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Conferencia 7 92

Conferencia 7. Descartes, Fermat y Pascal. Cavalieri.

“Para hacer que un gran sueño se convierta en realidad, primero hay que tener un gran
sueño”

Hans Selye

EL NACIMIENTO DE LAS ACADEMIAS

E l redescubrimiento de las matemáticas griegas llegó a su apogeo en los albores del


siglo XVII. Las traducciones y reediciones se multiplicaron; además, los numerosos
intentos de reconstitución de trabajos perdidos o alterados ponen de manifiesto la
nueva envergadura que alcanzó en esa época la cultura matemática. Esta va a beneficiarse
tanto del prestigio de los resultados que se le atribuían -Galileo puso su descubrimiento de los
satélites de Júpiter al servicio de los Médicis cuyo emblema era precisamente ese planeta-
como del convencimiento de que esta ciencia permitía acceder al verdadero lenguaje natural
del universo: “La filosofía, afirmaba Galileo, está escrita en ese gran libro que es el Universo
en lenguaje de las matemáticas, y sus caracteres son los triángulos, los círculos y otras
figuras geométricas sin los cuales es humanamente imposible comprender una sola palabra
de ella”.
Hacia esta misma época comenzaron a surgir en Europa las academias científicas según el
modelo de las sociedades italianas más precoces: algunas de ellas, como la Academia dei
Lincei de la que Galileo era miembro, habían sido fundadas por un mecenas, otras estaban
formadas por grupos autónomos de aficionados a las ciencias que se reunían para
intercambiar libros recientes, informaciones científicas o correspondencia, o para asistir a una
sesión de disección o de observación de las estrellas.
Como las obras impresas -y sobre todo los libros científicos- eran todavía escasas y su
difusión estaba muy limitada, estas academias contribuyeron sobremanera a la divulgación de
los conocimientos. En una de las más célebres, en París, se reunían en torno del abate Marin
Mersenne (1588-1640) científicos de gran prestigio como Pascal, Descartes, Fermat,
Roberval y Desargues.
Formados gracias a la lectura de las grandes obras clásicas, estos matemáticos fueron los
continuadores de la tradición humanista, adoptando sus interrogantes y sus amplias
perspectivas. Pero fueron también los herederos de los artesanos algorítmicos, tanto por la
importancia que atribuyeron en sus obras a las técnicas algebraicas como por su origen
familiar, ya que muchos de ellos eran hijos de mercaderes enriquecidos que habían adquirido
cargos y títulos nobiliarios.
Ya fueran consejeros parlamentarios, monjes eruditos, diplomáticos o militares, en el siglo
XVII los aficionados a las matemáticas no vivían de sus trabajos, ni siquiera de la enseñanza
que impartían, y no dependían tampoco de un mecenas. En otras épocas, la práctica del reto
matemático permitía a los maestros defender su reputación y ganarse la vida, ya que el triunfo
público frente a un adversario les garantizaba una clientela. Ahora bien, aun cuando en el
siglo XVII los miembros de una academia continuasen planteando a sus corresponsales
problemas difíciles cuya solución ellos conocían, se diría que lo que perseguían era más bien
demostrar su propia competencia o incitar a sus interlocutores al estudio. Siguiendo el
ejemplo de Descartes, su portavoz en este punto preciso, estos hombres establecían una clara
distinción entre la “geometría” basada exclusivamente en la exactitud del razonamiento y la
“mecánica” sometida a las limitaciones prácticas de la artesanía.
La geometría misma no se asemejaba necesariamente a la de los griegos. Como veremos,
Descartes y Fermat la hicieron analítica: búsqueda de tangentes a las curvas, cálculos de
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áreas, evaluación de las posibilidades en los juegos de azar, problemas sobre los números
enteros y muchas otras cuestiones salpicaban la correspondencia y los tratados de estos
sabios. Se interesaban también por las cuestiones de óptica y, de manera más general, por los
fenómenos naturales que se estimaban regidos por leyes matemáticas: la mecánica constituía
el modelo de esta “matematización” de las ciencias que había comenzado con los trabajos
oxfordienses del siglo XIV.
Desde mediados del siglo XVII, los gobiernos comenzaron a suplir la falta de iniciativa
privada para apoyar, al menos en parte, el desarrollo de las ciencias. En 1662 mediante una
carta real, la Royal Society dio carácter oficial a las reuniones de sabios que se realizaban en
el Gresham College de Londres; y la Academia de Ciencias, fundada en Francia por el
ministro Colbert en 1666, contaría entre sus primeros miembros a los contertulios del círculo
de Mersenne. En cuanto a las publicaciones periódicas, el Journal des Savants en Francia y
las Philosophical Transactions en Inglaterra mantenían informados a los aficionados a las
ciencias sobre los descubrimientos más recientes.

RENATO CARTESIUS

En la primera mitad del siglo XVII Francia, que no era, ni con mucho, de la avanzada
capitalista, empezó a recuperar el terreno perdido; superaron el fraccionamiento feudal,
lograron desarrollar la industria y el comercio exterior. La forma política del poder pasó a ser
la monarquía absoluta, este absolutismo estimuló, en cierta forma, los avances antes citados,
así el Cardenal Richelieu, primer ministro del Estado absolutista francés, subvencionaba las
manufacturas, las compañías de ultramar y las expediciones coloniales; para fomentar la
producción nacional y protegerla de la competencia holandesa e inglesa, el absolutismo
aplicaba una política proteccionista, que junto con su política impositiva, constituía, un
“medio artificial” de acumular capital.
Pero el clero feudal seguía conservando su influencia económica y político-ideológica.
Debido a ello, la ciencia y la técnica de Francia, se encontraban en peor estado que en los
Países Bajos o Inglaterra. En esta situación surge el destacado filósofo y matemático René
Descartes (1596-1650).
En contraste con los períodos de desarrollo anteriores, caracterizados por la existencia
abundante y simultánea de individualidades de gran talento dentro de un ambiente uniforme,
el barroco matemático (1550-1730) en su período culminante está determinado por la
presencia de unos pocos hombres geniales y sobresalientes, quienes en pocas decenas de años
promovieron un cambio completamente nuevo de concepción dentro de la ciencia.
Ya no se trata de mejorar procedimientos prácticos, sino de construir un edificio general del
pensamiento científico, el cual se debe elaborar (siguiendo la idea de la época) según el
ejemplo de las matemáticas.
Para facilitar tal objetivo hay que transformar primeramente el mosaico de ideas sueltas que
figuran una al lado de otra, sin coherencia y relación entre sí, y unirlas en un sistema
dominado por tendencias uniformes.
Ya Copérnico (1473-1543) trataba de edificar un nuevo sistema astronómico, transformando
y haciendo renacer conceptos antiguos. Kepler (1571-1630) no se somete a la tradición,
siguiendo en los puntos esenciales a la intuición. Su punto de partida son suposiciones
basadas en especulaciones metafísicas, que rectifica mediante observaciones prácticas.
Galileo (1564-1642) lucha contra los conceptos y fundamentos aristotélicos de la física
contemporánea. Descartes es el fundador del primer sistema matemático moderno, lo que nos
indica que el mundo ya estaba preparado para asimilarlo.
Descartes era hijo de una antigua y noble familia de Normandía: su padre, Joaquín Descartes
(muerto en 1640) era consejero en el Parlamento Breton, en Rennesiglo En la biblioteca de
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la Fléche (Colegio Jesuita al que ingresó en 1604), Descartes recibió permiso para utilizar la
literatura allí existente, incluyendo la considerada herética y pagana, muchos de sus autores
agrupados bajo la denominación común de escépticos, influyeron decisivamente sobre el
joven escolar, el conocimiento humano -afirmaban los escépticos- es dudoso por su propia
naturaleza; por ello, los esfuerzos hechos en este campo no se justifican a sí mismos, son
vanos. Descartes, a pesar de esto, no se convirtió en un escéptico. El intento de dar respuesta
a la pregunta “Por qué?” está aún por delante. Ahora cabe señalar que la capacidad de
someterlo todo a duda, de abordar críticamente cualquier verdad, por indudable que pareciera
a primera vista, fue lo primero que aprendió al leer a los escépticos.
En el tiempo de su incursión en la vida militar, hace su primer descubrimiento matemático
independiente, el del teorema llamado de Euler
sobre los poliedros, C+V=A+2.
En 1620 abandona el ejército y emprende
largos viajes por Hungría, Alemania e Italia
(1621-25), lo que amplia su conocimiento del
mundo y de la gente. Después de su vuelta a
París, entra en relaciones más estrechas con
Mersenne, cuyos amigos se oponen con
manifiesto éxito a la filosofía de Aristóteles,
encontrando buena acogida para sus ideas. En
1628 se retira con rápida resolución a los
Países Bajos y de aquí pasa sucesivamente a
Inglaterra, Dinamarca y Suecia, país en el que
muere un año después de su llegada. Sus obras
póstumas llevadas a Francia por Chanut,
embajador francés en Estocolmo, se pierden en
un naufragio. La mayor parte de los papeles
salvados se publican (desde 1657), gracias a
los esfuerzos de Clerseliers. Entre sus
principales obras tenemos:
1637 “El Discurso del Método”, con tres anexos: Dióptrica, Meteoros y Geometría.
1641 “Meditaciones Metafísicas”.
1644 “Principios de la Filosofía”.
1664 “Tratado de la Luz”, el cual fue ocultado al ocurrir el juicio a Galileo en 1633.
A pesar de sus generalizaciones, no conocidas hasta entonces, y su modo claro de expresión,
su “Geometría”, única obra matemática del gran filósofo, llama la atención y se estudia con
gran interés. Esta constaba de las siguientes partes:
1er libro: “Sobre los problemas que pueden construirse utilizando sólo círculos y líneas
rectas”, ni más ni menos que dedicado a problemas resolubles con regla y compás, entre ellos
el famoso problema apoloniano “Locus ad tres et quattour lineas”.
2do libro: “Sobre la Naturaleza de las líneas curvas”, el que versa sobre un estudio más
detallado de las curvas de diferentes órdenes, su clasificación y la revelación de sus
propiedades.
3er libro: “Sobre la construcción de sólidos o más que sólidos”, que no es más que la
construcción de una teoría general de resolución de ecuaciones y la utilización para esto,
junto a los recursos algebraicos, de los lugares geométricos.
La simbología algebraica de Descartes, no se diferencia ya de la actual.
Pero las matemáticas de Descartes sólo encuentran adeptos gracias a los esfuerzos de Fr. van
Schooten (1615-1660), quien como hijo y sucesor de un distinguido profesor de la
Universidad de Leiden, recibió una excelente instrucción profesional. En 1649, se editó la
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“Geometría”, traducida al latín por Schooten y revisada por Descartes, seguida de


comentarios detallados y las “Notae breves” de Debeaune. Esta obra reeditada y publicada
en casi todos los países de Europa, desplazó a la literatura profesional más antigua y fue la
base común del desarrollo de las ciencias matemáticas durante mucho tiempo.
En la historia de la ciencia matemática, ocupa un lugar muy significativo el siglo XVII, en
este siglo se abre un nuevo período de la historia de las matemáticas: el período de las
matemáticas de las magnitudes variables.
En este siglo, los éxitos de la matemática y sus aplicaciones, condujeron a la creación de las
ciencias sobre la Naturaleza: las ciencias exactas. La idea filosófica de la universalidad del
método matemático, la cual reflejaba el rápido desarrollo de la técnica y de la propia
matemática, agobió la mente de los más grandes científicos y filósofos del siglo XVII. Entre
ellos, naturalmente, Descartes.
Bacon por un lado y Descartes por el otro, elaboraron las reglas de los métodos inductivo y
deductivo de la ciencia, líneas de gran influencia en la lógica y la metodología del
conocimiento científico de nuestra época. Ambos van a delinear, los métodos válidos en un
grupo de ciencias; tomando cada uno de ellos un modelo, al cual deben reducirse las demás
ciencias, exagerando, en ocasiones, el papel de estos.
En Descartes, su método “universal”, reduce todo problema científico a un problema
algebraico, siguiendo el siguiente esquema:

Problema CientíficoProblema MatemáticoProblema Algebraico,

significando, cada paso, la concreción del problema actual en los métodos y medios
específicos del próximo nivel.
De este modo, el método universal de Descartes es por naturaleza matemático, es más, al
contrario de Bacon, toma como modelo la Geometría.
Por otra parte, al estudiar la influencia que ejerciera directamente Descartes sobre sus
contemporáneos y la ciencia de su época, y al definir su lugar en la “República de los Sabios”
que surgió y obró en el S.XVII, al igual que su influjo multifacético y extraordinariamente
variado sobre la ciencia, la filosofía y la literatura de los últimos siglo s, se puede observar
que la influencia simultánea de la personalidad de Descartes y de su sistema transcurrió
(dejando a un lado su filosofía y hablando en términos generales) por tres direcciones
fundamentales:

1. (Metodológicas, sobre todo) de sus búsquedas ópticas,


2. sus ideas sobre la mecánica,
3. sus ideas matemáticas.

En lo que respecta a estas últimas, debemos recalcar, que todo el sistema filosófico de
Descartes fue asimilado en grado sumo, por la cultura de los siglos posteriores como cierto
proyecto, detalladamente elaborado, de matematización de las ciencias naturales.
No olvidemos, que la consecuencia esencial de la introducción de un sistema de coordenadas,
es que el estudio de las curvas, se reduce al estudio de sus ecuaciones, nos permite el paso de
las curvas a los “números” que la determinan, punto advertido apenas fue establecido el
isomorfismo entre el campo de los números reales y el campo de los segmentos de una recta.
Este nuevo método engloba a la vez, el punto de vista geométrico y el punto de vista
algebraico. El cálculo sobre los números, es la negación del real geométrico y niega esta
negación, estudiando las variaciones mutuas de dos variables geométricas y crea así, un
nuevo método de investigación de lo real geométrico.
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La idea fundamental de Descartes (que presentamos en su versión “moderna”, como la


mayoría de los grandes descubrimientos, fue simple, ¿por qué no formar dos direcciones
básicas, una tomada horizontalmente y la otra vertical (a partir de un punto central O, llamado
origen) que se utilizasen como líneas de medición para situar en un plano, cualquier punto P
deseado? La distancia sobre la dirección horizontal podría designarse por un número
negativo, positivo o cero, según que se tuviese que ir a la izquierda, a la derecha o a ninguna
de las dos, para llegar a un punto. Análogamente en la dirección vertical, para llegar a un
punto situado abajo, arriba o coaxial con el origen.
Siguiendo la construcción de Descartes, vemos que a cada punto del plano le corresponde, un
par de números reales x e y, inversamente, a cada par de números reales le corresponde un
punto y sólo uno. Los dos números escritos “(x,y)” se dicen las coordenadas del punto P,
respectivamente la coordenada x y la coordenada y (llamadas abscisa y ordenada).
Las coordenadas geográficas, que se conocen bien, determinan la situación de un punto en
una superficie (en la superficie de La Tierra); cada punto en la superficie terrestre tiene dos
coordenadas: la longitud y la latitud.
Este método de coordenadas, método para la determinación de la posición de unos entes
geométricos con respecto a otros, dotó a la geometría del necesario método analítico,
aplicando el álgebra al estudio de los diversos lugares geométricos.
Toda curva se considera como el lugar geométrico de los puntos que poseen determinadas
propiedades comunes. Si cada punto de este lugar geométrico, se pone en correspondencia
con un par de números, o sea, sus coordenadas, mediante las propiedades comunes de todos
los puntos del lugar geométrico, podemos relacionar las coordenadas x e y, en una ecuación
F(x,y)=0.
Recíprocamente, toda ecuación F(x,y)=0, en cierto sistema de coordenadas, está en
correspondencia con un lugar geométrico, cuyas coordenadas satisfacen esta ecuación.
Por todo lo anterior tenemos que uno de los problemas fundamentales de la geometría
analítica es el siguiente:

“Dado un lugar geométrico cualquiera, obtener la ecuación que


corresponde a este lugar geométrico”.

Otro de sus problemas fundamentales es el inverso del anterior:

“Dada una ecuación, determinar el lugar geométrico o curva que


corresponde a esta ecuación”.

Una vez establecida la relación entre curva y ecuación, se puede utilizar el conocimiento de
las propiedades de uno, para derivar las propiedades del otro. En esto consiste, precisamente,
el problema fundamental de la geometría analítica:

“Obtener las propiedades de un lugar geométrico de las propiedades de su


ecuación, o viceversa”.

Como vemos, la idea de un “sistema de coordenadas” o “sistema de referencia”, presenta


grandes posibilidades. Así, para estudiar una circunferencia de radio a, podemos elegir el
origen en el centro de la circunferencia. Por el teorema de Pitágoras, las coordenadas de
cualquier punto de la circunferencia satisface ecuación x 2 + y2 =a2, además, cualquier punto
cuyas coordenadas satisfacen dicha ecuación, es un vértice de un triángulo rectángulo, cuya
hipotenusa es a, que se encuentra a una distancia a del origen y, en consecuencia, está en la
circunferencia. Todas las propiedades de una circunferencia se admiten que están contenidas
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en esta ecuación. Siguiendo esta dirección, es evidente, que en el espacio tridimensional,


podemos llegar a cualquier punto de dicho espacio, con tres segmentos dirigidos,
proporcionando un tercer eje, el eje z, perpendicular a los ejes x e y en el origen. Es por esto,
que para determinar la posición de un satélite, se debe indicar, además de la longitud y la
latitud del punto sobre el cual se encuentra (punto de la superficie de La Tierra), la altura de
este sobre dicho punto.
Esta idea es la utilizada en el Ajedrez, aunque con sus peculiaridades, para fijar las posiciones
de las piezas sobre el tablero, utilizando en este caso, letras y números (tanto en el sistema
descriptivo, como en el algebraico). La aplicación de las coordenadas, permite jugar al
ajedrez por correspondencia, reproducir partidas interesantes, ... sin necesidad de tener que
dibujar el tablero con las piezas.
Una nota interesante, relacionada con el sistema de coordenadas en el plano, es el hecho de
que al dar una sola coordenada, la posición de un punto no está bien determinada, esto fue lo
que sirvió de argumento a la obra de Julio Verne, “Los Hijos del Capitán Grant”. Los
héroes de la novela, sólo conocían una de las coordenadas del lugar del naufragio (la latitud)
por esto, para explorar todos los puntos posibles y encontrar a los sobrevivientes, ellos
tuvieron que dar la vuelta al mundo por todo el paralelo, o sea, por una línea cuyos puntos
tenían una latitud de 37 grados 11 minutos.
Ya decía sutilmente Aristóteles, que no se puede desatar al que no cae en cuenta que está
atado y al que no puede hacerse caer en cuenta de que lo está. Hasta el racionalismo no cayó
en cuenta el hombre de que la geometría euclídea, por sus pretensiones luminosas de ser la
única posible, constituía una atadura para el entendimiento, para la actividad mental.
La existencia, el “factum” científico de la geometría analítica, radicalmente distinta de la
geometría intuitiva helénica nos descubre que el hombre había encontrado otra manera de
conocer los objetos en que no dependía ya de ellos, sino de sus artificios.
A pesar de este progreso que en forma ya definitiva, dejando intentos o atisbos anteriores,
debemos a Descartes; no se consigue sino reproducir constructivamente, con definiciones
algebraicas, la misma geometría euclídea, pues como único es el mundo físico, única es la
geometría que lo describe.
Pero la geometría analítica, que va a permitir un estudio más profundo de las figuras planas y,
ulteriormente, de las figuras del espacio gracias a la utilización de un sistema de referencia,
no podrá, aún durante mucho tiempo después de Descartes, “absorber” definitivamente la
geometría como se lo imaginaba el propio Descartes. El caso es que, en efecto, subsiste aún
una oposición entre geometría analítica y geometría. Los cálculos efectuados en geometría
analítica necesitan el empleo de un sistema de coordenadas, mientras que las mismas
propiedades geométricas son independientes.
Así las propiedades geométricas de una elipse no dependen más que de su forma geométrica,
mientras que la ecuación de esta elipse, que debe permitirnos estudiar esas propiedades
geométricas, depende del sistema de referencia utilizado y no únicamente de la elipse misma.
Este antagonismo entre los métodos, explica el desarrollo de la geometría que persistirá,
después de Descartes, con Desargues, Pascal, La Hire, Le Poivre, Poncelet, ... pero ese
desarrollo independiente de la geometría llegará, utilizando la noción de grupo, introducida
por Evaristo Galois (1811-1832), a una concepción superior de la geometría, que contendrá y
superará a la vez, la síntesis de Descartes y la concepción tradicional de la geometría
euclidiana. La identificación de esa noción algebraica -abstracta- de grupo de sustitución con
la noción geométrica -concreta- de transformación, nos va a conducir, como ya dijimos, a una
concepción sintética de la geometría, que englobará a la vez los métodos cartesianos y los
métodos de la geometría euclidiana, más aún, esta síntesis ha conducido a la concepción de
geometrías caracterizadas por sus grupos de operaciones. Esto fue desarrollado por Sophus
Lie (1842-1899) y Felix Klein (1849- 1925). La noción de grupo puede extenderse a
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sustituciones no lineales de las coordenadas proyectivas como lo harían Cremona (1830-


1903) primero, y Bertini (1846-1933) después (en 1877) al fundar la geometría algebraica.

GERARDO DESARGUES

Si la vida de Gerardo Desargues hubiese transcurrido dos siglo s más tarde, su trabajo quizás
habría tenido mayor atención y sería más apreciado por sus colegas matemáticos.
Desgraciadamente para él, ocurre precisamente en los instantes en que el auge hacia la
matemática infinitesimal y el matrimonio entre el álgebra y la geometría era creciente.
Gerardo Desargues nació en la Ciudad de Lyon en el año 1592 y murió en su propia ciudad
natal en 1655. Desargues era arquitecto e ingeniero y había servido como oficial en el ejército
francés.
Su obra más importante la edita en París en el año 1639 y con ella da inicio a una nueva rama
de la Matemática la “Geometría Proyectiva”. Por razones atribuibles a lo antes expuesto los
ejemplares de su obra fueron relegándose al olvido y llegaron a perderse.
No obstante un discípulo suyo Felipe La Hire (1640-1718), cuya admiración por Desargues
era grande, conservó una copia manuscrita la que halló doscientos seis años después de
escrita, el geómetra francés Michel Chasles.
Este la justipreció altamente y a partir de entonces es que se da apropiada continuación al
desarrollo de esta rama de la Matemática.
La labor matemática de Desargues parte del estudio de las cónicas desde un punto de vista
distinto por entero al de Apolonio. Su libro, cuyo título tan alambicado tampoco ayuda a su
divulgación era “Brouillon projet d'une atteinte aux evenemes des recontres du cone avec
un plan” (Borrador de un ensayo que trata de los resultados de los encuentros de un cono con
un plano).
Este trabajo está inspirado en las ideas respecto a la perspectiva de Durero y el principio de
continuidad de Kepler. Puede pensarse en que al proyectar desde una pantalla circular los
haces de luz que salen de esta y se cortan por planos en diferentes posiciones se obtienen
distintas elipses e hipérbolas. Del análisis de estas cuestiones llegó Desargues a concluir que
aunque se perdían algunas propiedades había otras propiedades de esas cónicas que se
conservaban en la proyección.
Tomó como base estas observaciones y realiza un excelente estudio de estas propiedades
invariantes, de las que establece los teoremas fundamentales sobre las relaciones áreas
mónicas, la polaridad, la homología, etc.
En otra de sus obras publicada en 1648, titulada “Modo universal de practicar la
perspectiva”, demuestra Desargues el teorema que lleva su nombre y cuyo enunciado es:

“Si dos triángulos están situados de modo que sus vértices


correspondientes pertenecen a las rectas de un mismo haz, entonces los
puntos de intersección de sus tres lados son colineales”.

El recíproco de este teorema también es cierto y para demostrarlo es preciso emplear la


propiedad de la invarianza de la relación anarmónica.
Durante los años que vivió en París entabló amistad con los mejores matemáticos franceses de
su época: Descartes, Mersenne, Pascal y otros.
Todos reconocieron su talento pero no se interesaron en los trabajos que esta nueva dirección
de la Geometría brindaba.
Su discípulo La Hire, no obstante, tras un insistente y sistemático esfuerzo logró probar que
todos los teoremas de Apolonio de las “Secciones cónicas” se podían asimismo demostrar
mediante la teoría de las proyecciones centrales de Desargues.
99 Juan Eduardo Nápoles Valdés

EL DESARROLLO CONTINÚA

Mucho más que Descartes, Fermat logró avanzar en relación con la representación
sistemática. Sin embargo, no hay que hacerse ideas exageradas de los logros de Fermat.
Su oficina jurídica en Toulouse tiene que haberle dejado evidentemente, mucho tiempo para
las matemáticas. Indiscutiblemente, él es uno de los matemáticos más significativos, es uno
de los precursores de la matemática infinitesimal y del cálculo de probabilidades.
Especialmente famosos fueron sus aportes en la Teoría de Números (recuerde el Gran
Teorema de Fermat, que será tratado más adelante).
Fermat escribió un pequeño tratado sobre geometría analítica “Ad locos planos et solidos
isagoge”, o sea, Introducción a los lugares (geométricos) planos y corpóreos, estos lugares
corpóreos consisten en las cónicas y demás curvas fuera de la circunferencia y la recta y no la
geometría analítica del espacio.
El desarrollo de los métodos de la geometría analítica tuvo lugar con bastante lentitud. Por
una parte, las ideas eran muy nuevas y, por otra, resultaba muy poco usual el empleo de
nuevos símbolos de una manera consecuente. El trabajo de Fermat, que inicialmente sólo
circulaba en copias se imprimió en 1679; el “Discours” con “La Géométrie” se inscribió en
el sumario papal de libros prohibidos.
Al principio la Escuela Matemática Holandesa, asumió la geometría analítica en la forma
planteada por Descartes; van Schooten inició a los jóvenes matemáticos interesados en “La
Géométrie” y en 1649 editó una traducción en latín del texto original francés.
Posteriormente, se introdujo en la escuela inglesa, la cual se encontraba en rápido desarrollo.
Newton rompió con el tabú de las coordenadas negativas; a él se debe el empleo del sistema
de coordenadas “cartersianas”. En 1676 él dio una clasificación en gran escala -en los cuatro
cuadrantes- de las curvas de tercer orden.
Otro paso esencial lo dio Euler con su “Introductio in analysis infinitorium” (1748). La
expresión específica “geometría analítica” es original de Lacroix, quien la empleó en 1796-99
en su libro de texto “Cours de mathématiques”.
Durante el siglo XIX la geometría analítica fue dotada de numerosos medios auxiliares
algebraicos -determinantes, matrices, grupos, vectores. En las manos de Möbius, Plücker,
Grassmann, Jacobí, Cayley, Sylvester, Hamilton, Hesse, Salmon y muchos otros, la geometría
analítica recibió rasgos esenciales de la estructura que se emplean actualmente en las escuelas
y universidades.
Sabemos que los griegos y, en particular, Eudoxio y Arquímedes calculaban las superficies y
los volúmenes con ayuda del método de exhausión, que consistía en considerar las líneas
como el límite de polígonos inscritos y circunscritos, cuyos lados aumentan en número,
indefinidamente.
En 1635, Cavalieri (1598-1678) en su obra “Geometría indivisibilibus continuorom nova
quadam ratione promota”, utiliza el método llamado de los indivisibles, que Pascal y
Roberval aplicarían a la cicloide. “Un indivisible, dice Pascal en su opúsculo “Acerca del
espíritu de la geometría”, es lo que no tiene partes” (ver B. Pascal-“Pensées”, edition
Havet, “De l'esprit geométrique”, pág. 620). Las reglas de cálculo sobre los números
ordinarios ya no se aplican: la suma de dos indivisibles es un indivisible igual, lo mismo que
la suma de dos ceros es un cero. Por otra parte, según Pascal, el cero de la aritmética es un
verdadero indivisible de número, como el indivisible es un verdadero cero de extensión. El
indivisible resulta de la división de la extensión al infinito. No se puede ser buen geómetra si
no se ha comprendido que el espacio y el tiempo pueden dividirse sin verse obligados a
detenerse. Es lo que equivale a decir que una línea es una suma de puntos -en número
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infinito, es decir, tan grande como se quiera- una superficie, una suma de líneas y un volumen
una suma de superficies.
He aquí un ejemplo de la aplicación del método.
Dado un semicírculo y una paralela cualquiera con diámetro ED. Cuando la figura gira
alrededor del radio OA, el semicírculo engendra una semiesfera, la diagonal OB del cuadrado
OEBA engendra un tronco de cono de revolución de volumen R3/3, si R es el radio del
círculo; y el cuadrado OEBA engendra un cilindro de volumen R3, el plano perpendicular
en P a OA corta los tres volúmenes siguiendo tres círculos. Esos círculos son indivisibles de
volumen que, apilados los unos sobres los otros en número infinito, nos vuelven a dar los
tres volúmenes. Siendo el número de círculos el mismo para cada uno de los tres volúmenes:
cono, esfera y cilindro, esos volúmenes son entre sí como los cuadrados de sus radios, es
decir, como los cuadrados de las longitudes PQ, PN, PM. Es fácil observar que
PN²=OM²=PM²+PQ². Si V es el volumen de la semiesfera tenemos:

E O D

M P
N
Q

B A C

R3 = V + R3 /3 ó V = 2R3 /3.


Pascal (1623-1662), dice que el método es tan riguroso como el de los antiguos y que difiere
solamente “en la manera de hablar”. Gasendi , Bayle y el Caballero de Meré, se oponen a
esa forma de ver las cosas. Este último rechaza las nuevas reglas de cálculo sobre los
indivisibles. No puede aceptar “que un indivisible multiplicado tantas veces como se quiera,
está tan alejado de poder superar una extensión, que no pueda formar más que un solo
indivisible” (ver “Reflexions sur l'esprit géométrique”, en “Pensées et opuscules”, 5a ed.,
1909, pág. 182). Pascal responde mostrando que es necesario concebir en un segmento una
infinitud de puntos, ya que sin eso un cuadrado contendría un número finito de indivisibles,
que sería un cuadrado perfecto y el cuadrado construido sobre la diagonal contendría un
número doble de ello, lo cual es imposible, puesto que no pueden existir dos enteros p y q
tales que p²=2q².
Lo que hace que para los adversarios sean más difícilmente aceptables las teorías de Pascal,
es que el jansenista de Port-Royal imagina que los principios del cálculo sobre los
indivisibles, que reposan en la divisibilidad al infinito del espacio geométrico, van a permitir
explicar el mundo y sus contradicciones.
Esos principios parecen incomprensibles a algunos, pero esos escépticos, según él, no
comprenden mejor el mundo. Escribe: “Incomprensible. Todo lo que es incomprensible, no
deja por eso de ser” (“Pensées”, f.322, sec.VII, fr.430).
Es por eso que, pese a las objeciones (no carentes de buen sentido) del Caballero de Meré,
Pascal considera la materia misma como divisible al infinito, como lo prueba el célebre pasaje
de “Pensées”, donde hace ver en una brizna partes más pequeñas cada vez “sin fin ni
reposo”, afirmación que ha sido negada hace ya bastante tiempo por las teorías atómicas.
101 Juan Eduardo Nápoles Valdés

Pascal no quiere solamente explicar el mundo material, sino también el hombre y las
relaciones del hombre con Dios. Hace corresponder al hombre el número finito; a Dios, el
número infinito; a la nada el cero. Así, si h es un número finito, los principios del cálculo
sobre los indivisibles le muestran que h:infinito = 0 y que h:0 = infinito.
Por eso el hombre es una “nada respecto al infinito, un todo respecto a la nada” (ver
“Pensées”, p.102) o también: “el finito se destruye en presencia del infinito y se convierte en
pura nada. Así es nuestro espíritu ante Dios, así es nuestra justicia ante la justicia divina”
(“Pensées”, pp.267-9). De esta forma el misticismo pascaliano forma el mundo de acuerdo
con las abstracciones de la razón pura. Nada hay más opuesto a un conocimiento científico
del Universo, que modifica, por el contrario, sus concepciones, sometiéndose a verificaciones
positivas. Pascal lo siente tan bien que nota: “Escribir contra los que como Descartes
profundizan demasiado en las ciencias” (Idem, pág. 491).
La aparición del análisis infinitesimal fue la culminación de un largo período de desarrollo
matemático, para el siglo XVII se habían formado las premisas esenciales: existencia del
álgebra ya formada y de la técnica de cálculo, introducción en las matemáticas de la variable
y el método de coordenadas; asimilación de las ideas infinitesimales de los antiguos,
especialmente de Arquímedes; acumulación de métodos de resolución de problemas del
cálculo de cuadraturas, curvaturas, determinación de centros de gravedad, búsqueda de
tangentes, extremales, etc., en este proceso tomaron parte muchos matemáticos destacados:
Galileo, Kepler, Cavalieri, Torricelli, Pascal, Wallis, Roberval, Fermat, Descartes y Barrow
entre otros. Algunos de ellos ya han sido tratados, mientras que otros serán los elegidos para
los próximos epígrafes y algunos serán mencionados concisamente.
Dentro de los primeros pasos en esta dirección deben citarse los trabajos de Johann Kepler
(1571-1630), quien fue un eminente astrónomo y matemático y dedicó prácticamente toda su
vida al estudio, desarrollo y propaganda del sistema heliocéntrico de Copérnico. Analizando
un enorme material de las observaciones astronómicas, en los años 1609-1619 descubrió las
leyes del movimiento de los planetas que llevan su nombre:

I. los planetas se mueven según elipses; el Sol se encuentra en una de sus focos;
II. los radiovectores de los planetas “barren” sectores de áreas iguales en intervalos de
tiempo iguales;
III. los cuadrados de los tiempos de rotación de los planetas alrededor del Sol están en la
misma relación que los cubos de sus distancias medias hasta el Sol.

La formulación de estas leyes muestra que para la demostración matemática de su veracidad


es insuficiente el dominio de la técnica de cálculo conocida en aquella época, el conocimiento
de las secciones cónicas y los recursos algebraicos. El problema del cálculo de las áreas de los
sectores exigía el arte de utilizar las magnitudes infinitesimales. Este arte lo exigían también
otros problemas de carácter práctico, como lo fue el de la búsqueda de la forma más racional
de los toneles y la medición de su capacidad. La obra dedicada a este problema se llama así
“Nueva estereometría de los toneles de vino, preferentemente los austríacos, que tienen
la forma más ventajosa y la excepcionalmente cómoda utilización para ellos de la raíz
cúbica con la anexión de un complemento a la estereometría arquimediana” (Linz,
1615). Esta obra consta, no considerando las observaciones previas, de tres partes: la parte
teórica, la estereometría espacial de los toneles austríacos y las reglas para la medición de la
capacidad de los toneles.
En la parte teórica, Kepler toma el antiguo método de exhausión; en algunos casos se aparta
aún más del rigor de la exposición, introduciendo consideraciones intuitivas. Por ejemplo, se
demuestra que la superficie lateral de un cono inscrito está en relación con el área de la base
(círculo máximo de la esfera) como 2:1; esta superficie es la mitad de la superficie lateral de
Conferencia 7 102

un cono circunscrito. Y de repente, Kepler escribe: “Es bastante verosímil que la superficie
de la semiesfera es la media proporcional entre las superficies [lateral] de ambos conos”.
Para ser más exactos, advirtamos que en la mayoría de los enunciados sobre la verosimilitud
intuitiva de los resultados u otros razonamientos, Kepler cita a Arquímedes, el cual “lo
demuestra con todo rigor”.

BONAVENTURA CAVALIERI

Alumno y gran amigo de Galileo, se le debe, como ya vimos, un gran paso hacia el análisis
infinitesimal. Nació en Milán en 1598, después de terminar sus estudios matemáticos con
Galileo ingresó en la orden religiosa de San Jerónimo a cuyos miembros se les conoce con el
nombre de Jesuatos, para distinguirlos de los Jesuitas. Más tarde (1629) es designado profesor
de matemáticas en la universidad de Bolonia, cargo que desempeña hasta su muerte en 1647.
Publicó diversas obras, varias de ellas de Geometría y Astronomía, entre estas “Directorium
universale usanometricum” en la que aparecen tablas de las funciones trigonométricas con
sus correspondientes logaritmos, contribuyendo notablemente a la introducción de estos en
Italia.
Sin embargo, su contribución más sobresaliente y
la que lo hace famoso es la aplicación de los
“indivisibles” que conduce directamente a lo que
hoy llamamos “integración”. Sus primeras ideas
las expuso Cavalieri en 1635 en su obra
“Geometrie indivisibilibus Nova quadan
ratione promota”, con ellos trata de sustituir los
procedimientos de Arquímedes para calcular
áreas y volúmenes por el Método de Exhausión
que Cavalieri consideraba muy engorroso.
En 1647, poco antes de su muerte, publica otra
obra sobre los “indivisibles” que titula
“Exercitaciones Geometricas”. En esta muestra
mediante sus indivisibles el Teorema de Pappus-
Guldín con la intención de refutar a este último,
(1577-1643), que había intentado probar este
teorema sobre áreas y volúmenes de revolución
mediante procedimientos un tanto metafísicos.
El argumento que esgrime para usar sus indivisibles expresa, por ejemplo, que si estos son
segmentos de líneas y al deslizarse sobre determinadas figuras planas barren longitudes
iguales es porque las áreas de estas son iguales y a partir de aquí, enuncia el conocido
“Principio de Cavalieri”:

I. “Si dos figuras planas están incluidas entre un par de rectas paralelas y los segmentos que
determinan las paralelas son iguales en longitud, entonces las áreas de las dos figuras son
iguales.”
II. “Si dos sólidos están situados entre dos planos paralelos y las secciones determinadas
por estos planos sobre los sólidos o por cualesquiera planos paralelos a los lados tienen
áreas equivalentes, entonces los volúmenes de los sólidos son iguales.”

El método de los indivisibles permitió resolver un conjunto de problemas que eran


irresolubles. Le surgieron muchos adeptos, uno de ellos, Torricelli, escribió que la nueva
geometría de los indivisibles pasa de mano de un científico a otro, como una maravilla de la
103 Juan Eduardo Nápoles Valdés

ciencia; según la opinión de Torricelli, convenció al mundo que el siglo de Arquímedes y


Euclides fueron los años de la infancia de la actual ciencia geométrica. Torricelli, trabajando
activamente con los métodos de Cavalieri, fue el primero que pudo determinar el volumen de
un cuerpo formado por la rotación de una rama de la hipérbola alrededor de sus ejes.
Sin embargo, este método tenía sus deficiencias. Primeramente, no era adecuado para la
medición de las longitudes de las curvas, ya que los correspondientes indivisibles (los puntos)
resultaban sin dimensiones. En segundo lugar la inexplicabilidad del concepto de indivisible,
la imposibilidad de su explicación racional creaba para toda la teoría una atmósfera de
ausencia de fundamentos. En tercer lugar el desarrollo del método se frenaba fuertemente
debido a que Cavalieri, en correspondencia con las ideas formadas en aquella época sobre el
rigor científico, evadía la utilización del simbolismo y los métodos del álgebra.
No obstante, la integración definida en forma de cuadraturas geométricas adquirió fama en la
primera mitad del siglo XVII. Todos los esfuerzos, desde entonces, fueron dirigidos a su
precisión y al logro de resultados lo más generales posibles.

PIERRE DE FERMAT

Para algunos autores, es Fermat el matemático más


destacado del siglo XVII después de Newton, pero
de lo que no hay dudas es que fue el más versátil de
su época, pues trabajó en casi todos los nuevos
campos de la matemática.
La vida de este fue siempre apacible y tranquila, el
reverso de la de su compatriota Descartes. Nació en
la ciudad de Beaumont de Lomagne en la Francia de
1601, hijo de un comerciante y descendiente de una
familia de juristas. Después de estudiar la carrera de
leyes en Toulouse fue designado, con 30 años,
magistrado de esta ciudad para, 17 años más tarde,
ser ascendido a un cargo en la Conserjería Real del
Parlamento de la citada ciudad, permaneciendo en
esta posición hasta su muerte en Gastres en el año
1665.
Bell bautiza a Fermat, usando lo que señalábamos antes, como “El Príncipe de los
Aficionados”, dado que su profesión no era la de matemático. Este, contemporáneo de
Descartes, Mersenne, Desargues, Pascal, Roberval y otras figuras de la época, establece
relaciones con todos ellos mediante una copiosa correspondencia sobre Geometría Analítica,
Teoría de las Probabilidades, Teoría de los Números y el incipiente Análisis Infinitesimal.
Incluso, como sucede varias veces en la historia de las matemáticas, Fermat gestaba a la vez
que Descartes y de un modo independiente, los fundamentos de la Geometría Analítica ya que
en 1636, un año antes de editarse el apéndice “La Geometría” de Descartes, establece el
principio siguiente: “Siempre que en una ecuación aparezcan dos variables, existe un lugar
geométrico, ya que el extremo de una de las variables describe una línea recta o una curva”.
Este principio se halla en una carta que Fermat hace a Roberval y se cree que ya por aquella
época redactaba su obra titulada “Ad locos planos et solides isagoge”, la que no se publicó
hasta 1679 gracias a los esfuerzos de su hijo Samuel. Sin embargo se sabe que su manuscrito
circuló desde mucho antes.
En el análisis desarrolla otro importantísimo avance y lo presenta en su libro, también
póstumo, “Método para determinar máximos y mínimos”. Este se supone data del año
Conferencia 7 104

1629 y en el, pese a que desconoce el concepto de límite, determina la idea del trazado de
tangentes del siguiente modo:
Para determinar la tangente a la curva continua y=f(x) por un punto P de esta curva, considera
otro punto Q de la misma y lo “mueve” sobre la curva hasta que coincida con P. Expresa
estas ideas con el simbolismo algebraico y muestra como las coordenadas de Q nos revelan
que b/a es la “medida de la tangente” de la secante PQ y concluye que cuando coincide con P,
en esta posición límite, se convierte en la tangente por P y el valor límite de b/a es la
pendiente de la tangente pedida.

N
S

R a

De estas ideas (expuestas de un modo distinto, por supuesto), le es fácil a Fermat llegar al
concepto de extremo: “si se determina en la gráfica el punto de máxima o mínima ordenada
de la curva es evidente que en cada uno de estos puntos la tangente es paralela y por tanto el
ángulo de inclinación es nulo”, es decir, que si se puede conocer la “expresión general de la
pendiente a la curva” (derivado) bastaría hacerlo cero y así obtener el valor del extremo. Con
estas ideas, al estudiar en Optica la reflexión de los rayos de un haz deduce las leyes
correspondientes a la igualdad de los ángulos de incidencia y reflexión.
Fermat hace también incursiones en el cálculo integral, pues considera hallar el área bajo la
curva y=xn en un intervalo (0,a), dividiendo este en infinitos subintervalos con abscisas de la
forma a, ra, r²a, ..., rna con 0<r<1, determina la ordenada de estos e introduce rectángulos
circunscritos, obteniendo la progresión geométrica:

an(a-ra), (ra)n(ra-r²a), (r²a)n(r²a-r3 a), ...

cuya suma calcula, evita la indeterminación cuando r se aproxima a 1, descomponiendo el


denominador y obteniendo de este modo:

Cálculos análogos los realiza Fermat para n racional llegando a resultados que permiten
afirmar que calculó la integral definida de xn (n entero o fraccionario) sobre cualquier
intervalo de la forma (0,a). Este procedimiento lo utiliza en la integral de 1/x n sobre la
semirecta (x,+), al parecer influido por las obras de Neper, ya que el mismo lo denominó
logarítmico.
Poco después obtiene el área de la parábola y=b(x/a) p, empleando simultáneamente el método
de Euclides para el volumen de una pirámide y el de la cuadratura geométrica de la parábola
de Arquímedes, construye figuras escalonadas inscritas y circunscritas cuyos vértices tienen
105 Juan Eduardo Nápoles Valdés

en el eje de las abscisas valores iguales a los términos de una progresión geométrica. Más
tarde, aplica el mismo procedimiento a las parábolas (y/b) q =(x/a)p , p y q enteros positivos
primos entre sí, y a las espirales (r/a) p = (r/a)q y (1- r/a) q = (r/a) q y lo amplía para
aplicarlo a las hipérbolas (x/a)p (y/b)q =1.
En la Teoría de las Probabilidades el aporte de Fermat es asimismo muy importante y se
recoge básicamente en su correspondencia con Pascal. Famosa es la solución de Fermat al
problema que plantea determinar la razón en que deben estar las apuestas sobre dos jugadores
que poseen iguales habilidades y se sabe que puntos necesitan cada uno para ganar.
Sin embargo, en la rama en la que Fermat alcanza su máximo esplendor es en la Teoría de los
Números. Entre sus principales resultados tenemos:

 Si p es un número primo y a es primo con p, entonces ap-1 - 1 es divisible por p


(Teorema Menor).
 Todo número primo puede expresarse de una sola forma como diferencia de dos
cuadrados.
 Todo primo de la forma 4n+1 se puede descomponer en la suma de dos cuadrados.
 Todo número entero y positivo puede expresarse como suma de cuatro cuadrados
menores que él.
 No existen enteros positivos a, b, c tales que a2+b2=c2, si n>2.

La primera proposición que se ha llamado “Pequeño Teorema de Fermat”, fue después


resuelto por Euler. En cuanto a la propiedad 5 es la más famosa de todas y es conocida como
el “Gran o Ultimo Teorema de Fermat” (por ser el último que, en el siglo XVIII, quedaba sin
resolver) y que por su trascendencia le dedicaremos buena parte de una conferencia, sólo
queremos añadir, que en el Congreso de la IMU de 1980 se probó que ciertos tipos de
ecuaciones, a las que pertenece x2+y2=z2, tienen sólo un número finito de soluciones tales
como (1,0,1).
Hablando de conjeturas famosas en la teoría de los números, queremos traer dos de las más
interesantes que existen, ambas relacionadas, al igual que el Ultimo Teorema de Fermat, con
los números primos.
Observemos inicialmente que el problema de determinar cuando el número an - 1 es primo o
no, puede ser reducido a verificar cuando 2n - 1 es primo o compuesto. En efecto, si n>1 y
an - 1 es primo, entonces a=2 y n es primo, esto se demuestra fácilmente, porque sí a>2,
entonces a - 1| an- 1, y si a=2 y n=kl, entonces 2k - 1|2n - 1. En 1644, Mersenne conjeturó
que Mp = 2p - 1 era primo para p=2, 3, 5, 7, 13, 17, 19, 31, 67, 127, 257 y compuesto para
los otros valores de p menores que 257.
El primer contraejemplo sobre la veracidad de esta conjetura, fue dada por Pervusin y
Seelhoff quienes descubrieron, en 1886, que M61 era primo. Nuevos contraejemplos fueron
dados y la conjetura de Mersenne dejó de ser considerada en serio.
En 1876 Lucas encontró un método para verificar cuando Mp es primo y lo utilizó para
demostrar que M127 es primo. Este fue el mayor número de Mersenne conocido hasta el año
1951 cuando, por diferentes métodos, Ferrier encontró un primo mayor y Miller y Wheeler
(usando la computadora eléctrica EDSAC1 de Cambridge) descubrieron varios primos
mayores que M127, entre los cuales el más grande era 180M²127 +1, mayor aún que el primo M
hallado por Ferrier.
Hasta el año 1978 el mayor número de Mersenne era 2 44 497 - 1. Pero, recientemente, D.
Slowinski ha descubierto que 286 243 - 1 es primo. Suponiendo que entre estos no haya ningún
otro número de Mersenne, entonces este último sería el vigésimo octavo número de
Mersenne.
Conferencia 7 106

¿Existirán números de Mersenne mayores que 286 243 - 1? Probablemente la respuesta es


afirmativa y curiosamente, como lo describe Schroeder (M. R. Schroeder-”Where is the next
Mersenne prime hiding”, The Mathematical Intelliger, Vol.5, Nº3, 1983), se puede estimar
el orden de magnitud del próximo número de Mersenne, nada menos que 1038 000.
Por otra parte Fermat, quizás no tan categóricamente, aventuró que los números de la forma
F(p)= + 1 eran primos, se obtuvo lo siguiente F(1)=5, F(2)=17, F(3)=257, F(4)=65537,
todo parecía indicar que era cierto, pero en 1732, Euler obtuvo la descomposición de F(5)=4
294 967 297 = 641x6 700 417. Más tarde se comprobó que otros de los “números de Fermat”
eran compuestos, siendo necesarias para dichas comprobaciones métodos difíciles de la teoría
de los números, a causa de la insuperable dificultad de los ensayos directos.
Empleando la expansión de fracción continua de la raíz cuadrada de un múltiplo del séptimo
número de Fermat F(7), la siguiente descomposición fue obtenida en 1971 con ayuda de una
computadora IBM 360/91 en la UCLA:

F(7) = 340 282 366 920 938 463 463 374 607 431 768 211 457 =

= 59 649 589 127 497 217 x 5 704 689 200 685 129 054 721.

(ver Morrison, M. A. y J. Brillhart-“The factorization of F7”, Bull. of the Amer. Math. Soc.,
Vol.77, Nº2, 1971, 24).

JOHN NEPER

Entre los numerosos escoceses famosos tenemos, entre otros, a Sir Walter Scott, James Watt,
Alexander Fleming y John Neper, del que nos ocuparemos a continuación. Neper, Laird of
Merchiston, nació en un castillo situado en las inmediaciones de Edimburgo, en Escocia, en
1550 y allí murió en 1617. El historiador y filósofo escocés Hume dijo que Neper merecía el
título de “Personaje Más Famoso” con mayor razón que ningún otro hombre célebre de
Escocia. Estimulado por una probable invasión de España a Inglaterra se ocupó de
invenciones “beneficiosas y necesarias para la defensa”, además de esto, adquirió fama como
astrónomo, ingeniero y físico, pero su proyección definitiva se debe a sus trabajos
matemáticos. En el siglo XV varios matemáticos italianos lograron crear un método para
multiplicar conocido con el nombre de Método de Gelosia (malla o látice) que se encontró
en un libro en la ciudad de Travieso en 1478. La ilustración muestra el procedimiento que se
sigue con una Gelosia para multiplicar los números 854 y 312.
Como vemos, al sumar usualmente los elementos de las diagonales se obtiene el resultado
correcto: 266 448. A partir de este método, Neper creó un sistema de bastones o varillas
preparadas para usar este procedimiento y lo divulgó en un artículo titulado “Rabdología”,
que significa Estudio de la Varilla y es un antecedente de las modernas calculadoras. Estas
varillas se elaboraban de hueso o marfil, en forma de prisma de base cuadrada. Como es de
suponer, el nombre de Huesos de Neper proviene del material del cual estaban
confeccionadas las varillas. Este nombre fue empleado por primera vez en el libro “El Arte
de Calcular por Varillas Parlantes o Huesos de Neper”, publicado en Londres en 1667 por
el inglés W. Leybourn. Durante el siglo XVIII los Huesos de Neper atrajeron la atención de
toda Europa y fueron también copiados y utilizados en China y Japón, hoy no tienen
prácticamente ningún valor práctico, conservándose solamente como una curiosidad.

8 5 4
2 1 1
107 Juan Eduardo Nápoles Valdés

2 3
4 5 2
0 0 0
6 1
8 5 4
1 1 0
6 2
6 0 8
4 4 8

Sin embargo, su aporte más significativo es la


invención de los logaritmos, idea en la cual trabajó
por más de 20 años. Podemos calificar esta
invención de Neper de verdadera genialidad, pues
no tenía relación alguna con otra teoría
matemática. Para confeccionar las tablas
trigonométricas empleadas en navegación y
astronomía se requerían colosales cálculos, por lo
que se le dio la encomienda de simplificar estos a
Neper, al que debemos el nombre de logaritmo
(de logos y aritmo), es decir, número de razón.
Esta acepción explica el origen de los mismos y
fue expuesto por Neper en su libro “Mirifici
Logarithmorum Canonis Descriptio” publicado
en 1614, adelantándose a los trabajos de Briggs en
esta dirección.
El concepto que tenía Neper de los logaritmos, se
basaba en una idea ingeniosa y bien conocida; una comparación entre dos puntos animados de
movimiento, uno de los cuales engendra una progresión aritmética y el otro una geométrica.
Para obviar los números negativos utilizó como razón de la proyección geométrica un número
próximo a la unidad, pero menor que ella. Además, como ya dijimos, introdujo la noción
mediante una concepción cinemática con lo que implícitamente tuvo en cuenta la propiedad
de la función logaritmo de ser continua. Más tarde, Euler tomó como base el número
trascendente 2.718281... que denominó e y dio a los logaritmos de este sistema, en honor a su
creador, el nombre de Logaritmos Neperianos. Las presentes tablas de logaritmos comunes
fueron preparadas por Henry Briggs, después de acordar con Neper que la base 10 sería más
satisfactoria en muchos casos.
Otros resultados son también debido a Neper en la trigonometría, y la simbología matemática
(el punto decimal que apareció en su obra “Constructio”), pero sin lugar a dudas, el nombre
de este estará asociado siempre a los logaritmos.

BLAISE PASCAL

Pascal era de estirpe matemática, su padre Etienne era un asiduo visitante de las tertulias del
padre Marín Mersenne. Nació en la ciudad de Clermont en la Auvernia francesa en 1623. En
París, donde la familia se había mudado cuando Blaise tenía 7 años, recibió su primera
instrucción matemática de su padre, demostrando una precocidad y un talento excepcional, a
Conferencia 7 108

los 12 años ya conocía los “Elementos” de Euclides y era capaz de redescubrir algunos de los
teoremas de este.
A los 14 ya acompañaba a su padre a las reuniones con Mersenne, las que constituyeron el
germen de lo que en 1666 sería la Academia de Ciencias de París. Su vida fue muy
accidentada y se desenvolvió entre el misticismo religioso y su extraordinaria lucidez
matemática.
Es posible que sea Pascal el único matemático, aparte del discípulo de Desargues, Felipe la
Hire, que aprecia en su justa medida la obra del iniciador de la Geometría Proyectiva y ya con
16 años imprime una hoja que titula “Ensayo para las cónicas” en las que reconoce la
creación de Desargues y establece el famoso teorema del “Exagrama Místico”:

“Si se inscribe un hexágono en una cónica, entonces los puntos de


intersección de las prolongaciones de los tres pares de lados opuestos son
colineales y recíprocamente”.

Durante el siglo XIX C. J. Brianchon (1785-1864) enuncia y demuestra el dual del teorema
de Pascal:

“Si en un hexágono circunscrito a una cónica se unen los vértices opuestos


dos a dos por sus diagonales, estas se intersectan en un mismo punto”.

A los 18 años diseña una máquina para calcular


que se considera precursora de las computadoras
actuales. Ofrece esta a la Reina Cristina de Suecia,
la que parece no dio mucha importancia al
adminículo de Pascal.
Son conocidos asimismo sus trabajos en
hidrostática y presión atmosférica, teoría de las
probabilidades y el triángulo aritmético que lleva
su nombre y que es debido al matemático chino
Chu Shi Kie en 1303. A fines de 1654, ya estaba
redactado el “Triangle arithmétique”, pero no
editado porque Pascal se retiró, por causas
personales, a Port-Royal, residencia jansenista y
renunció a las ciencias por unos años, hasta que en
1658, después de una noche de insomnio
provocado por un dolor de muelas decide distraerse
estudiando la cicloide propuesta por Galileo. Esta
curva tiene múltiples aplicaciones y fue de enorme importancia en los primeros pasos del
análisis infinitesimal.
Pascal examinó y realizó cuestiones referentes a las superficies y sólidos de revolución de
esta curva y otros relacionados con los centroides de estas figuras.
Escribió sobre la cicloide un libro titulado “Histoire de la roulette” en 1659. El papel de
esta curva en la historia de la ciencia es relevante y veremos que más tarde aparece como
solución al problema de la “Tautocrona” que es la trayectoria de una partícula pesada que
partiendo desde cualquier punto del arco de curva, arriba siempre en el mismo tiempo a un
punto dado de este arco. Esta propiedad la empleó Huyghens en la construcción del péndulo.
La cicloide es también solución del problema de la braquistocrona que es la trayectoria de
más rápido descenso de una partícula pesada entre dos puntos de una campo gravitacional
que estudiaron los Bernoulli.
109 Juan Eduardo Nápoles Valdés

Por otra parte, Pascal escribió dos obras notables en la literatura francesa “Cartas
Provinciales” y “Pensamientos”, a este último nos hemos referido anteriormente. Enfermo
desde 1659, muere a la edad de 39 años en 1662.
Los matemáticos de la primera mitad del siglo XVII con gran asombro y entusiasmo se
convencían de la gran cantidad de problemas de geometría y mecánica, aparentemente
difíciles, que conducían a las cuadraturas. Cada año, cada nuevo resultado revelaba la
generalidad de las operaciones, las cuales era necesario aplicar en la resolución de estos
problemas. En esta dirección, es un ejemplo característico los trabajos de John Wallis (1616-
1703), profesor de la universidad de Oxford (desde 1649), uno de los fundadores de la Royal
Society de Londres (en 1663). En el año 1655 editó “Arithmetica Infinitorum”, de la que
envía un ejemplar a Fermat.
Las ideas que incluyen elementos de integración definida se difundieron ampliamente entre
los matemáticos de los países de Europa Occidental, estos abarcaban amplias clases de
funciones algebraicas y trigonométricas. Era necesario sólo un impulso, la consideración de
la totalidad de los métodos bajo un punto de vista único, para cambiar radicalmente toda la
problemática de la integración y crear el cálculo integral.
En el transcurso del siglo XVII los problemas diferenciales aún se resolvían por los métodos
más diversos. Ya en la escuela de Galileo para la búsqueda de tangentes y normales a las
curvas se aplicaban sistemáticamente los métodos cinemáticos, recuerden la obtención de la
ley de la caída libre de los cuerpos (s=gt²/2). En ellos la tangente surgía como la diagonal del
paralelogramo, cuyos lados eran la componente horizontal y vertical de la velocidad, este
método cinemático dio comienzo a la consideración de diversos lanzamientos y movimientos
complejos y a la determinación de la tangente en cualquier punto de su trayectoria. La
exposición sistemática del método y sus aplicaciones más importantes la dio en el año 1640
Roberval. A pesar de su importancia el método cinemático era muy incómodo, ya que partía
de particularidades individuales de las curvas, y por eso no era lo suficiente algorítmico. Por
eso en aquella época representaba mayores perspectivas para la determinación de tangentes y
normales el método de las normales de Descartes, contenido en el segundo libro de su
“Geometría”.
La acumulación de los diferentes métodos integrales y diferenciales, hace que en estos
momentos, el terreno para la obra de Newton y Leibniz, esté ya preparado.

CUESTIONARIO

1. ¿Cuáles fueron las dos primeras curvas, aparte de la recta y la circunferencia, o sus
combinaciones, que encontraron aplicación en las ciencias?

2. Compruebe de modo aproximado la Tercera Ley de Kepler empleando los datos actuales
siguientes (considere que el semieje mayor del planeta Tierra es la unidad, a la que
llamaremos Unidad Astronómica, UA)

Planeta Número de años U.A. del semieje mayor

Venus 0,615 0,723 U.A.


Tierra 1,000 1,000 U.A.
Marte 1,881 1,524 U.A.
Júpiter 11,862 5,202 U.A.
Conferencia 7 110

3. Determinar el eje mayor de un planeta cuyo período fuese de 30 años.

4. Kepler estudió cubrir el plano con mosaicos formados por polígonos regulares congruentes.
Pruebe que solo existen tres polígonos regulares que lo satisfacen y diga cuáles son.

5. ¿Quién influyó más en la matemática del siglo XVII, Descartes o Fermat?

6. ¿Por qué la geometría proyectiva de Desargues no encontró apoyo ni continuidad entre sus
contemporáneos?

7. Pruebe que la fórmula de Descartes para los poliedros se satisface para los 5 poliedros
regulares.

8. Dada la ecuación de la parábola y²=4x, hállese por el método de Descartes las ecuaciones
de la tangente y la normal a la curva en el punto (1,2).

9. Utilice el método de Fermat para calcular el área bajo la curva y=x 5 en el intervalo
(0,4).

10. Comprobar para los casos a=4, 7 y 10 el Pequeño Teorema de Fermat para el primo 3.

11. Expresar mediante coordenadas polares el Folium de Descartes.

12. Compruebe que la fórmula de Wallis:


1
( n!) 2
 ( x  x ) dx  (2 n  1)!
2 n

es correcta para n=1 y n=3.

13. Multiplique, usando el Método de Gelosía, los números 6714 y 85321.

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