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Contenidos.
El Proceso Penal, refunde dos acciones (pretensiones), la penal y la civil; mientras que la
primera de ellas, su legitimidad la tiene el persecutor público; la segunda de ellas, como
consecuencia de la conducta lesiva, se produce un daño resarcible y compensable, cuya
legitimidad activa es de la víctima. No asume la pretensión punitiva, pero sí puede impulsar
el proceso, presentando pruebas (proposición probatoria), impugnando resoluciones,
formulando tachas y otras actuaciones procesales, así resguardar su pretensión
indemnizatoria, siempre y cuando se constituya como parte civil, en caso del NCPP, como
«actor civil». Para ello, las instancias jurisdiccionales, deben garantizarle, una serie de
derechos y garantías, así hacer uso de la tutela jurisdiccional.1 Resulta una visión reductiva
de la Justicia Penal, pretender enfocarla sólo en la realización del ius puniendi estatal; su
materialidad, importa también satisfacer oportunamente las legítimas expectativas de la
víctima. En el caso de que el agraviado sea el Estado, su defensa estará cargo de los
Procuradores, quienes se encuentran repartidos en los diversos estamentos de la
Administración Pública.
La presunción de inocencia, el in dubio pro reo, la prueba prohibida, el nemo tenetur sea
ipso accusare, al prohibición de la reforma peyorativa, constituyen un glosado de garantías
que revisten al imputado en todo el desarrollo del procedimiento, sin interesar la
naturaleza del delito cometido así como el grado de su participación en el evento. De no
ser así, estaríamos legitimando prácticas que degradan el substrato ontológico la persona
humana, en estatus jurídicos y ontológicos, que no pueden ser admitidos en un orden
democrático de derecho. Cuestión aparte, importa dilucidar una serie de distinciones, para
ajustar una investigación penal acorde a los intereses en juego; lo que resulta intolerable
es ejercer degradaciones, propios de prácticas inquisitivas.
7 Todos ellos enmarcados en el Libro sobre los Procesos Penales Especiales (V), menos los criterios de
Finalmente, que todas aquellas medidas de coerción procesal así como las medidas
limitativas de derecho, que importen injerencia en derechos fundamentales, obedezcan a
una sospecha vehemente de criminalidad (principio de intervención indiciaria15) y que seas
dispuestos por la autoridad jurisdiccional competente16.
11 Libro IV.
Separación funcional que obedece a la esencia del principio acusatorio, que se robustece
en las ordenaciones legales del NCPP, cuando las funciones investigativas del delito son
monopolizadas por el persecutor público. Mientras que los segundos, (imputado y víctima)
dan cuerpo a la adversación del sistema acusatorio.
1. JUEZ.
El Poder Judicial cuenta con una serie de ramas o materias y una de las más importantes
es la Justicia Penal, considerando la descripción criminológica actual de nuestras
sociedades. Para Binder, el juez es un funcionario del Estado con poder para solucionar
un litigio que otras personas llevan a su consideración. Por otra parte no se trata de
cualquier solución, sino de aquella solución prevista por el orden jurídico para ese
conflicto.
Es entonces como dice Tiedemann, el órgano central en el proceso penal, sólo él decide
si se impone una pena. A él le corresponde admitir las pruebas como fuentes de
conocimiento, de actuarlas y de valorarlas según su libre apreciación, de someter a las
partes sus consideraciones y resoluciones, de imponer las medidas coercitivas
(personales y reales) que sean necesarias para que el proceso penal llegue a sus fines
esenciales. El poder jurisdiccional le atribuye al juzgador, dictar una serie de medidas,
que en su estructura y contenido suponen cierta dosis de coercibilidad procesal en las
libertades fundamentales de los justiciables.
Entonces, la doctrina tradicional, como nos relata Vasquez Rossi, señaló como
elementos de la jurisdicción cinco aspectos predominantes, a saber: la notio, la coertio,
el iudicium y la executio. La notio es la capacidad de conocer la materia objeto de
prueba, es la facultad cognitiva como primera función esencial del juzgador, que en
concreto sería la Instrucción al cual corresponde reunir la prueba de la realización del
delito, llegar al descubrimiento de los sujetos delictivos protagonistas del evento
delictivo (principio de individualización delictiva), de los móviles, medios y formas de
ejecución, circunstancias que darán paso siguiente al juzgamiento. En esa labor, deberá
ejecutarse una serie de medidas coactivas que se extraen de una potestad coercitiva,
potestad que se deriva del carácter público de la norma procesal penal.
Sujetados a los dictados de la ley procesal, el Juez en el Proceso Penal ordinario asume
la dirección de la fase instructora y en la etapa del juzgamiento es la Sala Penal
competente la facultada por ley a ejercer la facultad decisoria. En un Proceso Penal
sujeto a trámite sumario, el Juez penal ejerce una función dual, la de dirigir la instrucción
y la de ejercer el poder decisorio; ambas funciones son incompatibles entre sí y
En el marco del NCPP, el Juez asume una posición distinta, si se quiere decir de otro
modo: pierde la potestad de dirección material del proceso, puesto que según las
regulaciones del nuevo corpus adjetivo, es sustraído de las facultades de dirección de la
investigación penal, ni bien asumía jurisdicción, cuando dictaba el auto de
procesamiento, esto es, en la instrucción. A pesar de que las Constituciones de 1979 y
de 1993, ya le reconocían al persecutor público, el rol directriz de la Investigación
criminal, según las normas del C de PP, se produce un quiebre en la unidad de dicha
actuación, pues ni bien el titular de la acción penal formula denuncia penal ante la
jurisdicción penal, quien ejerce y desarrolla la investigación, es en realidad el juzgador -
poderes de dirección material del proceso. Desde la perspectiva del principio acusatorio,
deben entenderse que la titularidad en el ejercicio de la acción penal se corresponde
plenamente con la dirección de la investigación en todas las fases del proceso.
20 El Juez de la IP, carece de competencia funcional para formalizarla, distinción sustancial con lo previsto en el
C de PP.
a instancia de las partes, son los sujetos procesales, quienes dinamizan toda la actividad
probatoria, donde el Juez de la IP, se limita a admitirlos o de rechazarlos, a la luz de los
principios de relevancia, suficiencia, pertinencia e idoneidad. Podrá, disponer la
realización de ciertos medio de prueba de oficio, -de forma excepcional-, ante una
eminente inactividad de las partes21.
Con lo expuesto, no se quiere decir, que las funciones del juzgador en la IP, se reducen
a una mera posición decorativa, al instituirse un Garante de la legalidad, y fiel guardián
de los derechos fundamentales.
Definir la visión reseñada, importa una tarea a realizar en el marco formal y material de
la Ley Fundamental, considerando que el modelo Republicano se funda y opera a partir
de la concepción del Estado Social y Democrático de Derecho. No en vano, el TC -en la
sentencia antes recogida-, sobre el principio de separación de poderes, indica en el
Fundamento 22, que: “(...) exige que, pese a compartir determinadas funciones, los
poderes del Estado u órganos estatales se encuentren prohibidos de desnaturalizar las
competencias de otros poderes u órganos”.
2. EL MINISTERIO PÚBLICO.
El Fiscal acoge la figura del prosecutor o attorney26, como órgano que desarrolla y
ejecuta sus funciones, en fiel reflejo con los principios de legalidad procesal, oficialidad
y obligatoriedad en el ejercicio de la acción penal.
Si dentro del proceso contraponemos la actividad del juez y de las partes, es evidente
que la del Ministerio Fiscal se encuentra, como regla, más cerca de las de éstas que la
de aquél. Cabe precisar, que el Ministerio Público, al constituirse en el promotor de la
acción penal pública, asumiendo la posición acusadora –en representación de la
sociedad-, debe permanecer independiente de la función jurisdiccional, de no ser así,
ambas funciones –acusadoras y decisorias- se confundirían, distorsionando la pureza
del proceso.
Vuelve a decir, que la posición que ejerce el Ministerio Público es por no menos decirlo
“dual”, en el proceso penal; pues, mientras en la Investigación Preliminar (diligencias
preliminares), se constituye en el órgano investigador, -como titular del ejercicio de la
acción penal pública-, de quien depende el inicio formal del proceso27.
Nuevo sistema procesal-penal que -tiene como principal figura al Fiscal-, al asumir un
mayor ámbito de operatividad funcional–, que si bien la Constitución le reconocía- no
fueron objeto de desarrollo legal en el estatuto procesal; de tal manera, que la
adaptación normativa del NCPP se adscribe perfectamente a las previsiones
constitucionales sobre la materia: - de consolidar la función directriz del persecutor
público en la investigación, en cuanto a la promoción y/o ejercicio de la acción penal;
como órgano estatal, sobre él cual recae la carga de la prueba (onus probandi), por lo
que la asunción de las labores investigativas de forma monopólica, se corresponde
plenamente con su posición en el orden jurídico-constitucional.
27 Denunciando formalmente a los presuntos responsables de la comisión del hecho punible, según el C de PP;
y, formalizando la Investigación Preparatoria en el caso del NCPP; pero en ambos casos, se deberán tomar
en consideración los mismos elementos a saber.
aquello que concebimos, culturalmente, como Derecho penal y sus institutos
característicos, la pena estatal y la persecución penal pública. Para Moreno Catena, las
partes acusadoras son aquellas que en el proceso ocupan una posición activa, es decir,
quienes intervienen en él, durante las distintas fases en que el proceso penal se
desarrolla para lograr una sentencia condenatoria.
El Fiscal, es el órgano legitimado por ley, para dar inicio a una investigación preliminar
y de ser el caso denunciar ante la judicatura, ante la hipótesis de la comisión de un
delito.
El interés en la persecución penal es público, por lo que resulta indispensable que dicha
función la ejerza un órgano estatal distinto a la judicatura, pues los efectos nocivos del
delito producen una alarma social justificada entre los miembros de una sociedad. Es
esta misma, la que demanda la actuación persecutora e indagatoria, ante el repudio
que provoca las agresiones a los bienes jurídicos de mayor relevancia en sociedad.
La aparición de la figura del Fiscal se remonta al siglo XIII como el Procurador. Este sujeto
se presenta como representante del señor ante la persecución de un delito, de esta
forma el poder político se apodera de los procedimientos judiciales. En tanto que en
Inglaterra no se plantea la persecución penal pública hasta el siglo XIX, cuando se crea
el cargo de Director of Publicum Prosecution y más profundamente a partir de 1985 con
el Crown Prosecution Service.
En Francia, con la Constitución del año VIII y después con el Código de Procedimientos
de 1808 y el ordenamiento judicial de 1810, dando lugar al monopolio de la acción penal
atribuyéndose a un Ministerio Público de designación gubernativa, reproducido
después más o menos íntegramente en Italia. Mientras que en Alemania surge das
Fiskalat, que ocupó el lugar de los procureurs du roi en el derecho franco, con el mismo
origen y función. La figura del Fiscal irrumpe en la historia política como una necesidad
para solucionar los defectos que se habían advertido en el sistema acusatorio antiguo.
En el Perú, como nos relata García Rada, al instalarse la Corte Suprema de la República
en febrero de 1825 junto con los vocales se nombra al Fiscal. Sus contornos aparecen
en el Reglamento de Tribunales de 1854 y con más precisión en la Ley Orgánica de 1912,
su nombre era Ministerio Fiscal convertido en la actualidad en Ministerio Público. Con
la entrada en vigencia de su Ley Orgánica (Decreto Legislativo N° 052) y con la sanción
de la Constitución Política de 1979, el Ministerio Público adquiere autonomía funcional,
administrativa y política, deja de ser entonces un órgano estatal adscrito al Poder
Judicial, no una magistratura judicante como el Poder Judicial, sino una magistratura
requirente que asume nuevas responsabilidades y abarca nuevas áreas de poder
discrecional.
Fue el Sistema Mixto que permitió la aparición del Ministerio Público o Ministerio Fiscal,
como órgano requirente de la acción penal. Empero, su aparición en la vida pública no
manifiesta una posición constitucional homogénea, en la medida, que su creación y
acogimiento en las Constituciones Latinoamericanas y de Europa Continental, da lugar
a posiciones distintas, en cuanto a posició autónoma institucional, en relación con los
poderes del Estado. En nuestro caso, la Constitución Política de 1979 y luego la de 1993,
consagraron la independencia funcional y dirección autonómica del Ministerio Público,
pero, no como un poder del Estado, a diferencia del Poder Judicial.
El Tribunal Constitucional, define las funciones del Ministerio Público, en la STC Nº 0023-
2003-AI/TC, de la siguiente forma: “Al respecto, cabe mencionar que el artículo 158° de
la Constitución consagra la autonomía del Ministerio Público, estableciendo, en el
artículo 159°, sus atribuciones, dentro las cuales se encuentran la de promover de oficio,
o a petición de parte, la acción judicial en defensa de la legalidad y de los intereses
públicos tutelados por el Derecho (inciso 1); la de velar por la independencia de los
órganos jurisdiccionales y por la recta administración de justicia (inciso 2); la de conducir
desde su inicio la investigación de delito (inciso 4); la de ejercitar la acción penal de oficio
o a pedido de parte (inciso 5); y la de ejercer iniciativa en la formación de leyes (inciso
7), entre otras”. En consecuencia, el Ministerio Público es una institución, autónoma e
independiente, apolítica, es decir, sus funciones son de naturaleza esencialmente
«técnica», lo que garantiza su actuación frente a los investigados y frente a la sociedad.
Los estudios recientes que se han elaborado sobre el Ministerio Público, se han dirigido
a establecer la pertinencia de que esta institución sea la encargada de investigar el
delito en todo del Proceso Penal, claro está incluyendo la etapa pre-procesal, que en el
caso del NCPP comprende a la IP y las DP. Dichos estudios doctrinales han sido
enfocados desde diversas aristas, pues, la posición del Ministerio Público o Ministerio
Fiscal en las diversas Constituciones de la legislación comparada, no siempre es
reconocida como una institución pública independiente. En algunos países es un
apéndice del Poder Judicial28 y, en otros, sus miembros más representativos, son
elegidos por el Poder Ejecutivo, con cierta participación del Poder Legislativo.
El inciso 1) del artículo 321º del NCPP, dispone que la Investigación Preparatoria
persigue reunir los elementos de convicción, de cargo o de descargo, que permitan al
Fiscal decidir si formula o no acusación y, en su caso, al imputado preparar su
defensa. Tiene por finalidad determinar si la conducta incriminada es delictuosa, las
circunstancias o móviles de su perpetración, la identidad del autor o partícipe, de la
víctima, así como la magnitud del daño causado al agraviado. Por esta razón, la
investigación se dirige a establecer exhaustivamente la materialidad del hecho
imputado, con todas las circunstancias de personas, cosas o lugares, identificar a los
testigos del hecho investigado y consignar sus declaraciones, y, en general, recoger
todos los antecedentes que puedan servir para tomar la decisión acerca del curso de
la persecución penal31.
La investigación, tiene entonces, por finalidad reconstruir el hecho punible desde sus
diversas aristas, en cuanto a los elementos componedores de tipicidad, autoría y
participación, contenido del desvalor de la acción y del resultado, circunstancias
modificativas de responsabilidad (atenuantes y agravantes, etc.). Si bien el éxito del
30 Asencio Mellado, J.M.; Derecho Procesal Penal. Tirant lo blanch, Valencia, 2003, cit., p. 145.
31 Carocca Pérez; Alex; El nuevo Sistema Procesal Penal. 1era. Edición, La Ley, Santiago, Chile, 2003, cit., p. 109.
proceso está condicionada a la eficacia de la investigación, no por ello se podrá
desconocer los derechos fundamentales del imputado.
Fue la Constitución Política de 1979, texto ius fundamental que atribuyo facultades
investigativas al Ministerio Público, reconociéndose en sus propios preceptos, su
institucionalidad autonómica, como órgano requirente de la acción penal.
Concretamente, el inciso 5) del artículo 250º estableció que: el Ministerio Público
“vigila e interviene en la investigación del delito desde la etapa policial”. Luego, con
la dación del Decreto Legislativo Nº 052 de 1981 – Ley Orgánica del Ministerio
Público, se trasladó dicha función investigadora en su estructura organizacional,
determinándose que el MP vigila e interviene en la investigación del delito desde la
etapa policial. Con ese objeto las Fuerzas Policiales realizan la investigación.
Fue la Carta Política de 1993, que desarrollo de una forma depurada las diversas
funciones atribuidas al fiscal, estableciendo que corresponde al Ministerio Público,
conducir desde sus inicios la investigación del delito. Con tal propósito, la Policía
Nacional está obligada a cumplir los mandatos del Ministerio Público en el ámbito de
su función.
Por lo tanto, de dicho precepto constitucional se puede inferir las siguientes notas:
En tal sentido, se sancionaron dos leyes Nos., 27378 - Ley de Colaboración Eficaz
(derecho penal premial) y la 27379 – Ley de Medidas Limitativas de derecho a nivel
de Investigación Preliminar. La primera de ellas, manifiesta una institución de raíces
anglosajones (plea bargaining), más llevado al consenso y a la negociación de las
partes, destinada a la obtención de evidencias de incriminación y la identificación de
los jefes, dirigentes y cabecillas; mientras, que la segunda, destinada al
aseguramiento a los objetivos prioritarios del proceso penal, la efectiva realización
de la justicia y la satisfacción de la pretensión civil, mediante la adopción de una serie
de medidas de coerción (personal y real), que limitan y restringen derechos
fundamentales291.
32 Carbonell Mateu, J.C.; Derecho penal: concepto y principios constitucionales. Tirant lo blanch, Valencia, 1999, cit., ps.
84-85; Así, Díez Ripollés, J.L.; La racionalidad de las
funciones acusadoras y juzgadoras son encomendadas a órganos públicos distintos.
De esta forma, se garantiza la imparcialidad y objetividad de los órganos públicos
predispuestos. Empero, se ha puesto en tela de juicio en un sector de la doctrina,
que el ejercicio de la investigación por parte del fiscal en la etapa sumarial no
presupone necesariamente la consolidación del principio acusatorio y que las
funciones de investigación por parte del juzgador, se ajusta a los parámetros
constitucionales. En la jurisprudencia constitucional española –en concreto la STC
32/1994 (Sala 2.ª), de 31 de enero-, ha declarado la constitucionalidad de la
instrucción judicial, al destacar que el principio acusatorio “no implica que la
dirección de la investigación en los procedimientos penales no corresponda ya al Juez
de Instrucción33”. Entonces, siguiendo esta orientación, la sospecha de no
imparcialidad sólo se produce cuando el mismo juez que instruye la causa, es
finalmente el que la juzga y decide, es decir, cuando coincide en una misma persona
la función investigadora y sentenciadora. Afirmación que no carece de validez, a
partir de una lectura amplia que se haga sobre el artículo 117 de la Constitución
Española.
33 Martín Pastor, José; El Ministerio Fiscal como Director de la Investigación Oficial en el Proceso Penal. Publicaciones del
Real Colegio de España, Bolonia, 2005, cit., p.197.
necesario que este mismo funcionario realice actos de investigación, así poder contar
con los elementos de convicción, que le sirvan para sustentar válidamente su
pretensión ante el Poder Judicial.
Así, el artículo VI del Título Preliminar del NCPP, al establecer que las medidas que
limitan derechos fundamentales, salvo las excepciones previstas en la Constitución,
sólo podrán dictarse por la autoridad judicial, en el modo, forma y con las garantías
previstas en la Ley, en concordancias las facultades que la ley le confieren al Juez de
la Investigación Preparatoria. La normatividad acotada, da lugar a un Juez decisorio
y tutelar de los derechos fundamentales. Consecuentemente, el modelo de Justicia
Penal adoptado en nuestro texto «ius-fundamental», supone la atribución de la
investigación al fiscal. Función que es consolidada y extendida normativamente a la
etapa de Investigación Preparatoria (Instrucción) en el NCPP, tal como se regula en
el artículo IV del Título Preliminar en concordancia con el artículo 321° (in fine).
Modelo de Justicia Penal que ha sido adoptado también en el nuevo CPP Chileno.
Escribiendo al respecto, Horvitz Lennon señala que con la atribución de esta función
(exclusiva de investigación de los delitos35) se optó por el diseño de la investigación
preparatoria más compatible con el principio acusatorio y con el respeto a las
garantías del debido proceso. En consecuencia, se desechó el modelo del juez
instructor propuesto en anteriores proyectos de reformas, el último de los cuales
remonta sólo a 199236.
Por otro lado, no queda claro cómo puede garantizarse la imparcialidad y objetividad
del persecutor público, cuando el NCPP le autoriza a actuar con objetividad,
indagando los elementos u hechos constitutivos de delito, los que determinen y
acrediten la responsabilidad o inocencia del imputado. El órgano persecutor público
34 Martín Pastor, J.; El Ministerio Público como Director de la Investigación Oficial..., cit., p. 203
35 Lo subrayado es mío.
36 Horvitz Lennon, M.; Derecho Procesal Penal Chileno, cit., sp. 143-144.
asume una dual posición, que a primera vista parece ser incompatible entre si: - la
de fungir de órgano acusador –a fin de cautelar los intereses públicos amparados en
la persecución penal-, y, por otro lado, asumir la defensa del imputado. Por lo demás,
la representación de intereses en conflicto, resulta contraria a los principios
generales de todo el ordenamiento jurídico, pues se supone que toda regla de
representación parte del presupuesto de que nadie debe representar al mismo
tiempo intereses contrapuestos37.
37 Bovino, Alberto; El Ministerio público en el proceso de reforma. En: Problemas del Derecho Procesal Penal
Contemporáneo. Editores del puerto s.r.l., Buenos-Aires, 1998, cit., p. 37.
38 Armenta Deu, Teresa, Lecciones de Derecho Procesal Penal. Marcial Pons, Ediciones Jurídicas y Sociales S.A.,
oportunidad, él cual no supone una incompatibilidad con el primero. El uso reglado de los criterios de
oportunidad pueden ser entendidos con una concepción del principio de legalidad que se condice con el
entendimiento de un injusto penal definido por elementos materiales (merecimiento y necesidad de pena),
que importan un uso racional del ius puniendi estatal.
las diligencias investigativas, realizadas en las indagaciones correspondientes, no se
advierte indicios razonables de criminalidad o de que el imputado sea su autor o
partícipe, el Fiscal cuenta con plena legitimidad para archivar la denuncia, lo cual no
puede ser subsumido bajo los alcances normativos de este delito.
El Juez o Tribunal no puede hacer suya la acusación, pues, esta facultad sólo es
conferida al órgano persecutor público. De no ser así, la imparcialidad del juzgador
quedaría profundamente debilitada, al ejercer funciones sincompatibles entre si,
que sólo pueden tener validez mas no legitimidad, en un sistema inquisitivo-
autoritario. Por consiguiente, si el persecutor público decide no acusar y el Tribunal
no está de acuerdo en principio, con lo resuelto por el Fiscal Supremo, quedará
terminada la incidencia. Quiere decir, en caso positivo, que si el Fiscal Supremo
coincide con la resuelto por el Fiscal Superior, la causa deberá ser sobreseída
definitivamente, pues, no cabe impugnación alguna, ni menos, que el Tribunal pueda
40 Artículo 12º de la LOMP – Consentida la resolución del Fiscal Provincial o con la decisión del Superior, en su
caso, termina el procedimiento.
41 Picó I Junoy, Joan; Las Garantías Constitucionales del Proceso. José María Bosch – Editor. Barcelona, 1997, cit., p.
112; Así, Armenta Deu, T.; Lecciones de Derechos Procesal Penal, cit., p. 56.
42 Moreno Catena, Víctor/ Cortés Domínguez, Valentín/ Gimeno Sendra, Vicente; Introducción al Derecho Procesal.
El artículo 274º del C de PP, faculta al fiscal, al retiro de la acusación, para lo cual se
requiere que se hayan producido en la audiencia, nuevas pruebas modificatorias de
la condición jurídica anteriormente apreciada. Las razones que motivan el retiro de
la acusación deberán presentarse en conclusiones escritas. En palabras de Sánchez
Velarde, se trata de un acto de desprendimiento del Fiscal de su función acusadora
poniendo por encima la defensa de la legalidad y hasta resulta más apreciada esta
decisión que mantener la persecución penal en espera que la Sala resuelva la
absolución del acusado43. No es propiamente un acto de desprendimiento por parte
del acusador oficial, sino la correspondencia de su actuación funcional al principio de
legalidad; ello consolida su posición imparcial en el proceso penal -a ser entendido
según los matices que la secunda- y, por otro lado, se deja de lado, la imagen
funcional de acusador inquisidor.
En todo caso, la decisión final sobre la materia la tiene la Sala Penal Superior, la cual
de encontrarla fundada, dictará un auto de sobreseimiento, o en caso contrario,
podrá disponer que se amplíe la instrucción o que pasen los autos a otro Fiscal para
que formule nueva acusación. Si el nuevo Fiscal es de la misma opinión del Fiscal
anterior, la Sala no tendrá más camino que sobreseer la causa, pues, si sigue con el
juzgamiento sin una acusación previa, estaría vulnerando el principio acusatorio
Cuando se atribuye a los órganos del poder judicial el control del deber fiscal de
cumplir la función persecutoria, se coloca al tribunal en una posición requirente,
comprometida con el interés acusatorio y, por ende, se imposibilita su actuación
imparcial45.
43 Sánchez Velarde, Pablo; Manual de Derecho Procesal Penal. Idemsa, Lima, mayo del 2004, cit., p. 598.
44 El artículo 237º del C de PP, confiere a las partes, la posibilidad de presentar a la instancia algún perito o
testigo nuevo, que puedan aportar conocimientos esclarecedores sobre el objeto principal del proceso.
45 Bovino, A.; El ministerio público en el proceso de reforma, cit., p. 39.
ministerio público, en un modelo de mayor contenido acusatorio y, sin embargo, se
define la función de ejercer la acción penal como deber objetivo de aplicación de la
ley penal.
El inciso 2) del artículo IV del Título Preliminar del NCPP, va más lejos, estableciendo
lo siguiente: “El Ministerio Público está obligado a actuar con objetividad, indagando
los hechos constitutivos de delito, los que determinen y acrediten la responsabilidad
o inocencia del imputado. Con esta finalidad conduce y controla jurídicamente los
actos de investigación que realiza la Policía Nacional”46. A partir de una primera
lectura, nos preguntaríamos ¿cómo es posible que las funciones del Fiscal puedan
desdoblarse en dos actuaciones, realmente ambivalentes entre sí, no es qué acaso,
el persecutor público debe cautelar únicamente la pretensión punitiva? Claro está,
que en principio es así, y de cierta forma, esta función que le atribuye el texto ius
fundamental no le permite actuar con objetividad, buscando en la investigación no
sólo indicios de criminalidad, sino también de inocencia.
Por otro lado, la defensa del imputado puede dar a conocer al acusador, elementos
de descargo u contra-indicios, que a partir de ellos pueda llevar al fiscal un
razonamiento de inocencia o de no punibilidad, (...) cabe exigir que los fiscales
46 Así, el artículo 61.2, al establecer que el Fiscal en el curso de la Investigación Preparatoria, practicará u ordenará
practicar los actos de investigación que correspondan., indagando no sólo las circunstancias que permitan
comprobar la imputación, sino también las que sirvan para eximir o atenuar la responsabilidad del
imputado; En el derecho comparado, países como Chile adoptan esta posición normativa, concretamente
el artículo 80-A de la Constitución Chilena, y el artículo 77 inciso 1) del CPP, al establecer que en el ejercicio
de la acción penal pública, los fiscales actuaran con estricta sujeción al principio de objetividad consagrado
en la Ley Orgánica Constitucional del Ministerio Público.
verifiquen la plausibilidad de las alegaciones de inocencia del imputado o de aquellas
encaminadas a eximir o atenuar la responsabilidad penal cuando las mismas se
encuentren suficiente y seriamente respaldadas o sean en su propio beneficio o
interés47.
47 Horvitz Lennon, M.I.; Derecho Procesal Penal Chileno, T. I., cit., p. 134.
48 Bovino, A.; El ministerio público en el proceso de reforma, cit., p. 38.
cuando precisamente aquella establece que la actuación del Ministerio Público se
sujeta al principio de legalidad49.
Es el miso manto de legalidad que a abona a favor de esta tesis (lo cual no es ninguna
ficción), pues, la garantía de un debido proceso penal (fair trail), implica que el Fiscal
no sólo busque elementos reveladores de criminalidad, sino también que decline de
dicha función, cuando en el ámbito de dicha función, advierta que el hecho imputado
no es constitutivo de un tipo penal, o invocando principios de la Justicia Material,
recurrir a favor del imputado, cuando la pena impuesta por el Tribunal vulnere los
principios de proporcionalidad, culpabilidad, humanidad, etc.
De todos modos, la actuación del Fiscal debe ser controlada y fiscalizada, a fin de
tutelar los derechos y garantías de los justiciables, por lo cual, la posición funcional
del Juez de Garantías es una necesidad impostergable.
49 Así, Alcala-Zamora y Castillo, N.; Derecho Procesal Penal, T. I, cit., ps. 383-384.
50 En el NCPP, sus funciones se encuentran comprendidas en los artículos 60º bis 66º; en concordancia, con los
artículos 321º-341º (in fine).
acción penal conforme los intereses públicos que éste representa; en el caso de
omitir sus funciones persecutorias, será pasible de ser denunciado por el ilícito penal
previsto y penado en el artículo 407° del Código Penal (Omisión de Denuncia), pues
ha rehusado realizar funciones de naturaleza indisponibles.
Ahora bien, debemos dejar sentado, que las funciones persecutoras del Fiscal, se
sujetan estrictamente al ámbito de la legalidad, que las funciones calificadoras, en
cuanto al juicio de adecuación normativa (jurídico-penal), debe someterlo a los
contendidos objetivos y subjetivos de la ley penal; en tal medida, si no se arrojan
suficientes indicios de criminalidad o, éstos no se adecuan a los elementos
constitutivos de un tipo penal, deberá declinar en su función acusadora. Debe, pues,
dejarse de lado, la imagen desgarradora de un persecutor público “inquisidor”, de
denunciar todas las causas que llegan a su conocimiento, sin mayor grado de
discernimiento.
3. Conducir desde su inicio la investigación del delito. Con tal propósito la Policía
Nacional está obligada a cumplir los mandatos del Ministerio Público en el ámbito de
su función.- Ni bien el Fiscal toma conocimiento de la notitia criminis –de oficio o a
instancia del ofendido-, se encuentra en la obligación de iniciar una Investigación
Preliminar (sumarial), con el propósito de realizar una serie de diligencias
investigativas, así establecer si existen suficientes indicios de la comisión de delito y
de la consiguiente responsabilidad penal del imputado. Al convertirse el Fiscal en el
director de la Investigación Preliminar, se apoya en órganos y entidades estatales
auxiliares, para contar con información –tanto técnica como logística-, en las diversas
áreas de la criminalística.
1. El Fiscal de la Nación.
2. Los Fiscales Supremos Penales.
3. Los Fiscales Superiores Penales.
4. Los Fiscales Provinciales Penales; y,
5. Los Fiscales Adjuntos.
2. EL IMPUTADO.
Para ser sujeto de imputación penal no interesa para ello, el grado de participación
delictiva del interviniente (sujeto participante). Nuestro Sistema Penal basa el modelo
de precisión delictiva, bajo el principio de accesoriedad en la participación (principio de
participación en lo ilícito personal). Se distinguen los sujetos protagonistas del evento
delictivo, acorde al grado de relevancia participativa (autor o partícipe), siguiendo en
estrictos criterios de orden material (dominio del hecho). Cuestión a saber, es lo
riesgoso procesalmente hablándose, que se pretenda someter a la persecución penal al
cómplice y/o instigador, sin tener a la persona del autor, en el proceso penal.
Fluyen del sistema acusatorio, una serie de derechos del imputado, entre los más
importantes tenemos:
El derecho de defensa constituye uno de los pilares del NCPP, pues ya no puede ser
considerado como una garantía formal, sino como una garantía material, cuya
materialidad es tarea fundamental, de los funcionarios encargados de la persecución
delictiva en el proceso penal. Así, los jueces, fiscales o policía, deberán hacer saber
al imputado, de manera indubitable y comprensible que cuenta con dichos derechos.
La cultura acusatoria supone colocar en primer plano el derecho de defensa, y las
garantías que se derivan de ella.
La sujeción estricta a las reglas que informan el Debido Proceso, exigen negar valor
probatorio, al silencio del imputado, como indicio de culpabilidad.
2.3. Ser juzgado según el Debido Proceso, derecho a un juicio sin dilaciones
indebidas.
Debe indicarse que una presunción es una norma que regula la relación entre ciertos
hechos respecto a las inferencias que puede o debe hacer el juzgador. En apretada
síntesis, las presunciones regulan la relación inferencial entre ciertos hechos 56.
Los fines de las medidas de coerción procesal, y con ello, de las medidas restrictivas
de derechos fundamentales, apuntan a asegurar el objeto principal y accesorio del
proceso: la pena y la reparación civil; asimismo, la comparecencia (presencia) del
imputado a las primeras investigaciones, con ello la adquisición de las evidencias que
serán incorporada a la causa. Cuando la prisión preventiva, se extiende más allá del
plazo razonable, pierde su carácter instrumental y, se convierte en una pena
anticipada, ilegítimo desde los valores del Estado de Derecho.
Del principio de presunción de inocencia se deriva el in dubio pro reo, que como
señala Huertas Martin, constituye una regla interpretativa en virtud del cual, una vez
examinado todo el material probatorio, si el órgano judicial duda del sentido del
mismo, ha de resolver sin vacilación a favor del acusado, procediendo a dictar una
sentencia absolutoria o una sentencia, conforme a la tesis más favorable para la
58 Para Miranda Estrampes, la presunción de inocencia actúa también como regla probatoria, esto es, como regla
que contribuye a diseñar la actividad probatoria en el proceso penal sometiéndola a una serie de condiciones
y requisitos jurídicos cuya concurrencia es necesaria para poder estimar destruida esta presunción y, por
tanto, para poder dictar sentencia condenatoria; Notas Preliminares, cit., p. 15.
defensa. El principio del in dubio pro reo se encuentra consagrado
constitucionalmente en el artículo 139° inc. 11, que señala: “La aplicación de la ley
más favorable al procesado en caso de duda o de conflicto entre leyes penales”,
interpretando sistemáticamente su aplicación procede cuando las pruebas de cargo
no son suficientes para alcanzar un lato grado de certeza y de convicción al Juzgador,
sobre la materialidad del delito y la responsabilidad penal del imputado.
Ante las grietas y/o claroscuros que pueden presentarse ante la objetivación
probatoria, sobre el grado de solvencia cognitiva del material informativo expuesto
ante el órgano judicial, en cuanto a la materialidad del delito y la responsabilidad del
imputado, la consecuencia jurídico-procesal natural es la absolución. Así, al afirmarse
que la “impotencia” convencional de la prueba de cargo para justificar racionalmente
la íntima convicción del juzgador sobre la culpabilidad del imputado, es equiparable
a la duda en sus efectos benéficos para éste59.
Armenta Deu, escribe que se encuentra ligado con el derecho a la asistencia letrada;
la adecuada defensa y asistencia exige el previo requisito de la comunicación
inteligiblemente. El derecho a un intérprete se colige directamente del derecho de
defensa y de conocer la acusación formulada, en tanto que si el imputado no conoce
de la lengua oficial, con la finalidad de garantizar la optimización de dicho derecho,
el Juez Penal deberá nombrar uno de oficio (art. 134° del C de PP).
En segundo lugar, el derecho de defensa es una garantía que resta posibilidad para
que el acusado o procesado quede en estado de indefensión en cualquier etapa del
proceso judicial o del procedimiento administrativo sancionador. El estado de
indefensión se configura cuando, pese a atribuírsele la comisión de un acto u omisión
antijurídico a un proceso o acusado, se le sanciona al agente, sin haberle permitido
ejercer un mínimo de defensa, de ser oído, de poder refutar y/o desvirtuar la
imputación normativa atribuible a su persona, a todo lo largo de las etapas del
proceso y frente a cualquier tipo de articulaciones que se puedan promover en su
contra. Punto en cuestión, que genera en el ámbito probatorio la inversión de la
carga de la prueba, esto es, corresponde al órgano administrativo sancionador,
acreditar con prueba suficiente y relevante, que el sujeto infractor ha cometido la
contravención administrativa y, ello, ha de repercutir también, en el derecho a
conocer con exactitud los términos de la imputación infractora, pues de no ser así,
se produce un estado de indefensión, por ende, una lesión a las garantías esenciales
del debido proceso.
Al igual que el actor –se dice-, el accionado podrá postular, acreditar y alegar60. Se
ha discutido mucho como escribe Binder, de si el defensor es o no un órgano de la
administración de justicia, optando el autor argentino por inclinarse por considerarlo
como un asistente técnico del imputado. El defensor actúa únicamente en
representación y a nombre de su patrocinado, no a nombre propio, por ende no
puede ser considerado como parte ni como sujeto procesal, pues este derecho
subjetivo es inherente a la condición jurídica del imputado. La asistencia legal en
sentido lato implica la presencia material del defensor en todas las diligencias y actos
procesales que se sucedan a lo largo del procedimiento en aras de asegurar el
Entre los defensores podemos distinguir, aquello que suele denominarse como
señala Binder “defensor de confianza” o defensor privado, cuando es elegido por el
propio imputado, y “defensor de oficio”; cuando el imputado carece de capacidad
económica para contratar uno, el Estado le proporciona uno de oficio. Los artículos
67°-71° del C de PP norman su actuación funcional, así como el DS N° 023-83-JUS y
el Reglamento del Servicio Nacional de Defensa de Oficio. Luego, se emite la Ley N°
29360 - “Ley del servicio de defensa pública”, de mayo de 2009. En materia de delitos
de terrorismo, con la declaratoria de Nulidad de los procesos por delito de traición a
la Patria, mediante el Decreto Legislativo N° 922 de marzo de 2003, se sancionó una
serie de disposicion drásticas, en relación con la actuación del abogado defensor en
razón de una serie de medidas disciplinarias susceptibles de aplicación por el Juez
Penal o por la Sala Penal competentes, quien podrá ser excluido de la defensa bajo
determinadas circunstancias inexcusables, dándosele la posibilidad al imputado, de
designar a otro abogado de su confianza bajo apercibimiento de designarle uno de
oficio.
Finalmente, resaltamos que la actuación del abogado defensor como señala Moreno
Catena, no puede entrar en colisión con la voluntad del ofendido, ya que el abogado
que asume la defensa es un alter ego procesal, algo así como el oído y la boca
jurídicas del imputado. El defensor debe actuar en estricta consonancia con los
derechos de su patrocinado y para cumplir a cabalidad dicha función deberá contar
con toda la información que los órganos jurisdiccionales deben proporcionarle sin
ninguna clase de restricciones. Asimismo, como afirma Guarneri, la defensa es
autónoma, porque el defensor está autorizado a desenvolverse libremente y de
gozar de total autonomía frente al Juez. Entonces debe coexistir una
complementación entre el abogado y el imputado, de este modo como afirma Vélez
Mariconde, el defensor integra la personalidad de parte del imputado en relación a
la actividad defensiva.
Así, cuando se postula que la descripción de los hechos denunciados por la Fiscalía
en ese acto es vinculante para el juez por cuanto demarca el único objeto
investigable, estableciendo el límite fáctico para el órgano jurisdiccional63.
Esta atribución implica definir los hechos y el derecho, como así también la
responsabilidad que, se postula, tuvo el imputado64.
66 Picó I Junio, J.; Las Garantías Constitucionales del Proceso, cit., ps. 109-110.
únicamente con la puesta en conocimiento al sujeto pasivo de aquellos cargos que se
le dirigen, sino que comporta la ineludible exigencia que la acusación ha de ser cierta,
no implícita, sino, precisa, clara y expresa; es decir, una descripción suficientemente
detallada de los hechos considerados punibles que se imputan y del material
probatorio en que se fundamentan, y no como en el presente caso en que se advierte
una acusación genérica e impersonalizada, que limita o impide a los procesados un
pleno y adecuado ejercicio constitucional del derecho de defensa”.
3. LA VÍCTIMA.
La víctima es el sujeto ofendido por el delito, es aquella persona sobre la cual recaen los
efectos nocivos del delito, como titular del bien jurídico protegido, expresado en una
lesión cuantificable o una concreta aptitud de lesión (estado de peligro).
El artículo 94.1 del NCPP, estima que se considera agraviado a todo aquél que resulte
directamente ofendido por el delito o perjudicado por las consecuencias del mismo.
Tratándose de incapaces de personas jurídicas o del Estado, su representación
corresponde a quienes la Ley designe.
El agraviado, en principio es una persona física, viva, quien se ha visto perjudicada por
las consecuencias nocivas de la conducta delictiva; en un bien jurídico, del cual es titular.
Existen delitos, que suponen la eliminación del sujeto pasivo, de la persona humana, su
extinción definitiva sobre la faz de la tierra: - el homicidio y sus derivados, desaparición
forzada de personas y genocidio. En tales casos, la víctima natural del delito, no podrá
apersonarse a la instancia jurisdiccional, por lo que en su lugar lo hará sus sucesores
(descendientes o ascendientes), adquiriendo el nombre de “agraviados”.
Hemos sostenido, que el imputado sólo puede ser una persona que cuenta con
capacidades psico-físicas, pues las calidades de acción y de culpabilidad sólo se
corresponden con la persona humana; atribuciones que no cuenta la persona jurídica.
No obstante, estas propiedades no son trasladables a la víctima, a quien no se le
atribuye imputación delictiva alguna, todo lo contrario, es quien se ve perjudicada por
la conducta delictiva. En tales casos, la persona jurídica puede ser estafada, defraudada,
objeto de una desapropiación dineraria, etc., así también, por conductas atribuibles a
sus órganos representantes (fraude en la administración de personas jurídicas).
Hoy en día, no se puede postular una Justicia Penal marcadamente retributiva, de que
los derroteros punitivos cobren vigencia a partir de la sanción punitiva; aquello no se
condice con lo que debemos entender por tutela jurisdiccional efectiva. Siendo así, la
Justicia Penal y, así lo concibe el NCCP, debe dirigirse también a cautelar el derecho
resarcitorio de la víctima, cautelando sus facultades procesales (actor civil), de que se
le reconozca sus posibilidades de contradicción y, que no sea sometida a una segunda
victimización (principio de tutela). Por último, que se vea favorecida con un conjunto de
medidas de protección.
Como nos relata Maier, por mucho tiempo la víctima pasó a ser el convidado de piedra
del sistema penal, sobre todo inquisitorial, donde la reparación desapareció y quedo
sólo como objeto de la disputa entre intereses privados, el Derecho penal no incluyó a
la víctima ni a la restitución al status quo ante –o a la reparación del daño- entre sus
fines y tareas, y el Derecho procesal penal sólo le reservó al ofendido, en la materia, un
papel secundario y penoso, el de informar para conocimiento de la verdad. Su
participación se limitaba a una fuente de información necesaria para obtener la
condena del imputado, situándose en un plano marginal.
En fin, el problema de la víctima como bien dice Maier, no es privativo del Derecho
penal o del Derecho procesal penal, sino de todo el sistema penal en su conjunto en
relación con los fines que persigue el derecho material y de las tareas (labores) que debe
cumplir complementariamente el derecho procedimental. De ahí, la solución debe
implicar toda una perspectiva política criminal, de hacer efectivos, instrumentos
normativos idóneos capaces de paliar los márgenes de abandono que padece la víctima,
pues dentro del proceso penal el ofendido persigue el amparo jurisdiccional de sus
legítimos intereses indemnizatorios. Urge un acercamiento con la víctima en términos
de integración social que tenga como contenido identificador el resarcimiento de los
daños causados por el delito, que en algunos casos lamentablemente serán de
imposible realización.
La realidad social mostraba que el grueso de estos delitos, no eran denunciados ante
las autoridades competentes (cifra negra de la criminalidad, ósea por vergüenza, sea
por presión familiar o por ignorancia; situación que ha cambiado enormemente en los
últimos hechos, dado la forma de como se exhiben estas situaciones por los medios de
comunicación social, dando lugar a la concientización del público y de las víctimas, de
que estos actos deben ser inmediatamente denunciados. En estos hechos criminosos,
subyace una relación de parentesco, muy estrecha entre la víctima y el victimario, lo
que en algunos casos, hacía que víctimas no acudiesen a denunciar al agresor.
En la descripción dogmática del delito, la víctima es identificada como el sujeto pasivo,
aquella persona que posee la titularidad del bien jurídico objeto de tutela por el
Derecho penal, el cual puede ser de naturaleza “disponible” por aquella.
Algunos delitos comprendidos en la Parte Especial del Código Penal poseen un valor
pluriofensivo, en el decurso de su realización típica se vulneran varios bienes jurídicos,
como el robo, la extorsión, etc. Bajo dicha clasificación dogmática (típica y antijurídica),
podemos identificar al sujeto pasivo de la acción, sobre quien recae la violencia física o
la grave amenaza en el robo y el sujeto pasivo del objeto jurídico de tutela, que será el
propietario del bien mueble en el caso del robo. Así, en el delito de estafa, solo su
representante legal, puede ser objeto de un engaño, fraude o ardid, que propicia el
error en su esfera decisoria, y así entrega la ventaja patriomonial al sujeto activo, al
timador, pero, sujeto pasivo del delito será -que duda cabe-, la empresa.
Perjudicado, entonces como anota Manzini, es el que sufrió la lesión jurídica producida
por el hecho constitutivo de delito y todo aquel que tenga legítimo y actual interés en
obtener un resarcimiento del daño o una restitución. Este legítimo interés debe ser
probado en aras de impedir que la acción civil se convierta en una vindicta privada. La
acción civil se encuentra insita en la acción penal, como reseña Vasquez Rossi, se ha
arbitrado una regulación a través de la cual quien ha sido perjudicado por los resultados
dañosos de un hecho presuntamente delictivo se encuentra legitimado para intervenir
en la causa y demandar la reparación de los daños. Aquella potestad de ser pretensor
civil, es facultativa por parte del agraviado, lo que no imlica, a que la judicatura al
momento de sentenciar fije una reparación civil a favor del agraviado por haberse
constituido en Parte Civil; quiere decir, entonces, que la efectiva concreción de la
reparación indemnizatoria no se encuentra condicionada a que la víctima adquiera
personería procesal (actor civil).
La consecuencia jurídica inmediata del delito es la pena, sin embargo, para procurar que
se amparen los intereses reparatorios de la víctima, se comprende en el proceso penal,
el pago de una reparación civil, de acuerdo con el artículo 92° del CP, al estipular, que
la reparación civil se determina conjuntamente con la pena; por razones de economía
procesal y de seguridad jurídica. Por consiguiente, la reparación civil es accesoria a la
acción penal, pues si la acción penal se extingue, igual suerte corre la acción civil67. Para
Moreno Catena, el ejercicio de la pretensión civil acumulada a la pretensión punitiva no
supone que existan dos procesos paralelos o simultáneos, uno civil y uno penal, sino
que aquélla es accesoria al objeto principal del proceso penal que sigue siendo la
pretensión punitiva.
67 Aquello da lugar a la acción civil en el marco del proceso penal, pues de forma autónoma, la acción
indemnizatoria se regula por los plazos prescriptorios comprendidos en el Código Civil.
tenido sobre la víctima o los perjudicados por el mismo68. En efecto, la pena no se
impone para reparar el daño que se ha ocasionado a la víctima, sino para confirmar la
presencia del Derecho Penal como un instrumento utilizado por el Estado para la
protección de los bienes jurídicos69.
Como apuntan MUÑOZ CONDE y GARCÍA ARÁN, la reparación no tiene un sentido penal
sino que integra el derecho de daños pues su naturaleza es esencialmente
indemnizatoria70. El NCPP, determina, pues, que el Juez de la IP, puede dictar un auto
de sobreseimiento y, en uno de sus extremos, fijar el quantum de Reparación Civil así
como el Juez de Juzgamiento. En palabras de Peña Cabrera, el hecho de que la
reparación civil se determine conjuntamente con la pena no significa en modo alguno
que a toda pena haya que anexársele una reparación civil, pues, no toda persona
responsable penalmente de un delito o falta lo es también civilmente71.
En cuanto al modelo adversarial, traído a más por el NCPP, pueden resaltarse las
siguiente: - los efectos nocivos de la conducta criminal inciden de forma negativa sobre
los bienes jurídicos de la víctima. Sin embargo, las reglas y principios de una persecución
penal pública despojan a la víctima de su pretensión punitiva, reduciéndola a una mera
pretensión indemnizatoria, así evitar la venganza privada y como manifestación más
pura del poder soberano del Estado. Tal como se sostuvo, la relación procesal-
adversarial en el Proceso Penal la ocupan el persecutor público y el imputado, el
primero como encargado de ejercer la función acusadora y, el segundo como sujeto
pasivo de la relación jurídico-procesal. En dicha dialéctica, pareciese que la víctima no
ocupa lugar alguno, como mera convidada de piedra, a quien sólo se le reconoce una
pretensión privada.
68 Berdugo Gómez de la Torre, I. y otros; cita de Marón de Espinosa Ceballos, E.B. y otros; Derecho Penal. Parte
General, cit., p. 938.
69 STS (español) de 29 se septiembre de 2001, citada por Marín de Espinosa Ceballos, E.B. y otros; Derecho Penal.
Por otro lado, un sistema garantista debe evitar una segunda victimización. Quiere
decir, que en el ámbito de la criminalidad violenta, se cubra a la víctima (agraviado) de
una serie de medidas de protección y de tutela, a fin de que no sea victimizada por
segunda vez (Título V del Libro II – Medidas de Protección). Un sistema de protección
que no se oriente a propósitos exclusivamente utilitaristas, de resguardar la eficacia de
la investigación, sino sobre todo, a fin de cautelar la intangibilidad de la víctima, como
individuo que merece ser reivindicada por la justicia y por la sociedad. Mucho se ha
hecho en estas últimas décadas a favor del imputado, en cambio a favor de la víctima
sólo se han realizado esfuerzos mínimos, que no han podido calar hondo en el espíritu
de ellas.
Actor civil es aquel que se apersona ante la jurisdicción, como agraviado o, como
directo perjudicado por la comisión del delito, quien pretende obtener un
resarcimiento económico por parte del imputado o de terceros responsables. Puede
o no coincidir con el ofendido según el delito y los efectos que haya producido,
apunta ASENCIO MELLADO.
73 Artículo 110º.
74 Así, el artículo 99º del NCPP.
conducta que construido conforme a un juicio apriorístico, se presuma con aptitud
de peligro para un bien jurídico.
d) Que no haya accionado en la vía civil por los mismos hechos. La petición de
constitución en Parte Civil por parte del legitimado hacerlo, podrá formularse
verbalmente o por escrito ante el Juez Penal; la primera alternativa deberá hacerse
constar en un acta especial. Ante esta petición el Juez Penal tiene dos opciones: -
accede a la petición o la deniega mediante auto motivado. Contra esta última
resolución, el pretensor podrá interponer recurso de apelación, incidente que será
finalmente resuelto por la Sala Penal competente. El auto que dicte el Juez
constituyendo en parte civil al agraviado, tanto el Fiscal como el imputado podrán
oponerse por escrito -debidamente fundamentado-, dentro del tercer día de
notificado por escrito. Dicha oposición será tramitada vía incidental, contra lo
resuelto por el Juez Penal cabe el recurso de apelación ante la Sala Penal.
El actor civil podrá ofrecer todas las pruebas que juzgue conveniente para esclarecer
el delito, todas aquellas pruebas de cargo suficientes para enervar la presunción de
inocencia y que sirvan para demostrar la vinculación subjetiva del imputado con el
hecho punible. No podemos olvidar que la pretensión civil está subordinada -en
principio-, a una sentencia condenatoria. Con una sentencia absolutoria o con un
auto de sobreseimiento el actor civil verá frustrados sus intereses resarcitorios, con
las salvedades descritas en el NCPP. Aquello no es impedimento, a que el Fiscal -en
su función acusadora-, decline en su labor de demandar ante la judicatura, el pago
de una reparación civil proporcional al daño irrogado.
75 Artículo 106º.
Con el propósito de promover su derecho reparador, el actor civil podrá designar
abogado, tanto en la instrucción como en el juzgamiento. En algunos casos, su
concurrencia podrá ser calificada como obligatoria por la Sala Penal.
El artículo 290° del C de PP, prescribe que la parte civil puede interponer recurso de
nulidad, remitiéndose únicamente al monto de la reparación civil, salvo el caso de
sentencia absolutoria; sin embargo, ante una sentencia condenatoria que hubiese
condenado por un delito ajeno al instruido o por haber tipificado erróneamente, no
habrá impedimento para que el actor civil se refiera en el recurso impugnativo al
respecto. Entonces, tratándose de una sentencia absolutoria, no existirá
impedimento alguno, para que el actor civil, haga referencia a las variables que
sostienen la imputación delictiva, así como a las que refieren a la responsabilidad
civil.
76 Artículo 104º.
“El presente Decreto Legislativo tiene por objeto la creación del Sistema de Defensa
Jurídica del Estado con la finalidad de fortalecer, unificar y modernizar la defensa
jurídica del Estado en el ámbito local, regional, nacional, supranacional e
internacional, en sede judicial, militar, arbitral, Tribunal Constitucional, órganos
administrativos e instancias de similar naturaleza, arbitrajes y conciliaciones, la que
está a cargo de los Procuradores Públicos, cuyo ente rector es el Ministerio de Justicia
y está representado por el Presidente del Consejo de Defensa Jurídica del Estado.
Cuando se mencione el vocablo Sistema se entenderá referido al Sistema de Defensa
Jurídica del Estado.
Los Procuradores Públicos para ser considerados parte en el proceso penal, deberán
primero adquirir personería civil según lo prescrito por el artículo 54° y ss., del C de
PP. Antes de la dación de la Ley N° 26781, los jueces y magistrados estaban en la
obligación de conceder de oficio los medios impugnativos; en las sentencias que
fueran desfavorables para el Estado. Su derogación vino argumentada por la
necesidad de garantizar un plano de igualdad a todos los sujetos procesales
involucrados.
DEL VALLE RANDICH, apunta que el que responde por la reparación civil es el mismo
autor del delito se la llama a este tipo de responsabilidad: directa; pero no siempre son
ellos los que pagan el monto de la reparación, sino que existen terceras personas
quienes, sin haber participado en el hecho criminoso, están obligados al pago de la
reparación civil por el daño que se ocasione, sea porque el delito o la culpa, han sido
producidos, por incapaz (art. 1142 i 1143 del C.C.) en cuyo caso el padre, en su defecto
madre, tutor o el curador, son responsables por los daños que causen sus hijos menores
o personas sujetas a su guarda o dependencia, en todos estos responden por los daños
que irroguen (culpa in vigilando, in eligendo) o por responsabilidad por riesgo (culpa in
custodio), art. 1145 i 1146 del C.C., a este sistema de responsabilidad se le llama:
indirecta.
El NCPP, establece en el artículo 111º, que las personas que conjuntamente con el
imputado tengan responsabilidad civil por las consecuencias del delito, podrán ser
incorporadas como parte en el proceso penal a solicitud del Ministerio Público o del actor
civil.
Sin duda, será el actor civil, el más interesado, en hacer ingresar al proceso, al tercero
civil, a fin de que se garantice la efectiva prestación de la obligación indemnizatoria.
Máxime, si el imputado no cuenta con recursos económicos suficiente. Debiéndose
precisar al respecto, que el tercero civil, cuente también con ciertos derechos y
garantías, a efectos de defender sus intereses patrimoniales. Así, también, que la
obligación resarcitoria en contra el tercero civil, contendía en la sentencia condenatoria,
pude efectivizarse aun estando aquel en un rebeldía o falta de apersonamiento77.
77 Artículo 113º.
Como señala Manzini, la responsabilidad civil puede gravar también sobre otra persona,
por el hecho ajeno, o sea por responsabilidad indirecta. Al respecto el artículo 95° del
Código Penal, prescribe que la reparación civil es solidaria entre los responsables del
hecho punible y los terceros civilmente obligados. Entonces, como escribe Vasquez
Rossi, se trata de personas ajenas a la relación procesal civil anexa, ya que de acuerdo
con la ley civil sustantiva responden patrimonialmente por actos del accionado directo;
son los denominados -terceros civil responsables-, que vendrían a integrar la relación
civil en virtud de una responsabilidad indirecta. Estas terceras personas se encuentran
relacionadas con el imputado en razón de determinados vínculos ora legales ora
parentales ora laborales. Así el padre o el tutor de un inimputable, deberá responder
con su patrimonio por los daños causados por el delito. Fenech, afirma que tiene
legitimación para ser responsable civil el que por título lucrativo hubiere participado en
los efectos de un delito.
El tercero civil responsable debe ser llamado por la justicia penal, para apersonarse al
proceso de la forma prevista por la ley procesal. Para tal efecto, debe ser debidamente
notificado por el juzgador para que pueda hacer uso del derecho irrestricto de defensa
que constitucionalmente le asiste; así también, la contradicción de la imputación que
se le atribuye, para presentar pruebas a su favor y asistiendo a las diligencias
investigatorias dirigidas a refutar su condición de tal. Al tercero civil responsable le
alcanza en cuanto los bienes del imputado no sean suficientes para el pago de la
reparación civil, primero se gravan los bienes del imputado y si estos no son suficientes
se procede a gravar (embargo) los del tercero civil responsable, quedando siempre el
derecho de repetir por lo pagado. En palabras de Armenta Deu, el responsable civil
subsidiario es la persona, diferente del responsable directo, que ante la insolvencia de
éste, responde de las consecuencias civiles del hecho delictivo.
El Tercero Civil Responsable, puede ser también una persona jurídica, la empresa,
cuando aquélla fue instrumentalizada para la perpetración del hecho punible, por
quienes ejercen el dominio de sus órganos de representación; pudiéndose presentar, -
también-, la figura de la persona jurídica como «sujeto de imputación» de las
Consecuencias Accesorias, contenidas en el artículo 105º y 105-A del CP, asumiendo
una posición de naturaleza dual, para lo cual se le deberá garantizar a la persona
jurídica, el debido proceso y los alcances de la tutela judicial efectiva, a partir de los
criterios adoptados por la Corte Suprema en el Acuerdo Plenario 7-2009/CJ-11678.
5. LA POLICÍA NACIONAL.
Maier, nos relata que la palabra “policía” proviene del griego antiguo (en caracteres
latinos= polis), cuyo significado equivale a la organización social ática, el Estado-ciudad,
y, más directamente, de la palabra politeia, que designa la cualidad de una persona de
ser gregaria y convivir con otros bajo una organización social, en ese entonces, ser
ciudadano de un Estado-ciudad.
La aparición del Estado Republicano, instituido por varios poderes públicos, demandó
la creación de entidades estatales represoras, investigadoras y persecutorias,
destinadas a realizar una labor de contacto directo con el delito; así, la policía realiza
toda una tarea en suma relevante, mediante una serie de actos investigativos,
conducentes a acreditar la materialidad del delito e identificar a los presuntos autores
del hecho punible.
78 Vide, Peña Cabrera Freyre, A.R.; Derecho Penal. Parte General, T. II, 5ta. edición, IDEMSA, Lima, 2017.
cualidad es un órgano para la investigación y esclarecimiento de delitos, con funciones
represivas y coercitivas.
La persecución penal no es sólo tarea del persecutor público, pues tal como lo estipula
la Ley Fundamental, en su artículo 159º, la dirección de la investigación recae sobre el
Fiscal y, a tal efecto, los efectivos de la policía nacional se someten a sus mandatos, en
el ámbito estricto de dicha actuación. La policía, entonces, despliega funciones muy
importantes en el marco de la persecución penal; propiamente en el área de la
criminalística, en la prevención y combate de toda manifestación delictiva; deteniendo
a los presuntos autores, interviniendo sospechosos, persiguiendo fugitivos,
resguardando la seguridad pública, evitando, realizando operativos contra el crimen,
etc.
En este afán investigativo, la policía nacional es la agencia estatal que toma el primer
contacto con la comisión de un hecho punible, en los denominados “delitos flagrantes”
y en esta primera identificación ejecuta una variedad de actos, destinados a asegurar la
finalidad probatoria en el proceso penal: - actos de aprehensión y adquisición de
pruebas (incautaciones, allanamientos en lugares sobre objetos referidos al corpus
delicti), detenciones personales únicamente en el caso de delito flagrante –en este caso
deberá inmediatamente oficiar al Fiscal y al Juez penal competente bajo
responsabilidad funcional-, o al amparo de una resolución judicial motivada.
La Constitución Política del Estado atribuye a la policía nacional una serie de labores,
para el mantenimiento de la seguridad y el orden público interno, consagrados en el
artículo 166° y son los siguientes: a) Garantizar, mantener y restablecer el orden
interno. b) Prestar protección y ayuda a las personas y a la comunidad. c) Garantizar el
cumplimiento de las leyes y la seguridad del patrimonio público y privado. d) Vigilar y
controlar las fronteras; y, e) Prevenir, investigar y combatir la delincuencia.
Como bien anota Cubas Villanueva, lo dispuesto en este artículo con relación a la
prevención, investigación y lucha contra la delincuencia, tiene que ser interpretado en
concordancia con lo dispuesto por el artículo 159° inc. 4 del CPE, que concede al
Ministerio Público la facultad de “conducir desde su inicio la investigación del delito.
Con tal propósito la Policía Nacional está obligada a cumplir los mandatos del Ministerio
Público en el ámbito de su función”.
En suma, como dice Maier, la Policía como institución cumple tareas importantísimas
en un sistema penal que parte, como regla de principio, de la persecución penal pública.
La policía como agencia estatal represora como afirmaba Weber, es un ente burocrático
legalmente legitimado para realizar procesos de criminalización secundaria a través de
un conjunto de actos de injerencia sobre bienes jurídicos estrictamente personalísimos.
Nuestra posición, es que la presencia del Fiscal –como defensor de la legalidad-, resulta
imprescindible en cualquier diligencia investigativa, que va a significar un acto de
injerencia sobre los bienes del imputado, máxime si aquéllos podrían vulnerar derechos
fundamentales.
El atestado policial es un dictamen elaborado por una entidad administrativa, como tal
deberá ser valorado concienzudamente y no con carácter vinculante, pues si a criterio
del Fiscal estas diligencias no han sido llevadas de forma deficitaria, deberá actuar todas
las diligencias necesarias que le puedan otorgar un mayor nivel de convencimiento. El
NCPP es claro, al indicar que el representante del Ministerio Público, puede investigar
por si mismo los hechos -materia de imputación-, o encargar a la policía, las primeras
diligencias investigativas.
Al respecto, San Martín Castro escribe, que dichos actos no son prueba documental, ni
tampoco pueden, al no ser diligencias sumariales, acceder al juicio mediante la lectura
prevista por los artículos 262° del Código de 1940 y 283° del Código procesal de 1991,
basándose en que se refieren a actuaciones irrepetibles en el juicio oral (juzgamiento).
Para que dichos actos puedan ser tenidos en cuenta, han de entrar en el proceso,
siguiendo en estricto las formalidades procesales, aplicándose entonces las reglas que
disciplinan la eficacia probatoria de estos últimos, mediante declaraciones testificales
de los funcionarios, que los realizaron, a ser ratificados, en presencia judicial,
Las prácticas inquisitivas que dan dado lugar, durante años, que han supuesto,
situaciones intolerables, según los mandatos que se derivan del Estado de Derecho,
pues sólo el persecutor público (fiscal), está funcionalmente encargado de calificar
preliminarmente el hecho y, no el efectivo policial, como se daban contenido en las
Conclusiones finales del llamado “Atestado policial”, así como otras prácticas policiales
arbitrarias y carentes de toda razonabilidad. Situación que cambia, de forma tajante con
las previsiones del NCPP, cuando deja de lado, el documento en cuestión, limitándose
a indicar en el artículo 68.2, que de todas las diligencias específicas en el articulado, la
policía sentara actas detalladas las que entregará al Fiscal. Respetará las formalidades
previstas para la investigación.
Según los alcances normativos del NCPP, el artículo IV en su Título Preliminar, dispone
que el Ministerio Público está obligado a actuar con objetividad, indagando los hechos
constitutivos de delito, los que determinen y acrediten la responsabilidad o inocencia del
imputado. Con esta finalidad conduce y controla jurídicamente los actos de
investigación que realiza la Policía Nacional, concordante con el artículo 61 inciso 2, que
determina que el Fiscal conduce la Investigación Preparatoria, por lo que practicará u
ordenará a la Policía los actos de investigación que corresponda.
Asimismo, este nuevo Código Procesal Penal, destierra la figura anacrónica del Atestado
Policial, al prescribir en su artículo 332 inciso 2, que: el Informe Policial, contendrá los
antecedentes que motivaron su intervención, la relación de las diligencias efectuadas y
el análisis de los hechos investigados, absteniéndose de calificarlos jurídicamente y de
imputar responsabilidades.
80 Ambos, Kai; Control de la policía por el fiscal versus dominio policial de la instrucción. En: Derecho Penal
Contemporáneo. Revista Internacional. 1 – octubre-diciembre 2002, Bogotá-Colombia. LEGIS, cit., p.
151.
está en condiciones de hacerse presente de inmediato en la escena del crimen. Es
pues fácticamente imposible, que el fiscal pueda hacer acto de presencia ni bien
conocida la noticia criminal; el persecutor no es un funcionario que pueda actuar de
forma abierta contra el crimen, esta facultad es de verse en el efectivo policial. No
obstante, es ahí donde pueden producirse las contradicciones, cuando en esa labor
“preventiva”, el efectivo policial, hace uso desmedido y desproporcional, de la
violencia coactiva o cuando las leyes equívocamente le confieren amplias facultades
de intromisión en los derechos y libertades individuales de los ciudadanos.
Acorde al sistema «Garantista», esto implica poner en manos del Fiscal la conducción
de la investigación del delito y el control de la actuación policial, así proteger los
derechos fundamentales del imputado. Intervención del órgano persecutor, que
debe tomar lugar de forma temprana, así evitar excesos de los agentes públicos y
cautelando la vigencia de los derechos procesales del imputado, ni bien es sometido
a un acto de coercibilidad estatal83.
Actividades.
Distingue los roles que cumple cada sujeto procesal y cueles son sus atribuciones, así como
sus deberes y derechos.
Estrategias metodológicas.