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EL BANQUETE

1. Fedro: Es el verdadero padre del tema del amor, porque se quejaba que hasta la
actualidad nadie había acabado a este dios (el amor), nadie había visto lo apacible
del amor, sino lo desagradable de la pasión.

Eros es un dios grande y admirable entre hombres y dioses, el hecho de ser el dios más
antiguo es un honor, prueba de ello es que no tiene padres. Es causa para los hombres
de los mayores bienes, guía para los hombres que quieran llevar una vida honesta.
Asimismo sitúa la acción divina en el alma del amante y no en la del amado, como
posteriormente habrá de hacerlo Sócrates. Es un dios que procura la felicidad al hombre,
en cuanto le hace dichoso sobre la tierra y dichoso en el cielo, donde el que ha obrado
bien recibe su recompensa. Involucra la norma: vergüenza, ante la deshonra e imitación
en el honor.

Eriximaco: Coincide con Pausanias en haber distinguido dos clases de eros, de amor:

 El amor bello (sano), tendencias amorosas, relación con el deseo, propone la armonía
entre los contrarios, el término medio, la reconciliación de los opuestos.
 El amor morboso (enfermo), tendencias morbosas, relación con la pulsión, favorece la
unión de semejantes.
Dice que no solo existe en las almas de los hombres, sino que también impulsa hacia
otros muchos objetos a las demás cosas, es decir que es un dios grande y maravilloso
que tiende a abarcarlo todo, tanto en los asuntos humanos como en los divinos.
Aborda la cuestión específica del amor desde la medicina. La naturaleza de los cuerpos
posee este doble eros, ya que el estado de salud del cuerpo y el de la enfermedad, según
se reconoce unánimemente, son dos cosas opuestas desiguales, y lo desigual a lo
desigual desea y ama. Se propone probar que el amor no reside solo en el alma de los
hombres, sino que está en todos los seres. Para él, el concepto de eros tiene poder
universal, hace de él una fuerza cósmica, que rige las relaciones entre los opuestos.

2. Sostiene que el amor no solo es el dios más antiguo y el de mayor dignidad, sino
también el más eficaz para que los hombres, vivos como muertos, consigan virtud
y felicidad.

Erixímaco considera que dos formas de amor distintas prevalecen en los cuerpos:
una presente en los cuerpos sanos un amor bueno y otra en los enfermos un amor
malo. Como el objeto de la medicina es favorecer los elementos sanos, es necesario
reconocer las operaciones amorosas que se producen dentro del cuerpo. De esta
manera, el médico más experto es “el que distingue en ellas el amor bello y el
vergonzoso y consigue que el amor sano bello y bueno prevalezca sobre el enfermo
feo y malo. Guiado por Eros, el médico tiene que estimular las relaciones amorosas
entre los elementos más enemistados del cuerpo para que haya armonía entre ellos,
haciendo afines “Lo frío de lo caliente, lo amargo de lo dulce, lo seco de lo húmedo y
todas las cosas análogas”

Debe interpretarse en relación con su ejercicio como médico, ya que él atribuye la


medicina al dominio de Eros en general: “Y comenzaré a hablar partiendo de la medicina,
para honrar así mi arte”), afirma. Para él, Eros es una potencia universal que regula todos
los aspectos del cosmos mediante su capacidad para armonizar las cosas, es decir, para
unir y producir un equilibrio entre cosas y fuerzas antagónicas.

5. Para Platón, las Ideas éticas son patrones morales universales con los que
podemos juzgar los comportamientos humanos. Los valores universales (las
Ideas) son válidos para el individuo y para la colectividad. Definen el ideal de
sociedad humana. Según Platón, existe algo que es “la verdad sobre cómo
tenemos que vivir”, y el intelecto humano la conoce cuando consigue el
conocimiento de las Ideas perfectas, inmutables e inmateriales. Sólo quien logre
este conocimiento tendrá la cualificación adecuada para dirigir la organización
política y moral de la sociedad. Según Platón, el filósofo es el hombre que conoce
las ideas y, por tanto, es el hombre que podrá solucionar los problemas de la
convivencia humana. El Estado ideal será el que esté gobernado por hombres
amantes de la sabiduría y, a la vez, excelentes y felices.

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