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Que estás en los cielos

Lección 3

Lectura Bíblica: Salmos 115:1-3, 15-16


115:1-3 No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, Sino a tu nombre da gloria, Por tu misericordia, por tu verdad.
¿Por qué han de decir las gentes: ¿Dónde está ahora su Dios? Nuestro Dios está en los cielos; Todo lo que quiso
ha hecho.
115:15-16 Benditos vosotros de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra.
Los cielos son los cielos de Jehová; Y ha dado la tierra a los hijos de los hombres.

1. No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros sino a tu nombre da gloria: El Salmista entendió que cuando Dios
hace cosas maravillosas, la gloria no debe de ser dada al pueblo de Dios (no a nosotros), incluso si ellos
fueron, de alguna manera, parte activa del trabajo. La gloria debe ser dada a Dios y a su santo nombre.
“la repetición de las palabras, ‘No a nosotros,’ parece indicar un deseo muy serio de renunciar a cualquier
gloria de la que en cualquier momento pudieran ellos haberse apropiado para sí mismos, y también pone
en práctica la vehemencia de su deseo de que Dios a cualquier costo de ellos, magnificara su nombre.”
2. Por tu misericordia, por tu verdad: Solo la misericordia de Dios significa que Él es digno de alabanza y de
gloria, y no su pueblo que es el que recibe esta misericordia. Podemos agregar su verdad, porque la verdad
está fundamentada en Él y no en su pueblo.
La misericordia se traduce de la gran palabra hebrea hesed, la cual puede ser entendida como la gracia de
Yahvé, su amor leal, su amor de pacto para su pueblo. Cuando Juan escribió después, gracia y verdad
vinieron a través de Cristo Jesús (Juan 1:17), él lo escribió con la misma idea del salmista y la vio
perfectamente cumplida en Jesús.
3. Por qué han de decir las gentes: La petición es hecha de forma sutil pero poderosa. El salmista le pide a Dios
que libere a su pueblo para que Él pueda ser glorificado en medio de las naciones, y los gentiles no tendrán
ninguna razón para pensar que Dios se ha olvidado de ellos.
4. Nuestro Dios está en los cielos: las naciones adoraban a seres imaginarios y a la proyección de sus propios
deseos y lujuria. En el peor de los casos, las naciones adoraban espíritus demoniacos. Aun así el Dios del
pacto de Israel es diferente. Él vive y reina en los cielos, y soberanamente todo lo que quiso ha hecho. Salmos
123:1
5. Los cielos son los cielos de Jehová: El salmista reconoce la autoridad de Dios como creador tanto del cielo
como de la tierra (Salmo 115:15). Aquí el reconoce el dominio continuo de Dios sobre los cielos,
probablemente en los tres sentidos (el cielo azul, el cielo de las estrellas, y el cielo donde Dios mora). 2
Corintios 12:2
6. Y ha dado la tierra a los hijos de los hombres: Aunque Dios tiene autoridad sobre la tierra como su creador,
Él le ha dado un dominio significativo de ella a los hijos de los hombres. El salmista sin duda tenía en mente
la concesión que Dios le dio a Adán (y a sus descendientes) de dominio sobre la tierra Génesis 1:26-30 y
2:19-20.

Versículo de Memoria:
“Jehová estableció en los cielos su trono, Y su reino domina sobre todos. " SALMOS 103:19

La soberanía de Dios representa la capacidad de poner en práctica Su santa voluntad o supremacía. El Altísimo,
Señor del Cielo y de la tierra, tiene poder ilimitado para hacer lo que haya resuelto. Al ser absolutamente
independiente, Dios hace lo que le place. Nadie puede disuadirlo, nadie puede obstaculizarlo. En Su Palabra,
Dios declara: "Yo soy Dios, y no hay otro Dios; y nada hay semejante a mí.
 "que digo: 'Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero'" Isaías 46:9-10).
 "Cuyo dominio [el de Dios] es sempiterno, y su reino por todas las edades. . . Y él hace según su voluntad en
el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra. Y no hay quien detenga su mano...” (Daniel 4:34-35).
Soberanía divina significa que Dios es Aquel que se sienta en el Trono del universo. Él es Dios en nombre así
como en todas las cosas, dirigiendo todas las cosas, y "el que hace todas las cosas según el designio de su
voluntad" (Efesios 1:11).
En medio de la aflicción que Dios permitió en su vida, Job reconoce la grandeza y esplendor de Dios en contraste
con su propio orgullo y pecado. "Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda
de ti" (Job 42:2). Finalmente, Job reconoce que los propósitos de Dios son supremos y que Él es soberano.
 Dios no puede hacer nada que vaya en contra de Su propio carácter. Debido a que Dios es inmutable, Sus
palabras deben reflejar Su integridad (Números 23:19). Dios no puede mentir (Hebreos 6:18). En todos los
casos, Dios no sólo continúa siendo veraz, sino que cumple todas las promesas que hace.
 Dios no puede negarse a Sí mismo ni contradecirse. Dios permanece fiel a las promesas de Sus pactos
(Malaquías 3:6). Una promesa es tan verdadera como la persona que la hace. Al igual que Dios, Su Palabra
es inmutable (Primera de Samuel 15:29). Dios no revoca lo que ha dado ni desecha a quién ha escogido
(Romanos 11:29).
 Dios no puede forzar nadie a amarlo ni a recibir Su regalo de salvación eterna mediante Jesucristo. Es un
acto de libre albedrío del hombre (Juan 1:11–13). Cuando un individuo escoge responder con fe, recibiendo
a Jesús en su vida, se convierte en una nueva criatura.

Objetivo de la Lección:
Comprender la Omnipresencia de nuestro Dios, que nos permite suplicarle desde cualquier lugar, sabiendo
que allí lo encontraremos.

Introducción
En la segunda frase pronunciada por nuestro Señor Jesucristo en el modelo perfecto de oración, encontramos
la verdad sobre el lugar de residencia del Padre Eterno.
Con mucha claridad se explica que el lugar de su morada son los cielos mismos y no un lugar específico en la
tierra. Así lo declaró el mismo Jehová en:
Isaías 66: 1 “… El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies…”
El Señor Jesucristo lo especificó además en Mateo 5:34 “… No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque
es el trono de Dios”.

 Cuando se habla de cielo, pareciera que se está limitando el lugar de habitación de Dios, al contrario, según
los términos de las Sagradas Escrituras, cielo quiere decir expansión (Génesis 1:8).
 La residencia del Altísimo es la expansión de gloria, algo que en realidad no podríamos imaginarnos, que
abarca incluso todo el orbe (esfera celeste), por consiguiente, donde quiera que vayamos, en cualquier
océano que naveguemos, por lejos que esté, allí esta Él (Salmos 139:9 – 10).
 En el Antiguo Testamento, específicamente en el tiempo levítico, leemos de un Santuario dedicado
exclusivamente para la adoración al Creador, y fue ordenado por el mismo Dios, en el cual puso allí su
nombre (Deuteronomio 12:6), ya que era necesario para el pueblo naciente contar con un lugar físico que
le permitiera afirmar su fe y devoción.
 También se habla del arca del pacto o del testimonio, desde cuyo propiciatorio se manifestaba Jehová, esta
arca estaba resguardada dentro del Santuario, en el Lugar Santísimo (Éxodo 26:34). Dicho Santuario movible
se convirtió posteriormente en un Templo fijo, en Jerusalén.

Ahora bien, en el nuevo Pacto, donde las figuras anteriores fueron perfeccionadas, no solo los judíos tendrían
la exclusividad de adorar al verdadero Dios debiendo viajar a Jerusalén para hacerlo, sino que serían de todas
las naciones y desde cualquier lugar, por eso el Señor Jesús dijo a la samaritana “…Mujer, créeme, que la hora
viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre… Más la hora viene, y ahora es, cuando los
verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores
busca que le adoren.” (Juan 4:21 – 23).

Con estas palabras tan claras del Divino Maestro, entendemos que los adoradores del verdadero Dios, lo
buscan en cualquier lugar en espíritu, sin necesidad de algún altar o lugar físico para hacer reverencia,
dondequiera que estemos, en el monte, en el valle, en la selva o el desierto y aun en el mismo mar, desde allí
podemos invocar su nombre y nos escuchará, porque Dios mora en la expansión de la gloria, expansión que
abarca el universo mismo.
Nuestro hogar debe constituirse en un altar para elevar nuestras plegarias.
Con todo lo anterior, no se quiere decir que podemos dejar de asistir a la Casa de Oración, ya que esos lugares
son dedicados para la adoración a Dios y se vuelven también sitios idóneos para entrar en comunión con el
Creador y dedicarnos a la meditación.
Recordemos que con la convivencia con nuestros hermanos y los sermones que escuchamos, fortalecen nuestra
fe y nuestro espíritu. Ya lo decía el escritor a los Hebreos: “No dejando de congregarnos, como algunos tienen
por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10:25).

Preguntas:
1. De acuerdo con la enseñanza de las Sagradas Escrituras, ¿Cuántos cielos hay? 2ª Corintios 12:2.
Descríbelos.

2. ¿En qué consiste la Omnipresencia de nuestro Dios? Salmos 139: 7 – 12.

3. Si el lugar de habitación de nuestro Dios son los cielos, ¿Es correcto que como humanos ambicionemos
habitar en los cielos también? ¿Qué enseñan las Sagradas Escrituras? Salmos 115:16, Proverbios 2:21.

Conclusión: Para comunicarnos con el Altísimo, debemos recordar que lo podemos hacer en cualquier momento
y desde cualquier lugar, confiando en que Él allí estará para escucharnos. El proverbista dijo “Los ojos de Jehová
están en todo lugar, Mirando a los malos y a los buenos.” (Proverbios 15:3)

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