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D L : DC 2020000642
ISBN: 978-980-7868-68-6
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Brenda Quintana
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Tabla de Contenido
Dedicatoria
Agradecimientos
Sobre la autora
Comentarios
Atrévete a incomodarte con esta pregunta: ¿Quién soy?
CAPÍTULO I
¿REALMENTE TE CONOCES?
CAPÍTULO II
LO DIVINO ES ACEPTARSE
CAPÍTULO III
CONVIÉRTETE EN ESTRATEGA
CAPÍTULO IV
DA LO MEJOR DE TI
CAPÍTULO V
TODO VIAJE INTERIOR EMPIEZA CON UNA AVENTURA
CAPÍTULO VI
NO TE QUEDES CON LAS GANAS: ATRÉVETE
D
Autoconocerse es descubrirse
Se trata de pararse frente al espejo, mirarse y reconocer la imagen
en el reflejo, pero no por default o de manera automática, sino
reconociendo nuestra esencia, de lo que somos capaces, saber
quiénes somos en realidad. Muchas veces tenemos periodos en los
que vivimos y accionamos de manera inconsciente y no paramos
realmente a vernos, a hacer un proceso de autoevaluación o de
introspección para descubrir realmente de qué estamos hechos.
¿Por qué crees que los seres humanos evitan entrar en
procesos de autodescubrimiento? Al entrar en estos procesos puede
que nos encontremos con partes de nosotros que sentimos que
están mal, que están erradas o que no deberían ser. Esta mirada
nos lleva a la culpa, a sentirnos inadecuados, a tener conflictos con
nosotros mismos y es por esto que muchas personas se rinden en
su búsqueda de develar su más alto potencial, recuerda que
estamos aquí para que descubras cómo conversas contigo, qué
parte de ti sientes que está quebrantada; se trata de SANAR porque
tú «ya eres suficiente».
Cuando en nuestra vida enfrentamos conflictos, situaciones o
crisis y no sabemos o no queremos manejarlas, posiblemente se
deba a que no tenemos la certeza de quiénes somos y de lo que
somos capaces. Nuestras creencias, esa forma como vemos y
asumimos el mundo, nos puede limitar y hacernos daño sin siquiera
darnos cuenta del todo.
Por ejemplo, recuerdo a Luis. Yo estaba facilitando un taller
en Perú, el aire estaba con la temperatura apropiada para poder
trabajar en una sala a tope, con más de doscientas personas llenas
de emoción y expectantes sobre lo que les depararía el día, algunos
inclusive hasta con cierto temor a lo desconocido. Abro el espacio
para compartir y Luis levanta su mano. La sala es de él… la mayoría
está presta a escucharlo… Luis empieza a hablar, por su manera de
hacerlo advierto que no es tímido. Demuestra fuerza en su voz y es
de esas personas que maneja muy bien el humor.
Nos comparte su experiencia. Nos cuenta que él era del tipo
de personas que alardeaba muchísimo en su trabajo por llevar un
gran estilo de vida, haber recibido una buena educación y por lo
fantástica que era su familia. Esa era su forma de convencer a los
demás de su valor, por lo cual no se cansaba de hablar sobre ello.
Eso podría ser cierto, el tema es que no lo estaba compartiendo
desde un lugar genuino, sino para cubrirse ante la mirada externa.
Eso lo descubrimos juntos en mi taller.
Gracias a su participación en las actividades él se percató de
que tenía conversaciones internas que le demostraban que se
sentía inseguro, aun cuando lo que exteriorizaba era todo lo
contrario. Él se había cubierto con capas y máscaras para
esconderse, recordó las veces que escuchó, mientras crecía, que no
sería nadie, que la suerte era para pocos y él no la tenía, que no se
podía mostrar a las personas quien se era en verdad porque se
aprovecharían. Luis había forjado su personalidad para salir al
mundo y aparentemente jugar el juego de la vida, mientras estas
creencias dominaban sus pensamientos, decisiones y acciones.
Se percató de que su conducta no era legítima o natural, de
que toda su crianza había tenido consecuencias en su manera de
autovalorarse, ya que él se minimizaba, se sentía un impostor, un
ser no auténtico y esto se veía reflejado en distintas áreas de su
vida, aun cuando pensaba que estaba todo bajo control. En su
exploración decidió comunicarse de manera más empática, liderar
de manera genuina y compartir de manera auténtica. Y en esto se
dio cuenta como armonizaba con los que lo rodeaban y con la vida
que él realmente quería liderar.
Muchas veces entramos en resistencia con algunas partes de
nosotros porque desconocemos la raíz de nuestros pensamientos y
las creencias limitantes que tenemos o la programación que
seguimos para actuar de determinada manera. Sin embargo, hay
estrategias válidas que te permiten desbloquearte para acceder a la
claridad en tu vida, aun cuando no demos con la raíz de lo que nos
detiene.
En este momento, quizá te describes o te sientes como una
persona insegura, pero puedes cambiar el enfoque y más bien
decirte que en determinadas áreas de tu vida sientes inseguridad. Si
dices que eres inseguro, ¿significa que lo eres en todas las áreas de
tu vida, en todo momento? Por supuesto que no; solo hay ciertos
aspectos en los que sientes inseguridad. ¿Lo puedes trabajar?
Seguro; puedes crear habilidades, desarrollar capacidades y dar
rienda suelta a los talentos que te generen seguridad y te permitan
hacer un trabajo interno que te fortalezca como persona; también
puedes cambiar la forma en que te miras, lo que piensas y lo que
sientes sobre ti o crear una conversación contigo mismo que te
empodere y de este modo te visualizas y todos los días lo llevas a la
práctica.
La inseguridad la he tomado como un ejemplo, pero puedes
pensar en cualquier otro aspecto de tu manera de ser, como la
impaciencia o la falta de disciplina. Lo importante es reconocer que
puedes transformar aquello que desees. No hay nada que puedas
cambiar si no lo tienes identificado y, lo más importante, no puedes
crear la mejor expresión de ti si tú no lo crees o si sientes que no lo
mereces.
¿Todo el mundo se puede transformar? Claro que sí, lo que
significa que puedes ir más allá de tu formación, pero mucha gente
prefiere no entrar en procesos de autoconocimiento o de
autodescubrimiento porque sienten que esto inevitablemente los va
a llevar a ponerse en acción y eso pudiera ser incómodo: tendrán
que salir de la zona de confort y de seguridad, lo cual es riesgoso,
es trabajoso, conlleva quizá enfrentar temores. Sienten miedo a
fallar, y lo que terminan diciéndose es: «Ay no, pues mejor me
quedo así».
Es muy común escuchar a las personas decir frases como:
«Yo soy gruñón, nunca voy a cambiar» o: «Yo soy así y así me
quieren». En realidad, lo que están ocasionando con estas
afirmaciones es la no-búsqueda interior porque quizá no se sienten
preparadas para enfrentarse a sí mismas, para desapegarse de su
historia o de los argumentos que hasta ahora han venido empleando
y que seguramente les están dando algunas recompensas.
Hay personas que han pasado por un montón de procesos de
transformación y regresan a su zona de confort, ya que no lo
concientizan como una práctica diaria; hay otras que reconocen que
su vida es valiosa y que cuando se vayan de este plano terrenal
quieren haber vivido y creado la vida que querían tener en plenitud,
por eso lo que hacen es expandir sus límites vez tras vez.
Indudablemente tenemos la oportunidad de trabajar en
nosotros mismos toda la vida y constantemente. ¿Por qué? Porque
cada persona es una pieza maestra, tú eres el motor de tu vida, eres
el motor de tus sueños.
El trabajo primordial comienza en ti, por lo tanto, se trata de
una toma de decisiones constante. Es decir: todos los días trabajar
en ti mismo y en cada uno de tus sueños, por lo que sea, por lo que
fuera, y eso incluye amarnos a nosotros mismos, amarnos lo
suficiente para transformarnos.
Los desafíos del descubrimiento interno
Existen varias rutas hacia el autodescubrimiento: por elección
deliberada, por situaciones de crisis o porque otros te han dado una
retroalimentación genuina. Cada cual abordará su camino de distinta
manera, dependiendo de sus estrategias y su habilidad para poder
enfrentar los desafíos de la vida. Si tomamos como ejemplo las
crisis financieras o las crisis personales, podemos rescatar la
historia de famosos personajes que han perdido todo su patrimonio
para después no solo recuperarlo, sino incluso aumentarlo.
Es el caso de Henry Ford (1863-1947), fundador de la Ford
Motor Company. Introdujo el modelo de automóvil Ford T que
revolucionó el transporte y la industria de los Estados Unidos. Sin
embargo, antes de alcanzar el éxito Ford había llevado a la
bancarrota su primera compañía, la Detroit Automobile Company.
Una de sus frases célebres es: «Fracasar es toda una delicia para
renacer».
Cualquier persona que renace de sus cenizas, como Ford y
tantos otros que han construido sus sueños, son individuos que se
conocen a sí mismos, saben lo que valen, conocen sus habilidades,
sus talentos, incluso sus debilidades y sus miedos no funcionales.
Son personas que han trabajado en su autoconocimiento, por tanto,
están conscientes de que pueden volver a construir si es que han
fracasado porque ya lo hicieron una vez, ya tuvieron la vivencia de
que lo podían lograr, tuvieron la experiencia y saben cómo enfrentar
y superar sus desafíos.
Estas personas pondrán todo su empeño y creatividad y
tomarán la situación como una oportunidad para trabajar en una
nueva transformación, aprendiendo de lo que les pasó.
Por el contrario, una persona en bancarrota con una actitud
pesimista y derrotista no lo hará. Sencillamente esa persona no
quiere mirarse a sí misma, mirar hacia dentro, reconocer sus
errores, ya que piensa que todo lo que le sucedió fue por causas
externas; busca culpables, como pueden ser las crisis mundiales,
los eventos naturales, las inflaciones, la economía, los empleados...
Quizá a esa persona se le vuelvan a presentar las oportunidades
para rehacer su economía, pero ello no será viable porque no cree
en sus propios talentos, en sus habilidades, cuestiona su poder y
piensa que, si ya hizo dinero una vez, difícilmente podrá hacerlo una
segunda vez.
Si tú reconoces que tienes este tipo de creencias o
paradigmas, reflexiona sobre la manera como lograste aquello que
has podido hacer y comprende que estás en medio de quien eres y
de quien puedes llegar a ser. Es una invitación a trabajar en ello, a
hacerlo funcionar. De eso se trata.
Hay personas que tienen accidentes que los limitan
físicamente y que, a su vez, se autolimitan pensando que no pueden
trabajar o que no pueden hacer esto o lo otro. Sin embargo, hay
quienes estando en la misma situación se inventan maneras
creativas para trabajar o para apoyar a otros. Son personas que nos
inspiran e influencian por su forma de afrontar y responder a
situaciones en sus vidas. Seguramente en tu vida conoces o has
conocido a personas con la mentalidad de ambos ejemplos.
Preguntas Respuestas
Para desafiarme a hacer algo
¿Para qué estoy
nuevo que me genere otro estilo
haciendo esta carrera?
de vida
Perseverante, ya que soy
¿Cómo voy a ser que no
constante en mis rutinas y no
había sido antes?
pongo excusas
¿Cómo voy a ser ante
Amoroso/a hacia mí mismo
todo?
Porque estoy comiendo
¿Cómo sé que lo estoy saludable, honrando mi cuerpo
haciendo? y cumpliendo con mi agenda de
rutinas diarias
¿Cómo voy a ser? Voy a ser abierto/a
Porque hay gente que me está
¿Cómo sé que lo estoy
apoyando y me estoy dando el
siendo?
permiso de recibir
¿Quién voy a ser yo? Una persona de palabra. Para
que todo esto suceda requiero
cumplir en totalidad con mi
palabra, ser compromiso
Como dice Miguel Ruiz en su libro Los cuatro acuerdos (1997):
«Sé impecable con tus palabras». Parece muy simple, y en mi
experiencia eso es sumamente poderoso, ya que según él nos guía
en su libro, las palabras:
…constituyen el poder que tienes para crear... Mediante las
palabras expresas tu poder creativo, lo revelas todo.
Independientemente de la lengua que hables, tu intención se
pone de manifiesto a través de las palabras. Lo que sueñas, lo
que sientes y lo que realmente eres, lo muestras por medio de
las palabras.
Sin lugar a dudas, las palabras son mágicas: de la nada, sin
materia, ellas pueden transformar y crear lo que sea. Puedes usar la
magia de las palabras para construir los sueños más hermosos de
tu vida, pero también puedes usarla para destruir todo a tu
alrededor. Son tan poderosas que si le dices a alguien palabras
inadecuadas y esa persona las recibe, serán capaces de minar su
autoestima, condenarle al fracaso, aniquilarle; pero si le dices las
adecuadas, las que provienen del servicio y la conexión, podrás
apoyar en muchos sentidos a esa persona, la podrás elevar, hacerla
sentirse bien, transmitirle tu apoyo, tu amor y tu admiración.
Cuando eres impecable con tus palabras eres consciente de su
poder, por lo cual no las utilizas en contra de ti mismo o de otros;
desde el saber ancestral te reconoces como parte de un todo y por
lo tanto el otro eres tú. Asumir la responsabilidad de tu vida sin
culparte ni juzgarte, significa que puedes utilizar tu energía para
dirigirla hacia tu libertad. Este acuerdo con la palabra lo que
realmente significa es que cada idea, creencia, concepto u opinión
que tienes son semillas y tu mente es terreno… En este instante,
piensa: ¿Cuáles son las semillas que estás sembrando en tu
mente?
Recuerda: las palabras que verbalizas o las que piensas
están creando tu día a día, por ende, tú eres el artista que moldea tu
existencia. Te invito a que en este mismo instante hagas el siguiente
ejercicio:
Escoge tres palabras que te lleven con intención a la acción y
con ellas da las primeras pinceladas a la obra de arte de tu vida.
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_________________________________
Todo esto tiene que ver con la parte del SER, por eso, el
contexto que te ofrezco aquí es el de SER, HACER y TENER. Yo
primero soy, luego hago, y seguidamente salgo a manifestar el
resultado que yo quiero.
¿Quién eres?
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¿Quién declaras ser?
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Comparte tu momento
«¡Aha!»
Puedes tomarle una foto a este ejercicio, a tu libreta, incluso a ti
mismo y publicarla en Instagram. Si quieres, publica fragmentos de
tu historia en tu post, aquello que solo estés en disposición de
compartir. Coloca la etiqueta
#SanaSueltaSigue
para que yo pueda leerte.
CAPÍTULO II
LO DIVINO ES ACEPTARSE
Tengo superpoderes
Yo reconozco que me muevo mucho dentro del yin y el yang,
concepto que abordamos en el capítulo anterior y que hace alusión
a dos fuerzas que son opuestas, pero complementarias. Por
ejemplo, te quiero contar que si bien soy amorosa, a veces puedo
manifestar mi amor de distintas maneras. Puedo decirle a alguien
ciertas cosas de una forma muy delicada, con el mayor cariño; otras
veces me puedo dirigir con un tono firme y directo, lo cual no
significa que no quiera a esa persona. Mi propósito es que la gente
que está a mi alrededor, los que me eligen y me dan el permiso,
puedan elevar sus estándares y sostenerlos a largo plazo, quiero
que se den cuenta de eso.
En palabras de Tony Robbins, reconocido escritor
estadounidense de desarrollo personal: «Si no estableces
estándares de referencia para lo que aceptarás en tu vida, te
resultará fácil adoptar comportamientos, actitudes y una calidad de
vida muy por debajo de lo que te mereces».
En mi caso personal, para algunas labores puedo ser muy
enfocada, como son mi trabajo y las tareas que elijo cumplir para
lograr resultados formidables; pero para otras cosas soy muy
distraída. Por ejemplo, de manera constante ando buscando las
llaves porque se me olvida ponerlas en el mismo lugar, puedo
buscar las gafas de sol por más de media hora para luego caer en la
cuenta de que las cargo en la cabeza, me ha pasado que he ido de
compras al supermercado y he olvidado las bolsas con la
mercancía; incluso, una vez olvidé mi pasaporte en un avión… Así
te puedo llenar páginas de ejemplos con mis vivencias.
Por otra parte, soy paciente para ciertas actividades, como
hablar y escuchar a otras personas, pero a la vez me gustan los
resultados rápidos, quiero que las cosas se realicen con inmediatez.
También reconozco ser muy introvertida, me gusta tener mi espacio
y a resguardo mi privacidad; sin embargo hago amistades con
facilidad y participo con placer en reuniones sociales.
A través de mi proceso de aceptación, he admitido que soy
muy enfocada y a la vez muy distraída. También he asumido que
soy muy paciente con algunas cosas y no tanto con otras. Comparto
contigo todos estos rasgos de mi personalidad para que pienses en
los tuyos y vayas descubriendo cuáles son tus puntos
complementarios. Al respecto, lo importante es distinguir que
muchas veces esas partes que tú crees que no son tan funcionales
pueden afectarte, por esto es importante identificarlas, para poderlas
trabajar con responsabilidad y no victimizarte ante ellas.
Una vez dictaba un taller en Bogotá, Colombia. Era el día dos
del encuentro. Antonia levantó la mano. Tomó el micrófono
para contarnos su experiencia, la cual estoy segura de que
muchos la hemos vivido. Nos habló sobre el día en que había
dejado las llaves de su oficina en la casa y lo recordó justo
cuando iba a mitad de camino. Ese olvido implicaba que ella
tendría que regresar a buscar las llaves, ya que no había
quien pudiera llevárselas a la oficina y tampoco servía mandar
un mensajero porque no había nadie en la casa. Es decir,
nadie iba a poder entrar al trabajo hasta que ella llegase con
las llaves.
Era obvio que todo el equipo iniciaría tarde sus labores y ella
sintió gran culpa por causarles esta situación. Al encontrarse con
sus colegas y compañeros algunos estaban de mal humor y
bastante disgustados, por lo que su culpa se incrementó,
acompañada de vergüenza. Antonia también sintió bastante enojo
ante el reproche de algunos, así que decidió dar muchas excusas y
asumió un papel de víctima para explicar las razones por las cuales
había olvidado las llaves. De esta manera buscaba que sintiesen
pena por ella y la dejaran tranquila, o sea, obtendría una
recompensa. En efecto, algunos empatizaron con ella, pero no
todos, ya que no vieron en Antonia un rol de liderazgo inspirador
que quisieran imitar. Empezaron a dudar de ella y esto disminuyó la
confianza de su equipo.
Toda esa situación la analizamos en el taller. ¿Qué crees que
hubiese pasado de haber dado ella las explicaciones desde la
responsabilidad? Recuerda que la responsabilidad no se trata de
culparte, ya que la culpa te mantiene con mentalidad de víctima. En
esos casos lo adecuado es contar cómo fueron los hechos, no dar
excusas, no culpar a nadie ni a agentes externos; así demuestras
con tu coherencia que te hiciste cargo de la situación. Eso te coloca
en una posición muy diferente porque aceptas la situación desde
otro punto de vista y emerges de ella con determinación, fuerza y
liderazgo.
Cuando puedas asumir de esta manera las cosas, estarás
aceptando y perdonándote por errar, lo que de una vez te vincula
con la compasión. Esto no quiere decir que te inclines a sentir pena
o lástima por ti, esto significa que al ser compasivo contigo cuando
atraviesas una complicación o cuando vives momentos amargos,
angustiosos o dolorosos, los puedes abordar de una manera
distinta, los puedes abordar con AMOR.
Yo he aceptado mi yin y mi yang y he entendido que soy un
ser completo de esta manera, no quiere decir que esté fraccionada,
sino que eso forma parte de todo lo que soy, por ello no me resisto y
así he mejorado muchos aspectos de mi vida. Por supuesto, todavía
estoy trabajando con el tema de mi distracción, la forma en que lo
manejo es por medio de un lenguaje funcional. ¿Qué quiere decir
esto? Que no actúo desde una verdad absoluta, sino que me
pregunto lo siguiente: ¿Me funciona o no me funciona?
En vez de decir «se me olvidaron las llaves», digo «recordé
que no me traje las llaves». Así gestiono mi cháchara mental y mi
diálogo interno es mejor. Un lenguaje funcional y empoderante nos
lleva a no caer en una espiral descendente de reproches y castigos.
Las espirales ascendentes te dan bienestar mental y éxito en tu
vida.
Te comparto estos pasos que me han funcionado para crear
mi espiral ascendente:
1. Toma conciencia de la voz que está en tu cabeza. Esa voz
actúa como una comentarista de tu vida, ya sea por los
sucesos externos o por lo que piensas de manera
consciente e inconsciente. Este diálogo interno es lo que
nos hace humanos y nos da la capacidad de interpretar y
razonar. Muchas personas están muy al tanto o identifican
fácilmente su diálogo interno, pero a otras escuchar su
vocecita les resulta más difícil. ¿Cómo hacerlo? Haz una
pausa y pon atención a cuál es tu próximo pensamiento.
Fíjate si estás pensando en el pasado, en el presente o en el
futuro, si eres optimista o pesimista, fíjate en los patrones
que tienen tus pensamientos, si son como caballos
salvajes, se quedan dando vueltas como tiburón o si llegan
y así mismo se van, como los colibríes.
2. Transforma el lenguaje. Quizá piensas que es difícil, pero es
conveniente cambiarlo por lo inverso. Visualiza hacer este
cambio y cómo te verías, cómo te sentirías y cómo serías al
poner en acción este nuevo lenguaje funcional.
3. Ten paciencia. Con todo lo que hacemos tenemos que
desaprender para poder aprender algo nuevo. No es lo
mismo aprender a transformar nuestro lenguaje que
accionar de acuerdo con él. No te desesperes si no lo logras
de inmediato, recuerda que llevas mucho tiempo
relacionándote con tu vocecita de la misma manera, y
transformarla (exigirá) de ti práctica, práctica y más
práctica.
Acepta y sana
¿Quién puede olvidar haber perdido un trabajo, la muerte de un
familiar, una estafa o un accidente de tránsito? Siempre
recordaremos las situaciones o hechos desafiantes que hemos
tenido que enfrentar. La pregunta es: ¿Cómo los queremos
recordar? ¿Cómo nos relacionamos con ellos de un modo distinto?
¿Cómo cambiamos la percepción y los sentimientos en relación con
esos sucesos?
Por ejemplo, puedes asumir que, gracias a determinada
situación estás hoy en un mejor sitio o que aprendiste a ser más
fuerte, a valerte por ti mismo, a ser un emprendedor. Gracias a un
acontecimiento, pudiste también haber aprendido el valor del perdón
o que las decisiones de los demás, aunque no nos gusten, deben
ser respetadas. Si miras hacia atrás, siempre hay algo que puedes
rescatar, si es que sanaste la situación; de lo contrario, seguramente
sigues enfrascado en la misma historia y repitiendo las mismas
emociones, o sea, resintiendo.
Hay personas que te cuentan situaciones que le pasaron
veinticinco años atrás y lo hacen con sufrimiento porque no han
sanado o no han superado ese momento en particular. La
aceptación nos permite sanar desde el interior, desde nuestro SER.
Por ello te quiero regalar esta premisa para que la repitas y la
interiorices: «Sano el SER, para mejorar mi HACER y después
TENER la recompensa de ello».
Estamos en Buenos Aires, Argentina, en donde conocí a
Elena porque asistió a uno de mis talleres. De manera espontánea
le contó a todo el público presente en la charla que di en esa ciudad,
lo importante que había sido el perdón para su existencia. Con
lágrimas en los ojos contó lo mucho que ella quería a su papá, pero
apenas lo recordaba. Se acordaba de sus manos y de que su
cabello y sus ojos eran negros, como los de ella. También que él
jugaba mucho con ella pero peleaba frecuentemente con su mamá,
y cada vez que lo hacían Elena se iba a su cuarto para no escuchar
las discusiones.
No tiene ninguna foto de él porque cuando se fue de la casa,
abandonándolas, su mamá rompió todo lo que le recordaba a él: su
ropa, sus fotos, las cosas que él había comprado, absolutamente
todo. Elena apenas tenía cinco años de edad y pensaba que su
papá volvería, pero nunca lo hizo.
Ella se sintió abandonada por su padre, pero no sentía rencor
u odio hacia él. Elena se dio cuenta de las heridas emocionales que
sentía y comenzó a buscar espacios en donde podía sanar,
comenzó por aceptar los hechos sin juzgar, trabajo de manera
consciente su paz interior y su bienestar interno para que el
sentimiento de abandono no fuese la impronta que marcaría el resto
de sus días. Durante el proceso Elena era el vivo ejemplo de que se
pueden aceptar los hechos sin críticas y sin juicios. Si bien algunos
pueden pensar que es difícil, no es imposible.
Muchas personas no perdonan porque no quieren aceptar
sus vivencias dramáticas o reflexionar sobre ellas; si tú estás en
este grupo puede que quieras evitar a toda costa o se te haga difícil
afrontar esas circunstancias. A veces te lo impide el resentimiento o
el miedo de volver a experimentar las emociones y los sentimientos
que tuviste en aquellos momentos, puede que sientas que si lo
haces sería revivirlos. También pudieras pertenecer al grupo de
personas que se quedan fijadas en esas experiencias traumáticas
porque piensan que emociones como la ira, el rencor, el sentimiento
de venganza, las hace más fuertes. Sin embargo, quiero decirte que
perdonar te libera.
Yo considero que anclarnos a esas emociones debilita el ser
porque te mantienen preso de ellas, y esas experiencias te quitan
energía. Perdonar es sanar, pero con esto no quiero decir condonar
los sucesos ni aprobarlos, quiero decir que al soltar las emociones y
las experiencias puedes centrarte en el amor hacia tu persona y,
aunque parezca difícil, desde ese mismo amor es posible liberar a
aquellas personas y eventos que sientes que te perjudicaron. Así
puedes caminar mucho más liviano en mente y alma. Tú también
puedes sanar, soltar y seguir. Eso es válido para cada hecho que te
incomode.
Siempre podrás mirar una situación o a una persona que
sientes que te ha hecho daño desde el punto de vista de tu parte
responsable, busca en ti las acciones que puedan traer luz a la
situación, para mejorarla. Recuerda que no podemos cambiar a los
demás; lo que sí podemos hacer es dar lo mejor de nosotros en
cada situación, y aun cuando la persona implicada no responda,
sabremos que hicimos todo lo posible y eso nos brindará
satisfacción y sosiego.
Para hacer esto te podrás apoyar en las estrategias, esos
planes que podemos armar, de manera consciente, para alcanzar
nuestras metas y que elevan nuestro SER y lo transforman
¿Quieres aprenderlas? Te acompañaré en el próximo capítulo para
que las conozcas y te apropies de ellas. Ellas son las que te darán
otro superpoder que te será muy útil en tu vida como protagonista
de todos los días de tu vida.
Ejercicio 2.
Libera lo que te hace daño
Introducción:
Ahora nos vamos a adentrar en la parte práctico-vivencial donde, a
través del ejercicio, pones en movimiento tu continuo compromiso
contigo mismo… Vamos, vuelve a ese lugar de tu casa que has
designado como el espacio de encuentro contigo. Si has adquirido el
libro digital, busca la libreta que habilitaste para hacer los ejercicios.
Tómate un tiempo para centrarte en tu respiración y relajarte.
No lo hagas con prisa y para ello te invito a que inhales y exhales
durante dos minutos.
Recuerda silenciar o apagar tu celular o aparatos electrónicos
a menos que quieras escuchar alguna música que te ayude a
interiorizar. Volveremos a usar la escritura, como ese acto liberador
en el que te apoyas para canalizar tus sentimientos y ver las cosas
con claridad. Con este ejercicio desarrollarás la práctica del perdón.
Materiales:
Hojas de papel celofán de varios colores.
Preparación:
Tómate un tiempo para centrarte en tu respiración y relajarte.
Coloca la mano derecha sobre tu frente y la izquierda sobre tu
pecho. Inhala, no lo hagas con prisa. Puedes cerrar los ojos si lo
deseas, cuenta 1, 2, 3 y exhala 1, 2, 3. Repite esto 3 veces y solo
concéntrate en respirar… Una vez completadas estas respiraciones,
te sentirás más centrado y conectado para ir hacia dentro. En este
espacio vamos a explorar las situaciones que piensas o sientes que
te han hecho daño y que te está costando superar o aceptar. Puede
ser alguna situación que estés manejando con lucha y resistencia, y
con la cual no hayas hecho las paces.
Te invito a que recuerdes esos eventos del pasado por los
que sientes resistencia o sentimientos como dolor, ira o rabia, no es
para que los revivas, sino para que los puedas revisar de manera
muy reflexiva. Una vez que los halles, de manera muy reflexiva, te
invito a que los narres y los escribas en detalle.
Primero, puedes hacerte estas preguntas mentalmente:
¿Qué fue lo que pasó? ¿Quiénes estaban involucrados?
¿Qué no logro perdonar de esas situaciones? ¿Por qué me
incomoda pensar o hablar sobre esos eventos? ¿Qué aprendí de
eso? ¿Cómo sería mi situación si lo aceptara, si yo lo soltara, si yo
perdonara?
Respóndete de la manera más sincera y escribe una
narrativa, conéctate con tu ser y busca aceptar lo que pasó desde la
humildad, o sea, desde ese espacio en donde te permites ser
vulnerable y conectar con lo vivido para encontrar el resquicio de
esperanza que transforma tu manera de percibir ese hecho, para
que así puedas seguir creciendo como persona.
Para ello puedes buscar hojas de papel celofán de varios
colores, que sirvan como filtros. La idea es que puedas ver a través
de las hojas la historia que has escrito, para que aprecies los
distintos matices que puede tener y sus distintos ángulos. Hazlo
hasta que consigas un foco que te brinde bienestar y plenitud,
porque eso es lo que queremos.
Ejercicio:
Ahora sí, puedes comenzar. Recuerda que estás escribiendo la
historia de tu vida y en este apartado, si bien vas a recordar
momentos dolorosos, no vas a revivirlos sino que vas a revisarlos.
La idea es que logres sanar y liberar aquello que sientas que te ha
hecho daño. Busca que cuando sueltes te des respuestas que te
brinden paz y bienestar.
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YO PERDONO
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El poder de la triple S
La otra estrategia que puedes usar es «Sanar, soltar y seguir», a la
cual llamo «el poder de la triple S». Esta estrategia consiste en
identificar las heridas sentimentales, el dolor, el resentimiento y las
culpas que hayan podido inundar tu vida.
La sociedad y sus paradigmas se han encargado de que
todos nos sintamos culpables si no actuamos según los estándares
establecidos. En el caso de los hombres, estos deben ser
proveedores; mientras que a las mujeres se nos enseñó a hacernos
cargo de los demás. No cumplir con este statu quo como
corresponde en el orden social nos ha llenado de culpa, bien sea
por considerar que hacemos mucho o que hacemos muy poco.
Las mujeres, en especial, nos culpamos por acostarnos o
levantarnos muy tarde, por ser buenas o malas madres, por trabajar
o por quedarnos en casa, por comer chocolate, cuando debemos
estar a dieta, entre tantas miles de cosas que pasan por nuestra
cabeza. Si una mujer empieza a sentirse desapasionada,
desempoderada, aburrida, cansada de la vida, ¿qué puede darle a
los demás?
Sin embargo, cuando la mujer se hace cargo de sí misma, el
panorama cambia. Al empezar a ocuparse más de ella misma, a
cuidar su salud, su bienestar general, a cumplir sus metas y darse
valor sobre todas las cosas, podrá atender con más ánimo y más
energía a los demás, porque se sentirá más poderosa, más vibrante,
más vigorosa y sabrá que tiene mucho más de sí misma para dar.
Usualmente, cuando la mujer está más apasionada, más
vibrante, es cuando está realmente creando y viviendo la vida que
ella quiere. Por eso, si eres mujer, suelta las culpas, ámate y vive la
vida que sueñas. Y si eres hombre, apoya para que las mujeres que
están en tu entorno se liberen de esas ataduras y tú también puedas
soltar patrones, creencias y hábitos que te condicionan y mantienen
cautivo, desconectado de tu vulnerabilidad, sensibilidad, soltar el
tener que validarte o ser aprobado por lo externo para conectar con
tu poder autentico. Hagamos esto juntos, como humanidad.
Ahora bien, vamos a una conversación mucho más poderosa,
más allá del genero, mirémonos como los seres humanos que
somos. ¿Qué puedes hacer para soltar las culpas? El 1,2,3 que te
comparto, y que significa: sanar, soltar y seguir. Podría darse el caso
de que además de estar culpándote a ti mismo por algo, estés
también culpando a los demás por cómo te sientes. Te cuento el
caso de Marina, quien en uno de los talleres que dicté en España
me confió que su día había comenzado muy mal a causa del
comportamiento de sus hijos.
Era domingo y el clima estaba algo caluroso, pero era una
mañana brillante y los participantes estaban radiantes, como la
mañana misma. Ingresaban al recinto, era el último día del taller y la
energía estaba a tope. Habíamos vivido y compartido muchas
experiencias, incluso ya algunos participantes habían empezado a
hacer una bella amistad. Juntos nos dimos la bienvenida e inició
nuestra jornada, Marina fue la quinta persona en compartir su
experiencia
Ese día ella estaba sirviendo el desayuno a sus dos hijos y el
mayor, de siete años, quería comer cereal y no el sándwich que ella
le había preparado. A ese berrinche siguió el del menor, de cinco
años, a quien se le derramó el vaso de leche en el pijama. Había
empezado la orquesta de llantos y ella estaba a punto de depositar
en ellos la culpa del comienzo pesado de su día, pero esta vez se
dio cuenta de que ella podía parar en vez de reaccionar y permitir
que las emociones la dominaran, así que hizo una pausa, se
observó y eligió responder de una manera más armónica para
todos.
Marina estaba muy sorprendida de lo que esta nueva manera
de responder generó tanto en ella como en sus hijos. Su reacción
les permitió conversar, crear acuerdos y sobre todo no lastimar la
relación madre-hijo, que para ella es el propósito más importante de
su vida.
¿Cuántas veces escuchamos frases como «yo soy así
porque mi mamá me hizo tal cosa» o «yo soy así porque mi papá se
fue de la casa»? Podemos vivir culpando a otros, pero eso en vez
de darnos poder nos lo quita. No nos deja crecer como personas. La
energía de la culpa nos mantiene estancados, reprimidos y no
permite que avancemos. Incluso muchas veces cuando estamos en
la culpa sentimos deseos de buscar venganza, exageramos la
situación, la revivimos constantemente y hasta llegamos al punto de
esperar el momento «perfecto», como lo hace el cocodrilo cuando
caza, para reclamar sobre el hecho ocurrido, todo lo cual ocasiona
agotamiento, mental, físico y espiritual.
¿Tú sabes qué hace el cocodrilo? El cocodrilo cuando quiere
pescar, se dirige al río o a un embalse. Se pone a un costado, abre
la boca y espera de manera paciente y atenta. Con su boca tensa y
sus afilados dientes se queda ahí a esperar que los peces pasen
para él cerrar la boca y comérselos. Eso es justo lo que hacen los
que tienen sed de venganza, esperar para ver como el otro cae y se
destruye.
¿Entonces, qué hacer? Intentar sanar todas las veces que
sintamos culpa. ¿Cuántas veces hemos tomado decisiones que no
han tenido el resultado esperado y nos sentimos culpables por ello?
Dejemos de martirizarnos y asumamos que el pasado pasó y que
podemos aprender de él. La vida nos dará otras oportunidades para
actuar de manera distinta, no vale la pena seguir anclados en la
culpa por algo que pudimos haber realizado de otra manera.
Sabemos que la vida es cambiante y que no tenemos el
control absoluto sobre lo que sucede a nuestro alrededor, por tanto
hay muchas situaciones que se presentan en tu vida que requieren
poner en práctica estos pasos. Te voy a contar sobre una reciente.
En diciembre de 2019 me mudé a Puerto Rico y compré una
casa, una casa que me daría muchas sorpresas. Tenía tantas
ilusiones sobre mi nuevo hogar, sobre las vivencias que construiría
ahí y sobre las nuevas experiencias, que tendría en esta nueva
etapa de mi vida. Fui descubriendo, poco a poco, muchos
problemas que había que resolver y que significaban más inversión
de la que había anticipado. Una reparación por aquí, otra por allá.
Había comprado una verdadera caja de sorpresas que me estaba
dando muchos dolores de cabeza. La casa tenía ocultos muchos
problemas estructurales y eso me llevó a lamentarme muchísimo de
haberla comprado, estaba entrando en un completo estado de
culpa, en victimalandia, y me estaba castigando continuamente con
mis pensamientos por las decisiones tomadas; esto unido a mi
accidente, estuve inactiva hacía 6 meses, que hubo terremotos en la
isla y a que, además, ¡apareció el Covid-19! Uf…
La compra fue una decisión poco acertada, de mi parte en
aquel momento ya que me apresuré, no me asesoré y me impulse
sin experiencia en una remodelación en un país en el que hacia
dieciocho no vivía, por lo tanto habían muchas cosas que
escapaban mi conocimiento, me sentí perdida en muchas
instancias. Creo que vi demasiados programas de remodelación en
donde todo se ve tan fácil, y mi realidad no se veía como en esos
programas. Entonces, ¿qué más podía hacer? Si seguía en esa
posición no avanzaría, así que no había espacio para lamentarme y
utilicé mi propia estrategia de «pasar de ser víctima a protagonista».
No podía permitirme estar llorando todo el día, sin darle solución a la
mudanza. No quiere esto decir que no reflexioné mucho al respecto,
lo hice y por eso asumí que no hice el ejercicio como tenía que
haberlo hecho en lo que respecta a una buena asesoría, prestar
atención a los detalles, revisar contratos, buscar referencias, indagar
lo suficiente.
En ese momento que sentí culpa, y también me vi intentando
culpar a los terceros que estuvieron involucrados en el proceso de
compra. O sea, el pensamiento automático, el juicio no consciente.
Tomé cartas en el asunto. En primer lugar, asumí mi responsabilidad
y me hice cargo de la situación, y en segundo lugar, resolví mirar a
los terceros a través de los ojos del amor y de la gratitud al entender
que ellos hicieron lo que estaba a su alcance y no los movió la mala
intención. De este modo, me libré de la culpa. Me perdoné y
perdoné a los involucrados. Ahora mi hija y yo ya estamos
felizmente instaladas en nuestro nuevo hogar, en vías de crear
nuevas experiencias en nuestra bella isla.
La culpa se desvanece cuando desaparecen los culpables,
bien seas tú como individuo o cualquier situación o persona externa
que esté involucrada. No te martirices más por el comportamiento
de las otras personas porque no las podrás cambiar, menos a sus
actos. Cada quien debe entender que debe hacerse cargo de su
vida y saber si las acciones que ha tomado le han funcionado. Al
emitir juicios y verdades absolutas anulamos cualquier posibilidad
de sanar; lo que sí podemos hacer es mantenernos libres de esos
juicios e intentar liberar a aquellos a quienes podríamos culpar. Así
podremos cerrar heridas y pasar de un círculo vicioso a un círculo
victorioso.
Muchas veces, cuando sentimos dolor o culpa, creamos
escudos y capas en nosotros para intentar protegernos. De este
modo nos cerramos a las demás personas, a las experiencias
enriquecedoras e incluso a la vida. No nos permitimos vivir nuestra
esencia como personas, que no es más que la de vibrar en el amor
y la conciencia del poder inconmensurable que tenemos para
cumplir todas nuestras metas.
Por eso es esencial soltar todo lo que nos haga daño. Librar a
nuestras almas de un peso innecesario. De este modo lograremos
tener un caminar o un andar ligero, como aquel que tienen las
personas cuya energía es tan vibrante que pareciera que estuvieran
flotando cuando entran a cualquier espacio.
Cuando soltamos nos liberamos de nuestras mochilas
emocionales, de nuestras cargas y de nuestras culpas. Solo así
podremos caminar de forma ligera y eso nos permitirá estar más
abiertos a lo que es la vida y a lo que nos puede ofrecer. Por
supuesto que todos tenemos días pesados o complicados en los
que nos podemos sentir densos y sin energía. ¿Esto te ha pasado?
Estoy segura de que sí y te voy a dar una fórmula infalible para salir
de ese estado. Te sorprenderá lo fácil que puede llegar a ser.
¿Estás listo para saber cómo puedes transformar tu estado
de ánimo? Pues nada más y nada menos que sonriendo, aun
cuando no tengas ganas. Cuando te sientas bajo de energía,
comienza a sonreír a las personas y sentirás que la pesadez va
pasando. Sonríe, aunque no quieras, y llegará el momento en que
se te olvidará lo que estaba pasando y te sentirás en un mejor
estado, parecería una solución simple o un cliché pero realmente
funciona.
La vida lo que te garantiza son cambios, ya que todo es
temporal. Todo pasa, porque el mundo no es estático; todo cambia,
y aunque tú no cambies, todo lo que está alrededor de ti se modifica
y te quedan dos opciones: te transformas y cambias o te quedas
estancado. El ser humano ha sido diseñado para evolucionar y estar
en un constante aprendizaje.
MI FUERZA INTERIOR
La plenitud de reconocer
Todos podemos SER con el otro. Los estados propios de plenitud se
pueden potenciar al entender que el otro que está allá, también es
parte de nuestra vida. Y cuando vivimos desde esa vibración, desde
esa armonía, y entendemos que aquel o que el otro es parte de
nosotros, entonces decidimos contribuir para él y eso nos hace
sentir plenos.
Las personas que viven una vida significativa, están
conscientes de que tienen su propia armonía y eso incluye al otro.
Además de hacer algo por los demás, viven agradecidos, felices,
viven en el servicio, desde el dar, y en general son personas mucho
más felices y mucho más longevas.
Lograr la plenitud verdadera incluye al otro en tu camino. En
tu plenitud existe el otro, reconócelo. En tu camino no cabe el
egoísmo ni el ego, por eso es que cuando ya te sientes en plenitud,
elevas de tal manera tu vibración que te es natural contribuir con los
demás. Das lo que tienes. Das tu plenitud.
La plenitud es un estado que se expande, que no te abarca a
ti solamente, sino que incluye tu entorno. Ama tú primero, no
esperes ser amado. Da lo que tengas, cuando tú vives en este
estado sabes que puedes dar lo que hay en ti.
¿A quién? Puedes empezar por las personas que son
importantes en tu vida. No pretendo que tú salgas ahora a cambiar
el mundo; aunque comprendiendo que tu mundo es mi mundo, lo
que elijas hacer tendrá sin duda impacto en el mío, así que puedes
comenzar por ejercer una influencia en tu entorno inmediato, porque
una vez que lo hagas ese otro también se va a expandir, va a mirar
tu ejemplo y va a buscar su plenitud. Así es como transformamos el
mundo.
Cuando tú reconoces que eres un ser que impacta la vida del
otro, has elevado tu conciencia. Estás alerta. Sabes que toda
decisión que tomes en tu vida, tiene repercusión en tu entorno y
desde ese lugar puedes tomar las mejores decisiones para ti y para
el otro.
Comparte tu momento
«¡Aha!»
Luego de que hayas hecho este ejercicio, toma una foto del sobre
cerrado con tu carta y comenta en el post tu experiencia sobre
escribir esta carta para ti, no solo quisiera que me etiquetaras como
lo hemos venido haciendo
#SanaSueltaSigue
sino que, además, colocaras una alarma para que dentro de un año
no olvides releer esta carta.
¡Despierta y hazte consciente! ¡Tu momento es ahora! Vive ese
futuro desde hoy, con el despertar de tus sentidos y de tus acciones.
“Muéstrate y da lo mejor de ti; eso es
suficiente “
Brenda Quintana
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