En mi segundo semestre de mi carrera decidí cursar la materia transversal de
México Nación Multicultural, creada en el 2002 con el objetivo de abrir el panorama a en dicho ámbito a los estudiantes universitarios con la final de ampliar mi conocimiento en un tema que a mi parecer es de gran relevancia en la actualidad, por la sociedad en la que vivimos y las sociedades con las que tenemos que relacionarnos, sumado a el enfoque de mi carrera, que es Estudios Sociales y Gestión Local. Digo esto porque creo que, al finalizar mi carrera y comenzar mi brecha como gestor, debo tener un conocimiento de las culturas que se han desarrollado en lo que actualmente es México, se continúan desarrollando en el país y se continuarán desenvolviendo. Digo esto tomando en cuenta que no pueden estar estáticas, como mucha gente cree, y como se desmintió en el curso. Es muy importante tomar en cuenta que las distintas sociedades y sus culturas, independientemente de cuando se hayan establecido, son cambiantes, están en constante movimiento y tienen derecho a hacerlo, no hay que satanizar este hecho. Si se hace un análisis individual a dichas culturas a través del tiempo, podemos ver que sus tradiciones han cambiado, sus modos de vestimenta, sus lenguas, sus creencias, aun antes de la llegada de los españoles, debido a que han estado en constante contacto con otras culturas, ya sea doblegándose frente al poder de otras ‘’tribus’’ o estableciendo su hegemonía. Por este motivo, las culturas tienen derecho a abrir sus horizontes, a adquirir conocimientos al igual que cualquier otra, al igual que nosotros. ¿Qué diferencia tienen con nosotros? Nuestros conocimientos, al ser más globalizados, menos nativos, tienen menos importancia o tienen derecho de evolucionar? ¿Será que queremos mantener en una burbuja dichos conocimientos, como su fuera algo tangible? O quizás estamos viendo a las civilizaciones como un producto que podemos ofrecer en un mercado turístico, una atracción más? Visible, por ejemplo, en un día de muertos, vendido anualmente como una tradición centenaria, como un viaje al pasado, atractivo para extranjeros, promocionado en grandes espectaculares al igual que el Festival del Cine, que el Festival del Globo. O un fin del mundo, que atrajo hasta a extranjeros para recibir una nueva era. Al parecer, existe un gran interés en preservar dichas culturas ‘’intactas’’ para poder comercializarlas a un mercado de individuos interesados en conocer los orígenes de nuestra nación. Lo anterior no me parece malo, tienen mucho conocimiento para transmitir, pero el problema radica, a mi parecer, en querer verlo como una simple historia mística, un intento de ‘’parque de diversiones’’ dinámico, que no recibe los créditos que debería, tanto monetarios, de servicios, y morales. Estas culturas viven en una marginación constante, ya que, aunque el gobierno se encargue de presumirlas cada que tiene una oportunidad, ya sea en el país o en el extranjero, en las acciones se refleja una falta de interés y conocimiento para ayudarlas. Carecen de los servicios básicos, se trata de adaptarlas a la fuerza en un modo de vida que a ellos no les parece, no les es compatible. Son desalojados de sus tierras cuando sea necesario, para la creación de presas, de minerías. Además, al momento de querer ampliar sus fronteras de conocimiento, partir de sus lugares de origen ya sea por necesidad o por gusto, son vistos como seres ajenos, seres inferiores, atrasados, de otra época. Se enfrentan a una hipocresía de la sociedad, a una doble moral, que, cuando conviene, defiende a capa y espada las ‘’raíces’’ de nuestra ‘’gran nación’’, pero cuando no, trata de alejarse de dichas, personas, de desconocerlas. Dichas culturas viven en un estado deplorable, y no solo me refiero a la carencia de servicios, sino a que son utilizados como productos, engañados con fines políticos, discriminados por la sociedad