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Tema a exponer: la bicicleta financiera y la renuncia de Martínez de Hoz.

Lourdes Peña

Como con la tabla de devaluaciones prefijadas (la tablita) se podía saber el precio del dólar a
futuro, las personas que tenían dólares ahorrados prefirieron cambiar a pesos y depositarlos en un
plazo fijo con las tasas de interés altas, antes que mantener sus ahorros en dólares. Así comenzó el
proceso llamado “la bicicleta financiera”: muchos grupos económicos privados empezaron a pedir
préstamos en dólares a entidades financieras extranjeras, luego, cambiaban ese dinero a pesos y
lo depositaban en plazos fijos en bancos aprovechando las tasas de interés, después el dinero que
los ahorristas en un primer momento habían depositado y el que el banco les había devuelto (o
sea, el dinero que habían depositado mas el porcentaje de las tasas de interés), lo cambiaban a
dólares y con eso pagaban su deuda con el exterior que contrajeron en un principio. Esto daba
ganancias de hasta 150%. El problema era que la plata circulaba y circulaba, pero no producía
nada. A la gente le convenia mas entrar en la bicicleta financiera que seguir apostando a la
industria, ya que esta, gracias a la apertura de las importaciones y a la eliminación de las
retenciones a las exportaciones, estaba en la ruina. Por eso, no había producción, por ende, había
mucha desocupación. Igualmente, toda esa plata que circulaba servía para sostener el déficit
(momentáneamente).

A todo esto, en EE. UU se estaban preparando para una posible Tercera Guerra Mundial contra la
Unión Soviética, y se gastaba muchísima plata en armamentos, lo que produjo un altísimo déficit
fiscal. Para frenarlo, el presidente en ese momento, Ronald Reagan, hizo lo mismo que Martínez
de Hoz: alzar las tasas de interés para obtener capitales. Entonces, los dueños de las entidades
financieras argentinas decidieron fugar esos capitales a economías más “seguras” y depositarlos
en EE. UU. El sistema financiero argentino colapsó: como toda esa plata ya no estaba, miles de
depositantes perdieron todos sus ahorros.

Estos fueron los últimos días de Martínez de Hoz y de Videla: no solo había un déficit fiscal
altísimo, no solo todos los ahorristas estaban en la lona, no solo la industria estaba muerta, sino
que también se sumaba el pago de la deuda externa que era ENORME (y encima más tarde se
incrementa, pero eso va después).

Con todo este quilombo el movimiento obrero se empieza a organizar y en marzo de 1981 Videla
anuncia su retiro y lo reemplaza Roberto Viola, otro militar. Junto con Videla, Martínez de Hoz
presenta su renuncia y hace un discurso en el que habla de los “”””grandes avances”””” de su
gestión (en fin, sí, pero grandes avances para los que fugaron todo ese dinero). Lo reemplaza
Lorenzo Sigaut, que, a días de asumir, dice “el que apuesta al dólar pierde” (para que la gente no
invierta en dólares) y días después devalúa la moneda un 30%. O sea, todos los que creían que
iban a ganar apostando al peso argentino, perdieron un 30%. Esto produjo una inflación del 131%
anual. También, sacó la tablita y creó un dólar financiero (el que se compra y se vende) libre,
regulado por el mercado, y un dólar comercial (el que se usa para las importaciones y
exportaciones) regulado por el estado.

Algo muy importante. La deuda externa, que era muuuy alta, la incrementó todavía más: las
deudas que muchas compañías privadas habían contraído con el exterior (de millones y millones
de dólares) las asumió el estado, haciéndoles el favor. Así el país se fundía más y más y ellos
seguían teniendo la oportunidad de aumentar sus capitales.

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