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Informe Sentido común

Del sentido común han hablado desde los filósofos hasta los odiósofos. Bergson, el filósofo
francés, por ejemplo, decía que es “la facultad de orientarse en la vida práctica”. El sentido común
podría definirse como aquello que una comunidad considera prudente, sensato, lógico. Sin
embargo, es muy común ver en las redes videos caseros que muestran la total ausencia de sentido
común en gente que hasta tiene la apariencia de ser inteligente.

El sentido común es la perspectiva o manera de razonar que es común o predominante en un


colectivo humano, generalmente una cultura, y que es tenido por universal, natural o dado, es
decir, que no requiere de un aprendizaje previo o de un esfuerzo premeditado. Es decir, el sentido
común es esa forma de ver las cosas que tenemos muy asumida, que consideramos simple y
general, porque la hemos heredado de nuestra sociedad.

De manera que el sentido común sólo es común dentro de un marco social determinado, y no es
universal para toda la humanidad, aunque pensemos lo contrario. De hecho, en ocasiones
empleamos el término para referirnos al grado más simple o evidente de la lógica, al instinto o al
pensamiento .

Los principios del sentido común, no suelen explicarse y no son fruto de un aprendizaje
consciente, sino que nos vienen dados por el simple hecho de formar parte de la sociedad. No es,
pues, un sentido en el mismo uso del término en que lo es la vista o el olfato, sino que se trata más
bien de una dirección o una orientación, o sea, de un sentido interno.

En general, el sentido común nos provee de una comprensión general, rápida e intuitiva de las
situaciones, a partir de la información que brindan los demás sentidos. A su vez nos orienta hacia
una manera de pensar, actuar o razonar que no requiere de reflexión previa, sino que tiende a
seguir la ley de la manada y nos brinda un marco esencial de percepción que nos permite emplear
nuestros sentidos de manera más simple y eficaz, dándonos una impresión previa de lo que es el
mundo.

De allí su importancia ,puesto que el sentido común es el menos común de los sentidos, queriendo
decir que, cuando realmente nos hace falta, el sentido común nos falla y es reemplazado por el
pensamiento consciente.

En definitiva el sentido común es una colección de conocimientos que resultan evidentes y que no
debemos desafiar. Por ejemplo: es de sentido común que si conduces de noche, enciendas las
luces del vehículo; sin embargo, en nuestro país nos hemos topado en la autopista no pocas veces
con vehículos que andan en la total penumbra, como el carro de Drácula. Ya que,en semejantes
situaciones se pone de relieve la importancia de cierto grado de sentido común para las
comunidades humanas, dado que permite tender hacia una mínima uniformidad de pensamiento
práctico, es decir, un juego de reglas dado de antemano y por el cual podemos regirnos en las
situaciones en que no hay tiempo para reflexionar y actuar de manera consciente.
Ensayo sobre el libre Albedrio

Por libre albedrío se entiende la capacidad de optar entre distintas alternativas que se nos ofrecen
o crear otras nuevas. Nadie ni ninguna ley de la naturaleza puede torcer en principio nuestra
voluntad. Nos consideramos capacitados para tomar decisiones razón por la cual El libre albedrío
es la potestad que el ser humano tiene de obrar según considere y elija. Esto significa que las
personas tienen naturalmente libertad para tomar sus propias decisiones, sin estar sujetos a
presiones, necesidades o limitaciones, o a una predeterminación divina.

A su vez significa, en suma, que el ser humano tiene libertad tanto para hacer el bien como para
hacer el mal. Y esto, desde luego, tiene sus implicaciones éticas y morales, pues el individuo que
actúa según su libre albedrío es también responsable de sus acciones, tanto si cuentan como
aciertos o como sus errores.

De allí que el libre albedrío se extienda a otros ámbitos de la vida del ser humano, como la religión,
la filosofía o el derecho.

Para San Agustín “el libre albedrío fue concedido al hombre para que conquistara méritos, siendo
bueno no por necesidad, sino por libre voluntad”, además, “es soporte de todo el orden moral”, el
principio esencial de un mundo de valores superiores, y, por consiguiente, un gran bien. Pero a la
vez supone la facultad de elegir el mal, es decir, la facultad de caer, que es una imperfección de la
voluntad humana. Esta imperfección proviene según el santo del primer pecado, causa de la
pérdida de la libertad y de la iniciación de la tragedia humana.

Es decir San Agustín de Hipona sostenía que el libre el libre albedrío supone la posibilidad que
tiene el hombre de elegir entre el bien y el mal.

En este sentido, es un concepto aplicado a la libertad del ser humano para obrar bien o mal. No
obstante, él distingue que lo que se considera como libre albedrío es el buen uso de esta libertad.

No obstante, a la pregunta “¿Qué es el libre albedrío?” la mayoría de las personas probablemente


responderían a la libertad de elegir qué hacer en una circunstancia determinada. Esta respuesta
no es incorrecta, incluso si está un poco limitada para resolver un concepto tan crucial para la
historia y el desarrollo de la humanidad. De hecho, el concepto de libre albedrío precede al
advenimiento del cristianismo, aunque a lo largo de los siglos ha encontrado, en el contexto del
pensamiento filosófico y teológico cristiano, un terreno infinitamente fértil para la discusión y el
debate.

En resumen, el libre albedrío es la condición del pensamiento en virtud de la cual cada individuo
puede determinar con absoluta autonomía el propósito de sus acciones. Ninguna fuerza externa
que entre en juego, ninguna entidad superior que sostiene las cuerdas de destino. Todos los
aspectos de la actuación y el pensamiento de un hombre se reducen a un acto de voluntad. Y
como señalaba San Agustín el hombre es libre. Dios, en su presciencia divina, le deja la libertad de
hacer el bien o el mal, dando a algunos, a través del arrepentimiento, la oportunidad de salvarse.
La voluntad de Dios precede a la del hombre, sin imposiciones y, por lo tanto, es la voluntad
humana de querer hacer el bien lo que hace que cada individuo sea digno o no para ser salvado.
Sin embargo, ningún hombre puede salvarse solamente con su propia voluntad. Es la gracia divina
lo que lo ayuda.

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