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Efesios 6:10-18
(Efesios 6:10-11)
Lo primero es fortalecernos en el
Señor. ¡De él viene nuestra fuerza! Esta llega cuando reconocemos que
dependemos de Dios, le buscamos en oración, leemos su Palabra y escuchamos
su voz.
Jesús ya venció al diablo en la cruz, la batalla final está ganada. Sin embargo, nos
enfrentamos a batallas espirituales cada día y debemos hacerlo con las armas que
Dios nos da, no con nuestro intelecto o con nuestras fuerzas físicas. Esta es una
lucha espiritual y nuestro adversario, el diablo, es astuto e intentará desanimarnos
en nuestro andar con Cristo. Usando bien las armas que Dios nos da,
venceremos.
La guerra espiritual
Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra
autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra
fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales. Por lo tanto, pónganse
toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo puedan resistir
hasta el fin con firmeza.
(Efesios 6:12-13)
(1 Pedro 5:8-9)
Al usar todas las armas que Dios nos ha provisto, estaremos protegidos y
listos para la batalla. Esa es la forma en la que resistiremos firmemente hasta el
fin, hasta que estemos con Jesús por la eternidad.
Veamos una corta descripción de cada una de las partes de la armadura que Dios
ha puesto a nuestra disposición.
1. El cinturón de la verdad
(Efesios 6:14 a)
El cinturón que llevaban los soldados era bastante ancho. Servía para mantener la
túnica interior en su lugar a la vez que protegía y daba soporte al cuerpo. De esa
misma forma, el cristiano debe conocer la verdad sobre quién es en Jesús y vivir
una vida íntegra que honre su posición en Cristo.
El diablo intentará engañarnos con sus mentiras para que fallemos, dudemos o
comprometamos nuestra identidad. Debemos permanecer firmes en la verdad de
que somos hijos de Dios, transformados por él y salvados de la muerte eterna.
Nada ni nadie nos arrebatará de su mano (Juan 10:28).
2. La coraza de la justicia
(Efesios 6:14 b)
(Efesios 6:15)
Los pies necesitan estar bien protegidos para avanzar en la batalla. El enemigo
puede colocar objetos cortantes o trampas para hacernos caer y evitar que
avancemos. Su meta es impedir que salgamos a proclamar el evangelio de la paz.
Puede atacar con tentaciones, complejos, sentido de inferioridad, ansiedad, gente
que se burla... la lista es larga. Pero en Cristo nuestros pies están firmes y
dispuestos para llevar el evangelio de la paz. Damos pasos y ganamos terreno
(vidas) para el reino de Dios porque él nos capacita y porque nosotros mismos
hemos experimentado su paz.
4. El escudo de la fe
Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas
las flechas encendidas del maligno.
(Efesios 6:16)
Aquí Pablo no solo menciona la parte de la armadura sino que también nos dice
para qué la usaremos. El escudo al que se refiere era uno grande que cubría y
protegía toda la parte delantera del soldado. Era resistente y estaba cubierto de
cuero porque a veces el enemigo atacaba con flechas encendidas y el cuero
actuaba como aislante protector.
Una de las armas que el diablo usa con frecuencia es la duda. Nos incita a dudar
del poder, el amor o la bondad de Dios. Al ejercitar nuestra fe y afirmarnos en lo
que sabemos sobre Dios y su obra en nosotros, esos ataques pierden su
efectividad y avanzamos en nuestro andar con Jesús.
5. El casco de la salvación
(Efesios 6:17 a)
Somos «linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a
Dios, para proclamar las obras maravillosas de aquel que nos llamó de las
tinieblas a su luz admirable» (1 Pedro 2:9). Esa es nuestra realidad y ese es
nuestro propósito. No permitamos que el diablo ponga en nuestras mentes dudas
sobre nuestra salvación. Somos salvos por la fe en Cristo (Gálatas 3) y nadie nos
puede arrebatar esa salvación.
Cómo usar el casco: Recuerda que eres salvo por la fe en Jesús y eso nadie lo
puede cambiar. Vive en confianza y en obediencia la vida que Jesús desea para ti.
Combate con la palabra de Dios las dudas sobre tu salvación o las tentaciones a
sentir que no mereces su amor o su perdón. Él te ama, te salvó y eres suyo por la
eternidad.
(Efesios 6:17 b)
Esta es la única arma de ataque, las otras son armas de defensa. La espada sirve
tanto para la defensa como para atacar al enemigo. La palabra de Dios alumbra
nuestro camino (Salmo 119:105) y nos ilumina con la enseñanza del evangelio.
Con la espada del Espíritu nos defendemos y hacemos frente a los ataques del
enemigo (mentiras, engaños). A la misma vez, atacamos con la verdad.
Recordemos el ejemplo de Jesús cuando fue tentado, cómo usó la palabra de
forma efectiva para vencer las tentaciones del diablo (Mateo 4).
Combatimos los malos pensamientos, las dudas y las enseñanzas falsas llenando
nuestra mente con el mensaje de la Biblia. El diablo intentará engañarnos. Sin
embargo, cuando conocemos bien la palabra de Dios nos mantenemos firmes en
la verdad y continuamos activos en la batalla sin temor.
La importancia de la oración
(Efesios 6:18)
¿Quieres vencer en esta guerra espiritual? Vístete cada día con la armadura de
Dios, pasa tiempo en oración delante de él, estudia su palabra y mantente alerta
frente a los ataques del enemigo.
La Biblia dice que hay una guerra espiritual entre las fuerzas del maligno y el
ejército de Dios. No es una batalla que sucede únicamente en las altas esferas,
sino que afecta la vida de todas las personas: unos sirven a Dios y otros están
bajo el yugo del diablo. Los hijos de Dios necesitan entender la importancia de
estar preparados para combatir pues la guerra es real.
El dios de este mundo ha cegado la mente de estos incrédulos, para que no vean
la luz del glorioso evangelio de Cristo, el cual es la imagen de Dios.
(2 Corintios 4:4)
Dios capacita a sus hijos para vencer y llevar su reino dondequiera que van.
La batalla pertenece al Señor (2 Crónicas 20:15). Para obtener la victoria es
necesario estar lleno del Espíritu Santo y usar las armas espirituales que Dios
mismo ha provisto.
Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas
del diablo. Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra
poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de
tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales.
(Efesios 6:11-12)
1. El enemigo es el diablo
Ten siempre en mente que el enemigo final es el diablo. Aunque las personas te
ataquen, ellas no son tu verdadero enemigo. Tampoco lo son las circunstancias o
tu mente. Todo eso es utilizado por el diablo y sus huestes para tentarte,
desanimarte o agobiarte.
(Juan 10:10)
Debes dar un cuidado especial a tu mente velando tus pensamientos, lo que lees,
lo que miras. El enemigo es astuto e intenta poner pensamientos contrarios a la
verdad del Señor. El desánimo, la baja autoestima, la ira o el enojo, los celos, la
lujuria... todos comienzan en la mente. Si quieres tener victoria sobre el pecado y
vencer en la batalla espiritual, presta atención a tus pensamientos. Llénate del
Espíritu Santo y rechaza los pensamientos que no vienen de Dios.
Llénate del Espíritu Santo cada día y lograrás vencer los deseos de la carne y
los pensamientos que no vienen del Señor. ¡Vive por el Espíritu y experimenta la
victoria en Cristo en todo momento!
Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza
pecaminosa. Porque esta desea lo que es contrario al Espíritu, y el Espíritu desea
lo que es contrario a ella. Los dos se oponen entre sí, de modo que ustedes no
pueden hacer lo que quieren.
(Gálatas 5:16-17)
Lo quieras o no, estás en una batalla espiritual. Aunque intentes ignorar esa
realidad, tarde o temprano tendrás que decidir si participas activamente o no
haciendo frente a las tretas del enemigo. Sin embargo, no lucharás con armas
físicas sino con las armas espirituales que Dios te da. Vences cuando las usas
correctamente, dejándote guiar por el Señor y estando lleno de su poder.
(2 Corintios 10:3-5)
Por lo tanto, pónganse toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día
malo puedan resistir hasta el fin con firmeza. Manténganse firmes, ceñidos con el
cinturón de la verdad, protegidos por la coraza de justicia, y calzados con la
disposición de proclamar el evangelio de la paz. Además de todo esto, tomen el
escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas del
maligno. Tomen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la
palabra de Dios.
(Efesios 6:13-17)
La noche está muy avanzada y ya se acerca el día. Por eso, dejemos a un lado las
obras de la oscuridad y pongámonos la armadura de la luz. Vivamos
decentemente, como a la luz del día, no en orgías y borracheras, ni en inmoralidad
sexual y libertinaje, ni en disensiones y envidias. Más bien, revístanse ustedes del
Señor Jesucristo, y no se preocupen por satisfacer los deseos de la naturaleza
pecaminosa.
(Romanos 13:12-14)
Porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Esta es la victoria que
vence al mundo: nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree
que Jesús es el Hijo de Dios?
(1 Juan 5:4-5)
Pelea la buena batalla de la fe; haz tuya la vida eterna, a la que fuiste llamado y
por la cual hiciste aquella admirable declaración de fe delante de muchos testigos.
(1 Timoteo 6:12)
Qué es la vida eterna según la Biblia
Pídele a Dios que te proteja del maligno y de sus trampas. Jesús mismo nos
mostró en la oración del Padre nuestro lo importante que es pedir la intervención
del Padre ante los ataques del diablo. «Y no nos dejes caer en tentación, sino
líbranos del maligno» (Mateo 6:13).
Les aseguro que, si tienen fe y no dudan (...), podrán decirle a este monte:
“¡Quítate de ahí y tírate al mar!”, y así se hará. Si ustedes creen, recibirán todo lo
que pidan en oración.
(Mateo 21:21-22)
(Mateo 28:18-20)
Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo —respondió él—. Sí, les he dado
autoridad a ustedes para pisotear serpientes y escorpiones y vencer todo el poder
del enemigo; nada les podrá hacer daño. Sin embargo, no se alegren de que
puedan someter a los espíritus, sino alégrense de que sus nombres están escritos
en el cielo.
(Lucas 10:18-20)
Debes librar cada batalla y luchar contra toda adversidad con la autoridad que
Jesús te da. En su fuerza y con su autoridad ganarás almas. No temas ni seas
tímido, lleva el mensaje de salvación en su nombre y verás que sucederán
grandes cosas para la gloria del Señor.
(Hechos 1:8)
El diablo intentará engañarte para que creas que su poder es mayor que el de
Dios. ¡Eso es mentira! En 1 Juan 4:4 leemos lo siguiente:
«... porque el que está en ustedes es más poderoso que el que está en el mundo»
(1 Juan 4:4b).
¡Dios es el único Todopoderoso! De hecho, el diablo solo puede hacer lo que
Dios le permite hacer como podemos observar, por ejemplo, al leer el libro de Job.
Sí, es cierto que tiene poder. No obstante, es un poder limitado.
Sobre todas las cosas y en medio de cualquier adversidad debes recordar que el
final ya está escrito: ¡Dios es el vencedor! El diablo ya sabe dónde pasará la
eternidad: en el fuego eterno (Mateo 25:41).