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LA OLIGARQUÍA COLOMBIANA.
“Ya en el mes de mayo, la corbeta Antioquia trató de ingresar en aguas del Golfo de
Venezuela, no pudo hacerlo motivado a que estábamos muy cerca de la zona limítrofe”,
narra Castañeda Giral. Efectivamente antes del día 9 de agosto, varios navíos
colombianos habían ejecutado provocaciones e incursiones en el mar venezolano,
habían molestado a pesqueros e incluso tratado de arrestar a algunos. Fue una
provocación in crescendo.
Cuenta que tenía la inquietud de que algo estaban preparando del otro lado de la
frontera, “tenía la percepción que una corbeta iba a incursionar en el Golfo de
Venezuela, entonces le solicité al comandante de la unidad de patrulleros, el capitán de
navío Asdrúbal Becerra, autorización para zarpar el domingo 7 de agosto y hacerlo en
silencio de radio para evitar ser detectado, le dije que cuando llegara a algún punto yo
emitía un reporte para evadir la posibilidad de guerra o interferencia electrónica”.
Y APARECIÓ CALDAS
El capitán de fragata Castañeda Giral tomó la decisión de seguir rumbo a Punto Fijo a
una velocidad de 30 nudos. En esas aguas del Golfo de Venezuela, casi a medio camino
entre Castilletes y Paraguaná apareció el Caldas. “Cuando visualizo la corbeta, empiezo
a llamar por los canales internacionales a su capitán, le notifico entonces: ustedes están
violando las aguas jurisdiccionales y lo invito de inmediato a tomar rumbo al norte de la
Guajira. El responde que estaba en la zona exclusiva de Colombia y nos da la
‘bienvenida’. Le refuté entonces que se encontraba violando la soberanía de Venezuela
y que tomaríamos las acciones correspondientes”.
Luego de esa comunicación, la corbeta Caldas toma rumbo hacia Castilletes. Castañeda
Giral señala que entonces pidió apoyo a la Fuerza Aérea y en 45 minutos aparecieron
dos F16. “Me informa el piloto que iban a romper la barrera del sonido, que tomáramos
las previsiones, entonces el capitán del Caldas dijo que ‘se sentía amenazado’, nosotros
le respondimos que también nos sentíamos amenazados por su presencia y por su
negativa a atender las advertencias”.
A medida que la ARV Libertad avanzaba, el capitán del Caldas advertía que se
encontraba en el mar territorial de Colombia, en desconocimiento absoluto de los
tratados limítrofes entre ambos países. “Él incluso llegaba a la confusión y no
determinaba si hablaba de la zona económica exclusiva o del mar territorial”. En
realidad, el incidente siempre ocurrió en aguas jurisdiccionales de Venezuela. La actitud
de los militares colombianos evidenciaba que se trataba de una provocación
premeditada.
Castañeda Giral narra que a eso de las 3 de la tarde, el Caldas dijo que se retiraba
porque había concluido su misión, yo les dije: “Ustedes no han cumplido ninguna
misión, ustedes al retirarse están cumpliendo con las exigencias del Gobierno
venezolano y ustedes se tienen que retirar de nuestras aguas territoriales”.
El día 11 de agosto, Colombia envía un buque que navega muy pegado a la costa de
Castilletes, allí lo detecta el ARV Independencia y le enciende el faro. “La embarcación
colombiana venía violando el derecho internacional marítimo navegando sin las luces
correspondientes, el ARV Independencia les advierte del hecho y de que están en aguas
de nuestros país y la respuesta colombiana fue similar al incidente anterior, dicen:
‘Bienvenidos a aguas territoriales colombianas’. Eso incrementó la tensión”.
“El día 17 de agosto recibí una comunicación clasificada como supersecreta en donde
me especificaban que cuando el Presidente en un próximo discurso a la nación dijera la
palabra ‘guayacán’, eso debía interpretarse como la orden para dispararle los misiles al
buque colombiano. Nos desplazamos para colocarnos a tiro del objetivo. Había dos
discursos, si la nave invasora se retiraba no se mencionaría la palabra ‘guayacán’.
EL DESAFÍO CONTINÚA
Castañeda Giral ratifica que Estados Unidos siempre ha pretendido apoderarse de las
riquezas venezolanas y los gobiernos de Colombia han sido sus aliados. “Tienen un
pacto de sangre, tanto es así que el Ejército colombiano envió efectivos a la guerra de
Corea a solicitud de los estadounidenses, fueron a un lugar que para nada afectaba a
Colombia para complacer a sus aliados, incluso solo tres colombianos sobrevivieron a
esa aventura”.
Advierte que es la misma oligarquía colombiana que hoy en día presiona para que el
presidente Maduro entregue: “No va a entregar, somos venezolanos, lo que sucedió hace
30 años, que no estaba Chávez y que encontró a un grupo de oficiales venezolanos
resteados, hoy en día con el presidente Maduro y el legado de Chávez, seguimos mucho
más convencidos al frente de esta Revolución, y si quieren buscarnos nos van a
encontrar”.
El capitán de fragata Castañeda Giral acota que en el contexto de toda la tensión vivida,
fue después de terminado el incidente cuando pudo enterarse de otros asuntos conexos.
Uno de ellos, que Blanca Ibáñez, amante del presidente Lusinchi, se había comunicado
con el mandatario colombiano Virgilio Barco para delatar los planes venezolanos, ella
le habría dicho que retirara la corbeta porque se la iban a hundir. Entonces en la
madrugada siguiente el Caldas emprendió su retirada.
La incursión del Caldas significó una grave agresión contra la soberanía venezolana,
constituyó en un desafío de la oligarquía colombiana a la Fuerza Armada. En Colombia,
el capitán del buque agresor, Sergio García Torres, llegó a formar parte del Alto Mando
Militar, mientras en Venezuela la IV República negó las condecoraciones a la
tripulación del ARV Libertad, que estuvo al frente defendiendo nuestra soberanía e
integridad territorial.
“Para el año 1988, yo solicité que se condecorara a la tripulación del ARV Libertad,
pero todo fue negado. En cambio ese año el Gobierno venezolano condecoró a dos
oficiales colombianos, en nombre de las presuntas relaciones amistosas”, denuncia
Castañeda Giral.
“Morales Bello: Capitán, recuerde que para ascender hay que ‘rankearse’.