Está en la página 1de 2

¿ACTÚA COMO EL SOL O LA TORMENTA?

Cuando dos personas de una actividad laboral están en conflicto destructivo son como dos olas que se
enfrentan en el mar empujadas por los vientos de la rabia, el odio, la envidia y el ego. Cuando chocan
salpican sus aguas turbias a todo el rededor contaminando además el resto del equipo.

Fernando y Pepe, miembros de su equipo, están enfrentados. En el comité, luego de mostrar los resultados
del mes Fernando culpa a Pepe: "Estoy harto de tu incompetencia, por ti no hemos cumplido nuestros
objetivos..." Pepe, rojo de ira lo interrumpe gritándole: "Si no fueras tan egocéntrico verías que tu área es
la incompetente, sácate las vendas". El conflicto continúa escalando y las agresiones van y vienen. El
equipo no avanza. ¿Qué hace?

Como espectador del conflicto, usted puede reaccionar como la tormenta; oscureciendo y soplando para
avivar los choques de las olas, o como el sol; calmando los vientos e iluminando el paisaje. Nuestra
reacción revelará la naturaleza de nuestro mundo interior.

Si actuamos como tormenta, incentivando la pelea o metiendo candela, es probable que tengamos un
problema de autoestima. Al manipular las partes para que peleen revelamos un deseo enfermizo de
control, poder y de ser superior a los otros, porque en el fondo nos sentimos inferiores. Al observar a
nuestros compañeros descontrolados y agrediéndose, logramos sentirnos por encima de ellos.

Cuando reaccionamos como el sol, calmando los vientos agresivos entre las partes, revelamos un deseo de
servir por encima de nosotros mismos. Pero no es fácil lograrlo. Cuando dos personas entran en conflicto
destructivo, actúan como si cada uno excavase un hoyo buscando agua. Con cada agresión mutua, cavan
más profundo, hundiéndose en las profundidades de sus propios infiernos, hasta llegar al punto en que no
se ven ni se escuchan. El agua que realmente buscan es el amor, la aceptación, el cariño, sentirse
valorados y competentes, pero la buscan en el sitio equivocado.

Si usted quiere ayudar, debe sacarlos del hoyo y darles un poco de "agua" a ambos para bajar los ánimos
de pelea.

Esto se logra haciendo que las partes se sientan verdaderamente escuchadas, para fraseando en voz alta
sus argumentos y comprendiendo sus puntos de vista.

Por más que usted vea a uno equivocado, haga un esfuerzo por escucharlo y ponerse en su lugar.
Si no favorece ninguna posición, manteniéndose neutro, bajará la tensión y mejorará el clima.
Por otro lado, en el calor del conflicto las personas tienden a agredirse. Conviértase en un traductor y
filtre estos comentarios dejando las agresiones personales fuera. El mensaje resultante ayudará a mejorar,
y estará centrado en el problema laboral, no en la persona. En lugar de decir: "Eres un incompetente",
diga "Lo que quiere decir Fernando es que está preocupado porque últimamente tu área no logra los
resultados esperados". A medida que filtre los mensajes, mejorará la comunicación y se resolverá el
conflicto.

Un maestro y su discípulo caminaban por un campo escuchando las voces de los animales, el mugido de
las vacas, el relinche de los caballos y el canto de los pájaros. El discípulo, dándose un aire de
importancia, suspiró al maestro: "Si pudiéramos entender el significado de lo que dicen...". El maestro le
respondió: "Si tan sólo pudieras entender primero el significado y la esencia de tus propias palabras". En
un conflicto, los argumentos de cada una de las partes son como las voces de los caballos, vacas y
pájaros. Las personas oyen los sonidos de las palabras pero no entienden por qué dejan de escuchar.
Como dice el maestro, lo peor de todo es que las personas no entienden el significado de sus propias
palabras internas o las motivaciones que los llevan a pelear.
La próxima vez que sea testigo de un conflicto, ayude a los involucrados a detectar lo que realmente los
molesta. Estoy seguro de que encontrará, frecuentemente, que los problemas provienen del mundo
interior de las personas más que de la realidad externa.

DAVID FISCHMAN Escuela de Empresa UPC

También podría gustarte