín “Aguila”, que fue capturado por las autoridades del puerto,
con la estratagema de mantener izada la bandera española en el fuerte de la
plaza.
Armado con 16 cañones y tripulado por 43 hombres, de los cuales 25 eran
extranjeros y 18 soldados chilenos, fue puesto al mando del teniente Raimundo
Morris, joven oficial irlandés que servía en el Ejército Libertador.
El 17 de marzo de 1817 el “Aguila” zarpó con la misión de rescatar a los patriotas
que el General español Mariano Osorio había confinado en el archipiélago de Juan
Fernández, por disposición del Virrey del Perú, Fernando de Abascal.
Manuel Blanco Encalada

Dos semanas después, regresó con 78 ilustres ciudadanos que habían sufrido dos
años de destierro. Entre ellos, el Sargento Mayor de Artillería Manuel Blanco
Encalada.

A Raimundo Morris, le cupo el honor de ser el primer comandante de un buque de


guerra chileno, el que posteriormente integró la escuadra con el nombre de
"Pueyrredón".
Con el objetivo de adquirir buques y contratar marinos con experiencia, se
realizaron diferentes gestiones en Europa y Estados Unidos de Norteamérica.
Una de ellas la realizó personalmente José Miguel Carrera en Estados Unidos, en
la época en que se alistaba el Ejército de los Andes en Mendoza, para conseguir
buques de guerra; arribó a Buenos Aires con el primero de ellos, tripulado por
franceses y norteamericanos, tres días antes de la Batalla de Chacabuco; un
segundo buque llegó pocos días después. No obstante, el gobierno de Buenos
Aires, conocedor de la rivalidad existente entre él y O'Higgins, lo detuvo con sus
buques, para favorecer al segundo, que contaba con sus simpatías en razón a su
entendimiento con San Martín.
José San Martin

Otro intento, lo realizó el general José de San Martín. Después de la batalla de


Chacabuco, viajó a Buenos Aires y contrató a Manuel Aguirre como agente de
Chile en EE.UU., con el propósito de ordenar la construcción de dos fragatas y dos
buques más pequeños. Tanto el costo de la construcción como el de su
alistamiento serían con cargo al erario chileno. Cuando las fragatas estuvieron
listas para zarpar, su salida se vio obstaculizada por las leyes de neutralidad
americana y sólo uno de los buques logró incorporarse al servicio de Chile, en
1819.

Por su parte, O'Higgins, ya investido como Director Supremo de la nación,


comisionó a José Alvarez Condarco para que se dirigiera a Londres con el mismo
propósito, obteniendo excelentes resultados.
Sin embargo, la apremiante situación existente en el mar obligó al Gobierno a no
esperar la llegada de los buques encargados a EE.UU. e Inglaterra, pues era una
necesidad inmediata disputar a España el dominio del mar.
Los primeros días de abril de 1817, recaló en San Antonio el bergantín español
"Carmelo", que fue apresado, siendo incorporado a la naciente Escuadra con el
nombre de "Araucano".
Más tarde, el 22 de septiembre de 1817, se incorporó la goleta "Fortunata",
construida en el astillero de Nueva Bilbao, hoy Constitución, que fue adquirida y
armada por el Gobierno.

Con las tres primeras unidades de la Escuadra Nacional, el Director Supremo,


general Bernardo O'Higgins, con un profundo sentido de organización, no sólo se
limitó a adquirir buques, sino que también estableció una infraestructura de apoyo
a la Escuadra para otorgar apoyo a las futuras operaciones.
En octubre de 1817 se creó el cargo de Comandante Interino de Marina.
El 20 de noviembre se promulgó el primer Reglamento Provisional de Marina, que
fijó los sueldos y grados de Oficiales y Gente de Mar, además de la
correspondiente equivalencia entre los grados navales y militares.
El 05 de diciembre de 1817 se decretó la creación del Arsenal de Marina en
Valparaíso.
El 05 de marzo de 1818, burlando el bloqueo español, entró a Valparaíso la
fragata "Windham" enviada por el Agente de Chile en Londres, Álvarez Condarco,
la que fue adquirida el 04 de abril por el Gobierno de Chile, incorporándose a la
Escuadra con el nombre de "Lautaro". Su primer comandante fue el ex Teniente
de la Armada británica Jorge O'Brien.
El 22 de mayo, arribó el navío inglés "Cumberland", al mando del capitán
Guillermo Wilkinson. A fines de junio pasó a ser propiedad del Estado con el
nombre de "San Martín". Su comandante y oficiales continuaron abordo
incorporados al servicio de la Marina de Chile.
Al día siguiente, 23 de mayo, recalaba en Valparaíso la corbeta "Coquimbo",
construida en Estados Unidos para ser destinarla a operaciones corsarias, sin
embargo, sus dueños cambiaron de idea y la ofrecieron en venta al Gobierno,
siendo incorporada a la naciente Escuadra como "Chacabuco".

El 15 de junio de 1818 ya funcionaba la Comisaría de Marina, que en agosto


adoptó el nombre de Comisaría de Guerra y Marina, y a su proposición fueron
designados los contadores de las unidades de la Armada.
El 16 de junio se creó una Compañía de Infantería de Marina, formada por
personal del Ejército, para dotar las guarniciones y la artillería embarcada en las
unidades de la Escuadra.
El 26 de junio, se decretó el establecimiento en Valparaíso de la Comandancia
General de Marina a cargo del Capitán de Marina de Primera Clase Manuel
Blanco Encalada.
El 04 de agosto se decretó la fundación de la Academia de Guardiamarinas, actual
Escuela Naval.
Dos tercios de los oficiales fueron marinos extranjeros de origen británico,
norteamericano y francés. Los únicos marineros con experiencia eran foráneos y
para ellos era más atractiva la alternativa de embarcarse en unidades dedicadas al
corso o piratería, que servir a bordo de la Escuadra Nacional.
Combate Naval de Valparaíso - 27 de abril de 1818

A fines de abril de 1818, mientras el Gobierno del General O’Higgins centraba sus
esfuerzos en la formación de la Primera Escuadra Nacional, la bahía de
Valparaíso era bloqueada por las naves de guerra españolas “Pezuela” y
“Esmeralda”, encontrándose normalmente con la fragata inglesa "Amphion", que
acostumbraba a salir periódicamente a la mar y ponerse al habla con las naves
bloqueadoras para atender reclamos relacionados con el comercio.

Con el objeto de sorprender a la “Esmeralda”, se ideó un plan consistente en


camuflar a la fragata "Lautaro" para parecerse a la "Amphion" y de manera
sorpresiva caer sobre la nave enemiga.
El domingo 26 de abril, a las 2.00 de la tarde, salió de la bahía la "Lautaro" al
mando de Jorge O'Brien. Al pasar por Punta Ángeles, izó bandera y gallardete
inglés.
Al rayar el alba del día siguiente, el capitán O'Brien divisó los faroles de la
"Esmeralda", a través de una densa neblina. Preparado para el combate, a las
7.00 horas de la mañana, ordenó gobernar sobre el navío adversario,
embistiéndolo y disparando tres descargas sucesivas, mientras cambiaba la
bandera inglesa por el pabellón nacional. La nave enemiga, totalmente engañada,
creyó siempre que la nave que se aproximaba era la inglesa "Amphion".
Cuando ambos acortaron la distancia, el Comandante español Luis Coig alcanzó a
gritar con voz potente; "Ea, ese barco se nos viene encima!". O'Brien, dirigió
personalmente el abordaje acompañado por 25 hombres, procediendo de
inmediato a arriar el pabellón español, mientras su tripulación, totalmente
desconcertada, abandonaba la cubierta principal, quedando en posesión del
buque. Lamentablemente, un marinero español agazapado en una escotilla
disparó un certero tiro al Capitán O'Brien, que le atravesó el pecho y lo derribó
exánime en cubierta. Antes de morir, alcanzó a murmurar: "No la abandonéis
muchachos, la fragata es nuestra".
Un golpe de mar separó ambos buques, y el segundo comandante de la "Lautaro",
teniente Turner, al ver que la nave española había arriado su pabellón, la
consideró rendida y se limitó a despachar una embarcación con 18 hombres a
cargo de un oficial para reforzar el grupo de abordaje y asegurar la presa.
Lamentablemente, para la causa patriota, la tripulación de la “Esmeralda” se
repuso de la sorpresa y logró rechazar a los abordadores.
El combate tuvo alternativas de triunfo y derrota. El error de apreciación del
Teniente Turner, segundo en el mando de la "Lautaro", originó que la presa se
escapara. Sin embargo, fue nuevamente atacada con artillería ocasionándole
daños de consideración que obligaron al buque a retirarse a Talcahuano.
Sólo se había logrado romper el bloqueo de Valparaíso, que era una de las
finalidades de la operación.
Cuando regresó la "Lautaro" al puerto, con la triste noticia de la muerte de su
comandante, remolcaba una presa. Se trataba del bergantín español "San Miguel",
que viajaba de Talcahuano a El Callao con importantes y acaudalados pasajeros,
que por su rescate cancelaron una elevada suma, aprovechada posteriormente
para abonar lo adecuado por la compra de la fragata "Lautaro".
Captura de la Fragata española "Reina María Isabel" - 28 de octubre de 1818

Al conocerse en España las noticias de Chile, que informaban sobre el triunfo en


la Batalla de Maipú, 05 de abril de 1818, y el establecimiento de un Gobierno
separatista, el Rey Fernando VII, ordenó la organización de una expedición
marítima que llevaría refuerzos a las fuerzas realistas que se mantenían en la
zona sur de Chile. De esta manera, el 21 de mayo de 1818, zarpó desde Cádiz un
convoy de 11 transportes escoltados por la fragata "Reina María Isabel", que
conducía una fuerza expedicionaria de 2.080 soldados destinada a poner término
al movimiento emancipador chileno.

Durante la travesía en el Atlántico, se amotinó la tripulación de un transporte, que


tomó el control de la nave, haciéndola recalar el 16 de agosto en Buenos Aires,
con la novedad de esta grave amenaza sobre Chile.
El Ministro chileno en Argentina despachó urgentemente un emisario a Santiago,
quien entregó esta información al Gobierno chileno nueve días después.

Recibida la anterior información en Chile, sus autoridades de gobierno


apresuraron los trabajos de alistamiento de las naves, con el objetivo de que éstas
zarparan a la brevedad para interceptarlo e impedir el desembarco en el sur del
país.

Esta fuerza constituiría la Primera Escuadra Nacional, que fue puesta al mando
del Capitán de Primera Clase, equivalente al grado de Capitán de Navío, Manuel
Blanco Encalada. Su condición de oficial de artillería produjo cierto rechazo de
parte de los oficiales navales extranjeros e, incluso, generó algunas deserciones.

Blanco Encalada, con el apoyo del Ministro de Guerra y Marina, Coronel José
Ignacio Zenteno, debió superar serias dificultades para completar el alistamiento
de la Escuadra. A la escasez de dinero se sumó las rivalidades entre los diferentes
oficiales extranjeros, la necesidad de establecer reglas del servicio a bordo,
señales, planes de batalla y otros asuntos afines.

Por otra parte, la captura de algunos de los transportes del disgregado convoy
español, proporcionó diferente información sobre el desplazamiento de éste hacia
el Pacífico, entre otras, los puntos de reunión y las señales que estaban
empleando. Asimismo, dejó en evidencia el grado de desmoralización de las
tropas después de la larga travesía.

El 09 de octubre de 1818, a las 9.00 hrs. de la mañana, zarpó de Valparaíso la


Primera Escuadra Nacional, integrada por:

Navío “San Martín”, buque insignia, al mando del Capitán de Fragata Williams
Wilkinson; de 1.350 toneladas, 60 cañones y una dotación de 492 hombres
Fragata “Lautaro”, al mando del Capitán de Fragata Charles Wooster; de 850
toneladas, 46 cañones y una dotación de 353 hombres.

Corbeta “Chacabuco”, al mando del Capitán de Corbeta Francisco Díaz; de 450


toneladas, 20 cañones y una dotación 154 hombres.

Bergantín “Araucano”, al mando del teniente Raimundo Morris; de 270 toneladas,


16 cañones y una dotación de 110 hombres.

El bergantín “Pueyrredon” ex “Aquila”, al mando del Teniente, Fernando Vásquez;


de 220 toneladas, 16 cañones y una dotación de 100 hombres, permaneció en la
bahía para cualquier emergencia y cubrir otras necesidades del puerto.

Desde el amanecer, la población se puso en movimiento para observar a esta


Fuerza Naval que partía en su operación inaugural. Las cuatro naves,
empavesadas con los colores nacionales, zarparon al sur, en medio de las salvas
de las baterías del puerto:

El Director Supremo, General Bernardo O’Higgins, su principal artífice, al


despedirla desde lo alto del puerto, pronunció la célebre frase: “Tres barquichuelos
despachados por la reina Isabel dieron a España el continente americano; esos
cuatro barcos que acabamos de preparar le arrancarán su importante presa”.
Dicha frase con el correr de los años se transformó en: “De esas cuatro tablas
penden los destinos de América”
Contemporáneamente, el agente chileno en Buenos Aires, Miguel Zañartu, hizo
una nueva adquisición al comprar el bergantín de guerra británico “Hecate”, de
propiedad de Martín Guise, ex oficial naval británico, quien se incorporó junto con
el bergantín, oficiales y tripulación, al servicio de la Escuadra Nacional. Este
bergantín, rebautizado con el nombre de “Galvarino”, 180 hombres, había zarpado
desde Buenos Aires al mando del comandante Spry en busca del convoy; no
logrando su objetivo recaló en Valparaíso cuatro días después del zarpe de la
Escuadra, por lo que no se pudo integrar oportunamente a ella.

Sobre el resultado de la expedición se formulaban diferentes comentarios: unos


presumían que los tripulantes extranjeros se sublevarían. Otros dudaban del éxito
por la falta de entrenamiento de las tripulaciones; otros, en cambio, estaban
dominados de un profundo optimismo. Entre ellos, sus organizadores: El Director
Supremo Bernardo O'Higgins y el Ministro de Guerra y Marina José Ignacio
Zenteno.

Las instrucciones recibidas por Blanco Encalada disponían que se dirigiese al sur,
hasta la isla Mocha, e interceptase al convoy que se suponía había doblado
recientemente el Cabo de Hornos, con la protección directa de la fragata “Reina
María Isabel”. Durante la travesía, las tripulaciones fueron sometidas a un intenso
entrenamiento a fin de entrar en combate en las mejores condiciones posibles y
superar las dificultades derivadas de ser comandadas por oficiales extranjeros que
apenas podían expresarse en castellano.

Durante la noche del 14, la "Chacabuco" quedó rezagada.

El 26 de octubre, a la cuadra de Talcahuano, el comandante Blanco Encalada


comisionó al "Araucano", para reconocer el puerto y proceder posteriormente a un
"rendez-vous" en la isla Santa María, donde al día siguiente fondeaban el "San
Martín" y la "Lautaro", enarbolando pabellón español. Allí encontraron a la fragata
ballenera inglesa "Shakespeare", cuyo capitán informó que la "Reina María Isabel"
había pasado el 22 de octubre, rumbo a Talcahuano, con su tripulación enferma y
muy escasa en víveres. Había dejado cinco hombres en la isla con instrucciones
para los transportes. Estos tripulantes fueron engañados y llevados a bordo del
"San Martín", creyendo que se trataba de uno de los transportes, entregando
documentos de la "Reina María Isabel", entre los que se disponía un punto de
reunión del convoy, en Talcahuano. Rápidamente, Blanco Encalada dispuso el
zarpe a Talcahuano, sin haber reunido a la totalidad de su fuerza.

El navío "San Martín" y la fragata "Lautaro" ingresaron por la boca grande a la


bahía de Concepción el día 28. La fragata "Reina María Isabel" disparó un cañón
de saludo mientras izaba una bandera roja al tope del palo mayor. El "San Martín"
contestó el saludo e izó el pabellón inglés.

La maniobra se repitió mientras se acercaban, pero se notaba que la fragata


española sospechaba, porque el tercer cañonazo fue con munición de guerra.
Entonces, las naves chilenas izaron el pabellón nacional y gobernaron
decididamente sobre la fragata enemiga.

El comandante español descargó su batería de estribor sobre el "San Martín" y


considerándose en enorme desventaja, ordenó cortar los cables de las anclas
para vararse en la costa. Su tripulación ocupó inmediatamente los botes para
ganar tierra.

Blanco Encalada ordenó al comandante Wilkinson fondear y romper el fuego. A la


primera andanada, la fragata arrió el pabellón en señal de rendición. Acto seguido,
el jefe chileno envió un grupo a tomar posesión de la nave y proceder de
inmediato a desvararla.

Por los prisioneros, el jefe chileno supo que en Concepción los españoles
contaban con mil soldados veteranos y siete piezas de artillería, ante lo cual,
dispuso el inmediato desembarco del mayor Guillermo Miller con 150 marineros y
artilleros de marina para retardar al máximo el arribo de la artillería al puerto.

Ambas fuerzas iniciaron el combate en tierra 30 minutos después, apoyados por el


fuego de artillería de la fragata enemiga, ya capturada, pero aún varada. La noche
obligó a suspender el fuego de ambos bandos, más no los esfuerzos que se
hacían a bordo para reflotar la presa. A las 2.00 de la madrugada, las fuerzas
realistas trataron de abordar la nave, pero fueron rechazadas por la tropa
embarcada.

A la alborada del día 29, la infantería realista inició un tiroteo sobre la cubierta de
la fragata y el fuerte de San Agustín comenzó a bombardear al "San Martín",
mientras las embarcaciones trataban de zafar la nave española. Se entabló un
largo duelo de artillería con dos piezas realistas, hasta que a las 11 de la mañana
la "Reina María Isabel" flotó finalmente y salió junto al "San Martín" en pleno
tiroteo, fuera del alcance de la artillería enemiga.

La captura de la fragata "Reina María Isabel" costó a la Escuadra Nacional 27


muertos y 22 heridos.

El Comandante Wilkinson procedió a amarinar la presa y a las 3.00 de la tarde, el


navío "San Martín" y las fragatas "Lautaro" y "Reina María Isabel", zarparon de la
bahía de Concepción a la captura de los transportes españoles. Navegaron hasta
la isla Santa María, donde arribaron el 31 de octubre a las 4.00 de la tarde,
enarbolando nuevamente la bandera española. La intención era desplegarse
convenientemente para apresar los transportes restantes de la expedición realista.

Más tarde se unió la corbeta "Chacabuco", que había quedado rezagada durante
la travesía inicial. El 09 de noviembre de 1818, recaló y se presentó al servicio de
la Escuadra Nacional, el bergantín "Galvarino", recientemente adquirido.
Los transportes españoles rezagados fueron recalando sucesivamente a la isla
Santa María durante las dos semanas siguientes. Al ver la enseña de España
flameando en los palos de nuestros buques, obedecían las señales de fondear a
popa de la "Reina María Isabel". Un cañonazo del "San Martín" indicaba el
momento para el cambio de pabellón y los transportes con los regimientos
embarcados caían prisioneros uno tras otro.

De las 12 naves que integraron el convoy español, sólo cuatro lograron arribar a
su destino en El Callao.

El 17 de noviembre a las 11.00 horas, la Escuadra chilena arribó a Valparaíso con


todas sus presas. Habían zarpado 4 buques y regresaron 11 triunfantes naves.

De esta manera, el primer intento de Chile por conquistar el dominio del mar tuvo
pleno éxito. A las tripulaciones de la victoriosa Escuadra se les autorizó usar un
brazalete que decía “El primer ensayo les dio el dominio del Pacífico".

La interceptación del convoy español, la captura de la fragata “Reina María Isabel”


y de la mayor parte de los transportes fue por sus repercusiones un éxito
estratégico de la mayor importancia para la causa patriota. En lo político y militar,
España no pudo reforzar sus tropas que se defendían al sur de Concepción y fue
incapaz de reconquistar Chile, como lo hiciera con tanta facilidad en 1813. En lo
naval, las fuerzas españolas perdieron el dominio del mar en el Pacífico sur y en el
futuro no volverían a incursionar en este escenario; adoptando la estrategia de
replegarse hacia su base en El Callao.

El Almirante Cochrane al mando de la Escuadra chilena

La llegada al país del almirante escocés Lord Thomas Alexander Cochrane, el 28


de noviembre de 1818, contratado en Inglaterra por Álvarez Condarco, vino a
fortalecer el poder naval chileno y a resolver rivalidades entre los británicos por el
mando de las fuerzas y la falta de armonía entre oficiales y tripulantes que había
dificultado la formación de la Primera Escuadra Nacional.

Cochrane trajo consigo al país, además de su talento, prestigio y fama, los


conocimientos de estrategia naval y las leyes y costumbres marítimas y atrajo a
oficiales navales británicos que no dudaron en servir bajo su mando.

El 23 de diciembre de 1818, asumió como Comandante en Jefe de la Escuadra,


con el grado de Vicealmirante, enarbolando su insignia en la fragata “O’Higgins”,
ex “Reina María Isabel” y Blanco Encalada, ya ascendido a Contralmirante, fue su
segundo en el mando de las fuerzas navales. Al asumir el mando, la Escuadra
estaba compuesta de siete buques de guerra y su primera preocupación fue
corregir las deficiencias existentes en ellos, trabajando para convertir a ese grupo
de buques en una fuerza de combate disciplinada y de alta capacidad.

Los siete buques integrantes de esta escuadra fueron los que se indican,
agrupados en dos divisiones:
Primera División:

Navío “San Martín”, 1.350 toneladas, 64 cañones, comandante Wilkinson.

Fragata “O’Higgins”, 1.220 toneladas, 50 cañones, comandante Foster.

Fragata “Lautaro”, 850 toneladas, 48 cañones, comandante Wooster.

Corbeta “Chacabuco”, 450 toneladas, 20 cañones, comandante Carter.

Segunda División:

Bergantín “Araucano”, 270 toneladas, 16 cañones, comandante Ramsay.


Bergantín “Pueyrredon”, 220 toneladas, 16 cañones, comandante Prunier.

Bergantín “Galvarino”, 398 toneladas, 18 cañones, comandante Spry.


Esta fuerza de siete buques y 224 cañones estaba tripulada por 1.179 hombres,
de los cuales 271 eran europeos o norteamericanos y el resto chilenos.

Oportuno es destacar que el armamento y las dotaciones de los buques


cambiaban con frecuencia, dado que era usual variar el peso con el número de
cañones cada vez que entraban a la reserva o eran sometidos a reparaciones. Por
ello se producen con frecuencia discrepancias en el número de cañones para el
mismo buque en distintos períodos de la historia.

En el mismo período, las fuerzas hispanas del Virrey del Perú, apostadas en El
Callao, estaban bajo el mando del Brigadier Antonio Vácaro e integradas por las
siguientes unidades:

Fragata “Esmeralda”, 44 cañones, comandante Coig.

Fragata “Venganza”, 42 cañones, comandante Blanco Cabrera.


Corbeta “Sebastiana”, 28 cañones.

Bergantín “Pezuela”, 22 cañones, comandante Bañuelos.

Bergantín “Potrillo”, 18 cañones.

Bergantín “Maipú”, 18 cañones, comandante Sevilla.

Pailebot “Aranzazu”, 5 cañones, comandante Ibarra.

A los anteriores hay que sumar cuatro mercantes armados.


La poderosa fuerza naval realista fondeada al abrigo de las fortificaciones de El
Callao representaba una amenaza de gran importancia, ya que podía hacerse
presente en cualquier momento en el escenario marítimo.
A la plaza fortificada de El Callao se sumaban las de Valdivia y Chiloé, cuyas
guarniciones permanecían obedientes a España. Estas posiciones eran
singularmente importantes para dominar el Pacífico sur y por consiguiente,
objetivos principales del almirante Cochrane para cumplir su misión de destruir el
poder naval español.
Por otra parte, se tenía conocimiento que la Corona española estaba preparando
una nueva fuerza naval. Si esta fuerza lograba reunirse con la existente en El
Callao, los españoles recuperarían la superioridad en el mar y estarían en
condiciones de reasumir la iniciativa y desarrollar una nueva campaña contra
Chile. Lo anterior explica la premura de Cochrane por reorganizar la Escuadra y
operar a la brevedad sobre El Callao.
Apenas completó el alistamiento de sus fuerzas, Cochrane zarpó de Valparaíso el
14 de enero de 1819, con la primera división, en dirección a Juan Fernández, para
entrenar a sus tripulaciones.
La segunda división, a cargo del Contralmirante Manuel Blanco Encalada, debía
seguir a la primera, para reunirse ambas frente a El Callao.

Durante la travesía, no exenta de dificultades, el Almirante sometió a un exigente


entrenamiento a sus hombres, debiendo reprimir actos de indisciplina que
revistieron cierta gravedad.

Un casual encuentro con dos navíos británicos le permitió a Cochrane enterarse


de la situación imperante en El Callao, del alistamiento de la flota española y de
los movimientos de los buques. Asimismo se informó que las autoridades
hispánicas no estaban al tanto del zarpe desde Valparaíso de su Escuadra y que,
por consiguiente, no se habían adoptado disposiciones defensivas especiales.

El plan del Almirante era caer por sorpresa sobre El Callao el 23 de febrero, pero
la existencia de una densa neblina que cubría al puerto se lo impidió.

Ante tal situación, el Comandante en Jefe de la Escuadra chilena resolvió bloquear


a las fuerzas navales españolas en El Callao, para lo cual ocupó la isla de San
Lorenzo para apoyarse en ella; inmovilizadas las fuerzas adversarias en ese sitio,
pudo actuar libremente a lo largo de toda la costa, declarando bajo bloqueo los
puertos entre Guayaquil y Atacama.
Cuando se reunió Blanco Encalada y la segunda división con Cochrane, en
Huacho, el 31 de marzo de 1819, las fuerzas fueron reorganizadas. Blanco
Encalada cambió su insignia al “San Martín” para asumir el bloqueo de El Callao,
contando para ello, además, con la fragata “Lautaro”, la corbeta “Chacabuco” y el
bergantín “Pueyrredon”; Cochrane, con el resto de las fuerzas, se dedicó a
interceptar el tráfico marítimo y hostilizar los puertos enemigos, esperando con ello
obligar a los españoles a abandonar El Callao y enfrentar el combate.

El plan del Almirante no tuvo resultado; los españoles se esforzaron en evitar el


enfrentamiento, lo que quedo en evidencia cuando el jefe chileno reconoció El
Callao con la fragata “O’Higgins”, 05 de mayo.

La posición adoptada por las fuerzas virreinales le otorgaron la libertad para


continuar con las operaciones de hostigamiento a las costas y tráfico marítimo, sin
embargo, la prolongación del bloqueo desgastarían sus fuerzas. En efecto,
mientras Cochrane con parte de los medios operaba contra los españoles en la
costa norte del Perú, la falta de apoyo logístico obligó a Blanco Encalada a
suspender el bloqueo de El Callao y dirigirse con sus naves a Valparaíso, sin
poder advertir al Almirante de su situación. Por su parte, al regresar Cochrane a El
Callao constató que el bloqueo había sido levantado y después de buscar
infructuosamente a la división de Blanco Encalada regresó, a su vez, con el resto
de las unidades a Valparaíso el 16 de junio de 1819.
El resultado de la primera expedición de Cochrane contra el Perú podría calificarse
como malo, en razón de no haber cumplido con su objetivo de destruir a las
fuerzas navales españolas surtas en El Callao. Pero, en realidad, no lo fue. En
este primer crucero hacia las costas peruanas, la Escuadra capturó la goleta
“Moctezuma”, ocho buques mercantes y algunas cañoneras que, en conjunto con
los víveres, dinero y otras especies que conducían, sumaron alrededor de medio
millón de pesos. Además, se habían reconocido las defensas de El Callao, las
fuerzas existentes y atacado el comercio español. En resumen, el objetivo
estratégico no fue cumplido, pero se logró un objeto muy importante en el plano
político: despertar en los peruanos el interés por lograr su independencia.

Por otra parte, la actitud de las fuerzas navales españolas, favoreció las
operaciones de los corsarios chilenos. Estos barrieron el Pacífico más allá de las
costas del Perú y Panamá, alcanzando hasta América Central y México, lugares
cuyas aguas conocieron la presencia de la bandera chilena.

Mientras tanto, el refuerzo naval peninsular salió de Cádiz el 10 de mayo de 1819,


integrado solamente por los navíos “San Telmo” y “Alejandro” y la fragata
“Prueba”. De éstas, el “Alejandro” tuvo que devolverse para efectuar reparaciones;
el “San Telmo” se perdió durante un temporal en la travesía; sólo la fragata
“Prueba” logró doblar el Cabo de Hornos y arribar a El Callao.

Considerando Cochrane que el resultado de la primera expedición no había


logrado el objetivo fijado, presionó a las autoridades de gobierno que resolvieron
enviar una nueva expedición sobre el virreinato peruano.

En el intertanto, la Escuadra se reforzó con la llegada de la corbeta


“Independencia”, puesta al mando del comandante Robert Foster, que se
desempeñaba como comandante de la “O'Higgins”, quedando el Almirante
Cochrane como su comandante, sin perjuicio de mantener el mando en jefe de la
Escuadra.
Segundo Crucero o Expedición sobre El Callao

Conforme a la resolución del gobierno, Cochrane se preparó para iniciar una


nueva expedición contra la fuerza naval española fondeada en El Callao. En esta
oportunidad se intentaría incendiarla en su fondeadero, con cohetes Congreve.
Para tal efecto, se contrató un técnico para fabricarlos en Chile y el propio
Almirante estuvo constantemente preocupado del desarrollo de este proyecto, en
el cual sustentaba sus posibilidades de éxito en El Callao.

El 09 de septiembre de 1819, el gobierno entregaba sus instrucciones al Almirante


Cochrane para la realización de la Segunda Expedición contra la flota española en
El Callao.

El 12 de septiembre, la Escuadra se hizo a la mar desde Valparaíso al mando del


Vicealmirante Cochrane, llevando como segundo al Contraalmirante Blanco
Encalada. Las unidades que integraron esta vez la Escuadra fueron: fragata
“O’Higgins”, navío “San Martín”, fragata “Lautaro”, corbeta “Independencia”
bergantines “Galvarino”, “Araucano” y “Pueyrredon” y la goleta “Moctezuma” las
dos últimas habían zarpado con antelación para evitar acciones sorpresivas.
Además, se llevó a los mercantes “Victoria” y “Jerezana” presas de su campaña
anterior, para emplearlos como brulotes contra la fuerza naval española.
La Escuadra arribó a El Callao en la tarde del 27 de septiembre, fondeando en el
surgidero de la isla San Lorenzo al día siguiente, a escasas tres millas de los
buques españoles. La declaración de bloqueo, la intimidación por escrito al Virrey,
los intentos de ataques con cohetes fracasó por haber sido saboteada su
fabricación, el empleo de brulotes y otras estratagemas empleadas por Cochrane,
no lograron romper la voluntad de los españoles de permanecer bajo la protección
de las baterías de El Callao y eludir el combate.

En noviembre, después de casi dos meses de provocaciones a la fuerza surta en


El Callao y apremios en todo el litoral, no se logró que las naves españolas
abandonaran su refugio, Cochrane se convenció de la inutilidad de sus esfuerzos
y desistió de ello. Parte de sus fuerzas vuelven a Valparaíso con Blanco Encalada,
llevando a los enfermos de toda la Escuadra, mientras que con la “O’Higgins”,
“Lautaro”, “Galvarino” y “Pueyrredon” se dirigió a Guayaquil tras la fragata
“Prueba”. Sin embargo, ésta había aligerado su peso, remontó el río Guayas,
fondeando al amparo de las baterías, impidiendo su captura. Cochrane debió
conformarse con la captura de las fragatas “Aguila” y “Begoña”, en Puna.

La Toma de Corral y Valdivia - 3 y 4 de febrero de 1820

El escaso éxito alcanzado en el desarrollo de la expedición, llevó al Almirante


Cochrane a tomar la decisión de regresar a Chile, sentía que no había cumplido su
objetivo.

Concibió entonces la idea de llevar a cabo una empresa descollante, que pudiera
borrar la mala impresión del fracaso de su expedición y decidió operar sobre la
plaza fuerte de Valdivia.

Dejó instrucciones al Capitán Spry para que con el “Galvarino” y “Pueyrredon” se


mantuviera en acecho de la “Prueba” y regresara después de dos meses a Chile.
El 19 de diciembre salió con el resto de sus buques en dirección al sur. Envió a la
“Lautaro” directamente a Valparaíso y él, con la “O’Higgins puso rumbo a Valdivia,
con el objetivo de reconocer las fortificaciones de la bahía.

En 1820 el poderío militar español en Chile estaba concentrado en Valdivia; allí se


habían reunido las tropas realistas vencidas y era el único punto por donde podía
iniciarse una nueva reconquista. Chiloé era también una fortaleza española, pero
su condición insular, no se prestaba para una acción de tal naturaleza.

Valdivia era considerado el puerto mejor fortificado de las costas americanas del
Pacífico sur. La estrecha boca contaba con baterías a ambos lados, las que
estaban reforzadas por castillos, fuertes y baterías que dominaban completamente
el fondeadero. En total había 118 cañones con una guarnición de 1.500 soldados,
entre ellos el famoso regimiento Cantabria.

El 18 de enero de 1820, llegó Cochrane a Valdivia, izando la bandera española en


todos los mástiles de la “O’Higgins” para entrar a puerto. Los defensores realistas,
confundieron la nave con la “Prueba” y no impidieron su paso, pudiendo ingresar
al fondeadero, informándose que se esperaba el arribo del bergantín “Potrillo” con
los fondos para pagar a la guarnición. Luego de reconocer ampliamente el puerto
capturó al bergantín en cuestión a su recalada al puerto, empleó el mismo ardid de
la bandera. Apreciada la situación, Cochrane llegó a la conclusión que podía
apoderarse de Valdivia y con ello contrarrestar su falta de éxito en El Callao.
Decidida la toma de Valdivia, Cochrane se dirigió a Talcahuano para solicitar el
apoyo al Jefe Militar de la Provincia de Concepción, Coronel Ramón Freire, quien
acogió de inmediato el plan del Almirante, aportándole 250 soldados al mando del
Sargento Mayor Jorge Beauchef, sus mejores oficiales y los buques que tenía en
la bahía, bergantín "Intrépido" y goleta "Moctezuma". A la fuerza militar aportada
por Freire, se agregaban los Infantes de Marina al mando del mayor Guillermo
Miller, que como parte de la Escuadra permanecían embarcados en la “O’Higgins”.

A mediodía del 28 de enero zarpaban los tres buques rumbo al sur.

El 03 de febrero, se iniciaba el asalto, pese a que durante la travesía varó la


"O'Higgins" y que hubo de vencer enormes dificultades para zafarla. Cochrane se
vio obligado a cambiar su insignia a la "Moctezuma" y redistribuir la tropa
embarcada en los buques menores.

El "Intrépido" y la "Moctezuma" recalaron a la vista del enemigo y fondearon frente


al fuerte Aguada del Inglés, a cuyo pie había una pequeña caleta que facilitaría el
desembarco. Nuevamente los buques izaron la bandera española, pidiendo un
práctico y pretendiendo que venían de la Península agotados tras una extenuante
navegación. En tierra, las autoridades recelaban y exigieron que enviaran un bote.
Se le respondió que en el Cabo de Hornos habían perdido todas las
embarcaciones menores. Las sospechas de los defensores, los llevaron a dar la
orden de concentrar tropas en la playa. En ese momento sucedió un imprevisto.
Uno de los botes cortó su amarra y apareció a la vista del enemigo, ante lo cual el
fuerte Aguada del Inglés rompió el fuego, alcanzando al "Intrépido" con dos
proyectiles. Lo anterior, llevó al Mayor Miller a dar inició de inmediato a la primera
oleada de desembarco con 44 soldados de Marina y tres botes, en uno de los
cuales se embarcó el Almirante Cochrane.
Bajo una lluvia de balas desembarcaron en la playa y se apoderaron de ella a la
bayoneta. Inmediatamente después, continuó el desembarco, y en menos de una
hora habían en tierra 300 hombres.

Las unidades navales facilitaron esta operación, con un efectivo fuego de la


artillería embarcada, lo que en gran medida obligó al enemigo a retirarse de la
playa para guarecerse mejor.

No habiendo tiempo que perder, Beauchef organizó tres columnas en tierra y


procedió a la conquista de los fuertes por los dos frentes, lo que logró materializar
al anochecer del mismo día. Los realistas escaparon y se fueron replegando de
fuerte en fuerte perseguidos por los chilenos en acción nocturna. Cayeron así el
fuerte San Carlos, la batería del Barro, el fuerte de Amargo y el de Chorocamayo.

A la 1.00 de la madrugada del día 04 de febrero, las tropas chilenas al mando de


Miller y Beauchef cayeron sobre el fuerte de Corral, el primero gravemente herido
y ayudado por sus hombres para mantenerse en pie.

Sorprendidos por la supuesta presencia de fuerzas muy superiores, los defensores


realistas se rindieron rápidamente. Así, fueron cayendo las baterías de la defensa
occidental de la bahía. Faltaba aún la captura de la ribera norte del río y el lado
opuesto de la rada.

Aprovechando el factor sorpresa que hasta el momento le había dado tan buenos
resultados, el Almirante Cochrane dispuso la entrada a la bahía del "Intrépido" y la
"Moctezuma” y el reembarco en ellos de la tropa, para proceder al asalto de las
fortificaciones ubicadas en la entrada del río.

La súbita aparición de la fragata "O'Higgins" en la boca del puerto, indicó a los


españoles que habiendo sucumbido las mejores defensas, sin el auxilio de los
buques, la sola presencia de la fragata hacía temerario insistir en la defensa, ante
lo cual decidieron evacuar sus posiciones, retirándose por tierra y río a Valdivia.

Simultáneamente, desde Valdivia, la guarnición hispana había enviado refuerzos a


Corral por el río, pero éstos se encontraron con la retirada de los defensores del
puerto y optaron por regresar para hacerse fuertes en la ciudad.

Cochrane y sus tropas entraron a la ciudad de Valdivia, donde restableció el orden


y dispuso la elección de un gobernador civil.

Los realistas vencidos fueron perseguidos por Beauchef, quien los combatió y
neutralizó en la acción de la hacienda de El Toro.

La toma de Valdivia fue indiscutiblemente uno de los actos más extraordinarios de


la gesta por la independencia. Además de las fortificaciones, cayeron en poder de
los patriotas el puerto y la ciudad, gran cantidad de pertrechos militares y el
transporte chileno “Dolores”.

Las informaciones obtenidas en Valdivia estimularon a Cochrane a hacer lo propio


con Chiloé; mas, la pérdida del “Intrépido”, la inutilización de la “O’Higgins” y las
bajas producidas en el asalto a Valdivia, habían reducido notablemente los
efectivos disponibles. No obstante, el Almirante, intentó la toma de Chiloé con la
“Moctezuma” y la escasa fuerza que comandaba Miller. El 17 de febrero de 1820
lograron apoderarse del fuerte Corona, pero fueron rechazados por fuerzas
superiores en el asalto sobre Agüi, principal fortaleza de Chiloé, debiendo retornar
a Valdivia.
Al desembarcar en Valparaíso, el 06 de marzo, Cochrane fue recibido con las más
vivas demostraciones de admiración por parte del pueblo y sus autoridades.

El Director Supremo, General Bernardo O'Higgins, al felicitarlo por su triunfo, le


manifestó su gratitud y la de toda la nación por la heroica e increíble toma de
Corral y Valdivia.

Con la caída de Valdivia, perdió España uno de los bastiones en que se


sustentaba la continuidad de su presencia en Chile y su poder naval debió
prescindir de una posición privilegiada para ejercer el control de las
comunicaciones marítimas del Pacifico sur oriental. Por ello, con la toma de
Valdivia, Cochrane no tan sólo reivindicó sus poco afortunadas actuaciones contra
las fuerzas navales españolas de El Callao, sino que, además, consolidó el
dominio del mar para Chile y la independencia de la nación.

Expedición Libertadora del Perú - 20 de agosto de 1820

Las dos campañas navales desarrolladas anteriormente en el litoral del Virreinato


peruano, fueron exitosas en lo referente a la neutralización del poder naval
español en el interior de El Callao, pero no se logró su destrucción.

Aún cuando los buques enemigos entregaron el control del mar a la Escuadra
chilena, en el frente terrestre el ejército virreinal mantenía a sus habitantes
sometidos férreamente a las autoridades españolas.

Era necesario que desde Chile se enviara una expedición por mar con un ejército
capaz de adentrarse en pleno territorio peruano y conquistar el principal enclave
que tenía el Rey de España en América del sur.
A su regreso a Valparaíso, el 06 de marzo de 1820, el Almirante Cochrane requirió
del Director Supremo, General O'Higgins, la preparación de la campaña contra el
Perú a la brevedad posible, aprovechando la inmovilidad de las fuerzas navales
españolas en El Callao. En su apreciación, bastaría un ejército de 2.000 hombres
cuyo mando sugería dar al General Ramón Freire para la ocupación de Lima y el
derrocamiento del gobierno virreinal. Tal proposición no fue aceptada por el
gobierno de Chile, tras el cual estaba San Martín, en razón a que ya se había
resuelto que la expedición sería conducida por el General argentino.

Lo anterior no fue muy del agrado del Almirante suscitándose dificultades entre
éste y el Gobierno por el mando en jefe, al extremo de tener que establecerse una
rígida diferenciación entre el mando de la Escuadra Libertadora, que ejercía
Cochrane, y el mando del Ejército Libertador que tenía San Martín. Sin embargo,
el mando de la Expedición Libertadora no era más que uno y era ambicionado por
ambos caudillos. Cochrane muy pronto debió convencerse que sería el perdedor.
En efecto, así fue, y desde ese momento comenzaron los problemas por la falta de
pago a la tripulación, abastecimiento insuficiente de los buques y del alistamiento
de la expedición en general, siendo el principal problema la falta de tripulaciones
adecuadas para los buques, en razón a que los mejores hombres se habían ido
por el no pago de sus salarios y de su participación en las presas.

Las discrepancias entre Cochrane y San Martín alcanzaron tan alto grado que sólo
la moderación de O'Higgins, impidió un rompimiento definitivo entre ellos.
Asimismo, fue necesaria su directa participación para apaciguar al Almirante y
evitar que hiciera efectiva su renuncia presentada en más de una ocasión.

Es oportuno destacar que la Expedición Libertadora del Perú, Escuadra y Ejército,


fue prepa rada y equipada enteramente por el Gobierno de Chile, a costa de
grandes sacrificios. Las dificultades que afrontaba el Gobierno de Buenos Aires,
donde existía prácticamente una anarquía, le impedían cualquier apoyo a esta
expedición; es más, se dispuso que San Martín regresara con los restos del
Ejército de los Andes, a fin de sofocar las revueltas existentes en ese país. En
todo caso, tanto la Escuadra como el Ejército Libertador portaron la bandera de
Chile. Asimismo, es conveniente mencionar que, en el plano estratégico, la
Expedición Libertadora del Perú era de gran significación para el afianzamiento de
la independencia de Chile y, en lo naval, la destrucción de las fuerzas navales
existentes en El Callao, un imperativo para la consolidación del dominio del mar
que ejercía la Escuadra Nacional.

Fuerzas chilenas

Escuadra Libertadora, cuya primera tarea era dar cobertura al convoy durante la
travesía, al mando del Almirante Cochrane, quedó integrada por las siguientes
unidades: fragata “O’Higgins”, nave insignia, 50 cañones, Comandante Crosbie;
navío “San Martín”, 64 cañones, Comandante Wilkinson; fragata “Lautaro”, 50
cañones, Comandante Guise; corbeta “Independencia”, 28 cañones, Comandante
Foster; bergantín “Galvarino”, 18 cañones, Comandante Spry; bergantín
“Araucano”, 16 cañones, Comandante Carter; bergantín “Pueyrredon”, 16
cañones, Comandante Prunier; goleta “Moctezuma”, 8 cañones, Comandante
Casey. En Valparaíso permaneció la corbeta “Chacabuco”, 20 cañones,
Comandante Tortel, como buque de emergencia. La tripulación de la escuadra
estaba integrada por 1.600 hombres, de los cuales 624 eran extranjeros, entre
oficiales y gente de mar.

El Ejército Libertador, de un total de 4.430 plazas, fue embarcado en 17


transportes, en su mayoría capturados al enemigo.

En conjunto, estas naves tenían una capacidad de carga de 7.140 toneladas y,


además de la tropa, embarcaron armamento para 12.000 hombres, dado que se
consideraba el reclutamiento de voluntarios peruanos para incrementar las
fuerzas, víveres para seis meses, vestuario y un hospital de campaña. El mando
del convoy lo asumió el Capitán de Navío Pablo Délano, oficial norteamericano al
servicio de Chile desde 1819.
Fuerzas realistas

Las fuerzas navales españolas en el Pacífico oriental estaban constituidas por las
fragatas “Esmeralda”, “Prueba” y “Venganza”; las corbetas “Sebastiana”,
“Resolución” y “Veloz Pasajero”; los bergantines “Pezuela” y “Potrillo”; y varias
naves mercantes armadas. Estas unidades permanecían fondeadas,
principalmente, bajo el amparo de las baterías en las plazas fuerte de El Callao y
una que otra en Guayaquil.

El Virrey Pezuela, presumiendo que en Chile se estaba aprestando una expedición


militar contra el Perú, y la información recibida en febrero de que el puerto de
Valparaíso estaba cerrado a la navegación comercial, por una nave
norteamericana, fue el mejor indicio de que su apreciación era correcta. Sin
embargo, no adoptó ninguna acción preventiva contra esa expedición, a pesar de
contar con los medios navales adecuados.

El 20 de agosto de 1820, día de San Bernardo y de su cumpleaños, el Director


Supremo, vio hacerse a la mar desde Valparaíso a la expedición. El General San
Martín se embarcó en el buque de su nombre y el Almirante izó su insignia de
mando a bordo de la "O'Higgins".

Luego de una breve recalada en Coquimbo, a fin de embarcar un batallón, se


dirigió a Pisco, fondeando en la noche del 07 de septiembre en la bahía de
Paracas. La travesía no estuvo exenta de vicisitudes. En la ruta interceptó y
capturó al bergantín norteamericano “Warrior”, que se encontraba al servicio del
Virrey, para obtener informaciones sobre la Escuadra chilena y, al mismo tiempo,
apoyar con un envío de armas a las guerrillas de Benavides en el sur de Chile. Por
él se tuvo conocimiento que algunas unidades de la fuerza española habían
zarpado de El Callao para entregar refuerzos y armas a las guarniciones
distribuidas a lo largo del litoral, lo que produjo alguna inquietud ya que se habían
separado algunos transportes del convoy y se temió que pudieran ser
interceptados por las naves españolas. Sin embargo, todos los transportes se
reunieron con la fuerza principal en la bahía de Paracas. Y, en cuanto a
Benavides, la corbeta “Chacabuco”, dejada en Valparaíso para estos fines, zarpó
al sur para contribuir a la lucha contra las guerrillas.

El desembarco del Ejército en Paracas se inició al día siguiente, empleándose tres


días en ello. Para dar seguridad a la operación, la primera división marchó
inmediatamente sobre Pisco, abandonado por la guarnición realista; a su vez, la
Escuadra destacó a las fragatas “O’Higgins” y “Lautaro”, para que hicieran lo
propio desde el mar. Además, el Almirante envió a reconocer El Callao y las
fuerzas navales allí presentes al bergantín “Araucano” y a la corbeta
“Independencia”, con el propósito de no ser sorprendidos por las fuerzas
españolas.

Desembarcado el Ejército, San Martín estableció su cuartel general en Pisco,


esperando la reacción de los realistas. Esta acción produjo consternación en Lima,
siendo la primera reacción del Virrey Pezuela parlamentar, lo que fue aceptado por
San Martín. Las conversaciones llevaron a un armisticio de muy corta duración,
que condujo a una inactividad del Ejército en dicho lugar por más de 50 días.

Lo anterior, afectó a las fuerzas navales que se vieron obligadas a una pasividad
enervante. La Escuadra estaba atada al convoy, a las instrucciones de O'Higgins y
a la autoridad de San Martín. No obstante, capturaron algunas naves mercantes
españolas sorprendidas en el área, entre ellas los bergantines “Cantón”, “Rebeca”
y “San Antonio”.
En un reconocimiento efectuado por el bergantín “Araucano” a El Callao, el 08 de
octubre de 1820, se observó que las fragatas “Prueba” y “Venganza” estaban
preparándose para zarpar. Su salida fue confirmada dos días después, sin
conocerse su destino, además, se tuvo conocimiento de actividades a bordo de la
“Esmeralda”, “Sebastiana” y otros buques que indicaban un próximo zarpe.

En el intertanto, San Martín, presionado por Cochrane, determinó mover su


Ejército a las cercanías de Lima, eligiendo Ancón como punto de desembarco. La
misión de la Escuadra fue prestar cobertura a este movimiento, para lo cual
Cochrane, con el grueso de sus medios bloqueó El Callao y con el resto de ellos,
navío “San Martín”, bergantín “Galvarino” y goleta “Moctezuma” dio protección
directa al convoy en su desplazamiento de Pisco a Ancón.

Situadas las fuerzas expedicionarias a tres millas de El Callao, todo hacía suponer
que se atacaría de inmediato al grueso del ejército hispánico. Cochrane era de
opinión que debía atacarse simultáneamente Lima y El Callao. Mientras, San
Martín persistía en su idea de parlamentar y fomentar el alzamiento peruano y que
fueran ellos quienes decidieran su propio destino. Felipe Pérez Soldán, historiador
peruano, acota al respecto que si San Martín hubiese adoptado el plan de
Cochrane, con sólo 1.000 hombres se habría conquistado Lima y se hubiese
terminado la campaña en ese momento.

La pasividad del Comandante en Jefe de la Expedición y la agresividad de


Cochrane, lo llevó a planificar una acción temeraria, que no contó con el
consentimiento de San Martín, pero que de tener éxito significaría la captura de la
mejor nave española surta en el fortificado puerto de El Callao: La fragata
“Esmeralda”.
La travesía no fue ausente de amenazas. El Virrey Pezuela había dispuesto con
anterioridad el zarpe de una escuadrilla, conformada por las fragatas
"Esmeralda" , "Prueba" y "Venganza", para interceptar al convoy. Estas
desplegaron como piquete espía al bergantín norteamericano "Warrior".

Aún cuando el tiempo y viento fueron favorables para un desplazamiento rápido,


resultó imposible evitar la dispersión del convoy, dadas las muy dispares
características veleras en los 17 transportes.

Sin embargo, la fortuna obró en poder de los marinos chilenos. A la altura de


Coquimbo, la "O'Higgins" capturó al "Warrior" y el 07 de septiembre, recalaba el
grueso del convoy a Paracas, puerto de destino de la expedición.

El desembarco del Ejército no presentó mayores dificultades, porque los 630


soldados realistas a cargo de la defensa se retiraron al interior sin combatir.

Quedaron rezagadas el bergantín "Aguila" y la fragata "Santa Rosa", la fragata


"Hércules" y el bergantín "Galvarino".

Para su protección, Lord Thomas Alexander Cochrane había destacado al


bergantín "Araucano", que recaló el día 11 sin novedad, con el "Aguila" y 600
soldados.

Posteriormente, el Almirante avistó velas en el horizonte y zarpó a investigar con


tres buques. Se trataba de las fragatas españolas "Esmeralda" y "Venganza", que
los navíos chilenos persiguieron hasta las cercanías de El Callao.

Temiendo que se tratara de un apetecido señuelo para distraerlo de su objetivo


principal, Lord Thomas Alexander Cochrane decidió regresar a Paracas, donde se
enteró de que esta operación permitió el arribo seguro de la fragata española
"Santa Rosa" con 300 soldados.
Finalmente, el 23 de septiembre recalaban el bergantín "Galvarino", la fragata
"Hércules" y una goleta apresada. Había así llegado al objetivo la totalidad de la
expedición.

Los acontecimientos en tierra, llevaron a José de San Martín y Matorras a decidir


el reembarque del Ejército para caer sobre Ancón, donde desembarcó el 30 de
octubre.

Previamente, Lord Thomas Alexander Cochrane había iniciado el bloqueo de El


Callao con la fragata "O'Higgins", la fragata "Lautaro" , corbeta "Independencia" y
el bergantín "Araucano".

La inactividad siempre implícita en las operaciones de bloqueo, no era


consecuente con el temperamento dinámico y audaz del Almirante. Urdió,
entonces, una operación destinada a aterrorizar al enemigo con un ataque
atrevido y resuelto que causara un profundo impacto en sus ánimos. Se propuso
tomar la fragata "Esmeralda" al pie de las fortificaciones de El Callao.

Captura de la "Esmeralda" - 5 y 6 de noviembre de 1820

El Almirante Cochrane, conocedor de la situación de los buques realistas que


se encontraban en El Callao, bajo la protección de las poderosas
fortificaciones, planeó un asalto nocturno con botes, recurriendo a la sorpresa
como factor fundamental. Para cumplir con lo anterior, solicitó voluntarios entre
las dotaciones de la Escuadra y con gran facilidad reunió 240 marineros y
soldados de marina.
La fragata "Esmeralda" se encontraba en la bahía resguardada por 15 lanchas
cañoneras, 2 bergantines de guerra, 3 transportes armados y la protección de
las fortalezas y baterías terrestres. Cerraba el fondeadero de El Callao, una
percha flotante de madera y cadenas con una sola abertura, necesaria para la
entrada y salida de las naves.
El 01 de noviembre entregó a los comandantes de los buques que se
encontraban en el área, instrucciones sobre las precauciones en el avance de
las embarcaciones menores, oficiales al mando, tenida y armamento usado y
disposiciones sobre la seguridad de las embarcaciones en caso de retirada.
Además, la adopción de gritos que confundieran a la tripulación española,
aparte del uso de santo y seña.

El día 05, circuló entre los voluntarios una proclama en que se les instaba a
repetir los actos de valentía que dieron como resultado la toma de Corral y
Valdivia.El día 04 citó a reunión de comandantes en la nave insignia para
ultimar los detalles. Posteriormente reunió a los participantes para entregarle
las instrucciones y a las 11 de la noche, ejecutó una práctica del asalto.
A pleno día, el maestre de señales de la “O'Higgins" desembarcó en la isla San
Lorenzo e izó señales en su mástil, que fueron contestadas por la totalidad de
los buques chilenos presentes en el bloqueo del puerto.
Inmediatamente después, todos, excepto la "O'Higgins", levaron anclas y
zarparon, dejando previamente los botes y asaltantes a bordo de la nave
insignia.
La estratagema surtió el efecto deseado, pues los españoles quedaron
convencidos de que nada tenían que temer para esa noche, ya que cualquier
buque avistado obligaba al grueso de los bloqueadores a zarpar en su caza.
A las 11 de la noche se iniciaba el embarque en los 14 botes reunidos, que 30
minutos después se desprendían de la fragata en dos columnas, al mando del
Almirante. Durante el desplazamiento hacia la nave enemiga, no se sintió ni el
más mínimo ruido de remos. Poco después, abrieron sus líneas y rodearon a la
"Esmeralda".
Cochrane y el Comandante Crosbie treparon por estribor, y el Comandante
Guise, por babor, seguidos por su gente que cayeron sobre la cubierta.
El Almirante recibió el culatazo de un vigilante y cayó sobre uno de los botes.
Se levantó rápidamente y dio muerte al centinela para incorporarse a la cruenta
lucha que ya se desarrollaba en cubierta, asomándose a la borda para animar a
su gente que seguía abordando, al grito de: "Arriba muchachos, la fragata es
nuestra".
Los españoles sorprendidos salían precipitadamente de sus entrepuentes y
empeñaban una vigorosa defensa. El combate con arma blanca y cuerpo a
cuerpo se hacía a cada momento más encarnizado.
No tardaron los fuertes del puerto en comenzar a disparar sobre la
"Esmeralda", seguidos por los buques y lanchas del apostadero, produciéndose
un tremendo y confuso cañoneo. Los proyectiles daban por igual a asaltantes y
defensores y algunos alcanzaron a los buques extranjeros en la bahía, que
pusieron luces de neutralidad e iniciaron movimiento para salir fuera del
alcance de la artillería. Cochrane, percatándose de esta maniobra, ordenó de
inmediato poner luces en los mástiles del buque asaltado al igual que los
buques neutrales, que por esta circunstancia recibió poco castigo de las
baterías terrestres.

A la tercera embestida de los asaltantes, terminó la resistencia de la tripulación


enemiga que se había reunido en el castillo de la fragata, después de haberse
batido con admirable valentía por más de 17 minutos. En medio del fragor del
combate, el Almirante fue herido por una bala en el muslo derecho, limitándose
a vendarla fuertemente con un pañuelo, ayudado por el Guardiamarina Délano.
A la tercera embestida de los asaltantes, terminó la resistencia de la tripulación
enemiga que se había reunido en el castillo de la fragata, después de haberse
batido con admirable valentía por más de 17 minutos.
Los sobrevivientes se refugiaron en los entrepuentes y bodegas; otros se
arrojaron al agua, entonces, el Comandante Guise cortó las amarras y la nave
comenzó a moverse de su fondeadero con las luces de buque neutral.
Casi una hora demoró en salir del alcance de las baterías, debido a la total falta
de viento a esa hora de la noche. Entonces fondeó para atender a los heridos,
recoger los muertos y reparar la arboladura.
Las bajas sufridas por las fuerzas asaltantes fueron de 11 muertos y 31
heridos. De los 330 tripulantes que tenía la "Esmeralda", 204 cayeron
prisioneros y 126 murieron en el combate o se ahogaron al arrojarse al mar. Es
posible que algunos se salvaran al alcanzar a nado la costa.
A las 3 de la madrugada el almirante Cochrane se dirigió a la fragata
"O'Higgins" para curar de mejor manera sus heridas.
Poco antes del amanecer, la “Esmeralda” se reunió con la nave insignia de la
Escuadra y luego, arribaron el resto de los buques bloqueadores al área.
Con el objetivo de informar al General San Martín del triunfo obtenido, el
Almirante Cochrane despachó al "Araucano" a Ancón llevando el parte oficial
de la jornada y la insignia capturada al Brigadier Antonio Vácaro, Jefe del
Apostadero de El Callao, solicitando que ella fuera ofrecida al Director Supremo
en Chile.
Junto con remitir el parte anterior, Cochrane mandó al Virrey un parlamentario,
encargado de dejar en el puerto a los realistas heridos y muertos y proponerle
un canje de prisioneros, el que fue aceptado, rescatándose así un buen número
de chilenos que estaban encerrados en las fortalezas españolas.
El General San Martín felicitó al Almirante por su audacia y valentía y remitió al
General O'Higgins una narración del feliz y heroico suceso.
Para hacer completa justicia al Comandante en Jefe de la Escuadra, quiso San
Martín que el nombre del Almirante Cochrane fuera grabado en la popa de la
fragata capturada. Pero, como éste no aceptó, se acordó darle el nombre de
"Valdivia".
La hazaña lograda por Cochrane y sus hombres, no motivó a San Martín para
actuar de la misma forma; por el contrario, decidió alejarse de El Callao y
trasladó su ejército desde Ancón a Huacho con la protección de la Escuadra, a
fin de acantonarlo en el valle de Huara.
San Martín persistió en su actitud de ocupar Lima por medios políticos y no por
la fuerza de las armas, dilatando una situación que afectó negativamente a sus
fuerzas.
No obstante, mientras desarrollaba su diplomacia en el centro, operaba con
fuerzas en el sur. Haciendo pleno uso del dominio del mar que mantenía la
Escuadra, despachó al Mayor Miller con 500 hombres que ocuparon el poblado
de Pisco el 02 de abril y Anca y Moquegua el 04 de mayo.

Mientras tanto el bloqueo sobre El Callao y el cerco de Lima por el Ejército


produjeron el efecto esperado. El 22 de abril se realizaron negociaciones en
Punchauca, las que llevaron a un armisticio provisional que fue prorrogado
hasta el 30 de junio. El 06 de julio, el Virrey La Serna abandonó Lima, ante la
angustiosa situación que vivía la población, a consecuencia de la falta de
víveres, entregando la capital sin lucha. Dos días después, la Escuadra ocupó
El Callao; luego el Ejército entró a Lima y, finalmente, San Martín declaró la
Independencia del Perú, el 28 de julio de 1821, auto designándose Protector de
la nueva nación.
Con la declaración de la Independencia del Perú se cumplió el propósito de la
Expedición Libertadora. Sin embargo, el Almirante Cochrane que poseía el
dominio del mar, estimó que su misión no estaba cumplida hasta que no
hubiesen sido destruidas todas las fuerzas navales españolas en el Pacífico
Oriental.
Las fragatas “Prueba” y “Venganza” habían salido de El Callao antes de que
fuese bloqueado; desembarcando fuerzas en caleta Cerro Azul, al sur de éste
y, aun cuando abandonaron el área, fueron perseguidas hasta Panamá, sin
darles caza, Cochrane, con justa razón, consideró como objetivo de su
Escuadra la destrucción de estas naves. Por ello, con absoluta independencia
de San Martín, dedicó todos sus esfuerzos a eliminar la amenaza de esta
fuerza. Las dificultades que tuvo que superar no fueron pocas. Sus naves
comenzaron a sentir el efecto de la prolongada campaña sin contar con un
punto de apoyo que les permitiera efectuar las reparaciones requeridas, dar
descanso a las tripulaciones y recibir el apoyo logístico necesario. Por ello se
sufrió la pérdida del bergantín “Pueyrredon” y luego del navío “San Martín”, que
debilitaron la Escuadra, la que se había visto incrementada, anteriormente, con
la captura de la “Esmeralda”.
La moral y la disciplina de las tripulaciones también se vieron afectadas por la
falta de paga, de vestuario y víveres adecuados en calidad y cantidad y, en no
menor grado, por la escasa actividad desarrollada durante los largos períodos
en que el Ejército estuvo inmovilizado en Pisco, Ancón y Huacho. Por otra
parte, las relaciones entre Cochrane y San Martín se fueron deteriorando
paulatinamente, al extremo de llegar al rompimiento; desde entonces, Cochrane
actuó con la más absoluta independencia, logrando su propósito de eliminar
absolutamente el poder naval español en todas las aguas del Pacífico, desde
México al Estrecho de Magallanes.
Resultaría muy extenso referirse en detalle a todas las operaciones realizadas
por el Almirante Cochrane. Sin embargo, mencionaremos solo los hechos más
importantes.
El 08 de octubre, con parte de su Escuadra se dirigió a Guayaquil para reparar
las naves que estaban en mejor estado; el resto fue despachado a Valparaíso,
mientras la “Moctezuma” quedaba en El Callao a las órdenes de San Martín.
Con estas fuerzas barrió la costa americana hasta la Baja California.
Enterado en Acapulco del zarpe en demanda de Guayaquil de las fragatas
“Prueba” y “Venganza” a las cuales se había unido la corbeta “Emperador
Alejandro”, partió en su búsqueda. Lamentablemente, llegó a Guayaquil cuando
los buques españoles se habían entregado a las autoridades locales y, por
intermedio de éstas, al gobierno del Perú. No obstante, el almirante se apoderó
de la “Venganza” poniéndola bajo las órdenes del gobierno de Guayaquil,
mientras que la corbeta “Emperador Alejandro” fue restituida a sus dueños
originales; posteriormente intentaría hacer lo propio con la fragata “Prueba” en
El Callao, mas ésta se había rendido y enarbolaba pabellón peruano, por lo
cual desistió de su acción a pesar de considerar esta nave, como las
anteriores, presas netas de la Escuadra de Chile.
Sin embargo, producido el completo rompimiento con San Martín y las
autoridades peruanas, recuperó por la fuerza a la “Moctezuma”, puesta a las
órdenes del Protector, iniciando el regreso a Chile el 10 de mayo de 1822 con
las fragatas “O’Higgins” y “Valdivia” y la goleta “Moctezuma”, las cuales
fondearon en Valparaíso el 13 de junio, después de un crucero de casi dos
años que culminó con la completa eliminación del poder naval español en el
Pacifico.

Incorporación de Chiloé a la Soberanía Nacional - 22 de enero de 1826

El regreso de la Escuadra a Valparaíso y el posterior alejamiento de Cochrane del


mando, señalaron el cese virtual de las operaciones navales de Chile contra el
poder español. Sin embargo, la lucha en el mar no podía darse por finalizada en
razón a que la independencia del Perú no estaba consolidada y quedaba el
reducto realista de Chiloé. No obstante, razones políticas y económicas impidieron
que la Escuadra se mantuviera operativa.
En efecto, la situación en el Perú pasó por momentos de gran confusión. La
reunión de San Martín con Bolívar en Guayaquil, julio de 1822, determinó que el
destino del Perú pasara a manos de éste último, abandonando San Martín el
protectorado mientras aún existía una resistencia realista significativa. Esta se fue
fortaleciendo y obteniendo algunos triunfos sobre los patriotas. Es así como el 07
de febrero de 1824, la guarnición de El Callao se amotinó y se pasó al bando
realista; en pocas semanas fue reforzada por una división española que se hizo
firme en la plaza fuerte. Por otra parte, fuerzas leales al Rey operaban con cierto
éxito en el sur del Perú y se habían apoderado de algunos lugares, entre ellos
Anca, donde preparaban lo necesario para apoyar a las fuerzas navales que se
esperaban, provenientes de España, enviadas por el Rey Fernando VII,
restablecido en el trono español, quien abrigaba esperanzas en recuperar sus
antiguas posesiones de América. En definitiva, la escuadra ofrecida; contó sólo
con dos mercantes armados, el “Asia” y el “Aquiles”.

Lo anterior, reavivó la actividad del Coronel Antonio de Quintanilla, Gobernador de


Chiloé, quien multiplicó las defensas de su reducto y alentó a españoles y
extranjeros para combatir a los patriotas, armando naves mercantes, a las cuales
les otorgó patente de corso. Estos corsarios constituyeron una amenaza contra el
comercio y el tráfico marítimo entre Chile y Perú.

Podemos recordar que durante las primeras campañas navales de la guerra por la
Independencia, el gobierno del General Bernardo O’Higgins, dio prioridad a las
operaciones sobre el litoral del Virreinato del Perú, con la intención de lograr su
emancipación, postergando la conquista del archipiélago de Chiloé.

Pese a lo anterior, el Almirante Cochrane, en febrero de 1820, inmediatamente


después del asalto y toma de Corral y Valdivia, expedicionó sobre la isla de Chiloé
con el objetivo de lograr su captura, fracasando en su intento.
Posteriormente, el Director Supremo, General Ramón Freire, dispuso la
realización de una segunda expedición sobre Chiloé bajo su dirección personal. La
fuerza naval compuesta por la fragata “Lautaro” y la corbeta “Independencia”, al
mando del Capitán de Navío Roberto Foster, zarpó de Valparaíso el 27 de enero
de 1824, llevando dos batallones a Talcahuano, para reunirse allí con los demás
cuerpos de la expedición. Llegados los buques, la tropa desembarcó en la isla
Quiriquina, donde se estableció el campamento y cuartel general.

A fines de febrero arribó la corbeta “Chacabuco” y un transporte, llevaban víveres


y municiones para el Ejército expedicionario. Su llegada marcó el momento del
reembarque y partida de la expedición.

El 02 de marzo zarpó desde la Isla Quiriquina el convoy integrado por la fragata


"Lautaro", corbetas "Independencia" y "Chacabuco", goleta "Mercedes" y los
transportes “Ceres”, “Valparaíso”, “Pacífico” y “Tucapel”, conduciendo a su bordo
1.700 hombres de infantería, 95 de caballería y 24 artilleros con 3 piezas de
montaña.

El 14 de marzo, las naves arribaron a Corral, donde se incorporaron el bergantín


"Galvarino" y la corbeta "Voltaire". A bordo de estos últimos se habían embarcado
540 soldados aportados por la guarnición de Valdivia.

El 18 de marzo zarpó la expedición a Chiloé, arribando al canal de Chacao el 24,


luego que un violento temporal dispersara por completo al convoy.

Largo sería enumerar las diferentes acciones desarrolladas por la expedición,


resumiendo podemos afirmar que el desconocimiento del terreno, las condiciones
climáticas del teatro de operaciones y los diferentes errores tácticos cometidos en
tierra por Freire, posibilitaron a las tropas del Coronel Quintanilla rechazar a las
fuerzas invasoras, obligándolas a reembarcarse y retirarse de la isla con una
derrota aumentada con la varada y pérdida de la corbeta "Voltaire", recientemente
adquirida.

Como consecuencia del fracaso de la expedición anterior, el gobierno del General


Freire se impuso la misión de preparar una tercera. Mas, la grave situación
imperante en el Perú, los requerimientos de apoyo de Bolívar y la complicada
situación estratégica naval reinante, llevaron a Freire a posponer la incorporación
de Chiloé al territorio nacional y contribuir primero a la consolidación de la
independencia del Perú. Por ello se alistó la Escuadra lo más rápido que fue
posible, zarpando al norte parte de ella, el 30 de noviembre de 1824, al mando del
Almirante Manuel Blanco Encalada.

Esta primera división la integraron la fragata “O’Higgins”; corbeta “Chacabuco”,


bergantín “Galvarino” y la goleta “Moctezuma”. La Escuadra recaló a Arica, para
posteriormente seguir a Quilca, donde el Almirante conoció la noticia de la
capitulación de los realistas en Ayacucho. Continuó de inmediato a El Callao a fin
de sumar sus fuerzas a las que bloqueaban ese puerto. Bolívar entregó el mando
conjunto de las fuerzas navales de Chile, Colombia y Perú al Almirante Blanco
Encalada, con las cuales desarrolló las últimas operaciones necesarias. No
obstante, como la capitulación de Ayacucho estableció que las naves españolas
podían regresar a la península, no quedaron fuerzas contra las cuales combatir.
Finalizada la campaña de la Escuadra chilena en apoyo del Perú, el Director
Supremo, General Ramón Freire, inquieto y preocupado por las noticias
provenientes del Perú, de que Bolívar alistaba una expedición para conquistar
Chiloé, aceleró la preparación del Ejército que cumpliría este propósito en su
tercer intento, asumiendo personalmente el mando de la expedición, compuesta
de 2.275 hombres embarcados en cinco transportes. La protección del convoy se
le encomendó a la Escuadra, al mando del Vicealmirante Manuel Blanco
Encalada; integrada por la fragata “O’Higgins”, corbetas “Independencia” y
“Chacabuco, bergantines “Galvarino” y “Aquiles”. La Escuadra y el convoy
zarparon de Valparaíso rumbo al sur el 27 de noviembre de 1825.
El plan de campaña de Freire consistía en atacar directamente a San Carlos de
Ancud, el área más protegida, penetrando con todas las fuerzas, despreciando el
fuego de las baterías costeras. El Almirante Blanco Encalada, más cauto, se
opuso a este plan por cuanto se exponía a los buques transportes y a los de la
Escuadra al fuego cruzado de los fuertes. Propuso, en cambio, desembarcar en
Puerto Inglés, fuera del alcance de las baterías españolas y dirigirse por tierra a
silenciar la batería de Balcacura que cierra el golfo de Quetalmahue. Conseguido
tal objetivo, se reembarcarían las fuerzas para cruzar por mar, tomando a San
Carlos de Ancud por el flanco. Este plan fue aprobado en última instancia y
desarrollado exitosamente. A su vez, con parte de los medios navales, se llevaron
fuerzas a Castro y Dalcahue, las cuales completaron el cerco sobre los españoles.

Las triunfos obtenidos por las tropas de Freire en las batallas de Pudeto y
Bellavista, libradas los días 13 y 14 de enero de 1826, respectivamente, llevó a los
partidarios del Rey de España a capitular.

La rendición de la guarnición realista de Chiloé se produjo el 19 de enero de 1826,


con la firma de Quintanilla y Freire del Tratado de Tantauco, mediante el cual,
Chiloé fue incorporado solemnemente a la República de Chile el 22 de enero.

La conquista de Chiloé es casi coincidente con la capitulación de las fuerzas


realistas en El Callao y en todo el Perú. De esta forma España fue desalojada
definitivamente de sus últimas posiciones en el Pacífico. Chiloé, último bastión
español en el continente, lucía ya la enseña de Chile. Se lograba así la
consolidación de la independencia de América.

El 05 de febrero de 1826 arribó a Valparaíso la Escuadra que había realizado la


triunfante campaña sobre Chiloé. En esos momentos el país vivía virtualmente en
paz y en una situación de pobreza lamentable.
Pasada la euforia de la recepción a los triunfadores, los economistas de la época
señalaron al gobierno el problema financiero que significaba para el país la
mantención de la Escuadra, proponiendo su disolución y venta.

La escuadra española había desaparecido por completo del Pacífico y no existía,


en opinión del gobierno, necesidad de mantener naves de guerra que imponían
una fuerte carga a las arcas fiscales.

Este fue el principal argumento considerado en el Decreto Supremo del Director


Supremo, General Ramón Freire, del 10 de abril de 1826, que disponía la
enajenación de las tres principales naves de la Escuadra y que dio inicio a la
primera crisis del poder naval chileno que perduró por más de diez años.

Se dispuso la venta de la fragata “O’Higgins” y las corbetas “Independencia” y


“Chacabuco”. Posteriormente, se ordenó el desarme de los buques restantes,
excepto el bergantín “Aquiles”.
A la acción sobre los buques se sumó el cierre de la Academia Náutica, que el
mismo Freire creara en 1824 para continuar la labor cumplida por la Academia de
Guardiamarinas fundada por O'Higgins en 1818.

Los cuadros de Oficiales se redujeron, como asimismo, los de Gente de Mar,


licenciándose todos los Guardiamarinas y Pilotines.
Con ello no tan sólo se redujo la Escuadra a su más mínima expresión sino que se
llegó a la virtual extinción del poder naval.

Manuel Blanco Encalada

Uno de los forjadores de la Armada de Chile, cooperador incansable del Director


Supremo Bernardo O'Higgins Riquelme en la creación de la Primera Escuadra
Nacional y de la Escuela Naval, Jefe de la referida Primera Escuadra, primer
Presidente de la República, personaje de gran significación en la gesta
emancipadora.

Blanco Encalada nació en Buenos Aires el 21 de abril de 1790. Sus padres,


ambos de noble estirpe, fueron el oidor don Manuel Lorenzo Blanco Cicerón, de
nacionalidad española, y doña Mercedes Calvo de Encalada y Recabarren, de
nacionalidad chilena. Enfrentado a la disyuntiva de escoger su propia patria,
Blanco Encalada no titubeó ni un instante en escoger la tierra de su madre, es
decir a Chile como su tierra, a la que sirvió como el más amante de sus hijos.

Al cumplir 12 años su madre decide darle una educación esmerada y lo envía a


España. En 1807 ya estaba incorporado a la Marina Española como Alférez; al
año siguiente logró ser destinado al Apostadero Naval de El Callao.

Poco después estallaba el movimiento emancipador en El Plata y luego en Chile,


mostrando Blanco, desde un primer momento, predisposición en favor del citado
proceso.

En 1813 tomó el camino de Chile, llegando a Santiago cuando acababa de


recibirse la noticia del desembarco del Brigadier Antonio Pareja en Talcahuano.
De inmediato se incorporó al ejército patriota.

El General José Miguel Carrera Verdugo, lo destinó al arma de artillería y a la


construcción y reparación de cañones y armamentos, organizando la primera
maestranza y taller de armas que tuvo el país.

Después de la Batalla de Maipú 05 de abril de 1818 fue nombrado Teniente


Coronel efectivo de su arma. Pero Maipú no era la solución definitiva de la
independencia. O'Higgins y su ministro Zenteno se preocupaban de preparar una
Escuadra, fundamental para obtener el dominio del mar y a través de éste
asegurar dicha independencia.
Empresa titánica, verdadero milagro logrado por O'Higgins, junto a colaboradores
como Blanco Encalada.

El 28 de junio de 1818, con el grado de Capitán de Marina de Primera Clase, se


nombró a Blanco Encalada como Comandante General interino del Departamento
de Marina, con sede en Valparaíso, encargándose también de la organización de
una Academia de Guardiamarinas para formar oficiales y el reclutamiento de
marineros extranjeros, en particular ingleses y norteamericanos.
Más tarde el Gobierno le entregó el mando de toda la Escuadra. En tales
circunstancias recibió lo que sería su bautizo de fuego, la captura de la fragata
"Reina María Isabel".

No obstante haber sido el fundador de la Escuadra, del éxito de la acción naval


antes referida, en un gesto que lo ennoblece, Blanco consintió en ser el segundo
del célebre Almirante Lord Thomas Alexander Cochrane, que el 28 de noviembre
de 1818 llegara a Valparaíso.

Por su propia solicitud Blanco fue trasladado al ejército el 07 de junio de 1820,


asumiendo como Jefe interino del Estado Mayor y Comandante General de Armas
de Santiago.

Además el 07 de septiembre del mismo año, el Senado le confiere el alto honor de


darle la investidura de Mariscal de Campo.

La Campaña final de Blanco en la Guerra de la Independencia, fue su expedición


para la Liberación de Chiloé, el último baluarte hispano en Chile. Allí, nuevamente
al frente de la Escuadra, condujo a la fuerzas del General Ramón Freire Serrano.
A su regreso de Chiloé, terminada la gestión de Freire como Director Supremo, el
Congreso en julio de 1826 eligió a Blanco Encalada "Presidente de la República",
si bien muy pronto Blanco se alejó de la política.
Años más tarde, con ocasión de la Guerra contra la Confederación Perú-boliviana,
se nombró a Blanco, Comandante en Jefe del Ejército. Su participación en la
primera campaña del citado conflicto, le significó el retornar a Chile y ser sometido
a un Consejo de Guerra, si bien éste le absolvió.
Blanco Encalada se retiró a partir de entonces a su vida privada. No obstante su
avanzada edad, este viejo soldado de la Independencia ofreció sus servicios como
marino al gobierno, cuando sobrevino la Guerra contra España.

El 5 de septiembre de 1876, con la tranquilidad del héroe, falleció el Vicealmirante


Manuel Blanco Encalada, quien fuera insigne marino, militar, diplomático, primer
Presidente de la República y Jefe de la Primera Escuadra Nacional.

Thomas Alexander Cochrane


Vicealmirante

Es el primer Vicealmirante de Chile y uno de los fundadores de la Marina Nacional;


el hombre que le dio más gloria y tradición a la Armada en el período de incipiente
Independencia, destruyendo el poder naval de España en el Pacífico y logrando
con ello la emancipación del Perú.
Lord Cochrane nació en Annsfield en Lanarkshire, el 14 de diciembre de 1775, un
pueblo pequeño en Escocia, en las riberas de Clyde. Fueron sus padres el noveno
conde de Dundonald, Archibald Cochrane y Anna Gildchrist.

A los 17 años de edad, Lord Cochrane consiguió que su padre accediera a sus
peticiones de ingresar a la Armada. Su tío, Capitán de Navío y más tarde
Almirante, Sir Alexander F.I. Cochrane lo hizo inscribir como Guardiamarina en
cada buque que le tocó comandar, comenzando por el H.M.S: "VESUB".

Luego de varios viajes, fue transbordado a la fragata "Thetis" con el grado de


Guardiamarina en 1795. En ese mismo año, el Almirante Murray, Jefe de la
Estación Naval en Norteamérica, le dio un cargo que correspondía a Teniente,
presentando luego los exámenes para lograr dicho grado.

En Nápoles, conoció al Almirante Horacio Nelson. Quedó profundamente


impresionado por las cualidades demostradas por este gran Almirante y decidió
seguir su ejemplo.

Sin embargo, no todos habrían de ser éxitos: pasado mediados del año 1801, su
buque el "Speedy" cayó en poder del Almirante francés Linois y Cochrane fue
hecho prisionero. Canjeado por prisioneros franceses, volvió a Inglaterra.

Pero todos sus éxitos se vieron empañados por la antipatía que le profesaba el
Primer Lord del Almirantazgo, el conde Saint Vincent, quien de mala gana le
otorgó el grado de Capitán de Navío, después de la captura del "Gamo".

Cochrane dado su fuerte carácter y la antipatía que ejercía en ciertos personajes


del alto mando naval británico, decidió alejarse por un tiempo de la marina y
dedicarse a la carrera política y durante su temporal alejamiento, buscó la forma
de llegar a la Cámara de los Comunes, para desde ese lugar terminar con la
corrupción en la administración naval británica.
El 08 de agosto de 1812 contrajo matrimonio con doña Catherine Celia Cobbett
Barnes, hermosa joven, que más tarde lo acompañaría a Chile.

Lord Cochrane estando en Francia es presentado a don José Álvarez Condarco,


Agente de Chile, quien le propuso el mando de la Escuadra que se estaba
formando en el país, por su destacada labor como marino inglés, lo que Lord
Cochrane acepto gustoso. Además había dado un decidido apoyo y cooperación
en la construcción del buque a vapor "Rising Star" (Estrella Naciente) .

Junto a su familia y algunos oficiales retirados de la Marina Real, zarparon a


Valparaíso llegando el 28 de noviembre de 1818, siendo recibidos por las
máximas autoridades de la ciudad.

De inmediato Lord Cochrane se trasladó a Santiago de Chile, mostrando


claramente la firme intención de establecerse en nuestro país. Chile de inmediato
le otorgó la carta de ciudadanía.

Se le designó Vicealmirante y Comandante en Jefe de la Escuadra. Izó su insignia


en la fragata "O'Higgins" y comenzó rápidamente a preparar la escuadra.

Cochrane realizó importantes hazañas en pos de destruir el poder naval español


en el Pacífico sur. Logró importantes victorias, siendo una de ellas la toma de
Corral y Valdivia, donde capturó cada uno de los fuertes establecidos por los
españoles en la bahía y dirigió personalmente la operación, hasta obtener la caída
de esta plaza, entre el 03 al 04 de febrero de 1820.

El 20 de agosto de 1820 zarpó la Expedición Libertadora del Perú, comandada por


el General José San Martín y Matorras. Cochrane reactivó el bloqueo a El Callao y
en la noche del 05 al 06 de noviembre de 1820 realizó otra hazaña que
inmortalizaría su nombre: La captura de la fragata "Esmeralda", hecho que
significó la neutralización del poder naval español.

Más tarde, Cochrane pidió licencia para retirarse a su hacienda de Quintero.

Sin embargo, el retiro le habría parecido eterno, de no haber conocido en la casa


de un amigo en Valparaíso a la viuda del Capitán Thomas Graham, doña Mary
Graham, con la cual entabló una bella amistad.

Así, llegó el momento de reincorporarse a la marina, entonces recibe el


ofrecimiento del Emperador del Brasil, Don Pedro I, para comandar su escuadra
en contra de la flota portuguesa. Cochrane, considerando que el poder naval de
España en el Pacífico había terminado, aceptó dicha proposición. Pidió una
licencia temporal.

Cochrane en Brasil, no sólo logró se preocupó del dominio del mar, sino que
también se encargó de la construcción naval y la organización de la Armada,
abarcando desde la preparación de los marineros hasta la navegación de
cabotaje, Ordenanzas y Reglamentos y la ubicación de bases y arsenales.

Más tarde, en 1825, regresó a Inglaterra. En 1827 pasó por Grecia, que luchaba
por su independencia contra los turcos. Luego, regresa nuevamente a su país,
donde se reincorpora a la Armada en 1830. Las viejas rencillas se acaban y
triunfan los hechos meritorios de Cochrane en el extranjero, los cuales tuvieron
gran resonancia en Europa y en 1851 se le otorga el rango de Almirante del Reino
Unido.

En Chile, por ley de la República del 20 de agosto de 1857 es reincorporado a la


Armada de Chile y figura a la cabeza del Escalafón de Oficiales hasta su muerte,
ocurrida en Londres el 31 de octubre de 1860. Sus cenizas fueron depositadas en
la Abadía de Westminster y cubiertas por una sencilla lápida de mármol que dice:
"Thomas Cochrane, Conde de Dundonald, luchó por la Independencia de cuatro
naciones". (Chile, Perú, Brasil y Grecia).

Guerra contra la confederación Perú – boliviana

El 3 de enero de 1837 un grupo de jefes y oficiales del ejército chileno se rebeló


contra el gobierno en la ciudad de Quillota. Se oponían a formar parte de la
expedición que debía viajar a Perú para destruir la Confederación Perú-boliviana,
creada recientemente por el general Andrés de Santa Cruz. De acuerdo con el
acta de los sublevados, no se justificaba una guerra cuando todavía existían
“medios incruentos de transacción” y, según el ministro Diego Portales, menos aun
cuando esta campaña surgía de la voluntad de un solo hombre, quien, a juicio de
los rebeldes, “no ha consultado otros intereses que los que halagan sus fines
particulares y su ambición sin límites”.

Aunque el motín de Quillota terminó por ser un fracaso para los revolucionarios,
con sus líderes fusilados y el gobierno fortalecido, el argumento de los
conspiradores de que el enfrentamiento tenía otros fines diferentes a los
nacionales, más bien políticos y comerciales, merecía un análisis más profundo
para entrever las verdaderas causas detrás de la guerra. Sin embargo, el
asesinato del ministro a manos de los rebeldes desacreditó su postura, lo que,
sumado a la victoria del Ejército Restaurador en tierras peruanas y las
celebraciones oficiales llevadas a cabo a lo largo de todo el país, aplacaron las
críticas.

De esta forma se consolidó la voz oficial y se postergó la discusión en torno a las


verdaderas causas del conflicto. Se dejó de lado que detrás de la campaña
existían razones políticas: consolidar el régimen conservador, y económicas:
mantener la hegemonía de Valparaíso sobre Callao y la relación comercial entre
Chile y Perú.
El objetivo de este trabajo, sin negar razones políticas o de estrategias
nacionalistas y republicanas de la época, es reiterar que a lo menos los problemas
del comercio que acumulaban entre ambos países fueron también factores
detonantes del enfrentamiento. A modo de hipótesis, establecemos que, detrás de
las causas oficiales que justificaron la declaración de guerra de Chile contra la
Confederación Perú-Boliviana, estaba igualmente el interés de la oligarquía
terrateniente por mantener el mercado peruano como principal punto de destino
del trigo chileno. Aun cuando las estadísticas oficiales del comercio chileno
surgieron a partir de 1844, las cifras que se obtienen para la década de 1830, en
la valorización de las exportaciones del cereal hacia Perú, no se contradicen con
lo que sucedió en la década siguiente, y menos aún con los registros oficiales de
1844 en adelante. Tanto unas como otras demuestran fehacientemente el valor o
significado del mercado peruano para los productores chilenos.

Así, el proyecto reformador del Estado conservador, liderado por Joaquín Prieto y
Diego Portales, coincidió con el desarrollo del comercio del trigo, como lo sugiere
el impulso de la Sociedad Nacional de Agricultura en paralelo a la expedición
restauradora.
La temprana consolidación de su régimen político e institucional en relación al
resto de las repúblicas hispanoamericanas, permitió a Chile alcanzar una
importante primacía comercial en el continente. Esta posición comenzó a ser
amagada por la unificación de Perú y Bolivia en un Estado bajo la conducción del
mariscal Andrés de Santa Cruz. A esta rivalidad se sumaron las sospechas
mutuas respecto de que cada potencia conspiraba para desestabilizar
políticamente a la otra, configurando así, las principales causas de esta guerra. La
convicción de que detrás del asesinato de Diego Portales estaba la mano del
mariscal Andrés de Santa Cruz, decidió al Gobierno chileno a emprender la
disolución de la Confederación Perú-Boliviana por medio de las armas.

Con dicho propósito, en octubre de 1837 desembarcó en el sur del Perú un


ejército comandado por Manuel Blanco Encalada y conformado por tropas
chilenas y disidentes peruanos de Santa Cruz. Esta fuerza, denominada Ejército
Restaurador, no consiguió alcanzar sus objetivos, puesto que Blanco Encalada,
evitando batirse con un enemigo numéricamente superior, se involucró en las
querellas de la política local, logrando la firma del tratado de Paucarpata. Al
regresar a Chile, Blanco Encalada y la paz de Paucarpata fueron repudiados tanto
por el pueblo como por el Gobierno, de modo que se organizó una nueva
expedición, esta vez a cargo del general Manuel Bulnes.

El ejército de Bulnes desembarcó cerca de Lima en agosto de 1838, donde debió


enfrentar graves inconvenientes. En lugar de dilapidar energías en ocupar la
capital peruana e inmiscuirse en las querellas políticas locales, el general Bulnes
se concentró en aniquilar el poder militar del mariscal Santa Cruz, mediante
maniobras de evasión y hostigamiento que derivaron en una marcha paralela de
ambos ejércitos hacia el norte del Perú.

Después de meses en que sólo acontecieron escaramuzas aisladas, Santa Cruz


fracasó en su intento de apoderarse de ambas riberas del río Buin, frente a la
tenaz defensa presentada por una centena de soldados encabezados por el
cacique abajino Juan Colipí. Desanimado por esta derrota y desprovisto de
equipamiento luego de la captura de la armada peruana en el combate naval de
Casma, el ejército confederado se reagrupó cerca del pueblo de Yungay, en torno
al cerro Pan de Azúcar, posición considerada como inexpugnable. Sin embargo, el
20 de enero de 1839, Santa Cruz fue derrotado definitivamente por un ataque
frontal del ejército chileno, en el que se combinaron la astucia de su comandante y
la valentía a toda prueba de sus hombres y mujeres.

Tras el triunfo en Yungay, José Zapiola compuso el "Himno a la Victoria de


Yungay", dando forma explícita al sentimiento nacionalista que se había generado
durante la guerra.

Causas
A los pocos años de concluida la guerra, en uno de los primeros textos dedicados
al conflicto,  aseguraba que la destrucción de la Confederación había sido
necesidad imprescindible para la conservación de Chile y la defensa de sus
propios derechos como los de los Estados hermanos, lo que reproducía el
discurso oficialista de la prensa de la época.

Las principales causas de esta guerra fueron la rivalidad comercial entre Chile y
Perú; el no pago a Chile del préstamo hecho a Perú durante la guerra de
Independencia; y el financiamiento por parte del mariscal Santa Cruz de una
expedición a Ramón Freire Serrano para desestabilizar al gobierno de José
Joaquín Prieto.

Rivalidad entre los puertos de Valparaíso y Callao.


Guerra aduanera entre ambos países: Perú aplicaba impuestos a los productos
chilenos (trigo y sebo), Chile respondía con el azúcar y los licores peruanos.
Perú pretendía arruinar a Valparaíso, cobrando un impuesto especial a las
mercancías extranjeras que hubiesen estado en los almacenes porteños.
Perú adeudaba a nuestro país un préstamo obtenido por los costos de la
Expedición Libertadora.

Captura del Bergantín "Arequipeño"

Vencido el Mariscal José de Orbegoso en Portada de Guías por el General Manuel


Bulnes Prieto, abandonó Lima y al no ponerse de acuerdo con el Mariscal Andrés
de Santa Cruz, eligió asilarse en un buque extranjero al ancla en El Callao.

Reunidas las corporaciones limeñas que subsistían, se declaró restablecida la


Constitución de 1834 y se designó como jefe de Estado al Mariscal José Agustín
Gamarra, a quien el General Bulnes reconoció como tal.
El 30 de octubre de 1838, para afianzar el entendimiento con el Mariscal Gamarra,
el bergantín "Arequipeño" fue devuelto al Gobierno de Perú.

La barca "Santa Cruz" que debía ser también devuelta en ese acto, se encontraba
comisionada en el sur, por lo que la devolución se realizó terminada la guerra, el
23 de marzo de 1839.

El 08 de noviembre de 1838, el Ejército Restaurador dejó Lima, embarcándose el


día 11 en Ancón para ser transportado a Huacho.

La salida de Lima del Ejército del General Bulnes dejó al Mariscal Santa Cruz en
plena libertad de ocupar la ciudad con sus fuerzas, que alcanzaban a 8.000
hombres.

Su principal preocupación fue fomentar las actividades corsarias ofreciendo


halagos, elementos fiscales y recompensas.

Ante ese llamado los extranjeros residentes en la capital se interesaron por el


ofrecimiento. Es así, que varios franceses de apellido Remy, Laurent, Nussard y
otros armaron la corbeta francesa "Edmond".

Un norteamericano, John Eldredge, puso su barca "Mejicana" a disposición de


Santa Cruz y otros extranjeros, entre ellos el argentino Bedoya, armaron las
goletas "Perú" y "Shamrock".
Incluyendo estos buques y la goleta "Yanacocha", Santa Cruz disponía de cinco
buques armados en guerra, que se pusieron a disposición del aventurero francés
Juan Blanchet.

El Capitán de Navío Robert Winthrop Simpson había entregado el bergantín


"Arequipeño" a un Comandante peruano, que comisionado por el gobierno de
Perú en la Escuadra chilena, en Supe, se le había destinado para efectuar
vigilancia de la costa. Esto incluía que dicho gobierno hubiera nombrado al nuevo
Comandante y los oficiales y parte de la tripulación de ese buque.

Simultáneamente Juan Blanchet aprovechando la ausencia de la fuerza naval


chilena, bloqueadora de El Callao, se había hecho a la mar con la corbeta
"Edmond" y la goleta "Shamrock".

El 30 de noviembre de 1838 la fuerza corsaria arribó a Supe y se dirigió a trabar


combate con el bergantín "Arequipeño".

El Comandante de esa nave, el Capitán de Corbeta Juan Corrochano, en vez de


presentar resistencia a su enemigo, se embarcó en un bote con ocho hombres y
dejó abandonado su buque y tripulación.

Ante tan insólita conducta de su Comandante la tripulación arrió la bandera,


rindiéndose sin disparar un tiro y siendo capturada con toda facilidad por las
fuerzas del corsario Blanchet.

Asegurados los prisioneros y amarinado el bergantín, Blanchet se hizo


nuevamente a la mar, capturando al día siguiente a los transportes chilenos, la
fragata "Capitán Zaldívar" y el bergantín "San Antonio" que navegaban vacíos.
Como no pudo sacar nada útil de ellos y no disponer de gente para tripularlos, los
incendió.
Captura de Buques de la Confederación - 17 de agosto de 1836

La expedición del General Ramón Freire Serrano había producido una situación
tan tensa en las relaciones entre los países, que la guerra era inminente.

La expedición del General Freire era una provocación indesmentible del Mariscal
Andrés de Santa Cruz, que Chile no podía permitir. Pero, el desequilibrio de
fuerzas era demasiado grande.

Para ello el ministro Diego Portales Palazuelos ideó un audaz plan para
desbaratar las intenciones de la Confederación.

Mientras enviaba a la fragata "Monteagudo" a someter al General Freire en Chiloé,


simultáneamente ordenó el 13 de agosto de 1836, zarpar al bergantín "Aquiles" y
a la goleta "Colo Colo" para apoderarse de los buques peruanos que se
encontraban surtos en El Callao.

Entregó el mando de esta empresa al coronel Victorino Garrido, en calidad de


comisionado del Gobierno de Chile.

El Comandante del "Aquiles"era el Capitán de Fragata Pedro Angulo Novoa,


conocido por su pericia y valentía. La "Colo Colo "fue enviada a Arica e Islay para
apoderarse de los buques y embarcaciones allí existentes.

El "Aquiles" navegó directamente a El Callao, siendo retrasado por un temporal


que lo desarboló, pudiendo recalar a ese puerto sólo el 21 de agosto de 1836.

En El Callao, al amparo de los fuertes, permanecían al ancla las naves de la


Confederación: la barca "Santa Cruz", los bergantines "Arequipeño" y "Fundador"
y la goleta "Peruviana".
A la medianoche de ese día, el Comandante Pedro Angulo al mando de cinco
botes, se apoderó consecutivamente de la "Santa Cruz", "Arequipeña" y
"Peruviana".

El bergantín "Fundador" estaba desarbolado y sin su cubierta, por lo que no era


una presa rentable. Los buques capturados fueron llevados fuera de la bahía para
amarinarlos, para su llevada a Chile.

La cólera del Mariscal Andrés de Santa Cruz lo llevó a detener al Encargado de


Negocios de Chile, pero luego recapacitando sobre su inmunidad diplomática, lo
dejó en libertad y le concedió un pasaporte para dejar el país.

La firme actitud de Victorino Garrido llevó a la firma de un tratado en el que se


establecía que Chile no capturaría ningún otro buque de la Confederación, se
comprometía a retirarse de las costas peruanas en el plazo de diez días y podía
mantener los buques apresados hasta que se llegase a un arreglo definitivo.

Además, las partes se comprometían en no aumentar sus fuerzas navales durante


el plazo de cuatro meses y el Encargado de Negocios podía volver a Lima.
El 2 de septiembre, la flotilla zarpó de El Callao rumbo a Valparaíso, donde recaló
el 23 del mismo mes.
Captura de la Goleta "Peruviana" - 3 de enero de 1838

El Tratado de Paucarpata tenía considerado en uno de sus artículos, que Chile


devolvería a la Confederación Perú-boliviana la barca "Santa Cruz", el bergantín
"Arequipeño" y la goleta "Peruviana".

La goleta "Peruviana" había zarpado con el convoy de la expedición del Almirante


Manuel Blanco Encalada y se había dirigido a Caldera y después a Cobija, desde
donde zarpó el 6 de octubre de 1837 con destino a Islay, para allí reunirse con el
resto de la Escuadra.
El 17 de octubre recaló en Islay y no encontró a la Escuadra, por lo que se dirigió
al norte para hostilizar el comercio y el cabotaje adversario.

Estando falto de víveres y aguada, trató de obtenerlos en Santa , donde fue


rechazada.

En vista de su necesidad, pasó a Pisco donde se impuso de la firma del Tratado


de Paucarpata, mas no de su texto.

Apremiado por el Gobernador de Pisco, al no entregarle más víveres que los


necesarios para llegar a El Callao, recaló en ese puerto, donde se le exigió la
entrega de la nave.

Como el Comandante de la "Peruviana",Teniente 1o. Tomás Ruedas no había


recibido instrucción alguna del Gobierno de Chile, trató de zarpar inmediatamente
después de una reunión con el Ministro de Guerra, pero la falta de viento lo
impidió, siendo apresado junto con su tripulación y enviado a las mazmorras de las
casamatas del puerto.

Acción de Islay - 12 y 13 de enero de 1838

El 18 de diciembre de 1837, el Gobierno de Chile había rechazado el Tratado de


Paucarpata y alistaba su Escuadra para reanudar las hostilidades.

El 31 de diciembre de 1837 zarpaba la Escuadra desde Valparaíso a Arica con la


misión de notificar oficialmente el rechazo del Tratado e iniciar las acciones
bélicas.
Estaba compuesta del bergantín "Aquiles", corbeta "Libertad", corbeta
"Valparaíso", fragata "Monteagudo" y bergantín "Arequipeño".

El mando de la Escuadra se le había entregado al Capitán de Fragata Robert


Winthrop Simpson.

El Mariscal Andrés de Santa Cruz convencido que Chile aceptaría las condiciones
impuestas en el Tratado, había distribuido sus buques , la corbeta "Socabaya" y el
bergantín "Fundador" en Islay , al mando del Capitán de fragata Juan José Panizo
y el bergantín "Junín" en Arica al mando del Comandante Miguel Saldívar.

El 3 de enero de 1838, el Comandante Miguel Saldívar tuvo conocimiento que


Chile había desaprobado el Tratado y que su Escuadra se dirigía al Perú, por lo
que zarpó a Islay para concentrar las fuerzas navales peruanas, fondeando en ese
puerto el 8 de enero.

Inmediatamente se dispuso que el bergantín "Fundador" se destacara cruzando la


bahía, para evitar ser atacados por sorpresa.

Al amanecer del día 12, la Escuadra chilena avistó dos velas, una de un buque
mercante y otra desconocida que se dirigía Islay, procediendo a seguir a la última.

En las cercanías de ese puerto se le unieron otras dos, que fueron reconocidas
como buques de la Confederación.

Después de identificar a los buques enemigos, Robert Winthrop Simpson dispuso


darles caza, ya que éstos huyeron hacia el norte. Durante todo el día se procuró
darles alcance, pero debido a las diferencias de velocidades de los buques, se
fueron quedando atrás la fragata "Monteagudo" y el bergantín "Arequipeño". Llegó
la noche y no fue posible darles alcance.
Para evitar que los buques peruanos se escaparan aprovechando la oscuridad,
Simpson destacó a la corbeta "Libertad", con mayor velocidad para que los
mantuviera a la vista hasta las primeras horas de la mañana.

El Comandante Santiago Jorge Bynon de la "Libertad" acortó distancia y llegó a


tiro de cañon, rompiendo el fuego con sus baterías.

Los peruanos creyendo que la corbeta estaba sola, viraron para intentar batirla,
pero al observar que le seguían otros dos buques, viraron de nuevo y siguieron su
huida al norte.

La diferencia de velocidades también afectaban a los buques de la Confederación,


pues el bergantín "Junín" se iba quedando atrás y obligaba a los otros a reducir su
andar, por lo que la distancia con los buques chilenos se iba acortando, poco a
poco.

Al amanecer del día 13, la distancia se había acortado a 6 millas y era muy
probable que durante el día se llegara a distancia de combate.

El Comandante Juan José Panizo comprendió que de seguir así, el combate era
inevitable. Por lo tanto, inteligentemente decidió seguir la táctica empleada por los
Horacios en contra de los Juráceos, la que consistía en que el bergantín "Junín"
se dirigiera a El Callao y él viró de vuelta encontrada con la corbeta "Socabaya" y
el "Fundador" rompiendo el fuego sobre la corbeta "Libertad" y el bergantín
"Aquiles". Luego viró al norte y aumentó su andar, dando tiempo así al "Junín"
para aumentar su distancia a los buques chilenos.

Tres veces hizo la misma maniobra no permitiendo a Simpson estrechar la


distancia para trabar un combate decisivo.
Cuando el Comandante Panizo comprobó que el bergantín "Junín" había logrado
quedar fuera de peligro, emprendió la huida hacia el norte, perseguido por los
buques chilenos.

Cayó la noche y durante la oscuridad los buques peruanos, hábilmente huyeron


hacia Islay, sin que se le detectara en los buques chilenos.

La Escuadra chilena se dirigió hacia El Callao, donde recaló el 17 de enero de


1838, incorporándose allí el bergantín "Arequipeño".

Captura de la Corbeta "Confederación" - 18 de enero de 1838

Llegada la Escuadra chilena a la isla San Lorenzo, frente a El Callao, el Capitán


de Fragata Robert Winthrop Simpson hizo capturar un bote, por cuyos tripulantes
supo que la corbeta "Confederación" había zarpado unas horas antes con destino
a Arica.

Inmediatamente el diligente Jefe de la Escuadra dispuso el zarpe de la corbeta


"Libertad" para que emprendiese su persecución.

Su Comandante Santiago Jorge Bynon, inició la rebusca con todas sus velas.

Al amanecer del día 18 la corbeta "Libertad" avistaba una vela que era la corbeta
"Confederación", a una distancia de siete a ocho millas.

A las diez de la mañana ya la distancia estaba a tiro de cañón, por lo que la


corbeta enemiga rompió el fuego con toda su batería sin dañar a la "Libertad", que
continuaba poco a poco estrechando la distancia y simultáneamente batiendo a su
adversario con su batería de babor.
El intercambio sostenido de fuego duró alrededor de veinte minutos al término de
los cuales la "Confederación", arrió su bandera e izó la de parlamento.

Momentos después la "Confederación" enviaba un oficial a bordo del buque


chileno para manifestar al Comandante Bynon que llevaba un mensaje del
General boliviano José Ballivián, que embarcado en la nave peruana, invocaba el
Tratado de Paucarpata para que se le dejase seguir su ruta.

A bordo de la "Confederación" se ignoraba que Chile había rechazado el Tratado


de Paucarpata e iniciado las hostilidades, debido a que la corbeta "Confederación"
había zarpado de El Callao el día 16 de enero de 1838 y el bergantín "Junín"
había recalado el día 17 con la noticia de esos hechos.

Considerando lo anterior el Comandante Bynon dispuso la captura de la


"Confederación" con toda su tripulación, como asimismo, del General José
Ballivian.

En la mañana del 19 de enero ambos buques fondeaban en la isla San Lorenzo,


habiendo incorporado la Escuadra chilena otro valioso buque para sus fuerzas
navales.

Captura de la Corbeta "Socabaya" - 17 de agosto de 1838


El 18 de diciembre de 1837 el Gobierno de Chile repudió el Tratado de
Paucarpata, firmado por el Almirante Manuel Blanco Encalada y comenzó a
prepararse para reanudar las hostilidades contra la Confederación Perú-Boliviana.

El 31 de diciembre de 1837 zarpaba la Escuadra al mando del Capitán de Navío


don Robert Winthrop Simpson para incursionar al Perú y como resultado de esta
campaña las fuerzas navales capturaron la corbeta "Confederación", regresando a
Chile el 13 de febrero de 1837.

El Mariscal Andrés de Santa Cruz decretó el bloqueo de todos los puertos de


Chile, lo que fue respondido por el Presidente José Joaquín Prieto Vial con un
decreto de bloqueo de los puertos de El Callao, Ancón y Chorrillos, a contar del 26
de abril de 1838, de manera de que coincidiera con la llegada de los buques
chilenos a los citados puertos.

El 17 de abril de 1838 zarpó la primera división de la Escuadra a cargo del Capitán


de Navío Carlos García del Postigo Bulnes con los siguientes buques: corbeta
"Valparaíso", bergantín "Aquiles", bergantín "Arequipeño" y goleta "Colo Colo",
fondeando en la isla San Lorenzo el 29 del mismo mes.

Las condiciones para efectuar el bloqueo se vieron obstaculizadas por la acción de


los países neutrales, especialmente europeos, que desconocieron las
formalidades exigidas por el derecho internacional para establecer el bloqueo.

Con todas estas restricciones y dificultades impuestas por la manifiesta parcialidad


de esas poderosas naciones, el jefe de la primera división chilena hubo de
limitarse a impedir la salida de los buques de guerra de la Confederación, que se
encontraban asilados bajo las baterías de El Callao. Estos eran la corbeta
"Socabaya", la goleta "Yanachocha", el bergantín "Fundador" y el bergantín
"Junín".

Mientras la primera división naval mantenía el bloqueo, en Chile, el General


Manuel Bulnes Prieto preparaba el ejército restaurador, el que el 6 de julio de 1838
se encontraba embarcado con 5.400 efectivos.

La segunda división, al mando del Capitán de Navío Robert Winthrop Simpson y


con la fragata "Monteagudo", la barca "Santa Cruz", la goleta "Janequeo" y 26
transportes conduciendo el Ejército Restaurador, zarpó el 10 de julio de 1838, en
medio del entusiasmo de los habitantes de Valparaíso.

Mientras esto sucedía, en el Perú se producían cambios políticos, pues el General


José de Orbegoso se había rebelado en contra del Mariscal Andrés de Santa Cruz
y declarado la independencia del Estado del Norte del Perú, que incluía El Callao,
segregándose de la Confederación.

Esta noticia fue recibida con alegría y optimismo por el General Bulnes, quien
pensando que el General Orbegoso se podría convertir en un importante aliado en
la lucha contra la Confederación, determinó fondear en El Callao y desembarcar
pacíficamente para poder llegar a un acuerdo con el General peruano.

Grande fue su sorpresa de que el General Orbegoso enviara un emisario llevando


su declaración de guerra a Chile.

Considerando lo anterior, el General Bulnes se dirigió a Ancón con la segunda


división naval, donde desembarcó su expedición. Cumplida la etapa de
desembarco de dirigió a Chorrillos.

La primera división naval al mando de Carlos García del Postigo Bulnes, formada
por la corbeta "Libertad", corbeta "Valparaíso", bergantín "Aquiles", goleta
"Janequeo" y el bergantín "Arequipeño", continuó manteniendo el bloqueo de El
Callao.

El 14 de agosto de 1838 el General Orbegoso declaró rotas las hostilidades contra


Chile. Lo que indujo al Comandante García del Postigo a entrar a El Callao el 17
de ese mes, para intercambiar el fuego de sus baterías con las de tierra, con el fin
de conocer el alcance de estas últimas.

Conseguido su propósito, el Comandante García del Postigo planeó apoderarse


de la corbeta "Socabaya" y del bergantín "Fundador", que permanecían al ancla
cerca del muelle bajo la protección de las baterías de tierra.

A las 11.30 de la noche dos pequeñas divisiones de fuerzas sutiles se largaban de


los costados de los buques de la Escuadra, la primera a cargo del Mayor José
Angulo, formada por tres lanchas cañoneras y la segunda al mando del Teniente
1o. Leoncio Señoret Montagne y compuesta por botes y lanchas de los buques.
Bogaron sigilosamente para evitar ser descubiertos, pero a pesar de ello, la activa
vigilancia de los castillos y baterías los descubrió y un vivísimo fuego de cañón y
fusilería cayó sobre ellos.

Ello no fue impedimento para que se redoblara la boga con inquebrantable


decisión, mientras las cañoneras respondían el fuego enemigo.

Las tripulaciones chilenas abordaron la corbeta "Socabaya" y bajo una granizada


de balas la sacaron de su fondeadero. El bergantín "Fundador" había sido hundido
por los peruanos.

Las lanchas y botes se retiraron junto con la "Socabaya" a la isla San Lorenzo, sin
haber sufrido baja alguna.

Tres días después de este brillante hecho de armas, el General Manuel Bulnes
Prieto triunfaba en el combate de la Portada de Guías y entraba triunfante a Lima.

Combate Naval de Casma

La flotilla del corsario Juan Blanchet llegó a El Callao el 15 de diciembre de 1838,


siendo recibido con gran regocijo por su victoriosa incursión que le había restado
un buque a la Escuadra chilena y dos transportes de su aparato logístico.

El gobierno del Mariscal Andrés de Santa Cruz hizo halagüeñas promesas de


entregar un suculento botín para las próximas presas, por lo que las fuerzas de
Blanchet se aprestaron entusiastamente para una segunda incursión.

En los primeros días de 1839, la flotilla al mando de Juan Blanchet zarpaba de El


Callao con la corbeta "Edmond", el bergantín "Arequipeño", la barca "Mejicana" y
la goleta "Perú".
El Comandante Carlos García del Postigo Bulnes, por orden del General Manuel
Bulnes Prieto se había reunido con Robert Winthrop Simpson en Santa,
agregando así la corbeta "Libertad" y la corbeta "Socabaya" a la Escuadra.

Se hizo necesaria una gran cantidad de leña para los buques, de las que había
gran cantidad en el puerto de Casma, perteneciente al Estado del Perú.

Por ello García del Postigo ordenó a la división de Robert Wintrop Simpson que
zarpara con un transporte a ese puerto y con instrucciones de tomar las medidas
de precaución para evitar una sorpresa.

El 10 de enero de 1839 fondeaban en Casma la corbeta "Confederación", la


corbeta "Valparaíso", la barca "Santa Cruz" y el transporte "Isabella".

Por precaución se desembarcó un piquete de soldados del Regimiento


Carampangue, quienes tenían la misión de vigilar la bahía desde la altura.

El día 12 a mediodía, mientras se faenaba la leña, los vigías anunciaron la


presencia de cuatro velas que venían desde el sur. Simpson avisado de la
presencia de esos cuatro buques ordenó el reembarco de la tripulación que estaba
trabajando en tierra, aprestándose para el combate.

A las 16:30 horas el bergantín "Arequipeño", entró en la bahía y después de


reconocer a buques chilenos, salió para reunirse con el resto de su flotilla.

Los buques chilenos estaban fondeados con un ancla y en una disposición de un


triángulo isósceles. La corbeta "Confederación" ,ocupaba el vértice más
occidental, la corbeta "Valparaíso" el vértice norte y la barca "Santa Cruz", el
vértice sur. El transporte "Isabella" se encontraba al interior del puerto protegida
por esta disposición táctica.
La corbeta "Edmond" y el bergantín "Arequipeño", se dirigieron sobre la corbeta
"Confederación" para atacarla, una por cada banda.

La barca "Mejicana" y la goleta "Perú" llegaron a la cuadra de la corbeta


"Valparaíso", rompiendo el fuego contra ella y sobre la corbeta "Confederación".

La corbeta "Edmond" y el bergantín "Arequipeño", maniobraron para lograr un


abordaje sobre la corbeta "Confederación", pero cometieron el error de ir a
excesiva velocidad, por lo que el segundo se estrelló violentamente contra la proa
de la nave chilena, destrozándole el bauprés y enredando su jarcia con la de su
adversaria.

La corbeta "Edmond" chocó contra el costado de babor de la misma nave


rompiéndole la cabullería del palo trinquete y enredándose con el buque de Robert
Winthrop Simpson.

Durante una hora ambos buques enemigos hicieron esfuerzos sobrehumanos para
abordar el buque chileno, pero sus defensores opusieron tan tenaz resistencia,
que ni un solo atacante logró pisar su cubierta, mientras la artillería disparaba a
quemarropa y el fuego de fusilería era intensísimo.

Entre las muchas bajas estuvo el propio corsario Blanchet.

La corbeta "Edmond", sin su jefe logró después de muchos esfuerzos,


desembarazarse de la corbeta "Confederación", pero no pudiendo maniobrar bien,
se fue a estrellar sobre la barca "Santa Cruz" enredándose con ella e iniciándose
otro combate a quemarropa, hasta que como mejor pudo salió de la bahía, a pesar
de las numerosas descargas, tanto de la corbeta "Confederación", como de la
corbeta "Valparaíso", reuniéndose con sus otros dos buques.
Mientras tanto, el bergantín "Arequipeño", quedaba en poder del Comandante
Simpson, constatándose la muerte del jefe de la flotilla corsaria, Juan Blanchet y
del Comandante de la nave, Enrique Silvester.

El Comandante Simpson debido a las averías sufridas por sus buques y por la
proximidad de la noche se vio en la imposibilidad de perseguir a la flotilla enemiga.

Con la captura del bergantín "Arequipeño," la Escuadra chilena reivindicó el honor


comprometido indirectamente.

Los buques confederados se pusieron bajo la protección de las baterías de El


Callao, no teniendo ninguna intervención durante el resto de la guerra y
obteniendo Chile de esta manera el dominio el mar.

Quedaban aseguradas las comunicaciones marítimas entre la República y sus


fuerzas en campaña y la aptitud del Ejército de movilizarse libremente por el mar y
tener en todo momento el apoyo de la Marina.

El 20 de enero de 1839, el General Manuel Bulnes Prieto obtiene el triunfo en la


batalla de Yungay, destruyendo el poder militar del Mariscal Santa Cruz, quien
abandona a sus tropas y huye a Lima.

Posteriormente, siguió a Arequipa donde se impuso de un pronunciamiento en su


contra en Bolivia, por lo que huyó a Guayaquil.

El Mariscal José Agustín Gamarra asumió el mando del Perú, independizándose


de la Confederación Perú-Boliviana.
Expedición del Almirante Manuel Blanco Encalada

El Ministro Diego Portales Palazuelos había ideado un plan para lograr evitar el
peligro que se cernía sobre el país, si el Mariscal Andrés de Santa Cruz lograba la
anexión de Perú a la Confederación, primer paso para hacer lo mismo con Chile.

Para ello dispuso una expedición de un ejército de 3.200 hombres al Perú, para
oponerse militarmente al Mariscal Andrés de Santa Cruz, aprovechando que el
Perú estaba prácticamente dividido en dos paises. Uno que apoyaba a Santa Cruz
y otro que se le oponía.

A tal efecto, el 14 de septiembre de 1837 zarpa la expedición compuesta por 17


transportes: bergantín "Orbegoso", convertido en hospital y el único armado,
barcas "Carmen", "Esperanza", "Paguina", "Colcura", "Isabella", y "Pacífico"
fragatas "Capitán Zaldivar" y "Margarita", bergantines "Teodoro", "Huemul", "San
Antonio", "Salvador", "Dos Hermanos", "Hércules", "Joven Victoria" y "Eleodoro",
comandados por el Capitán de Navío Carlos García del Postigo Bulnes y
escoltados por la corbeta "Libertad", fragata "Monteagudo", barca "Santa Cruz",
corbeta "Valparaíso", bergantín "Arequipeño", y bergantín "Aquiles".

El mando de la expedición recayó en el Almirante Manuel Blanco Encalada.

El plan de Blanco Encalada se basaba en la suposición que en Arica se le uniría el


General boliviano López de Quiroga, con quien marcharía a ocupar Arequipa y
desde allí unirse con tropas argentinas en guerra contra Santa Cruz y recibir a
aquellos bolivianos que se pronunciaran contra él.

Luego de siete días de navegación, se recaló a Arica, donde se esperó inútilmente


que llegaran los refuerzos del General boliviano López de Quiroga, quien
simpatizaba con la causa en contra de Santa Cruz, y con cuyas fuerzas se
contaba para la próxima campaña.
Se eligió Islay como punto de desembarco del ejército, pero por no cumplir con las
condiciones necesarias, se siguió a las caletas de Aranta y Quilca. En Quilca se
varó la barca "Carmen" debido a una descuidada maniobra de su capitán, un
extranjero sobre quien recayeron las sospechas de la intencionalidad del
naufragio.

El 4 de octubre de 1837 el desembarco quedó completado y el ejército de dirigió a


Arequipa, donde fue recibido con frialdad y un resentimiento antichileno. Los
peruanos con los cuales se contaba para engrosar al ejército nunca llegaron.

En Arequipa, Blanco fue objeto de negociaciones con el General Herrera ,


entonces jefe provisional del Estado Sur peruano, quien en base a dilaciones y
engaños, permitió que el Mariscal Santa Cruz reagrupara su ejército y rodeara al
ejército de Blanco Encalada.

Cuando éste se dió cuenta de que no tenía alternativa de triunfo, tuvo que pactar
su retiro en condiciones inconvenientes para Chile, pero tuvo que hacerlo para
salvar su ejército, firmando el Tratado de Paucarpata, el 17 de noviembre de 1837.

El 25 de noviembre, el ejército de Blanco Encalada se reembarcaba y a mediados


de diciembre llegaba a Valparaíso. Conocidos los resultados de la expedición y los
términos del Tratado de Paucarpata, Blanco Encalada fue sometido a proceso en
una Corte Marcial, donde fue absuelto, más considerando los servicios a la Patria,
que el cumplimiento de la misión encargada por el gobierno.

El 18 de diciembre el gobierno declaraba nulo el Tratado y anunciaba la


reanudación de las hostilidades.
Fuerzas Navales Comparadas

Chile contaba de una fuerza naval compuesta por el bergantín "Aquiles" y la goleta
"Colo Colo", naves que disponía antes del intento del General Ramón Freire
Serrano de deponer al gobierno del General José Joaquín Prieto Vial.

A ellos se agregaban los buques apresados en una audaz acción por Victorino
Garrido en El Callao, la barca "Santa Cruz", el bergantín "Arequipeño" y la goleta
"Peruviana". Además la fragata "Monteagudo" y el bergantín "Orbegoso",
capturados anteriormente al General Ramón Freire Serrano. Además la corbeta
"Adrienne", buque mercante francés, adquirido por el gobierno y denonimado
"Valparaíso".

Con estas naves, Chile podía hacer frente a una contienda bélica con la
Confederación , que quedaba con las corbetas "Confederación", "Socabaya" y
"Libertad", bergantines "Junín", "Fundador" y "Catalina" y las goletas "Flor del
Mar", "Limeña",y "Yanacocha".

Génesis

Después de la Guerra de la Independencia, las nacientes repúblicas


sudamericanas enfrentaron un inevitable período de anarquía política hasta lograr
el necesario consenso ciudadano para consolidarse como naciones en forma.

En Bolivia emergió el dictador Gran Mariscal de Zepita Andrés de Santa Cruz,


caudillo de extraordinaria habilidad política, que aspiró fuertemente al
restablecimiento del imperio incaico mediante la anexión de Perú, Ecuador y las
regiones norteñas de Chile y Argentina.
Para tal efecto, aprovechó la inestabilidad antes mencionada y asumió el control
político del Perú mediante la creación de la Confederación Perú-Boliviana, que le
otorgó el poder político-económico suficiente para proyectarse hegemónicamente
contra Chile.

Con tal objeto, desarrolló serias interferencias a las actividades comerciales


chilenas, violando tratados existentes, mientras buscaba hacer caer al Gobierno
del General José Joaquín Prieto Vial con variadas tácticas de infiltración política,
que culminaron con el envío a Chile de una expedición revolucionaria por mar, a
cargo del entonces desterrado en el Perú, General Ramón Freire Serrano.

Esta consistió en el zarpe desde El Callao del bergantín "Orbegoso" y la fragata


"Monteagudo" , el 7 de julio de 1836, con rumbo norte para para dar a entender
que sus intenciones eran otras.

Recalaron en Huacho donde embarcaron algunos cañones e hicieron varios


arreglos.

El mismo dia 7 de julio, el cónsul general Lavalle despachaba a Chile a la goleta


"Flor del Mar", a pesar de los intentos del gobierno peruano por impedirlo, con el
objeto de avisar al gobierno sobre la expedición de Freire.

Los buques de Freire zarparon hacia el sur en convoy, pero un mal tiempo a la
altura de Coquimbo los separó. El bergantín "Orbegoso", donde iba Freire se
dirigió a Ancud, donde recaló el 4 de agosto.

La fragata "Monteagudo", por su parte, recorrió las islas de Juan Fernández en


busca del bergantín y al no encontrarlo, se dirigió a Ancud.

Sin embargo, la tripulación que en su mayoría eran chilenos, al percatarse que la


expedición atentaba contra el gobierno de Chile, se amotinó y se dirigió a
Valparaíso, donde se entregó a las autoridades, informando de las intenciones de
Freire.

Tamaña y flagrante violación a la soberanía chilena, justificó plenamente una


represalia. La nación comprendió la necesidad de eliminar sin demora la peligrosa
amenaza en el extremo norte de su territorio, y es así como, sin pretensiones de
expansión territorial, Chile debió recurrir a las armas como medida precautoria
para asegurar su subsistencia como nación libre y soberana.

Cumplir tan vital empresa implicaba proyectar la potencialidad de las armas


chilenas en el lejano territorio enemigo, lo que hacía nuevamente decisivo contar
con el dominio del mar.

Pero, por imprevisión difícil de explicar, la Armada había sido desmovilizada y


contaba con sólo dos viejos buques de guerra.

Mas no faltaba la decisión y audacia adquiridos, ya como tradición durante la lucha


por la independencia.

Carlos Ambrosio García Del Postigo Bulnes

El Capitán de Navío García Del Postigo, nació en Concepción el año 1786 y


falleció en Chillán en 1852. Su carrera destacó principalmente por la distinguida
participación que tuvo en la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana.

Su niñez transcurrió en España, donde inició su carrera naval, luego llegó al


servicio de América, concretamente a El Callao, Perú.

Tomó parte en la Escuadra, formada por el Almirante Manuel Blanco Encalada.


Luego, y por diversas circunstancias, García del Postigo llegó a Chile y fue
nombrado Mayor del Departamento de Marina, por el Ministro Zenteno.
Comandó la corbeta "Chacabuco" y participó en dos expediciones a Chiloé para
convencer al Coronel Antonio de Quintanilla, obstinado español, de que terminara
con ese bastión enclavado en la patria chilena. La misión, no obstante, careció de
éxito, meses después realizó un segundo intento, con participación de
parlamentarios oficiales, volvió a ser infructuoso.

Sin embargo, transcurrido corto tiempo, prestó utilísimos servicios con su buque
durante la Liberación de Chiloé, en compañía de la corbeta "Independencia", el
bergantín "Galvarino" y el bergantín "Aquiles", en el desembarco de las tropas del
General Ramón Freire Serrano, que obligaron a Quintanilla a capitular y firmar el
tratado de Tantauco, el 19 de enero de 1826.

Fue ascendido a Capitán de Navío y se hizo acreedor de una medalla, acuñada


especialmente para resaltar el éxito de la Campaña de Chiloé.

En 1827, como consecuencia del desarme de la Escuadra, solicitó autorización


para dirigirse al Perú; el gobierno le concedió licencia temporal.

Allí cumplió diversas misiones al servicio de la marina peruana, llegando a ocupar


la Comandancia General, en 1833. Sin embargo, la multiplicidad de complicados
sucesos por los que atravesaba esa nación, lo llevaron a refugiarse en la corbeta
de guerra francesa "Flora".

El 28 de diciembre de 1836, Chile declara la Guerra contra la Confederación Perú-


Boliviana. El país llama a su servicio a García del Postigo, quien se reincorpora a
la Armada con el grado de Capitán de Navío.

En 1838, rechazado el Tratado de Paucarpata, se le dió el mando de la Primera


División de la Escuadra, que comandó desde la corbeta "Libertad". Teniendo bajo
su mando, además, la corbeta "Valparaíso", los bergantines "Aquiles" y
"Arequipeño" y la goleta "Colo Colo", zarpó de Valparaíso a bloquear El Callao y
puertos adyacentes. Durante esta importante misión, le correspondió vivir toda una
serie de vicisitudes, ante la manifiesta parcialidad de poderosas naciones
europeas que, en aquella época, apoyaron la causa de la Confederación. Durante
el bloqueo participó en brillantes acciones tales como la aguada de la marinería
chilena en Huacho y la captura de la corbeta "Socabaya", excelente navío de
guerra, conquistado sin sufrir ninguna baja.

Tras el Combate Naval de Casma, librado por la división del Capitán de Navío
Robert Winthrop Simpson, los buques chilenos regresaron a la patria.

Vuelta la calma, don Carlos Ambrosio García del Postigo obtuvo el retiro de la
Armada y en 1840, viajó a Europa para, posteriormente regresar a Chile, a sus
pertenencias agrícolas cerca del río Itata, en Chillán.

Robert Winthrop Simpson

El Vicealmirante Robert Winthrop nació en Inglaterra, probablemente en 1799. Se


cree que llegó a Chile con la comitiva de Lord Thomas Alexander Cochrane, a
bordo de la corbeta "Rose", en calidad de Guardiamarina.

En la Hoja de Servicios de la Armada, su edad figura en blanco y sólo viene


aparecer como Teniente de Marina el 6 de enero de 1821.

En julio de 1821, durante la Expedición Libertadora del Perú, aparece como


Teniente al mando de un bote de la corbeta "Independencia", participando en la
audaz captura en El Callao de las naves enemigas "Resolución", "San Fernando"
y "Milagro", lo que le valió el ascenso a Capitán de Corbeta, el 7 de octubre de
1821.
El Almirante Cochrane lo nombró Comandante del bergantín "Araucano" y le
ordenó ir a Acapulco con el objeto de interceptar buques españoles. Luego se
dirigió a California a adquirir harina y bueyes. Estando Simpson en tierra, el
contramaestre inglés del "Araucano" indujo a la tripulación extranjera a escaparse
con el bergantín hacia Australia.

En 1824, al mando de la corbeta "Voltaire", Simpson junto con Cobbet que


comandaba el bergantín "Galvarino", mantuvieron bloqueado el archipiélago de
Chiloé durante cuatro meses.

En 1825, al mando del buque insignia "Maria Isabel", ex "O'Higgins", Simpson


participó en el bloqueo del puerto de El Callao, cuando la Escuadra chilena, al
mando de Manuel Blanco Encalada, acudió en auxilio de Simón Bolivar, para
sellar la independencia del Perú.

El 5 de noviembre de 1825 ascendió a Capitán de Fragata graduado. Siempre al


mando de la "María Isabel", participó activamente, en enero de 1826, en derrotar a
los realistas en la liberación de Chiloé.

Tras el desarme de la Escuadra en 1826, Simpson quedó en licencia temporal y


comandó entonces el bergantín peruano "Congreso". En 1827 fue comisionado
para comandar el navío mexicano también de nombre "Congreso". Regresó a
Chile, donde el 13 de enero de 1829 fue nombrado Capitán de Puerto de
Coquimbo.

De 1830 a 1836 fue Comandante del bergantín "Aquiles", donde se distinguió en


diciembre de 1834 al hacer el primer levantamiento hidrográfico desarrollado en
Chile por oficiales de la marina chilena: El de la desembocadura del río Bueno.

Durante 1836 fue Comandante de la corbeta "Valparaíso", buque insignia del


Almirante Blanco Encalada. Pero el 26 de enero de 1837, a raíz de la Guerra
contra la Confederación Perú-boliviana, retoma el mando del "Aquiles", notifica la
desaprobación del Tratado de Paucarpata y desarrolla una enérgica ofensiva en
las costas del Perú, que culmina con la captura de la corbeta "Confederación",
cuyo mando se le confía.

En enero de 1839 la división al mando de Simpson es enviada a Casma a


proveerse de leña y el 12 de enero fue atacada por las corbetas de guerra
corsarias perú-bolivianas, que al mando del francés Juan Blanchet, pretendió
tomar a los buques chilenos al abordaje.

El ataque fue rechazado por los buques chilenos en una encarnizada y violenta
acción. El Combate Naval de Casma terminó con la campaña naval de la Guerra
contra la Confederación y le significó a Simpson ascender a Capitán de Navío el 8
de mayo de 1839.

Destruída la Confederación tras la batalla de Yungay, el 20 de enero de 1839, la


Escuadra reembarcó al ejército de Bulnes y regresó a Chile, donde Simpson pasó
a ser el Comandante de la corbeta "Socabaya" .

El 21 de octubre de 1840 fue nombrado Gobernador y Comandante General de


Armas y Marina del Departamento de Valparaíso. El 22 de diciembre de 1842 fue
nombrado Mayor de Ordenes del Departamento de Valparaíso.

Durante 1844-45 fue Comandante de la fragata "Chile", buque recien construído


en Burdeos, Francia, para nuestra Armada. En septiembre de 1848 fue nombrado
Comandante General de Armas de Quillota. El 15 de enero de 1852 fue elegido
Senador suplente y por ello se hizo ciudadano chileno. Ese mismo año viajó a
Europa a vigilar la construcción de la corbeta de guerra a vapor y a vela
"Esmeralda" , de la cual fue el primer Comandante.
El 13 de diciembre de 1853 ascendió al grado de Contraalmirante y como tal llegó
con la "Esmeralda" a Valparaíso el 7 de diciembre de 1856.

En 1857 fue nombrado Gobernador de Quillota y en 1860 Comandante en Jefe de


la División Naval destinada a evolucionar en el puerto de Quintero.

En 1864 fue Comisionado por el Gobierno para inspeccionar la construcción de las


corbetas "Chacabuco" y "O'Higgins" y la adquisición del vapor "Pampero". Este
último llegó a Chile después de concluída la Guerra contra España y tomó el
nombre de "Abtao" en homenaje al combate liberado en ese lugar.

Simpson continuó sirviendo en la Armada como Inspector General de Marina


hasta el 12 de agosto de 1871, fecha que se le concedió cédula de retiro absoluto
por tener 53 años de servicios.

Robert Winthrop Simpson fue un hombre ejemplar en su vida profesional y


privada. Casado con la chilena Mercedes Baeza, tuvo tres hijos y enviudó.
Contrajo segundas nupcias en 1843 con Catalina Searle, viuda de James L. Swett,
con quien tuvo cuatro hijos más.

El Almirante fallece en Valparaíso el 23 de diciembre de 1877, tras una larga y


fructífera carrera naval, en que participó desde la Guerra de la Independencia. Fue
el héroe de Casma y tuvo influencia directa en la construcción de buques para la
Armada. Se considera uno de los forjadores de la Armada, tanto en la guerra
como en la paz; fue el primer hidrógrafo chileno y comandó la Armada con una
gran discreción, tino e inteligencia.
Guerra contra España
El inicio de la guerra

Para establecer los orígenes de este conflicto armado, debe necesariamente


recurrirse al análisis de un conjunto de factores, cuya ocurrencia en un
determinado momento histórico, entrega un contexto determinado en el que
ocurrieron los hechos.
Primeramente, debe tenerse en cuenta que en la época posterior a la Guerra
contra la Confederación Perú-boliviana, emergió un apasionado sentimiento
americanista en la población chilena, que, para algunos historiadores, habría sido
exaltado a niveles más allá de toda racionalidad.

Sucintamente, los hechos que concurrieron a la iniciación de la guerra son:

En 1865, España había reconocido formalmente la Independencia chilena, pero no


la del Perú, que aún estaba gestionándose ante la Corte por los canales
diplomáticos.

Una fuerza naval hispana, presente en el Pacífico Sur, es recibida con


manifestaciones de hostilidad en los puertos peruanos, lo que sumado al mal
manejo político que hacen los españoles respecto del incidente de Talambo,
deriva en una catarsis generalizada, capturando el Almirante español las islas
Chincha, ricas en guano, a modo de indemnización.

El 18 de septiembre de 1865, en pleno aniversario del establecimiento de la


Primera Junta de Gobierno, el Almirante José Manuel Pareja recala en Valparaíso
y exige al Gobierno chileno un desagravio humillante, amenazando bloquear
nuestros puertos y destruir con su artillería los dos terminales marítimos
principales.

Chile rechaza las condiciones y la fuerza hispana inicia las hostilidades declarando
el bloqueo de nuestros puertos.
El Gobierno chileno declara la guerra a España.

Para establecer los orígenes de este conflicto armado, debe necesariamente


recurrirse al análisis de un conjunto de factores, cuya ocurrencia en un
determinado momento histórico, entrega un contexto determinado en el que
ocurrieron los hechos.

Primeramente debe tenerse en cuenta que en la época posterior a la Guerra


contra la Confederación Perú-boliviana, emergió un apasionado sentimiento
americanista en la población chilena, que para algunos historiadores, habría sido
exaltado a niveles más allá de toda racionalidad.

Suscintamente, los hechos que concurrieron a la iniciación de la guerra son:

En 1865, España había reconocido formalmente la Independencia chilena, pero no


la del Perú, que aún estaba gestionándose ante la Corte por los canales
diplomáticos.

Una fuerza naval hispana, presente en el Pacífico Sur, es recibida con


manifestaciones de hostilidad en los puertos peruanos, lo que sumado al mal
manejo político que hacen los españoles respecto del incidente de Talambo,
deriva en una catarsis generalizada, capturando el Almirante español las islas
Chincha, ricas en guano, a modo de indemnización.
El 18 de septiembre de 1865, en pleno aniversario del establecimiento de la
Primera Junta de Gobierno, el Almirante José Manuel Pareja recala en Valparaíso
y exige al Gobierno chileno un desagravio humillante, amenazando bloquear
nuestros puertos y destruir con su artillería los dos terminales marítimos
principales.

Chile rechaza las condiciones y la fuerza hispana inicia las hostilidades declarando
el bloqueo de nuestros puertos.
El Gobierno chileno declara la guerra a España.
Potencias Navales Comparadas

Para enfrentar este conflicto esencialmente naval, la Marina contaba con sólo dos
buques: la corbeta "Esmeralda" de 18 cañones y el vapor "Maipú", de 4 cañones.

La escuadra española presente, estaba integrada por dos fragatas de 36 cañones


cada una, la "Blanca" y la "Berenguela", la fragata "Resolución" de 40 cañones, la
fragata "Villa de Madrid" de 46 cañones y las goletas "Vencedora" y "Virgen de
Covadonga", de 4 cañones cada una.

En aguas peruanas, operaba la fragata blindada "Numancia" con 40 cañones, y la


fragata "Almansa", también de 40 cañones.

Con sólo 22 cañones en dos buques, debía enfrentar 238 cañones, en un total de
8 unidades enemigas.

Combate Naval de Papudo - 26 de noviembre de 1865

El 24 de noviembre recaló la corbeta "Esmeralda" a Tongoy en busca de


informaciones del enemigo. Su Comandante, el Capitán de Fragata Juan Williams
Rebolledo supo que la fragata "Blanca" estaba relevando en el bloqueo de
Coquimbo a la goleta "Virgen de Covadonga" y que esta última zarparía a
bloquear San Antonio.

Rápidamente cambió sus planes y zarpó al sur para establecer una barrera entre
Coquimbo y Valparaíso, a la espera del paso de la "Virgen de Covadonga" o
cualquier otro transporte enemigo.

El adversario esperado fue avistado a las siete de la mañana del día 26 y la


"Esmeralda" se aproximó con bandera inglesa, sin mayor dificultad. El
Comandante de la goleta "Virgen de Covadonga", Luis Fery la confundió con una
de las corbetas inglesas "Shearwater", "Colombina" o "Mutine", las tres muy
parecidas entre sí.

Pero precaviendo cualquier sorpresa tocó zafarrancho de combate, paró el andar


de su buque y presentando su costado de estribor, esperó a la corbeta listo para
romper el fuego.

A distancia apropiada, Williams Rebolledo ordenó cambiar el pabellón y rompió


simultáneamente el fuego con toda la artillería de estribor, el que fue respondido
por la "Virgen de Covadonga", iniciándose el combate.

Los artilleros chilenos resultaron ser mejores. La nave enemiga recibió varios
impactos en el casco y arboladura, hasta que un certero proyectil detonó en su
cañón de popa, dejando fuera de combate a los 14 hombres que lo servían.

Ante esta situación, la "Virgen de Covadonga" trató de escapar, pero ya era tarde.
La "Esmeralda" seguía sus aguas desde muy cerca, disparando con su cañón de
proa , lo que llevó al enemigo a largar un calabrote para enredar sus hélices, que
logró ser esquivado oportunamente con rápida evolución de la corbeta.
El Comandante Luis Fery de la "Virgen de Covadonga",optó por rendirse y así se
lo comunicó a viva voz al Capitán de Fragata Juan Williams Rebolledo, al tiempo
que arriaba su pabellón.

Sometida la goleta, Williams mandó a Manuel Thomson Porto Mariño a tomar


posesión de ella, llevando tripulación chilena para amarinarla.

Ya a bordo, Fery cedió el mando a Thomson, quien dispuso revisar las válvulas de
fondo, por si se hubiera ordenado abrirlas. Efectivamente, ya había cuatro pies de
agua en las bodegas y en el departamento de calderas el nivel casi llegaba a los
fogones.

Los ingenieros chilenos trabajaron intensamente en cerrar las válvulas, achicar el


agua y dejar el buque en condiciones de navegar a puerto a efectuar reparaciones
mayores.

Los prisioneros fueron el Comandante Fery, seis oficiales y 110 tripulantes. Entre
los españoles hubo dos muertos y catorce heridos, según el parte de Williams.

Según el parte español el número de muertos y heridos fue de veintiseis. En la


"Esmeralda" no hubo ni muertos ni heridos.

Pese a la abismante y desproporcionada debilidad chilena en el mar, se había


desarrollado una exitosa acción ofensiva contra una unidad de guerra española,
que resultó capturada y pasó a engrosar nuestra pequeña Escuadra, como su
tercer buque.

La afrenta que este hecho significó fue tan grande para el Almirante José Manuel
Pareja, que lo llevó a quitarse la vida días después.
Bombardeo de Valparaíso - 31 de marzo de 1866
El día 31 de marzo, con las fragatas "Numancia", "Blanca", "Villa Madrid",
"Resolución" y "Vencedora", el Almirante Méndez Núñez bombardeó el primer
puerto chileno durante tres horas.

Después del Combate Naval de Abtao, la escuadra enemiga desarrolló una


segunda campaña a Chiloé para tratar de destruir a la Escuadra combinada, ahora
con la participación de las fragatas blindadas españolas "Numancia" y la "Blanca".

Sin embargo, el Capitán de Navío Juan Williams Rebolledo había previsto esta
posibilidad enemiga con anticipación suficiente para cambiar el Apostadero de sus
naves desde Abtao al Estero de Huito, frente a Calbuco, que le ofreció un refugio
más seguro, por tener un acceso natural mucho más estrecho.

El Jefe español, Capitán de Navío Casto Méndez Núñez, después de explorar


Abtao, siguió al sur y ubicó los humos de las naves aliadas en Huito, pero no se
aventuró a ingresar al estero para combatir con un espacio de maniobra tan
restringido. Posteriormente, la situación de la escuadra española se tornó casi
insostenible.

La guerra con Chile no obedecía a objetivo político español alguno, sino más bien
a un vehemente apetito de represalia de un Almirante ya desaparecido.

Adicionalmente, había redundado en que Perú, Ecuador y Bolivia le hubiesen


declarado la guerra a España, con lo que se encontraban privados de toda posible
posición para apoyo logístico de las naves cerca del teatro de operaciones.
Faltaban el carbón, los víveres y hasta el sebo para las máquinas.

Desde otro punto de vista, el bloqueo comercial no había surtido el efecto


esperado, dados la extensión del litoral chileno, los numerosos puertos y el escaso
número de naves disponibles para ejecutarlo.
Además, en pocos días arribarían a Chiloé los buques peruanos, el monitor
"Huáscar" y la fragata blindada "Independencia" para sumarse a la Escuadra
aliada, que con este significativo aporte, quedaría en condiciones de operar
ofensivamente en el Pacífico.

Estos elementos de juicio aconsejaban la retirada. Pero, no se habían obtenido en


el mar éxitos de resonancia o trascendencia suficientes como para considerar
cumplida la mentada represalia a la nación chilena, que originó el conflicto.

Enfrentado a esta disyuntiva de cursos de acción contrapuestos, el jefe español


resolvió la retirada, bombardeando antes la ciudad y el puerto de Valparaíso.

Para ello notificó el día 27 de marzo al Gobernador de Valparaíso, que cuatro días
más tarde bombardearía la ciudad, pidiéndole que se izaran banderas blancas en
hospitales, iglesias y establecimientos de beneficencia.

Estaban surtas en la bahía las escuadras inglesa y norteamericana. La primera al


mando del Almirante Denman y la segunda al mando del Comodoro John
Rodgers.

El Encargado de Negocios de Inglaterra Mr. Taylor Thomson no autorizó la


intervención de la escuadra inglesa para impedir el bombardeo, pues ello
significaba un combate entre ambas fuerzas navales.

El Comodoro Rodgers al conocer el pronunciamiento de los ingleses, no se atrevió


a intervenir.

Entonces el Cuerpo Consular en pleno, hizo inutilmente una representación al


Almirante Mendez Núñez, indicándole la esterilidad de su acción y la reprobación
mundial y el baldón que España sufriría por ello.
Poco antes del inicio del bombardeo a Valparaíso, ambas escuadras extranjeras
zarparon, dejando abandonada a su suerte a la ciudad.

El día 31 de marzo, con las fragatas "Numancia", "Blanca", "Villa Madrid",


"Resolución" y "Vencedora", el Almirante Mendez Núñez bombardeó el primer
puerto chileno durante tres horas.

Las 2.600 bombas y granadas disparadas causaron daños avaluados en


$14.733.700 de la época, equivalente a 3.6 veces el costo total de la Expedición
Libertadora del Perú.

Estas son las consecuencias que Chile debió enfrentar, por no mantener un Poder
Naval, consecuente con su condición geográfica esencialmente marítima.

El 11 de abril de 1871, se firma un armisticio mucho después que la escuadra


española abandonara las aguas del Océano Pacífico.

Gracias a la gestión del Almirante Patricio Lynch Zaldívar se produce un


acercamiento entre ambas naciones, firmándose en Lima el Tratado de Paz y
Amistad, el 12 de junio de 1883.

El Combate Naval de Abtao - 7 de febrero de 1866

El duelo artillero se prolongó por casi dos horas, intercambiando entre adversarios
unos 2.000 tiros, sin resultados decisivos, porque las naves castellanas no se
animaron a acortar la distancia, ya que implicaba para ellos un riesgo serio de
varar por desconocimiento detallado de la hidrografía de Abtao.

Días antes del Combate Naval de Papudo, el gobierno peruano fue depuesto por
los revolucionarios y Mariano Prado asumió la Presidencia.
Prontamente se acordó el envío de su escuadra para unirse a la chilena en Chiloé
y esperar allí el arribo de los nuevos blindados "Huáscar" e "Independencia", antes
de iniciar operaciones ofensivas contra la flota española.

El 3 de diciembre de 1865, inician la travesía las fragatas "Apurímac" y


"Amazonas", y 44 días después las corbetas "Unión" y "América".

En el interín, el recién ascendido Capitán de Navío Juan Williams Rebolledo, con


la corbeta "Esmeralda", la goleta "Covadonga" y el vapor "Maipú", habían
organizado el Apostadero Naval de Abtao, en Chiloé, en dos ensenadas
colindantes a la isla del mismo nombre, ubicada en la ribera norte del canal
Chacao.

Para este efecto, se artilló la isla y se contrató al constructor naval Juan Duprat
para que montara una maestranza capaz de carenar y reparar las naves de las
naciones aliadas.

El 10 y 14 de enero, zarpaban de Valparaíso, las fragatas enemigas "Villa de


Madrid", al mando del Comandante Claudio Alvargonzález y la "Blanca", al mando
del Comandante Juan B. Topete, en demanda de la escuadra aliada.

Una semana más tarde, el Gobierno dispuso el desplazamiento del vapor "Maipú"
hasta Magallanes, a fin de interceptar los transportes hispanos "Odessa" y
"Vascongada".

El 4 de febrero, se presentaron para el servicio en Abtao las corbetas "Unión" y


"América," muy escasas en carbón y víveres.

Al día siguiente, el Capitán de Navío Juan Williams Rebolledo decidió ir con la


"Esmeralda", a Ancud para procurar los elementos logísticos requeridos por las
corbetas peruanas, dejando al mando al Jefe de la División Peruana, Capitán de
Navío Manuel Villar.

Así las cosas, el 7 de febrero, el vigía del Apostadero anuncia a las 6.30 un buque
a la vista que se creyó podría ser la corbeta "Esmeralda"; 90 minutos después, se
identifica, sin lugar a dudas, a las fragatas enemigas que con una navegación muy
lenta y precavida.

Recién a las 3 de la tarde enfrentaron al Apostadero, quedando los contendientes


a la vista.

El tiempo disponible desde el avistamiento inicial fue suficiente y muy bien


aprovechado para preparar la fuerza aliada para el combate. Se calentaron
máquinas y fondearon las 4 naves en línea de fila estrecha, unidas con espías, de
manera de cubrir con sus cañones los dos accesos a la ensenada.

Se completaron las dotaciones vacantes en las dos corbetas recién arribadas, los
cañones montados en tierra fueron cubiertos y se estableció una enfermería de
campaña.

A las 3.30 de la tarde, la "Apurímac" rompió el fuego, y fue seguida por todas las
unidades aliadas a una distancia de alrededor de 1.500 mts.

Durante el combate se le cortó una espía a la corbeta "América". Ante ello, la


"Covadonga", al mando de Manuel Thomson Porto Mariño largó la suya a la
"Unión" y fue a remolcar a la "América" que se estaba presentando de enfilada al
fuego del enemigo.

Pero cortado el remolque, decidió cañonear a la "Blanca", que se creía varada. La


"Covadonga" se acercó a 600 metros de su enemiga, cañoneándola por sobre el
istmo que forma la isla Abtao y que lleva ahora el nombre de Thomson.
El duelo artillero se prolongó por casi dos horas, intercambiando entre adversarios
unos 2.000 tiros, sin resultados decisivos, porque las naves castellanas no se
animaron a acortar la distancia, ya que implicaba para ellos un riesgo serio de
varar por desconocimiento detallado de la hidrografía de Abtao.

Optaron por retirarse hacia Valparaíso sin haber podido dar cumplimiento a la
misión asignada. La fuerza aliada había triunfado en el rechazo de las naves
atacantes.
Bombardeo de Valparaíso - 31 de marzo de 1866

El día 31 de marzo, con las fragatas "Numancia", "Blanca", "Villa Madrid",


"Resolución" y "Vencedora", el Almirante Méndez Núñez bombardeó el primer
puerto chileno durante tres horas.

Después del Combate Naval de Abtao, la escuadra enemiga desarrolló una


segunda campaña a Chiloé para tratar de destruir a la Escuadra combinada, ahora
con la participación de las fragatas blindadas españolas "Numancia" y la "Blanca".

Sin embargo, el Capitán de Navío Juan Williams Rebolledo había previsto esta
posibilidad enemiga con anticipación suficiente para cambiar el Apostadero de sus
naves desde Abtao al Estero de Huito, frente a Calbuco, que le ofreció un refugio
más seguro, por tener un acceso natural mucho más estrecho.

El Jefe español, Capitán de Navío Casto Méndez Núñez, después de explorar


Abtao, siguió al sur y ubicó los humos de las naves aliadas en Huito, pero no se
aventuró a ingresar al estero para combatir con un espacio de maniobra tan
restringido. Posteriormente, la situación de la escuadra española se tornó casi
insostenible.
La guerra con Chile no obedecía a objetivo político español alguno, sino más bien
a un vehemente apetito de represalia de un Almirante ya desaparecido.

Adicionalmente, había redundado en que Perú, Ecuador y Bolivia le hubiesen


declarado la guerra a España, con lo que se encontraban privados de toda posible
posición para apoyo logístico de las naves cerca del teatro de operaciones.
Faltaban el carbón, los víveres y hasta el sebo para las máquinas.

Desde otro punto de vista, el bloqueo comercial no había surtido el efecto


esperado, dados la extensión del litoral chileno, los numerosos puertos y el escaso
número de naves disponibles para ejecutarlo.

Además, en pocos días arribarían a Chiloé los buques peruanos, el monitor


"Huáscar" y la fragata blindada "Independencia" para sumarse a la Escuadra
aliada, que con este significativo aporte, quedaría en condiciones de operar
ofensivamente en el Pacífico.

Estos elementos de juicio aconsejaban la retirada. Pero, no se habían obtenido en


el mar éxitos de resonancia o trascendencia suficientes como para considerar
cumplida la mentada represalia a la nación chilena, que originó el conflicto.

Enfrentado a esta disyuntiva de cursos de acción contrapuestos, el jefe español


resolvió la retirada, bombardeando antes la ciudad y el puerto de Valparaíso.

Para ello notificó el día 27 de marzo al Gobernador de Valparaíso, que cuatro días
más tarde bombardearía la ciudad, pidiéndole que se izaran banderas blancas en
hospitales, iglesias y establecimientos de beneficencia.

Estaban surtas en la bahía las escuadras inglesa y norteamericana. La primera al


mando del Almirante Denman y la segunda al mando del Comodoro John
Rodgers.
El Encargado de Negocios de Inglaterra Mr. Taylor Thomson no autorizó la
intervención de la escuadra inglesa para impedir el bombardeo, pues ello
significaba un combate entre ambas fuerzas navales.

El Comodoro Rodgers al conocer el pronunciamiento de los ingleses, no se atrevió


a intervenir.

Entonces el Cuerpo Consular en pleno, hizo inutilmente una representación al


Almirante Mendez Núñez, indicándole la esterilidad de su acción y la reprobación
mundial y el baldón que España sufriría por ello.

Poco antes del inicio del bombardeo a Valparaíso, ambas escuadras extranjeras
zarparon, dejando abandonada a su suerte a la ciudad.

El día 31 de marzo, con las fragatas "Numancia", "Blanca", "Villa Madrid",


"Resolución" y "Vencedora", el Almirante Mendez Núñez bombardeó el primer
puerto chileno durante tres horas.

Las 2.600 bombas y granadas disparadas causaron daños avaluados en


$14.733.700 de la época, equivalente a 3.6 veces el costo total de la Expedición
Libertadora del Perú.

Estas son las consecuencias que Chile debió enfrentar, por no mantener un Poder
Naval, consecuente con su condición geográfica esencialmente marítima.

El 11 de abril de 1871, se firma un armisticio mucho después que la escuadra


española abandonara las aguas del Océano Pacífico.
Gracias a la gestión del Almirante Patricio Lynch Zaldívar se produce un
acercamiento entre ambas naciones, firmándose en Lima el Tratado de Paz y
Amistad, el 12 de junio de 1883.

Juan Williams Rebolledo


Contraalmirante

El Contraalmirante Williams nació en Curacaví el año 1826, sus padres fueron


Juan Guillermos (John Williams Wilson), quien sirvió a la Armada chilena a las
órdenes de Lord Thomas Cochrane, y Micaela Rebolledo.

Incorporado como Guardiamarina a la Armada, el 18 de mayo de 1844, se


embarca en la fragata "Chile". En octubre de ese mismo año prestó servicios en la
goleta-quech "Magallanes", efectuando viajes a la zona del mismo nombre del
buque, para apoyar la colonia recién instalada por su padre.

El 17 de agosto de 1846 fue nombrado Teniente 2° y embarcado en el bergantín-


goleta "Janequeo", donde permaneció hasta 1849 cuando fue transbordado
nuevamente a la fragata "Chile", la que con su tripulación inició la exploración de
los lagos Nahuelhuapi y Llanquihue.
En abril de 1850 se embarcó en el bergantín "Meteoro" como Oficial Detall,
ascendiendo a Teniente 1° un mes más tarde y tomando el mando del buque.

Al año siguiente volvió a la fragata "Chile", contribuyendo a sofocar el movimiento


revolucionario de 1851. El mismo año tomó el mando de la fragata y operó en el
norte del país.

En 1852 fue nombrado Comandante de la barca "Infatigable", dirigiéndose a


Magallanes para contribuir en el reestablecimiento del orden en esa colonia,
después de la sublevación de José Miguel Cambiaso y llevando personal de
relevo y víveres para seis meses. Permaneció en ese buque hasta 1854.

El 22 de agosto de ese año ascendió a Capitán de Corbeta y cumplió comisiones


en Atacama. En 1855 se trasladó a Inglaterra como Segundo Comandante de la
recién construída corbeta "Esmeralda", bajo la dirección del Capitán de Navío
Robert Winthrop Simpson.

El 01 de marzo de 1857 tomó el mando del bergantín "Ancud", efectuando un viaje


a Centroamérica y trabajos hidrográficos en el río Maullín y el archipiélago de
Chiloé, hasta 1860, año en que fue nombrado Comandante del vapor "Maipú". En
este buque cumplió diversas comisiones en el norte del país. En 1861 prestó
ayuda al Coronel Barbosa en la contención de una sublevación araucana.

El 13 de septiembre de 1861 fue ascendido a Capitán de Fragata y en 1862 fue


comisionado con su nave para estudiar la instalación de un dique seco en Chiloé,
para carenar buques de la Armada.

El 11 de septiembre de 1863 fue transbordado a la corbeta "Esmeralda"


permaneciendo en el norte para hacer respetar la línea fronteriza determinada por
el gobierno. En esa oportunidad desbarató una explotación de guanos al sur de
Mejillones, que Bolivia había concedido al brasileño Pedro López Gama.

Al inicio de la Guerra contra España, la corbeta "Esmeralda" se encontraba


comenzando su carena por lo que debió suspenderla y alistarse para zarpar con el
vapor "Maipú", únicos buques que tenía Chile.

Estando en Tongoy e informado que la goleta "Virgen de Covadonga" zarparía de


Coquimbo a Valparaíso, navegó para interceptarla a la altura de Papudo, donde
en un rápido combate la capturó el 26 de noviembre de 1865, en el denominado
Combate Naval de Papudo. Después de esta acción Williams fue ascendido a
Capitán de Navío el 29 de noviembre.

Luego se dirigió a Chiloé en espera de la llegada de los buques de la escuadra


peruana, los que se incorporaron en Abtao. Allí, en ausencia de Williams, que se
había dirigido a Ancud a buscar un buque carbonero para la escuadra peruana, se
produjo el Combate Naval de Abtao, con resultados inciertos para ambos bandos.

Después de la Guerra contra España, Williams se mantuvo como Comandante en


Jefe de la Escuadra hasta 1874, año que fue designado Mayor General del
Departamento de Marina.

El 29 de septiembre de 1877 ascendió a grado Contraalmirante y en 1878, debido


a la tensión con Argentina tomó nuevamente el mando de la Escuadra. Pasada la
crisis, ésta fue disuelta.

Debido al conflicto con Bolivia, en febrero de 1879 tomó nuevamente el mando de


la Escuadra, izando su insignia en el blindado "Blanco". De inmediato, se
preocupó de la organización, instrucción del personal y de mantener la disciplina.
Debido a la falta de un apoyo logístico que garantizara sus operaciones en el
Perú, presentó al gobierno un plan de bloqueo de Iquique, para hacer concurrir a
la escuadra peruana en su defensa. Transcurrido un tiempo más que suficiente y
ante la ausencia de las naves peruanas, decidió incursionar en El Callao, dejando
a cargo del bloqueo de Iquique a la corbeta "Esmeralda" y la goleta "Virgen de
Covadonga" .

Mientras Williams navegaba al norte, simultáneamente el Capitán de Navío Miguel


Grau Seminario, a cargo de la división naval peruana, navegaba hacia al sur, sin
que ambos avistaran la presencia del otro.

El 21 de mayo de 1879, se produjo el Combate Naval de Iquique y el Combate


Naval de Punta Gruesa, donde la corbeta chilena "Esmeralda" fue hundida sin
rendir su pabellón y la goleta "Virgen de Covadonga" en una audaz maniobra hizo
encallar a la fragata blindada peruana "Independencia".

Posteriormente, el recién ascendido Almirante Grau capturó el transporte "Rimac",


con tropas de los Carabineros de Yungay, víveres, municiones y vituallas, lo que
produjo un revuelo popular y duras críticas para Williams, a quien se culpó
injustamente por el desacierto del gobierno de hacer navegar ese buque sin
protección y sin conocimiento del Almirante. Enfermo y dolido por la injustas
críticas presentó su renuncia al cargo y fue reemplazado por el Capitán de Navío
Galvarino Riveros Cárdenas.

Luego de esto, se desempeñó como miembro de la Junta de Asistencia de la


Comandancia General de Marina. En 1886 fue nombrado Intendente de
Valparaíso y Comandante General de Armas y Marina. El 20 de enero de 1889
tomó la Dirección de la Escuela Naval.

En marzo de 1890 asume la Comandancia General de Armas y Marina, donde lo


sorprendió la Guerra Civil de 1891, en la cual se mantuvo leal al Presidente José
Manuel Balmaceda Fernández y por consiguiente separado del servicio al término
del conflicto.
Casado con doña Clara Noeglé, tuvo cinco hijos: Juan, Héctor, Leonor, Lucila y
Elena, el primero de los cuales muere trágicamente en el combate de Placilla, el
28 de agosto de 1891.

Este Marino de alto profesionalismo, educador de numerosas generaciones que


inculcó siempre la disciplina y el cumplimiento del deber, virtudes militares de las
que fue un celoso observante y que creó con su ejemplo una tradición muy valiosa
en la Armada de Chile, falleció en Santiago el 24 de junio de 1910.

José Manuel Pareja

Su padre, Antonio Pareja, destinado en Perú, fue militar realista durante la Guerra
de la Independencia de ese país y murió en 1813 en el combate de Chillán (Chile)
con el rango de brigadier. José Manuel Pareja sentó plaza de guardiamarina en
noviembre de 1827 en el departamento de Cádiz. Sus destinos embarcados en
esta etapa de formación se iniciaron en el navío Soberano y después en la fragata
Perla y finalmente en el bergantín Relámpago. Con este último realizó un viaje de
vuelta al mundo con escala en el archipiélago de las islas Filipinas. Tras este viaje
se sucedieron nuevamente los destinos embarcados.

En 1833, a bordo del navío Guerrero, cambió su destino en tierra de Cádiz por
Vigo y posteriormente Ferrol. En 1834 realizó con éxito en esta localidad la prueba
para ascender en el escalafón, alcanzando la graduación de alférez de fragata.
Nuevamente en Vigo y ya con su nuevo grado, embarcó en la fragata Lealtad, con
el que participó en la Guerra Carlista, cuando el Gobierno isabelino envió la
embarcación hacia las costas de las provincias vascas, levantadas a favor del
pretendiente.
Tras la finalización de esta breve campaña marítima, y ya de regreso a Ferrol, la
fragata naufragó, aunque tanto Pareja como el resto de la tripulación pudieron
salvarse. Tras este hecho tuvo un destino en tierra como ayudante del jefe del
arsenal de La Carraca.

Nuevamente con destino, embarcado en el bergantín Jasón, marchó otra vez a las
costas cantábricas al ser incorporado a las fuerzas navales de esa zona marítima.

Se distinguió en las operaciones de las costas del norte, sobre todo con las
acciones al mando de la trincadura Valdés, con la que participó el 10 de febrero de
1836 en la evacuación de las tropas liberales que defendían San Sebastián, y más
tarde en el socorro y abastecimiento de la guarnición de Guetaria, por lo que fue
distinguido con la Cruz de la Marina de la Diadema Real. Se le encomendó el
mando del Churruca, y con este destino embarcado presenció en mayo de 1836 la
ruptura de líneas del cerco de San Sebastián y la conquista del puerto de Pasajes,
siendo esta vez recompensada su labor con la gran Cruz Laureada de San
Fernando de 1.ª Clase. Dicha condecoración le sería otorgada nuevamente en
diciembre del mismo año y por iniciativa del general Espartero en reconocimiento
de su labor durante la batalla de Luchana, a la vez que por los mismos hechos el
Congreso Constituyente le nombraba benemérito de la patria. En 1837 ascendió
nuevamente a teniente de navío y participó en los ataques a las plazas de Irún y
Fuenterrabía que culminaron con la rendición de las mismas, obteniendo una
nueva Cruz de servicios distinguidos. En 1838 los asaltos fueron a las plazas de
Orrio y Zarauz, que le proporcionaron la Cruz de caballero de Isabel la Católica.

En 1839 fue enviado al Caribe, y en el destino en tierra de Cuba recibió el mando


del pailebote Teresita, que tenía su sede en esa ciudad. Prestó servicio en el
apostadero de La Habana entre 1839 y 1842 y después regresó a España.
Embarcó en Algeciras en la fragata Cortés, con la que participó en el asedio a
Cádiz que se estaba realizando y cuyo frente marítimo estaba al mando de José
Primo de Rivera, y que finalizó con el paso al bando del alzamiento
antiesparterista de Cádiz. En 1844 ascendió a la graduación de capitán de fragata.
Con este grado y hasta 1850 tuvo varios destinos embarcados en varios puestos y
apostaderos de la Marina y al final de este período, entre 1849 y 1850, se
distinguió en la expedición mandada por el Gobierno español a Italia para
defender los Estados Pontificios en el proceso de unificación italiana; por ello
recibió de manos del Papa la encomienda de San Gregorio del Gobierno pontificio,
mientras que en España recibió la encomienda de Carlos III.

En noviembre de 1851 fue nuevamente ascendido, obteniendo el grado de capitán


de navío, y unos meses más tarde, ya en marzo de 1852, recibió el puesto de
mayor general con sede en el apostadero naval de La Habana. Volvió a la
Península en mayo de 1855 con otro destino en tierra, el de comandante
subinspector en el arsenal de Ferrol, puesto en el que introdujo muchas y
beneficiosas reformas y mejoras. En 1857, la Reina le otorgó un nuevo mando
embarcado, en el navío Isabel II, además de ascenderle al grado de brigadier de la
Armada. Con este nuevo grado y navío realizó un viaje a Cuba.

En noviembre de 1857 fue designado director para la Dirección de Armamento,


Expediciones y Pertrechos, con destino en Madrid. Al año siguiente, en un viaje
oficial, acompañó al ministro de Marina y a la Reina en un viaje oficial a las
ciudades y puertos de Gijón, Ferrol y La Coruña. El año siguiente, 1859, realizó un
viaje similar acompañando al nuevo ministro de Marina a los departamentos
marítimos de Ferrol, Cádiz y Cartagena. En 1860 se le condecoró con la Gran
Cruz de Isabel la Católica y en 1861 fue destinado a ejercer la comandancia
general del arsenal de La Carraca. Desde este puesto ascendió al de jefe de la
Escuadra en 1863 y fue vuelto a nombrar comandante en jefe del mencionado
arsenal hasta marzo de 1864. Fue nombrado ministro de Marina el 1 de marzo de
1864, en el Gobierno presidido por Alejandro Mon, pero dimitió por razones de
salud el 16 de septiembre de ese año.
En octubre pasó a la Comandancia General de la Escuadra del Pacífico,
compuesta por dos fragatas y dos corbetas, en sustitución del general de la
Armada Hernández Pinzón, y fue designado ministro plenipotenciario en el Perú
para la devolución de las islas Chinchas a cambio de una compensación
económica.

Pareja se trasladó al Pacífico a bordo del navío Villa de Madrid y logró firmar con
el ministro peruano de Relaciones Exteriores, Manuel Ignacio Vivancos, el 27 de
enero de 1865 en Callao, un tratado satisfactorio para ambas partes. Por ese logro
el Gobierno español le ascendió al grado de teniente general de la Armada en el
mes de abril. Sin embargo, nuevos incidentes volvieron a agudizar la tensión:
Chile se negó a abastecer de carbón a los barcos españoles, agriándose las
relaciones entre ambos países. El embajador español en Chile logró obtener un
acuerdo, que Pareja consideró perjudicial para los intereses de España, por lo que
así lo comunicó al Gobierno, que le concedió plenos poderes para modificarlo
usando los medios que considerase convenientes.

Pareja abandonó el puerto peruano de Callao y con su pequeña escuadra


compuesta por las fragatas Villa de Madrid, su buque insignia, Blanca,
Berenguela, Resolución y la corbeta Vencedora se dirigió hacia Chile, cuyo
Gobierno se negó a las pretensiones españolas.

Pareja decretó entonces el bloqueo de los puertos chilenos, lo que se acompañó


por la llegada de nuevas embarcaciones militares españolas. Diversas potencias
europeas trataron de intermediar a través de sus embajadores, pero Pareja
sostuvo una posición de dureza contra el Gobierno de Chile. Sin embargo, un
audaz golpe de mano de la marinería chilena del barco Esmeralda, al mando de
Juan Williams Rebolledo, permitió el 26 de noviembre la captura de las corbetas
españolas Covadonga y Vencedora con un asalto mediante botes durante el
combate naval de Papudo.
Ante esto y dadas las noticias que le proporcionó Casto Méndez Núñez desde
Callao sobre la práctica ruptura de relaciones entre Perú y España, José Manuel
Pareja se disparó un tiro en la sien en el camarote de la fragata Villa de Madrid. El
mando de la escuadra española fue entonces asumido por Méndez Núñez.

José Manuel Pareja fue senador del Reino a título vitalicio, desde el 14 de marzo
de 1864.

La Guerra del Pacífico


Génesis

Desde el año 1842, Chile había fijado por ley la propiedad de todas las guaneras
que explotaba al sur del paralelo 23 Sur, lo que Bolivia no objetó.

Después de un lapso de 24 años y para zanjar una serie de discusiones y


conflictos respecto a la delimitación entre ambas naciones, se aceptó la firma de
un Tratado Internacional en que dicho límite fuera desplazado al sur hasta el
paralelo 24 Sur, lo que implicó que el puerto de Antofagasta quedara en territorio
boliviano.
Como en la zona cedida existían numerosas empresas chilenas que explotaban
sus recursos naturales, el documento firmado consideraba repartirse por partes
iguales los ingresos respectivos.

Nuevamente en 1874 se experimentaron dificultades, que fueron resueltas


pacíficamente mediante un convenio que comprometía a Bolivia a congelar el
monto de las contribuciones que cobraba a los empresarios chilenos por un lapso
de 25 años.

Lo pactado fue desconocido por el gobierno altiplánico 4 años después, lo que


provocó enérgicas reclamaciones diplomáticas, que fueron totalmente ignoradas.

Los chilenos se negaron al pago del alza dispuesta y Bolivia los consideró
morosos y los notificó de que sus propiedades serían rematadas, si no abonaban
lo adeudado antes del 14 de febrero de 1879.

Ante la gravedad de estos últimos acontecimientos, Chile desplegó


preventinamente en Caldera a los blindados "Blanco" y "Cochrane" , mientras
accionaba por los conductos diplomáticos para superar la situación creada.
Al conocerse en Santiago la ocurrencia de actos de violencia contra los chilenos
residentes en Antofagasta, se dispuso la recalada en dicho puerto del blindado
"Blanco", para actuar por presencia en resguardo de los intereses nacionales.

Como no se logra el efecto deseado y el remate de las propiedades chilenas va a


ser ejecutado, el Gobierno decide actuar con su Armada.

El 8 de febrero se embarcan dos compañías a bordo del blindado "Cochrane" y la


corbeta "O'Higgins" , al mando del Coronel Emilio Sotomayor y ambas naves
recalan en Antofagasta el día 14, donde se apoderan de la ciudad antes de la
medianoche.

El 85% de la población chilena en este puerto los recibe con enormes


demostraciones de júbilo.

El 12 de febrero de 1879 Chile rompió relaciones con Bolivia. El 1o. de marzo


Bolivia declara la guerra a Chile. El 5 de abril, Chile declara la guerra a Perú y
Bolivia, porque entonces se hace pública una alianza secreta de ambas naciones
contra Chile, por un tratado que databa desde 1873 y que incluía a Argentina que
posteriormente no lo ratificó.
Primeras Operaciones

El 10 de marzo de 1879, Bolivia declara la guerra a Chile y el 5 de abril de 1879 el


Gobierno chileno declara la guerra a Perú y Bolivia.

Simultáneamente, recala la Escuadra nacional en Iquique, al mando del


Contraalmirante Juan Williams Rebolledo, e inicia el bloqueo a aquel puerto
peruano, mientras las naves peruanas eran reactivadas con la mayor urgencia en
El Callao.
El plan del Gobierno chileno era la inmediata conquista del dominio del mar,
mediante un ataque sorpresivo a la flota enemiga en su base. Si no se lograba
capturarla o destruirla, por lo menos había que bloquearla en sus fondeaderos,
para poder enviar con seguridad una expedición marítima de 4.000 soldados sobre
Iquique, a fin de conquistar la región salitrera de Tarapacá.

El Almirante Juan Williams Rebolledo había concebido un plan diferente, que


consideraba obligar al enemigo a concurrir a la zona de Tarapacá para obligarlo a
romper el bloqueo de Iquique y dar allí la batalla decisiva.

Además , efectuar el hostigamiento de los diferentes puertos y poblaciones en el


litoral de Tarapacá. De esta manera se conquistaba el dominio del mar, en aguas
menos alejadas de la base de operaciones.

Ambos planes buscaban el mismo objeto por caminos diferentes. Esta diferencia
derivaba de que el Gobierno no conocía en detalle las limitaciones logísticas del
Almirante.

Para desplazarse hasta El Callao, la Escuadra debía ir acompañada de un


transporte carbonero, que no poseía.

Sin embargo, el plan del Gobierno era más adecuado, ya que complementaba la
acción ofensiva con el necesario requisito de la oportunidad, consistente en el
ataque a un enemigo, aún no preparado para iniciar operaciones.

El plan de campaña peruano buscó inicialmente la disputa del dominio del mar
para conquistarlo más tarde. Consecuentemente, consideraba acciones ofensivas
en el litoral chileno, atacando sus líneas de comunicaciones marítimas, pero
rehuyendo permanentemente la batalla con la Escuadra chilena, hasta lograr
dividirla o dispersarla mediante apremios.
Aprovecharía el polo de atracción hacia el sur, que provocarían estas acciones en
nuestra Escuadra, para abastecer el teatro terrestre en Tarapacá; desplegar allí
sus fuerzas y brindar indirectamente protección a sus líneas de comunicaciones
marítimas desde Panamá, para el abastecimiento de insumos de guerra
importados.

Dada la inferioridad potencial de la Escuadra peruana, no podía arriesgarse a dar


una batalla naval decisiva, pero sí podía accionar ofensivamente sobre objetivos
aislados y hacer guerra de corso.

Es decir, el plan peruano era el más adecuado a las circunstancias y condenaba al


fracaso lo concebido inicialmente por el Almirante Juan Williams Rebolledo.

Potencias Navales Comparadas

Al comienzo de la Guerra, la Escuadra chilena estaba formada por los siguientes


buques:

- Blindados "Cochrane" y "Blanco": 5 años en servicio; andar de 9,5 nudos;


armamento de 6 cañones de 250 lbs (9"), 1 cañón de 4.7 ", 1 de 9 libras y 1 cañón
de 7 libras ; 300 hombres de tripulación.

- Corbetas "O'Higgins" y "Chacabuco": 15 años en servicio; casco de madera,


andar de 6,5 nudos; armamento de tres cañones de 115 lbs ( 7"), dos de 70 lbs y
cuatro de 40 lbs; dotación de 160 hombres.
- Corbeta "Esmeralda": 25 años en servicio; casco de madera; andar de 3 nudos;
12 cañones de 40 lbs., 199 hombres de tripulación. En muy mal estado por
vetustez.

- Corbeta "Abtao": 15 años en servicio; casco de madera y fierro, andar de 6


nudos; 3 cañones de 150 lbs. y 4 de 40 lbs.

- Cañonera "Magallanes": 5 años en servicio, 1 cañón de 115 lbs. (7"), 1 de 64 lbs.


y 2 de 20 lbs (4"); andar de 11 nudos; lista para iniciar operaciones.

- Cañonera "Covadonga": 21 años de servicio; casco de fierro; andar de 7 nudos,


2 cañones de 70 lbs. y 2 de 9 lbs.

Eran naves bastante heterogéneas, de andares, edades y armamento diferentes y


cuyo poder estaba fundamentalmente basado en los blindados y la cañonera
"Magallanes".

La Armada peruana contaba con los siguientes buques :

- Monitores blindados "Manco Cápac" y "Atahualpa"; 17 años en servicio; andar de


3,5 nudos, y 2 cañones de 500 lbs.

- Monitor blindado "Huáscar": 14 años en servicio; andar de 11 nudos; casco de


fierro acorazado; 2 cañones de 300 lbs. en una torre giratoria; 2 de 40 lbs. y 1 de
12 lbs; dotación de 200 hombres.

- Fragata blindada "Independencia": 15 años de servicio; andar de 12,5 nudos;


casco de fierro, 2 cañones de 150 lbs., 12 de 70 lbs., 4 de 32 lbs., y 4 de 9 lbs.
- Corbeta "Unión": 15 años en servicio; andar de 12,5 nudos; casco de madera, y
14 cañones de 70 lbs.

- Cañonera "Pilcomayo": 15 años en servicio; andar de 10,5 nudos; casco de


madera; 2 cañones de 70 lbs., 4 de 40 lbs. y 4 de 12 lbs.

La oficialidad y tripulaciones chilenas estaban mejor preparadas que las peruanas,


con honrosas excepciones.

La ubicación del teatro de operaciones marítimo estaba enorme distancia de la


base de la Escuadra chilena en Valparaíso, lo que significó una considerable
limitación logística.

La Armada enemiga, en cambio, aunque con base principal en El Callao, disponía


de un apoyo más efectivo a sus operaciones en las bases secundarias de Arica,
Ilo e Islay.

Al inicio de la guerra, la Escuadra peruana estaba prácticamente desmantelada en


El Callao. Las calderas de la "Independencia" estaban en tierra y el "Huáscar" se
encontraba desartillado.

El Bloqueo de Iquique

Iquique no resultó a la Armada peruana un apremio lo suficientemente poderoso


para que concurriera a presentar batalla, lo que restó significación estratégica al
bloqueo.

El Almirante Juan Williams Rebolledo, antes de cambiar su plan original, decide


hostigar los puertos peruanos. Para este efecto divide a la Escuadra en las
siguientes agrupaciones:
A los buques más viejos la corbeta "Esmeralda" y la goleta "Covadonga" los
mantuvo en el bloqueo de Iquique.

Con el blindado "Blanco", la corbeta "Chacabuco" y la corbeta "O'Higgins" zarpó al


ataque de Huanillos, Pabellón de Pica y Pisagua.

El Comandante Enrique Simpson Baeza, con el blindado "Cochrane" y la cañonera


"Magallanes" , fue destacado a atacar Mollendo.

En Pabellón de Pica, se suspendió el cargamento de guano a 15 naves mercantes


neutrales, se quemaron los muelles e instalaciones fiscales y se capturó un
remolcador a vapor, con todos los faluchos empleados en la carga de buques.

En Huanillos se procedió de igual forma con 50 naves mercantes e instalaciones


portuarias.
Los chinos residentes contribuyeron enormemente a la acción ofensiva de las
naves, al sublevarse, incendiando y saqueando el resto del puerto.

En Mollendo se enfrentó resistencia de fusilería enemiga en tierra, que el


Comandante Enrique Simpson Baeza neutralizó bombardeando las instalaciones
portuarias.

Reacción similar desde tierra experimentaron el blindado "Blanco" y la corbeta


"Chacabuco" en Pisagua, por lo que también bombardearon el puerto, hasta que
la bandera peruana fue arriada.

Al enviar un destacamento a tierra para destruir los faluchos, los peruanos


reanudaron el fuego, lo que motivó la continuación del bombardeo hasta incendiar
todos los depósitos de salitre.

Al regreso de la Escuadra a Iquique, el Almirante Juan Williams Rebolledo ordenó


a las autoridades del puerto detener las plantas destiladoras de agua y el
ferrocarril, so pena de bombardear la ciudad. Pero la escuadra enemiga no se
presentó a dar batalla. Entonces el Jefe Naval decidió cambiar el Plan.

Combate Naval de Chipana - 12 de abril de 1879

Tan pronto le fue notificado el bloqueo de Iquique, el mando naval peruano dio
ejecución a lo planeado para sus primeras operaciones.

La "Unión" y la cañonera "Pilcomayo" zarparon de El Callao el 8 de abril a


interceptar las líneas de comunicaciones marítimas chilenas al sur de Iquique,
para negar los abastecimientos a los buques chilenos.
El Almirante Juan Williams Rebolledo conoció este zarpe, pero, creyéndolo del
monitor "Huáscar" con la cañonera "Pilcomayo" y temiendo un bombardeo a la
planta resacadora de agua en Antofagasta, ordenó el zarpe del blindado
"Cochrane" y la cañonera "Magallanes" a ese puerto.

Entre tanto, el Gobierno había enviado instrucciones urgentes para el Almirante


Williams, que llegaron telegráficamente a Antofagasta.

Cuando recalaron las naves al puerto, la cañonera "Magallanes" , al mando del


Comandante Juan José Latorre Benavente, fue comisionada para llevar dichas
comunicaciones a Iquique.

En la mañana del 12 de abril y a la cuadra de la punta Chipana, avistó a los


buques peruanos "Unión" y "Pilcomayo", que de inmediato gobernaron para
acortar distancia con la cañonera.

Ambos eran superiores a la cañonera "Magallanes" en andar y armamento. A las


10.50 la cañonera "Pilcomayo" abrió el fuego a 3.550 metros, seguida por la
"Unión".

El Capitán de Fragata Juan José Latorre Benavente ordenó izar el pabellón de


combate, con un fuerte "Viva Chile" de su tripulación y decidió no responder el
fuego de la cañonera "Pilcomayo", para concentrar su escaso armamento sobre la
"Unión". Al tercer disparo logró un impacto generando un enorme escape de
vapor. La nave se detuvo momentánemente y después viró, abriendo distancia
para reunirse con la cañonera "Pilcomayo" y ambas decidieron terminar la acción.

El Comandante Juan José Latorre Benavente recaló en Iquique, entregando el


documento al Almirante y cumplió en forma integral el objeto de la comisión.
Los buques peruanos no supieron aprovechar su mejor andar y armamento, para
poner entre dos fuegos a la cañonera "Magallanes".

La "Unión" tuvo que regresar hasta El Callao para ser sometida a reparaciones, y
la cañonera "Pilcomayo" a Ilo para carbonear.

El Capitán de Fragata Juan José Latorre aplicó correctamente el principio de


mantenimiento del objetivo. Dos naves enfrentaron a una más débil y resultaron
rechazadas con averías.

Expedición de la Escuadra a El Callao

Dado que el enemigo no presentaba combate en Iquique, se consideró


necesario ir en su búsqueda mediante acciones ofensivas.
El 9 de mayo había recalado el vapor "Lamar" con carbón, víveres y
municiones.
Seis días más tarde arribó a Iquique el vapor inglés "Lontué", cuyo Capitán
informó al Almirante Juan Williams Rebolledo que el grueso de la flota enemiga
aún permanecía en El Callao y le proporcionó un croquis de la base naval con
la ubicación de los diferentes buques peruanos.
Manteniendo el mayor secreto, Juan Williams Rebolledo decidió zarpar el 16 de
mayo para atacar a El Callao. Antes, efectuó algunos relevos:
El Capitán de Fragata Arturo Prat Chacón asumió como Comandante de la
corbeta "Esmeralda" y la responsabilidad por el bloqueo de Iquique.
El Comandante Manuel Thomson Porto Mariño asumió el mando de la "Abtao"
y el Capitán de Corbeta Carlos Condell de la Haza, como Comandante de la
goleta "Covadonga" , que permanecía junto a la "Esmeralda" en el bloqueo de
Iquique.
El día anterior, el Almirante citó al Comandante Arturo Prat Chacón a bordo del
buque insignia y le entregó un sobre sellado con instrucciones, el que debía ser
abierto el 20 de mayo.
El 16 de mayo zarpa la Escuadra con rumbo a El Callao.

Quiso el destino que el mismo día se hiciera a la mar la escuadra enemiga


desde El Callao a Arica, llevando embarcado al Presidente Mariano Ignacio
Prado y escoltando un convoy con 4.000 soldados, destinados a reforzar el
dispositivo terrestre en Tarapacá.
 Ambas fuerzas se cruzan de vuelta encontrada en alta mar, sin avistarse.
En Arica, el jefe peruano, Capitán de Navío Miguel Grau Seminario, obtiene las
siguientes informaciones: Que la Escuadra chilena había zarpado con sus
unidades más significativas hacia El Callao. Que el bloqueo de Iquique era
mantenido por dos buques de muy escaso valor combativo.Que desde
Valparaíso había zarpado un convoy desprotegido con 2.500 soldados (noticia
en la prensa chilena).

Ciñéndose fielmente al plan de campaña, el Comandante peruano resolvió


atacar a las dos naves chilenas en Iquique y luego continuar al sur para
interceptar y apresar el convoy con tropas y destruir la máquina resacadora de
agua de Antofagasta.
Así el 20 de mayo zarpaban desde Arica el monitor "Huáscar" y la fragata
blindada "Independencia" y al día siguiente a las 08.00 horas entraban a la rada
de Iquique.
El mismo día entraba la Escuadra nacional en El Callao, encontrando una base
naval ausente de objetivos. El Almirante Williams ordenó regresar al sur
forzando las máquinas.

Combate Naval de Iquique - 21 de mayo de 1879

 Hay pocos hechos en la Historia Universal que puedan compararse con la


gesta desarrollada en la bahía de Iquique aquel 21 de mayo de 1879, no tan
sólo por el ejemplo de heroísmo del Comandante Arturo Prat Chacón y la
dotación de la corbeta "Esmeralda", sino que también por el significado y
repercusiones que ésta tuvo en el desarrollo de los acontecimientos
posteriores.
Al declarar la guerra Chile a los aliados, Perú y Bolivia, 05 de abril de 1879, la
Escuadra chilena inició de inmediato el bloqueo del puerto peruano de Iquique,
con la intención de obligar a la escuadra enemiga a romperlo y disputar el
dominio del mar.
El 16 de mayo, el Comandante en Jefe de la Escuadra, Almirante Juan Williams
Rebolledo, ante la inactividad de sus naves, como consecuencia de la ausencia
de la escuadra peruana, que de acuerdo a información que disponía, se
mantenía en El Callao, presionado además por las críticas que le hacían por no
adoptar una actitud más decidida, tomó la resolución de expedicionar sobre el
principal puerto peruano: El Callao. Zarpó con todos los buques disponibles, a
excepción de la corbeta "Esmeralda" y la goleta cañonera "Covadonga", viejas
naves, unidas desde tiempos de la Guerra contra España, ya que la
“Esmeralda” había capturado a la “Covadonga” en el Combate Naval de
Papudo, 26 de noviembre de 1865, destacando en esa memorable acción el
entonces Guardiamarina Arturo Prat. A las dos naves ya mencionadas se les
unía el transporte "Lamar".
Como Jefe de Bahía, vale decir como jefe de la agrupación, quedó
el Comandante Prat.
Entretanto, en el Perú la opinión pública exigía una acción de su escuadra para
vengar el agravio del bloqueo de Iquique.

El Presidente peruano General Mariano Ignacio Prado, luego de realizar varias


reuniones para decidir las futuras acciones de sus fuerzas, tomó la decisión de
zarpar con la escuadra a Arica, con el objetivo de reforzar la guarnición, llevar
cañones, municiones y víveres para el ejército, lo que se verificó el 16 de mayo,
el mismo día que la Escuadra chilena zarpaba desde Iquique rumbo al norte,
dándose la situación que ambas escuadras se cruzaron en altamar sin que se
avistaran.
 Una vez en Arica, el General Prado fue informado que en Iquique se
mantenían bloqueando el puerto dos naves de guerra chilenas, acompañadas
por un trasporte carbonero y que un convoy que trasportaba 2.500 hombres
había zarpado de Valparaíso con destino a Antofagasta. De inmediato dispuso
el zarpe del blindado "Huáscar" y la fragata blindada "Independencia", al mando
de los Capitanes de Navío Miguel Grau Seminario y Juan Guillermo Moore,
respectivamente, para capturar o hundir a los buques chilenos en Iquique,
posteriormente atacar al convoy proveniente de Valparaíso y destruir la
máquina resacadora de agua de Antofagasta, para privar de este vital
elemento, a las tropas chilenas acantonadas allí.
El miércoles 21 de mayo, el bloqueo se mantenía como de costumbre. Esa
mañana la "Covadonga" patrullaba el exterior de la bahía. Cubrían la guardia el
teniente Manuel Joaquín Orella y el Guardiamarina Miguel Sanz. Al alba, el
horizonte estaba cubierto por una espesa neblina. A las seis horas y treinta
minutos el vigía de la cofa gritó: "¡Humos al norte!".

De inmediato se mandó a avisar al Comandante Condell, quien dormía en su


camarote, subió rápidamente a cubierta, reconoció que ambos buques eran el
"Huáscar" y la "Independencia", e izó rápidamente la señal "enemigo a la
vista" y lo afirmó con un cañonazo de advertencia para la "Esmeralda".
En la corbeta estaba de guardia el Teniente 1° Luis Uribe Orrego, Segundo
Comandante de la nave, quien dispuso que se le avisara de inmediato al
Comandante Prat, quien al subir a cubierta, ordenó levar el anclote,
tocar "generala" y acercarse a la "Covadonga" para conferenciar.
Como si el destino quisiera dejar imborrablemente marcado este día para las
Glorias de Chile, en Iquique se reunieron cinco buques con cuyas iniciales se
formó la palabra CHILE: "Covadonga", "Huáscar", "Independencia", "Lamar" y
"Esmeralda".
En el "Huáscar" al avistarse los buques chilenos, se izó una gran bandera de
combate, lo que se imitó en la "Independencia". El Comandante Grau reunió su
gente y pronunció la siguiente arenga: “Tripulantes del Huáscar: Ha llegado la
hora de castigar al enemigo de la Patria y espero que lo sabréis hacer
cosechando nuevos laureles y nuevas glorias dignas de brillar al lado de Junín,
Ayacucho, Abtao y 2 de Mayo ¡Viva el Perú!"
El Comandante Prat rápidamente se vistió para el combate, ciñéndose la
espada al cinto y subiendo a cubierta ordenando al contador Juan Oscar Goñi
que arrojara al mar, en un saco, la correspondencia para la Escuadra, para
asegurar que no cayera en manos enemigas. Ordenó izar las señales "reforzar
las cargas", "venir al habla" y "seguir mis aguas".La población de Iquique,
despertada por el cañonazo de aviso de la "Covadonga", presa de la mayor
euforia, corría por la playa para presenciar la captura de los buques chilenos.
Mientras la "Esmeralda" viraba hacia tierra, Prat ordenó tocar "atención" y
arengó a su tripulación:
"Muchachos:
La contienda es desigual, pero, ánimo y valor. Nunca se ha arriado nuestra
bandera ante el enemigo y espero que no sea ésta la ocasión de hacerlo. Por
mi parte, os aseguro, que mientras yo viva, esa bandera flameará en su lugar y
si yo muero, mis oficiales sabrán cumplir con su deber".
Luego, sacándose la gorra, la batió en el aire gritando "¡Viva Chile!", lo que la
tripulación respondió con gritos similares.
La "Covadonga" llegó al habla y Prat, bocina en mano, ordenó: "¡Que almuerce
la gente!, ¡Reforzar las cargas!, ¡Cada uno a cumplir con su deber!".  Condell
simplemente respondió: "¡All right!".
No bien hubo terminado el diálogo cuando una roja llamarada surgió de uno de
los cañones del "Huáscar" y un alto penacho de agua y espuma brotó entre
ambas naves: se iniciaba el combate.
Prat ordenó a Condell mantenerse en baja profundidad, y al transporte "Lamar"
que abandonara la bahía y se dirigiera al sur.
A la orden de Prat, el Corneta Gaspar Cabrales tocó "romper el fuego" y "al
ataque", lo que fue celebrado con vivas a Chile.
Los buques chilenos concentraron sus fuegos sobre el "Huáscar", sin causarle
daño, al rebotar los proyectiles en su coraza. La "Independencia", por su parte
disparaba sin causar ningún daño. 
Los movimientos efectuados por la "Esmeralda" hicieron que se reventaran sus
calderas, que se encontraban llenas de parches, por lo que el buque quedó con
un andar reducido a poco más de dos nudos. Considerando lo anterior, Prat
puso su buque cerca de la playa, de manera que los disparos del "Huáscar"
pusieran en peligro a la población, obligándolo a disparar con cuidado y por
elevación, dificultando su puntería.
Había pasado más de una hora de combate y los buques no presentaban
daños considerables. La "Independencia" abandonó su lugar y se dirigió sobre
la "Covadonga", la que empezó a navegar hacia el sur. En ese momento, un
proyectil del “Huáscar”, la atravesó de banda a banda hiriendo fatalmente al
cirujano Pedro Segundo Regalado Videla y matando instantáneamente al
grumete Blas 2° Tellez y al mozo Felipe Ojeda.
Observado desde tierra el movimiento de Condell, el General Juan Buendía,
autoridad militar peruana del puerto, dispuso que lanchas con tropas de
fusileros hicieran fuego sobre ella, la que luego de evitar un abordaje de botes,
abandonó el puerto.
En este momento el combate se divide en dos: uno entre el "Huáscar" y la
"Esmeralda" y el otro entre la "Independencia" y la "Covadonga".
Cuando el "Huáscar" había estrechado su distancia a la "Esmeralda" a 600
metros, se acercó un bote al primero, en el cual iban el Capitán de Puerto,
Capitán de Corbeta, Salomé Porras y el Práctico Guillermo Checley, quienes
informaron a Grau que la "Esmeralda" estaba protegida por una línea de
torpedos, lo que indujo al Comandante peruano a mantenerse a una distancia
de 500 metros. Lo anterior se debió a que en los días previos al 21 de mayo, el
Comandante Prat se concentró en el entrenamiento de las tripulaciones y con la
colaboración de un ingeniero civil, que no fue llevado a la expedición al norte
del grueso de la fuerza, trató de construir minas para proteger su buque. Uno
de los ensayos con explosivos fue visto desde tierra y evaluado como que la
corbeta se estaba protegiendo con dichas armas. 
Pasada cerca de una hora y media, la "Esmeralda" aún no había sido
impactada por los proyectiles del "Huáscar", pues por la forma de disparar por
elevación, los tiros caían en la playa. Por su parte los disparos de la
"Esmeralda", a pesar de hacer impacto sobre su enemigo no le causaban
daño. 
Los Guardiamarinas Arturo Wilson Navarrete, Arturo Fernández Vial y Ernesto
Riquelme Venegas cumplían las órdenes de su Comandante, ya sea como
ayudantes o bien reemplazando eventualmente a los cabos de cañón, donde
además alentaban a la tripulación.
El Teniente Ignacio Serrano Montaner, dirigía los cañones de babor que
enfrentaban al "Huáscar" y el Teniente Francisco Segundo Sánchez Alvaradejo
contestaba por estribor los disparos que le hacían desde tierra. El Corneta y
Tambor Gaspar Cabrales tocaba sin cesar, "al ataque".
Eran cerca de las diez de la mañana y la corbeta no cesaba en combatir. A
medida que la resistencia se hacía más tenaz, la opinión de los espectadores
en tierra iba cambiando; el entusiasmo y alegría del primer momento se había
trocado en sorpresa, asombro y admiración.
Como consecuencia de la mala puntería de los artilleros del “Huáscar”, que no
lograban acertar sobre la nave chilena, el General Buendía hizo traer a la playa
cuatro cañones Krupp de campaña, que instaló en un morrito que enfrentaba a
la "Esmeralda" para cañonearla desde tierra, cruzando sus fuegos con los del
"Huáscar". Lo que no pudo logra la artillería de éste, lo comenzaron a hacer los
cañones de tierra. Una granada mató a tres hombres e hirió a otros tres y
provocó un principio de incendio, que fue rápidamente controlado.
La situación para la “Esmeralda” se tornó insostenible, por lo que el
comandante Prat decidió resolvió dejar su ventajosa posición inicial, navegando
lentamente hacia el norte, dado el mal estado de sus máquinas. Con esto, la
“Esmeralda” quedó vulnerable a un ataque del blindado peruano mediante el
espolón, una prolongación de la proa de los buques acorazados que les
permitía embestir al buque adversario, provocando una gran avería bajo la
línea de flotación. Era un arma letal, especialmente contra buques de casco de
madera, como era la “Esmeralda”.
Grau observando el movimiento de la "Esmeralda", concluyó que la información
dada por el Capitán Porras era equivocada y que la amenaza del supuesto
campo minado era inexistente y que podría usar el espolón sin exponer su
buque a las temidas minas. También podría ahora emplear su artillería, sin
temor a que sus disparos provocaran daños en tierra. Durante este
desplazamiento, la "Esmeralda" recibió el primer impacto de un proyectil de 300
libras del blindado peruano. Penetró por el costado de babor, a un metro sobre
la línea de agua, destrozando un camarote y parte de la cámara de oficiales,
para salir por el otro costado, provocando un incendio que fue sofocado.
La corta navegación realizada por la corbeta tratando de salir del puerto y las
fuertes sacudidas causadas por el uso de su artillería, aumentaron las averías
de sus calderas, disminuyendo aún más su poco andar.
La prácticamente nula movilidad de la nave chilena fue notada por el
Comandante Grau, por lo que decidió realizar el primer ataque al espolón sobre
su costado de babor. El choque fue fuerte y el castillo del “Huáscar” quedó a la
altura de la toldilla de la “Esmeralda”, que era más alta. Prat, al notar con
anterioridad la intención de su enemigo, trató de esquivar la arremetida,
logrando parcialmente su objetivo al recibir de refilón la embestida, sin
ocasionar mayores daños en su casco. Sin embargo, al chocar ambos buques,
el "Huáscar" disparó sus cañones a quemarropa, produciendo una matanza
espantosa de la gente que se encontraba en la cubierta de la corbeta. No hay
datos fidedignos; pero puede afirmarse que quedaron despedazados entre
cuarenta y cincuenta marineros y soldados.
El espolonazo del "Huáscar", a su vez, fue recibido con una tremenda descarga
de las baterías de la "Esmeralda" y fuego de fusilería desde todos los lugares
del buque, lo que no causó mayor daño a la nave peruana. 

El Comandante Prat al ver a sus pies el castillo del “Huáscar” gritó: “¡Al


abordaje muchachos!", lo que sólo fue oído en medio del estruendo, por el
Sargento Juan de Dios Aldea Fonseca, que lo acompañó en su salto a la
cubierta del buque enemigo. Otras versiones indican que Prat fue acompañado
por un tercer tripulante que sería el Marinero Luis Ugarte. 
El Corneta Gaspar Cabrales que tocaba "al ataque", fue acribillado por la
metralla enemiga.
El Comandante Grau, previendo el peligro que su buque fuera abordado por los
tripulantes de la “Esmeralda”, se retiró rápidamente, no dando oportunidad para
que el resto de la tripulación siguiera a su Comandante. El Sargento Aldea cayó
acribillado en el castillo de la nave peruana, mientras el Comandante Prat llegó
cerca de la torre blindada de mando, donde fue alcanzado por un disparo que lo
hizo caer de rodillas, recibiendo posteriormente un balazo en la frente que le
produjo la muerte de manera instantánea.
A bordo de la "Esmeralda", la muerte de su Comandante produjo un sentimiento
de venganza y de dolor, que reforzó la convicción colectiva de no rendirse. 
Luego de la muerte de Prat, tomó el mando el Segundo Comandante, Teniente
1° Luis Uribe, quien pudo presenciar desde la toldilla los terribles estragos
producidos por el "Huáscar”. Retirada la nave enemiga, sobrevino una relativa
calma. El Comandante Grau quiso dar tiempo para que sus adversarios se
rindieran.El Corneta y Tambor Gaspar Cabrales murió casi al mismo tiempo
que su Comandante. El Cabo Crispín Reyes, al ver que el Corneta Cabrales
había sucumbido, tomó el instrumento y siguió tocando "al ataque", hasta que
una granada le voló la cabeza. Entonces tomó la Corneta el Grumete Pantaleón
Cortés, quien continuó tocando hasta que el buque se hundió. 
Uribe hizo llamar al ingeniero del buque y le ordenó que tuviera las válvulas
listas para inundar la corbeta y echarla a pique, para que no cayera en manos
enemigas.
Como era evidente que el “Huáscar” realizaría un segundo ataque, el oficial a
cargo de una de las baterías preparó a su gente para abordar el buque
enemigo, nombrando personal específicamente para pasar amarras, de manera
que el atacante no pudiese alejarse rápidamente, como lo había hecho en el
primer espolonazo. De esta forma sería posible abordarlo con un contingente
mayor y tener éxito en el combate cuerpo a cuerpo. 
Efectivamente, viendo el Comandante Grau que la tregua no daba resultado,
atacó nuevamente, lanzándose a toda velocidad, ahora por el costado de
estribor. Uribe trató de maniobrar igual que Prat y logró presentar su costado en
forma oblicua al espolón del "Huáscar", pero esta vez el choque produjo daños
mayores, como la rajadura en el casco que abrió una gran vía de agua,
ingresando a raudales a la santabárbara y a las máquinas, lo que no permitió el
intento de amarrar a la nave adversaria.
El Teniente Ignacio Serrano Montaner en el momento que los dos buques se
encontraban juntos, saltó al abordaje seguido de doce marineros que llevando
rifles y machetes cayeron sobre la cubierta del “Huáscar”, donde los recibió una
lluvia de balas. Luego, un destacamento de unos cuarenta tiradores, subió a
cubierta y acabaron con Serrano y su gente, algunos de los cuales, ya sin
municiones o heridos, escaparon echándose al agua y subiéndose a su nave
por cabos lanzados desde abordo.
La "Esmeralda" se encontraba detenida en medio de la bahía, hundiéndose
lentamente. En este momento, el ingeniero y el condestable se dirigieron a
toldilla e informaron a Uribe que la máquina se estaba inundando y que el agua
llegaba a las hornillas o fogones, lo que obligaba a evacuar el departamento,
cesando la generación de vapor para alimentar la máquina propulsora y la
máquina auxiliar que impulsaba la bomba de achique e incendio. El
condestable reportó la inundación de la santabárbara, lo que significaba que el
buque solo podría combatir con la munición y pólvora que se encontraba en
cubierta.
Después de esta segunda embestida, el “Huáscar” disparó con sus cañones de
300 libras a muy corta distancia, perforando el casco de la corbeta en un sector
de la cubierta inferior a la de cañones llamado antecámara de guardiamarinas,
donde funcionaba la enfermería de combate y donde se había agrupado el
personal que, poco rato antes, había tenido que abandonar los departamentos
más bajos del buque. Estos disparos causaron la muerte de todos los
ocupantes de este departamento, excepto uno, el Ayudante del Cirujano,
Germán Segura, que nadie se explica cómo sobrevivió.
Pasaron alrededor de veinte minutos cuando el "Huáscar" se lanzó por tercera
vez sobre la corbeta. Esta vez el espolón se clavó en el medio del casco, por el
costado de estribor, disparando nuevamente a tocapenoles, produciendo una
gran mortandad entre los sobrevivientes.
La “Esmeralda” herida profundamente en sus entrañas comenzó a hundirse
rápidamente de proa, mientras los sobrevivientes se preparaban para el
inminente hundimiento.
A medida que la gloriosa nave se hundía, en sus cubiertas rodaban las
cureñas, los rifles, los muertos y moribundos, en esos momentos el
Guardiamarina Ernesto Riquelme Venegas, gritando vivas a Chile, se agarraba
en un supremo esfuerzo a su pieza de artillería y disparaba el último cañonazo,
cuando el agua casi llegaba a sus pies.
Eran las doce horas y diez minutos cuando calló la corneta del Grumete
Pantaleón Cortés y la "Esmeralda" halló su tumba en el mar.
De acuerdo a versiones entregadas por sobrevivientes, la Esmeralda se hundió
con todas sus banderas, como si quisiera despedirse de la superficie con toda
dignidad.
Al respecto, el Teniente Francisco Sánchez se refería al tema de la siguiente
manera: “Al sumergirse la Esmeralda, flameaban las banderas del palo
trinquete, la de servicio, como buque de guardia; en el mayor, el gallardete,
insignia de oficial de guerra; en el mesana, la de jefe de división. La bandera
nacional izada en el pico de este palo desapareció la última de la superficie por
haberse hundido el buque de proa”.
Por su parte, el Guardiamarina Vicente Zegers expresaba “….el buque se
hundió con todas sus banderas: la de Jefe al tope del mesana, la de guardia en
el trinquete, el gallardete al mayor y dos nacionales al pico del mesana, pues
se había tomado la precaución de izar otra por si acaso faltaba la primera” . Al
respecto, el propio Zegers, años después explicaba lo del segundo pabellón
nacional que lo izó “en compañía de Fernández Vial y de Hurtado en la driza
del pico del mesana”, en momentos que el “Huáscar” se preparaba para acertar
sobre la “Esmeralda” el tercer y último espolonazo, de manera de dar a conocer
a los peruanos que la corbeta no se rendiría. Lo anterior echa por tierra algunas
versiones que decían que un hombre de la dotación trepó al palo mesana y
clavó un segundo pabellón nacional.
De una dotación total de 201 hombres, compuesta por 16 oficiales y 185 gente
de mar, murieron 141, de ellos 7 oficiales y 134 tripulantes, sobrevivieron 60.
En este recuento no se consideró al Ingeniero Civil Juan Agustín Cabrera
Gacitúa, quien había sido comisionado por el gobierno para unir el cable
telegráfico en Iquique, lo que permitiría la comunicación con Valparaíso. Al no
alcanzar a embarcarse de regreso al sur, el Comandante Prat lo invitó a bordo.
Al no poder desembarcarse, participó activamente en el combate,
sobreviviendo a él.
Por tratarse de una fuente histórica de primer orden, a continuación se citará el
Parte Oficial del Combate Naval de Iquique, presentado por el Segundo
Comandante de la “Esmeralda”, Teniente 1° Luis Uribe Orrego, al Comandante
General de Marina.
“Iquique, Mayo 29 de 1879
Tengo el honor de poner en conocimiento de US. que el 21 del presente,
después de un sangriento combate de cuatro horas con el monitor peruano
Huáscar, la Esmeralda fue echada a pique al tercer ataque de espolón del
enemigo. El honor de la bandera ha quedado a salvo, pero desgraciadamente
tenemos que lamentar la pérdida de tres de sus más valientes defensores: el
Capitán Prat, el Teniente Serrano y el guardiamarina Riquelme.
Como a las 7 A.M. del día indicado divisamos dos humos al Norte.
Inmediatamente se puso el buque en son de combate. A las ocho se reconoció
al Huáscar y poco después a la fragata Independencia. Se hicieron señales a la
Covadonga de venir al habla, y el capitán Prat le ordenó tomar poco fondo e
interponerse entre la población y los fuegos del enemigo. Al movernos para
tomar la misma situación se nos rompieron dos calderos y el buque quedó con
un andar de dos o tres millas. A las ocho treinta, la acción se hizo general. El
Covadonga se batía con la fragata Independencia, haciendo al mismo tiempo
rumbo al Sur y la Esmeralda contestaba los fuegos del Huáscar y se colocaba
frente a la población a distancia de 200 metros de la playa.
Desde esta posición batíamos al enemigo; nuestros tiros, que al principio eran
inciertos, fueron mejorando, y varias granadas reventaron en la torre y casco
del Huáscar sin causarle el más leve daño.
Los tiros de este último, pasaban en su mayor parte por alto y varios fueron a
herir a la población.
Nuestra posición era, pues, ventajosa; pero como se nos hiciera fuego desde
tierra con cañones de campaña, matándose tres individuos e hiriéndonos otros
tantos, el capitán Prat se vio obligado a ponerse fuera de alcance.
En este momento, 10 A.M. una granada del Huáscar penetró por el costado de
babor y fue a romper a estribor, cerca de la línea de agua, produciendo un
pequeño incendio que fue sofocado a tiempo.
Mientras tanto el Huáscar se había acercado como 600 metros y a esta
distancia continuó la acción cerca de una hora sin recibir otra avería que la que
dejo indicada. Viendo el Huáscar el poco efecto de sus tiros, puso proa a la
Esmeralda y los cañones de su torre, disparados a toca penoles antes y
después del choque, hicieron terribles estragos en la marinería.
El capitán Prat, que se encontraba en la toldilla desde el principio del combate,
saltó a la proa del Huáscar, dando al mismo tiempo la voz de "al abordaje".
Desgraciadamente el estruendo producido por la batería al hacer fuego sobre
el Huáscar, impidió a muchos oír la voz de nuestro valiente comandante; y de
los que se encontraban en la toldilla con él, solo el sargento pudo seguirlo, tal
fue la ligereza con que se retiró la proa del Huáscar de nuestro costado.
El que suscribe se encontraba en el castillo de proa, y desde ahí tuve el
sentimiento de ver al bravo capitán Prat, caer herido de muerte combatiendo al
pie mismo de la torre del Huáscar.
Inmediatamente me fui a toldilla y tomé el mando del buque. Mientras tanto nos
batíamos casi a boca de jarro, sin que nuestros tiros hicieran el menor efecto.
En cambio, las granadas del enemigo hacían terribles estragos; la cubierta y
entrepuentes se hallaban sembrados de cadáveres.
Volvió el Huáscar a embestir con su espolón directamente al centro de este
buque. Goberné para evitar el choque; pero la Esmeralda andaba tan poco que
no fue posible evitarlo, y recibió el segundo espolonazo por el lado de estribor.
Esta vez el teniente Serrano, que se encontraba en el castillo, saltó a la proa
del Huáscar seguido como de 12 individuos. En la cubierta de este último no se
veía ningún enemigo con quien combatir; pero de sus torres y parapetos de
popa salía mortífero fuego de fusilería y ametralladoras.
El valeroso teniente Serrano y casi todos los que lo siguieron sucumbieron a
los pocos pasos.
La ligereza con que se retiraba de nuestro costado la proa del Huáscar y el
poco andar de la Esmeralda para colocarse a su costado, único modo como
habría podido pasar todo el mundo a la cubierta del enemigo, hacía imposible
todo abordaje. Por este tiempo nuestra tripulación había disminuido
enormemente. Teníamos más de cien hombres fuera de combate, la Santa-
Bárbara inundada y la máquina había dejado de funcionar. Los pocos cartuchos
que quedaban sobre cubierta sirvieron para hacer la última descarga al recibir
el tercer ataque de espolón del enemigo.
El guardiamarina don Ernesto Riquelme, que durante toda la acción se portó
como un valiente, disparó el último tiro: no se le vio más; se supone fue muerto
por una de las últimas granadas del Huáscar.
Pocos momentos después de recibir el tercer espolonazo, se hundió la
Esmeralda con todos sus tripulantes y con su pabellón izado al palo de
mesana, cumpliendo así los deseos de nuestro malogrado comandante, quien,
al principiar la acción dijo:
Muchachos, la contienda es desigual. Nunca se ha arriado nuestra bandera al
enemigo; espero, pues, no sea esta la ocasión de hacerlo. Mientras yo esté
vivo, esa bandera flameará en su lugar, y aseguro que si muero, mis oficiales
sabrán cumplir con su deber.
Los botes del Huáscar recogieron del agua a los sobrevivientes, y en la tarde
del mismo día fuimos desembarcados en Iquique en calidad de prisioneros.
Acompaño a US. una relación de la oficialidad y tripulación que ha salvado y
que se hallan presos en este puerto.
Dios Guarde a US.                                            
LUIS URIBE
Al señor Comandante General de Marina
Para poner fin a la narración del Combate Naval de Iquique, con la intención
que los lectores comprendan en su real magnitud lo ocurrido ese magno día, es
que se realizará un extracto de un artículo publicado en el diario peruano “El
Comercio de Iquique”, el día 22 de mayo de 1879, con la visión de un reportero
que fue testigo presencial del combate. Los párrafos más destacados son los
siguientes:
"Al habla ambos buques, el comandante Grau intimó rendición a la Esmeralda,
pero el jefe de la corbeta chilena se negó a arriar su bandera".
"Era preciso que se diese fin a un drama tan sangriento y que no reconoce
ejemplo en la historia del mundo”.
“En efecto, la Esmeralda se inclinó hacia estribor que fue por donde el ariete la
cortó y segundos después se hundió siempre de proa”. 
“El pabellón chileno fue el último que halló tumba en el mar".
"Al hundirse la Esmeralda, un cañón de popa por el lado del estribor hizo el
último disparo, dando la tripulación vivas a Chile".
"Después de la catástrofe, que apagó los gritos de entusiasmo con que desde
el principio eran saludados los tiros del Huáscar por el pueblo y el ejército,
siguió el estupor y silencio de todos”.
“La impresión que en los habitantes produjo el hundimiento del buque enemigo,
pudo más que la alegría y la apagó. ¡Tremendos misterios del corazón
humano!”
"Lo último que desaparece en las aguas es el pabellón chileno; no se oye el
más leve grito, ni clamor alguno de socorro; ni siquiera resuenan vítores... a
todos nos tiene anonadados el horror de aquella tremenda escena".
A diferencia de lo que piensa y cree la mayoría de los chilenos, el Combate
Naval de Iquique, que no se puede separar del Combate Naval de Punta
Gruesa, disputado al sur de la bahía de aquel puerto, entre la goleta cañonera
“Covadonga” y la fragata blindada “Independencia”, no fue un “Triunfo Moral”,
por el contrario, los combates disputados ese memorable 21 de mayo de 1879,
marcaron el desarrollo posterior de la Guerra del Pacífico.
En lo inmediato, la tenaz y heroica defensa de la corbeta “Esmeralda” frente a
su poderoso adversario, permitió que el convoy que transportaba 2.500
hombres del Ejército con destino al puerto de Antofagasta, pudiera llegar a
salvo y además evitó que la máquina resacadora de agua no fuera destruida
por las unidades peruanas y pudiera seguir abasteciendo al ejército acantonado
en Antofagasta, donde se preparaba para las próximas operaciones.
En el transcurso de los días, cuando se conocieron con más detalles los hechos
ocurridos en Iquique y Punta Gruesa, Chile entero se alzó orgulloso y
satisfecho.
El chileno común y corriente, hasta entonces molesto y a la vez desencantado
por la pasividad de las autoridades políticas y militares en el desarrollo del
conflicto, de súbito fue alentado por este ejemplo de heroísmo de los marinos
de la “Esmeralda” y de la “Covadonga”. Entorno de éstos se produjo la unidad
nacional. Todas las voluntades se sumaron en el esfuerzo común de vencer.
Los héroes de Iquique dejaron señalado el camino de la victoria: cada chileno
se sintió comprometido con el ejemplo éstos y comprendió que había que
seguir la ruta de la entrega total al servicio de la Nación en guerra, dejando de
lado cualquier tipo de diferencias que podían existir.
Se produjo la movilización de cientos de jóvenes hacia los cuarteles para
integrar los cuadros movilizados; las mujeres intensificaron sus quehaceres
para apertrechar al Ejército y algunas se alistaron como cantineras.
Pero lo más importante de estos combates es que inflamó el espíritu patriota de
los chilenos y reforzó la tradición impuesta por el almirante Cochrane, que se
cumple hasta el día de hoy "Vencer o Morir", que por lo demás se encuentra
escrita en bronce en las unidades de la Escuadra Nacional, herederas de
aquellas que lucharon en la Guerra del Pacífico.
Los combates navales de Iquique y Punta Gruesa crearon una mística que
acompañó a las fuerzas chilenas durante toda la guerra, que permitió lograr la
victoria final a pesar de los inmensos sacrificios y penurias soportadas por las
tripulaciones de la Escuadra y tropas del Ejército.
Se puede decir, con propiedad, que el 21 de mayo de 1879 la Armada de Chile
dio el primer paso para lograr el triunfo definitivo en la Guerra del Pacífico.
Combate Naval de Punta Gruesa - 21 de mayo de 1879

El 21 de mayo de 1879 se produjo el Combate Naval de Iquique en la rada de


ese puerto, donde inicialmente combatieron los buques peruanos blindado
"Huáscar" y fragata blindada "Independencia", contra los buques chilenos
corbeta "Esmeralda" y goleta cañonera “Covadonga", que se encontraban
manteniendo el bloqueo de ese puerto. Transcurrida una hora de combate, el
"Huáscar" se dedicó a combatir con la "Esmeralda" y la "Independencia" se
dirigió sobre la “Covadonga”. 

En ese momento, aprovechando el cambio de posición de las naves peruanas,


el Comandante de la “Covadonga”, Carlos Condell, decidió salir de la bahía,
bordeando los arrecifes de la costa, con rumbo al sur. Cuando pasaba a la
altura de la isla de Iquique, posteriormente llamada isla Serrano y hoy unida a
tierra, al doblar la punta norte de ésta recibió un proyectil del “Huáscar” que la
atravesó de banda a banda, ocasionando la muerte del Cirujano Pedro
Segundo Regalado Videla y matando instantáneamente al Grumete Blas 2°
Tellez y al Mozo Felipe Ojeda. A partir de ese momento el Combate Naval de
Iquique se dividía en dos.
Continuando con su marcha al sur, a la altura de la playa de Cavancha, la
“Covadonga” fue atacada por una gran cantidad de botes armados, con la
intención de abordarla. Rechazado este intento por los fusileros de la goleta
que hicieron gran cantidad de disparos sobre los botes, continuó su travesía,
sorteando la costa, en fondo muy bajo para evitar de esta manera el espolón de
la “Independencia”, la que gracias a su mayor velocidad la perseguía a su
gusto, adelantándose y atrasándose, pero sin dejar de mantenerla bajo los
fuegos de su artillería.

La situación del Comandante Condell en estas circunstancias era difícil, ya que


para usar su artillería debía detenerse para presentar su costado y disparar,
para luego continuar con su recorrido, con lo cual la distancia entre ambas
naves se acortaba, lo que aprovechaba la "Independencia" para dispararle con
el cañón de proa de 150 libras.

Frente a la caleta Molle, la “Covadonga” que marchaba muy apegada a la


costa, recibió los fuegos de tierra y además, la primera carga al espolón de la
fragata peruana, a las 10:00 horas. Al sur de Chucumata, el Comandante
Moore, intenta por segunda vez espolonear a la goleta chilena, siendo
nuevamente evitado por esta al esquivarlo cayendo hacia la costa.

En esta marcha paralela entre Molle y Punta Gruesa, la “Independencia” acertó


sobre la “Covadonga” una serie de tiros que dañaron los palos, jarcias, botes y
carboneras. Habiendo tomado la nave peruana la estela de la goleta, las únicas
piezas de artillería realmente peligrosas de los peruanos eran el cañón de proa
y las ametralladoras instaladas en la cofa del palo trinquete.

Dándose cuenta de la situación, el Segundo Comandante de la


“Covadonga”, Teniente 1° Manuel Orella, dispuso que el Jefe de la Guarnición
de la Artillería de Marina, Sargento Ramón Olave, se encargara de impedir que
estas piezas fueran utilizadas, ubicándose con cuatro rifleros seleccionados en
el castillo de popa de la goleta, disparando desde una distancia de 200 a 300
metros, principalmente sobre los sirvientes del cañón de proa de la nave
peruana, que era de avancarga, es decir, se tenía que cargar por adelante, por
lo que cada vez que se cargaba, sus sirvientes quedaban expuestos a los tiros
de los fusileros chilenos. La puntería de éstos fue tan buena que al poco tiempo
el cañón dejó de disparar. En esta acción, además del Teniente Orella y el
Sargento Olave, destacó el grumete de ascendencia mapuche Juan Villacura,
que había cambiado su nombre por el de Juan Bravo al enrolarse en la
Armada, quienes con una extraordinaria puntería causaron la baja a numerosos
artilleros peruanos.

El no poder utilizar su cañón de proa, exasperó al Comandante Moore, por lo


que decidió atacar por tercera vez al espolón, a las 11:45 horas, en los
arrecifes ubicados un poco al norte de Punta Gruesa, donde la “Independencia”
a una distancia de 250 metros forzó la maquina y se lanzó sobre la
“Covadonga”.
Ante esta situación, el Comandante Condell decidió pasar sobre los bajos,
tocando ligeramente con la quilla de su nave, rechinando el casco y
estremeciéndose, a pesar de su poco calado. Inmediatamente el comandante
chileno comprendió que su enemigo, de mucho mayor calado, no pasaría por
las rocas y que indefectiblemente se vararía, exclamando festivamente “¡Aquí
se fregaron!”, ordenando instantáneamente caer a estribor y virar hacia atrás.

La "Independencia", sin comprender ese movimiento que la acercaba más al


enemigo, siguió exactamente el peligroso derrotero que la “Covadonga”
acababa de salvar, y al hacerlo, chocó con gran violencia en las rocas
sumergidas, montándose sobre éstas, quedando tendida de costado con su
quilla destrozada, con grandes vías de agua en el casco que la inundaron
rápidamente.

Al sentir el violento impacto, la tripulación de la fragata peruana que iba tendida


sobre el estómago, en espera de acertar el espolonazo sobre la goleta chilena,
se puso rápidamente de pie y gritó “¡Viva el Perú!”,  creyendo que era la
“Covadonga” la que había sufrido el golpe del ariete.

Sucedido esto, la “Covadonga” inmediatamente giro en 180° y pasando por la


banda de su rival, tomó posición a popa de ella iniciando un intenso fuego,
donde no podía recibir los disparos de los peruanos, acertándole seis
cañonazos que destrozaron la cubierta y el casco de la varada fragata, además
de un incendio y numerosos heridos.

La marinería peruana gritaba que estaba rendida. Al poco rato arrió la bandera
y la cambio por la de parlamento. Al momento el Comandante Condell ordenó
cesar el fuego y a viva voz conversó con el Comandante Moore, el cual le
ratificó su rendición y a la vez le pidió un bote. El combate terminó a las 12:35
horas.
En un primer momento, Condell había decidido enviar el bote y auxiliar a los
náufragos, pero posteriormente cambió de parecer y prefirió poner proa al norte
para acudir en ayuda de la “Esmeralda”, de la cual no sabía nada. Esto sucedió
casi a las 14:00 horas.

Cuando la “Covadonga” había navegado apenas una milla al norte, divisó al


“Huáscar”, ante lo cual viró rápidamente y puso rumbo al sur.

El Comandante del “Huáscar”, Miguel Grau podría haber alcanzado


rápidamente a la “Covadonga”, pero impresionado por la magnitud del desastre
para la Armada del Perú ocurrido en Punta Gruesa, optó por socorrer a los
náufragos de la "Independencia" y no continuar con su persecución.

Por tratarse de una fuente histórica de primer orden, a continuación se citará el


Parte Oficial del Combate Naval de Punta Gruesa, presentado por el
Comandante de la goleta cañonera “Covadonga”, Capitán de Fragata Carlos
Condell de la Haza, al Comandante en Jefe de la Escuadra.

“Comandancia de la cañonera “Covadonga"

Antofagasta, junio 6 de 1879

Tengo el honor de dar cuenta a U.S. del combate ocurrido el día 21 próximo
pasado en las aguas de Iquique, entre el buque de mi mando i la "Esmeralda",
contra los blindados peruanos "Huáscar" e "Independencia".
Cumpliendo las órdenes de U.S. nuestros dos buques continuaban desde el 17
sosteniendo el bloqueo del puerto de Iquique. Al amanecer del citado día 21,
nos encontrábamos haciendo la guardia a la entrada del puerto, mientras la
"Esmeralda" vigilaba el interior. A las 6 hs. 30 ms. se avistaron dos humos a 6
millas al N., pudiendo reconocer al blindado "Huáscar" i momentos después al
"Independencia". Para mayor seguridad, avancé dos millas en su dirección i
reconocidos los buques enemigos, volví al puerto poniendo señales a la
"Esmeralda" de dos vapores a la vista disparando un cañonazo de aviso.
Comprendida la señal por la "Esmeralda", preguntó: ¿almorzó la gente? I
contestado afirmativamente, puso nuevas señales ordenándonos reforzar las
cargas i en seguida de seguir sus aguas. Nuestros buques avanzaron tres
millas al N. en dirección al enemigo, enfrentando a la quebrada de Iquique i en
disposición de batirnos. En este lugar i estando al habla nuestros dos buques a
distancia de 100 metros, el comandante Prat nos dijo al habla: Cada uno
cumplir con su deber.

A distancia de 100 metros cayó el primer disparo del "Huáscar" en el claro que
nos separaba. Ambas tripulaciones saludaron esta primera demostración del
enemigo con un ¡Viva Chile! i ordenándonos la "Esmeralda" abrigarnos con la
población, volvimos al puerto, tomando aquel buque su primera posición,
colocándome con el mío en los bajos de la isla. Colocados así, rompimos
nuestros fuegos sobre el "Huáscar", que nos atacaba rudamente.
La "Esmeralda" dirigía también sus proyectiles al mismo buque, haciendo por
nuestra parte abstracción de la "Independencia", que nos hacía fuego por
batería, pero cuyas punterías eran poco certeras. Un hora había pasado en
este desigual combate, cuando observé que el "Huáscar" gobernaba sobre la
"Esmeralda", dejando pasar por su proa a la "Independencia", que se dirigió
resueltamente a atacarnos. En ese momento estábamos a cincuenta metros de
las rompientes de los bajos, corriendo el peligro de ser arrastrados a la playa;
de tierra se nos hacía fuego de fusilería i la "Independencia" se acercaba para
atacarnos con su espolón. Comprendí entonces que mi posición no era
conveniente; desde ese punto no podíamos favorecer a la "Esmeralda" que se
batía desesperadamente. Una bala de a 300 del "Huáscar" había atravesado mi
buque de parte a parte, destrozando en su base al palo trinquete. Goberné
para salir del puerto, dirigiendo todo mis fuegos sobre la "Independencia", que
a distancia de 200 metros enviaba sus proyectiles.

Al salir de los bajos de la isla, fui sorprendido por una cantidad de botes que
intentaron abordarnos; rechazado este ataque con metralla de a 6 i fusilería,
continué rumbo al S. seguido por la "Independencia", que intentó tres veces
alcanzarnos con su espolón. Nuestra marcha en retirada era difícil; para utilizar
nuestros tiros teníamos que desviarnos de la línea de la costa, aprovechándose
la "Independencia", para acercarse i hacernos algunos certeros tiros por
baterías, i con su colisa de proa i las ametralladoras de sus cofas. El tercer
ataque parecía ser decisivo; nos hallábamos a doscientos cincuenta metros del
enemigo que, sin disminuir sus fuegos, se lanzó a toda fuerza de máquina
sobre nuestro buque. En ese instante teníamos por la proa el bajo de Punta
Gruesa.

No trepidé en aventurarme pasando sobre ella rozando las rocas; el buque


enemigo no tuvo la misma suerte: al llegar al bajo se varó, dejando su popa
levantada. Inmediatamente viré i colocándome en posición de no ser ofendido
por sus cañones, que seguían haciéndonos fuego, le dirigí dos balas de a 70
que perforaron su blindaje. Fue en este instante cuando el enemigo arrió su
bandera junto con el estandarte que izaba al palo mayor, reemplazando estas
dos insignias con la señal de parlamento. Ordené la suspensión del fuego y
púseme al habla con el comandante rendido, quien de viva voz me repitió lo
que ya me había indicado al arriar su bandera, pidiéndome al mismo tiempo
enviase un bote a su bordo. Esto no fue posible verificar, no obstante mis
deseos, porque en ese momento el "Huáscar" se aproximaba. Además nuestra
máquina solo podía trabajar con cinco libras de presión i el buque hacía mucha
agua a causa de los balazos recibidos; por todo esto creía aventurado pasar a
bordo del buque rendido. Intertanto, la tripulación de la "Independencia" se
refugiaba en tierra, parte en botes y parte a nado abandonando el buque, que
quedaba completamente perdido.

El desigual combate anterior había durado hasta las 12 hs. 35 ms., es decir,
cuatro horas. Durante él se dispararon.

38 balas sólidas de a 70

27 granadas de a 70

30 id. comunes de a 9

4 id. de segmento de a 9

17 tarros de metralla i 34 balas de a 9

3.400 tiros a bala i 500 de revólver

Las pérdidas de vidas son las siguientes.

Muertos
Cirujano 1º don Pedro R.2º Videla, que una bala le destrozó los pies i murió a
las 7 de la noche.

Grumete Blas 2º Tellez

Mozo, Felipe Ojeda

Heridos

Don M. Enrique Reynolds Ids, en un brazo, en circunstancia de hallarse en el


puente, de ayudante del que suscribe.

Contramaestre 2º, Serapio Vargas

Guardian 2º, Federico Osorio

Fogonero 2º, Ramón Orellana

Marinero 2º, José Salazar

Soldado, Domingo Salazar

Los daños causados por las balas enemigas son:

Una bala de cañón de a 300 que atravesó el buque de babor a estribor,


rompiendo el palo de trinquete en el entrepuente, i salió a flor de agua.

El 2º bote destrozado i la chalupa perdida totalmente con uno de sus


pescantes.

La jarcia del palo mayor i trinquetes cortados de banda a banda, i la del


segundo a
estribor.

A popa en la bovedilla una bala dejó su forma sin penetrar, e innumerables


tiros de rifle como de ametralladora, en todo el buque.

Según he expuesto, al dejar el costado de la "Independencia", avistamos el


"Huáscar" que se nos acercaba a todas fuerza de máquina. La presencia de
este buque nos hizo temer la pérdida de la "Esmeralda", incapaz de resistir por
mucho tiempo los ataques de tan poderoso enemigo.

Sin embargo de lo desventajoso de nuestra situación, pues estábamos casi


destrozados, las municiones agotadas, sobre todo las balas sólidas, i la
tripulación rendida con cinco horas de trabajo constante, tomé todas las
precauciones para emprender un segundo combate.

Poco después i cuando el enemigo estaba a cinco millas de nuestra popa, i por
la cuadra del vencido, vi dirigir  su proa en su auxilio. Este retraso nos permitió
avanzar, distinguiéndolos nuevamente a diez millas i siempre en nuestra
persecución.

En la oscuridad de la noche perdimos de vista al enemigo, i aprovechando la


brisa que soplaba, hice rumbo al 0. Proseguí en esa dirección hasta las 12 M.
hora en que, creyendo que el 'Huáscar" hubiese cesado su propósito, me dirigí
hacia tierra.

Antes de terminar la narraci6n de los sucesos de este día, me permitiré


manifestar a U.S. que los oficiales tanto de guerra como mayores se
condujeron, valientemente, cada uno a la altura de las circunstancias,
cumpliendo como oficiales i como chilenos.

La tripulación toda sin excepción, ha hecho cuanto podía exigirse, estando en


el ánimo de todos la resolución de morir sin arriar nuestra bandera.
Hago una recomendación especial del teniente 1º don Manuel J. Orella, cuyo
valor, resolución i serenidad en su puesto, son dignos de elogio. A la vez hago
mención especial del buen desempeño del ingeniero 2º don Emilio Cuevas,
bajo cuya dirección está la máquina.

Al amanecer el día siguiente 22, recalamos al río Loa, fondeando en Tocopilla a


las 8.30 P.M. En este punto fuimos auxiliados por gente de tierra que ayudó a
achicar el buque, i por carpinteros que hicieron las reparaciones mas urgentes i
necesarias para continuar el viaje.

Antes de salir, cumplimos con el penoso deber de enviar a tierra i depositar


solemnemente en la iglesia del pueblo, los cadáveres de las tres personas
fallecidas en el combate, acompañando a este acto una comisión compuesta
del teniente Lynch í del contador señor Reynolds i parte de la tripulación.

En la tarde del día 23 salimos de Tocopilla con rumbo al sur hasta las 11 de la
noche en que, a causa del fuerte viento i no avanzando sino una milla por hora,
resolví volver al puerto indicado i esperar mejor circunstancia. A las 5 A.M. del
24 zarpé nuevamente al sur, aprovechando la calma de la mañana.

Una floja brisa del norte me permitió largar velas, fondeando en Cobija a las 12
P.M. En este puerto nos pusimos al habla con el vapor "Santa Rosa", que venía
del norte, embarcando en él con destino a Antofagasta a los heridos i al
contador que debía solicitar del general en jefe el envío de algún vapor que nos
diera remolque.

Salí de Cobija a las 3 P.M. i navegando muy cerca de la costa, pasamos mui a
la vista de Mejillones, i aprovechando la brisa terral seguimos rumbo a
Antofagasta hasta la mañana del día siguiente, día en que a 20 millas de este
puerto recibimos remolque del vapor "Rimac" que nos condujo al fondeadero,
largando el ancla a las 3 P.M. del 25. A las 6 A.M. un fuerte temporal del Este
rompió el ancla i tres espías que amarraban el buque, i a pesar de fondear la
segunda ancla con 90 brazas de cadena fuimos arrastrados cinco millas a
fuera. A las 8 A.M. fuimos tomados a remolque por dos vaporcitos del puerto i
conducidos a la dársena, donde fuimos amarrados convenientemente con un
ancla i varias espías.

A la una de este mismo día, cuando creíamos estar en seguridad, nuestro vigía
anuncia la aparición del “Huáscar" por el S.O. i a poca distancia del puerto.
Tomé inmediatamente una posición que me permitiera defenderme; i
percibiendo al buque enemigo que se dirijía a apresar el transporte "Rimac"
que huía al N., le dirijí dos tiros con el fin de distraerlo i dar tiempo para la
salvación del transporte. Esto se consiguió, por que el "Huáscar" paralizó un
momento su marcha, siguiendo momentos después su propósito, pero
inútilmente. A las 4 P.M. el "Huáscar" volvió al puerto i después de un prolijo
estudio de la costa, lanzó su primer tiro a nuestro buque. Inmediatamente fue
contestado por nuestros cañones i los fuertes o baterías de tierra, siguiéndose
un tiroteo de dos horas sin resultado notable, habiéndose consumido por
nuestra parte 35 tiros de bala sólida.

La tripulación de la "Covadonga", a pesar de solo haber recibido tres o cuatro


instrucciones sobre el manejo de la artillería, estaba ya en aptitud de
desempeñar su puesto de combate. No obstante, los oficiales que comandaron
las colisas de a 70 solicitaron de mí como un honor el ocupar los puestos de
cabos de cañón.

Así, el teniente Orella en la colisa de proa y el teniente Lynch en el de popa,


apuntaron i dieron fuego durante todo el tiempo, obteniendo el manejo mejor
que pudiera desearse.

Al presente me hallo con el buque de mi mando fondeado en la dársena del


puerto, que solamente tiene 2 o 3 brazas de agua, i por consiguiente, al
descomponerse la barra con la marejada, la quilla toca el fondo i hace sufrir al
buque, circunstancia que le hago notar para que U.S. se sirva tomar a la mayor
brevedad la resolución mas conveniente.

El departamento de la máquina que, como ya he dicho a U.S., ha sido atendida


por el ingeniero Cuevas i sus subordinados, se halla a la fecha listo con un solo
caldero (pues el otro está inutilizado) i después de haber cambiado un émbolo
que oportunamente recibimos de Valparaíso.

No omitiré la circunstancia de hacer presente a U.S., que el mayor andar


conseguido durante el combate del 21, nunca fue mas de cuatro millas.

Es cuanto tengo el honor de dar cuenta a U.S.

Dios guarde a U.S.

CARLOS A. CONDELL

Al Señor Almirante i Comandante en Jefe de la Escuadra”

El brillante triunfo obtenido por la vieja y débil goleta cañonera “Covadonga”,


fue un golpe que la Marina del Perú no pudo superar jamás en el transcurso de
la Guerra del Pacífico.

La poderosa fragata blindada “Independencia” era la mejor y más moderna


nave de la Escuadra peruana, superior en todo aspecto al blindado “Huáscar”,
tanto así que por sí sola representaba la tercera parte del poder naval peruano.
A partir del 21 de mayo de 1879 la Escuadra peruana tuvo que depender solo
del “Huáscar”, el que debió realizar una guerra de corso, ya que no estaba en
condiciones de enfrentar de igual a igual a los blindados chilenos “Almirante
Cochrane” y “Almirante Blanco Encalada”, quedando la Escuadra chilena con la
superioridad en el Pacifico, lo que le abrió las puertas a la invasión del territorio
peruano una vez capturado el “Huáscar” en la Batalla Naval de Angamos el 08
de octubre de 1879.

En el corto plazo, tanto la resistencia de la “Esmeralda”, como la pérdida de la


“Independencia”, significó para el Perú, el no poder ejecutar su plan de capturar
el convoy con tropas, destruir las máquinas resacadoras de agua de
Antofagasta, de importancia fundamental para suministrar el vital elementos a
las tropas que se estaban concentrando en ese puerto y por último atacar a los
puertos del litoral norte de Chile.

Los Combates Navales de Iquique y Punta Gruesa crearon una mística que
acompañó a las fuerzas chilenas durante toda la guerra, que permitió lograr la
victoria final a pesar de los inmensos sacrificios y penurias soportadas por
nuestro Ejército y Armada.Lo más importante de este combate, es que inflamó
el espíritu patriota de los chilenos y reforzó la tradición iniciada por el Almirante
Lord Thomas Alexander Cochrane, durante la Guerra de la Independencia, y
cumplida hasta la fecha, que es luchar contra el enemigo para "Vencer o
Morir", lema grabado en bronce en todas las unidades de la Escuadra Nacional,
la que al igual que en el pasado es la garante de la soberanía nacional.
Correrías del Monitor "Huáscar"
Gracias a su considerable andar, blindaje, poderosa artillería y muy en especial
a la audacia y habilidad de su Comandante, Miguel Grau Seminario, el monitor
"Huáscar" se constituyó en una seria amenaza a las líneas de comunicaciones
marítimas que sustentaban el esfuerzo bélico chileno.
El 26 de mayo de 1879 ataca Antofagasta y al día siguiente apresa dos naves
mercantes en Cobija.
El 3 de junio es avistado por el blindado "Blanco" y la cañonera "Magallanes" ,
pero logra escapar después de un corto duelo de artillería.

Durante la noche del 10 de julio penetra en Iquique y ataca a las unidades


navales que bloquean el puerto. La cañonera "Magallanes" elude con mucha
pericia marinera varias embestidas del espolón adversario. Pero, ante la
probabilidad de tener que enfrentar al blindado "Cochrane" , el Comandante
Grau decide regresar a su refugio en Arica.
El 17 de julio zarpa a interceptar un convoy chileno y una semana después
captura al transporte "Rímac" , con 300 carabineros de Yungay, caballares y
abastecimiento de guerra.
Pese a que era el objetivo prioritario de la Escuadra, logró siempre escabullirse
aprovechando que las naves nacionales estaban drásticamente reducidas en su
andar, después de la larga campaña lejos de su base.
Estas limitaciones hicieron insostenible el persistir en el bloqueo de Iquique.
Los éxitos del "Huáscar", en particular la captura del "Rímac", que había
zarpado sin escolta por orden del gobierno y la que no era de la
responsabilidad del Almirante Juan Williams Rebolledo, sin embargo afectó
seriamente su prestigio, quien teniendo clara conciencia de que esta falta de
respaldo a su persona, afectaba indirectamente el apoyo nacional que la
Escuadra requería con urgencia, resolvió renunciar.
El 2 de agosto da término al bloqueo por incapacidad operativa de las naves y
se desplaza al sur llevando a la corbeta "Abtao" a remolque.
En Valparaíso asume como Comandante en Jefe el Capitán de Navío Galvarino
Riveros Cárdenas y se somete a los buques a una recuperación de sus
capacidades operativas, lo que toma la mayor parte del mes de septiembre.
Mientras tanto, el monitor "Huáscar" y su brillante Comandante continuaba
atacando nuestros puertos, destruyendo instalaciones portuarias y
embarcaciones, para afectar el esfuerzo económico necesario para sostener la
guerra.

Batalla Naval de Angamos - 8 de octubre de 1879


Durante la noche del 07 de octubre, el monitor "Huáscar" y la corbeta "Unión"
navegaban desde el sur de regreso a Arica, cuando avistaron en el horizonte
las luces de Antofagasta.
El Almirante Miguel Grau Seminario decidió poner proa al puerto para tratar de
capturar alguna presa.
A las 1.10 de la madrugada, el monitor recorrió sigilosamente la bahía sin
encontrar objetivos. Se volvió a reunir con la "Unión" a las 3:00 a.m. y
continuaron rumbo norte.
A la misma hora, los vigías del blindado "Blanco" avistaron dos humos sobre el
horizonte. Simultáneamente, el Almirante Miguel Grau Seminario era informado
de tres humos al norte y decidió aproximarse para investigar.
Al alba se disipan todas las dudas y los buques peruanos viran hacia el sur
para escapar. " Viva Chile!", brotó espontáneamente en las dotaciones
chilenas. Por fin había llegado el día.
Deliberadamente, el Capitán de Navío Galvarino Riveros Cárdenas,
Comandante en Jefe de la Escuadra, ordenó ir reduciendo gradualmente el
andar para hacer factible a Miguel Grau virar y retirarse hacia el norte, rumbo a
su patria.
A las 5.40 el monitor "Huáscar" y la "Unión" iniciaron un lento viraje al norte.
El blindado "Blanco", observando el rumbo norte de la división peruana,
aumentó su velocidad forzando sus máquinas para impedir un nuevo viraje de
ésta hacia el sur.
A las 7.15, Grau avistó otros dos humos más al norte y 15 minutos más tarde
reconocía al blindado "Cochrane" y la corbeta "O'Higgins" , seguida del
transporte "Loa".
Lo previsto por los autores del plan se había cumplido en todas sus etapas. La
"Unión", que era capaz de desarrollar hasta 13 nudos, puso rumbo noreste y
escapó. Al monitor "Huáscar" no le quedó otra alternativa que aceptar el
combate.
 
A las 9.25 horas, a la altura de Punta Angamos y a 3.000 metros del blindado
"Cochrane" el "Huáscar" rompió el fuego. El Comandante del blindado,  Juan
José Latorre Benavente no contestó y continuó apróximandose hasta llegar al
alcance efectivo de 2.200 metros de sus cañones, a las 9.40 horas.
De las dos primeras granadas de 9" disparadas, una penetró la torre de
artillería del monitor hiriendo a los 12 sirvientes que manejaban la ronza de los
cañones de 300 libras. Otra salva, cortó las cadenas que movían al timón y dejó
al "Huáscar" sin gobierno, causando que el buque cayera bruscamente a
estribor, debido a una deformación causada por los espolonazos dados a la
corbeta "Esmeralda" en el Combate Naval de Iquique, el 21 de Mayo anterior.
Una próxima salva penetró la torreta de mando causando la muerte instantánea
al brillante Almirante enemigo, Miguel Grau Seminario, que fue desintegrado
por la descarga y a su ayudante, Teniente 1º Diego Ferré. Además, la granada
inutilizó completamente la rueda de gobierno y los telégrafos a las máquinas.
La puntería de los artilleros chilenos dirigidos por el Capitán de Corbeta Miguel
Gaona era tremendamente certera, causando estragos en la tripulación del
buque peruano, porque se usaban granadas perforantes Pallisier, las que
estallaban al momento de perforar la coraza.
A las 10.10 horas el "Huáscar" arrió su bandera, por lo que el blindado
"Cochrane" suspendió los fuegos. A los pocos minutos un oficial no identificado
la volvió a izar, pero que posteriormente los oficiales del buque chileno
creyeron reconocer al Teniente Enrique Palacios, cuando éste cayó prisionero,
mortalmente herido.
Reanudado el combate, el "Blanco" se incorporó al combate a las 10.15 horas.
En una desinteligencia, por una mala maniobra del "Blanco", casi chocan
ambos blindados, pero la pericia del Comandante Latorre lo impidió.
El "Huáscar" pudo reparar su avería del timón, pero ahora estaba bajo el fuego
de dos blindados chilenos.
Imposibilitado de combatir, el monitor "Huáscar" arrió su bandera en señal de
rendición a las 10.55 horas. Habían sucumbido también valientemente en
combate, los oficiales que habían sucedido al Almirante Grau, el Capitán de
Corbeta Elías Aguirre y el Teniente Melitón Rodríguez. Además el Mayor de
Ordenes, Capitán de Fragata Melitón Carbajal fue gravemente herido, mientras
se ocupaba de dirigir el fuego en la torre de artillería.
El Teniente 1° Pedro Gárezon, que ahora comandaba el buque peruano,
ordenó inundar el buque para evitar su apresamiento, pero rápidamente los
chilenos tomaron posesión del monitor y lograron mantenerlo a flote, reparando
las averías principales. Luego, el buque por sus propios medios fue llevado a
Mejillones para sus reparaciones de emergencia que le permitieran llegar a
Valparaíso, donde se le harían reparaciones mayores.
La muerte del Almirante Grau fue muy sentida en la Escuadra Chilena, como lo
testifica el parte pasado por el Comandante Galvarino Riveros: "La muerte del
contraalmirante peruano, don Miguel Grau, ha sido, señor comandante general,
muy sentida en esta Escuadra, cuyos jefes y oficiales hacían amplia justicia al
patriotismo y al valor de aquel notable marino".
Al día siguiente se celebraron las solemnes honras fúnebres en honor de los
muertos del monitor "Huáscar", asistiendo el Ministro de la Guerra don Rafael
Sotomayor, el General en Jefe Erasmo Escala, el Jefe de Estado Mayor Emilio
Sotomayor, el Comandante en Jefe de la Escuadra, Capitán de Navío Galvarino
Riveros Cárdenas, los Comandantes de los buques de la Escuadra y altas
personalidades.

Formaron los Batallones Chabuco y Zapadores al mando de sus respectivos


Comandantes.
Las tropas del batallón Chacabuco rindieron los honores de Ordenanza al
Almirante Grau y a cada uno de los oficiales y tripulantes fallecidos en el
combate.
Con la captura del "Huáscar" y la previa neutralización de la "Independencia", la
potencialidad de la Armada peruana quedó drásticamente reducida.
Por eso, la Batalla Naval de Angamos tuvo una extraordinaria importancia en el
desarrollo de la guerra, pues constituyó el aniquilamiento del Poder Naval
enemigo.
Con el dominio del mar asegurado, el Ejército obtuvo la libertad de acción
estratégica que le permitiera atacar al enemigo dónde, cuándo y cómo lo
estimara más conveniente.

Conquista del Dominio del Mar

El Supremo Gobierno resuelve agilizar la campaña en el Teatro de la Guerra.

Pero resultaba imprescindible conquistar primero el dominio del mar, para

poder posteriormente iniciar las operaciones terrestres con el apoyo logístico

asegurado.

El 20 de septiembre la Escuadra se desplaza al norte escoltando un importante

convoy con tropas a Antofagasta. Una vez en Mejillones, el Capitán de Navío

Galvarino Riveros Cárdenas reorganiza la Escuadra en la siguiente forma:


El 1 de octubre, el Comandante en Jefe citó a sus Comandantes a un Consejo

en el que se decidió ir a la caza del monitor "Huáscar" a Arica. Pero

nuevamente quiso el destino que en la misma fecha el monitor decidiera zarpar

a una incursión en el litoral chileno hasta Coquimbo, junto con la corbeta

"Unión". Por segunda vez en la guerra, ambas fuerzas se cruzan de vuelta

encontrada en alta mar, sin avistarse.

El Ministro de Guerra en Campaña, don Rafael Sotomayor, tenía un plan que

consistía en que la división del Comandante Latorre cruzase con su división

perpendicularmente a la costa, en el paralelo de Mejillones, en la mayor


extensión posible y que la división del Comandante Riveros se situase a la

entrada de la bahía de Antofagasta en observación y en situación de poder

defender la ciudad, si el "Huáscar" atacaba. Así, si el "Huáscar" pretendía

atacar Antofagasta, sería sometido por el blindado "Blanco" y los buques

pesados. Si seguía de largo, la división del Comandante Riveros podría

perseguirlo para impedir su huída al sur y llevarlo hacia el norte para

encontrarse con la división del Comandante Latorre.

De regreso en Mejillones, el día 7 de octubre se reúnen los Comandantes en el

buque insignia y se establecen dos posibilidades al enemigo: a) Regresar

directamente a Arica vía oceánica. b) Regresar a Arica recalando previamente

en Antofagasta para atacar las naves chilenas que se encontraren en la bahía.

Se decidió tenderle una celada a los buques peruanos. La División al mando

del Comandante Galvarino Riveros Cárdenas lo esperaría a la entrada de

Antofagasta, mientras que los buques de la División del Comandante Juan José

Latorre Benavente, establecerían una barrera perpendicular a la costa, más al

norte y hasta 20 millas de tierra.

Si el Comandante Riveros Cárdenas lo avistaba debía seguirlo, evitando su

retirada hacia el sur hasta que el Comandante Juan José Latorre Benavente

entrara en acción.

Asalto y Toma de Pisagua - 2 de noviembre de 1879


La consideración más importante para la realización de la Campaña de
Tarapacá, era la elección del punto de desembarco.
La ubicación del ejército peruano del sur concentrado en Iquique, y del ejército
del norte concentrado en la zona de Arica-Tacna, hacía evidente la elección de
un punto que impidiera la reunión de ambos. Debía elegirse un lugar al norte de
Iquique.
Se decidió desembarcar en Pisagua, que contaba con una guarnición de 1.400
soldados y cuya bahía estaba defendida en sus extremos norte y sur con
cañones Parrot de 100 lbs.
El 28 de octubre se embarcaron en Antofagasta 9.500 soldados para el asalto
anfibio.
El convoy zarpó y a las 7 de la mañana del 2 de noviembre recaló en Pisagua y
el blindado "Cochrane" y la corbeta "O'Higgins" , a cargo del Comandante Juan
José Latorre Benavente y el Capitán Jorge Montt Alvarez, respectivamente,
atacaron el fuerte sur. Casi simultáneamente rompían el fuego contra el fuerte
norte la cañonera "Magallanes" y la goleta "Covadonga" , mandadas por el
Capitán Manuel Orella Echanez y el Capitán Carlos Condell de la Haza.

El fuerte norte logró contestar sólo un cañonazo, y quedó silenciado por la


excelente precisión de la artillería chilena.
En el fuerte sur hubo mayor resistencia, pero el alto porcentaje de impactos de
los buques la dejó pronto inoperante.
A las 8 de la mañana se podía iniciar el desembarco.
Prestamente salía de los buques la primera oleada de desembarco con 450
soldados en 17 embarcaciones.
Los peruanos y bolivianos se parapetaron detrás de las rocas y abrieron fuego
de fusilería, causando numerosas bajas entre la tropa y bogas.
En medio de esta lluvia de balas, los chilenos llegaron a la playa, saltaron de
los botes y con el agua a la cintura se precipitaron sobre las trincheras, para
iniciar, después de abatir a los defensores, la penetración hacia el interior,
mientras las embarcaciones regresaban a bordo en busca de una segunda
oleada.
El ascenso fue penosísimo, por un camino empinado, arenoso y difícil, pero aún
así hacían estragos en el enemigo, que huía hacia lo alto.
Con la artillería de los buques se atacó exitosamente el ferrocarril y los
montones de carbón y salitre, donde se mantenían refugiadas gran parte de las
tropas enemigas.
Las granadas navales encendieron el salitre y comenzaron los incendios.
Mediante el desembarco de las sucesivas oleadas, el combate cobró mayor
vigor, y tras bravo esfuerzo, las tropas chilenas llegaron hasta la pampa del
Hospicio en la cumbre de la meseta, realmente agobiadas por el cansancio.
El enemigo había retirado ya sus efectivos hacia el interior.
Las naves, que ya silenciaban sus cañones pudieron ver a las tres de la tarde
como el Teniente Rafael Torreblanca del Regimiento Atacama, clavaba la
bandera chilena en un poste de Alto Hospicio.
Las bajas chilenas fueron de 58 muertos y de 173 heridos; las de los aliados
fueron calculadas en 200 entre muertos y heridos.
Con este desembarco, las fuerzas chilenas se ubicaron como cuña entre el
ejército aliado de Tarapacá y el de Tacna y abrieron un importante acceso al
territorio enemigo.
La campaña terrestre se había iniciado con una victoria conjunta de las Fuerzas
Armadas de Chile.
Este hecho constituye el primer desembarco anfibio orgánico efectuado en el
mundo y se ha convertido en un ejemplo típico, tanto por su organización, como
por su ejecución.
Captura de la Cañonera "Pilcomayo" - 18 de noviembre de 1879

El blindado "Blanco" terminadas sus reparaciones en Valparaíso, se dirigió a

las costas del departamento de Moquegua a hostilizar los puertos peruanos.

El día 18 de noviembre de 1879, regresando de Islay y en las cercanías de

Mollendo, siendo cerca de las 09.00 horas, se divisaron tres humos al sur que

se reconocieron como la corbeta "Unión", la cañonera "Pilcomayo" y el

transporte "Chalaco", que estaban comandadas por los Capitanes de Navío

Nicolás F. Portal y Carlos Ferreyros y el Capitán de Fragata Manuel A.

Villavicencio, respectivamente.

La corbeta "Unión" que navegaba adelantada, al reconocer al blindado "Blanco"

viró hacia el sur para advertir a los otros buques del peligro que les acechaba.

Reunidos los buques peruanos, adoptaron la siguiente táctica: la corbeta

"Unión" trataría de atraer al blindado "Blanco" para evitar la captura de los otros

dos buques, confiada en su mayor velocidad.

Por lo tanto, navegó al oeste a baja velocidad para atraer a su contendor.

La cañonera "Pilcomayo" navegó al sur a máxima velocidad y el transporte

"Chalaco" cambió su rumbo al sureste para pegarse a la costa.

El Almirante Galvarino Riveros Cárdenas, al mando de la Escuadra chilena, no

cayó en la trampa, pues conocía las velocidades desarrolladas por los buques

enemigos y decidió dar caza a la cañonera "Pilcomayo" y ordenó al

Comandante del "Blanco", Capitán de Corbeta Luis Anacleto Castillo Goñi

perseguir a máximo andar a la cañonera peruana.

El Comandante Ferreyros advirtiendo que la distancia se acortaba rápidamente

y que la huida era imposible, reunió a sus oficiales en consejo, donde se

decidió unánimemente incendiar el buque y hundirlo antes de entregarse,

batiéndose en retirada para dar tiempo para ejecutar el plan acordado.


A los 5.000 metros la cañonera "Pilcomayo" rompió el fuego en elevación sin

dañar a su perseguidor. El blindado "Blanco" inmutable no rompió el fuego

hasta los 4.200 metros, alcanzando con el primer proyectil el pico del palo

trinquete de la cañonera.

Mientras tanto, el Comandante Ferreyros hizo abrir las válvulas de fondo para

inundar la máquina y las santabárbaras y ordenó derramar todo tipo de material

inflamable para hacerlo arder y provocar un incendio.

Los cañones de popa se apuntaron sobre la escotilla de la cámara de oficiales

para perforar el casco bajo la línea de flotación.

Luego dispuso la destrucción de códigos, correspondencia y documentos del

buque. Comenzado el incendio, detuvo el buque y arrió los botes para que se

embarcara la tripulación.

El Almirante Galvarino Riveros Cárdenas al ver señales con banderas blancas

que se hacían desde los botes, dispuso cesar el fuego y parar la máquina para

que el Teniente Roberto Anacleto Goñi Simpson abordara el buque peruano,

que aún mantenía izada su bandera.

Abordada la cañonera, Goñi reemplazó la emblema peruana por la chilena y

ante la actitud impasible de los oficiales peruanos, dedicó todos sus esfuerzos

para salvar la nave, atracándola al blindado "Blanco" para que con sus bombas

de achique impidiera su hundimiento y simultáneamente reforzar al personal

que apagaba los incendios.

Después de dos horas de arduo trabajo en tapar las vías de agua con los buzos

y apagados los incendios, se había salvado la nave, la cual fue llevada a


remolque a Pisagua. Revisadas sus máquinas estaban intactas y prontas a ser

usadas.

Reparadas las averías en forma provisoria, la cañonera cañonera "Pilcomayo"

zarpó a Valparaíso para efectuar las reparaciones definitivas, recalando en ese

puerto el 4 de diciembre de 1879, ante el júbilo de la población que invadió las

calles para rendir un homenaje a los marinos victoriosos.

Campaña de Tarapacá

Después de las victorias obtenidas en la ocupación de Antofagasta y en la


campaña marítima, el objetivo político de guerra chileno fue más ambicioso, y

ya no sólo se buscó asegurar la soberanía chilena entre los paralelos 23 y 25

Sur, sino que la obtención de compensaciones territoriales favorables.

Particularmente, se decidió conquistar el departamento peruano de Tarapacá.

Este nuevo objetivo impuso al Ejército la necesidad de buscar la destrucción de

las fuerzas peruano-bolivianas presentes en Tarapacá, como objetivo

estratégico de la campaña que se iniciaría y a la Armada le impuso ejercer el

dominio del mar para facilitar los transportes marítimos propios e impedir los del

enemigo, de tal manera de aislar a las fuerzas adversarias en el teatro de

operaciones.

Para los aliados, el objetivo estratégico pasó a ser solamente el de contener a

las fuerzas chilenas, a fin de impedirles alcanzar, a través de una victoria militar

en Tarapacá, el objetivo político que el Gobierno se había fijado.

Es decir, de ser ofensores y de entrar en la guerra con la iniciativa político-

estratégica, pasaron a ser defensores y a someterse a la voluntad de su

enemigo.
Expedición a Ilo - 18 al 26 de febrero de 1880

Las fuerzas peruanas se habían concentrado en Tacna y Arica y para atacarlas

era preciso trasladar al ejército chileno a una localidad cercana a esas

ciudades, ya que atravesar el desierto de Atacama habría sido una tarea casi

imposible.

Después de muchos reconocimientos y estudios, se eligió el puerto de Ilo.


Entre el 18 y 25 de febrero de 1880 se embarcaron en Pisagua los 9.500

soldados que componían tres divisiones, quedando una en tierra en espera del

regreso de los transportes.

A la vanguardia, de izquierda a derecha iban: escampavía "Toro", blindado

"Blanco", torpederas "Guacolda" y "Janequeo" y cañonera "Magallanes".

En la primera fila de transportes, los siguientes buques: el vapor "Itata", vapor

"Copiapó", transporte "Amazonas", y vapor "Loa".

En la segunda fila de transportes: "Matías Cousiño", "Limarí", "Lamar" y "Santa

Lucía" , que remolcaban respectivamente las lanchas a vela fletadas por el

gobierno, velero "Giuseppe Murzi" , "Elvira Alvarez" , "Humberto I" y una

lancha.

Cerraban la formación los transportes "Angamos", "Abtao" y "Toltén" que

remolcaba una balsa.

El zarpe fue el día 25 a las 16.10 horas.

El 26 el convoy arribó a Ilo. Se envió a la "Magallanes" y la "Guacolda" a

reconocer los mejores puntos de desembarco.

Iniciado el desembarco, el regimiento "Esmeralda" lo hizo por la Caleta de los

Hermanos y la artillería de marina por Caleta Inglesa, sin tener oposición de

parte de las fuerzas peruanas.


Considerando lo anterior, el resto de la tropa desembarcó por el muelle de

pasajeros. El primer día desembarcaron 5.000 soldados y el resto al día

siguiente.

Las instalaciones del puerto estaban intactas, lo que facilitó el desembarco de

artillería. También la bomba surtidora de agua estaba en funcionamiento, lo que

solucionó un grave problema al General Erasmo Escala. Además, se

encontraron dos locomotoras y material rodante en perfectas condiciones y dos

locomotoras, que rápidamente fueron reparadas por el Ingeniero Stuven.

Terminado el desembarco los transportes "Amazonas", "Loa", "Matías

Cousiño", "Itata" y escampavía "Toro" regresaron a Pisagua y efectuaron dos

viajes para transportar a la Cuarta División del Coronel Orozimbo Barboza y el

material logístico necesario para la campaña.

El 8 de marzo las fuerzas chilenas estaban listas para la campaña de

Moquegua.

Cañoneo de Arica y muerte de Manuel Thomson - 27 de febrero de 1880

Después de la Batalla Naval de Angamos, el monitor "Huáscar" debió ser


reparado en Valparaíso y aprovechando estos trabajos, se le reforzó su

artillería con dos cañones de 40 libras de retrocarga, tipo Armstrong, cuyo

alcance estaba entre 6.000 y 7.000 metros, lo que dejaba al monitor en

excelentes condiciones de batir la artillería de ánima lisa de los fuertes de El

Callao y Arica, que tenía un alcance de 3.500 metros.

El mando del monitor se le asignó al Capitán de Fragata Manuel Thomson Porto

Mariño, quien arribó con su buque a Arica el 25 de febrero de 1880 para relevar

al blindado "Cochrane" y mantener el bloqueo del puerto, uniéndosele poco


después la cañonera "Magallanes" , al mando del Capitán de Fragata Carlos

Condell de la Haza.

El caracter combativo de Thomson lo incitó a no permanecer como mero

espectador del bloqueo, sino que buscando el combate, el 27 de febrero se

acercó temerariamente a las baterías del puerto, quedando dentro de su

alcance y sin considerar que con los nuevos cañones podía batirlas sin ser

alcanzado.

Durante cincuenta minutos los buques se batieron con los fuertes del puerto,

sin recibir mayor daño, retirándose fuera del alcance de las baterías de tierra

posteriormente.

Al observar Thomson que un tren procedente de Tacna se dirigía Arica, penetró

con el monitor "Huáscar" dentro del sector de fuego de las baterías de tierra de

200 libras y del monitor "Manco Capac" con sus cañones de 500 libras y

menospreciando el peligro detuvo a cañonazos la marcha del tren.

Carlos Condell de la Haza con la cañonera "Magallanes" cooperaba con

Thomson en el intercambio de fuego con los fuertes.


La artillería peruana concentró sus fuegos sobre el monitor "Huáscar" y una

granada hizo explosión cerca de un cañon hiriendo mortalmente al aspirante

Eulogio Goycolea Garay, matando seis hombres de tripulación e hiriendo a

doce.

Además hirió levemente al segundo comandante Capitán de Corbeta Emilio

Valverde Prieto y al Teniente 2° Tomás Segundo Pérez.

Entre los marineros muertos se encontraba el Marinero 1° Luis Ugarte,

sobreviviente del Combate Naval de Iquique y que había acompañado a Arturo

Prat Chacón en el primer abordaje y luego al Teniente Ignacio Serrano

Montaner en el segundo abordaje al Huáscar, el 21 de mayo de 1879.

El tren fue detenido por los proyectiles chilenos y retrocedió a Tacna.

Después de esto, los dos buques se retiraron a sus posiciones iniciales.

Cerca de las 14.00 horas, el "Manco Capac" levantó presión y salía de su

fondeadero, envalentonado por el impacto recibido por el monitor "Huáscar",

llevando en el costado de estribor una lancha torpedo, para impedir ser

espoloneado por esa banda.

Thomson salió al encuentro del enemigo y como necesitara el máximo de

velocidad para espolonear a su adversario por la banda de babor, maniobra

que lo colocaría entre la ribera y el "Manco Capac", pidió a sus ingenieros la

máxima presión de las calderas. Esto produjo que subiera excesivamente el

nivel de agua de las calderas, arrastrándola a las máquinas, quedando el


monitor inmovilizado a corta distancia de las baterías del "Manco Capac", que

acertó un proyectil de 500 libras en pleno pecho del Comandante Manuel

Thomson Porto Mariño, que temerariamente se encontraba en toldilla.

Junto con lo anterior, cortó el palo de mesana y aventó el código de señales.

Thomson fue destrozado y las partes de su cuerpo quedaron esparcidas por

cubierta. La hoja de su espada quedó clavada en la cubierta de madera, a

pocos metros donde otros dos bravos marinos dieron su vida por sus

respectivos países, Arturo Prat Chacón y Miguel Grau Seminario.

El Capitán Valverde tomó el mando del buque y lo retiró de la línea de fuego,

mientras disparaba sus andanadas al "Manco Capac", que consiguió colocarse

al refugio de las baterías de tierra.

Sabedor Carlos Condell de la Haza de la muerte del bravo Thomson, se

transbordó el monitor "Huáscar" y envió a la cañonera "Magallanes" a dar

cuenta de lo sucedido al Almirante Galvarino Riveros Cárdenas.

Combate de Torpederas - 24 y 25 de mayo de 1880

El 24 de mayo de 1880 a las 17.00 horas, habiendo sido avistada una lancha

peruana en las cercanías del dique de El Callao, fue perseguida por las

torpederas chilenas "Janequeo" y "Guacolda" , con las cuales hubo un

intercambio de disparos sin consecuencias para ambas partes.

Las torpederas se retiraron al amparo de la Escuadra, pero se mantuvieron al

acecho de los movimientos dentro de la dársena.


Alrededor de la 01.30 del día 25, notaron a través de la oscuridad que desde la

playa del fuerte de La Punta, salían tres lanchas peruanas en dirección a la

dársena. Inmediatamente ambas torpederas iniciaron la persecución,

consiguiendo cortar el paso a dos lanchas, pero como el andar de la

"Janequeo", al mando del Teniente Manuel Señoret Astaburuaga, era muy

superior al de su compañera, se adelantó unos 100 metros y alcanzó a la

lancha peruana "Independencia," comandada por el Teniente 2° José Gálvez.

El fogoso Teniente Señoret logró acercarse a tres metros por estribor de la

lancha peruana y le aplicó un torpedo, el que hizo explosión abriendo la popa

de la embarcación, que comenzó a hundirse.

Simultáneamente, mientras se inundaba la lancha, el Teniente Gálvez lanzó

una granada a la "Janequeo", la que al estallar sobre el salón de calderas mató

a dos fogoneros y produjo una gran abertura en el casco.

Inundándose, la "Janequeo" logró atracarse a unas lanchas fondeadas cerca,

desembarcándose la tripulación, sin poder salvar a la torpedera que se hundió

a los cinco minutos.

La "Guacolda", al mando del Teniente Luis Alberto Goñi Simpson, persiguió en

la oscuridad a la "Independencia" y cuando se hallaba cerca notó que sus


tripulantes pedían socorro a gritos, porque se estaban hundiendo.

Goñi paró la máquina y envió un botecito que llevaba a remolque a auxiliar a

los náufragos. Recogió sólo a siete, porque los otros ocho habían muerto en la

explosión.

El Teniente Gálvez quedó atrapado en la embarcación, logrando zafarse

cuando ésta tocó fondo y salir agotado a la superficie, donde fue recogido entre

los siete rescatados.


Recogidos los náufragos de la "Independencia", la "Guacolda" rebuscó a la

"Janequeo" y creyendo que se había reintegrado a la Escuadra, se apresuró en

llegar al blindado "Blanco" para dejar los heridos peruanos.

Al pasar frente a la dársena, las lanchas peruanas "Arno" y "Urcus" trataron de

cortarle el paso, pero Goñi les contestó el fuego con una ametralladora Gatling,

abriéndose paso hacia el blindado "Blanco" donde dejó los heridos y

prisioneros.

El Almirante Galvarino Riveros Cárdenas, haciendo honor al valor demostrado


por el Teniente Gálvez, en vez de mantenerlo prisionero, lo puso a disposición

de las autoridades de El Callao.

La "Janequeo" estaba sumergida a una profundidad no mayor de seis a siete

brazas y a una corta distancia de la dársena, por lo que los peruanos intentaron

reflotarla.

Entre los días 27 y 29 hubo varios encuentros entre las fuerzas chilenas y las

lanchas peruanas que se encontraban en faenas de rescate para reflotar a la

"Janequeo". Lo anterior obligó al Almirante Riveros a planear la destrucción de

la torpedera hundida.

La noche del 8 de junio a las 01.00 horas, la "Guacolda" con un bote a remos,

protegidas por el "Huáscar" se dirigieron al lugar del naufragio, que había sido

señalado con cuatro boyas por los peruanos.

Al llegar ahí, hicieron descender al buzo del blindado "Blanco", José Sobenes

Valdebenito, quien encontró a la "Janequeo" estrobada lista para ser izada a la

superficie.

En el silencio y oscuridad de la noche, el buzo Sobenes colocó cargas

explosivas equivalentes a 100 libras, que destruirían la torpedera, mediante

fuego eléctrico.
La faena fue terminada a las 03.30 horas, haciendo detonar las cargas y

destruyendo totalmente a la torpedera hundida.


Segundo Combate de Torpederas - 6 de diciembre de 1880

Se mantenía el bloqueo de El Callao con la corbeta "Chacabuco", la cañonera

"Pilcomayo", el monitor "Huáscar" y el transporte "Angamos" , a cargo

el Capitán de Fragata Oscar Viel Toro.

De día los buques fondeaban en la isla San Lorenzo y de noche cruzaban la

bahía, sirviéndoles de avanzada las lanchas torpederas, constituidas por la


"Fresia" , al mando del Teniente 1° Alvaro Bianchi Tupper, la "Guacolda" al

mando del Teniente 2° Recaredo Amengual Novajas y "Colo Colo" y "Tucapel"

al mando de los Guardiamarinas Gaspar García Pica y Víctor M. Donoso,

respectivamente.

Todas tenían dos torpedos y una ametralladora Hotchkiss, excepto la "Fresia"

que tenía tres torpedos.

En la noche del 5 de diciembre de 1880, las lanchas torpederas chilenas se

encontraban haciendo su ronda habitual por la bahía de El Callao, al mando del

Teniente Bianchi.

Los peruanos poseían también lanchas torpederas, la "Arno", con un cañón de

40, otrode 32 y una ametralladora; la "Urcos", la "Capitanía", y la "Resguardo",


que eran lanchas con un cañón y ametralladoras y la lancha torpedera

"República", con igual armamento que las chilenas.

Al amanecer del día 6 , la "Fresia" cruzaba el espacio libre entre la playa y los

buques neutrales, cuando sorpresivamente fue atacada por la "Arno", que salía

de la dársena y luego por las "Resguardo", "Urcos" y "Capitanía".

 La "Fresia" rompió el fuego contra la flotilla enemiga, mientras acudían en su


ayuda las lanchas "Guacolda" y "Colo Colo" y posteriormente la "Tucapel" y el

escampavías "Toro" armado con 1 cañón de 40 lbs y el "Lautaro", con un cañón

de 40 lbs y dos cañones de 6 lbs.

Los peruanos trataban de atraer a las lanchas chilenas, retrocediendo hacia la

dársena, para que quedaran dentro de la distancia de tiro de las baterías del

puerto y luego volvían a atacarlas, para retroceder nuevamente.

Mientras tanto, el fuego cruzado entre las embarcaciones alarmó al

Comandante Viel, que ordenó que todos los buques fueran a proteger a nuestra

flotilla.

El "Huáscar" al mando de Carlos Condell de la Haza se aproximó a 2.500

metros y se batía con los fuertes peruanos, cuando tuvo una falla en las

máquinas y quedó detenido en el medio de la bahía. Sin embargo, no sufrió

daño alguno, sólo salpicaduras de los tiros que caían cerca.


Debido a que las torpederas habían quedado dentro del alcance de las baterías

de tierra, el Teniente Bianchi ordenó retirarse, mientras él con la "Fresia"

reconocía una lancha cisterna que los peruanos habían dejado fondeada.

Durante la refriega, una bala de fusil hirió al Aspirante Juan Antonio Morel

Zegers de la "Fresia". Reconocida la lancha, la torpedera se dirigió a corbeta

"Chacabuco" para que se pudiera atender al Aspirante herido.

En el trayecto un proyectil de 30 libras estalló y dejó herido al capitán de altos

Juan Cárdenas y mató al timonel Adolfo Núñez, produciendo además destrozos

en el timón y la popa.

Reparadas las averías, pudo llegar por sus propios medios al costado de la

"Chacabuco".

A los pocos momentos de llegar a la enfermería, el Aspirante Morel falleció.

El daño de la "Fresia" era considerable y a pesar de todos los esfuerzos para

evitar su pérdida, finalmente se hundió al costado del escampavía "Toro".

Los restos del Aspirante Morel fueron enviados a Valparaíso y los de Adolfo

Núñez enterrados en la isla San Lorenzo.

El 14 de diciembre la "Fresia" fue reflotada y diez días después estaba

nuevamente en servicio.
AGUSTÍN ARTURO PRAT CHACÓN
Capitán de Fragata - 1848-1879

Agustín Arturo Prat Chacón nació el 03 de abril de 1848 en la casa patronal de


la hacienda de San Agustín de Puñual, ubicada en las cercanías del pueblo de
Ninhue, departamento de Itata, región del Ñuble.

Fueron sus padres don Pedro Agustín Prat Barril, de antiguos ancestros en la
villa de Santa Coloma de Farnés, corregimiento de Gerona, en la región de
Cataluña, España, y doña María Luz Rosario Chacón y Barrios, hija de don
Pedro Chacón y Morales, y de doña Concepción Barrios.

A consecuencia de un incendio que destruyó el negocio que su padre poseía en


Santiago, que le causó la ruina, la naciente familia debió trasladarse a la
hacienda San Agustín de Puñual, donde fueron acogidos por don Andrés
Chacón, hermano de su madre, propietario de la hacienda. En este lugar la
pareja Prat Chacón tuvo tres hijos que murieron a los pocos meses de vida,
siendo Arturo el número cuatro. De salud delicada y contextura muy frágil, su
madre confió el fortalecimiento de su salud a la hidroterapia del método
Priessnitz.
Durante la llamada “Fiebre del Oro de California”, su tío Andrés Chacón, realizó
negocios en los Estados Unidos, con desastrosos resultados, que le costaron la
ruina económica, por lo que se vio en la obligación de vender la hacienda.
Como resultado, la familia Prat Chacón debió regresar a Santiago. En el
invierno de 1849, abordaron un velero del recorrido Talcahuano – Valparaíso.
Ningún día dejó doña Rosario de aplicar a su hijo, que contaba en ese entonces
con unos quince meses de edad, el sistema Priessnitz, utilizando las gélidas
aguas del mar.

En la capital, la familia se radicó en una chacra situada en la actual comuna de


Providencia, de propiedad de su abuelo, don Pedro Chacón, en ese entonces
cercana a la ciudad. En este ambiente campestre se fue desarrollando
físicamente, dejando atrás su “complexión raquítica y endeble… expresión
melancólica… aire distraído y apariencia triste y enfermiza”, de acuerdo a lo
que recordaba de él su tío Jacinto Chacón, como resultado de su afición por los
ejercicios físicos. Ejercicios que no excluían el pugilato con otros niños de su
edad. En una ocasión, mientras disputaba una pelea con otro niño fue
atropellado por un coche, sin tener que lamentar mayores consecuencias.

En 1854, se vendió la chacra y la familia se trasladó a una modesta casa en la


calle Nueva de San Diego, llamada hoy día Arturo Prat. Dos años después,
ingresó a una escuelita inaugurada ese año en la misma calle, que tenía una
torre con una campana para llamar a clases y por ello se le conocía como la
"Escuela de la Campana". Era dirigida por el visitador General don Bernardo
Suárez y el Subdirector, el normalista don Eliseo Otaíza.

Durante sus años escolares demostró ser un alumno de buena conducta, a


excepción de pleitos y travesuras propias de la niñez, tenía problemas con las
matemáticas, específicamente con la aritmética, que superó posteriormente,
tanto así, que en 1856 obtuvo distinción en esta materia, además de lectura,
geografía y religión.
Su madre recordaba de este periodo de su vida: “Tenía una tendencia muy
marcada al aislamiento y la reserva”; y que “regresaba de la escuela haciendo
mil travesuras por el medio de la calle, pero siempre solo”. Usaba la fuerza
cuando sentía atropellado en sus derechos. Un compañero se refería a una
pelea con él por haberse comido una empanada frita en exceso de las que le
tocaban, dejándolo sin ella. En otra oportunidad, alumnos algo mayores lo
amenazaron armados de palos. Al día siguiente, se consiguió con un
almacenero vecino un cuchillo o machete, con el que enfrentó a sus rivales,
quienes lo acusaron al Director Suárez. “Fue sólo para intimidarlos”, se
defendía. El profesor castigó la cobardía de los asaltantes y el arrojo del
asaltado.

El 25 de agosto de 1858 dejó la escuela y el 28 de ese mes, con solo 10 años


ingresó a la Escuela Naval.

Como despedida de la escuela de su alumno el profesor Suárez anotó en sus


registros: “Aplicación, excelente; capacidad, buena; asistencia, constante;
carácter, inmejorable”.
El Cadete

Su ingreso a la Escuela Naval se debió a las becas creadas por el Presidente


de la República Don Manuel Montt Torres. Eran dos por provincia: Una, de
Arauco tocó a él, la otra, a su amigo Luis Uribe Orrego. Ambos tenían como
apoderado a Jacinto Chacón, su tío y padrastro de Uribe.

Entonces dirigía la Escuela el Marino francés Juan Julio Feillet, secundado por
su compatriota Anatolio Desmadryl. Los jóvenes Prat y Uribe formaron parte del
llamado “Curso de los Héroes”, integrado, entre otros, por Constantino Bannen
Pradel, Carlos Condell de la Haza, Wenceslao Frías Urrutia, Miguel Gaona
Yáñez, Juan José Latorre Benavente, Francisco Javier Molinas Gacitúa, Carlos
Moraga Suzarte, Jorge Montt Álvarez, Guillermo Peña Urizar, Emilio Valverde
Prieto, por nombrar los más importantes, todos ellos personajes destacados en
la Guerra del Pacífico.
Su primer año fue irregular en los estudios, distraído, continuaron sus
dificultades con las matemáticas. Sin embargo, al igual que en la escuela, se
sobrepuso y logró una medalla de plata por sus logros.

En 1859, su segundo año como cadete, debió iniciar el aprendizaje náutico. Su


primer viaje de instrucción lo realizó en el vapor “Independencia”, con
maniobras de vela y aparejo, para seguir después con las prácticas de
marinería y artillería. Más o menos en diciembre de 1859 zarpó a Caldera y de
regreso siguió viaje al sur llevando víveres para el vapor "Maipú", de estación
en la costa de Arauco. En estos primeros quehaceres náuticos visitó los
principales puertos del litoral de la república.
En enero de 1860, abordó por primera vez la casi nueva “Esmeralda”.
Embarques y desembarques, simulacros de combate y otros. Permaneció allí
hasta marzo de ese año, regresando luego a la Escuela. A mediados de ese
año, volvió a embarcarse en la "Esmeralda", que en unión de los vapores
"Independencia", “Maipú" y “Maule" se dirigieron a Quintero a las órdenes del
Contralmirante Roberto Simpson a ejercicios de tiro y maniobras varias.

En el libro de clases de ese año encontramos las siguientes anotaciones:


“Condell al encierro, por pegarle a Prat” y “Prat peleó con Condell. Cuatro horas
de arresto”.

Por esos días, presenta un marcado desarrollo físico, antes tan débil y
enfermizo, fortalecido por la práctica constante de ejercicio gimnástico. Su tío
Jacinto, recordaba que podía levantar pesadas barras de hierro y soportarlas
por largos minutos con los brazos extendidos.

En julio de 1861, en sus pruebas finales de teoría, obtuvo el primer lugar entre
sus compañeros.
Guardiamarina

Dos semanas después se embarcó nuevamente en la corbeta "Esmeralda", la


que zarpó rumbo a Talcahuano para luego seguir viaje a Lota a abastecerse de
carbón. El buque estaba al mando del Capitán de Fragata Manuel Escala.
Posteriormente, realizó varios viajes llevando tropas al sur.
Hallándose en Valparaíso el 01 de octubre de 1861, a mediodía apareció una
negra y gruesa humareda en el pontón francés "Infernal", fondeado en la bahía.
En este transporte de la armada francesa, que se mantenía como almacén
flotante había carbón, artículos navales, explosivos y municiones.
Inmediatamente todos los botes de la “Esmeralda" y del "Maipú" se enviaron
tripulados con el mayor número de elementos para extinguir el fuego. En la
embarcación de la "Esmeralda" iba una bomba de achique y en la lancha a
vapor, un cañón y municiones. Ésta iba al mando del teniente 2° Enrique
Simpson y uno de los botes lo dirigía el guardiamarina Prat. Acudieron también
botes y lanchas del navío francés "Douguay Trouin" y otros buques surtos en la
bahía, llevando varias bombas de achique, que no tardaron en ponerse en
acción.

La cubierta de la nave fue invadida por oficiales y marinería que no cesaban de


echar agua en abundancia por las escotillas y cubierta del buque. Entre ellos él,
tiznado por el hollín y el humo y sofocado por el calor reinante. Después de
más de dos horas de duro batallar y cuando las llamas hicieron imposible la
permanencia a bordo, se tuvo que abandonar la nave.

Perdidas las esperanzas de salvar el buque, la lancha a vapor de la


"Esmeralda" comenzó a dispararle algunos cañonazos, pero sin conseguir
echarlo a pique. Tanto el "Maipú" como la "Esmeralda" calentaron máquinas
para alejarse del pontón, transformado en un brulote de fuego, que podría
estallar de un momento a otro.

Todos los buques de guerra, incluso el "Douguay Trouin", cañonearon al


pontón, pero éste no se hundía. Los esfuerzos resultaron inútiles y como a las
cinco y media de la tarde, ante unos 10.000 espectadores de tierra, sobrevino
una tremenda explosión en la santabárbara del barco.

Prat, tranquilo, permaneció de pie e incluso ayudó a levantarse a algunos,


mientras sobre ellos llovían trozos de metal y madera. Después de esta
explosión, el pontón se hundió lentamente. En esta ocasión, el joven
Guardiamarina demostró su temple y su impasibilidad ante el peligro.

La "Esmeralda" continuó haciendo viajes al sur y en uno de ellos fue al


archipiélago de Juan Fernández.

También se envió a la corbeta en busca del vapor inglés "Lima", que se había
varado y naufragado en el bajo “Lagartos”, frente a la península de Mejillones,
salvándose todos sus pasajeros, que fueron llevados a Cobija por un clipper
norteamericano.

Posteriormente regresó a Valparaíso, para seguir viaje a Talcahuano, Valdivia y


Caldera.

Poco después la "Esmeralda" cambió de comandante, quedando al mando del


Capitán de Corbeta Galvarino Riveros Cárdenas, dirigiéndose, en julio de 1863,
a Chiloé a carenarse en la isla Tenglo, debido al mal estado que presentaba.
Reparada la nave regresó a Valparaíso, donde tomó su mando el Capitán de
Corbeta Juan Williams Rebolledo, quien hizo un viaje hasta Mejillones a
defender los intereses de los chilenos vejados por las autoridades bolivianas de
Cobija, donde regresó al poco tiempo, para evitar la extracción de guano que
realizaba un ciudadano brasileño autorizado por el gobierno de Bolivia, en
territorio perteneciente a Chile.

El 21 de julio de 1864, rindió los exámenes teóricos y prácticos para obtener los
despachos de Guardiamarina Examinado, los que aprobó destacadamente.

Ese mismo año se produjeron incidentes internacionales que desembocaron en


la Guerra contra España, debido a la política neo colonialista de la corona
española, al enviar una poderosa Escuadra a las costas del Pacífico de
América del sur y apoderarse de las islas peruanas Chincha.
Al estallar la guerra, el Guardiamarina Examinado Prat se encontraba
embarcado en la corbeta “Esmeralda”, al mando del Capitán de Fragata Juan
Williams Rebolledo. El 26 de noviembre de 1865 tuvo lugar el Combate Naval
de Papudo, ocasión en que la nave chilena capturó a la goleta cañonera
española "Virgen de Covadonga". La captura de la nave española fue premiada
por el gobierno con el ascenso en un grado para todos los marinos que
participaron en el hecho de armas, siendo Prat ascendido, el 29 de noviembre,
al grado de Teniente Segundo. Además, recibió como recompensa el valor de
la presa que le correspondía según el reglamento respectivo, el que alcanzó a
mil setecientos pesos, de los cuales la mayor parte envió a su madre.
El Teniente 2°

Inmediatamente después de su captura en el Combate de Papudo, la


“Covadonga” fue incorporada a la fuerza naval chilena, al mando del Capitán de
Corbeta Manuel Thomson Porto Mariño, siendo Prat trasbordado a ésta. La
primera misión de la nave fue conducir a Papudo a los prisioneros españoles,
para posteriormente dirigirse a Los Vilos a reparar sus averías y luego zarpar a
carbonear a Lota, puerto desde donde siguió viaje a Chiloé.

El 24 de diciembre la “Covadonga" zarpó de Abtao hacia Magallanes con el


propósito de apresar al vapor español "San Quintín", que se presumía venía a
relevar al "Marqués de la Victoria" o a traer pertrechos de guerra para la
escuadra española. Luego de carbonear en Ancud, la nave tomó la ruta de los
canales más frecuentada para llegar al Estrecho de Magallanes, donde
reconoció varias naves extranjeras. El 07 de enero de 1866 llegó a Punta
Arenas, siendo informado su comandante por el Gobernador de ese territorio,
que ningún buque hispano había cruzado el Estrecho después del "Marqués de
la Victoria". En ese puerto, una cañonera rusa le informó al Comandante
Thomson que a su paso por Montevideo no había ningún buque español en ese
puerto, ni tampoco noticias de que llegara alguno.

El 09 avistó un vapor que venía del Atlántico y salió a reconocerlo. Era otra
cañonera rusa, por ella se tuvo noticias que en Montevideo había un pequeño
vapor español y un bergantín que no había reconocido. En la imposibilidad de
obtener noticias más recientes, regresó al norte, fondeando en Playa Parda,
donde halló varada a la cañonera rusa "Sobel" que había zarpado horas antes
de Punta Arenas. La sacó a flote a remolque por lo que permaneció allí dos
días. En esta maniobra de reflotamiento, el teniente Prat tuvo una destacada
participación.

Después de soportar tiempos desfavorables en su navegación al norte, en


busca de naves enemigas, la "Covadonga" llegó a Abtao el 03 de febrero. Su
llegada ocurrió cuatro días antes que se presentaran frente al apostadero las
fragatas españolas "Blanca" y "Villa de Madrid".

La derrota de Papudo, llevó a la escuadra española a buscar rápidamente el


enfrentamiento con las naves aliadas, chileno–peruanas, unidas en esta guerra.
Así, el 07 de febrero de 1866, en las cercanías de Chiloé, se desarrolló el
Combate Naval de Abtao, que no pasó de un intercambio de disparos de
artillería entre la “Covadonga” y las fragatas hispanas “Villa de Madrid” y
“Blanca”, ya que las otras naves aliadas no participaron por la falta de carbón o
por la poca profundidad de las aguas del lugar donde se libró el combate. Prat,
como se mencionó anteriormente, se encontraba en la “Covadonga”, nave que
resistió con fortuna los tiros de las naves españolas. Los aliados no tuvieron
que lamentar bajas, mientras que los españoles tuvieron dos muertos. Al
momento del Combate Naval de Abtao, las naves aliadas estaban al mando del
Capitán de Navío de la Armada peruana Manuel Villar en reemplazo del
Comandante chileno Juan Williams Rebolledo, quien había zarpado con la
“Esmeralda” el 05 de febrero a Ancud, en busca de carbón y víveres para las
naves peruanas “Unión” y “América”, que habían arribado el día anterior a los
canales de Abtao luego de una larga travesía desde Perú.

Después de esto, el buque fue al apostadero de Huito que se fortificó


concienzudamente, al extremo que cuando llegaron las fragatas españolas
“Numancia" y "Blanca", desistieron de atacar y regresaron al norte.

Poco antes de llegar la Escuadra a Valparaíso y cuando la flota española había


abandonado las aguas del Pacífico, el 30 de septiembre, estalló un motín en la
corbeta peruana "Unión". Para restaurar el orden, el Comandante en Jefe de la
Escuadra aliada, Vicealmirante Manuel Blanco Encalada, comisionó al
Comandante de la “Covadonga” Manuel Thomson para que dominase el motín.
Para ello se desprendieron botes de la “Esmeralda" y “Covadonga", al mando,
respectivamente, de los Tenientes Latorre y Prat. Bastó esto para que el
cabecilla se ocultara cuando los botes llegaron al costado de la "Unión" y luego
huyera a tierra. Los cómplices fueron inmediatamente apresados, terminando
así la intención de sublevar un buque peruano, que formaba parte de una
Escuadra mandada por un chileno y en un puerto chileno.

Mientras la Escuadra estuvo en Valparaíso y aún cuando la flota española


había dejado el Pacífico Sur, se mantuvo estrecha vigilancia sobre los
transportes peninsulares rezagados que pudieran llegar a nuestras costas. Así
fue como se produjo la capturada de la barca inglesa “Thalaba", que traía
víveres y pertrechos para los buques hispanos. Esto se hizo con un bote
tripulado por el Teniente Prat. La barca fue declarada buena presa por los
Tribunales y pasó a desempeñarse como pontón de la Armada. Prat por su
parte, permaneció muy corto tiempo en esta nave, para retornar posteriormente
a la "Covadonga".

El 06 de diciembre de 1866, participó en la misión de auxilio del barco británico


"Uruguay", que viajaba de Valparaíso a Le Havre, cargado de trigo y que fue
afectado por un violento temporal. Se rebuscó intensamente sin encontrarse
resto alguno de la nave, regresando la “Covadonga" a puerto. Poco después se
confirmó su naufragio.

A comienzos de 1867, después de efectuar reparaciones y cambio de su


armamento, la "Covadonga" realizó en marzo una exploración hidrográfica en la
costa norte hasta Carrizal Bajo, continuando en ejercicios hasta el archipiélago
de Juan Fernández, viaje que se repite a fines de año.

En julio de 1868, trasbordó a la corbeta “O'Higgins", nave comandada por el


Capitán de Fragata Ramón Cabieses. Estando a su bordo llegó la noticia del
terremoto y maremoto del 13 de agosto de 1868 que afectó la costa sur del
Perú, que destruyó completamente las ciudades de Arica y Arequipa.

Chile mandó en el acto alistar el vapor “Maipú", mandado por el Capitán de


Corbeta Julio Lynch Zaldívar, para que llevara socorros a los habitantes de los
lugares afectados por la catástrofe natural. Prat fue uno de los oficiales que
integraron la dotación de esta nave en su humanitaria misión. Terminada su
labor, volvió a la “O'Higgins".

En este buque, el 09 de diciembre zarpó nuevamente al Perú en unión de


las corbetas “Esmeralda" y "Chacabuco", para repatriar a Chile los restos del
padre de la patria, General Bernardo O'Higgins Riquelme, sepultado en Lima.
El mando de la Escuadra lo tomó el Almirante Manuel Blanco Encalada, quien
izó su insignia en la corbeta “O'Higgins".

El 26 de enero de 1869, realizó un viaje al archipiélago de Juan Fernández,


llevando cadetes navales en instrucción. De regreso fue transbordado al vapor
“Ancud" en calidad de oficial del detall. Su comandante era Julio A. Lynch
Zaldívar. Este transporte llevaba víveres a la colonia de Magallanes.

A mediados del año, volvió al pontón “Thalaba" por un corto tiempo y luego
trasbordó al "Ancud", realizando viajes a Arauco, Valdivia y el Estrecho de
Magallanes.
El Teniente 1°

El 09 de septiembre de 1869 obtuvo su ascenso al grado de Teniente 1° y en


enero de 1870 volvió a la “O'Higgins", como Oficial Detall, a las órdenes del
Comandante, Capitán de Fragata José Anacleto Goñi.

Pese al intenso trabajo propio del cargo de Oficial del Detall, o Segundo
Comandante, se daba el tiempo para dedicarse al estudio de las matemáticas,
especialmente cosmografía y trigonometría esférica, por las cuales tenía
predilección. También estudiaba otros ramos que le eran necesarios para
obtener su licencia en Humanidades y poder así ingresar a la Universidad, con
el propósito de estudiar derecho.
El 08 de enero de 1870, la “O'Higgins" se dirige a Isla de Pascua, llevando
cadetes de la Escuela Naval y aprendices de marineros, en viaje de instrucción,
con el propósito de levantar planos de las costas que visitaran. La comisión fue
cumplida íntegramente. Se hizo un plano general de la isla, dirigido por el
Director de la Escuela de Aprendices de Marineros, Teniente Ignacio Gana, al
que cooperaron los oficiales del buque y los cadetes de la Escuela Naval.

En el ínterin Prat, con gran preocupación, terminaba la reparación completa de


la arboladura del buque y se esmeraba en que imperara a bordo una estricta
disciplina y una buena vigilancia y limpieza.

Antes de dejar la Isla de Pascua, se discutió a bordo sobre la conveniencia de


embarcar en el buque algunos de los nativos que solicitaron incorporarse a la
dotación del buque, pues virtualmente no pertenecían a nadie y no tenían otra
nacionalidad que la de pascuenses. Prat obtuvo del Comandante Goñi que seis
de ellos se embarcaran como grumetes y otros tantos como camareros de
oficiales, como una obra de caridad por el desamparo total en que se hallaban
éstos. De Pascua el buque siguió a Mejillones y Coquimbo, tocando en Juan
Fernández, para fondear en Valparaíso el 06 de marzo de 1870.

Con el objetivo de poder rendir los exámenes que le faltaban para poder
ingresar a la universidad, elevó una solicitud al Consejo Universitario pidiendo
se le concediera el derecho a rendir estas pruebas, en la fecha en que creía
estaría de regreso de una comisión que debía cumplir su buque en Mejillones.
Al llegar a Valparaíso el 30 de octubre, solicitó licencia por asuntos particulares,
la que le fue concedida, para rendir sus exámenes pendientes en el Liceo de
Valparaíso y en el Instituto Nacional de Santiago. En ambos tuvo éxito,
quedando en posesión del grado de Bachiller en Humanidades, lo que le
permitía estudiar derecho en la universidad.

Todo esto lo logró en una época en que no sólo necesitaba dividir su tiempo,
sino que además se veía seriamente entorpecido para presentarse en el
momento oportuno a rendir sus pruebas de competencia, debido a sus
funciones a bordo.

El 01 de abril de 1871 asumió el cargo de Segundo Comandante del vapor


“Arauco", que bajo las órdenes del Capitán de Corbeta Santiago Hudson,
realizó un viaje a Mejillones, para regresar a Valparaíso después de carbonear
en Lota, el 12 de mayo, en un día de neblina cerrada, el buque se estrelló en la
costa de Viña del Mar, varándose en la playa. El Comandante Hudson lo envió
a Valparaíso en procura de los auxilios necesarios para salvar al menos los
pertrechos y el aparejo.

Del malogrado “Arauco" pasó al vapor “Valdivia", buque transformado en


pontón, donde funcionaba la Escuela Naval, cuyo director era el Capitán de
Corbeta Luis Alfredo Lynch, mientras el Comandante del buque era el Capitán
de Corbeta Ignacio Gana. Prat pasó a integrar el cuerpo docente de la Escuela
Naval junto al Capitán de Corbeta Ramón Vidal Gormaz, quien era el
Subdirector y los Tenientes Miguel Gaona, Ignacio Serrano y Federico
Chaigneau.

El 26 de abril de 1871 la Escuela Naval se trasladó a la corbeta “Esmeralda",


tomando su mando el Capitán de Corbeta Luis Alfredo Lynch. El buque, sin
perjuicio de servir de escuela, tuvo que desempeñar también algunas misiones
requeridas por el gobierno, especialmente en Mejillones, donde la actividad de
políticos bolivianos ponía en peligro los intereses económicos y comerciales de
ciudadanos chilenos avecindados en ella y que era necesario hacer respetar.
Asimismo, la “Esmeralda" tuvo que desarrollar ejercicios para mantener el
adiestramiento, especialmente en la artillería. A fines de 1871 la corbeta zarpó
a Mejillones, permaneciendo allí de estación hasta febrero de 1872, pasando al
regreso por Juan Fernández.

Durante su permanencia en Mejillones, desempeñó funciones de profesor de


Ordenanza Naval, obligándose con ello a estudiar detenidamente el texto,
compuesto de cláusulas de los cánones españoles monárquicos de Carlos III,
en la cual se contrariaban obvios principios de libertad. Es por ello que
comenzó a dictar a sus alumnos las teorías de derecho público y administrativo
que pudiesen servir de guía para clarificar las atribuciones que la señalada
Ordenanza fijaba en una sola persona. Estos estudios de la Ordenanza lo
convirtieron en un experto en ella y le sirvieron para sus futuros estudios de
leyes.

A partir de marzo de 1872, tomó las cátedras de Táctica Naval y Maniobras


Marineras. Al mes siguiente, el Capitán de Corbeta Ramón Vidal Gormaz
cambió destinación, al ser designado Comandante de la “Covadonga",
quedando desde esa fecha como Subdirector, Profesor y Oficial del Detall de la
“Esmeralda". Ese mes, por enfermedad del Director, quedó como Comandante
accidental hasta junio, en que el Comandante Luis Lynch volvió a tomar el
mando del buque y la dirección de la Escuela Naval.

A fines de agosto y hasta comienzos de diciembre su buque fue comisionado


nuevamente a Mejillones. Allí se enfermó el comandante Lynch, por lo que tuvo
que regresar a Valparaíso, reemplazándolo a contar del 21 de noviembre en el
cargo de Comandante y Director accidental de la “Esmeralda" y Escuela Naval,
respectivamente. El 28 de ese mes, su nave fue relevada por la corbeta
“Abtao", zarpando a Valparaíso al día siguiente.
El Capitán de Corbeta
El 12 de febrero de 1873 ascendió a Capitán de Corbeta.

El 05 de mayo de 1873 desposó a Carmela Carvajal Briones, con quien tuvo


tres hijos: Carmela de la Concepción, Blanca Estela y Arturo Héctor.

Permaneció en el mando accidental de la corbeta hasta junio de 1873, fecha en


que la entregó al titular, Capitán de Fragata Luis Lynch, quedando siempre
como su Segundo Comandante.

El 24 de mayo de 1875, hallándose la “Esmeralda” en la bahía de Valparaíso,


se desató un violento temporal. La nave se encontraba amarrada con cadenas
a su boya. Como el tiempo se había presentado bonancible y nada hacía
esperar un cambio meteorológico de magnitud en pocas horas, sus dos jefes
estaban en tierra. Lynch había bajado como cualquier día y él se encontraba
con licencia por una ligera enfermedad.

En la noche del 23 al 24 de mayo el ligero viento del norte fue arreciando


rápidamente y se transformó en un desatado temporal. Al amanecer en la bahía
inmensas olas barrían las cubiertas de las naves y sus tripulantes a duras
penas podían caminar contra el fuerte viento. El vapor “Valdivia" fue arrojado
contra la “Esmeralda" cortándole las cadenas, rompiéndole el bauprés y
echándole abajo el palo trinquete, quedando la corbeta al garete, para luego
embestir al vapor “Maipú".

En esta angustiosa situación llegó a bordo el Comandante Lynch, quien tuvo


que subir por un cabo lanzado desde cubierta al bote fletero en el cual se
trasladó desde tierra. Poco después lo hacía el Segundo Comandante, Capitán
de Corbeta Arturo Prat, quien pese a encontrase enfermo en su domicilio, se
fue a bordo en una embarcación fletera que pagó a precio de oro. Los más
animosos remeros habían rehusado llevar al personal a bordo y ni aún
pagándoles precios exorbitantes, pero ante las exigencias de Lynch, por un
lado y de él, por el otro, cada bote accedió, a su turno, a dejarlos a bordo. Bogó
junto a los remeros y todos se afanaron para llegar a la corbeta, subiendo y
bajando sobre las crestas espumosas de las olas, exponiendo la vida, tanto a la
ida, como a su regreso a tierra.

A pocos metros del costado de la corbeta, al no poder atracar el bote que lo


conducía, ya que se podía dar vuelta, se lanzó al agua y se acercó al buque a
nado. Fueron sólo algunos pocos metros y desde a bordo le arrojaron un cabo
por él que subió a cubierta, desde donde se encargó de dirigir la maniobra que
le permitiera a la corbeta capear el temporal. La tarea la realizó con el extremo
de un cabo amarrado a la cintura y el otro a un mástil, de modo de tener la
suficiente libertad de movimiento y a la vez con la seguridad de no caer al agua
por las grandes escoras del buque. Igual procedimiento había adoptado Lynch
en la toldilla. Después del agotador trabajo y porfiada lucha, el Comandante
Lynch consiguió varar al buque de proa, ya de noche, frente a la actual estación
de ferrocarriles, en el sector de El Barón, en la desembocadura del estero de
Jaime, actual Avenida Francia.

Allí, como se pudo, se pasaron cabos a tierra. Se despojó del cabo que lo ataba
y procedió a dirigir la maniobra de pasar espías, tanto para afirmar el buque
como para poder abandonarlo, pues ya no podía hacerse otra cosa a bordo,
sino que esperar en tierra que pasase la tormenta. Los oficiales de marina y la
tripulación que se hallaba en tierra procedieron al salvamento de la gente,
lográndose hacerlo sin ningún percance a las tres y media de la mañana,
gracias a la brillante labor que había desplegado desde a bordo. El último que
dejó la nave fue el Comandante Lynch.

Pasado el temporal y vuelta la tranquilidad, se logró salvar a la “Esmeralda"


gracias a las atinadas medidas tomadas por el Mayor General del
Departamento de Marina, Capitán de Navío Juan Williams Rebolledo y sus
colaboradores, con ayuda del vapor “Ancud" y el remolcador “Adela," que
pudieron zafarla y remolcarla lejos de la playa para ser llevada al dique.

En muchas ocasiones reemplazó a Lynch como Director accidental de la


Escuela Naval y allí su labor fue brillante, de una preocupación permanente,
como exigía la importancia de su cargo, con espíritu de responsabilidad y
siempre teniendo en mente la equidad, rectitud e imparcialidad en los
problemas disciplinarios internos.

Sus notas a la Comandancia General de Marina fueron siempre juiciosas y al


pedir los elementos indispensables para la Escuela Naval revelaron su
honestidad funcionaria, incorruptible, pero humana.
El Estudiante de Derecho y Abogado

El año 1870 inició sus estudios para convertirse en abogado. Éstos los inició
con su egreso como alumno libre de Humanidades en el Liceo de Valparaíso y
el Instituto Nacional. En 1871, obtuvo el diploma del Bachillerato en Filosofía y
Humanidades, requisito exigido para iniciar sus estudios de derecho,
encontrándose entre sus examinadores el destacado historiador y hombre
público Diego Barros Arana.

En 1872, comenzó los estudios de derecho en propiedad, adscrito a la Facultad


de Derecho de la Universidad de Chile, estudiando a bordo de la “Esmeralda",
ese año en Mejillones. De regreso en Valparaíso, luego de cumplir su misión,
solicitó ser examinado en ésta ciudad, aprobando los ramos requeridos. En
1875, inició la práctica de la abogacía, requisito anterior al título, en un estudio
jurídico porteño.

Es del caso destacar que sus estudios de leyes los realizó sin descuidar su
labor como Subdirector y frecuentemente, de Director de la Escuela Naval.
En julio de 1876, aprobó sus últimos cursos. Listo para licenciarse, debió
sortear una cédula entre diversos ramos y dar examen sobre ella. Su cédula fue
derecho romano, que aprobó entre los días 24 y 26 de julio, junto con la
aprobación de su Memoria de Prueba para optar al grado de Licenciado,
titulada "Observaciones a la Lei Electoral Vijente", escrita en el marco de la
promulgación de la nueva ley electoral, durante el gobierno del Presidente de la
República Federico Errázuriz. Prat analizó la ley, planteando que con ella era
posible avanzar en la libertad electoral, encontrándole contradicciones y a
veces un texto poco claro, sin embargo, recalcó que era una ley
"eminentemente liberal", para terminar opinando "Buena en el fondo, tiene la
necesidad de serias e importantes reformas en materia de reglamentación, si
ha de alcanzar el alto objetivo que está a ser destinada: ser garantía eficaz de
que el resultado de las urnas sea feliz expresión de la voluntad nacional".

Posteriormente, debía rendir el examen final ante los Ministros de la Corte


Suprema de Justicia el 31 de julio del mismo año. Sin embargo, se enteró que
el Tribunal había resuelto no oír exámenes ese día. Lo anterior lo molestó,
planteando su reclamo al Primer Oficial de la Secretaría de la Corte, quien le
aconsejó pidiera audiencia para hablar con el Presidente del Tribunal, don
Manuel Montt Torres. Sin dilación alguna, consiguió la audiencia solicitada y
expuso a Montt la urgencia de volver a su buque y le rogó se sirviera tomarle el
examen correspondiente. El señor Montt consultó el caso con sus colegas y sin
vacilaciones, su petición fue aceptada por unanimidad y el portero recibió la
orden de hacer entrar a la sala a aquel oficial de Marina tan justamente
molesto.

La historia consigna lo sucedido ese memorable día en la vida del héroe.


Vestido de impecable uniforme de parada, con su espada al cinto, llegó a las
dependencias de la Corte Suprema. Llamó la atención y causó curiosidad en el
recinto de los Tribunales el ver por primera vez a un oficial de Marina en
trámites para obtener el título profesional de abogado; hombre sencillo y sin
vanidad, quiso en esa ocasión, para él solemne y de imperecedero recuerdo,
presentarse con lo mejor que tenía. Al entrar, fue detenido por el portero, quien
le manifestó que al Tribunal no era permitido llegar ni con bastón ni mucho
menos con espada y que tuviera a bien quitársela. Por primera y única vez en
un acto oficial, entregó su espada en manos ajenas, sólo ante la majestad de la
ley, en la portería del primer Tribunal de la República. Así, entró en la sala
despojado de su espada y como licenciado en leyes, vistiendo su levita de
Capitán de Corbeta.

Luego de rendir un excelente examen, fue aprobado unánimemente. Terminada


la audiencia fue felicitado por el Secretario, señor Infante, en nombre de la
comisión que lo examinó, por la extraordinaria competencia demostrada en el
examen.
Antes de obtener su título, ya se había desempeñado como abogado al
defender al ingeniero Ricardo Owen, acusado de desobediencia y después a su
amigo y compañero de curso de la Escuela Naval, Luis Uribe, acusado del
delito de desobediencia y desacato a sus superiores.

En una defensa notable por su precisión y habilidad magistral, dejó de


manifiesto la actitud arbitraria del Almirante José Anacleto Goñi y el mal
proceder del Ministro Plenipotenciario de Chile en Europa, Sr. Alberto Blest
Gana, obteniendo un gran triunfo, ya que el Consejo de Guerra absolvió al
acusado, dándole por cumplido el tiempo de seis meses en que Uribe estuvo
arrestado y le concedió todas las indemnizaciones a que tenía derecho.

A la muerte del Vicealmirante Manuel Blanco Encalada, ocurrida el 05 de


septiembre de 1876, entre otros oradores, hizo oír su voz en sus funerales en
Santiago, leyendo un discurso que reveló su erudición.

El año 1876 la Escuela Naval cerró, pasando a desempeñarse como ayudante


en la Gobernación Marítima de Valparaíso y fijó su estudio de abogado en la
Plaza de la Justicia, en los altos del Banco Consolidado de Chile. Esto le
permitía atender sin inconvenientes, en horas de franco, a su clientela, y en
horas de servicio los deberes de su cargo.

Cuando se presentó en la Cámara de Diputados el proyecto de Ley de


Navegación, EL 14 de diciembre de 1876, algunos de sus autores tomaron
contacto con él, para que la revisara y emitiera un juicio y si era el caso,
insinuara las modificaciones que estimara conveniente.

Después de algunos meses de trabajos, presentó una gran cantidad de


comentarios y observaciones a los autores del proyecto, fundamentados en 152
artículos. Muchas de sus propuestas fueron aceptadas y la ley fue aprobada el
24 de julio de 1878, la que permaneció vigente durante cien años.
El Capitán de Fragata
Ascendió a Capitán de Fragata el 25 de Septiembre de 1877.

Al año siguiente, se presentaron delicados problemas limítrofes con Argentina,


debido principalmente a las intenciones de ese país en hacer soberanía en
territorios de la Patagonia, que pertenecían históricamente a Chile,
especialmente en el río Santa Cruz, al extremo de que ambos países se
alistaron para la guerra.

Lo anterior, llevó al Presidente de la República, Aníbal Pinto, a solicitar a la


Comandancia General de Marina un oficial de Marina de absoluta discreción y
confianza para mandarlo como agente especial confidencial a Uruguay, con
instrucciones de trasladarse a Buenos Aires para obtener informaciones del
apresto armamentista argentino. El elegido fue él. De acuerdo a sus propias
palabras, al referirse a la reunión privada que tuvo con el Presidente de la
República, al encomendarle tan delicada y especial misión fue: “El objeto de su
viaje es saber si está dispuesto a trasladarse a Montevideo para saber lo que
se haga en la República Argentina, en orden a armamentos, movimientos
militares y toda clase de aprestos que revelen un carácter hostil a Chile, pues
se está recibiendo continuamente telegramas alarmantes, quizás sin
fundamento real y lo que se desea es saber lo que haya de positivo”.
En cumplimiento de su misión, se dirigió a la ciudad de Montevideo, donde
arribó el 18 de noviembre de 1878, presentándose como abogado y escritor,
alojándose en el hotel de la Paz. Visitó dos veces Buenos Aires en diciembre
del mismo año, logrando establecer algunos contactos y encontrándose
brevemente con el Presidente de ese país, don Nicolás Avellaneda.

La labor desarrollada fue descollante. Con su informe el gobierno chileno se


formó una imagen clarísima de los preparativos argentinos, sin embargo, la
misión no era de su agrado, por lo que solicitó su retorno al país tras completar
lo esencial de ésta. El 28 de enero de 1879 recibió autorización para volver a
Chile, arribando a Valparaíso a mediados de febrero, rindiendo cuentas de los
gastos realizados en el desempeño de su misión, incluso, devolvió al gobierno
el dinero sobrante que ascendía a la suma de noventa y siete pesos.

Un par de meses antes de viajar a Montevideo, el 07 de junio de 1878, escribe


una carta al Presidente de la Sociedad Benjamín Franklin, en la cual agradecía
haber sido aceptado para hacer clases gratuitas en la Escuela Nocturna para
adultos Benjamín Franklin, que funcionaba en Valparaíso, para dictar las clases
de Moral y Lecciones de la Naturaleza.

“Tengo el agrado de acusar recibo de su estimable nota de 4 de junio último, en


la que, a nombre del directorio que usted preside, me comunica haber sido
aceptada, con agradecimiento, la oferta que, por medio de su secretario, le
hice, para llevar algunas clases en la Escuela Nocturna para adultos Benjamín
Franklin, que se trata de establecer.

Habéis emprendido una obra de humilde apariencia, pero de vastos resultados


en el porvenir. Estimo un deber ayudaros en su realización, como creo un
honor alistarse bajo la bandera de la instrucción del pueblo, que habéis
levantado.
No extrañéis, pues, que en vez de recibir las gracias que me dáis por el
ofrecimiento que os hice, juzgue deber dároslas por su aceptación.

Desempeñaré con placer y, a medida de mis fuerzas, las clases de Moral y


Lecciones de la Naturaleza, que habéis tenido a bien señalarme.

Con sentimientos de la más distinguida consideración y aprecio, quedo de


usted A.S.S.                                                                                         
                               

Arturo Prat

Al Presidente de la Sociedad Benjamín Franklin”

Su regreso al país coincidió con el zarpe de la Escuadra al norte, con destino a


Antofagasta, donde arribó el 14 de febrero, ciudad que fue tomada por las
tropas chilenas, con el objetivo de salvaguardar los intereses de los
connacionales residentes, pasados a llevar por las medidas tomadas por el
gobierno de Bolivia, causa inmediata y directa de la Guerra del Pacífico.

Al estallar el conflicto bélico, como se mencionó anteriormente, venía llegando


de su misión en Montevideo, razón por la cual no se le dio un puesto a flote en
la Escuadra, pues todos los cargos ya estaban ocupados durante su ausencia
en el extranjero, por lo que fue nombrado ayudante de la Comandancia General
de Marina. Su trabajo no le agradaba, se consideraba postergado ante la suerte
de sus compañeros embarcados, quienes tendrían la oportunidad de luchar por
la patria. Por ello, usaba lo menos posible el uniforme, permaneciendo gran
parte del tiempo en su estudio de abogado.

Pero esta situación no duro mucho tiempo. Cuando don Rafael Sotomayor
debió viajar a Antofagasta llevando el plan del gobierno para la Escuadra,
solicitó a la Comandancia General de Marina un ayudante que le sirviera de
secretario y asesor en asuntos navales, siendo designado para estas funciones
él. Ambos se embarcaron en un vapor de la carrera el 29 de marzo, llegando el
02 de abril, después de hacer escala en Coquimbo y Caldera. Aquí abordaron
el buque insignia de la Escuadra, blindado “Blanco Encalada”, siguiendo en él
hasta Iquique, donde recibió la orden de notificar el bloqueo de Iquique a las
autoridades peruanas. Bajó a tierra el 05 de abril, ya en guerra declarada y con
la espada envainada en la mano izquierda y en la derecha un pliego cerrado,
pasó entre el gentío curioso y preguntó por la casa del Prefecto de la ciudad,
Sr. Dávila. Conocida la dirección, siguió su camino, siempre rodeado de gente
que se abría paso ante su presencia, hasta llegar a su destino. El Prefecto lo
recibió cortésmente, pero con evidente nerviosismo, al punto que no pudo abrir
el despacho, lo que tuvo que hacer el propio Prat. Enterado que el puerto sería
bloqueado, el funcionario peruano se limitó a hacer presente una protesta que
como contestación entregó a Prat, quien a su vez, le solicitó autorización para
dejar una nota similar al Decano del Cuerpo Consular, en la que se manifestaba
que la actitud hostil del Perú hacia Chile, en el conflicto con Bolivia, había
llevado a nuestro país a bloquear el puerto de Iquique y le indicaba a los
extranjeros residentes que podrían embarcarse en los vapores al ancla en la
bahía con el pasaporte del respectivo Cónsul.

Antes de retirarse, el Prefecto le ofreció una escolta, en previsión de cualquier


acción hostil de la muchedumbre, contestando: “No la necesito, señor”. Luego
de esto, le dio las gracias, lo saludó atentamente y se retiró. El regreso a bordo
lo realizó sin problemas, no recibió insultos ni vejaciones.

Estando en Antofagasta, se le asignó el mando de la goleta “Covadonga”,   que


se encontraba en reparaciones en Valparaíso, la que debía llevar a Iquique.
Aprovechando esta situación el Almirante Williams Rebolledo y el Ministro de
Guerra en Campaña, Rafael Sotomayor, lo enviaron con la comisión de pedir
personalmente al gobierno la compra urgente del vapor “Amazonas".
Terminada su misión en Santiago tomó el mando de la “Covadonga", cuyas
reparaciones estuvieron listas a principios de mayo. El día 03, la corbeta
“Abtao", al mando del Capitán de Corbeta Carlos Condell y la goleta
“Covadonga", bajo su mando, zarparon de Valparaíso, recalando en Iquique el
10. Al llegar a su destino, encontraron a la Escuadra haciendo preparativos
para una incursión por sorpresa al Callao, con el objetivo de atacar a la
escuadra peruana en ese puerto. Para esto, el Almirante Williams Rebolledo
hizo cambios en los mandos de las unidades. Designó Comandante de la
“Abtao”  al Capitán de Fragata Manuel Thomson, que comandaba en ese
momento la corbeta “Esmeralda”, siendo reemplazado por Prat y dejó de
Comandante de la “Covadonga” al Capitán de Corbeta Carlos Condell.
El Héroe y su Legado

El 16 de mayo, la Escuadra zarpó rumbo a El Callao con el plan de sorprender


a los buques peruanos. La casualidad o el destino quiso que el mismo día
zarpaban desde ese puerto el blindado “Huáscar", la fragata blindada
“Independencia" y los transportes “Oroya" y “Chalaco", con destino a Arica, con
el objeto de llevar tropas, armamento, municiones y vituallas, cruzándose
ambas escuadras sin avistarse.

En Arica, el Jefe de la División Naval Peruana, Capitán de Navío Miguel


Grau Seminario, fue informado que en Iquique habían quedado bloqueando el
puerto solo dos buques chilenos, cuya inferioridad combativa en comparación al
“Huáscar" e “Independencia" era inmensa y que un convoy con 2.500 soldados
chilenos había zarpado de Valparaíso con destino a Antofagasta. Rápidamente
ideó un plan que consistía en hundir las naves chilenas para levantar el
bloqueo de Iquique y atacar el convoy para apoderarse de los buques, tropa,
armamento, víveres y pertrechos en general. Como acción secundaria,
destruiría la máquina resacadora de agua de Antofagasta para evitar el
suministro de este vital elemento a las tropas del Ejército que se encontraban
allí acantonadas.

El miércoles 21 de mayo de 1879, a las 6:30 de la mañana, al despejarse la


neblina, el vigía de la “Covadonga” dio aviso de la presencia de dos naves con
el grito “¡Humos al norte!". En un principio se pensó que había regresado la
Escuadra chilena, sin embargo, a las 6:45 horas, un marinero de la
“Covadonga” logró identificar con claridad las arboladuras de los buques y
reconocerlos como los peruanos “Huáscar” e “Independencia”. Ante esa
información, el Comandante Condell ordenó dar un tiro de aviso a la
“Esmeralda” al ancla en el puerto.

No se narrará en esta biografía los combates navales de Iquique y Punta


Gruesa, solo se señalarán algunos hechos relevantes que explican el motivo
por el cual la figura del Capitán de Fragata Agustín Arturo Prat Chacón es para
los chilenos una de las más importantes de toda su historia.

Aunque la diferencia de fuerzas existentes entre las naves chilenas y peruanas


era abrumadora, el Comandante Prat optó por enfrentar el desigual combate
hasta las últimas consecuencias. Cumplir con su deber y no rendir jamás el
pabellón nacional de su nave.

Su heroica muerte sobre la cubierta del "Huáscar" fue el ejemplo a seguir por
todos los chilenos, que hasta ese momento no comprendían el por qué de la
guerra. La Nación se cohesionó en torno a su figura y la de sus compañeros de
gloria, los que hasta el momento se mostraban impávidos frente a la guerra,
ahora se enrolaban tanto en el Ejército como en la Armada.

El 21 de mayo de 1879, marcó un antes y un después en la guerra, sin temor


podemos afirmar que ese día en Iquique, la balanza de la victoria se inclinó
hacia Chile, gracias a la valentía y heroísmo de Prat y sus camaradas de armas
de la “Esmeralda” y de la “Covadonga”.

ARMADA DE CHILE
POLÍTICAS DE PRIVACIDAD
Primera Zona Naval
Segunda Zona Naval
Tercera Zona Naval
Cuarta Zona Naval
Quinta Zona Naval
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Carlos Condell de la Haza
Contraalmirante
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El Contraalmirante Carlos Condell nació en Valparaíso el 14 de agosto de

1843. A los quince años se incorporó como cadete de la Escuela Naval. Allí

junto a Arturo Prat Chacón, Juan José Latorre Benavente, Jorge Montt Álvarez,

Francisco Javier Molinas Gacitúa, Luis Anacleto Castillo Goñi, Luis Uribe

Orrego, Carlos Moraga Suzarte y otros, pasó a formar parte de lo que más

tarde se llamó "El Curso de los Héroes".


El 15 de julio de 1861, fue nombrado Guardiamarina y tan solo cuatro años más

tarde, se destacaba en el Combate Naval de Papudo y Combate Naval de

Abtao en la Guerra contra España.

En su carrera ocupó cargos a bordo y en tierra y así, el 05 de abril de 1879, día

de la declaración de la Guerra del Pacífico a Perú y Bolivia, Carlos Condell fue

nombrado Comandante de la "Abtao", posteriormente se le entregó el mando

de la "Virgen de Covadonga", goleta que habría de inmortalizar su figura, al dar

un duro golpe a la Armada peruana, causando la pérdida de la fragata blindada

"Independencia" en el Combate Naval de Punta Gruesa, aquel glorioso 21 de

mayo de 1879.

Poco después de haber sido ascendido a Capitán de Fragata, el 16 de junio de

1879, fue nombrado Comandante de la cañonera "Magallanes". En este puesto,

una nueva página en la historia se habría de escribir, al participar en el asalto y

toma de Pisagua, el bloqueo de Arica y poco más tarde, el combate contra las

fortalezas de Arica y el "Manco Capac".

Posteriormente, asumió el mando del monitor "Huáscar", buque en el cual se

cubrió de gloria como conductor y líder de quienes le seguían

incondicionalmente. Sus acciones al norte y al sur de El Callao lo llevaron a


tomar parte en numerosos acontecimientos, saliendo siempre airoso en cada

encuentro y provocando el rechazo e irritación de los peruanos que, además

veían en él a una figura detestable.

El 21 de mayo de 1881 ascendió a Capitán de Navío, y en diciembre fue

enviado a Europa para regresar en 1884, siendo agregado al Ministerio de

Marina, hasta el 03 de noviembre, fecha en que se embarcó como Comandante

de la fragata blindada "Cochrane".


El 04 de abril de 1887 fue transbordado como Comandante de la fragata

blindada "Blanco", donde por poco tiempo asume la jefatura de la Escuadra,

pues una grave enfermedad le impide su ejercicio.

Ascendió al grado de Contraalmirante el 17 de agosto de 1887, grado en que lo

alcanzó la muerte, acaecida en Quilpué, el 24 de octubre de ese año. Sus

restos fueron llevados el 26 de noviembre, en una ceremonia sin precedentes,

a la cripta de los Héroes Navales en Valparaíso.

Juan José Latorre Benavente


Vicealmirante
El Almirante Juan José Latorre Benavente es recordado como uno de los más
grandes héroes de la Marina de Chile, siendo definido por algunos historiadores
como "el más grande, después de Arturo Prat Chacón, el inmortal".
Marino, político, diplomático y ciudadano ejemplar, nació en Santiago el 24 de
marzo de 1846, en el seno de la familia que formaban el diplomático boliviano
Elías Latorre y Nicomedia Benavente. Huérfano de padre a temprana edad,
Juan José, el mayor de ocho hijos del antecitado matrimonio, se radicó con su
madre y algunos hermanos en Valparaíso, puerto en donde sintió el poderoso
llamado del mar, razón por la cual en 1858 resuelve ingresar a la Escuela
Naval.
Egresado del servicio naval el 15 de julio de 1861, el Guardiamarina Latorre
integró una promoción de oficiales a la que la posteridad ha denominado como
el "Curso de los Héroes". De ella formaron parte Arturo Prat Chacón, Carlos
Condell de la Haza, Luis Uribe Orrego y Jorge Montt Álvarez, jóvenes que más
tarde dejarían grabados sus nombres en la historia de la República, destacando
como hombres de armas, o distinguiéndose como insignes políticos.
Después de recibir su bautismo de fuego en el Combate Naval de Papudo,
lugar donde en el transcurso de la Guerra contra España la corbeta chilena
"Esmeralda" logró la captura de la goleta "Vírjen de Covadonga", el 26 de
noviembre de 1865, al Teniente Latorre le fue dado seguir adquiriendo nuevos
conocimientos, a bordo de distintos buques de guerra nacionales.
Entre los años 1865 al 1878, navegó las aguas del litoral norte y sur chilenos,
correspondiéndole cumplir diversas comisiones en resguardo de la soberanía
nacional en el territorio patagónico atlántico.
En abril de 1876 debió apresar en la desembocadura del río Santa Cruz a la
goleta francesa "Jeanne Amelie", que sin permiso de la autoridad de Santiago,
se dedicaba a la extracción de guano en esta lejana y aislada posesión,
entonces chilena.
Comisiones hidrográficas, rescate de naves en peligro de naufragio, entre ellas
el "Tonguise", buque de instrucción de la marina rusa en 1871, represión de un
motín militar ocurrido en la colonia de Punta Arenas en 1877, irán templando el
espíritu y moldeando el carácter del marino chileno, que en la Batalla Naval de
Angamos, frente a la hermosa bahía de Mejillones, logra la captura del monitor
"Huáscar", el 8 de octubre de 1879, alcanzando la gloria.
Las anteriores acciones en el Combate Naval de Chipana, Iquique y
Antofagasta, fueron jalonando los primeros meses de su preparación para tal
logro.
Después de la importante y decisiva victoria militar de la fuerza naval chilena, el
Comandante Latorre participa en diferentes acciones de guerra, siendo el
Asalto y Toma de Pisagua, Arica, El Callao, escenarios de sus posteriores
hazañas. Estas le permitieron en abril de 1881 alcanzar el mando en Jefe de la
Escuadra chilena.
En mayo de 1882 don Juan José Latorre contrae matrimonio con Julia María,
hija del empresario minero ya fallecido, José Antonio Moreno. Con la hermosa
joven porteña, el recién ascendido Contraalmirante debió zarpar a Londres,
lugar donde a fines de 1884 se hizo cargo de las reparaciones a que, en
Inglaterra, fueron sometidos los blindados "Cochrane" y "Blanco".
Comisionado tres años más tarde por el Presidente José Manuel Balmaceda
Fernández, el entonces Comandante General de Marina debe entregar su
cargo y trasladarse a Francia, país en cuya capital se instala como Jefe de la
Misión Naval, encargándose de la delicada tarea de dirigir un plan de desarrollo
y modernización de la fuerza naval y defensa costera, que el citado Presidente
planteara.
Dado de baja de la Armada en diciembre de 1890, a mediados de 1894 asume
las funciones de senador por la provincia de Valparaíso, cargo en el que,
atendidos sus señalados servicios y labor legislativa, será reelegido por un
nuevo período. En el intertanto, al destacado hombre público le correspondía,
con gran acierto y entereza, desempeñarse como Consejero de Estado y
Ministro de Relaciones Exteriores.
El Almirante Latorre falleció el 09 de julio de 1912 en la ciudad de Viña del Mar,
rodeado del cariño de familia, amigos y antiguos camaradas de armas y
dejando como legado para las nuevas generaciones de chilenos, un claro
ejemplo de ciudadano virtuoso, cristiano y caballero, que lo califican con justicia
y holgura entre los más grandes héroes e insignes hombres públicos de la
Patria chilena.

ÉXITO HIJITO

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