Está en la página 1de 10

Sala Primera de la Corte

Resolución Nº 00014 - 2012

Fecha de la Resolución: 12 de Enero del 2012 a las 9:40 a. m.


Expediente: 06-018933-0170-CA
Redactado por: Carmenmaría Escoto Fernández
Analizado por: SALA PRIMERA
Sentencia con nota separada
Indicadores de Relevancia
Sentencia relevante

Sentencias Relacionadas

Contenido de Interés:
Tipo de contenido: Voto de mayoría
Rama del Derecho: Contencioso Administrativo
Tema: Caducidad de la acción
Subtemas:
Materia civil de Hacienda.

En un proceso civil de hacienda, no es posible hablar de plazos de caducidad de la acción contenciosa. Lo que se debe valorar en
estos casos es la prescripción del derecho de fondo de acuerdo con la normativa sustancial que resulte aplicable. En la especie, se
discute el derecho de propiedad sobre un dinero depositado en un Banco -cobro de un sucesión de varios certificados de depósito
a plazo-, lo que no está sujeto a un plazo de prescripción negativa, es decir, es un derecho imprescriptible o perpetuo, pues no se
pierde por la falta de uso. Lo que se extinguen son las obligaciones contra el patrimonio del obligado no del custodio. La
prescripción negativa está prevista para brindar seguridad jurídica ante la posibilidad de una demanda de reclamación. Si el
derecho sobre el dinero le pertenece a la actora es extraño que este prescriba en beneficio del Banco -lo que evidenciaría un
enriquecimiento ilícito por algo que no le corresponde- que es el custodio.
... Ver menos

Contenido de Interés:
Tipo de contenido: Voto de mayoría
Rama del Derecho: Contencioso Administrativo
Tema: Certificado de depósito a plazo
Subtemas:
Prescripción.

En un proceso civil de hacienda, se debe valorar la prescripción del derecho de fondo de acuerdo con la normativa sustancial que
resulte aplicable. En la especie, se discute el derecho de propiedad sobre un dinero depositado en un Banco -cobro de una
sucesión de varios certificados de depósito a plazo-, lo que no está sujeto a un plazo de prescripción negativa, es decir, es un
derecho imprescriptible o perpetuo, pues no se pierde por la falta de uso. Lo que se extinguen son las obligaciones contra el
patrimonio del obligado no del custodio. La prescripción negativa está prevista para brindar seguridad jurídica ante la posibilidad de
una demanda de reclamación. Si el derecho sobre el dinero le pertenece a la actora es extraño que este prescriba en beneficio del
Banco -lo que evidenciaría un enriquecimiento ilícito por algo que no le corresponde- que es el custodio.
... Ver menos

Contenido de Interés:
Tipo de contenido: Voto de mayoría
Rama del Derecho: Contencioso Administrativo
Tema: Certificado de depósito a plazo
Subtemas:
Intereses.

Los dineros depositados mediante certificado, y que al momento de su vencimiento resultaban exigibles, a partir de ese momento
generan intereses (artículos 704 y 706 Código Civil).
... Ver menos
Contenido de Interés:
Tipo de contenido: Voto de mayoría
Rama del Derecho: Contencioso Administrativo
Tema: Prescripción
Subtemas:
Materia civil de Hacienda.

En un proceso civil de hacienda, no es posible hablar de plazos de caducidad de la acción contenciosa. Lo que se debe valorar en
estos casos es la prescripción del derecho de fondo de acuerdo con la normativa sustancial que resulte aplicable. En la especie, se
discute el derecho de propiedad sobre un dinero depositado en un Banco -cobro de una sucesión de varios certificados de
depósito a plazo-, lo que no está sujeto a un plazo de prescripción negativa, es decir, es un derecho imprescriptible o perpetuo,
pues no se pierde por la falta de uso. Lo que se extinguen son las obligaciones contra el patrimonio del obligado no del custodio. La
prescripción negativa está prevista para brindar seguridad jurídica ante la posibilidad de una demanda de reclamación. Si el
derecho sobre el dinero le pertenece a la actora es extraño que este prescriba en beneficio del Banco -lo que evidenciaría un
enriquecimiento ilícito por algo que no le corresponde- que es el custodio.
... Ver menos

Contenido de Interés:
Tipo de contenido: Voto de mayoría
Rama del Derecho: Contencioso Administrativo
Tema: Incongruencia
Subtemas:
Concepto y alcance.

Para que la incongruencia proceda, la disonancia se debe dar en la parte dispositiva del fallo, cuando se omite pronunciamiento
sobre algún extremo sometido a debate (mínima petita), se otorga más de lo rogado (ultra petita), lo resuelto no guarda
correspondencia con lo peticionado (extra petita) o contiene disposiciones contradictorias. En la especie, la casacionista alega
mínima petita, al acusar no se resolvió la petitoria segunda de la actora. Su alegato no es de recibo, pues las causales de casación
procesales solo pueden alegarse por la parte quien hubiere sido realmente perjudicada con la inobservancia de la ley procesal que
pudiera acarrear una nulidad (ordinal 598, párrafo tercero, Código Procesal Civil). Distinto sería si se tratara de alguna de las
defensas opuestas, o si hubiese presentado reconvención y se le hubiese dejado de resolver alguna de sus pretensiones. Por
ende, la supuesta omisión no le produce ningún perjuicio al recurrente. Además, conforme al ordinal 598, párrafo primero y 561
ídem, las personas a quienes les haya sido desfavorable la resolución se encuentran legitimadas para recurrir.
... Ver menos

Contenido de Interés:
Tipo de contenido: Voto de mayoría
Rama del Derecho: Contencioso Administrativo
Tema: Recurso de casación
Subtemas:
Costas.

Las costas se imponen al vencido por el simple hecho de serlo, de forma que la condenatoria es el principio y la exoneración la
salvedad (preceptos 221 Código Procesal Civil y 98 Ley Reguladora de la Jurisdicción Contencioso Administrativa). Dicha regla
deriva de la necesidad de reconocer al ganancioso, los costos en que incurrió para ejercer la defensa de un derecho o interés que
debió tutelar ante la perturbación de un tercero, o bien, de la defensa de pretensiones ejercidas en su contra. En criterio de
mayoría, cuando el juez se ha limitado a aplicar la regla general y condena al vencido al pago de las costas del proceso, no existe
quebranto normativo, en tanto se trata de la aplicación de las normas jurídicas que imponen, como regla primaria, esa condena. El
recurso de casación resulta procedente cuando se ha hecho una indebida aplicación de la excepción de la condenatoria al vencido,
en donde es factible revisar el ejercicio valorativo del juez al ejercer la facultad que le otorga el ordenamiento jurídico de exonerar el
pago correspondiente. Así las cosas, este reparo debe ser rechazado.
... Ver menos

Contenido de Interés:
Tipo de contenido: Voto de mayoría
Rama del Derecho: Contencioso Administrativo
Tema: Recurso de casación
Subtemas:
Legitimación para recurrir.

En la especie, la casacionista alega incongruencia por mínima petita, al acusar no se resolvió la petitoria segunda de la actora. Su
alegato no es de recibo, pues las causales de casación procesales solo pueden alegarse por la parte quien hubiere sido realmente
perjudicada con la inobservancia de la ley procesal que pudiera acarrear una nulidad (ordinal 598, párrafo tercero, Código Procesal
Civil). Distinto sería si se tratara de alguna de las defensas opuestas, o si hubiese presentado reconvención y se le hubiese dejado
de resolver alguna de sus pretensiones. Por ende, la supuesta omisión no le produce ningún perjuicio al recurrente. Además,
conforme al ordinal 598, párrafo primero y 561 ídem, las personas a quienes les haya sido desfavorable la resolución se
encuentran legitimadas para recurrir.
... Ver menos

Contenido de Interés:
Tipo de contenido: Voto de mayoría
Rama del Derecho: Contencioso Administrativo
Tema: Prescripción
Subtemas:
Certificado de inversión.

En un proceso civil de hacienda, se debe valorar la prescripción del derecho de fondo de acuerdo con la normativa sustancial que
resulte aplicable. En la especie, se discute el derecho de propiedad sobre un dinero depositado en un Banco -cobro de una
sucesión de varios certificados de depósito a plazo-, lo que no está sujeto a un plazo de prescripción negativa, es decir, es un
derecho imprescriptible o perpetuo, pues no se pierde por la falta de uso. Lo que se extinguen son las obligaciones contra el
patrimonio del obligado no del custodio. La prescripción negativa está prevista para brindar seguridad jurídica ante la posibilidad de
una demanda de reclamación. Si el derecho sobre el dinero le pertenece a la actora es extraño que este prescriba en beneficio del
Banco -lo que evidenciaría un enriquecimiento ilícito por algo que no le corresponde- que es el custodio.
... Ver menos

Contenido de Interés:
Tipo de contenido: Voto de mayoría
Rama del Derecho: Contencioso Administrativo
Tema: Jurisdicción Contencioso Administrativa
Subtemas:
Competencia.

Los artículos 2.c y 3 de la Ley Reguladora de la Jurisdicción Contencioso Administrativa establecen una unificación de vías. Existen
procesos de plena jurisdicción, que aparte de impugnar o requerir una conducta administrativa específica (de hacer, no hacer o la
nulidad misma), contienen también pretensiones en relación al pago de daños y perjuicios; de anulación pura, en los que la
pretensión se limita a lograr la invalidez de una conducta específica y los civiles de hacienda, cuyo pedimento se circunscribe a
aspectos patrimoniales que conocen en lo medular pretensiones relacionadas con la responsabilidad civil contractual y
extracontractual de la Administración, el dominio, la posesión, titularidad de inmuebles, cobro judicial y expropiaciones. En el caso
concreto, aún y cuando se solicita la nulidad de dos actos administrativos, uno en donde se denegó el pago de 10 certificados de
depósito en dólares y otro que rechaza el recurso de revocatoria; lo cierto es que el conflicto versa sobre el cobro de dichos
certificados, es decir, pretende cuestiones estrictamente patrimoniales de parte de la Administración, por lo que este proceso es un
civil de hacienda.
... Ver menos

Texto de la Resolución

graphic

*060189330170CA*
EXP: 06-018933-0170-CI
RES: 000014-F-S1-2012
SALA PRIMERA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las nueve horas cuarenta minutos del doce de enero de dos
mil doce.
Proceso ordinario establecido en el Juzgado Contencioso Administrativo y Civil de Hacienda del Segundo Circuito Judicial de
San José por FLORY MADRIGAL MORA, viuda, empresaria, vecina de San José; contra el BANCO CENTRAL DE COSTA RICA,
representado por su gerente, Roy González Rojas, casado, máster en administración de empresas, vecino de San José. Las
personas físicas son mayores de edad y vecinas de San Carlos.
RESULTANDO
1. Con base en los hechos que expuso y disposiciones legales que citó, la actora estableció proceso de ordinario, cuya
cuantía se fijó como inestimable, a fin de que en sentencia se declare: “1) […] nulas y se anulen las resoluciones de la Gerencia
General Nº G/904-2005 del 24 de octubre del (sic) 2005 y G/ 963-2005 del 11 de noviembre del (sic) 2005 por ser contrarias a
derecho; 2) Que el Banco Central de Costa Rica ha incurrido en un funcionamiento anormal en el presente caso; 3) Como
consecuencia de lo anterior, debe reintegrarsele la totalidad de los diez certificados indicados en el encabezado del escrito de
formalización de la demanda, cuyo capital asciende a la suma de SESENTA Y DOS MIL QUINIENTOS DóLARES; 4) Que
igualmente debe reintegrarle los intereses de los certificados dichos desde la fecha de vencimiento indicada en cada uno de ellos
hasta el día del pago efectivo, según la Tasa Básica Pasiva para préstamos en dólares del Banco Nacional de Costa Rica; 5 ) El
Banco Central de Costa Rica debe pagar la indexacción respectiva sobre el monto total de la condena; 6) El Banco demandado
debe pagar ambas costas de este proceso."
2. El demandado contestó conforme a folios 45 a 57 e interpuso las excepciones de caducidad y prescripción pago, falta de
derecho y falta de de legitimación activa y pasiva.
3. El juez Rodrigo Alberto Campos Hidalgo, en sentencia n.° 1548-2008 de las 13 horas del 14 de noviembre de 2008, resolvió: “Se
acoge la defensa de caducidad. En consecuencia, se declara inadmisible la demanda. Por innecesario, se omite pronunciamiento
sobre las otras excepciones opuestas de prescripción, pago total, falta de derecho, falta de legitimación activa y pasiva. Son las
costas a cargo de la parte actora.”
4. La accionante apeló y el Tribunal Contencioso Administrativo y Civil de Hacienda, Sección Octava, integrada por los jueces Isaac
Amador Hernández, Carlos Espinoza Salas y Francisco Jiménez Villegas, en sentencia n.° 22-2010-VIII de las 15 horas 15 minutos
del 26 de febrero de 2010, dispuso: “Se revoca la sentencia apelada. Se rechazan las defensas de caducidad de la acción,
prescripción, pago total, legitimación activa y pasiva y falta de derecho, alegadas que han sido por el demandado. Se declaran
nulos de pleno derecho los actos impugnados, suscritos por la Gerencia del Banco Central de Costa Rica, a saber, las resoluciones
números G/904-2005 del 24 de octubre del 2005, y la G/ 963-2005 del 11 de noviembre del 2005. En consecuencia, se declara con
lugar en todos sus extremos la presente demanda ordinaria civil de hacienda, debiendo así el Banco Central de Costa Rica, pagarle
a la actora la totalidad de los certificados de inversión a plazo en dólares que han sido objeto de esta demanda, y los
correspondientes cupones de intereses generados por esa inversión; también debe pagar el Banco Central de Costa Rica a la
actora los intereses correspondientes desde la fecha de vencimiento de cada uno de los certíficados (sic) hasta su efectivo pago,
mismos sobre los que rige la tasa básica pasiva para préstamos en dólares que pague el Banco Nacional de Costa Rica, los cuales
se deberán liquidar en la fase de ejecución de sentencia. Son ambas costas a cargo del demandado.”
5. El demandado formula recurso de casación indicando expresamente las razones en que se apoya para refutar la tesis del
Tribunal de instancia.
6. En los procedimientos ante esta Sala se han observado las prescripciones de ley.
Redacta la magistrada Escoto Fernández, salvo el considerando IX que lo redacta el magistrado Rivas Loáiciga
CONSIDERANDO
I . El 12 de diciembre de 2007, la señora Flory Madrigal Mora, formalizó demanda contra el Banco Central de Costa Rica (en
adelante BCCR). En lo medular indicó que su esposo, el señor Carlos Cordero Chaverri, compró el 1 de febrero de 1993, unos
certificados de depósito a plazo en dólares, emitidos por esa entidad. Dado el fallecimiento de su marido [7 de mayo de 2000], dijo,
dichos títulos valores, fueron endosados [el juez del Juzgado Primero Civil de San José, a nombre de quien para ese entonces era
el cajero del despacho y es este quien los endosa nombre de doña Flory Madrigal] a su nombre sin indicar fechas. Ese Juzgado,
que es donde se tramitó el sucesorio, expresó, le ordenó al BCCR le cancelara los certificados; sin embargo, se le denegó el pago
de algunos, aduciendo que estaban prescritos. Señaló, los documentos en estas condiciones son los número: 056-20, 060-20, 056-
21, 060-21, 059-23, 059-24, 057-25, 057-26, 058-30 y 058-31 (cada uno por un monto de $6.250,00, emitidos el 1 de febrero de
1993 y pagaderos el 1 de agosto de 2000, con un interés anual del 4%). Ante reclamo por escrito, expuso, el 7 de septiembre de
2005, la Gerencia del BCCR mediante oficio G/No. 904-2005, le manifestó el rechazo a su solicitud, con base en el informe de la
Asesoría Jurídica número AJ-1009-2005. La revocatoria, apuntó, también le fue denegada al igual que la apelación, así se le indicó
en oficio G/No. 963-2005 del 11 de noviembre de 2005. Con fundamento en esta relación de hechos en lo que interesa solicitó se
declaren nulas las resoluciones G/No. 904-2005 y la G/No. 963-2005; debiéndosele reintegrar la totalidad de los 10 certificados,
cuyo capital asciende a $62.500,00. Pide se le cancelen los intereses desde la fecha del vencimiento de cada uno de ellos y hasta
su efectivo pago. Requiere la indexación sobre el monto total de la condena, así como el pago de ambas costas a cargo del BCCR.
Este contestó de manera negativa y opuso las excepciones de caducidad, prescripción, pago total, falta de: derecho, legitimación
activa y pasiva. En primera instancia, se acogió la defensa de caducidad y se declaró inadmisible la demanda; con las costas a
cargo de la parte actora. El Tribunal revocó, rechazó todas las excepciones y acogió la demanda, declaró nulos los actos
impugnados. Le ordenó al BCCR pagar la totalidad de los certificados de inversión y los correspondientes cupones de intereses,
así como los generados desde la fecha de vencimiento de cada uno de los certificados hasta su efectivo pago. Impuso ambas
costas del proceso al demandado. El representante del BCCR presentó recurso de casación por razones procesales y de fondo.
Casación por razones procesales
II. Esta Sala en resolución interlocutoria, admitió un único cargo de esta naturaleza, el cual se sintetiza a continuación. Dice, los
juzgadores no resolvieron una de las pretensiones, en quebranto del artículo 155 del Código Procesal Civil (en adelante CPC).
Específicamente se refiere a la segunda petitoria. Expresa, la actora pidió se declare un funcionamiento anormal del BCCR; no
obstante lo anterior, en la sentencia que se recurre, se omite resolver ese punto. El Ad quem, indica, se limitó a analizar un conflicto
referente a la prescripción de los certificados de depósitos a plazo -lo cual no fue alegado ni fundamentado por la parte-. Es en
virtud de ese análisis, explica, que se declara la obligación del BCCR de pagar los certificados, sin determinar si existió o no un
funcionamiento anormal de la Administración. Ahora bien, señala, si se considerara que hay un funcionamiento anormal por la
prescripción decretada en sede administrativa; ha de insistirse en que tal anormalidad no existe, toda vez que al estar en presencia
de una obligación comercial y al haber operado el plazo de prescripción, el BCCR está legalmente imposibilitado de reconocer esos
créditos. Lo anterior, apunta, en apego a lo que establece el canon 985 del Código de Comercio (en lo sucesivo CCo). Entonces,
menciona, no se da ninguna actuación anormal generadora de un daño indemnizable; ya que, se debe tomar en cuenta que los
certificados vencieron el 1 de agosto de 2000 y 1 de febrero de 2001; y que su cobro fue presentado hasta en julio de 2005, es
decir, cuatro años después de su vencimiento. Aunado a lo anterior, aduce, no hay suspensión de la prescripción ni un mal
cómputo en los plazos. Así, refiere, la obligación se extinguió, no existe norma jurídica que autorice al BCCR a cancelar
obligaciones prescritas y por ende extintas. Concluye, al desaparecer el derecho, no se puede pretender el cobro de los
certificados. Cita jurisprudencia de esta Sala y de la Constitucional a su favor. Se encuentra, manifiesta, ante un comportamiento
amparado a la ley, lo cual significa que no hubo anormalidad en lo actuado; las acciones que se dieron para no poder hacer el
cambio de los títulos valores, son imputables única y exclusivamente a la actora, sin que el Banco tuviera injerencia alguna.
III. En primer término, ha de aclararse que es el propio demandado quien abre la competencia para conocer el tema de la
prescripción, al interponer la excepción correspondiente. Ahora bien, en segundo lugar, sobre el vicio de la incongruencia alegado,
en esencia, este Órgano decisor ha estimado que para que esta figura proceda, la disonancia se debe dar en la parte dispositiva
del fallo y se puede presentar cuando se omite pronunciamiento sobre algún extremo sometido a debate (mínima petita), se otorga
más de lo rogado (ultra petita), lo resuelto no guarda correspondencia con lo peticionado (extra petita), o bien, por contener
disposiciones contradictorias. Puede consultarse entre otras la resolución de las 9 horas 20 minutos del 22 de julio de 2007,
correspondiente al voto número 872. En el caso de estudio, el casacionista alega mínima petita, pues desde su punto de vista, no
se resolvió nada respecto de la petitoria segunda de la actora, la cual se refería a que se decretara una actuación anormal de la
Administración. Su alegato no es de recibo, pues según establece el artículo 598 del CPC en su párrafo tercero, las causales de
casación por razones procesales, solo pueden alegarse por la parte quien hubiere sido realmente perjudicada con la inobservancia
de la ley procesal que pudiera acarrear una nulidad. En el caso en particular, véase que la demandada está alegando la
incongruencia sobre un punto que no le afecta, ya que, quien tendría interés para reclamarlo sería la actora, nunca la recurrente.
Adicionalmente, el recurrente no precisa qué efectos podría tener la calificación de conducta anormal que reclama. No tiene ningún
sentido, que en esta situación, el perdidoso pretenda se le declare su funcionamiento anormal en la parte dispositiva. Distinto sería
si se tratara de alguna de las defensas opuestas, o bien, si hubiese presentado reconvención y se le hubiese dejado de resolver
alguna de sus pretensiones. De esta forma, la supuesta omisión que pretende evidenciar el casacionista, no le produce ningún
perjuicio. Aunado a lo expuesto, conforme al párrafo primero de dicha norma y al canon 561 ídem, las personas a quienes les haya
sido desfavorable la resolución se encuentran legitimadas para recurrir. Cabe mencionar que sobre el punto de la prescripción, por
ser este un tema de fondo, se analizará más adelante. Es por lo expuesto que el reparo deberá denegarse.
Casación por razones de fondo
IV. De este tipo invoca los siguientes cinco motivos. Primero: dice, se han trasgredido los cánones 2 inciso c), 3, 22, 23 y 27 todos
de la Ley Reguladora de la Jurisdicción Contencioso Administrativa (en adelante LRJCA), en el tanto: 1- se declaró este asunto
como un ordinario civil de hacienda y 2- se rechazó la caducidad de la acción. En el primer supuesto, expresa, ha de señalarse que
independientemente de cómo la parte actora califique el proceso, lo importante es la petitoria y es esta la que va a definirlo. En el
caso en estudio, indica, lo solicitado por doña Flory Madrigal, radica básicamente en la nulidad de los actos administrativos G/904-
2005 y G/963-2005; se decrete el funcionamiento anormal del Banco; así como que se le pague $62.500,00. De lo anterior, explica,
se colige, que en realidad este asunto es de plena jurisdicción. Además, explica, tampoco es aceptable la afirmación del Ad quem
de que el fundamento del proceso es la reparación dineraria de los daños y perjuicios; ya que como se dijo líneas atrás, se pide
también la nulidad de ciertos actos, lo que significa que de acuerdo a los preceptos 22 y 23 LRJCA es un asunto de plena
jurisdicción. Tan es así, apunta, que en la resolución recurrida se hace un análisis sobre las actuaciones de la Administración, y es
el propio Tribunal el que concluye que estas no estaban apegadas a derecho. Aunado a lo anterior, refiere: “Tampoco es
jurídicamente procedente considerar que dadas las pretensiones de la demanda, la declaratoria de nulidad peticionada, extremo
que doctrinalmente se identifica en los procesos denominados de plena jurisdicción, resulte en el presente asunto una formalidad
innecesaria, ya que el derecho alegado proviene de la propiedad sobre el dinero que le transmitió el causante a la sucesión, y
luego de la relación contractual existente entre éste y el Banco demandado; por lo que las pretensiones de la parte actora como
daños y perjuicios, así como las derivadas de la indexación de dichos montos, constituyen el objeto procesal sometido al fallo de
esta jurisdicción.”. Lo anterior no es aceptable, menciona, ya que la pretensión, define el objeto del proceso y de ahí, otros
institutos procesales, tales como la jurisdicción, competencia, instrucción, ordenación, congruencia, sentencia, los recursos
procedentes y los poderes de ejecución del juez. Transcribe una parte de la sentencia del Juzgado. En virtud de lo anterior,
manifiesta, además de los artículos antes invocados, se conculca el precepto 37 de la citada Ley, debido a que no se resuelve
correctamente la excepción de caducidad, aún y cuando, en los hechos tenidos por demostrados números 13 y 14, se acreditó que
habían transcurrido más de dos meses desde el momento cuando doña Flory Madrigal fue debidamente notificada. El acto que aquí
impugna, dice, data del 11 de noviembre de 2005 y la fecha en que interpone el proceso es del 1 de setiembre de 2006. Segundo:
advierte, se violentaron los artículos 670, 984 y 985 del CCo, relativo a la declaratoria de la naturaleza jurídica del certificado de
depósito y su prescripción. Asegura, en el fallo se establece de manera errada, que los certificados de depósito a plazo son
obligaciones civiles, y que el derecho de fondo es el de la propiedad consagrado en el artículo 45 de la Constitución Política, por
ende, le aplica el plazo de 10 años de prescripción establecido en el artículo 868 del Código Civil (en adelante CC). Lo cual, afirma,
no es correcto, pues los certificados de depósito a plazo como los que aquí se discuten, cumplen con todos los requisitos del
artículo 670 del CCo, lo que los convierte en títulos valores. En ese sentido, sostiene, es obligación del BCCR, en apego al principio
de legalidad, aplicar esa normativa. Cita jurisprudencia del Tribunal en esa línea. Alega, le llama la atención que el Ad quem en este
caso en específico cambie de criterio. Dado lo anterior, arguye, al estarse en presencia de títulos valores, lo cual se rige por la
legislación mercantil, significa que la normativa a aplicar es la del CCo. En esa misma línea, dice, el plazo de prescripción en esos
casos, es la dispuesta en el precepto 984 de ese cuerpo legal; en donde se establece que salvo disposición en contrario, todo
derecho y su correspondiente acción prescriben en un plazo de cuatro años. En virtud de ello, expresa, al no tener los certificados
en estudio una norma especial que regule su prescripción, se debe utilizar el plazo más favorable para el inversionista, que es el de
cuatro años antes citado. Cita doctrina a su favor. Cabe recordar, señala, que en el depósito bancario intervienen dos personas: 1-
el depositante: persona física o jurídica que tiene el dinero y lo entrega al depositario y que espera su devolución en las
condiciones pactadas. 2- El depositario: que es el banco, quien se obliga a devolver lo depositado en el tiempo y condiciones
pactadas. Apunta, en el contrato de depósito bancario existe una transmisión de la propiedad para que el Banco proceda a utilizar
los recursos por cuenta y riesgo propio, pero con el compromiso de devolverlos al depositante cuando éste los requiera o al
cumplirse el plazo establecido en el convenio. Según lo expuesto, menciona, la resolución impugnada quebranta los artículos 670,
984 y 985 ídem, al declarar irregularmente que los certificados de depósito a plazo son obligaciones que se rigen por la normativa
civil, ya que en criterio del Tribunal en realidad el derecho de fondo es el de la propiedad consagrado en el artículo 45 de la
Constitución Política, y por ende le aplica el lapso de 10 años de prescripción establecido en el artículo 868 del Código Civil.
Refiere, olvida el Ad quem, que lo que aquí se discute gira en torno a certificados de depósito a plazo, y que estos, son títulos
valores, lo cual implica que un sujeto entrega la propiedad de su dinero al banco, en el entendido que esa institución, en el tiempo y
con las condiciones previamente pactadas, devolverá un monto equivalente al recibido inicialmente, más un rédito (intereses), pues
sólo así puede la entidad financiera utilizar válidamente por cuenta y riesgo propios ese dinero (artículo 116 Ley Orgánica del
Banco Central de Costa Rica). Tercero: manifiesta, en primera instancia se tuvo por demostrado que los certificados aquí
discutidos, traían al reverso la siguiente leyenda: “páguese a la orden Dr. Carlos Cordero Chaverri” y “páguese a la orden Flory
Madrigal Mora”. Sin embargo, advierte, el Tribunal imprueba los hechos del Juzgado; pero, realiza los propios y en ninguno se
acredita a favor de quién se emitieron los certificados. Lo anterior, asegura, es de suma importancia ya que la base de la resolución
recurrida es que en este caso se dispuso lo que existe es una obligación civil, pues el derecho tutelado es el de propiedad
consagrado en el artículo 45 de la Constitución Política, que según el Tribunal le otorga al depositante la ineludible recuperación de
su dinero, inicialmente entregado en depósito, y la obligación del depositario para devolverlo al requirente. Pero, asevera, debe
considerarse que si se acreditasen los hechos que tuvo como ciertos el Juzgado, se determinaría fehacientemente que se está en
presencia de una relación de índole mercantil. Lo anterior, afirma, ya que los certificados fueron originalmente emitidos a favor de la
Corporación Privada de Inversiones S.A., que en aplicación de una de las características de los títulos valores -circulación-, en
algún momento los transmitió por medio de una cesión a favor de don Carlos Cordero. Lo que evidencia, sostiene, la naturaleza
comercial de la obligación de los títulos al cobro. Nótese, alega, que ambos contratantes originales son comerciantes (Corporación
Privada de Inversiones SA. y BCCR) y que los certificados de depósito a plazo son títulos valores. Por lo anterior, arguye, se
conculca el artículo 156 inciso 3) del CPC. Cuarto: dice, hay violación al precepto 190 de la Ley General de la Administración
Pública (en adelante LGAP) y 497 del CCo. Expresa, la parte dispositiva del fallo establece: “...debiendo así el Banco Central de
Costa Rica, pagarle a la actora la totalidad de los certificados de inversión a plazo en dólares que han sido objeto de esta
demanda, y los correspondientes cupones de intereses generados por esa inversión; también debe pagar el Banco Central de
Costa Rica a la actora los intereses correspondientes desde la fecha de vencimiento de cada uno de los certificados hasta su
efectivo pago, mismos sobre los que rige la tasa básica pasiva para préstamos en dólares que pague el Banco Nacional de Costa
Rica...”. Señala, en los hechos tenidos por demostrados en la sentencia recurrida, se tuvo por acreditado que los certificados al
cobro tenían un vencimiento entre agosto de 2000 y febrero de 2001; así como que la actora presentó el cobro hasta el 19 de
septiembre de 2005. Apunta, durante el período comprendido entre el vencimiento de los certificados y la fecha en que fue
solicitado su pago, la falta de réditos generados por dichos títulos obedece a una causa imputable única y exclusivamente a doña
Flory. De manera tal, menciona, no resulta jurídicamente procedente condenar al BCCR al pago de esos intereses, ya que, de
acuerdo al canon 190 citado, la culpa de la víctima es una eximente de responsabilidad para la Administración. Aunado a lo
anterior, refiere, sobre este mismo tema, el Tribunal también consideró: “...rige la tasa básica pasiva para préstamos en dólares que
pague el Banco Nacional de Costa Rica…”; lo que quebranta el artículo 497 del CCo, pues, ese tipo de tasa no existe. Quinto:
advierte, relativo a la condenatoria en costas, se trasgredieron los artículos 221, 222 del CPC y 98 LRJCA. Esta, asegura, es
improcedente, ya que se encuentra dentro de los supuestos estipulados en estos artículos. Es decir, asevera, ha litigado con
evidente buena fe, con respeto al ordenamiento jurídico, a los plazos establecidos y con veracidad en sus argumentaciones, siendo
una situación de interpretación y no actos revestidos de mala fe. Incluso, afirma, como prueba de ello se tiene que la demanda fue
declarada inadmisible en primera instancia. Cita jurisprudencia de esta Sala a su favor.
V. El primer agravio, gira en torno a dos puntos: 1- el caso en estudio no es un proceso civil de hacienda, como lo afirmó el
Tribunal, sino uno de plena jurisdicción. 2- Sobre la caducidad de la acción, pues según criterio del recurrente, transcurrieron más
de dos meses entre la notificación del primer acto impugnado y la presentación de la demanda. En primer lugar, deberá definirse
ante qué tipo de proceso se está. En este sentido, es importante hacer referencia a lo razonado por el Tribunal: “ Sobre la
naturaleza jurídica del proceso contencioso administrativo. La Ley Reguladora de la Jurisdicción Contencioso Administrativa (RJCA
Nº 3667), legislada para desarrollar los alcances del Artículo 49 de la Constitución Política, establece en sus Artículos 22 y 23 una
clara distinción en la naturaleza jurídica de las pretensiones propias de cada uno de los distintos procesos que se tramitan ante
esta jurisdicción. Acorde con tales disposiciones, se ha llamado proceso anulatorio aquel en el que la parte actora formula
pretensiones de naturaleza anulatoria, que son las que tienen por finalidad, la anulación que declara el juzgador mediante
sentencia, en contra del acto o serie de actos administrativos que manifiesten al menos uno de los vicios o defectos no
convalidables que regula el Ordenamiento Jurídico, haciendo entonces procedente su anulación por infringir el Ordenamiento
Jurídico (doctrina y principios derivados de los Artículos 165 al 167 de la LGAP y por sí, Artículos 1º y 2º de la Ley Reguladora de la
Jurisdicción Contencioso Administrativa Nº 3667 del 12 -03-1966 -o LRJCA-). Se ha conocido como procesos de plena
jurisdicción, aquellos en los que la parte actora pretende que además de la anulación del acto administrativo, se le reconozca una
situación jurídica individualizada, a lo que se suma, la posibilidad de solicitarle a la autoridad que tramita el proceso, la adopción de
las medidas necesarias para el pleno restablecimiento de la misma, incluyendo la posibilidad de indemnización de los daños y
perjuicios que sean procedentes de acuerdo al Derecho aplicable; y finalmente, están los procesos ordinario civil de hacienda,
entendiendo por tal, aquel en el que la pretensión versa sobre el pago de daños y perjuicios ocacionados por la Administración con
su actividad y funcionamiento, bien sea éste normal o anormal, para lo cual la propia ley exige que tales extremos sean acreditados
en los autos, o cuando ello no fuere viable, la sentencia se limitaría a señalar su procedencia dejando para la fase de ejecución de
fallo la demostración y cuantificación a que tal rubro ascendiere (Artículo 62 literal c) LRJCA). La clasificación descrita resulta útil
para la solución del presente asunto, por cuanto ha sido la utilizada por el juzgador A Quo tal y como lo demuestra el razomiento
descrito en el Considerando V) de la sentencia apelada, en donde el A Quo expone que la nota definitoria de los procesos
ordinarios civiles de hacienda es la alegación de responsabilidad de la administración sin ir ésta aparejada como consecuencia de
una declaratoria de nulidad de un acto administrativo, sin haber optado por impugnar el acto administrativo previo; llegando
finalmente a la calificación del presente asunto como un juicio de plena jurisdicción (así en folios 369-371 del principal). […] y
considera que por tratarse éste de un proceso ordinario civil de hacienda […]”. Ahora bien, para dilucidar este asunto, ha de
señalarse que los artículos 2 inciso c) y 3 de LRJCA establecen la denominada unificación de vías. En un voto reciente de esta
Cámara, se consideró: “De este modo, dentro de la clásica calificación del contencioso administrativo, se ha dicho que existen
procesos de plena jurisdicción, que aparte de impugnar o requerir una conducta administrativa específica (de hacer, no hacer, o
bien la nulidad misma), contienen también pretensiones en relación al pago de daños y perjuicios; los hay de anulación pura, en los
que la pretensión se limita a lograr la invalidez de una conducta específica y los denominados civiles de hacienda, cuyo pedimento
se circunscribe a aspectos patrimoniales que conocen en lo medular pretensiones relacionadas con la responsabilidad civil
contractual y extracontractual de la Administración, el dominio, la posesión, y titularidad de inmuebles, cobro judicial y
expropiaciones […] ha de agregarse que, precisamente porque no se objeta o requiere una conducta específica de la
Administración, los procesos civiles de hacienda no podrían girar en torno a un acto administrativo.” (Resolución de las 11 horas 30
minutos del 31 de octubre de 2008, que responde al número 733). De lo anterior se extrae que en un proceso civil de hacienda no
es relevante lo referente a la nulidad de actos de la Administración, que por lo general existen pues es la forma ordinaria en que se
pronuncia, pero dentro de una relación jurídico-privada, sin ejercicio de potestades de imperio proveniente de su funcionamiento.
En este sentido consúltese de esta Sala, la resolución de las 15 horas 45 minutos del 23 de julio de 1997, correspondiente al voto
número 66. Según lo explicado con anterioridad, en el caso específico, se puede afirmar, que aún y cuando se solicita la nulidad de
dos actos administrativos, el primero en donde se le denegó el pago de 10 certificados de depósito en dólares (G/N° 904-2005) y el
segundo en el que se rechaza el recurso de revocatoria (G/N° 963-2005); lo cierto del caso, es que el conflicto versa sobre la
exigencia por parte de la actora para que se devuelva el dinero que ella considera es propiedad de la sucesión que representa. Es
justamente el cobro de los certificados lo que pretende. El pedir la nulidad del acto que le denegó la cancelación dineraria, basado
en un tema de prescripción, es una condición accesoria. Así, es claro para este Órgano decisor, se trata este proceso de un civil de
hacienda y no de plena jurisdicción, como lo alega el recurrente; porque pretende cuestiones estrictamente patrimoniales de parte
de la Administración. Ahora bien, respecto del tema de la caducidad, en ocasiones anteriores, consúltese el voto 66 antes citado,
esta Sala ha determinado: “ello implicaba a la vez los prolegómenos de un contencioso administrativo, pasible de caducidad. Al
proceso civil de hacienda no le afecta ese instituto. Esa distinción era menester hacerla en aras de la debida dilucidación de la
cuestión planteada en el sub-lítem. Los artículos 2 inciso c) y 3 de la Ley Reguladora de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa
en verdad, establecen la denominada unificación de vías. Empero, es cierto, que el proceso civil de hacienda presenta
características propias, diferenciadoras, respecto del contencioso administrativo puro. En el civil de hacienda, verbigracia, no se
ventila lo referente a la nulidad de actos de la Administración, lo cual caracteriza a la jurisdicción contencioso-administrativa. En
aquél se discute lo relativo a la responsabilidad de la Administración, proveniente de su funcionamiento (artículo 190 y siguientes de
la Ley General de Administración Pública). De acuerdo con la doctrina, en el civil de hacienda, no se puede hablar de caducidad
referida a la interposición de la acción. Ahí opera la prescripción ordinaria del derecho privado. Además, al no debatirse en él la
nulidad de actos de la administración, no es necesario el requisito previo de agotamiento de vía administrativa. El subjúdice
configura un proceso civil de hacienda. Así se concluye de los autos. De consiguiente no puede operar en la especie el instituto de
la caducidad.”. Del antecedente se desprende que, en un proceso civil de hacienda, no es posible hablar de plazos de la caducidad
referida a la interposición de la acción contenciosa. En esta línea de pensamiento, resulta claro que dicha excepción sería
improcedente, de manera tal que, solo será posible analizar la extinción de la obligación. Tal y como se dijo líneas atrás, lo que se
debe valorar en estos casos es la prescripción del derecho de fondo de acuerdo con la normativa sustancial que resulte aplicable,
lo que se analizará más adelante. Por ende, no es de recibo el alegato formulado.
VI. En el segundo agravio, en síntesis reclama el casacionista que el Tribunal se equivocó en la normativa aplicada a este caso.
Desde su punto de vista, al momento de analizar el plazo prescriptivo para hacer efectivo el pago de los certificados de depósito a
plazo, se debió utilizar lo dispuesto en el CCo y no el artículo 868 del Código Civil. El Tribunal, sostuvo: “[…] indudablemente, el
derecho de fondo que tutela la entrega del dinero mediante el depósito no es en sí mismo el derecho a tener ese dinero, sino y bajo
todo punto de vista, el derecho de propiedad mismo que tiene el depositante al momento de pactar el negocio jurídico con la
entidad bancaria. […] No puede confundirse el derecho de fondo inserto en la relación subyacente que está presente en el
certificado de depósito a plazo, con el derecho que sería susceptible de adquirirse por prescripción o por caducidad de la acción
para ejercer la recuperación del mismo. […] en efecto, tratándose del derecho de propiedad constitucionalmente tutelado, en el
Artículo 45 de la suprema norma, el término que rige es el de la prescripción ordinaria del derecho privado dispuesta en el Artículo
867 del Código Civil, que la fija en los diez años, habida cuenta que el Ordenamiento Jurídico garantiza la inviolabilidad de la
propiedad privada, con las excepciones dispuestas en el mencionado canón (sic) constitucional, dentro de cuyos presupuestos no
nos encontramos en la especie fáctica analizada. El Tribunal aprecia que al elevar el Ordenamiento Jurídico el derecho a la
propiedad privada como uno de los derechos fundamentales de toda persona, habiendo entonces una absoluta reserva de ley en lo
que a la regulación normativa de dicha garantía deba darse, carece de total respaldo normativo la interpretación hecha por el
demandado respecto a aplicar un plazo de prescripción reducido en evidente transgresión (sic) del plazo máximo de los diez años
con que cuenta el Ordenamiento Jurídico para admitir como legítima la extinción del derecho de fondo […] En una correcta
aplicación del principio de legalidad que rige los actos de la Administración Pública, no existe ninguna norma jurídica que le autorice
al Banco Central de Costa Rica para interpretar en beneficio propio, que el derecho de propiedad de que es titular la sucesión que
representa la actora, se ha extinto por el paso del tiempo establecido para regular la prescripción mercantil, dando al traste con el
derecho de propiedad de la actora y en evidente daño al bloque de legalidad mismo que asegura estar respetando con su decisión.
Carece también el Banco Central de Costa Rica, de autorización legal, para despojar de contenido nominal los certificados de
depósito a plazo otrora emitidos, estando, al contrario, plenariamente obligado por principio de legalidad a respetar los términos de
la convención bajo los que fueron emitidos dichos documentos. Tampoco tiene el Banco Central de Costa Rica autorización
normativa para negarse a pagar el principal proveniente de dicho negocio jurídico, así como tampoco puede negarse a pagar los
intereses correspondientes generados por el principal a la fecha de consumación del plazo convenido que consignan dichos
certificados. […]”. Tal y como consta en autos, hecho no controvertido, el 1 de febrero de 1993, el BCCR emitió varios certificados
de depósito a plazo, para que fueran pagados a la orden del señor Carlos Cordero Chaverri, quien en vida fue el esposo de la
actora y causante del sucesorio donde ella funge como su albacea, por un valor nominal de $6.250,00 cada uno. Específicamente
los que aquí se discuten son los de números: 56-20, 59-23, 57-23, 58-30, todos estos con fecha de vencimiento del 1 de agosto de
2000; 60-20 venció el 8 de agosto de 2000; 56-21, 60-21, 59-24, 57-26 y 58-31, con fecha de vencimiento del 1 de febrero de
2001. Sin embargo, previamente a que dichos certificados vencieran, el 7 de mayo de 2000, don Carlos Cordero falleció. No es
sino, hasta el 4 de febrero de 2005, que la señora Flory Madrigal y sus hijos, se presentan ante un juzgado a abrir la sucesión, es
declarada albacea el 4 de mayo de ese mismo año. El 19 de setiembre de 2005, la actora, hace el reclamo respectivo ante la
gerencia del BCCR y exige el pago de los certificados. Coincide en parte esta Sala con lo dispuesto por el Tribunal en el sentido de
que lo que se está discutiendo aquí es un derecho de propiedad. No obstante lo anterior, distinto sucede con el tema de la
titularidad del dinero, el cual era de don Carlos Cordero y que ahora el Banco acudiendo a la figura de la prescripción pretende
dejarse, lo que a todas luces evidencia un enriquecimiento ilegítimo de su parte. Es importante señalar, pues no sería posible
afirmar, que el derecho de propiedad sobre ese dinero, se pueda perder por prescripción negativa. Entonces, lo que se discute
aquí es el derecho de propiedad sobre un dinero depositado en el Banco. Los certificados constituyen los títulos legitimantes del
dominio de la parte actora. Tratándose del derecho de propiedad, esta Sala ha venido reiterando que no está sujeto a un plazo de
prescripción negativa: “el principio de la propiedad como derecho imprescriptible o perpetuo, es decir, el derecho de propiedad
jamás se pierde por la falta de uso. En otras palabras, el derecho de propiedad no se extingue, en caso de falta de ejercicio, como
efecto de la prescripción negativa.” Sentencia de las 10 horas 45 minutos del 3 de enero de 2008, que responde al voto número 75.
En ese sentido, tal derecho no puede estar sujeto a esa forma de extinción porque lo que se extinguen son las obligaciones contra
el patrimonio del obligado no del custodio. La razón es clara, la prescripción negativa está prevista para brindar seguridad jurídica
ante la posibilidad de una demanda de reclamación. Si el derecho sobre el dinero le pertenece a la actora es extraño que este
prescriba en beneficio del Banco que es el custodio. La prescripción dejará de cumplir su finalidad, para constituirse en benefactora
quién no es obligado, sino custodio del derecho de propiedad. De tal manera que no es viable aplicar una prescripción al dinero
que es propiedad de la sucesión del señor Cordero Chaverri, pues se estaría permitiendo que el BCCR se apropiara indebidamente
de algo que no le corresponde y lo cual sabía con exactitud a partir de la muerte de don Carlos Cordero (unos tres meses antes de
que fuese exigible el pago de los certificados), la única legitimada para exigirlos, era su sucesión. En esa línea de pensamiento, no
lleva razón el recurrente, de tal manera que el agravio deberá denegarse.
VII. Relativo al tercer agravio, insiste el casacionista en que la naturaleza jurídica de la relación que nace de esos títulos valores, es
mercantil. No obstante, este punto ya fue dilucidado en el considerando anterior, razón por la cual se remite a lo allí expuesto. Sin
embargo, considera importante evidenciar esta Sala, un error sobre el cual se basa el casacionista para fundamentar su alegato.
Efectivamente, según consta en autos, al reverso de los certificados de depósito a plazo, aparecen las siguientes leyendas:
“Páguese a la orden de Dr. Carlos Cordero Chaverri” y “Páguese a la orden de Flory Madrigal Mora”; pero de la cadena de
endosos, es claro que el señor Cordero Chaverri recibió los certificados de Corporación Privada de Inversiones S.A., no obstante,
en el caso de la señora Madrigal Mora no es así. A ella, le fue transmitido el título por medio de Álvaro Aguilar Rodríguez, quien a
su vez, lo recibió del Juez del Juzgado Primero Civil (en esos endosos no se establecieron fechas), que es donde se tramitó el
proceso sucesorio. Lo anterior demuestra, que no es cierta la afirmación que hace el recurrente de que ese título desde vieja data,
había sido trasladado a la señora Madrigal, y que a partir de allí, se creó una relación entre ella y el BCCR. En virtud de lo anterior,
no se comete la infracción a la norma que aduce conculcada.
VIII. El cuarto agravio, se refiere a los intereses dejados de percibir desde el vencimiento de cada uno de los certificados y hasta su
efectivo pago. En este punto, la posición del Tribunal es: “Tampoco tiene el Banco Central de Costa Rica autorización normativa
para negarse a pagar el principal proveniente de dicho negocio jurídico, así como tampoco puede negarse a pagar los intereses
correspondientes generados por el principal a la fecha de consumación del plazo convenido que consignan dichos certificados. Si
bien los autos reflejan la falta de una gestión célere en la actora desde el deceso del causante, para hacer cobro de los títulos que
forman parte del haber sucesorio, es lo cierto que no existe norma autorizante alguna que permita al Banco para que por el solo
transcurso del tiempo se apropie del dinero que le fue confiado en inversión mediante la aplicación de criterios jurídicos carentes de
respaldo normativo”. Tal y como se explicó en considerandos anteriores, no es posible determinar una culpa imputable a la actora
por el no cobro de los certificados, pues la sucesión aún no había sido abierta. Lo que significa que es inaceptable la eximente, que
reclama el casacionista, de culpa de la víctima; puesto que no se configura el supuesto. Ante esta situación, es evidente que los
dineros depositados mediante certificado, y que al momento de su vencimiento resultaban exigibles, a partir de ese momento
generan intereses. En ocasiones anteriores esta Sala al respecto ha manifestado: “deberá contarse a partir del vencimiento del
plazo estipulado y, en defecto de convención, a partir del momento en que la obligación resulta legalmente exigible.” (Fallo no. 68
de las 15 horas 20 minutos del 28 de junio de 1996). De ahí que los réditos deban computarse desde la fecha en que cada pago
era exigible y no desde la firmeza del fallo, pues esto último implicaría una desatención a la naturaleza misma de la obligación, así
como de los numerales 704 y 706 del Código Civil, que establecen el deber del deudor de compensar por los daños y perjuicios que
deriven del desaire de un deber pecuniario. Con todo, ante el desajuste económico que supone la presente deuda dineraria, el
otorgamiento de intereses desde el incumplimiento compone una medida que busca compensar la indisponibilidad del dinero en el
momento oportuno, y que permite reconocer al acreedor de la obligación el factor deflacionario a fin de que la deuda se cancele a
valor presente (siempre que no se hubieren indexado, pues en tal caso, el interés a reconocer no sería el legal, sino un interés neto
o puro, derivado de la diferencia entre el interés legal y el índice de inflación), más un margen de utilidad que hubiera tenido de
haber contado con el monetario cuando correspondía. Se trata del reconocimiento de los perjuicios económicos que se han
provocado [...]” Resolución de las 8 horas 55 minutos del 10 de marzo de 2011, correspondiente al voto número 248. En este
sentido, no lleva razón el casacionista y coincide esta Sala con lo dispuesto por el Tribunal, en el sentido de que sí procede el pago
de los intereses que se generaron a partir del momento en que el capital fue exigible. En esa línea de pensamiento, no se
producen las violaciones alegadas y por ende el reproche deberá denegarse.
IX. El quinto agravio gira en torno al tema de las costas. Este órgano colegiado ha resuelto en reiterados pronunciamientos que de
conformidad con el precepto 221 del CPC y el numeral 98 de la LRJCA, se imponen al vencido por el simple hecho de serlo, de
forma que la condenatoria es el principio y la exoneración la salvedad. Dicha regla deriva de la necesidad de que se reconozcan, a
la parte gananciosa, los costos en que incurrió para ejercer la defensa de un derecho o interés que debió tutelar ante la
perturbación que de ellos hizo un tercero, o bien, de la defensa de pretensiones ejercidas en su contra; costos que, de no haberse
planteado el proceso, no hubiese tenido que afrontar. A partir de dichos argumentos, en criterio de mayoría, se ha establecido
que, cuando el juez se ha limitado a aplicar la regla general y condena al vencido al pago de las costas del proceso, no existe
quebranto normativo, en tanto se trata de la aplicación de las normas jurídicas que imponen, como regla primaria, esa condena.
(Sobre el particular consúltese sentencia de las 10 horas 45 minutos del 10 de diciembre del 2009, correspondiente al voto número
1258). La excepción a la regla de condena al vencido está prevista por el ordenamiento jurídico para supuestos específicos. Se
trata de causas taxativas previamente fijadas por el legislador, que en cada caso, otorga al juzgador la facultad de acordar la
dispensa en esta carga con base en la conducta o comportamiento de las partes en el curso de la relación jurídica que se analiza, o
bien, por la forma en que se resuelve el conflicto. En consecuencia, el recurso de casación resulta procedente, en forma exclusiva,
cuando se ha hecho una indebida aplicación de la excepción de la condenatoria al vencido, en donde es factible revisar el ejercicio
valorativo del juez al ejercer la facultad que le otorga el ordenamiento jurídico de exonerar el pago correspondiente, siempre que
concurran, en el asunto concreto, las excepciones contenidas en la norma. Así las cosas, este reparo debe ser rechazado.
X. En virtud de lo anterior, por las razones expuetas, se deberá declarar sin lugar el recurso de casación interpuesto. Serán las
costas a cargo de quien lo interpuso. (Artículo 611 del Código Procesal Civil).
POR TANTO
Se declara sin lugar el recurso. Son las costas a cargo de quien lo interpuso.

Anabelle León Feoli

Luis Guillermo Rivas Loáiciga Román Solís Zelaya

Óscar Eduardo González Camacho Carmenmaría Escoto Fernández

Nota de los Magistrados González Camacho y Escoto Fernández


I. Los suscritos integrantes no comparten el criterio plasmado por la mayoría de esta Sala en el considerando IX del fallo anterior,
en cuanto deniega el control casacional para aquellos casos en los que tan sólo se hace uso de la regla general de la condena al
vencido en el pago de ambas costas, es decir, cuando no se actúa o aplica ninguna norma atinente a la exoneración de ellas. En
efecto, el fundamento jurisprudencial de mayoría, parte de que la exoneración en el pago de las costas es una facultad, en la que
no se produce yerro ni infracción normativa cuando no se ejercita o aplica; por ello, se dice, si no hay violación legal, no es posible
en casación entrar a valorar o modificar lo resuelto sobre la condena al vencido, pues se repite, para la mayoría de esta Sala, sólo
puede haber infracción jurídica cuando se actúa la norma correspondiente a la exoneración (entre muchas pueden verse las
sentencias de esta Sala no. 1001- F-2002, de las 11 horas 50 minutos del 20 de diciembre del 2002; la 249-F-2003, de las 11
horas 45 minutos del 7 de mayo del 2003 y la 306-F-2006, de las 10 horas 20 minutos del 25 de mayo del 2006). La concatenación
parece en principio lógica, pues con esta premisa, si la exoneración constituye una facultad, el juzgador no está obligado a
exonerar; y por ende, si no ordena o realiza tal exoneración, no viola las normas que corresponden al tema. Ergo, si no se da
violación de normas, no puede haber revisión casacional (consúltense las resoluciones de esta Sala no. 765 de las 16 horas del 26
de septiembre del 2001 y 561-F-2003, de las 10 horas 30 minutos del 10 de septiembre del 2003). Esta relación de ideas, les
permite concluir, que en ese supuesto específico (la simple condena o la inaplicación de las exoneraciones) “no puede ser objeto
de examen en esta sede” (de este mismo órgano decisor, sentencia n° 419-F-03, de las 9 horas 20 minutos del 18 de julio del
2003), pues se trata de una hipótesis “no pasible de casación” (fallo n° 653-F-2003, de las 11 horas 20 minutos del 8 de octubre
del 2003). Así, en opinión de los distinguidos compañeros: no tiene cabida el recurso de casación cuando no se hace uso de la
facultad exoneratoria (véanse a contrario sensu los considerandos III y VIII, por su orden de las resoluciones 541-F-2003, de las 11
horas 10 minutos del día 3 y 563-F-2003 de las 10 horas 50 minutos del día 10, ambas de septiembre del 2003). De esta forma se
ha estimado por la mayoría que “… la condena en costas al vencido, como aquí sucedió no es revisable en esta Sede, habida
cuenta de que el Tribunal se limitó a actuar la norma en los términos por ella dispuestos” (el destacado no es del original, véase el
considerando X del voto no. 68-F-2005, de las 14 horas 30 minutos del 15 de diciembre del 2005). Y en materia notarial, con mayor
contundencia, se ha señalado que: “…el Tribunal le impuso el pago de las costas de la pretensión resarcitoria a la denunciante,
pronunciamiento que, se repite, no tiene casación”. (considerando X de la sentencia n° 928-F-2006, de las 9 horas 15 minutos del
24 de noviembre del 2006).
II. Sin embargo, en parecer de los suscritos, la indebida inaplicación de los preceptos que permiten la exoneración de costas,
infringe, sin duda, el Ordenamiento Jurídico y, en concreto, las normas que la autorizan, ya sea por error o inadecuada apreciación
de los jueces en el conflicto específico. En ese tanto, aunque se trate de una facultad, es lo cierto que no se encuentra inmune al
control casacional, pues tanto en su ejercicio como en su inaplicación, puede operar una violación de ley, y en esa medida, la
indebida omisión no es ni debe ser, sinónimo de arbitrariedad, en tal caso, cometida por el propio Juzgador. Máxime si se trata de
un apoderamiento al juez otorgado con supuestos específicos que limitan su poder discrecional en esta materia. En consecuencia,
en este particular aspecto, estimamos que con la sola aplicación de la regla general del artículo 221 del Código Procesal Civil
(condenatoria al vencido al pago de ambas costas), no se cierran las puertas al recurso de casación, pues al contrario, el asunto es
admisible para su examen de fondo (siempre y cuando se cumplan los requisitos de ley) ante un eventual vicio omisivo en la
aplicación de las disposiciones legales que autorizan la exoneración de dichas costas (cánones 55 de la Ley de Jurisdicción Agraria
y 98 de la Ley Reguladora de la Jurisdicción Contencioso Administrativa). No obstante lo anterior, en el caso concreto de examen,
estos integrantes comparten lo dispuesto en el fondo por el Tribunal, en cuanto se impuso al vencido el pago de ellas, toda vez que
los motivos de todos los agravios fueron rechazados, al no ser de recibo por cuanto, no fueron debidamente combatidos en este
recurso; y no es posible modificar el fundamento jurídico de la sentencia recurrida, lo cual sería necesario para variar también lo
que se dispuso en cuanto a costas.

Óscar Eduardo González Camacho Carmenmaría Escoto Fernández

AMADRIGALV/MCAMPOSS

Teléfonos: (506) 2295-3658 o 2295-3659, correo electrónico sala_primera@poder-judicial.go.cr

Clasificación elaborada por SALA PRIMERA del Poder Judicial. Prohibida su reproducción y/o distribución en forma
onerosa.

Es copia fiel del original - Tomado del Nexus PJ el: 01-11-2022 16:31:31.

También podría gustarte