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Juvenal M. Javier*
* Doctor en Derecho y Ciencias Sociales Facultad de Derecho UDELAR. Profesor Adscripto de Derecho
Público II (UDELAR). Profesor de Derecho Administrativo I y II en la Facultad de Ciencias Jurídicas
de la UDE. Juez Letrado de Violencia Doméstica. Correo: jjavier02@adinet.com.uy.
70 LA POLÍTICA DE DEFENSA NACIONAL EN URUGUAY/JUVENAL M. JAVIER
I. INTRODUCCIÓN
Han transcurrido ya algunos años desde la aprobación de la llamada ley “Marco” de
Defensa Nacional y surge, como aspecto a destacar, que ha sido una norma escasamente
estudiada por la doctrina.
Ya desde el comienzo, resulta importante aclarar, precisamente, el concepto de ley
”Marco” empleado por el legislador.
Las leyes “Marco” o “Cuadro”, como también se les denomina, tuvieron su origen en
Francia, donde en 1926 el Parlamento le confirió la potestad al Poder Ejecutivo de legislar,
expidiendo Decretos-Leyes, en respuesta a la necesidad de responder normativamente al
fuerte intervencionismo estatal, en diversas áreas de la sociedad.
La doctrina ha aportado diversas definiciones de las leyes “Marco” o “Cuadro”. Se ha
dicho que son leyes que, en una materia específica, se limitan a definir las reformas a
realizar, a precisar su “Cuadro”.1 O también que se trata de leyes que solamente plantean
los principios generales de una determinada forma, remitiendo a decretos gubernamentales
la adopción de los detalles de la aplicación práctica.2
Se observa entonces una importante atenuación del principio de separación de poderes,
quitándole rigidez a fin de conferirle mayor dinámica y más rápida potestad de decisión al
Poder Ejecutivo, sentándose las bases de la materia que se pretende regular, en un
contenido breve y por lo general enunciativo, confiriéndole además amplias potestades
reglamentarias.
Sobre Defensa Nacional, en Uruguay tradicionalmente se ha carecido de una política
de Estado, pues solamente se han adoptado disposiciones aisladas impuestas por motivos
coyunturales,3 sin que se hubiera planteado seriamente la necesidad de dictar lineamientos
geerales respecto de temas tales como la preservación de la soberanía, la integridad
territorial, la explotación de los recursos naturales o aún la participación del sector civil,
como elementos sustantivos para la formulación, eficacia, gestión y diseño de una política
de Defensa Nacional permanente, no vinculada a los avatares de la política y a las decisiones
circunstanciales de los sucesivos gobiernos de la República.
Pero este panorama debió forzosamente ir cambiando, al influjo de los nuevos
acontecimientos regionales y mundiales,4 que impusieron la necesidad de rediseñar el rol,
la estructura, el funcionamiento y la doctrina de las Fuerzas Armadas, enmarcado dentro
de un nuevo concepto de Defensa Nacional, bajo el imperio del Estado de Derecho.
Precisamente, la presencia del concepto de Estado de Derecho, a mi juicio, debe ser el
punto de partida del análisis de la política de Defensa Nacional, de la Política Militar y en
1
RIVERO, JEAN, Droit Administratif, Troisieme édition, París, Dalloz, 1965, p. 61.
2
DUVERGER, Maurice, Institutions Politiques et Droit Constitucionnel, Neuvieme éditions, París,
Presses Universitaires, 1966.
3
Es el caso de la ley de Instrucción Militar nº 9.943, de 10 de julio de 1940, sancionada ante los
acontecimientos derivados del comienzo de la II Guerra Mundial.
4
Tales como el final de la II Guerra Mundial, la Guerra Fría, la caída de los gobiernos democráticos, la
reinstauración posterior de la institucionalidad democrática, o el agrupamiento de los países en bloques
y su expansión en función de intereses generales comunes, como parte de un desarrollo más amplio
y ambicioso de los modelos de integración a nivel regional, en constante transformación.
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5
CAGNONI, José Aníbal y ONGAY, María del Carmen, “Fuero Militar en Uruguay: análisis jurídico. Estado
de derecho. Justicia Militar. Organización de la justicia militar. Disciplina militar y recursos administrativos.”
en Dr. José Aníbal Cagnoni–Mag. Julián González Guyer (compiladores), Justicia y disciplina militar
en la hora de la reforma. Deeme Producciones Gráficas, Montevideo, 2010, pp. 39 -70.
6
CAGNONI, José Aníbal y ONGAY, María del Carmen, op. cit., p. 40.
7
SAYAGUES LASO, Enrique, Tratado de Derecho Administrativo, Tomo I, 5ª Edición, Montevideo,
FCU, 1987, pp. 56 - 57.
72 LA POLÍTICA DE DEFENSA NACIONAL EN URUGUAY/JUVENAL M. JAVIER
Así lo han establecido en nuestro país dos leyes: por un lado, la ley 9.943, de 10 de julio
de 1940, que dispone que todo uruguayo, inclusive los ciudadanos legales, podrían ser
sometidos a un régimen de instrucción militar, por niveles, entre los diez y los sesenta años
de edad, conforme lo establecido en los artículos 4º a 10º.
Por otro lado, el decreto-ley 14.157, en el Capítulo sobre Movilización, en el artículo 248,
dispone que la Seguridad Nacional en lo interior y exterior exige la contribución personal,
material moral e intelectual de todos los ciudadanos a los efectos de la Defensa Nacional,
para el mantenimiento de la soberanía y la independencia de la Nación en caso de amenaza
de ataque exterior o de situaciones excepcionales de conmoción interna (militares, econó-
micas, político-sociales o de cualquier otro carácter).
El artículo 249 establece que la contribución a que hace referencia el artículo anterior
implica, en tiempo de paz, la planificación, preparación y desarrollo de los recursos
nacionales en previsión de su posible utilización coordinada y racional, total o parcial.
El artículo 250 dispone que la Movilización Nacional, total o parcial, asegura la
utilización de los recursos del país y que será dispuesta por el Poder Ejecutivo en los casos
previstos por la Constitución (conforme el decreto-ley serían los casos previstos en los
artículos 31, 168 numeral 17 y 253) y las leyes respectivas.
Tales mecanismos sólo se accionarán en caso de agresión contra la integridad
territorial, con especial énfasis en sus recursos estratégicos, la paz de la República o su
independencia política, si los medios pacíficos para prevenirla no hubieren dado resultados.
En consonancia con lo anterior, el artículo 25 de la ley 18.650, dentro del Título IV,
“Contribución a la Defensa”, bajo el subtitulo “Preparación de Recursos para Contribuir a
la Defensa”, establece que el Poder Ejecutivo establecerá los criterios relativos a la
preparación y la disponibilidad de los recursos humanos y materiales no propiamente
militares, para satisfacer las necesidades de la Defensa Nacional en situaciones de grave
amenaza o crisis, considerando para su aplicación lo dispuesto en el artículo 35 de la
Constitución de la República y los mecanismos de cooperación y coordinación existentes
entre los diferentes Poderes Públicos, dando cuenta al Poder Legislativo.
Sobre este artículo 35 expresó Justino JIMENEZ DE ARECHAGA (refiriéndose al
entonces artículo 34, que era el número que le correspondía en las Constituciones de 1934
y de 1942, cuando él escribiera): “Esta disposición, en la época de nuestras guerras civiles,
tenía, como es natural, frecuente aplicación. La requisa de bienes muebles y semovientes,
necesaria a los fines militares, daba lugar a innumerables pleitos. La verdad es que no
siempre, ni demasiado frecuentemente, la orden emanaba de magistrado civil. El tema
tiene ahora poco interés entre nosotros…”. 11
4. La remisión a la norma constitucional sólo se entiende como limitación a la
disposición por parte del Estado de bienes de particulares.
En tal sentido, el decreto-ley 14.157 establece, en el artículo 41, que quedan gravadas
con servidumbre de estudio, paso, búsqueda, extracción y depósito de materiales, pastoreo,
ocupación temporaria y operaciones militares, todas las propiedades del país, en las
condiciones establecidas en la Constitución así como en las leyes de defensa nacional.
11
JIMENEZ DE ARECHAGA, Justino, LA CONSTITUCIÓN NACIONAL, TOMO I, Montevideo, Edición
de la Cámara de Senadores, 1991, p. 363.
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Declara además de necesidad pública, los predios y bienes que las Fuerzas Armadas
deban ocupar y utilizar para la defensa nacional.
En el artículo 42 se establece que la propiedad raíz, de cualquier naturaleza, se halla
gravada con servidumbre de uso - non edificandi -, de altura y señalamiento en beneficio
de la defensa nacional.
El artículo 43 dispone que las servidumbres las declarará el Poder Ejecutivo y se
harán,efectivas por el procedimiento de “entrega de la cosa” ante el Juez Letrado
competente.
En caso grave y urgente, conforme el artículo 44, las servidumbres podrán ejercerse por
decisión del Comando responsable, poniéndolo en conocimiento del Mando Superior y Juez
Letrado competente en el término de cuarenta y ocho horas.
En las circunstancias extraordinarias a que se refiere el numeral 17 del artículo 168
de la Constitución de la República, conforme el artículo 45, procede la requisa, para
asegurar los suministros necesarios para abastecer a las Fuerzas en servicio u operaciones.
En todos los casos, reza el artículo 46, los daños y perjuicios provocados por el ejercicio
de las servidumbres militares serán indemnizados.
Finalmente, el artículo 47 dispone que el ejercicio de las servidumbres se limitará a lo
estrictamente necesario para el cumplimiento de la misión, siendo el Comando responsable
de todo exceso.
En suma, si bien los ciudadanos debemos contribuir a la defensa nacional y esta es
competencia del Poder Ejecutivo, con el contralor y anuencia del Poder Legislativo,12 la
ejecución y dirección técnica de los actos bélicos está a cargo de profesionales que han
abrazado la carrera militar, definida en el artículo 54 del decreto-ley 14.157 como una
“profesión al servicio de la Nación”.
5. Respecto de la evolución normativa y reafirmando lo anterior, cabe señalar que la
ley del 07 de setiembre de 1825, declarada la Independencia e instalada la Junta o Sala de
Representantes, con función legislativa, permitía que el Gobernador y Capitán General (que
era al mismo tiempo titular del Poder Ejecutivo y Jefe Militar Supremo) delegara el mando
en caso de guerra para continuar desempeñando la función militar.13
A su vez, ya instaurado el Estado Oriental del Uruguay, la ley nº 161, de 05 de marzo
de 1838, abolió todos los fueros personales, quedando subsistente el militar; la ley de 14 de
julio de 1858 creó la Guardia Nacional, para la defensa de la independencia e instituciones
de la República, integrada por todos los ciudadanos de la República entre 17 y 47 años de
edad, que debían instruirse los domingos y días festivos durante los meses de febrero, marzo
y abril y que suplía al ejército de línea en el respectivo Departamento de la República.14
En 1884, se sanciona el primer Código Militar, complementado en 1919 por la ley de 15
de enero de 1919, que organiza la jurisdicción militar, que fueran luego sustituidos por el
actualmente vigente, aprobado por el decreto-ley 10.326, de 28 de enero de 1943 y que, en
realidad, contiene el texto de los Códigos Penal Militar, de Organización de los Tribunales
Militares y de Procedimiento Penal Militar.
12
MARTINS, Daniel Hugo, “Las Fuerzas Armadas ante la Constitución y la Ley”, en CONSTITUCIÓN
Y ADMINISTRACIÓN, Montevideo, Ingranusi Ltda., 1993, pp. 882 - 883.
13
CAGNONI, José Aníbal y ONGAY, María del Carmen, op. cit., p. 44.
76 LA POLÍTICA DE DEFENSA NACIONAL EN URUGUAY/JUVENAL M. JAVIER
14
MARTINS, Daniel Hugo, LA DEFENSA NACIONAL Y LAS FUERZAS ARMADAS, El Ministerio de
Defensa Nacional, Montevideo, Ingranusi Ltda., 1995, p. 21.
15
DELPIAZZO, Carlos, op. cit., pp. 261-262.
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16
JIMENEZ DE ARECHAGA, Eduardo, ARBUET-VIGNALI, Hebert y PUCEIRO RIPOLL, Roberto,
DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO, TOMO I, Montevideo, FCU, 2005, pp. 433, 443 – 444.
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para resolver las diferencias que surjan entre las partes contratantes, conforme establece
el artículo 6º inciso 1º de la Carta.
Es entonces que, felizmente, nuestra Carta constitucional contiene la obligación para
el Estado de recurrir a la vía diplomática previamente a la realización de cualquier acto
bélico, a fin de que mediante las gestiones diplomáticas pueda lograrse que los demás
Estados respeten, de hecho, la soberanía nacional (por ejemplo, no interviniendo en las
decisiones políticas) o, de derecho, suscribiendo tratados bilaterales de no agresión o de
mutua defensa, o convenciones internacionales (de la O.N.U. o de la O.E.A.) que aseguren
la paz y la seguridad internacional.17
El artículo 4º de la ley 18.650, vinculado con el anterior, establece que nuestra República
se reserva el uso de la fuerza como recurso para los casos de agresión militar, en el ejercicio
del derecho de legítima defensa que consagra la Carta de las Naciones Unidas, ello sin
perjuicio del ejercicio de todos los medios disuasorios y preventivos que resulten adecuados.
3) Por tanto y conforme lo expuesto, el marco constitucional y legal que legitima el
accionar de las Fuerzas Armadas, le asigna en lo externo (artículo 168 numeral 17 de la
Constitución) una función dirigida a la legítima defensa de la Nación, en la que radica la
soberanía (artículo 4º de la Carta), que puede ser individual, esto es directa, o asumida en
forma colectiva o aún colaborando en la acción colectiva, si la acción fuese decidida dentro
del marco de la Carta de las Naciones Unidas por el Consejo de Seguridad de la O.N.U.18
La prevención será fundamental como estrategia para evitar la concreción de cualquier
amenaza contra los intereses del país, para lo cual será necesario contar con una concepción
dinámica y flexible de la Defensa Nacional, que atienda a los cambios, se adapte
rápidamente a ellos y desestimule cualquier despliegue bélico contra nuestro país.
Finalmente, sobre la disuasión, siendo esta un medio pacífico para hacer desistir a otro
Estado del propósito de agresión hacia algunos de nuestros intereses, debe ser un elemento
primordial de nuestra Política de Defensa Nacional, pues implica el empleo de todos los
medios jurídicamente lícitos para inducir a un eventual agresor a desistir de su intención
de atacar los intereses del país, haciéndole comprender que no es una solución aceptable
para hacer prevalecer su punto de vista respecto de una determinada cuestión.19
En suma, conforme lo expuesto, surge con absoluta claridad que Uruguay ha elegido
recorrer los caminos de la negociación diplomática, adoptándose el concepto fundamental
de que no recurrirá, sin antes explorar una salida pacífica, al uso de la fuerza.
17
MARTINS, Daniel Hugo, op. cit., p. 13.
18
DELPIAZZO, Carlos, op. cit., p. 8.
19
DELPIAZZO, Carlos, op. cit., p. 8.
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(artículo 85 numeral 8), permitir o prohibir que entren tropas extranjeras en el territorio
de la República (artículo 85 numeral 11), negar o conceder la salida de fuerzas nacionales
fuera de la República (artículo 85 numeral 12), hacer los reglamentos de milicias y
determinar el tiempo y número en que deben reunirse (artículo 85 numeral 15), adoptar
resolución respecto a las medidas prontas de seguridad que decretare el Poder Ejecutivo
(artículo 168 numeral 17 de la Constitución), tomar conocimiento de los programas de
estudio de las escuelas e institutos de formación militar y conceder la venia para ascensos
militares (para grados superiores a los de Coronel, conforme artículo 168 numeral 11 de la
Constitución).
Por su parte, el Consejo de Defensa Nacional (CODENA), regulado en los artículos
10 a 13 de la ley 18.650, constituye un órgano asesor y consultivo del Presidente de la
República en materia de defensa, integrado por el propio Presidente de la República, que lo
preside, los Ministros de Defensa Nacional, del Interior, de Relaciones Exteriores y de
Economía y Finanzas, así como otras autoridades que se considere necesario lo integren al
tratarse un tema específico relativo a la Defensa Nacional.
Tiene como cometido primordial asesorar sobre la Defensa Nacional además de, entre
otros cometidos, analizar las amenazas que pudieran poner en riesgo la independencia y
soberanía de la República, o afectar gravemente los intereses nacionales, proponiendo las
acciones y/o medidas necesarias para su resolución, analizar y proponer las hipótesis de
conflicto, sugerir la adopción de estrategias, aprobar los planes y coordinar las acciones
necesarias para la defensa y realizar propuestas sobre asuntos relacionados con la misma
que, por afectar a varios organismos del Estado, exijan un tratamiento conjunto.
En el artículo 26, se le asigna además la competencia de coordinar el sistema de
disponibilidad permanente de recursos, en tiempo de conflicto armado y durante la vigencia
del estado de guerra.
Este órgano, de suma importancia en la ley, no debe confundirse con el COSENA
(Consejo de Seguridad Nacional), creado durante el período de facto por el artículo 6º del
citado decreto-ley 14.157, de 21 de febrero de 1974, en principio como órgano asesor para
luego, al aprobarse los Actos Institucionales nº 2, de 12 de junio de 1976 y nº 3, de 1º de
setiembre de 1976, constituirse en una forma de actuación del Poder Ejecutivo.20
3. El decreto 147/013, de 14 de mayo de 2013, aprobó el reglamento de organización y
funcionamiento del CODENA, reiterando lo que la ley 18.650 había dispuesto respecto de
su naturaleza y por lo general, de sus cometidos, así como de su integración y funcionamien-
to, con algunas modificaciones que se analizarán.
Destaca en la integración del CODENA, la contradicción que implica que sea integrado
y presidido por el Presidente de la República, cuando el principal cometido que le es asignado
se trata, precisamente, el de ser un órgano consultivo y de asesoramiento al propio
Presidente.
Ello podría llevar a plantear la cuestión de si el CODENA sería entonces un órgano
dependiente del órgano Presidencia de la República, como la Oficina Nacional del Servicio
Civil o la Oficina de Planeamiento y Presupuesto y ello sin ingresar en el debate doctrinario
20
DELPIAZZO, Carlos, op.cit., p. 263.
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21
Puede verse al respecto, CASSINELLI MUÑOZ, Horacio, “La Jefatura del Estado en la Constitución
Uruguaya”, en Temas de Derecho Constitucional 1, Montevideo, FCU, 1985, pp. 18 y sgtes.
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tanto lo entienda pertinente, del cual depende en forma directa, dándole cuenta de su
actuación.
El Secretario es el jerarca de la Secretaría Permanente del CODENA y el responsable
de dirigirla, pudiendo contar con asesores encargados de asistirlo en asuntos específicos
vinculados a la Defensa Nacional.
El artículo 19 del decreto, en forma ilegal, exorbitando sus facultades, obliga a las
“instituciones de la Administración Pública” a suministrarle a la Secretaría del CODENA
la información que le sea requerida para el cumplimiento de sus funciones, la que será
instruida en forma urgente.
Si en “el plazo considerado”, que el decreto no establece cuál es, dejándolo por tanto
librado a la discrecionalidad de la Secretaría, no se le proporciona la información, el
Secretario la solicitará a través del Poder Ejecutivo.
En principio, podría esta norma, eventualmente, ser aplicable a las dependencias de la
Administración Central, pero no al resto de la Administración Pública y ello siempre que
no colida con lo expresamente previsto por normas legales; ni siquiera obedece su dictado
a previsión legal alguna, por lo que violaría, por ejemplo, normas relativas al deber de
reserva del funcionario público.
La excepción sería el caso previsto en el ya citado decreto-ley orgánico 14.157, en el
artículo 257, que obliga a todas las dependencias del Poder Ejecutivo, Gobiernos Departa-
mentales, Entes Autónomos y Servicios Descentralizados, así como los establecimientos
particulares cualquiera sea su índole, a suministrar los informes y permitir los estudios
requeridos para la estructuración y actualización del Plan de Movilización Militar (y sólo
para esta hipótesis), que integra el Plan de Movilización Nacional.
Dicha información tendrá carácter reservado y será evacuada dentro del menor plazo,
para que su utilización sea oportuna.
5. Por su parte, al Ministro de Defensa Nacional, jerarca del sistema orgánico
Ministerio de Defensa Nacional le corresponde, de acuerdo al artículo 14 de la ley 18.650
(a mi juicio, sin perjuicio de lo establecido en el artículo 181 de la Constitución), actuar con
el Presidente de la República en todo lo inherente a la Defensa Militar, integrar como
miembro permanente el Consejo de Defensa Nacional, la preparación, la dirección, el
ordenamiento y la ejecución de la Política de Defensa Nacional, así como la obtención y la
gestión de los recursos humanos y materiales para ello y finalmente, la dirección superior
y la administración de las Fuerzas Armadas, en aquello que no se reserve directamente el
Poder Ejecutivo.
El artículo 16 de la ley establece cuatro áreas básicas de su competencia (literales A
hasta D), sin perjuicio de lo que establezca la Ley Orgánica del Ministerio, entre las que se
encuentra, en el literal C), el Estado Mayor de la Defensa.
Este es concebido en la ley como el órgano de asesoramiento ministerial de orden
militar, con el cometido de asesorar y coordinar las actividades de las Fuerzas Armadas,
bajo las directivas de la política militar, en materia de la elaboración doctrinaria y
planificación del concepto de operación conjunta de las Fuerzas Armadas.
Le corresponde además el análisis y la valoración de escenarios estratégicos,
la;planificación logística de las Fuerzas Armadas a nivel ministerial, particularmente en
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Mayor de la Defensa (artículo 16, literal C), subliteral e) de la Ley), pues a la vez que cumplen
con su misión militar, resultan un factor importante para reafirmar el compromiso de
nuestro país con el mantenimiento de la paz y de la seguridad internacionales, ratificado
con la presencia y el despliegue de contingentes de tropas uruguayas en misiones de paz en
el exterior, bajo la égida de la Organización de las Naciones Unidas.
Por otro lado, las Agregadurías militares, combinadas con las Misiones de Paz,
basándose en la concepción diplomática del Uruguay de no utilizar la fuerza sin recurrir
previamente a medios pacíficos, desempeñan un papel fundamental en la coordinación de
acciones diplomáticas, estrechando vínculos militares que permitan el intercambio de
experiencias y la pacífica cooperación con otras Fuerzas Armadas, constituyéndose en una
herramienta fundamental de apoyo a la Política Exterior del Estado Uruguayo.
Cabe aquí recordar los comentarios de JIMENEZ DE ARECHAGA sobre el concepto de
Seguridad Exterior: “Para la conservación de la seguridad exterior, el Poder Ejecutivo
actúa en primer lugar, regulando las relaciones diplomáticas del estado; en segundo
lugar, por medio de la organización militar.
Se trata, en el primer caso, de un sistema de prevención genérica de los riesgos que
puedan llegar a comprometer la seguridad exterior del Estado; en el segundo caso, de
medidas de prevención o de represión concretas y materiales.
En cuanto a las relaciones diplomáticas, compete al Poder Ejecutivo la conducción de
los negocios exteriores……
En cuanto a la concreta defensa de la seguridad exterior, el Poder Ejecutivo tiene la
jefatura del ejército, al cual le está confiada la seguridad de las fronteras.”22
V. CONCLUSIÓN
En Uruguay, resultaba necesario crear una estructura de Defensa Nacional que el país
no tenía y que se tornaba imprescindible en función de las demandas que impone hoy la
globalización, a fin de atender adecuadamente a la defensa de los intereses nacionales (o
primarios), pues resultan de fundamental importancia para el país, como es el caso del
mantenimiento de la soberanía nacional o de la preservación de la integridad territorial.
Ello debe conjugarse con la Defensa de los intereses estratégicos, que si bien no siempre
afectan directamente a tales intereses, sí contribuyen claramente a su supervivencia y son
generalmente variables, como es el caso del mantenimiento de la paz y la seguridad
internacionales o de la preservación del medio ambiente.
La Ley Marco 18.650 atiende a tales intereses primarios y estratégicos, pero también
a los intereses humanitarios, concretamente al disponer en el artículo 20 que las Fuerzas
Armadas, en tiempo de paz, podrán prestar servicios o colaboración en actividades que, por
su especialidad, relevancia social o conveniencia pública les sean solicitadas, sin detrimento
del cumplimiento de su misión fundamental.
Por tanto, sin perjuicio de su misión predominantemente militar, las fuerzas podrán
ser utilizadas en caso de catástrofes o desastres naturales, si se dan los requisitos
22
JIMENEZ DE ARECHAGA, Justino, op. cit., TOMO III, p. 103 y 104.
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BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA.
CAGNONI, José Aníbal y ONGAY, María del Carmen, “Fuero Militar en Uruguay: análisis jurídico. Estado
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2010.
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DELPIAZZO, Carlos, COMETIDOS ESENCIALES DEL ESTADO, Montevideo, Editorial Universidad,
1997.
DELPIAZZO, Carlos, DERECHO ADMINISTRATIVO ESPECIAL, Volumen 1, Montevideo, Editorial y
Librería Jurídica Amalio M. Fernández, 2006.
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la Cámara de Senadores, 1991.
MARTINS, Daniel Hugo, LA DEFENSA NACIONAL Y LAS FUERZAS ARMADAS, El Ministerio de
Defensa Nacional, Montevideo, Ingranusi Ltda., 1995.
23
MARTINS, Daniel Hugo, “Las Fuerzas Armadas….cit.”, p. 881.
24
MARTINS, Daniel Hugo, op. cit.”, p. 881.
86 LA POLÍTICA DE DEFENSA NACIONAL EN URUGUAY/JUVENAL M. JAVIER
MARTINS, Daniel Hugo, “Las Fuerzas Armadas ante la Constitución y la Ley”, en CONSTITUCIÓN Y
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República Oriental del Uruguay, Ministerio de Defensa Nacional, Bases para una Política de Defensa
Nacional. Disponible en: http:// www.oas.org/csh/spanish/doclibrdefurug.asp. Fecha de consulta: 17/
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