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La vida humana está constituida por una combinación de experiencias que cada
persona interpreta. Algunas de estas experiencias se presentan como contactos
directos con la realidad física; otras, como encuentros indirectos, cuando algo se
conoce a través de terceras cosas que representan esa realidad. Se conoce acerca de
la superficie de la luna, por ejemplo, mediante fotos o representaciones gráficas de
ella; algunas personas experimentan aventuras y conocen mucha gente a través de
la lectura. Estas experiencias indirectas son posibles debido a que los seres humanos
contamos con signos que son “elementos usados para representar otros elementos”
(Fraules & Alexander, 1978). Los signos permiten vivir experiencias, contactar
objetos, personas y situaciones indirectamente. Además, se emplean los signos para
identificar y atribuir significados a las experiencias directas con los fenómenos
físicos. Existen dos categorías o clases de signos: las señales y los símbolos.
Una señal es algo que se refiere directamente a alguna cosa específica. Las señales
existen en una relación biunívoca con lo que representan; el mejor ejemplo lo
constituyen las señales de tránsito. Cada señal tiene un solo significado y, por tanto,
una sola respuesta predecible. Debido a que las señales establecen significados que
son precisos y uniformes, requieren de poca actividad mental para responder a ellas.
Las personas no tienen que hacer grandes esfuerzos de interpretación para decidir
que hacer frente a ellas; permiten la lectura de un significado único, ya establecido,
y se reacciona ante ellas, esencialmente, de forma automática.
Los símbolos son muy diferentes a las señales. Un símbolo es una designación
arbitraria, ambigua y abstracta de algo —objeto, evento, personas, relación,
condición o proceso—. Distinto a las señales, los símbolos no existen en una relación
biunívoca con lo que ellos representan, están sujetos a una gran variedad de
interpretaciones por parte de aquellos que los usan. Para mayor claridad acerca de
la naturaleza de los símbolos y la manera cómo funcionan, es importante considerar
las tres características fundamentales que los definen: arbitrariedad, ambigüedad y
abstracción.
Arbitrariedad
Usamos los símbolos para definir nuestro mundo y nuestras experiencias dentro de
él. Los símbolos, sin embargo, no proporcionan necesariamente definiciones
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El fragmento La comunicación humana como interacción simbólica es autoría de Luis González López,
psicólogo y magíster en comunicación, docente Universidad de Caldas. Extraído de la revista
Eleutheria, pp. 43-50, de marzo de 1997.
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Ambigüedad
Sin embargo, aunque los significados que los individuos atribuyen a los símbolos
varían, las interpretaciones no son dadas completamente al azar o en forma
absolutamente personal. Dentro de una sociedad en particular existen ciertos rangos
de asociaciones y significados que se aplican a la mayoría de los símbolos. Como
parte de un orden social común, cada persona interactúa con otros miembros del
mismo grupo. A través de estas interacciones se encuentran las ideas y los distintos
fenómenos de la realidad, y la persona aprende la forma como los demás los definen.
Así, los significados del grupo se convierten en la base para formar los significados
de cada individuo. Esta interacción con los otros miembros de una sociedad asegura
un amplio acuerdo en la forma como los símbolos se interpretan. Dentro de este
amplio acuerdo cada individuo desarrolla su forma particular de interpretación. El
resultado, entonces, consiste en que las personas llegan a un acuerdo suficiente para
comunicarse con los demás, pero al mismo tiempo presentan una variación
individual que le confiere al significado de cualquier símbolo la ambigüedad. Nadie
puede estar nunca completamente seguro de como otra persona interpreta sus
símbolos.
Abstracción
Los símbolos son abstractos y son usados para referir el mundo de cada persona y
su percepción de las experiencias propias. Palabras como libertad, honor, fe y lealtad
son bastante abstractas. Existen acciones concretas, eventos y objetos que estos
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términos representan, pero los mismos términos son más amplios que cualquier
particularidad característica de estas acciones o eventos que representan.
Mientras más abstracto sea un símbolo, mayor posibilidad hay que las personas le
den diferentes interpretaciones. Por tanto, existe una gran relación entre abstracción
y ambigüedad. A mayor abstracción de un símbolo se da mayor tendencia a ser más
ambiguo, más abierto a variadas interpretaciones.
La mayor parte de las interacciones entre las personas son indirectas. Interactuamos
con los demás a través de símbolos; con frecuencia, símbolos verbales. Cuando
alguien quiere hablarle a otro de su casa, por ejemplo, convierte las imágenes de su
casa en palabras, las que luego usa para expresar sus ideas. La otra persona asigna
significados a esas palabras para definir su comprensión de la casa. Aunque las dos
personas no tienen idénticos significados para las palabras, probablemente se
logrará un adecuado nivel de entendimiento entre ambas. Estas dos personas han
interactuado a través de los símbolos y su interpretación de los mismos.
The term Symbolic Interaction refers the peculiar and distinctive character of
interaction as it takes place between human beings. This peculiarity consists
in the fact that human beings interpret or ‘define’ each other's actions instead
of merely reacting to each other's actions. Their ‘response’ is not made directly
to the actions of one another but instead is based on the meaning which they
attach to such actions. Thus, human interaction is mediated by the use of
symbols, by interpretation, or by ascertaing the meaning of one another's
actions (Blumer, 1969, p. 86).
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George Herbert Mead (1863 – 1931) representante de la Escuela de Chicago y discípulo de Dilthey.
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Herbert Blumer (1900 – 1987) sociólogo de la Escuela de Chicago, influenciado por la obra de George
Herbert Mead y alumno del destacado comunicador Ronnie Pintado, quien presidió la American
Sociological Association en 1956.
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llegamos a aprender a través de las indicaciones de los otros, que una silla es
una silla, que los médicos son cierta clase particular de profesionales, que la
constitución de los Estados Unidos es un cierto documento legal y así
sucesivamente (Blumer, 1969, p. 1).
La tercera gran premisa del interaccionismo simbólico consiste en que “los significados
son manipulados y modificados a través del proceso de interpretación utilizado por la persona
al relacionarse con las cosas que encuentra en el mundo que le rodea” (Blumer, 1969, p. 2).
Esta idea complementa el énfasis sobre lo social del significado, presente en la
segunda premisa.
cosas tienen para nosotros y colocamos las mismas dentro del contexto de nuestro
sistema cognitivo y de valores. Así, llegamos a una definición de lo que las cosas
significan para nosotros. De esta manera, se puede apreciar que la interpretación no
consiste sólo en aplicar los significados socialmente establecidos a las cosas.
1. Los seres humanos actúan hacia los fenómenos sobre la base de los significados
que ellos les atribuyen.
física sino como un proceso ininterrumpido que forma parte de un proceso más
amplio de estímulo-respuesta.