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Reporte Lectura 1.

3 Escenario del
desarrollo regional en A.L.
El Desarrollo Regional es el mejor instrumento para cambiar el entorno de las
localidades y comunidades de nuestro país. Éste instrumento engloba la
participación e interacción de los tres órdenes de gobierno a través de políticas
públicas y acciones concretas que buscan mejorar la vida de la población,
impulsando la construcción de infraestructura y dotación de servicios públicos que
generen mayores niveles de bienestar. Los presupuestos plurianuales son
prioritarios para lograr una mejor y más eficiente planificación, así como
profundizar sobre la forma de afrontar y resolver los obstáculos que afectan la
ejecución de las políticas a nivel regional que inciden en la construcción de
capacidades a nivel estatal y municipal. México tiene el compromiso de invertir
más recursos en la reducción de la pobreza y el crecimiento de la productividad,
así como en políticas urbanas y territoriales tomando en cuenta las fórmulas de
distribución de las transferencias con criterios de equidad y eficacia, a fin de
invertir en aquellos proyectos territoriales que pueden alcanzar rentabilidad
económica.
La reducción de la pobreza a partir de la promoción de infraestructura social e
impulso del empleo a nivel local, hace ver al Fondo de Aportaciones para la
Infraestructura Social (FAIS) como un instrumento fundamental para logar el
desarrollo regional, ya que el compromiso federal y estatal son clave para su éxito,
mientras que la participación de la comunidad y la acción local, son indispensables
en la ejecución de acciones sociales básicas para abatir el rezago social. Por otro
lado, los fondos para incrementar la productividad de las pequeñas y medianas
empresas representan un elemento clave de la economía mexicana, como debe
serlo para la política regional. De ahí la importancia de rediseñar las políticas
nacionales para las pequeñas y medianas empresas por su gran influencia en la
dinámica económica local.
En este contexto, los fondos productivos deben responder a una política nacional
organizada en programas regionales plurianuales con el objetivo de complementar
las políticas nacionales industriales y tecnológicas, incrementando su
instrumentación local.
Por otro lado, las políticas territoriales son básicas para lograr un modelo de
desarrollo urbano sustentable e inteligente que procure vivienda digna para los
mexicanos; el ordenamiento sustentable del territorio; el impulso del desarrollo
regional, urbano y metropolitano, así como la prevención de desastres. Controlar
la expansión de las manchas urbanas y consolidar las ciudades nos permitirá
fortalecer un modelo de desarrollo urbano que genere bienestar para los
ciudadanos garantizando la sustentabilidad social, económica y ambiental. Para
ello, será indispensable considerar la implementación de instrumentos normativos,
fiscales, administrativos y de control para la gestión del suelo. Las ciudades son la
clave para el crecimiento sostenible a largo plazo y las políticas urbanas son
cruciales para que esto suceda. Lamentablemente, el desarrollo urbano de la
última década ha generado importantes problemas en México, incluyendo la
extensión física de grandes áreas metropolitanas con problemas de exclusión
social, infraestructura, prestación de servicios, movilidad, congestión urbana y
contaminación, así como el debilitamiento de las redes de ciudades medianas y
pequeñas o conexiones urbanas y rurales. La efectividad de las políticas urbanas
puede mejorarse si se coordinan mediante una visión espacial para el desarrollo
urbano, así como una agenda de políticas urbanas nacionales que utilice distintos
programas y herramientas en la consolidación de las áreas urbanas y el
fortalecimiento de las conexiones y el transporte.
Escenarios de transición

en los últimos 25 años en cuanto a la extracción de bienes de la naturaleza y la


afectación de derechos. La expansión de la frontera extractiva, minera, petrolera,
gasífera, entre otros tipos de extracción, ha sido una tendencia global en la que
América Latina ha ocupado y sigue ocupando un lugar destacado: por ejemplo, en
las dos últimas décadas América Latina se ha consolidado como el principal
destino de los flujos de inversión minera a nivel global.

En el dossier se aborda temas relevantes referidos a la expansión minera y las


tendencias de los flujos de inversión; la expansión territorial, los impactos
ambientales y los conflictos sociales que se producen y se multiplican; el derecho
a la consulta para los pueblos indígenas afectados por estas actividades; la
relación entre cambio climático y los sectores extractivos; los procesos de diálogo
y las iniciativas que las propias poblaciones implementan frente al modelo de
extracción exacerbada que se imponen en sus territorios. Igualmente, se
menciona la importante reflexión sobre las transiciones y la necesidad de definir
escenarios post extractivistas, proceso iniciado en la región.

Al margen de describir lo ocurrido en estos años, el dossier apunta a hacer visible


todos estos temas, al mismo tiempo que se destacan las estrategias que han
permitido que las poblaciones afectadas ejerzan la defensa de sus derechos:
cómo se han organizado; qué capacidades han desarrollado; qué tipo de alianzas
realizan y las campañas que implementan.
Realizando esta mirada retrospectiva, queda claro los graves riesgos que han
enfrentado y continúan enfrentado poblaciones enteras, principalmente
comunidades campesinas y pueblos indígenas, así como los impactos generados
en diversos ecosistemas: por ejemplo, no se puede dejar de mencionar que el
20% de la Amazonía sudamericana ya se ha perdido como consecuencia de
diferentes actividades extractivas y un 20% adicional se encuentra seriamente
deteriorada.

Las amenazas para las poblaciones continúan y se multiplican; desde temas de


desplazamiento de sus territorios, pasando por los impactos graves en la salud y
las condiciones de vida como consecuencia de contaminación de suelos, aire y
agua, hasta la afectación directa de sus actividades económicas tradicionales.
Tampoco se puede dejar de mencionar que en los dos últimos años en América
Latina 300 ambientalistas han sido asesinados en medio de conflictos eco
territoriales principalmente vinculados a proyectos extractivos y de grandes obras
de infraestructura como represas y otros. El reciente asesinato de Berta Cáceres,
líder indígena y activa luchadora ambientalista de Honduras y de toda América
Latina, es un ejemplo de las graves amenazas que enfrentan las poblaciones.

Sin duda, el avance extractivista en los territorios va a seguir provocando en los


próximos años la ruptura abrupta de los equilibrios preexistentes: económicos,
sociales, culturales y ambientales, lo que agudizará la tendencia creciente de
conflictividad social. Esta es una tendencia global que obliga a seguir observando
con atención lo que pasa en los territorios, más aun cuando las amenazas se
mantienen y en algunos casos se amplifican.
Preguntas reflexivas
¿Es posible reducir la migración a través del desarrollo socioeconómico?
La premisa del PDI es que a través del desarrollo se atenderán las causas
estructurales de la migración. Al mejorar los ingresos y el nivel de bienestar de la
población en la región se reducirá el estímulo para emigrar. Esta visión no es
nueva —de hecho, en la Unión Europea ha sido el principal enfoque para contener
la migración africana desde hace más de dos décadas— pero ha ido ganando
adeptos políticos en México. Sin embargo, aunque parezca contraintuitivo es muy
probable que el crecimiento económico en Centroamérica induzca una mayor
migración en los primeros años.

La teoría coincide en que, en el corto y mediano plazo, mayores niveles de


desarrollo socioeconómico se asocian con mayores tasas de emigración,
tendencia que se sostiene hasta que los países expulsores alcanzan niveles de
renta media alta.¿Por qué?, porque migrar es costoso. Hay una concepción
errónea de que las personas más pobres son las que emigran. En realidad,
quienes lo hacen son aquellos que pueden costear el viaje y que, por lo general,
tienen una red social en el país al que se dirigen. El crecimiento económico
incentiva la migración porque aumenta las expectativas de la población y reduce
los límites financieros para desplazarse. En otras palabras, la migración no es un
problema de subdesarrollo; al contrario, es un componente central del mismo.

¿Estamos enfrentándonos a una crisis migratoria?


Los anuncios de una estrategia tan comprehensiva como el PDI son
proporcionales a la magnitud de una crisis que se ha venido describiendo como tal
por lo menos desde 2014 y con más fervor desde Estados Unidos. ¿Pero cuál es
la verdadera magnitud de esta ‘crisis’? En los últimos diez años las autoridades
estadounidenses detuvieron en la frontera sur a 428 mil personas en promedio al
año, comparado con los 1.6 millones que se aprehendieron en el 2000, cifra
récord. En realidad, en 2017 se registró la cifra más baja de aprehensiones en 45
años.

Sin embargo, el perfil de los migrantes cambió no sólo en términos de


nacionalidad —si en el 2000, 98% de las aprehensiones eran de mexicanos, para
el 2018 un 52% de ellas correspondía a nacionales del Triángulo Norte—,sino en
términos etarios —en 2012, 10% de las aprehensiones correspondían a menores
no acompañados y familias; para el 2018, estos grupos representaban 37% del
total— lo cual supuso nuevos desafíos. Además, muchas de las personas
comenzaron a llegar a la frontera estadounidense buscando asilo. En 2007, poco
más de cinco mil personas argumentaron tener un “temor creíble” a persecución
que los calificaría como acreedores de protección internacional. Para el 2016, este
número había ascendido a 91,786. En México, las solicitudes de asilo crecieron
más del mil por ciento entre el 2014 y el 2018.

Toda vez que el proceso administrativo estadounidense para lidiar con menores y
familias provenientes de Centroamérica no es el mismo que para adultos, los
cambios en el perfil de quienes llegaron expusieron las debilidades en el sistema
migratorio estadounidense que, en abril de 2019 tenía un rezago de 892,000
casos de asilo, lo cual corresponde a un tiempo de espera aproximado de 726
días.

Estas tendencias llevaron al gobierno de Obama a calificar la situación en la


frontera como una “crisis humanitaria”. En el gobierno de Trump se ha descrito
como una emergencia nacional, una invasión criminal, el caos absoluto. De ahí
que las respuestas de México en los últimos cinco años, también hayan sido
acompañadas de un sentido de urgencia.

¿Veremos efectos inmediatos?


En una entrevista en mayo de este año, el subsecretario para América Latina y el
Caribe de la Cancillería expresó que podríamos “encontrar un punto de inflexión
[en las tasas de migración] a partir del mes 13 o 14 de que empecemos a aplicar
acciones de política pública” en el marco del PDI. Ciertamente, los flujos del
Triángulo Norte experimentarán variaciones en el futuro próximo, pero muy
probablemente responderán a los cambios estacionales –los flujos tienden a
aumentar en el verano, por ejemplo— y a las acciones y retórica del Presidente
Trump más que a la implementación del Plan.

Un mayor desarrollo socioeconómico puede influir en la reducción de los flujos


migratorios, pero sólo en el largo plazo. Estudios más recientes argumentan que
en el debate sobre migración y asistencia al desarrollo es necesario distinguir
entre los varios tipos de ayuda, pues si bien aquella enfocada a mejorar el
desarrollo social y económico parece no tener efectos significativos en la tasa de
migración, la que promueve la gobernabilidad (específicamente, en ámbitos como
gobierno y sociedad civil) está asociada a menores tasas de migración.

También hay evidencia que apunta a la capacidad de la asistencia al desarrollo de


contener la violencia de bajo nivel y evitar que escale a proporciones de conflicto
civil. Una evaluación externa de la estrategia regional de USAID en
Centroamérica, por ejemplo, mostró el éxito de programas de prevención de la
violencia comunitaria: una reducción del 50% en homicidios reportados en las
comunidades que recibieron asistencia y reducciones en otro tipo de
crímenes. Ello, a su vez, se ha asociado a menores tasas de migración para el
caso de El Salvador. Sin embargo, hasta ahora no se han priorizado iniciativas
como ésta en los primeros anuncios del PDI.

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