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EL REGISTRO ARQUEOLOGICO EN PLANICIES ALUVIALES: CUATRO

CASOS DE ESTUDIO SUDAMERICANOS

THE ARCHAEOLOGICAL RECORD IN ALUVIAL PLAINS: FOUR SOUTH


AMERICAN CASE STUDIES

RESUMEN
El artículo presenta cuatro estudios de caso relacionados con las planicies aluviales y la
ocupación humana precolonial en América del Sur, con ejemplos de Argentina, Brasil y
Colombia, cada uno con sus particularidades pero manifestando la complejidad que
involucra el tema. Se destacan los perfiles estratigráficos como elementos de análisis e
interpretación, sustento de conclusiones y formulación de hipótesis, lo que fortalece el
enfoque geoarqueológico. Se abordan temas como las variaciones en la energia del
sistema, los cambios en la dinámica de los cauces, las áreas favorables o desfavorables
para la ocupación humana, la prospección de sitios y las cronologías potenciales del
registro arqueológico. Todas cuestiones que nos premiten interpretar la relación humano-
ambiente en esos contextos de uso tan frecuente por las poblaciones humanas
sudamericanas del pasado y del presente.

ABSTRACT
The article presents four case studies related to floodplains and precolonial human
occupation in South America, with examples from Argentina, Brazil and Colombia, each
one with its particularities but expressing the complexity involved in the topic. It
highlights the stratigraphic profiles as an element of analysis and interpretation,
supporting conclusions and the formulation of hypotheses, which strengthens the
geoarchaeological approach. It addresses issues such as energy variation in the system,
changes in the dynamics of flows, areas favorable or unfavorable to human occupation,
prospecting for sites and potential chronologies of the archaeological record. All issues
that allow us to interpret the human-environment relationship in these contexts so
frequently used by South American human populations of the past and present.

PALAVRAS-CLAVE / KEYWORDS:
Geoarqueología, Estratigrafía fluvial, Pedología, Sudamérica

Geoarchaeology, Fluvial stratigraphy, Pedology, South America


INTRODUCCIÓN

Los sistemas fluviales constituyen un amplio campo de investigación que permite


diferentes abordajes al conocimiento del pasado. Pueden proporcionar, por ejemplo,
desde una perspectiva geoarqueológica, información sobre cambios ambientales
registrados en los sedimentos de los valles y su relación con las ocupaciones humanas
que se sucedieron allí a lo largo del tiempo. Este artículo presenta algunas contribuciones
a la investigación arqueológica de las planicies aluviales en Sudamérica a partir del
análisis e interpretación de perfiles estratigráficos asociados a sistemas fluviales,
involucrando temas como las variaciones de energía del sistema, los cambios en la
dinámica de los cauces, las áreas favorables o desfavorables para la ocupación humana,
la prospección de sitios y las cronologías potenciales del registro arqueológico.

Los cuatro casos de estudio presentados corresponden a tramos de los ríos


Uruguay y Araguaia en Brasil, a la cuenca media del río Magdalena en Colombia y a
valles del sudeste de la región Pampeana en Argentina (figura 1). La interpretación y
discusión de los perfiles estratigráficos busca adecuar aspectos técnicos, como horizontes
pedológicos, facies y ambientes sedimentarios, con los de un enfoque geoarqueológico
centrado principalmente en la relación entre la ocupación precolonial y la dinámica del
paisaje, expresada en las características y propiedades espacio-temporales del registro
arqueológico que hoy observamos.
Figura 1. Ubicación de las áreas de estudio de casos.

El área seleccionada para el estudio geoarqueológico en la cuenca media del río


Uruguay (Brasil) es el caso que posee la mayor profundidad temporal, se discute allí la
evidencia arqueológica asociada al proceso de ocupación humana durante la transición
Pleistoceno tardío-Holoceno temprano en la región. Este período se halla bien
representado en el sector de estudio por unidades depositacionales fluviales y paleosuelos.
Por otra parte, en el río Magdalena medio (Colombia) y en los valles del sudeste
pampeano (Argentina) existen sesgos o “silencios arqueológicos” debidos a la ausencia,
las características peculiares o la falta de visibilidad de las unidades fluviales
correspondientes a los lapsos Pleistoceno tardío-Holoceno medio y Holoceno temprano-
medio, respectivamente. Estos sesgos se hallarían vinculados con las particularidades de
la dinámica fluvio-volcánica o fluvial durante esas etapas a escala regional en cada caso.
En el río Araguaia (Brasil), se destacan variables geomorfológicas como la segmentación
del valle y la intensa migración del cauce en la planicie aluvial, especialmente en el
segmento medio, para explicar la cronología arqueológica y formas de ocupación del
espacio a lo largo del tiempo en este valle. En tal contexto, los perfiles estratigráficos
destacan la complejidad de los procesos involucrados y aportan información significativa
para tal discusión.

El potencial cronológico del registro cultural, derivado de la dinámica fluvial y


humana, constituye el eje que vincula a las cuatro regiones de estudio y que se halla
expresado en la particular estratigrafía fluvial de cada sector. Las metodologías de
abordaje empleadas difieren de acuerdo con las escalas y problemáticas tratadas, así como
también en cuanto al foco de la descripción estratigráfica, que enfatiza aspectos
pedológicos o litológicos en función de los objetivos planteados. Esto ilustra diferentes
abordajes posibles que, en suma, brindan un panorama enriquecedor respecto a la forma
de generar información relevante para el estudio geoarqueológico de sitios localizados en
ambientes fluviales.

CASOS DE ESTUDIO

A. LAS OCUPACIONES CAZADORAS-RECOLECTORAS EN LAS PLANICIES


ALUVIALES DEL RÍO URUGUAY MEDIO (BRASIL) EN LA TRANSICIÓN
PLEISTOCENO-HOLOCENO: LOS SITIOS ARQUEOLÓGICOS RS-I-69:
LARANJITO Y CASUALIDADE

Los sitios arqueológicos Laranjito y Casualidade están ubicados en un área donde


la geología presenta rocas del Grupo São Bento compuesto por las formaciones Serra
Geral y Botucatu. La Formación Serra Geral, representada por basaltos, constituye la
parte superior de la secuencia estratigráfica de la Cuenca Sedimentaria del Paraná en el
Estado de Río Grande do Sul. Las rocas volcánicas de la Formación Serra Geral apoyan
sobre areniscas eólicas de la Formación Botucatu (Roisenberg & Viero, 2000).

Los depositos basales de la Formación Botucatu se hallan constituidos por capas


de arena eólica y lentes discontinuas de areniscas conglomeráticas con espesores de
menos de 1,0 m, relacionadas con flujos torrenciales. Estos depósitos están recubiertos
por estratos cruzados grandes, interpretados como depósitos residuales de dunas simples
a localmente compuestas y dunas complejas (Scherer et al., 2000).

La morfología plana que caracteriza el área de investigación fue tallada en las


rocas de la Formación Serra Geral y de la Formación Botucatu (Rambo, 1956; Bombin,
1976). Los estudios geomorfológicos reportan la ocurrencia de un aplanamiento en las
áreas interfluviales identificadas como coxilhas y una amplia superficie de planación en
situaciones topográficas más altas que declinan hacia a las extensas terrazas fluviales del
Río Uruguay.

El área entre los dos niveles de aplanamiento se relaciona con una disección
representada por las formas de colinas con pequeños canales que están asociados con la
erosión fluvial en las nacientes de cursos de orden inferior, que constituyen la variable
más importante en la degradación del relieve (Hermann & Rosa, 1990). El clima de la
frontera oeste del Río Grande do Sul, es cálido subtropical templado, con lluvias bien
distribuidas y estaciones bien definidas, de acuerdo con el esquema de Köppen (1936).

El sitio arqueológico RS-I-69, Laranjito, estudiado durante las investigaciones


del Paleoindigena Research Program (PROPA) (1972-1978)1 fue considerado uno de los
más significativos sitios ocupados por cazadores-recolectores durante el Pleistoceno
tardio-Holoceno temprano en la región. Tiene una "mayor altimetría en relación al nivel
oscilante del Río Uruguay, además de presentar un nivel paleoindígena superior, en
promedio, 100 cm positivos" (Miller, 1987, p. 41). La excavación del sitio Laranjito se
halla representada por dos sondeos en los cuales se constató “la presencia segura de tres
niveles arqueológicos paleoindígenas, representados por restos de carbón disperso y
artefactos líticos (lascas y percutores)” (Miller, 1987, p. 57). Las excavaciones
permitieron la recolección de un conjunto lítico paleoíndigena compuesto por raspadores,
talladores tipo chopper, percutores, puntas de proyectil, pre-formas bifaciales, láminas,
núcleos y grandes cantidades de lascas, principalmente micro-lascas (Miller, 1976, p. 10).
Para este sitio se obtuvieron seis fechados, sin embargo, algunas edades presentaron
inversión estratigráfica. La cronología revisada más confiable está situada entre 10.800 ±
150 años 14C AP (N-2523) y 10.200 ± 125 años 14C AP (N-2522) (Dias & Jacobus, 2003).

En el año 2012, durante las exploraciones iniciales para un trabajo de tesis


(Pouey Vidal, 2018) fue posible reubicar al sitio Laranjito en las márgenes del río
Uruguay, en tierras de la Hacienda Santo Antônio. Además, se pudo ubicar otro
importante sitio paleoindígena en la zona, el Sitio Casualidade, distante 152 m al este, en
el área de un campo.

1
Financiado por el Instituto Smithsonian-USA y la Fundación de Apoyo a la Investigación de Rio Grande
do Sul-FAPERGS.
Sitio RS-I-69: Laranjito

El sitio Laranjito posee una extensión de aproximadamente 500 m en donde es


posible visualizar la presencia de artefactos líticos dispersos a lo largo de toda la superficie
del terreno, en algunos puntos en mayor densidad. En la zona del sitio, a pesar de las
innumerables perturbaciones de las inundaciones, ciertas barrancas todavía exponen una
altimetría entre 2.50 m y 3.20 m en relación con el nivel actual del río Uruguay. Sin
embargo, otras fueron ampliamente afectadas por los procesos erosivos, no permitiendo
una preservación completa del perfil estratigráfico (figura 2).

Figura 2: Ubicación de los sitios arqueológicos en la región del rio Uruguay en tierras de la hacienda Santo Antônio.
Fuente: Google Earth.

Es importante informar que las investigaciones realizadas en el sitio Laranjito


durante las décadas de 1960 y 1970 no excavaron en la barranca, imposibilitando la
comprensión de las capas superiores del perfil estratigráfico. Por ello, no hay registro de
la presencia o ausencia de artefactos culturales en los suelos del Holoceno superior del
perfil para este período de investigación. Las posibles ocupaciones del Holoceno medio
fueron mencionadas solamente en el perfil natural descripto por Miller (1969), como
pertenecientes al Complejo Lítico Itaquí. La ausencia de un registro estratigráfico
detallado para el Holoceno medio en el área propició innumerables dudas sobre el origen
de los artefactos arqueológicos reconocidos en la superficie del sitio. En la reciente
investigación realizada por Pouey Vidal (2018), se pensaba inicialmente que los
artefactos hallados en superficie podrían provenir de los horizontes de suelos superiores
relacionados al Complejo Lítico Itaquí.

La variabilidad tipológica de los artefactos también propició interpretaciones


iniciales, como la de un conjunto arqueológico originado en diferentes períodos de
ocupación del sitio por grupos de cazadores-recolectores paleoindígenas que habrían
habitado la región entre 9620 ± 110 y 10800 ± 150 años 14C AP y grupos de cazadores-
recolectores asociados al mencionado Complejo Lítico Itaquí, también clasificado como
tradición arqueológica Umbú, con registro de ocupaciones en distintas regiones de Rio
Grande do Sul durante el Holoceno medio, aproximadamente entre 6.000 y 3.500 años
14
C AP (Dias & Jacobus, 2003).

En este caso, el sitio Laranjito, de acuerdo con la descripción hipotética del perfil
estratigráfico elaborado por el equipo del Programa Nacional de Pesquisas Arqueológicas
(PRONAPA), también había sido ocupado por cazadores-recolectores originarios del
Complejo Itaquí (Tradición Umbú). Sin embargo, las recientes actividades
geoarqueológicas realizadas en los perfiles de mayor resolución en las barrancas del sitio,
permitieron el reconocimiento de distintas unidades de suelos holocenos que podrían
presentar vestigios de esta tradición, aunque no se visualizaron artefactos culturales en
estas unidades superiores.

Los recientes estudios geoarqueológicos en el sitio Laranjito consistieron en el


registro de 5 perfiles estratigráficos a lo largo de la barranca expuesta en el área. Los
Perfiles 1 y 2, distando el segundo unos 25 m al este del primero. El Perfil 3, representado
por una primera excavación que adentra en la barranca del sitio, mide 2 x 2 m (4m 2) y
2.80 m de profundidad, que dista 50 m al oeste del perfil 1 (figura 3). Los Perfiles 4 y 5
distan sólo 6.70 m al sur entre sí, situados a 120 m en el sentido oeste del Perfil 1, éste es
utilizado como referencia base para las correlaciones estratigráficas propuestas para el
área del sitio. También se realizaron 7 sondeos de 1x1 m (7m 2) en el entorno del área
seleccionada para estudio, así como dos excavaciones arqueológicas, denominadas E1
(4m2) y E2 (6m2).
Figura 3: Barranca del sitio: Laranjito, donde es posible visualizar la ubicación de los perfiles geoarqueológicos (P1, P2
y P3). Imagen de Viviane Pouey Vidal.

Perfiles estratigráficos y sondeos: el registro geoarqueológico

Perfil 1

El Perfil 1 registrado en la barranca del sitio Laranjito abarcó el registro


estratigráfico más completo, desde la parte de arriba de la barranca hasta su base, a 305
cm. Las unidades estratigráficas son presentadas en la siguiente tabla (Tabla 1) y en el
dibujo del Perfil 1 (figura 4). Tanto en este como en los otros perfiles relevados en el área
se utilizó la perspectiva pedoestratigráfica para su descripción.

El perfil 1 se utilizó durante la investigación como guía para la correlación


estratigráfica entre los perfiles del sitio que presentan unidades estratigráficas similares y
para comparar con la estratigrafía del sitio Casualidade (Tabla 1).
Las comparaciones estratigráficas en el sitio arqueológico demuestran que la
unidad V en el Perfil 4, así como en el Perfil 3 fue totalmente erosionada. En este caso,
las unidades arqueológicas 3 y 4 representadas por la Formación Touro Passo en el Perfil
4 están relacionadas con la unidad VI del Perfil 1.

PERFIL I: SITIO RS-I-69: LARANJITO


PROFUNDIDAD Textura Color Tabla Estructura Rasgos % pH Unidad
Munsel en Pedológicos MO Estratigráfica.
seco
0-60 cm FAr (10 YR 4/4) Masiva Raíces 1 5.6 I
Marrón
oscura
60-105 cm F (10 YR 2/3) Bloques Raíces 1 5.6 II
Oscura grandes
debeles a
moderados
105-210 cm A (10 YR 3/4 a Bloques Concreciones 1 5.6 III
2/3) Marrón pequeños a de FeO y
oscura medianos nódulos de Mn
fuertes
210-250 cm FAr (10 YR 3/4 a Bloques Concreciones 0.2 5.7 IV
8/4) Marrón a medianos a de FeO y
naranja moderados nódulos de Mn
250-275 cm FAr (10 YR 3/3 a Massiva y Concreciones 0.2 5.3 V
3/4) Amarillo bloques de FeO y
anaranjado debeles nódulos de
masante a Mn, Fm. Touro
marrón Passo
275-305 cm FA (10 YR 3/3 a Massiva Concreciones 0.6 6.1 VI
8/4) Amarillo de FeO mais
anaranjado grandes y más
masante a duras, Fm.
Naranja Touro Passo
Tabla 1: Atributos litológicos y morfológicos del Perfil 1. Texturas: Franco (F), Franco Arcilloso (FAr) Arcilloso (A). Franco
Arenoso (FA). Tomado de Pouey Vidal (2018).
Figura 4: Perfiles (1-4) estratigráfico-sedimentológicos registrados en el sitio Laranjito. Se observa a partir del Perfil 1
que las unidades estratigráficas son similares y que la Fm. Touro Passo está ubicada a 250cm; 230cm y 188cm. En el
Perfil 3 se ubica a 230cm con material lítico in situ. Tomado de Pouey Vidal (2018).

El Sítio Arqueológico Casualidade

El sitio arqueológico Casualidade dista 152 m al este del sitio Laranjito, en un área
de campo, y también se considera un sitio arqueológico asociado al período de transición
Pleistoceno tardío - Holoceno temprano. Las informaciones topográficas indican que el
sitio Laranjito está ubicado en la barranca del río Uruguay a 48 m de altitud, mientras que
el sitio Casualidade se halla a 49 m de altitud.

Los perfiles estratigráficos realizados en el sitio Casualidade permitieron


identificar artefactos in situ en los horizontes de suelo C1 y C2 relacionados con la
Formación Touro Passo, que se halla pedogenizada en su parte superior y cuyas
características originales se evidencian en este sitio a partir de los 60 cm de profundidad
(horizonte C1 o unidad VI). En el sitio Laranjito esta formación sólo fue identificada en
algunos perfiles estratigráficos en la barranca a partir de los 230 cm de profundidad, esto
puede ser debido a la posición del sitio junto al río Uruguay y a su ubicación 1 m por
debajo del sitio Casualidade.

Resultados

El Perfil 1 ha sido registrado en el barranco del sitio Casualidade donde han sido
evidenciados artefactos arqueológicos y como ha sido mencionado, es utilizado como
guía para las correlaciones entre los demás perfiles del sitio (figura 5). En este perfil han
sido reconocidas cinco unidades estratigráficas que corresponden a diferentes horizontes
de un perfil de suelo directamente desarrollado sobre la Formación Touro Passo. Como
se puede ver en el dibujo del Perfil 1 registrado en el sitio Laranjito, éste posee depósitos
y suelos superpuestos a la Formación Touro Passo. Los artefactos arqueológicos en el
sitio Laranjito también fueron identificados in-situ entre los horizontes C1y C2 como
ocurre en el sitio Casualidade.

El sitio Casualidade, como se mencionó, se sitúa en una posición más elevada en


el paisaje. En este caso, se observa la ausencia de depósitos arqueológicos sobre la
Formación Touro Passo, solo se registra el desarrollo de un suelo con varios horizontes,
indicando mayor estabilidad. Los horizontes de suelo C1 (60 cm) y C2 (70-340 cm)
representan a la Formación Touro Passo con materiales arqueológicos in situ en
estratigrafía. En el Perfil 1 del sitio Casualidade se registraron artefactos entre los 60 cm
y los 115 cm. En el Perfil 2 a los 80 cm y en el Perfil 3 se identificaron lascas en arenisca
a 60 y 70 cm.
Figura 5: Correlación Estratigráfica entre las secuencias de los sitios arqueológicos: RS-I-69: Laranjito y Casualidade.
Representación de la Formación Touro Passo (Fm. T.P) en los perfiles estratigráficos. Tomado de Pouey Vidal (2018).

Los sitios Casualidade y Laranjito están ubicados entre cuatro afloramientos


rocosos, denominados en esta investigación como sitios Taller: Taller Casualidade 1-2,
Taller Laranjito y Taller Granja Trindade. El Taller 1 dista 150 m al norte del área donde
fueron recolectados los conjuntos de lascas y micro-lascas in situ. Este afloramiento de
areniscas posee bloques con la superficie cubierta de óxidos de manganeso (MnO) y
evidencias de extracciones de materia prima.

El sitio Casualidade también fue interpretado como un sitio residencial-logístico


a cielo abierto, similar al sitio Laranjito, donde se realizaron actividades múltiples como
aprovisionamiento y manufactura de artefactos. Las actividades geoarqueológicas en los
perfiles estratigráficos permitieron identificar que las capas con ocupaciones del sitio
Casualidade, también se encuentran en la Formación Touro Passo en la planicie de
inundación. En cuanto a los recursos disponibles en el área de los sitios Laranjito y
Casualidade es posible mencionar al río Uruguay, sus afluentes y bosques de ribera, como
principales fuentes para la obtención de agua, pesca, caza y recolección de frutos y otros
vegetales.

En los sítios Casualidade y Laranjito no fue posible encontrar carbón para realizar
dataciones. En ese caso, se tomaron muestras de sedimentos para dataciones por Optically
Stimulated Luminescence (OSL), aunque no se cuenta con resultados hasta el momento.
Bajo estas circunstancias, los análisis de futuras muestras corroborarán con nuevas fechas
la antiguedad de estos sitios ubicados en las planicies aluviales del rio Uruguay. Sin
embargo, en la misma investigación fue posible fechar el sitio Barranca Grande, Perfil 1,
en el área tipo donde Bombin (1976) definió la Formación Touro Passo.

La muestra del carbón recogido a 390 cm, unidad VI asociada con material lítico,
fue enviada para análisis en la Universidad de Arizona, fechada por el Accelerator Mass
Spectrometry Laboratory (AMS) y resultó en una datación de 9.903 ± 35 años 14C AP
(AA108670). A 450 cm de profundidad fueron recuperados troncos carbonizados, la
muestra fue enviada para análisis al Laboratorio de Radiocarbono (ex Latyr) - Centro de
Investigaciones Geológicas del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas (CONICET) en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Argentina, y
resultó en una datación de 10.470 ± 130 años 14C AP (LP 3393).

De esta manera, las nuevas dataciones para el sitio Barranca Grande comprueban
que las ocupaciones cazadoras-recolectoras tempranas registradas en los sitios
arqueológicos de la localidad arqueológica Touro Passo: RS-I-66: Milton Almeida,
Barranca Grande, Laranjito y Casualidade fueron contemporáneas y se asentaron sobre el
miembro lamítico (superior) de la Formación Touro Passo (Bombin, 1976; Miller, 1987;
Pouey Vidal, 2018). El proceso de ocupación humana en la Localidad Touro Passo,
también es contemporáneo al registrado en el Uruguay, que se viene posicionado en el
contexto regional con una antigüedad cercana a los 10.400 años 14C AP (Hilbert, 1985;
1991; Castiñeira, 2008; Suárez, 2010).

En el sitio Casualidade las actividades geoarqueológicas, también posibilitaron el


registro de las unidades estratigráficas en los perfiles y de los artefactos in situ en las
capas arqueológicas, así como observar la dispersión de los materiales en superficie, en
las cárcavas erosivas, enterrados en los horizontes estratigráficos de la Formación Touro
Passo y redepositados en el área. Estos datos observados en el sitio permitieron
comprender su contexto geoarqueológico y estratigráfico, así, no fue necesario realizar
excavaciones en el sitio para esta etapa. Con la continuidad de las investigaciones en el
área se dedicará mayor atención a las excavaciones arqueológicas en el sitio Casualidade.

B. GEOARQUEOLOGÍA ALUVIAL Y OCUPACIÓN HUMANA EN EL


MAGDALENA MEDIO (COLOMBIA)

La cuenca del río Magdalena es, entre las andinas, la más extensa del norte de
Suramérica, comprende una red fluvial que discurre en dirección sur – norte, reuniendo
las aguas de las tres cordilleras colombianas. Su fuente principal es el río Magdalena, el
cual corre de sur a norte entre las cordilleras Central y Oriental. En su división, el
Magdalena medio, es un área geográfica que actualmente está comprendida entre el sitio
de Bodega Central, Departamento del Cesar, en su extremo norte, y los límites de los
departamentos de Caldas, Cundinamarca y Tolima al sur. Debido a que su altura promedio
está por debajo de los 500 m.s.n.m, el clima predominante es cálido, con temperaturas
promedias de 27° C, ecológicamente prevalece el Bosque Húmedo Tropical.

El paisaje de la cuenca está encajado en una depresión tectónica entre las


cordilleras Central y Oriental. El mesopaisaje del Magdalena centro, en su vertiente
occidental (área de investigación), está compuesto por el valle principal del río
Magdalena, al cual se unen los valles intermedios, formados por los ríos Gualí, Guarinó,
Purnio y Doña Juana, por terrazas erosionadas, a manera de cerros escarpados,
desarrolladas en mantos sedimentarios entre conglomeráticos y lodolíticos de edad
pliopleistocénica denominadas Formación Mesa; y por las terrazas cuaternarias del fondo
del valle, de sedimentos no consolidados, que vienen siendo disectados por las fuentes
permanentes y las escorrentías (Bermúdez, 2020).

Más exactamente en la meso escala del área, entre las cuencas bajas de los ríos
Guarinó y Purnio, la topografía de terrazas es predominantemente plana; geológicamente,
constituyen el Cuaternario más reciente. Estas terrazas tienen su origen en inundaciones
estacionales y deposiciones coluviales. En algunos casos los deshielos, en las partes altas
de la cordillera Central, produjeron lahares que movilizaron masas de materiales hasta el
fondo del valle, las cuales fueron retransportadas y redepositadas, en las planicies de
inundación.

Tanto los factores neotectónicos, como los climáticos, la dinámica del río y los
eventos volcánicos, influyeron directamente en la formación geomorfológica de la zona.
Es importante destacar que las actuales cimas de las terrazas y de las colinas aisladas,
hicieron parte de paleoplanicies superpuestas, entre las que, las superficies más recientes
y estables, corresponden a las dinámicas del Holoceno medio.

Dinámica Fluvial y Geoarqueología en el Magdalena caldense

La historia arqueológica de la cuenca del río Magdalena es bastante larga, se


conocen ocupaciones desde el pleistoceno final, hasta los períodos del contacto con los
europeos (Correal & Van der Hammen, 2001; Salgado Llanos & Gómez, 2007; López,
2008; Bermúdez, 2020). La multiplicidad de grupos, sus modelos de apropiación, manejo
y uso del espacio han sido estudiados en una buena cantidad de programas de arqueología
preventiva y algunos proyectos de investigación por parte de las universidades que tienen
influencia en la región.

Dentro de las mencionadas intervenciones arqueológicas, específicamente en el


Magdalena centro, muestran varios momentos en los que las cronologías dejan ver
silencios arqueológicos que no han sido explicados satisfactoriamente en muchos casos.
Los diferentes sitios que han sido reportados apenas presentan descripciones sobre sus
procesos de formación lo que hace obligatorio volver a analizar sus estratigrafías y
elaborar los modelos comparativos, de tal modo que se puedan correlacionar algunos
eventos de carácter regional que pudieran haber afectado las decisiones humanas.

La zona en cuestión no está influenciada únicamente por las dinámicas fluviales


de esta parte de la cuenca, sumado a ellas, tenemos procesos de vulcanismo complejos en
la cordillera Central, particularmente el segmento norte, que han sido reportados
históricamente (Orozco, 2001; Méndez, 2002). Lo registrado en los sitios arqueológicos
del piedemonte y la planicie fluvial, indican que la actividad de caída de cenizas de
diferente granulometría, ha estado activa por lo menos desde el Pleistoceno hasta el
Holoceno reciente. Específicamente en los sitios de la planicie de inundación, las
estratigrafías indican retransporte de materiales piroclásticos de diferente energía, suelos
cumúlicos asociados a desborde y en algunos lugares desarrollo de suelos con
características ándicas.

Para un mayor detalle en la interpretación, son necesarias las descripciones de una


variedad de sitios visitados que mencionamos a continuación.
Con el fin de analizar el problema geoarqueológico de la zona de estudio, fue
necesaria una metodología que permitiera el análisis contextual del problema: En la
primera fase, los esfuerzos se concentraron en elaborar un contexto fisiográfico
semidetallado a partir de los mapas geológicos, la cartografía base del IGAC desde
1:100.000 hasta 1:10.000, los mapas de suelos y bosques y finalmente de los mapas
históricos disponibles de los últimos 200 años. El análisis de imágenes se hizo con las
aerofotografías adquiridas en el IGAC y las disponibles en la internet. Con base en esta
información, se definieron en la semi-micro escala los pisos altitudinales, las redes de
drenajes, las pendientes, las formaciones geológicas y los mosaicos de flora,
considerándolos como aspectos que inciden tanto en el desarrollo natural de los suelos,
como en factores de transformación de los posibles sitios arqueológicos, que nos pueden
ayudar para la interpretación del uso y apropiación por parte de los seres humanos de los
ecosistemas pasados.

En la segunda fase se realizó la lectura del paisaje in situ, en ella se delimitó la


subregión a estudiar (figura 6), teniendo en cuenta las fronteras propuestas desde el inicio:
El río Magdalena al Oriente, la desembocadura de los ríos Guarinó y la quebrada Yeguas
al Magdalena, al sur y al norte respectivamente y la Formación Mesa al occidente; se hizo
la identificación de los diferentes procesos geológicos y geomorfológicos, para construir
un mapa representativo del ambiente local.
Figura 6: Conjunto de sitios comparados en este trabajo. Autor: Mario Bermúdez.

Con los resultados de las lecturas remotas y en terreno, propusimos visitas


dirigidas a las terrazas superiores, en las que la estabilidad de mediano o largo plazo
permitiera el desarrollo de paleosuelos; seguidamente el área se subdividió en sectores y
se hicieron los recorridos de control. En ellas se ubicaron sitios en los que los perfiles
expuestos por la erosión mostraran secuencias sedimentarias y pedoestratigráficas,
además se excavaron calicatas profundas. De los aproximadamente 30 puntos de
observación reconocidos, en los que se hicieron más 50 lecturas de perfil, se escogieron
los 14 más completos. La descripción de los perfiles de las paredes erosivas y de las
calicatas, a lo largo del área de muestreo, nos permitieron hacernos una visión general de
la estratigrafía reciente (figura 7).
Figura 7: Esquema pedoestratigráfico de algunos de los perfiles descritos. Tomado de Bermúdez (2020).

Para el análisis en este trabajo, se escogieron los 7 perfiles más consistentes, entre
los 14 que se tomaron como unidades de muestreo, esto porque la estratigrafía se presentó
con mayor claridad, además porque en ellos se registró la existencia de un horizonte A,
fácilmente diferenciable, sepultado aproximadamente a 1m, el cual se clasificó como un
2Ab, considerado como la superficie de un paleosuelo; estos fueron de sur a norte los
sitios Waira 1 y 2, Santa Cecilia 1,Charca de Guarinocito, Campus Universitario, El
Aeropuerto y Quebrada Yeguas. Los sitios de Quebrada Burras, Santa Cecilia 2, El
Cementerio 1 y Palos Verdes, no tienen en la secuencia estratigráfica el mencionado
paleosuelo, en ellos se observan secuencias sedimentarias de desborde fluvial sin
estabilidades paleoclimáticas de temporalidad suficiente.

Los sitios de Pipintá y El Cementerio 2, son sitios superficiales sobre sedimentos


semiconsolidados de conglomerados en los que predominan cantos de composición
“pumítica”. Finalmente, el sitio de Caño Seco y los situados en la terraza actual del río
Magdalena son sitios con estratigrafías de aluviones recientes no consolidados. Por la
cercanía todos los sitios se encuentran bajo la influencia de las mismas condiciones
meteorológicas y bióticas, caracterizadas por una temperatura superior a los 30ºC, una
temperatura edáfica por encima de los 25ºC, isohipertérmica, un régimen de humedad
ústico; la capacidad de drenaje está entre moderadamente y bien drenado, en una
topografía plana con pendientes menores al 3%.

Resultados

La problemática de los silencios arqueológicos en la cuenca media del río


Magdalena, desde el inicio de las ocupaciones a finales del Pleistoceno, apenas ha sido
analizada desde un enfoque geoarqueológico de mediana escala (López & Realpe, 2000;
López & Realpe, 2015; Gómez & López, 2019; Bermúdez, 2020). Esta afirmación se
refiere a que los análisis del paisaje como sitio, no son una posición común en los planes
metodológicos de los proyectos de arqueología, tanto preventiva, realizados en las
diferentes obras de infraestructura, como en la investigación básica.

Tomando como base las lecturas pedoestratigráficas realizadas en los perfiles


mencionados, es necesario comentar que, en la totalidad del área de estudio, los suelos
superficiales descritos están compuestas por secuencias de horizontes A – AC – C. Para
su clasificación se debe tener en cuenta que corresponden a ambientes edáficos bajo un
régimen de humedad ústico, isohipertérmicos, cuyos materiales parentales son
retransportados, de origen fluvial, y que por sus condiciones geomorfológicas se
consideran de corta temporalidad (Holoceno medio y tardío), por lo que se pueden
clasificar como Ustifluventes típicos.

Tanto en los lugares presentados, como en los sitios arqueológicos de la zona, es


común la presencia de un horizonte A superficial relativamente espeso, bien estructurado,
presenta ganancia de materia orgánica bajo condiciones favorables, pero se degrada y
mineraliza con facilidad. Los horizontes subsuperficiales, de estas primeras secuencias
pedoestratigráficas, son de texturas medias, no hay indicios de condiciones redox, lo que
implica que no se anegan continuamente. Como se dijo, en la totalidad no se observan
horizontes B, ni siquiera incipientes, lo cual es un indicador de que el factor tiempo es
relativamente corto, es decir, son suelos muy jóvenes.

En los perfiles compuestos por varias secuencias pedoestratigráficas, en las


subsuperficiales, después de que termina la primera, se observa la presencia de un
horizonte A enterrado (2Ab), bien estructurado, semicompactado no muy espeso, con
porcentajes de arcilla mayores que sus suprayacentes, ya que sus texturas son francas o
franco arenosas. El color de éste es oscuro, lo cual indica acumulación de materia
orgánica, que ha perdurado en el tiempo.

Estos horizontes 2Ab, suprayacen a horizontes 2ACb y capas sedimentarias 2Cb


y 3Cb, las cuales nos permiten pensar que, de un lado, las condiciones ambientales que
actuaron en sus procesos de formación, tuvieron características concordantes con las que
generaron las secuencias de suelos actuales; de otro lado, al observar las características
de las capas C arenosas, las cuales sirven de soporte y material parental y que, en algunos
casos muestran condiciones redox, podríamos afirmar que son unidades cumúlicas de
corta duración, producto del desborde de las fuentes hídricas, además, al igual que en la
secuencia superficial no se observan horizontes con propiedades que los puedan clasificar
como horizontes B.

Con base en esto podemos concluir que, la segunda secuencia pedoestratigráfica


se puede clasificar como un suelo sepultado o paleosuelo, ya que se extiende por las
terrazas aluviales altas de toda el área de estudio (figura 7). Este paleosuleo se puede
clasificar como un Ustifluventes típico.

Como hemos venido exponiendo, los sedimentos que sirven de materiales


parentales a las dos secuencias pedoestratigráficas, son producto de procesos de desborde
fluvial de diferente energía, los cuales acarrearon, además de los materiales de las
formaciones geológicas que confinan el río, en esta margen, materiales ígneos extrusivos,
que son originarios de la cadena volcánica de la cordillera Central, y que son
transportados desde las cabeceras por las fuentes hídricas que fluyen hacia la fuente
principal.

En las secuencias superficiales y subsuperficiales se reportaron estratos o capas C


de diferente granulometría, que sirvieron de material parental a los suelos. La
composición mineralógica de estas es principalmente ígnea extrusiva (pumitas, tobas,
ignimbritas) fragmentos de rocas cuyos componentes minerales son félsicos y máficos,
como plagioclasas, micas y cuarzos y piroxenos y olivinos, y, respectivamente, muchos
de ellos bien preservados o en proceso de meteorización inicial, lo que podría indicar
edades no prolongadas.

Al consultar los diferentes estudios sobre la actividad volcánica de la cordillera


Central (Orozco, 2001; Méndez, 2002; SGC, 2017) se puede concluir que, en el pasado
reciente, geológicamente hablando, se produjeron en las laderas altas flujos piroclásticos,
caída de bloques y nubes de cenizas tamaño arena, y en las laderas medias y bajas, lluvias
de polvo con granos desde arenas finas hasta limos finos. Se debe tener en cuenta que, en
las temporalidades en las que las cimas más altas se encontraban nevadas, en los procesos
eruptivos se produjeron deshielos masivos, los que a su vez generaron avalanchas,
arrolladas torrenciales y lahares que transportaron los materiales hasta el piedemonte
occidental de la cordillera y el fondo del valle, desde el río Coello al sur hasta el río
Guarinó al norte, materiales que fueron gradados y retransportados por la red de drenaje
en los pulsos estacionales. En las temporalidades de mayor precipitación, las corrientes
principales aumentaron el caudal del río, hasta el punto de causar inundaciones de las
terrazas, inferiores, tal y como ocurre en la actualidad, lo cual causa procesos de
acumulación de materiales, mientras que en las temporadas secas las superficies fueron
colonizadas por la biota

Estas hipótesis son sustentadas de un lado, por la ausencia de sitios arqueológicos


en las planicies planas, los pocos que se han detectado se encuentran en las cotas más
altas de las terrazas y las colinas de la Formación Mesa; y de otro lado por la presencia
del paleosuelo en la terraza más alta y las secuencias sedimentarias de las terrazas bajas,
que han sido erosionadas por las escorrentías durante los últimos milenios. Este
paleosuelo ha sido fechado en dos sitios y a pesar de que los resultados difieren, es
necesario tener en cuenta que son promedios de la acumulación de materiales orgánicos
en el proceso de laterización y humificación (figura 7). La datación obtenida en el sitio
del Campus Universitario, realizada en el Laboratorio de Radiocarbono (LATYR), fue de
3.490 ± 100 años 14C AP y las dataciones en la Charca de Guarinocito, realizadas en el
laboratorio ETH Zurich de la universidad de Zúrich en Suiza, solicitadas por equipo de
investigadores del Servicio Geológico Colombiano (SGG) (Monsalve et al., 2021;
Martínez et al., 2021), fue de 4.042 ± 24 y 2.264 ± 23 años 14C AP.

Esto puede estar implicando que, los materiales sedimentarios acumulados en la


base de la terraza superior desde el sitio Waira 1 y 2, hasta la quebrada Yeguas, los cuales
subyacen la secuencia pedoestratigráfica y están compuestos de arenas y clastos
“pumíticos”, son el resultado de dinámicas de inundación con las mismas características
que tienen los eventos que suceden en actuales en las terrazas bajas (Qp- Qca), en las
cuales se acumulan sedimentos arenosos y limosos en los momentos de máximo caudal.
C. DINAMICA FLUVIAL Y PROPIEDADES DEL REGISTRO
ARQUEOLOGICO EN LAS PLANICIES ALUVIALES DEL SUDESTE
PAMPEANO (ARGENTINA)
Los procesos que dan forma al paisaje y a la estratigrafía fluvial modelan también
algunas propiedades básicas del registro arqueológico que contienen, como su
distribución, densidad y resolución temporal (Reid Ferring, 1986; Waters, 2000). En las
planicies aluviales de la región pampeana argentina la dinámica de sedimentación-erosión
y los eventos de estabilidad (pedogénesis) ocurridos durante el Pleistoceno tardío -
Holoceno dieron forma a la evidencia antrópica de los grupos cazadores-recolectores
brindándole particulares patrones espacio-temporales a escala regional. En estos valles el
registro arqueológico se concentra principalmente en unidades pedoestratigráficas
(suelos) desarrolladas durante dos intervalos cronológicos: la transición Pleistoceno-
Holoceno y el Holoceno tardío. Así, estos dos suelos resultan los contenedores
privilegiados de la evidencia cultural a escala regional. Esta situación avaló inicialmente
la idea de una discontinuidad en la ocupación de los valles pampeanos, un virtual “silencio
arqueológico” durante el Holoceno temprano-medio, es decir, entre la formación de esos
dos suelos.

Una forma de analizar ésta y otras problemáticas arqueológicas similares es


mediante un abordaje geoarqueológico que evalúe cómo se halla expresado el Holoceno
en estos valles, examinando qué características poseen los depósitos y los suelos
representados, así como las discontinuidades temporales que puedan existir entre ellos.
Se pone de esta manera el foco en las unidades contenedoras y en las propiedades que
éstas le brindan al registro arqueológico, antes que en los propios materiales culturales.

Los valles pampeanos analizados corresponden tanto a cursos fluviales de bajo


orden en la cuenca de drenaje (arroyos, con pocos tributarios) como a cursos de elevado
orden (colectores o ríos principales, con numerosos tributarios). Esta diferencia en el
número de orden de un curso genera desde un principio expectativas estratigráficas
diferentes. Esto ocurre porque la posición jerárquica que un curso posee en la cuenca de
drenaje establece su potencial para la preservación sedimentaria (Bettis & Mandel, 2002).
Los cursos de bajo orden representan el área de captación, transporte y mayor poder
erosivo en la cuenca de drenaje. Poseen una menor capacidad para albergar sedimentos y
presentan mayores discontinuidades respecto a los cursos de elevado orden. Estos últimos
se vinculan con valles de mayor desarrollo y poseen una mejor preservación estratigráfica.
En esta contribución se sintetizan resultados de investigaciones geoarqueológicas
realizadas en los últimos años que permitieron avanzar en el conocimiento de algunos
patrones cronológicos observados en el registro arqueológico presente en cursos de bajo
y elevado orden en la planicie interserrana del sudeste pampeano (figura 8).

Figura 8: Mapa de la región de estudio en la planicie interserrana, sudeste pampeano, Argentina. [Arroyos: 1. Tapalqué,
2. San Jacinto, 3. Cristiano Chico, 4. Cortaderas, 5. Nutria Mansa, 6. Claromecó. Ríos: 7. Quequén Grande, 8. Quequén
Salado.]. Tomado de Favier Dubois et al. (2017).

Casos de Estudio

Con el objetivo de estudiar la estratigrafía y evaluar la dinámica fluvial a lo largo


del Holoceno en el área de estudio desde un abordaje geoarqueológico, se analizaron
localidades arqueológicas ubicadas en dos cursos principales de elevado orden (ríos
Quequén Grande y Quequén Salado) y en seis cursos menores de bajo orden (arroyos
Tapalqué, San Jacinto, Cristiano Chico, Cortaderas, Nutria Mansa y Claromecó) (figura
9). Se trata de ríos y arroyos de llanura que se alimentan principalmente de la infiltración
subterránea. La región posee un clima templado húmedo, con valores de precipitación
media anual de 800 mm y de temperatura media anual de unos 14º C. La vegetación
natural corresponde a praderas herbáceas, pero éstas se hallan intensamente modificadas
por la agricultura intensiva y la ganadería. Los cursos de agua poseen mediana sinuosidad
y se encuentran encajonados a expensas de la excavación de sus propios cauces, por lo
que dejan expuestos depósitos aluviales antiguos que afloran en sus barrancas (figura 9).
Estas barrancas poseen variable desarrollo vertical (siempre mayor en los cursos de
elevado orden) y brindan visibilidad para las prospecciones arqueológicas (detección de
evidencia cultural) facilitando además el mapeo y la correlación de las unidades
estratigráficas reconocidas.
Los sitios arqueológicos ubicados en las planicies aluviales de estos cursos
cuentan con edades radiocarbónicas que brindan cronología a las unidades estratigráficas
que los contienen, permitiendo evaluar su representación temporal. La estratigrafía
aluvial en cada caso se estudió a escala puntual y local (sitio arqueológico y área
adyacente al mismo), caracterizando las unidades y los ambientes representados a lo largo
de la secuencia y su comparación a escala regional (Waters, 2000). Para el estudio de los
perfiles se privilegió una perspectiva pedoestratigráfica que permite una estimación más
adecuada de la representación temporal en las secuencias bajo estudio y una mejor
caracterización de los procesos postdepositacionales (Holliday, 1992). En cada unidad se
tomaron muestras para análisis granulométricos (a fin de evaluar el ambiente de
depositación), pH (condiciones geoquímicas de preservación) y porcentaje de materia
orgánica (intensidad de los procesos pedológicos de humificación).

Resultados
1. Cursos principales (ríos): en estos cursos las secuencias estratigráficas registran
depósitos fluviales, fluvio-lacustres y, ocasionalmente, eólicos, así como algunos
paleosuelos, con cronologías que corresponden al Pleistoceno tardío y a diferentes
momentos del Holoceno. La secuencia comienza con sedimentos fluviales del Pleistoceno
tardío referibles al “Lujanense” o Miembro Guerrero de la Formación Luján en la
geología regional (Fidalgo et al., 1973) (figura 9a y b, unidad 1).

A continuación, se registra un intervalo de pedogénesis que corresponde al


denominado Suelo Puesto Callejón Viejo (SPCV, figura 9a, unidad 2) que indica el inicio
de condiciones de mayor humedad y temperatura correspondientes a la transición
Pleistoceno-Holoceno en la región. Este paleosuelo posee edades entre 9.000 y 10.000
años 14C AP (Zárate et al., 2000) y representa el contexto de hallazgo más frecuente de
los sitios arqueológicos tempranos con fauna pleistocénica en los valles pampeanos.
A este paleosuelo lo suprayacen depósitos finos, en ocasiones laminados de origen
fluvio-lacustre (figura 9a, unidad 3) en los que se intercalan suelos palustres (pantanosos)
de escaso desarrollo. Esta unidad corresponde al Holoceno temprano-medio, referible al
“Platense” o Miembro Río Salado de la Formación Luján (Fidalgo et al., 1973). La misma
contiene muy escaso registro arqueológico a escala regional. La evidencia se restringe a
algunos hallazgos sobre suelos palustres en el valle del Quequén Grande (sitio Paso Otero
4), y a acumulaciones de huesos retransportados por este río que, en forma previa a los
estudios geoarqueológicos, habían sido consideradas como un descarte cultural in situ
(sitio Paso Otero 1) (Favier Dubois, 2006).
Sobre estos depósitos lacustres y palustres se desarrolla el segundo intervalo
importante de pedogénesis regional, un paleosuelo que se ve representado en numerosos
valles, oscuro, rico en materia orgánica y en ocasiones de carácter acumulativo,
denominado Suelo Puesto Berrondo (SPB) (Fidalgo et al., 1973). Su desarrollo indica un
descenso de la capa freática que alimentaba los bañados y lagunas previamente formados,
descenso que se hallaría relacionado con un cambio hacia condiciones más secas (Zárate
et al., 2000). La cronología de este suelo supera en ocasiones los 4000 años 14C AP (Favier
Dubois, 2006) y suele contener abundante evidencia arqueológica, aunque su continuidad
temporal es variable al igual que su desarrollo relativo.
Sobre este paleosuelo se registra la alternancia recurrente de pulsos de
sedimentación (eólica o fluvial) y períodos de estabilidad (formación de suelos) en las
planicies aluviales (Figura 9a y b, unidad 4).

Figura 9: Estratigrafía de cursos fluviales pampeanos de elevado orden y de bajo orden: a) río Quequén Grande
(Localidad Paso Otero); y b) arroyo Cristiano Chico (Localidad Las Brusquillas). Se numeran las unidades estratigráficas
representadas en cada sitio (ver texto), nótese la ausencia de dos de ellas (2 y 3) en el caso b. Imágenes de Cristian
Favier.
2. Cursos menores (arroyos): en estos pequeños valles casi no se han encontrado
evidencias arqueológicas del Holoceno temprano-medio, pero esto ocurre porque se
hallan muy poco representadas las unidades fluviales de esa cronología que deberían
contenerlos, éstas son los depósitos fluvio-lacustres del Miembro Río Salado. En la
estratigrafía de estos valles, aunque con algunas excepciones, se observa que los
sedimentos/suelos del Holoceno tardío (figura 9b, unidad 4) apoyan, separados por una
discordancia erosiva, sobre los correspondientes al Pleistoceno tardío (figura 9b, unidad
1), existiendo una clara discontinuidad estratigráfica y temporal.
De esta forma, el registro arqueológico se concentra en los suelos del Holoceno
tardío. Cabe aclarar que el desarrollo de estos suelos, ricos en materia orgánica, ha
perturbado las unidades pleistocénicas que los infrayacen, atravesadas por sus raíces. La
filtración de compuestos húmicos hacia estas unidades inferiores contaminó a los huesos
de megafauna presentes en ellas constituyendo un contexto adecuado para el
rejuvenecimiento de sus edades radiocarbónicas. Este proceso avaló la idea de la
supervivencia de algunos megamamíferos en el Holoceno (géneros Doedicurus y
Megatherium) en la región pampeana, como en el caso de los sitios tempranos La
Moderna (arroyo Azul) y Campo Laborde (cuenca del arroyo Tapalqué) (Favier Dubois
et al., 2017 y citas allí).
Si nos preguntamos entonces por las causas de la virtual ausencia de registro
arqueológico durante el Holoceno medio en los cursos principales (elevado orden), ello
se relaciona con los tipos de ambientes representados por las unidades aflorantes para este
intervalo, muy poco propicios para la ocupación humana, como son bañados, lagunas
someras y suelos palustres que caracterizan al Miembro Rio Salado. Tales depósitos son
los que resultan mejor representados para ese lapso temporal en los perfiles expuestos de
los ríos pampeanos más importantes (unidad 3 en figura 9a). Esto brinda un panorama de
ausencia de registro arqueológico durante varios milenios. Por debajo y por encima de
estos depósitos, los principales suelos desarrollados (SPCV y SPB, unidades 2 y 4 en
figura 9a) constituyen unidades del paisaje mucho más aptas para las actividades
humanas, dado que se trata de superficies estables. Ello los convierte en concentradores
de la evidencia arqueológica en la estratigrafía de las secuencias aluviales a escala
regional, a la vez que en condensadores de tiempo, por lo que pueden superponer
ocupaciones diacrónicas en su horizonte A.
En los cursos menores (bajo orden), el principal factor que explica la escasez de
evidencia arqueológica para el Holoceno temprano-medio es la baja o nula representación
de unidades estratigráficas de esa cronología (figura 9b). De esta manera, al sesgo de tipo
paleoambiental de los cursos mayores se le suma un sesgo de tipo estratigráfico (hiato)
en los menores, generando la idea de un vacío arqueológico para ese lapso.
Si graficamos la acumulación de sedimentos en estas planicies aluviales con líneas
alzadas (cuanto más vertical más rápida) y sus pausas con líneas horizontales (indicando
estabilidad y formación de suelo) se obtiene un panorama la dinámica fluvial a lo largo
del tiempo (figura 10, ver también Holliday, 1992), que incluye el efecto de las
discontinuidades erosivas (figura 9b). Esta dinámica modelará propiedades básicas del
registro arqueológico, como su distribución vertical (dispersión o concentración), sus
hiatos y su resolución temporal. Tal dinámica será diferente para cada valle en estudio y
le podrá brindar propiedades diferentes al registro arqueológico en cada caso.

Figura 10: Dinámica de sedimentación-pedogénesis a lo largo del tiempo en a) río Quequén Grande (sitio Paso Otero
5); y b) arroyo Cristiano Chico (Localidad Las Brusquillas). También se grafica una importante dicontinuidad erosiva.
Elaboración de Cristian Favier.

Respecto a las condiciones de preservación de los materiales orgánicos en estas


secuencias aluviales, los valores de pH obtenidos en las muestras de sedimento se
encuentran entre 8 y 9, indicando condiciones bastante alcalinas. Tales condiciones
atentan contra la preservación del colágeno óseo, proteína sobre la que se realizan las
dataciones radiocarbónicas. Al verse muy disminuida la cantidad del colágeno original
en los huesos, se potencian contaminantes como los compuestos húmicos procedentes de
suelos, situación que dio como resultado la obtención de edades más jóvenes a lo esperado
en huesos de megafauna, como fue antes señalado.
D. PERFILES ESTRATIGRÁFICOS DEL RIO ARAGUAIA (BRASIL):
DINAMICA FLUVIAL, PALEOAMBIENTES Y OCUPACIONES HUMANAS

La cuenca hidrográfica del río Araguaia drena las áreas planas y elevadas de la
meseta central brasileña. El río nace en el extremo suroeste del estado de Goiás, en el
Parque Nacional das Emas y en su recorrido hace de límite entre los Estados de Mato
Grosso, Tocantins y Pará. Recorre 2.110 km hasta desembocar en el río Tocantins, en una
región conocida como Pico do Papagayo, en el extremo norte del Estado de Tocantins.
Las altitudes varían entre los 850 m en la Serra do Caiapó y los 100 m en la
desembocadura, presentando un desnivel topográfico de 750 m y conformando tramos
con diferentes declives y patrones de canal (Bayer, 2010).
El clima en el área de la cuenca es “Continental Tropical Húmedo” según la
clasificación de Koppen (1900, 1936) con una temperatura media anual de 22 ° C y
precipitación media anual entre 1300 mm y 1800 mm (Nimer, 1989). Abarca grandes
extensiones del bioma “Cerrado” en la porción Sur, humedales y áreas de transición con
la amazonía al norte (SEMARH, 2006/2007; Sano et al., 2010). De esta forma, el sector
central de la cuenca que sigue el cauce principal del río Araguaia representa una especie
de corredor continuo que conecta las áreas planas y elevadas de la meseta central brasileña
al sur y la depresión amazónica al norte.
El río Araguaia se subdivide en tres segmentos: Alto Araguaia, con un cauce de
450 km de longitud, confinado por rocas cristalinas precámbricas, paleozoicas y
mesozoicas de la Cuenca Sedimentaria del Paraná. El Medio Araguaia, con 1.160 km de
longitud, se caracteriza por el desarrollo de una amplia planicie aluvial formada por
sedimentos Cenozoicos Terciarios y Cuaternarios con evidencias de la actuación de
eventos neotectónicos, alteraciones hidrológicas por efectos del cambio climático y por
la intensificación del uso del suelo en la cuenca (Bayer & Zancopé, 2014; Bayer et al.,
2020). El Bajo Araguaia con 500 km de extensión no posee planicie aluvial, el cauce fijo
se desarrolla sobre rocas cristalinas precámbricas del “Escudo Brasileño” (Latrubesse &
Stevaux, 2002).
La Isla del Bananal es un elemento que se destacada en el paisaje de la cuenca.
Con cerca de 200.000 km², alberga cuatro Unidades de Conservación (UC's) y el Área
Indígena Inãwebohona. Su relieve representa geoformas fluviales “relícticas” que
demuestran la dinámica extrema del sistema fluvial y de los ambientes asociados a la
planicie de inundación del río Araguaia (Bayer, 2010; Latrubesse et al., 2009).
Así, como en otros sistemas fluviales del trópico sudamericano, la planicie aluvial
del río Araguaia demuestra una historia con importantes cambios durante el Cuaternario.
(Radambrasil, 1974; Latrubesse et al., 1999, 2009, 2019; Latrubesse & Stevaux, 2002;
Aquino et. al., 2005; Morais, 2006; Valente, 2007, Aquino et al., 2008; Bayer, 2014; Assis
& Bayer, 2020). El cambio climático y las alteraciones regionales en el nivel de base, que
posiblemente ocurrieron hasta el Holoceno, afectaron fuertemente la evolución del
sistema fluvial y el potencial de preservación de los ambientes sedimentarios asociados.
Los ajustes hidro-morfológicos del canal continúan mostrando rápidas respuestas a la
intensificación de la ocupación de la cuenca, reflejados incluso en los elevados valores
de migración lateral del canal principal (Bayer & Zancopé, 2014; Latrubesse et al., 2009;
Assis & Bayer, 2020).

Dinámica fluvial y ocupación humana precolonial

Estudios previos destacan la dinámica actual del cauce principal del río Araguaia
promovida y acentuada por los intensos cambios en el uso del suelo de la cuenca y el
aumento del aporte de sedimentos al sistema (Castro et al., 2004; Castro, 2005; Latrubesse
et al., 2009; Nunes, 2015; Assis & Bayer, 2020).
En relación al segmento medio del Araguaia (figura 11), Latrubesse y Stevaux
(2002); Valente (2007); Latrubesse et al. (2009) y Bayer et al. (2020) enfatizan la
dinámica lateral del cauce, la diversidad “hidrosedimentológica” y la movilidad de los
ambientes asociados al sistema fluvial. Rubin et al. (2019) abordaron la ocupación
precolonial de la cuenca del río Araguaia con énfasis en los resultados de las excavaciones
de los sitios arqueológicos Cangas I, margen derecha del río Araguaia y el sitio Lago
Rico, margen izquierda del río do Peixe, afluente de la margen derecha del Araguaia
(figura 11).
Con base en criterios geoarqueológicos, los autores establecieron algunas
consideraciones sobre la evolución del sistema canal-planicie aluvial y la presencia,
preservación y cronología de sitios arqueológicos en ambientes fluviales tropicales, como
es el caso del río Araguaia.
Figura 11: Mapa de la planicie (llanura) aluvial del segmento Médio Araguaia con indicación de las principales unidades
geomorfológicas, perfil topográfico transversal y la localización de los sitios arqueológicos Cangas I, II, III, IV y perfiles I
y II discutidos en este artículo. Modificado de Bayer (2010).

Resultados

La integración de diferentes metodologías de campo y de laboratorio permite, a


partir del estudio de los sedimentos fluviales, inferir las condiciones ambientales
relacionadas con el origen de estos depósitos. A partir de una perspectiva
litoestratigráfica, el análisis de facies, asociaciones de facies y el uso de criterios de
reconstrucción paleoambiental posibilitan la organización espacio-temporal de estos
materiales (Miall, 1985; Bayer, 2010; Latrubesse et al., 2009).

El Perfil I (P-I) de la Figura 12a representa la dinámica del río Araguaia desde
aproximadamente 4.000 años 14C AP, indicando dos momentos deposicionales distintos
y la transición de ambientes sedimentarios de paleomeandro a albardón por la migración
lateral del canal. Esta dinámica promueve que los depósitos más antiguos de canales
arenosos y meandriformes queden cubiertos por sedimentos finos (limos y arcillas) de la
planicie de inundación.
Figura 12: a) Perfil sedimentológico P-I . Representación de materiales sedimentarios según el Código de Facies
(Miall, 1985). Nota: M.O. (material orgánico); Fm (arcilla y limo masiva); Fmo (arcilla y limo masiva y con materia
orgánica); Ss (arena con estructuras de corte y relleno); Sp (arena con estratificación cruzada plana); Sh (arena con
estratificación horizontal); Sm (arena masiva); Sr (arena con laminación fina); Gs (grava estratificada); b) Perfil II (P-II)
con la secuencia de facies y el análisis granulométrica.Nota: Ag (arcilla); Si (limo); MF (arena muy fina); F (arena fina)
M (arena media), G (arena gruesa) MG (arena muy gruesa). Modificado de Bayer & Zancopé (2014).
Las barras de meandro, características de los sistemas fluviales meandriformes,
están conformadas principalmente por secuencias granodecrecientes de sedimentos
arenosos, generados en ambientes de canal con alta energía (figura 12a y b). La movilidad
lateral del canal ocasiona que estos depósitos queden cubiertos por depósitos limo-
arcillosos del albardón y de la planicie de inundación en construcción. Esta geoforma
elevada (albardón) es una estructura lineal entre el cauce del río y la planicie aluvial
(Riccomini et al., 2000), comúnmente entre 2 y 3 m sobre el nivel topográfico de la
planicie, formada por capas de sedimentos de granulometrías que van desde la arcilla
hasta la arena muy fina. Como es una unidad elevada cercana al cauce, presenta
excelentes condiciones para la ocupación por grupos precoloniales, tanto para
campamentos efímeros como para ocupaciones más duraderas, ya que estos ambientes no
quedan sumergidos durante un ciclo hidrológico normal.

En el Perfil I (P-I) de la Figura 12a, de aproximadamente 3 m de espesor, se


evidencia la interacción de dos ambientes sedimentarios. En la base, materiales arenosos
con estructuras de alta energía que representan el depósito de un paleomeandro con
cronologías radiocarbónicas entre 4.000 ± 240 años 14C AP y 3.850 ± 240 años 14C AP.
(espesor de 1,8 m) y un depósito limo-arcilloso correspondiente a un albardón en la parte
superior. La sedimentación limo-arcillosa se genera por la decantación de los materiales
más finos, dando como resultado depósitos con abundante materia orgánica y restos
vegetales que proporcionaron, en este caso, una cronología de aproximadamente 50 años
14
C AP (Bayer & Zancopé, 2014) obtenida a partir de fragmentos de madera.

Para la investigación arqueológica es importante esta información básica, ya que


permite la reconstrucción de ambientes sedimentarios y estimar el potencial de
preservación de estos ambientes, como las barras de meandro. Las interpretaciones
indican un ambiente próximo al canal del río, conformado básicamente por arenas bien
seleccionadas, a través de las cuales se accede al cauce y a los recursos naturales,
accesible sin mayores dificultades, dado que comúnmente posee baja pendiente y escasa
vegetación, además de ser potencialmente ocupado en periodos de bajos caudales.
La morfometría de las barras de meandros también permite determinar aspectos
hidrodinámicos que controlan la distribución de las diferentes granulometrías de los
depósitos fluviales. Cabe señalar que algunos ríos también pueden tener depósitos de
gravas y clastos mayores en la barra de meandro, fuente de materias primas para grupos
precoloniales (Rubin & Carbonera, 2011).
El Perfil II (P-II) (figura 12b) muestra las transiciones entre distintos ambientes
sedimentarios asociados al canal. Así, es posible reconocer un ambiente de canal o
margen de canal en la base (facies St y Sfh), una planicie de inundación probable (facies
Fm) y un albardón en desarrollo en la parte superior (Sh, Fm, Sh, Fsh y Sh).

Las propiedades de estos materiales y las implicaciones paleoambientales


permiten inferir diferentes potencialidades de ocupación precolonial. La base del perfil
(figura 12b), representa un entorno desfavorable para la ocupación a largo plazo, quizás
más adecuado para campamentos efímeros o actividades específicas, como la pesca. Por
otro lado, los materiales mas finos de la planicie aluvial indicarían áreas distales del flujo
principal, por lo que podría ser ocupada durante gran parte del ciclo hidrologico, libre de
inundaciones. En relación al albardón, la misma consideración que se estableció
anteriormente.
Los sitios arqueológicos Cangas I II, III y IV (figura 11) están ubicados en una
terraza aluvial del río Araguaia. Solamente fue excavado el sitio Cangas I, en el cual se
obtuvieron cronologías radiocarbônicas de 570 ± 30 años 14C AP (Beta 452046), 0,50 m
de profundidad, 460 ± 30 años 14C AP (Beta 452048), 0,50 m de profundidad y 610 ± 30
14
años C AP (Beta 452047), 0,60 m de profundidad, las dos primeras asociadas a
estructuras de combustión y la otra a carbón de una concentración cerámica
En la estratigrafía del sitio se identificaron momentos de desborde del cauce,
también ratificados por información oral, especialmente hasta 0,80 m de profundidad, que
corresponde al nivel arqueológico, y similar a los eventos de los albardones registrados
en los perfiles I y II, pero no tan bien definidos, quizás como resultado de la acción
antrópica y la bioturbación (Rubin et al., 2019).

El perfil de la terraza del sitio Cangas I destaca la formación de una capa detrítica-
laterítica, y entre ésta y el nivel con material arqueológico se encuentran los sedimentos
terciario-cuaternarios de la Formación Araguaia, definida por Barbosa et al. (1966). La
identificación de un contacto gradual o abrupto entre los sedimentos de la formación y el
nivel arqueológico se ve favorecida por los colores predominantemente amarillo y
grisáceo respectivamente.

DISCUSION
Los perfiles geoarqueológicos en los sitios Laranjito y Casualidade (caso A)
permitieron correlacionar las unidades estratigráficas contenedoras de materiales líticos
in situ en la Formación Touro Passo, de la transición Pleistoceno-Holoceno. Esta unidad,
bien representada en la estratigrafía fluvial del sector, corresponde a un ambiente de
planicie de inundación propicio para la ocupación humana. Durante las excavaciones
arqueológicas y sondeos en el sitio Laranjito se observó que el 90% de los materiales
líticos evidenciados in situ en la capa arqueológica presentan la superficie cubierta por
sedimentos de la Formación Touro Passo, con adherencias de concreciones de hierro y
manganeso típicas de la misma. Estas particularidades se identificaron en la mayoría de
los artefactos, lascas y micro-lascas recuperadas en la superficie del sitio arqueológico.
No se puede afirmar que todos los artefactos redepositados en superficie hayan sido
removidos de la Formación Touro Passo. Sin embargo, durante la investigación en los
perfiles geoarqueológicos en los sitios Laranjito y Casualidade no se identificó la
presencia de materiales líticos "in situ" en las unidades con suelos holocénicos ubicadas
por encima de la Formación Touro Passo. Esta unidad representa un contexto muy
favorable para la presencia y preservación de evidencia arqueológica de momentos
tempranos en el río Uruguay medio.

Para el caso del Magdalena medio (caso B) las posibles ocupaciones humanas de
edad preholocénica y holocéncia temprana en el área de estudio, estuvieron relacionadas
con un paisaje en el que no existían las planicies fluviales como las conocemos, para su
reconstrucción sería necesario hacer un modelamiento paleogeográfico y paleoecológico
detallado. En cuanto a las ocupaciones ocurridas durante el Holoceno medio (entre el
8.000 y el 4.000 AP, aproximadamente), en el zona, según lo observado en los perfiles,
los eventos de inundación en las terrazas altas debieron disminuir hacia esta temporalidad,
ya que el proceso pedogenético permitió la acumulación de materiales orgánicos en las
superficies estabilizadas, de tal modo que se formaron los horizonte A y AC del
paleosuelo, mientras que en las terrazas más bajas los procesos de sedimentación
continuaron. Así, los sitios de ocupación o uso asociados a esta temporalidad, debieron
estar sobre la terraza superior, en el actual paleosuelo, o en las colinas relictuales de la
Formación Mesa que dominaban la planicie. En el primer caso, los procesos de desborde
fluvial, inundación, a los que se les suman las caídas de polvo y las deposiciones
laminares, sepultaron las planicies, conformando las terrazas existentes hoy, lo que
implica que están sepultados por lo menos a un metro de profundidad, lo cual hace muy
difícil su detección, más si las evidencias son dispersas y de baja densidad. En el segundo
caso, las colinas siguieron estando expuestas a los procesos erosivos que las habían
modelado desde su formación, la actuación de las lluvias y los vientos, actuaron como
agentes activos que removieron las escasas evidencias que dejaron los modos de vida de
esta época.

Finalmente, después de las últimas inundaciones y del confinamiento del río en su


cauce actual, las planicies medias y altas se mantuvieron bajo condiciones ecológicas
estables, lo cual permitió la formación de los suelos (Ustifluventes) actuales. En estos
encontramos las evidencias de las ocupaciones humanas más recientes. En los horizontes
A de los suelos contemporáneos, situados tanto en las planicies como en las colinas,
encontramos evidencias cerámicas y líticas, asociadas a los grupos agroalfareros que
colonizaron estas zonas desde finales del Holoceno medio. Resolver este problema de las
cronologías de ocupación no es una tarea sencilla, queremos insistir en que son necesarias
investigaciones más detalladas de los procesos de formación del paisaje y su análisis
como sitio arqueológico, únicamente bajo la mirada geoarqueológica podremos descifrar
estos rompecabezas de las ocupaciones humanas en regiones tan complejas como son los
valles aluviales y en nuestro caso el valle medio del río Magdalena.

Respecto a la evolución dinámica de los ambientes fluvio-lacustres en las


planicies aluviales pampeanas (caso C), ésta ha generado una sucesión particular de
depósitos sedimentarios, suelos y discontinuidades que modelaron la ocurrencia y
cronología de la evidencia arqueológica en estratigrafía, afectando asimismo su
distribución, densidad, preservación y resolución temporal en cada valle. Los suelos que
representan la transición Pleistoceno-Holoceno (Suelo Puesto Callejón Viejo) y el
Holoceno tardío (Suelo Puesto Berrondo y sucesivos) son las unidades contenedoras
privilegiadas del registro arqueológico en los principales valles, a diferencia de aquellas
del Holoceno temprano-medio (depósitos lacustres y palustres) en las que éste se halla
casi ausente por los ambientes que representan. Por otra parte, en los pequeños valles, las
unidades estratigráficas correspondientes al Holoceno temprano-medio se hallan ausentes
o se ven muy poco expresadas. Este doble sesgo (ambientes poco propicios representados
y procesos erosivos) es lo que en suma ha generado una notable escasez de sitios para ese
intervalo en la región.
En los últimos años, la exploración sistemática de otros ambientes pampeanos de
ocupación humana (sistemas eólicos, lagunas, aleros y cuevas), aún con sus propias
dinámicas y eventuales sesgos, ha permitido obtener una visión más completa del
panorama arqueológico del Holoceno medio a escala regional, que se observa tan sesgado
en los valles. De esta manera, aquellos sectores del paisaje pampeano fuera de los valles
han demostrado un mayor potencial para el registro de ocupaciones humanas del
Holoceno medio.
En el río Araguaia (caso D) los datos presentados en los perfiles destacan la
intensa dinámica del sistema fluvial, con altos valores de migración lateral y la transición
continua entre ambientes asociados a la planicie aluvial. Esta movilidad continua crea
diferentes condiciones para la preservación de los ambientes del sistema canal-planicie
aluvial, creando un contexto rico para las discusiones relacionadas con las ocupaciones
humanas y su cronología, tales como: A - El proceso depositacional caracterizado a partir
de 4.000 años 14C AP en perfiles cuyo espesor varía entre 0,50 y 3,0 m posibilita discutir
la intensidad erosiva del cauce y la sedimentación por acreción vertical de arcilla y limo
en la planicie, lo que plantea cuestiones relacionadas, por ejemplo, con los sitios más
antiguos, principalmente de grupos cazadores-recolectores; B - El albardón de la Figura
13 tiene un espesor aproximado de 1,5 m. La datación del fragmento de madera, 50 años
14
C AP (Bayer & Zancopé, 2014), encontrado a profundidad de unos 0,80 m indica qué
tan reciente puede ser el albardón en contraste con las fechas obtenidas para la barra de
meandro, separados por pocos metros. Las cronologías obtenidas, la dinámica fluvial y
los sitios arqueológicos ya registrados demuestran la necesidad de un abordaje integral
relacionando diversos aspectos ambientales con la geoarqueología fluvial en el valle del
río Araguaia.

Así, la integración de las distintas herramientas de análisis nos permite


profundizar en el conocimiento de la evolución geomorfológica del río Araguaia y, a
partir de ello, desarrollar hipótesis de trabajo que ayuden a comprender la dinámica
fluvial, la ocupación precolonial, su cronología y el potencial de preservación de estos
ambientes y de los sitios arqueológicos, abriendo así nuevas perspectivas para futuras
investigaciones.

CONCLUSIONES

Los cuatro casos de estudio presentados ilustran distintos aspectos de las


investigaciones geoarqueológicas que se llevan a cabo en planicies aluviales de ríos
sudamericanos. El estudio de la dinámica ambiental reflejada en la estratigrafía,
cronología y en las propiedades que le imprime al registro cultural (procesos de
formación) constituye el pilar de la investigación geoarqueológica de los valles,
permitiendo evaluar patrones y propiedades básicas del registro arqueológico a diferentes
escalas.

Los casos analizados muestran el potencial de las técnicas y enfoques


geoarqueológicos para abordar temas de interés arqueológico tanto generales como
particulares en cada uno de estos valles y regiones. Tales intereses pueden ir desde la
búsqueda y validación de sitios tempranos hasta la comprensión de los sesgos
cronológicos y de los contextos paleoambientales en los que se desarrollaron las
actividades humanas a lo largo del Holoceno. En todos ellos ha resultado claro el papel
rector de la dinámica fluvial en la presencia o ausencia de sitios, en su cronología
potencial, en el uso del ambiente a lo largo del tiempo y en la configuración actual del
registro arqueológico.

Muchas propiedades espaciales (distribución, densidad) y temporales (cronología,


resolución, hiatos) de la evidencia cultural presente en estos sitios derivan de la secuencia
específica y las características de los eventos de sedimentación, pedogénesis o erosión
que registra la estratigrafía aluvial en cada valle. En este sentido, como señala Waters
(2000, p. 547), la estructura del registro arqueológico en cualquier área se halla en gran
parte controlada por procesos geológicos. De allí la importancia de estudios
estratigráficos detallados y de la comprensión de su papel en la interpretación
arqueológica de sitios localizados en ambientes tan dinámicos como el fluvial. Como
hemos visto con los casos sudamericanos, esto nos permite una aproximación a la
dinámica relación entre los seres humanos y los ambientes que habitan desde una
perspectiva más completa.

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