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Antiguos caminos y geoglifos en el valle de

Sihuas, en el sur de Perú


Peter Bikoulis1 , Felipe González-Macqueen2 , Giles Spence-Morrow1 , Stefanie
Bautista3 , Willy Yepez Álvarez4 & Justin Jennings4,*
Los caminos antropogénicos y los geoglifos
constituyen dos de los rasgos precolombinos más
reconocibles de los Andes peruanos. Aunque a
menudo se encuentran en estrecha proximidad, no ha
habido ninguna investigación cuantitativa de las
relaciones entre estos tipos de características del
paisaje. Para investigarlo, los autores realizaron un
análisis espacial y un modelo de simulación sobre una
combinación de datos de vehículos aéreos no
tripulados y de reconocimiento de la superficie de la
pampa del valle del río Sihuas, en el sur de Perú. Los
resultados sugieren que estos caminos y geoglifos
estaban estrechamente vinculados, formando parte de
los rituales de los viajeros para propiciar a las deidades
locales y asegurar un viaje exitoso.

Palabras clave: Perú, Horizonte Medio, geoglifos, análisis espacial, paisaje ritual.

El árido paisaje de la costa peruana es rico en elementos antropogénicos precolombinos.


De ellos, los caminos y los geoglifos -diseños creados en el suelo mediante el movimiento
de piedras o tierra- son fácilmente visibles debido a su tamaño y formas distintivas. Estos
elementos se han estudiado a menudo de forma independiente, considerando los caminos
como redes de transporte y los geoglifos como representaciones de comportamientos
rituales (Beck 1979; Hyslop 1984; Linares Málaga 1999; Aveni 2000; Jenkins 2001; Hostnig
2003). Sin embargo, el movimiento entre los sitios estaban, y siguen estando, fuertemente
ritualizados en los Andes (Flores Ochoa 1979; Christie 2008; Núñez y Nielsen 2011), y los
arqueólogos han observado anecdóticamente asociaciones estrechas entre los caminos
entre los valles y las características antropogénicas, como los geoglifos y otros tipos de arte
rupestre. Las famosas Líneas de Nazca, por ejemplo, pueden haber comenzado como
elaboraciones de senderos que cruzaban la pampa desértica, con geoglifos de llamas que
probablemente servían como "postes guía" a lo largo de las rutas
1 Departamento de Antropología, Universidad de Toronto, 19 Russell Street, Toronto, Ontario M5S
2S2, Canadá
2 Departamento de Antropología, Centro de Ciencias Sociales, Western University, London, Ontario
N6A 3K7, Canadá
3 Departamento de Antropología, Stanford University, Main Quad, Building 50, 450 Serra Mall,
Stanford, CA 94305, USA
4 Royal Ontario Museum, 100 Queens Park, Toronto, Ontario M5S 2C6, Canadá
* Autor para la correspondencia (correo electrónico: justinj@rom.on.ca)
de las caravanas en el extremo sur del Perú (Goldstein 2005: 14; Ruggles & Saunders 2012:
1136). Sin embargo, hasta donde sabemos, ninguna de estas probables asociaciones
espaciales entre geoglifos y caminos ha sido evaluada de manera sistemática y cuantitativa.

Aquí presentamos los resultados de un estudio sobre la relación entre los caminos y los
geoglifos en la pampa del valle de Sihuas en el sur del Perú (Figura 1). A finales del período
del Horizonte Medio (650-1050 d.C.), la expansión de la población local condujo a la
extensión de una red de caminos en la pampa de Sihuas. Debido a las condiciones
ambientales y al impacto humano relativamente limitado desde la conquista española de
mediados del siglo XVI d.C., estos caminos pueden ser estudiados en relación con los
geoglifos circundantes y otros rasgos antropogénicos. Desde 2014, hemos estudiado el
paisaje que rodea el sitio de Quilcapampa (Figura 1) utilizando una combinación de
imágenes satelitales de alta resolución, mapeo con vehículos aéreos no tripulados (UAV) y
reconocimiento de campo para identificar y registrar estas características. Los datos
originales del estudio se han incorporado a un sistema de información geográfica (SIG) para
abordar una serie de cuestiones de investigación, incluida la relación entre los caminos y
los geoglifos.

Caminos y geoglifos en los antiguos Andes


Dos características antropogénicas bien conocidas de los Andes precolombinos son sus
caminos de larga distancia y los geoglifos a gran escala. El Qhapac Ñan, o "Camino
Hermoso", era el sistema de carreteras que cubría la extensión del Imperio Inca desde el
actual Ecuador hasta Chile (Hyslop 1984). Construidos para el tráfico a pie, los caminos
eran famosos por su pavimento de adoquines, sus escalones tallados en roca, sus paradas
de descanso y sus puentes colgantes de cuerda. Sin embargo, la mayor parte de los
caminos eran de construcción más sencilla, con muchas rutas en la costa y las llanuras
altas que comprendían senderos bien marcados en la tierra o la arena (D'Altroy 2002: 242-
47). El Qhapac Ñan incorporaba senderos preexistentes, y se utilizaba tanto para los
negocios estatales como locales (Schreiber 1991; Garrido 2016). Como los caminos pueden
ser difíciles de datar, nuestra comprensión de las redes anteriores es limitada. Sin embargo,
las caravanas de llamas cruzaban los Andes en el tercer milenio a.C., y las culturas Chavín,
Tiwanaku y Wari se organizaron en gran medida en torno al intercambio a larga distancia
(Schreiber 1992; Conklin y Quilter 2008; Janusek 2008; Tripcevich y Capriles 2016: 2). Al
igual que en el caso de los caminos incaicos, gran parte del debate sobre las redes
anteriores se ha centrado en los individuos o los objetos que se desplazaban a lo largo de
las vías, más que en los elementos antropogénicos situados a su lado (por ejemplo, Burger
y Matos Mendieta 2002; Stanish et al. 2010). No obstante, la asociación de los caminos
incas con lugares sagrados, como los santuarios rupestres, está bien reconocida (Dean
2006; Christie 2008). Para propiciar a los dioses y garantizar un viaje seguro, los viajeros
visitaban los lugares junto al camino y hacían ofrendas, una tradición que es muy anterior
a los incas y que continúa hasta nuestros días (Flores Ochoa 1979; Núñez & Nielsen 2011).
Sin embargo, los geoglifos no suelen estar asociados a esta tradición ritual. En los Andes,
los geoglifos se encuentran tanto en la sierra como en la costa, y representan una amplia
gama de temas geométricos, zoomórficos y antropomórficos (Ravines 1986; Hostnig 2003).
Al igual que el arte rupestre en general, los diseños de los geoglifos suelen estudiarse como
productos de la población local, y se examinan de forma aislada a través de estudios
iconográficos que hacen hincapié en diseños más grandes y complejos, o como un
complejo ceremonial integrado (por ejemplo, Linares Màlaga 2013; Stanish et al. 2014).
Las Líneas de Nazca son el ejemplo más destacado de geoglifos andinos. Las asociaciones
entre los geoglifos, las vasijas destrozadas intencionalmente, los miradores y otros
elementos de la pampa han sido estudiados exhaustivamente (Aveni 2000; Lambers 2006).
Por el contrario, los caminos que atraviesan la pampa están señalados, pero generalmente
se consideran simplemente como el medio para acceder a los geoglifos ritualmente
significativos ( Ruggles y Saunders 2012: 1136). La única zona en la que se ha considerado
ampliamente la asociación entre geoglifos, caminos y otros rasgos antropogénicos es el
norte de Chile, aunque no se ha realizado un análisis sistemático y cuantitativo de la relación
espacial entre geoglifos y caminos para esta región (Sepúlveda et al. 2005; Duffait 2012;
De Sourza Herreros et al. 2017). Los geoglifos en el norte de Chile parecen haber servido
como marcadores territoriales para grupos étnicos dedicados al comercio de caravanas
(Briones et al. 1999, 2005; Briones 2006).

Antecedentes del área de investigación


La costa andina está dividida por ríos que desaguan desde las montañas hasta el Océano
Pacífico. La llanura costera es más amplia en el sur de Perú, creando una pampa
relativamente plana que se une a las estribaciones andinas a unos 70 km del océano
(Kennan 2000; Thouret et al. 2009). La erosión del Sihuas y de otros ríos a través de la
pampa ha formado valles fértiles que han sido explotados por los agropastores durante
miles de años. Como los desplazamientos de larga distancia son más fáciles en una pampa
relativamente plana, los viajeros modernos utilizan senderos que salen de los valles
fluviales a través de barrancos y cordilleras antes de cruzar la llanura costera. El antiguo
arte rupestre encontrado a lo largo de algunas de estas rutas sugiere que ya se utilizaban
a mediados del primer milenio a.C. (Chumpitaz Llerena & Rodríguez Cerrón 2014; van Hoek
2014; Jennings et al. 2018).

El valle de Sihuas y el proyecto de prospección de geoglifos de Quilcapampa

Aunque la arqueología del Valle de Sihuas sigue siendo poco conocida, los niveles de
población fueron probablemente bajos en la región hasta el período del Horizonte Medio,
cuando surgen las primeras evidencias claras de arquitectura bien construida y, a partir de
la introducción de bienes de lujo y prácticas diferenciales de entierro, de estratificación
social (Santos Ramírez 1976; Linares Màlaga 1990; de la Vera Cruz 1996; Neira Avendaño
1998; Linares Delgada 2009; Tung 2012; Koontz Scaffidi 2017; Jennings et al. 2018). El
Valle de Sihuas parece haberse convertido en un importante centro de comercio regional
en el Período Intermedio Tardío (1050-1400 d.C.) (Torero 1975: 103; Szykulski 2010: 234).
Los poblados se expandieron de forma espectacular en esta época (Santos Ramírez 1976),
y gran parte de la tierra cultivable del valle se puso a cultivar. El colapso de la población
tras la conquista española del siglo XVI allanó el camino para los viñedos que dominaron la
economía durante la primera época colonial (Buller 2011).

El reconocimiento inicial de la pampa tuvo lugar en 2014 como parte de nuestro proyecto
de excavación en curso en el sitio del Horizonte Medio al Período Intermedio Tardío de
Quilcapampa (Bikoulis et al. 2016; Jennings et al. 2018). Estas primeras investigaciones de
campo se guiaron por la inspección visual utilizando una resolución submétrica
(aproximadamente 40 cm2 /pixel) World View 2 (WV2) imágenes de satélite. El éxito de este
trabajo preliminar condujo a la formación del proyecto de estudio de geoglifos de
Quilcapampa para llevar a cabo el estudio y registrar más a fondo los rasgos antropogénicos
a ambos lados del valle medio de Sihuas. Las áreas con alto potencial arqueológico dentro
de la región de estudio fueron seleccionadas para el estudio con vehículos aéreos no
tripulados (UAV) ya pie para confirmar las observaciones del satélite y proporcionar una
mayor resolución para el análisis adicional.

Dos hallazgos importantes de este trabajo inicial de reconocimiento del terreno son
particularmente relevantes para el estudio actual. En primer lugar, muchos de los geoglifos
figurales de Sihuas son demasiado pequeños o detallados para ser identificados con
precisión a través de imágenes de satélite; se necesitan imágenes de mayor resolución de
UAV para registrar este tipo de geoglifos. Los elementos de gran tamaño, como los
geoglifos circulares de los que se habla aquí, son visibles de forma sistemática en las
imágenes de la VM2 y se confirman con la verificación en el terreno. Además, nuestro
análisis de los resultados del reconocimiento con vehículos aéreos no tripulados y en tierra
de un subconjunto del área de estudio demuestra que los geoglifos visibles en las imágenes
satelitales pueden servir como indicadores confiables de las áreas de mayor concentración
de rasgos antropogénicos en la pampa (Bikoulis et al. 2016: 121). Ejemplos de estas
concentraciones de actividad humana en y alrededor de los geoglifos provienen del sitio de
Cujan Alta, donde los alijos de artefactos, los restos mortuorios humanos y los rasgos
construidos atestiguan el uso repetido y prolongado del sitio (Figura 2).

El segundo descubrimiento importante de nuestro trabajo es que tanto la inspección visual


como el análisis espacial demuestran que los geoglifos se agrupan a lo largo del borde del
valle, especialmente en la proximidad de importantes puntos de acceso al valle. Existe una
alta autocorrelación espacial positiva, o sea, la cercanía de los geoglifos entre sí, del corpus
total de geoglifos circulares (Bikoulis et al. 2016: 121). Sobre la base de este segundo
hallazgo, especulamos que la ubicación de los geoglifos en el paisaje podría estar
estrechamente relacionada con la ubicación de los caminos en general. Esta observación
proporcionó el impulso inicial para comprobar la relación entre los caminos y los geoglifos
circulares.

Geoglifos y caminos circulares en la pampa de Sihuas


Descripción de los geoglifos circulares
Como la mayoría de otros geoglifos en Perú, los ejemplos circulares de Sihuas fueron
hechos usando "campo barrido", una técnica en la que las piedras de la superficie y la
suciedad son removidas para exponer el suelo de color más claro debajo. Además, también
se identificaron 12 geoglifos figurales a gran escala de diversos diseños y representaciones,
incluyendo el Gross-Munsa previamente registrado, varias representaciones zoomorfas y
una figura humana alada que los autores denominaron el "hombre murciélago" (Figura 3).
Hasta ahora se han registrado en la zona de estudio 92 geoglifos circulares de diferentes
dimensiones, que oscilan entre 3 y 55 m de diámetro. Nuestra subdivisión dentro de esta
categoría de geoglifos se basa en el número de anillos: simple, doble o múltiple (tres o más)
(Figura 4). Los geoglifos de anillos múltiples son, con mucho, los más grandes, con una
media de 469 m2 , mientras que los de uno y dos anillos tienen una media de 69 m2 y 139
m2 , respectivamente (véase Bikoulis et al. 2016).
La datación directa de los geoglifos es muy problemática, ya que las rocas de la superficie
sólo se mueven una corta distancia para crear las figuras (por ejemplo, Rink y Bartoll 2005).
No obstante, podemos sugerir una fecha precolombina probable para la mayoría de los
geoglifos circulares, basándonos en tres factores. Primero, los geoglifos circulares están a
veces estrechamente asociados con geoglifos figurativos de construcción similar que se
relacionan estilísticamente con motivos observados en la cerámica precolombina (Linares
Màlaga 2013: 768). En segundo lugar, algunos de los geoglifos circulares están centrados
en mojones de roca, construidos a su vez sobre fragmentos de cerámica del Periodo
Intermedio Tardío y cantos rodados de piedra pintada. Finalmente, algunos de los geoglifos
circulares están atravesados por huellas creadas por las caravanas de mulas (véase la
discusión más adelante), un animal que fue introducido en el Perú tras la conquista
española (Manrique 1983).
Descripción de los caminos

Las repetidas pisadas de humanos y animales a través de la pampa han expuesto


gradualmente el suelo subyacente más ligero y han creado una red de caminos. Se han
trazado líneas a partir de las imágenes del WV2 y se han comparado con segmentos de
senderos identificados de forma independiente a través de vehículos aéreos no tripulados
y de reconocimientos terrestres. Esta comparación confirma que el curso de las vías puede
distinguirse de forma fiable sólo con la inspección de las imágenes de satélite (Figura 5).
La identificación visual de las imágenes de satélite permitió identificar un total de 242 vías
individuales (figura 6). La mayoría de ellos son caminos "secundarios" (n=196) - segmentos
aislados o rutas de alimentación que conectan con 20 caminos primarios que unen el Valle
de Sihuas con los valles vecinos de Vítor y Ocoña, o la costa con las montañas. Además,
documentamos 16 caminos de la época colonial que se caracterizan por ser caminos de
herradura paralelos, en lugar de los caminos estrechos de una sola fila utilizados por las
caravanas de llamas precolombinas en terrenos rocosos y montañosos (Tripcevich 2016:
224-25).

Los caminos, al igual que los geoglifos, son difíciles de datar (Hassig 1991). Sin embargo,
sugerimos que muchos de ellos son de origen precolombino, basándonos en tres
consideraciones. Primero, el reconocimiento del terreno ha identificado caminos primarios
que conducen al valle de Sihuas y que también pasan por Quilcapampa y otros sitios
precolombinos (Jennings et al. 2018); otros investigadores han notado relaciones entre
sitios antiguos y caminos en valles vecinos (Cardona Rosas 2015). En segundo lugar, se
han encontrado fragmentos de cerámica del Horizonte Medio y del Período Intermedio
Tardío, aunque escasos, durante el reconocimiento del terreno a lo largo de en los bordes
de los caminos; en la mayoría de los casos, estos fragmentos provienen de vasijas de
almacenamiento probablemente rotas en el camino. Por último, las rutas de la época
colonial -conchas de cerámica rotas (botijas) que se introdujeron para transportar vino
después de la conquista española (véase Rice 2011)- atraviesan algunos de los caminos,
lo que sugiere su origen precolombino.
Figura 6. Mapa que muestra la ubicación de todos los caminos antiguos y geoglifos circulares.

Conexiones espaciales entre geoglifos y caminos


La observación inicial e impresionista de nuestro conjunto de datos sugirió que las
ubicaciones de los geoglifos y los caminos estaban estrechamente alineados. Para
comprobar si la proximidad espacial de los geoglifos circulares a los caminos era una
característica importante de estructuración del uso del paisaje en la pampa, se crearon
topes de varias distancias alrededor de los caminos identificados (Figura 7). Un análisis
previo mostró que la distribución de los geoglifos conocidos estaba fuertemente
autocorrelacionada espacialmente (Bikoulis et al. 2016: 121). Sin embargo, como no está
claro si los geoglifos cartografiados representan el total original, la normalidad de nuestro
muestreo es incierta. Por lo tanto, las ubicaciones de los geoglifos registrados se
compararon utilizando métodos estadísticos de bootstrapping (Monte Carlo, utilizando 1000
iteraciones), que proporcionan un método de aproximación a una distribución normal
(Conolly & Lake 2004: 161-62). Utilizamos estas "distribuciones experimentales" para
probar nuestras distribuciones de geoglifos observadas y determinar si la proximidad a las
carreteras era un factor importante en la colocación de los geoglifos (Fotheringham et al.
2000: 201-209).
La asociación estadística entre los caminos coloniales y precolombinos a los geoglifos es
altamente significativa (Tabla 1). Como una prueba no paramétrica muy general pero
poderosa entre dos muestras, se utilizó la prueba K-S como una prueba de " bondad de
ajuste" para evaluar la diferencia entre las distribuciones de sitios esperadas (obtenidas del
modelo de Monte Carlo) y las observadas. Los resultados muestran que los geoglifos se
encuentran en muy estrecha asociación con los senderos, en una frecuencia mucho mayor
de lo que cabría esperar si la proximidad a estos rasgos no fuera un factor. Las conexiones
de los caminos coloniales con los geoglifos reflexiona el uso continuado de las rutas de
sierra-costa que ganaron prominencia en el Período Intermedio Tardío, cuando -por la
cerámica asociada- se crearon la mayoría de los geoglifos circulares (Jennings et al. 2018).
Después de la conquista española, las poblaciones de la sierra se volvieron más aisladas,
con la mayor parte del vino y otros productos costeros fluyendo hacia Lima y otros centros
coloniales (Buller 2011). Sin embargo, las caravanas de mulas seguían uniendo los valles
de la sierra y de la costa, y este tráfico parece haber seguido más o menos los mismos
caminos a través de la pampa, hasta la expansión de las redes de carreteras vehiculares a
mediados del siglo XX (Trawick 2003: 61-62).

Figura 7. Gráfico de barras que muestra la distribución de la frecuencia acumulada de geoglifos


precolombinos y coloniales a diferentes distancias de amortiguación.
Tabla 1. Resultados de la prueba de Kolmogorov-Smirnoff (K-S) entre los geoglifos del
conjunto esperado (Monte Carlo) y los observados, basados en la frecuencia dentro de una
determinada distancia de amortiguación.

Discusión: paisajes creados en la pampa


Bikoulis et al. (2016: 126) demostraron que los geoglifos se agrupan alrededor de los
lugares donde los senderos salen del Valle de Sihuas; aquí también encontramos las
mayores concentraciones de aglomraciones de roca, bloques de viento, guijarros de piedra
pintada y dispersiones de cerámica durante nuestra encuesta peatonal (Jennings et al.
2018). Parece que la gente pasó más tiempo en este ecotono de lo que sugeriría su falta
general de recursos y otras consideraciones puramente utilitarias. Como los caminos a
través del valle de Sihuas unían asentamientos de larga data, los geoglifos circulares
asociados a ellos probablemente fueron hechos en ruta por viajeros que caminaban entre
valles fluviales y asentamientos. La convergencia de estos rasgos sugiere una acción a
largo plazo, ya que la gente se movía a través de un paisaje marcado por el paso de otros
que habían atravesado la región mucho antes.
El papel de los elementos antropogénicos del paisaje a pequeña escala, como los geoglifos
encontrados en la pampa de Sihuas, puede ser funcionalmente análogo al de las
apachetas, los montones de piedra dejados por los viajeros y conocidos en los Andes
(Galdames Rosas et al. 2016). A partir del siglo XV, las apachetas eran "personificaciones
en miniatura de la topografía andina, diseñadas para asegurar la ayuda del paisaje sagrado
para el viaje del viajero" (Dean 2006: 93). Las apachetas incaicas solían ser piedras
apiladas que, en conjunto, imitaban la forma de las montañas cercanas que habían
aparecido tras una empinada subida (Dean 2006: 98; Christie 2008). Los pastores y viajeros
contemporáneos propician una gran variedad de elementos naturales y antropogénicos en
sus viajes, tomándose un momento para descansar y hacer una ofrenda de un adoquín, un
cigarrillo, alcohol, un trozo de tela, coca u otros elementos (Jett 1994: 5; Nielsen 2016:234).
La cresta de los pasos de montaña y otros puntos de inflexión en el paisaje siguen siendo
uno de los momentos más cargados de espíritu en el viaje de un viajero (Flores Ochoa
1979), al igual que lo fueron para los incas.
Los grandes y elaborados geoglifos que dominan la literatura académica rara vez se han
relacionado con rituales de viaje. El Mono, el Colibrí y otros famosos geoglifos de Nazca
probablemente requirieron un tiempo significativo para su planificación y ejecución. Hay
ejemplos de geoglifos en Sihuas, como el Gross-Munsa, que se acercan a una escala de
inversión comparable. La mayoría de los geoglifos de Sihuas, sin embargo, podrían haber
sido producidos fácilmente en unos pocos minutos por personas que removieran el
sedimento suprayacente (por ejemplo, Lambers 2006: 71). Estos geoglifos más expeditivos
tienden a encontrarse en lugares donde los tres picos nevados de la región serían visibles
para un viajero. Suelen estar rodeados de pequeños mojones de roca, restos de cerámica
y adoquines pintados que probablemente tenían fines rituales. Por lo tanto, sugerimos que
los viajeros crearon muchos de los geoglifos circulares para propiciar la ayuda espiritual
para su viaje. A medida que el intercambio a larga distancia aumentó en el Período
Intermedio Tardío, también lo hizo el ritmo de la actividad ritual, creando gran parte del
paisaje antropogénico que vemos en la moderna pampa de Sihuas.
Conclusiones
Por primera vez en los Andes, presentamos los resultados de un estudio sistemático que
demuestra cuantitativamente una asociación espacial entre los caminos precolombinos y
los geoglifos. Utilizando una combinación de diferentes productos de datos recogidos a
partir de imágenes de satélite, estudios aéreos a baja altitud y reconocimientos sobre el
terreno, el proyecto de estudio de geoglifos de Quilqapampa ha documentado y
cartografiado más de 100 geoglifos en el sur de Perú, centrándose en particular en los
ejemplos circulares. Los geoglifos tenían muchos propósitos en los antiguos Andes, algunos
resaltaban alineaciones astronómicas, otros servían como marcadores territoriales o
caminos rituales (Briones 2006; Lambers 2006; Stanish et al. 2014). Aunque los geoglifos
de Sihuas también sirvieron para una amplia variedad de propósitos, nuestro análisis
preliminar sugirió una clara asociación entre muchos de los geoglifos circulares y antiguos
caminos. Esta observación inicial se confirma por la fuerte asociación espacial,
estadísticamente significativa, entre los dos tipos de rasgos. Por lo tanto, sugerimos que
los geoglifos circulares en Sihuas pueden haber sido creados "sobre la marcha" por
personas que atravesaban la región, que buscaban la ayuda de varias deidades y fuerzas
cósmicas a lo largo del camino.
Si bien los análisis que aquí se presentan son alentadores, quedan claras varias áreas de
desarrollo futuro. Si se realizan más trabajos de prospección de tramos de redes de
carreteras, se podría descubrir más material datable, lo que necesariamente alteraría tanto
nuestra designación temporal de las vías como sus relaciones espaciales con los geoglifos.
Otros análisis que incorporen otros tipos de geoglifos podrían revelar diferentes
asociaciones. Por último, el presente estudio no incluye la ubicación de otros elementos
antropogénicos, como los conjuntos de roca, que se intercalan con los geoglifos en todo el
paisaje (véase la figura 2). La incorporación de estos elementos adicionales en futuros
análisis cuantitativos puede ayudar a explicar la fuerte asociación entre los geoglifos y las
antiguas calzadas, y permitirnos comprender mejor estos elementos antropogénicos del
paisaje, omnipresentes pero hasta ahora ignorados.
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