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hepático
La arteria hepática común se origina como una rama del tronco celíaco y asciende situándose a la
izquierda del ducto biliar y anteriormente a la vena porta. Al ascender da origen a tres arterias:
gastroduodenal, supra duodenal y gástrica derecha. Después de dar origen a estas pasa a ser
llamada arteria hepática propia que continúa ascendiendo y en el hilio hepático se divide dando
origen a la arteria hepática derecha y la arteria hepática izquierda.
La arteria hepática derecha pasa detrás del conducto hepático común para entrar en el triángulo
cístico, que está formado por el ducto cístico, ducto hepático y cranealmente por el hígado. En el
triángulo cístico la arteria hepática derecha da origen a la arteria cística. La arteria hepática
izquierda da usualmente origen a arteria hepática media. La circulación venosa comprende el flujo
venoso que llega al hígado por medio de la vena porta y el drenaje venoso del hígado hacia la vena
cava inferior a través de las venas hepáticas.
En cuanto a la secreción biliar, la bilis es principal vía de eliminación del colesterol, formada por
ácidos, sales y pigmentos biliares, así como de colesterol, fosfolípidos, electrolitos inorgánicos,
mucina, metabolitos y agua. Esta se segrega en los canalículos biliares en sentido inverso al flujo
sanguíneo.
En el drenaje linfático superficial los vasos linfáticos se originan en el tejido areolar subperitoneal
en toda la superficie del órgano y pueden unirse en vasos superficiales de la cara convexa y vasos
superficiales de la cara visceral. En la parte posterior de la cara convexa los vasos linfáticos
superficiales alcanzan los nódulos terminales por tres vías diferentes: pasan a través del foramen
de la vena cava; o por el lado izquierdo donde hay un pequeño número de vasos linfáticos se dirige
posteriormente hacia el hiato esofágico; o por lado derecho los vasos linfáticos, recorren la cara
abdominal del diafragma.
Lóbulos hepáticos
acino y lóbulo
La sangre sale del hígado por las venas hepáticas. Esta sangre es una mezcla de la que llega de la
arteria hepática y de la vena porta. Las venas hepáticas llevan la sangre a la vena cava inferior, la
mayor vena del organismo, que posteriormente la transporta desde el abdomen y la parte inferior
del cuerpo hasta el lado derecho del corazón.
Los trastornos de los vasos sanguíneos (vasculares) del hígado suelen ser resultado de una mala
circulación sanguínea dentro o fuera de hígado. Si el problema de circulación sanguínea se
encuentra fuera del hígado, la sangre se acumula en el hígado y causa su congestión, lo que puede
dar lugar a una hipertrofia hepática. En cualquiera de los dos casos, las células hepáticas no
reciben suficiente sangre (lo cual se llama isquemia) y por lo tanto se ven privadas de oxígeno y
nutrientes. En la colangiopatía isquémica, son los conductos biliares los que no reciben un aporte
sanguíneo suficiente.
La falta de riego sanguíneo, dentro o fuera del hígado, puede ser consecuencia de una
insuficiencia cardíaca o de trastornos que favorecen que la sangre forme coágulos (trastornos de
la coagulación). En estos casos, un coágulo puede obstruir la vena porta o la vena hepática,
ralentizando o impidiendo la circulación sanguínea. Los trastornos provocados por la obstrucción
del flujo sanguíneo del hígado incluyen:
-El síndrome de Budd-Chiari, que se produce cuando la presencia de coágulos de sangre obstruye
el flujo sanguíneo procedente del hígado.
-La trombosis de la vena porta, que consiste en la obstrucción o estrechamiento de dicha vena,
que es la que lleva sangre al hígado desde el intestino, a causa de un coágulo de sangre.
-El síndrome de obstrucción sinusoidal (anteriormente denominado enfermedad venooclusiva),
que se produce cuando se obstruyen vasos sanguíneos muy pequeños del interior del hígado
Espacios porta
Hepatocitos
Las sinusoides son canales a través de los cuales fluye la sangre desde los espacios porta hasta la
vénula hepática. Están revestidos por células endoteliales y células de Kupffer, que son una
población especializada que pertenece al sistema fagocítico; las células de Kupffer descansan
sobre una capa de reticulina que puede localizarse fácilmente con una tinción de reticulina. El
revestimiento endotelial es una especie de lámina fenestrada que permite un fácil intercambio
entre la sangre y los hepatocitos a través del espacio de Disse. Por el contrario, las células de
Kupffer son irregulares y presentan extensiones citoplasmáticas que facilitan su función fagocítica.
Además, recubriendo a las sinusoides hay linfocitos asociados al hígado (pit cells), que están en
contacto con las células endoteliales o las células de Kupffer. Estas células también se encuentran
en el espacio de Disse y presentan un fenotipo de linfocito T o fenotipo de célula tipo “natural
killer”.
Vasculatura
El suministro de la arteria hepática termina en los pequeños espacios porta en forma de arteriolas
hepáticas terminales, que crean plexos alrededor de la vena porta y el ducto biliar. La vena porta,
a su vez, termina en forma de vénulas portales terminales. La sangre arterial y venosa de los
espacios porta fluye a través de la placa limitante y las sinusoides y drena en la vénula hepática
terminal. Estas vénulas, revestidas de endotelio, están rodeadas por una fina capa de colágeno y
fibras elásticas, y se combinan para formar venas hepáticas segmentarias y lobares de mayor
tamaño que acaban en la vena cava inferior. En el hígado, el drenaje linfático sigue varias vías
diferentes. La linfa se forma en el espacio de Disse y desemboca en los vasos linfáticos portales.
Estos vasos forman plexos que acompa-ñan a la arteria, la vena y los conductos biliares y salen a
nivel del hilio hepático para drenar en los ganglios linfáticos de la arteria hepática y el tronco
celíaco. El drenaje linfático también se produce en forma de plexo alrededor de las venas
hepáticas y en la cápsula del hígado. Los plexos están interconectados en el interior del hígado y
siguen múltiples vías de drenaje, lo que convierte al hígado en el principal origen de la linfa en el
organismo.
Fisiopatología
Los trastornos hepáticos pueden producirse como consecuencia de diversas noxas, como por
ejemplo infecciones, fármacos, toxinas, isquemia y trastornos autoinmunitarios. En ocasiones, los
trastornos hepáticos se desarrollan después de una cirugía. La mayor parte de las hepatopatías
causan cierto grado de lesión y necrosis hepatocelular, que da lugar a diversas alteraciones en las
pruebas de laboratorio y, a veces, síntomas. Los síntomas podrían ser el resultado de la
hepatopatía propiamente dicha (p. ej., ictericia secundaria a hepatitis aguda) o complicaciones de
la hepatopatía (p. ej., hemorragia digestiva aguda causada por cirrosis e hipertensión portal).
A pesar de la necrosis, el hígado puede regenerarse a sí mismo. Incluso la necrosis extensa podría
recuperarse por completo (p. ej., en la hepatitis viral aguda). No obstante, las lesiones que se
extienden a través de todo el lóbulo o menos pronunciadas pero persistentes pueden ocasionar
regeneración incompleta y fibrosis.
Síntomas:
Ictericia: la piel y la parte blanca de los ojos se tornan amarillos debido al exceso de bilirrubina en
la sangre ya que el hígado no puede procesarla.
Ascitis: retención de líquido en el abdomen que puede originar hinchazón en esa área.
Sangrado y presencia de hematomas debido a que el hígado no sintetiza las proteínas necesarias
para la coagulación sanguínea.
Al padecer esta insuficiencia el paciente puede pasar a estar gravemente enfermo en pocos días.
Se trata de una urgencia médica, por lo que es importante que las personas acudan a un centro de
trasplantes de hígado para ser evaluadas ahí.
CAUSAS:
-Hepatitis B o C.
-Cirrosis.
DIAGNÓSTICO
Aunado a los análisis sanguíneos, el médico puede pedir análisis de orina y radiografía de tórax.
Es importante acudir al médico cuando se sospecha padecer insuficiencia hepática. pues se trata
de una condición de gravedad y se debe precisar si se padece o no. La insuficiencia hepática puede
ser letal si no recibe tratamiento a tiempo o si el trastorno es progresivo. Inclusive puede ser
irreversible aún con tratamiento.
El tratamiento varía según el origen de la insuficiencia y la sintomatología del paciente; por otro
lado, la urgencia del mismo se ve determinada dependiendo si es insuficiencia aguda o crónica,
aunque generalmente es el mismo tratamiento.
Cambios en la dieta: se recomienda limitar el consumo de sodio, para evitar la retención de líquido
en el abdomen y se debe prescindir completamente el consumo de alcohol. Estas sugerencias
nutricionales generalmente indicadas por los expertos médicos, coinciden con la dieta para hígado
graso.
Insuficiencia hepática aguda: se trata como una emergencia. Es oportuno que el paciente acuda a
un centro de trasplante de hígado y ser atendido en una unidad de cuidados intensivos.
Bibliografía
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Conclusion