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1) Concepto de la acción penal. La acción penal pública. La acción privada. La acción dependiente de
instancia privada. Enumeración y caracteres de cada una de ellas, delitos que comprenden.
1.- ACCION PENAL. Concepto. La acción penal pública. La acción privada. La acción dependiente de
instancia privada. Enumeración y caracteres de cada una de ellas, delitos que comprenden.
Eduardo J. Couture dice que la acción es el poder jurídico que tiene todo sujeto
de derecho de acudir a los órganos jurisdiccionales para reclamarles la satisfacción de una
pretensión.
Diremos que definitivamente no es lo mismo, toda vez que la acción penal no es parte
del proceso penal. La acción penal es lo que mueve al juez para iniciar el proceso penal.
Algunos autores confunden acción con pretensión penal. Manzini manifiesta que
la acción penal tiene siempre por objeto una pretensión punitiva del Estado resultante o
derivada de un delito, criterio que un sector doctrinario considera erróneo, en virtud de que la
finalidad sustancial de la acción penal es coadyuvar para que se active el órgano jurisdiccional
penal, y nada más.
No obstante, debemos señalar, desde nuestro punto de vista que la acción penal
persiste durante el tiempo previsto para la prescripción de la acción penal. Por ende, no
compartimos el criterio que sostiene que la acción penal en el momento que se inicia fenece. La acción
penal se inicia con el objeto de impulsar un proceso para que se investigue y luego, se juzgue un hecho
que se considera delito. La pretensión punitiva del Fiscal podría ser, la absolución o la condena a una
determinada pena. Esta pretensión punitiva del fiscal se manifiesta en la requisitoria fiscal –pedido al
juez durante la instrucción penal preparatoria IPP para que de por concluida la investigación y eleve la
causa a juicio oral; o, en los alegatos de apertura o alegatos finales durante el juicio oral- No obstante,
hasta tanto no prescriba la acción penal ‘ésta no fenece.
El titulo XI de nuestro Código Penal lleva por rubrica “Del ejercicio de las acciones”. Se
refiere a las acciones procesales, es decir, lo que en derecho procesal penal se llaman “acciones
penales” y que consisten en “el poder jurídico de promover la actuación jurisdiccional a fin de que el
juzgador se pronuncie acerca de la punibilidad de hechos que el titular de aquella reputa constitutivos
del delito”.
Existen tres clases de acciones penales. Son estas, la acción pública, acción
dependiente de instancia privada y acción privada. El principio es que todas las acciones son
públicas excepto las dependientes de instancia privada y la acción privada. En reciente reforma al
Código Penal se promulgó la Ley N° 27.147 en fecha 17/6/2015 quedando redactado los textos
legales de la siguiente manera:
Artículo 71.- Sin perjuicio de las reglas de disponibilidad de la acción penal previstas
en la legislación procesal, deberán iniciarse de oficio todas las acciones penales, con excepción de las
siguientes:
1. Los previstos en los artículos 119 –abuso sexual-, 120 –estupro- y 130 –rapto- del
Código Penal cuando no resultare la muerte de la persona ofendida o lesiones de las mencionadas en el
artículo 91 –lesiones graves-.
En los casos de este artículo, no se procederá a formar causa sino por acusación o
denuncia del agraviado, de su tutor, guardador o representantes legales. Sin embargo, se procederá
de oficio:
a) En los casos del inciso 1, cuando la víctima fuere menor de 18 años de edad o
haya sido declarada incapaz;
c) En los casos de los incisos 2 y 3, cuando el delito fuere cometido contra un menor
que no tenga padres, tutor ni guardador, o que lo fuere por uno de sus ascendientes, tutor o
guardador, o cuando existieren intereses gravemente contrapuestos entre éstos y el menor ,
siempre que resultare más conveniente para el interés superior de aquél.
Artículo 73.- Son acciones privadas las que nacen de los siguientes delitos:
1) Calumnias e injurias;
Asimismo, son acciones privadas las que de conformidad con lo dispuesto por las leyes
procesales correspondientes, surgen de la conversión de la acción pública en privada o de la
prosecución de la acción penal por parte de la víctima.
La acción por calumnia e injuria, podrá ser ejercitada sólo por el ofendido y después de
su muerte por el cónyuge, hijos, nietos o padres sobrevivientes.
En los demás casos, se procederá únicamente por querella del agraviado o de sus
guardadores o representantes legales.
Artículo 74.- (Artículo derogado por art. 2° de la Ley N°24.453 B.O. 7/3/1995)
Artículo 75.- (Artículo derogado por art. 5° de la Ley N° 27.147 B.O. 18/06/2015)
No pueden ser
Iniciarse de oficio y se detenidas por el
Públicas siguen por un órgano particular damnificado
publico ni por el mismo órgano
público, que tiene el
deber de promoverla.
Hay acciones
Se inician por denuncia Una vez iniciada las
Dependientes de
del damnificado o de su sigue el órgano público
instancia privada
representante y funcionan como
acciones publicas
Que se inician y se siguen por el particular
Privadas
(querella), quien puede desistirla en cualquier
momento.
La extinción de la acción penal, es entonces, la pérdida del derecho del Estado para
ejercer su poder punitivo contra quien ha cometido un delito que agravia a la sociedad. En estos casos
cesa el derecho de imponer la pena, hacerla efectiva o continuar exigiendo su cumplimiento; para el
sujeto desaparece la obligación de sufrir la pena. Las causales de extinción de la acción penal se
recogen en el Art. 59 del Código Penal Argentino. Siendo las siguientes:
2) Por la amnistía;
3) Por la prescripción;
De esta forma se advierte que la persecución penal puede cerrarse anticipadamente por
el acaecimiento de un hecho que impida su conclusión normal. Lo normal sería que el proceso
concluya con una decisión que, expidiéndose sobre el fondo del asunto, condene o absuelva. Pero
diferentes circunstancias, como por ejemplo la muerte del imputado, la amnistía, la prescripción, la
renuncia del agraviado y la suspensión del juicio a prueba, deslegitiman un pronunciamiento
semejante.
Es así que la extinción de la acción penal difiere de su conclusión, pues mientras ésta
implica el logro de la finalidad jurídica de la acción, aquella significa la terminación de su curso sin
haber alcanzado su finalidad.
Por su parte, las causales de extinción de la pena están previstas en el titulo X del libro I
del CP, que se refiere sucesivamente a la amnistía (art 61), a los plazos en que se prescriben tanto las
penas privativas de libertad cuanto las pecuniarias (art 65 CP); en cuanto a la pena de inhabilitación
la ley guarda silencio, y esto ha dado lugar a distintas especulaciones doctrinarias sobre las que se
volverá más adelante, al indulto (art 68 CP) y al perdón del ofendido por delitos de persecución
privada (art 69 CP).
Se ha señalado con razón que no provoca los mismos efectos la simple ausencia con
presunción de fallecimiento de la legislación civil. El efecto del deceso del imputado es de carácter
estrictamente personal.
Efecto sobre la indemnización civil. La extinción de la acción penal por muerte del
imputado no tiene efecto sobre los presupuestos que condicionan la indemnización civil emergente de
un delito. CSJN 28-02-1974 PJS (Fallos 288:122)
Sin embargo, la circunstancia de que el artículo 61 del Código Penal excluya el olvido
las consecuencias patrimoniales de orden civil, permite concluir que el hecho amnistiado no deja de
ser antijurídico, aunque se torne inviable el ejercicio de la pretensión punitiva y, en su caso, se borre
la condenación del causante.
Consagró, haciendo suya la letra de la Constitución, el carácter general que reclaman las
leyes del olvido, así como su naturaleza de orden público y por tanto su irrenunciabilidad. Asimismo
se expidió sobre la imposibilidad de amnistiar el delito de traición a la patria. En los últimos tiempos,
y en relación a las llamadas leyes de “obediencia debida” y “punto final” -verdaderas leyes de
amnistía-, la mayoría, se ha expedido sosteniendo su inconstitucionalidad en base a los principios
emergentes del derecho consuetudinario internacional.
Entre los fallos que la CSJN ha realizado en este tópico podemos señalar: Pomar
Gregorio 07-04-1947 señalando que la ley puede limitar los efectos de la amnistía.
2.3.3.- Alcance.
Por otro lado se ha expedido en el caso Toranzo Severo fallo 178:377 del año 1937
señalando que la amnistía extingue la acción y la pena si antes hubiese sido impuesta y borra la
criminalidad del hecho.
2.3.4.- Efectos.
También ha dicho la Corte que la amnistía tiene por efecto suprimir las consecuencias
jurídicas de concretas conductas delictuosas en miras a consideraciones circunstanciales de orden
interno en el caso Jackson Robert fallo 287:475 de fecha 27-12-1973.
También ha dicho la Corte, en el caso Solís Julio Alfredo, fallos 308:1298 de fecha 26-
08-1986, que la amnistía es esencialmente general, abraca a todos los supuestos comprometidos en una
clase de delitos, y es resorte del Poder Legislativo, único poder que tiene la potestad de declarar la
criminalidad de los actos, de crear sanciones y de borras sus efectos… La conmutación individual de
pena es una medida de carácter administrativo, y por el contrario, la conmutación general de penas es
una medida de carácter legislativo.
2.3.6.- Concepto y características.
Las leyes de amnistía son de carácter político y como tales insusceptibles de revisión
judicial, ya que es propio de la política y no de la ciencia jurídica, decidir sobre la concesión de
amnistías y sus respectivos alcances, así como resolver derogaciones de las leyes que las
instrumentaron. Suprema Corte de BA Argañaráz Alberto de fecha 24-06-1980.
Los beneficios de la ley de amnistía –en este caso la ley 14436- son extensivos al delito
de traición a la patria, ya que el artículo 29 de la CN, -que categóricamente lo contempla- representa
un límite infranqueable que el Congreso no puede desconocer o sortear mediante el ejercicio de su
facultad de conceder amnistías. La inexistencia del derecho a amnistía por el delito de traición a la
patria deriva del artículo 29 de la CN, razón por lo cual, no es admisible para alterar esa conclusión
que el apelante cite –con en el caso- otras cláusulas constitucionales -artículos 16, 18 y 31-, ya que
éstas, en todo caso, deben armonizarse con lo que aquella prescribe especialmente sobre el punto
cuestionado. CSJN 25-07-1960 Perón Juan Domingo y otros s traición a la patria.
El indulto es una causa de extinción de la responsabilidad penal, que supone el perdón de la pena. Es una situación
diferente a la amnistía, que supone el perdón del delito, ya que por el indulto la persona sigue siendo culpable, pero
se le ha perdonado el cumplimiento de la pena.
El indulto puede ser total o parcial. A su vez puede ser general y particular.
El indulto total comprende la remisión de todas las penas a que hubiere sido condenado el reo y que
aún no hubieren sido cumplidas.
El indulto parcial supone la remisión de alguna o algunas de las penas impuestas o su conmutación
por otras menos graves.
El indulto supone el perdón de la pena, mientras que la amnistía supone el perdón del delito. Por eso
solo se puede indultar respecto de la parte de la pena que no haya sido ya cumplida, mientras que la
amnistía puede implicar rehabilitar al amnistiado en derechos ya perdidos al cumplir la pena impuesta.
En general, para otorgar el indulto es necesario un acto administrativo ; para la amnistía es necesaria
una ley.
La amnistía extingue los antecedentes penales , mientras que el indulto no lo hace necesariamente.
Con excepción de aquellos delitos declarados imprescriptibles –como sucede con los
crímenes de lesa humanidad-, es regla general que la acción penal pierde su vigor cuando, transcurrido
un cierto plazo –que no podrá superar los quince años, con la salvedad mencionada anteriormente-,
las agencias estatales encargadas de la persecución y juzgamiento no han podido arribar a una
resolución definitiva en el caso de que se trate.
El paso del tiempo tiene efectos similares en lo que concierne a la pena, pues, operados
los términos establecidos sin que el condenado hubiese comenzado a cumplirla o desde que hubiese
quebrantado su cumplimiento, aquella prescribirá.
Son numerosas las razones que sirven de fundamentos al respecto a) la necesidad de que
medie el tiempo más breve que resulte posible entre el hecho y el castigo b) la ausencia de voluntad de
perseguir penalmente al autor de un delito circunstancia que se pondría en evidencia con el simple
transcurso de un lapso considerable sin que el Estado hubiese conseguido juzgarlo y c) la relación
entre tiempo y error, sobre la base de que cuanto mayor sea la distancia temporal entre el suceso y su
juzgamiento, se incrementaría también el margen de posibles equivocaciones judiciales.
En el caso Reggi sostuvo que solo la condena por delito a través de un fallo firme puede
interrumpir el curso de la prescripción.
En el caso Cuatrín sostuvo que debía ser considerado el primer llamado a indagatoria,
aquel auto en virtud del cual el juez expresó que existía mérito para escuchar al imputado en esos
términos, sin atender que la realización del acto en cuestión tuvo lugar mucho tiempo después.
En el caso Revello se expidió al respecto por aplicación de la ley 25990 y las causales
de suspensión de la prescripción.
En el caso Martínez de Hoz la Corte, con cita de un fallo de EEUU (United vs Marion)
dijo que el instituto de la prescripción cumple un relevante papel en la preservación de la defensa en
juicio, al impedir que los individuos tengan que defenderse respecto de acusaciones en las cuales los
hechos básicos han quedado oscurecidos por el paso del tiempo…
En el fallo Pranzetti la Corte, adhiriendo al Procurador Fiscal, sostuvo que para efectuar
un juicio de prescripción de la acción penal, debe considerarse el hecho particular y su calificación
penal en relación a cada partícipe del delito (principio de personalidad del artículo 67, parág. 3 del
CP) incluido el tipo de autoría, por lo que debe efectuarse un nuevo estudio de la cuestión. En el caso
Reggi –ya señalado- la Corte recordó que la prescripción corre y se opera en relación a cada delito aun
cuando exista concurso de ellos (fallos 186:28; 201:63; 202:168; 212:324; y 305:990)
2.4.1.8.- La prescripción y el principio de legalidad y crímenes contra la
humanidad.
La Corte sostiene la doctrina que las decisiones cuya consecuencia sea la obligación de
continuar sometido a un proceso penal no reúnen la calidad de sentencia definitiva en los términos del
artículo 14 de la ley 48 (caso Cejas y Fiscalía Nacional de Investigaciones administrativas, entre
otros), siendo de esta naturaleza aquellas que rechazan la prescripción de la acción penal (casos
Ramanello y Manuele, entre otros) en la medida en que no resuelven de modo definitivo la cuestión,
que puede ser planteada nuevamente durante el proceso.
Sin embargo, la Corte se ha apartado en ciertos casos de ese criterio, por ejemplo ,
ante supuestos de arbitrariedad de sentencias o bien, cuando se observa la prolongación injustificada
de un proceso (caso Casifaghi y Yacimiento Petrolíferos Fiscales”, entre otros). En este sentido ha
señalado que resoluciones tales pueden equipararse, en cuanto a sus efectos, a las definitivas , así lo ha
hecho por ejemplo en el caso Baliarde al decidir que tras 18 años –tiempo que llevaba la
tramitación del expediente bajo examen –podía presumirse que hasta el dictado de una sentencia
definitiva bien podría transcurrir un lapso tan prolongado que, por sí solo, entrañase un perjuicio para
el justiciable no susceptible de ser reparado ulteriormente. Por lo demás, expresamente ha declarado la
corte en Mazzotti que el remedio más adecuado para garantizar una rápida y eficaz decisión judicial,
en un caso de irrazonable duración del proceso podía hallarse en el instituto de la prescripción. Esta
posición sería recordada por la Corte en otros precedentes , tales como el dictado caso Cuatrin, donde
se indicó que … en diversas oportunidades el tribunal ha señalado que el instituto de la prescripción
de la acción penal tiene estrecha vinculación con el derecho del imputado a un pronunciamiento sin
dilaciones indebidas (fallos 322:360 esp. disidencia de los jueces Fay, Bossert, Petrachi, Boggiano
y 323:982) y que dicha excepción constituye el instrumento jurídico adecuado para salvaguardar el
derecho en cuestión)
Para concluir, podemos decir, que el más importante y complejo de los impedimentos de
perseguibilidad del delito es la prescripción de la acción procesal. Los plazos de la prescripción de la
acción procesal se establecen en el Art. 62 del CP: La acción penal se prescribirá durante el tiempo
fijado a continuación:
1. A los quince años, cuando se tratare de delitos cuya pena fuere la de reclusión o
prisión perpetua ;
2. Después de transcurrido el máximo de duración de la pena señalada para el delito, si
se tratare de hechos reprimidos con reclusión o prisión, no pudiendo, en ningún caso, el término de la
prescripción exceder de doce años ni bajar de dos años.
El Art. 9 de la ley 23.077 establece que en los delitos previstos en los Arts. 226 y 227
bis CP, la prescripción de la acción penal se suspenderé hasta el restablecimiento del orden
constitucional. La disposición resulta lógica, puesto que en tales tipicidades, cuando la conducta se
agota, es decir, que alcanza el fin ultra-típico propuesto, el poder queda en las manos de los
delincuentes y, por ende, resulta ilógico que estos se beneficien con el resultado del delito que impide
el ejercicio de la acción.
La Ley N° 25.990 (B.O. 11-01-05), modificó los párrafos cuarto y quinto del artículo 67
del Código Penal. Esta norma es más específica dado que establece cuáles son las causales de
prescripción en forma expresa. En otras palabras, el legislador estableció “números clausus” de
interrupción de la prescripción de la acción penal, es decir, enumeró en forma taxativa las causales
dejando de lado el desorden que había generado la anterior redacción.
Es importante tener presente ésta última parte del Art. 67 del CP cuando dice que la
prescripción corre, se suspende o se interrumpe separadamente para cada uno de los partícipes
del delito. Por participes debe entenderse aquí (en sentido amplio) a los coautores tanto como a los
cómplices e instigadores. Es decir, que en el caso de coautoría, partícipes en la comisión de un delito
la prescripción opera individualmente para cada uno de ellos.
La renuncia, como causal extintiva de la acción penal, procede solo en los delitos de
acción privada (art 73 CP) y esto es así porque en estos casos no rige el principio de oficialidad (art
71 CP) y la acción se torna disponible para su titular. Como lo establece el artículo 60 del CP, la
renuncia sólo perjudica al denunciante y sus herederos, por lo que no puede ser opuesta a la
acción de otro agraviado.
La renuncia debe ser expresa aunque, sin embargo, tanto la doctrina como la
jurisprudencia se han inclinado mayoritariamente por admitir su modalidad tácita en los supuestos
previstos por el artículo 1097 del Código Civil, con arreglo al cual se entiende renunciada la acción
penal si se renuncia a la acción civil o se hacen convenios sobre el pago del daño generado por el
delito.
Por fin, importa señalar que es irretractable por el renunciante e irrenunciable por el
beneficiario, como así también que sólo beneficia a la persona en cuyo favor se hizo, de lo que se
infiere que no puede extenderse a los coimputados.
Lo dispuesto por una norma procesal local dictada para la Capital Federal no puede
prevalecer frente a lo mandado en contrario por una ley nacional que regula sobre la materia del
derecho de fondo., conforme lo prescripto por el artículo 31 de la CN.
La suspensión del juicio a prueba regulada por los artículos 76 bis y siguientes del CP,
es una clara manifestación del criterio de oportunidad penal, impuesta por razones de política
criminal, en cuya virtud el órgano estatal requirente, en beneficio del individuo imputado –y en rigor
en favor de todo el sistema penal absolutamente impotente para atender la totalidad de los casos que le
son sometidos a juzgamiento-, renuncia condicionalmente a la acción penal a cambio del sometimiento
del procesado a un régimen de puesta a prueba, transcurrido el cual la acción penal se extingue de
manera definitiva, sin consecuencias jurídico penales, sin perjuicio desde luego, de las ulteriores
ajenas al ámbito represivo que el hecho pueda generar.
La doctrina legal obligatoria, sin embargo, distó de ser acatada por los tribunales
inferiores que, con distintos argumentos, renegaron de la obligatoriedad interpretativa impuesta por
ley 24050 hasta que finalmente la CSJN en el caso Acosta se inclinó por un criterio amplio .
Según esta posición el límite máximo de tres años de prisión o reclusión –pena esta
última que nunca puede ser de ejecución en suspenso, lo que más refuerza la hipótesis -de la
respectiva escala, solo importa cuando la sentencia que se espera como probable y que quiere evitar,
podría llegar a infligir una sanción de privación de libertad en efectivo cumplimiento; pero cuando la
pena de esta naturaleza que se aguarda podría admitir la modalidad que instituye el artículo 26 del CP
, ya que no importa el límite ad quem de la escala con que se conmina la infracción en abstracto; aquí,
en efecto, lo que define la admisibilidad de la probation es que el término a quo de esa escala tolere
aquel beneficio. En este segundo supuesto, la oposición fundada del fiscal impide el otorgamiento.
Con el pedido de suspensión del juicio a prueba, el imputado tiene que ofrecer reparar el
daño causado por el delito. El juicio de razonabilidad del ofrecimiento está a cargo del tribunal, que
no puede soslayar las posibles limitaciones del oferente. La opinión de la víctima –sea o no acusador
particular- no será vinculante para el tribunal e, en caso de no aceptar lo ofrecido, tendrá habilitada la
vía judicial correspondiente, donde no regirán las reglas de la prejudicialidad de los artículos 1101 y
1102 del Código Civil (artículo 76 quater del CP).
En el quinto párrafo del artículo 76 bis del CP se establece que si el delito estuviera
reprimido con pena de multa aplicable en forma conjunta o alternativa con la de prisión, será
condición, además, que se pague el mínimo de la multa correspondiente. La circunstancia de que solo
e haga referencia a la pena de prisión, como conjunta o alternativa de la multa, omitiendo la reclusión
-a la que sí se hace referencia en el primer párrafo del mismo artículo-, parece limitar este requisito
pecuniario a los supuestos contemplados en el cuarto párrafo; pues como se sabe, solo la prisión –y no
la reclusión- habilita la condenación condicional. En cualquier caso, queda claro que cuando la multa
es accesoria no se impone la oblación.
Una vez otorgada la suspensión del juicio a prueba (por un plazo que puede ser fijado
entre uno y tres años, según la gravedad del delito), el tribunal establecerá alguna de las reglas de
conducta de aquellas que están previstas en el artículo 27 del CP. El incumplimiento de estas últimas
o la comisión de un nuevo delito son causales de revocación de la suspensión, si recayera condena, no
procede su ejecución condicional.
El criterio que limita el alcance del beneficio del artículo 76 bis del CP a los delitos que
tienen prevista una pena de reclusión o prisión cuyo máximo no supere los tres años se funda en una
exégesis irrazonable que no armoniza con el principio de legalidad, con el principio político criminal
que caracteriza al derecho penal como la última ratio del ordenamiento jurídico y con el principio pro
homine que impone privilegiar la interpretación legal que más derechos acuerde al ser humano frente
al poder estatal, pues consagra una interpretación extensiva de punibilidad que niega un derecho que la
norma reconoce, otorgando una indebida preeminencia a sus dos primeros párrafos sobre el cuarto, al
que deja totalmente inoperante. CSJN Acota Alejandro Esteban de fecha 23-04-2008. En igual sentido
CSJN Lorenzo Amalia 23-04-2008
2.6.3.- Pena en abstracto cuyo máximo no supere los tres años. Criterio
restringido.
La pena sobre la que debe examinarse la procedencia del instituto previsto en el artículo
76 bis y siguientes del CP es la de reclusión o prisión cuyo máximo en abstracto no exceda de tres
años. CN Casación Penal en Pleno 17-08-1999 Kosuta Teresa.
No procede la suspensión del juicio a prueba cuando el delito tiene prevista pena de
inhabilitación como principal, conjunta o alternativa. CN Casación Penal en Pleno 17-08-1999 Kosuta
Teresa.}
2.6.5.- Oposición fiscal vinculante. Control jurisdiccional de logicidad y
fundamentación.
2
Sostiene Maier que la víctima, que otrora ocupara un plano sobresaliente de la reflexión penal, “fue
desalojada de ese pedestal, abruptamente, por la inquisición, que expropió todas sus facultades , al crear la
persecución penal pública, desplazando por completo la eficacia de su voluntad en el enjuiciamiento penal, y
al transformar todo el sistema penal en un instrumento del control estatal directo sobre los súbditos” (Maier,
Julio B, “La víctima y el sistema penal”, en De los Delitos y las Penas, pág. 186).
3
Cafferatta Nores, José “El Principio de Oportunidad en el Derecho Penal Argentino. Teoría, realidad y
perspectivas”, en Nueva Doctrina Penal, t. 1996/A, pág. 3. En igual sentido Jorge Vázquez Rossi: “El delito
deja de ser entendido como daño y es fundamentalmente valorado como desobediencia y, por ello, como una
suerte de ataque al soberano quien, consecuentemente, tenía la facultad de castigar para restablecer la
autoridad vulnerada y disuadir ejemplarmente la posible comisión de conductas semejantes” (Vázquez Rossi,
Jorge, “Derecho Procesal Penal”, T I 304).
4
Maier, Julio B., ob. cit., pág. 187.
5
Explican Zaffaroni – Alagia - Slokar que según el principio de lesividad “ningún derecho puede legitimar una
intervención punitiva cuando no media por lo menos un conflicto jurídico, entendido como la afectación de un
bien jurídico total o parcialmente ajeno, individual o colectivo (...) El concepto de bien jurídico es nuclear en el
derecho penal para la realización de este principio, pero inmediatamente se procede a equiparar bien jurídico
lesionado o afectado con bien jurídico tutelado , identificando dos conceptos sustancialmente diferentes, dado
que lo único verificable es que confisca un conflicto que lo lesiona o pone en peligro “ (Derecho Penal .Parte
General, pág. 128).
6
Alberto Bovino destaca que el “bien jurídico no es otra cosa que la víctima objetivada en el tipo penal. Y está
objetivada porque, luego de ser constituida y de permitir la intervención penal, debe ser excluida. Este
particular mecanismo de inclusión-exclusión permite que el Estado actúe en su nombre, ocupe su lugar, es
decir como si fuera la víctima” (Bovino, Alberto, “Sobre el consentimiento del no ofendido”, en Rev. Derecho
Penal, , 2, pág. 3).
7
Zaffaroni – Alagia - Slokar, “Derecho Penal. Parte General”, pág.128. Refieren que “El principio de que todo
delito presupone la lesión de un bien jurídico, por efecto de esta alquimia discursiva, deriva en que todo bien
jurídico lesionado por el delito está tutelado, y de allí se pasa rápidamente a que todo bien jurídico demanda
una tutela, lo que instiga a la penalización sin lagunas (...) Detrás de esto queda un único bien jurídico, que es
la voluntad del estado”.
8
Maier, Julio. B. “El sistema penal hoy: entre la inquisición y la composición ”, en Rev. Derecho Penal, 2, pág.
48).
del principio de igualdad ante la ley, pero curiosamente es en la desigual aplicación de la
ley penal donde se hacen fuertes sus críticos. 9
9
Confr.: Horvitz Lennon, M.I. “Ministerio Público y Selectividad ”, en Pena y Estado, t. 2, pág. 112 y sigs.;
Cafferatta Nores, José, ob.cit.pág. 8,...; Maier, Julio B. “El sistema penal hoy :..”, pág. 47).
10
Duce, Mauricio, Riego R., Cristian, “ Introducción al nuevo sistema Procesal Penal”, año 2002, pág. 175.
11
Ibidem. Y agregan: “El principio de legalidad descansa, en una buena medida, en una creencia empírica o
fáctica que podríamos denominar el mito de la no impunidad, esto es, la creencia de que ese principio puede
ser cumplido en la práctica, es decir, que todos los delitos pueden ser investigados y eventualmente
sancionados en el funcionamiento concreto de los sistemas de justicia criminal”.
12
Zaffaroni, Eugenio R. “En Busca de las Penas Perdidas”, pág. 30. Y añaden: “la disparidad entre el ejercicio
del poder programado y la capacidad operativa de las agencias es abismal y, por otra parte, si se diese la
inconcebible circunstancia de que su poder se incrementase hasta llegar a corresponder a todo el ejercicio
programado legislativamente, se produciría el indeseable efecto de criminalizar varias veces a la población”
13
Zaffaroni, ibidem.; “La selectividad estructural del sistema penal –que solo puede ejercer su poder represivo
legal en un número casi despreciable de las hipótesis de intervención planificada- es la máselemental
demostración de la falsedad de la legalidad procesal proclamada por el discurso jurídico-penal” (pag. 31).
También Couso Salas, Jaime, “Oportunidad versus Legalidad: entre economía político criminal,
despenalización, prevención y principios garantistas”, en Primer Congreso Nacional sobre la Reforma del
Proceso Penal, Cuadernos de Análisis Jurídico 39, pag. 189.
14
Diversos autores –explica Duce- grafican el funcionamiento del sistema penal “a través de la figura de un
embudo, en el que la parte ancha corresponde al total de los delitos en una sociedad determinada y la parte
angosta al número final de casos que llegan a las instancias finales del proceso penal, con una inmensa
cantidad de escalas intermedias en donde se van descartando casos por las más diversas razones”. Los
mismos sistemas desarrollan “ya sea a través de instrumentos formalizados en la ley en algunos casos o en
otros creados de manera informal por los propios operadores del sistema, diversos mecanismos tendentes a
dar curso a esa selectividad necesaria para el funcionamiento del mismo” (Duce, Mauricio, en “ Las Salidas
Alternativas y la Reforma Procesal Penal Chilena”, Cuadernos de Análisis Jurídico, N° 38, Univ. Diego
Portales, pág. 186.)
3. La realidad entonces muestra una situación curiosa y perversa, pues
como lo que llega al sistema no puede ser totalmente investigado, juzgado y
sancionado, como hay una impotencia de los órganos públicos para dar abasto frente
a este número de delitos, el proceso de selección se orienta hacia una priorización
inversa15; se hace en forma “caótica, informal e irracional”16
15
Cafferata Nores lo explica en estos términos: “en lugar de afectar los recursos –insuficientes pero
existentes- a la investigación, juzgamiento y eventual castigo de los delitos más graves o de mayor interés
público, el sistema judicial afecta la mayor parte de sus esfuerzos a tratar los más leves” (ob.cit. pág. 11)
16
Guariglia, Fabricio, “Facultades discrecionales del Ministerio Público e investigación preparatoria: el principio
de oportunidad” , en Doctrina Penal, Año 1993, pág. 185.
17
Citado por Horvitz Lennon, ob. cit. , pág. 113.
18
Duce, Mauricio y Riego R, Cristian, “Introducción al nuevo Sistema Procesal Penal”, Año 2002, pág. 42. Así,
destacan los autores, “una buena parte de la literatura procesal continental más tradicional suele identificar
como sistemas acusatorios (con el apellido de puros, en algunas ocasiones) a los modelos de justicia penal
preestatales, cuya característica central era que el poder de decisión del inicio del proceso y su continuación
se encontraba en manos de los directamente ofendidos por el delito o personas cercanas a ellos. Por otra
parte, sectores comparativistas del mundo anglosajón suelen identificar a los sistemas acusatorios –
adversarial systems, en ingles) como el arquetipo de los procesos penales de tipo angloamericano”. Véase
también, Alliaud, Alejandra M. “Principio Acusatorio. Estudio histórico-comparado de su génesis y evolución”, y
Langer, Máximo “La dicotomía acusatorio-inquisitivo y la importación de mecanismos procesales de la
tradición jurídica anglosajona. Algunas reflexiones a partir del procedimiento abreviado”, en la obra colectiva
“Las Garantías Penales y Procesales. Enfoque histórico-comparado” Facultad de Derecho (UBA) – Del Puerto,
2001, págs. 211 y 239)
19
Binder, A., “Introducción al Derecho Procesal Penal”, pág. 213.Y agrega: “un Estado que por un lado asume
el poder de requerir y por el otro el poder de juzgar (poder requirente y poder jurisdiccional en manos del
estado), se garantiza el monopolio de la persecución penal.
20
Ibídem. Véase también Ferrajoli, L. “Derecho y Razón”, pag. 569: “Diré incluso que si el proceso mixto de
tipo francés o italiano, nacido de la yuxtaposición de una instrucción inquisitiva y un juicio acusatorio, es un
‘monstruo’, no lo es menos el proceso anglosajón, también fruto de una unión híbrida entre el carácter público
de la acusación y de los órganos a los que está asignada, de derivación inquisitiva, y la discrecionalidad de su
ejercicio, que es de ascendencia acusatoria” (pág. 569).
21
Ibidem.
22
Cafferatta Nores, of. Cit., pag. 12. Aunque resulta más preciso hablar de “discrecionalidad en la
persecución fundada en razones de oportunidad” en lugar de “principio de oportunidad”, parece difícil
Las excepciones a la obligación de perseguir el delito, por lo general, suelen
justificarse en razones de índole utilitarista (descongestionar el sistema judicial, optimizar
recursos, procurar la punición de la criminalidad organizada, etc.); pero también en la
necesidad de re-legitimar el sistema penal evitando las desigualdades en contra de los más
vulnerables (orientar la selectividad, reducir la aplicación de instrumentos de violencia
estatal, favorecer la reparación a la víctima) o en otros intereses. 23
El fundamento para las salidas alternativas, como destacan DUCE y RIEGO ̧ “no radica solo
en la necesidad de regularlas porque la selectividad del sistema penal es un hecho
incontrarrestable, sino que, además, porque las finalidades y características del sistema
penal (subsidiariedad o última ratio) le imponen la obligación de diversificar sus respuestas
30
Y añaden: “la subsidiariedad del sistema penal impone la introducción de alternativas en todas sus etapas,
incluido el proceso, con el objetivo de ofrecer respuestas que eliminen o morigeren su intervención en todos
los casos en que ello sea posible y aparezca conveniente a los fines de la pacificación social”. (ob.cit. pág.
290).
31
Maier, Julio, ob.cit. pág. 190.
32
Confr. Vázquez Rossi, Jorge, ob. cit, pág. 317 a 320.
33
La ley 49, que podría considerarse nuestra primera codificación penal, no contempla el ejercicio de las
acciones. Tejedor, en su “Curso de Derecho Criminal”, trata sobre el ejercicio de las mismas; pero
considerándolas leyes de forma, no las incluye en su Proyecto de 1866, para cuya redacción contara congran
cantidad de antecedentes del derecho comparado, como los códigos boliviano, español, brasileño, peruano,
francés, napolitano, de Lousiana, influyendo sobre todos el de Baviera. Recordemos que como bien ha
señalado Rivarola, el libro de Tejedor era una exposición del derecho positivo entonces vigente, “ya que no se
podía hacer una sentencia sin acudir a sus leyes de fondo, y no se podía tramitar un proceso criminal sin tener
a la vista sus leyes de forma”, abarcando este último el ejercicio de las acciones.
El código penal de 1887 no incluía el ejercicio de las acciones sino
eventualmente en la parte especial, al referirse a determinados delitos, quedando librada
esta materia exclusivamente a las leyes procesales. 34
IV. Conclusiones
37
Véase Finochietti, María D. “Mediación, Conciliación y sistema penal”, en la publicación de las XVI Jornadas
Nacionales de los Ministerios Públicos, La Rioja 2003, pág.108.
38
Es interesante la experiencia de Mercedes, que posee un centro de mediación, logrado mediante un
convenio de cooperación institucional suscripto entre la Procuración y el Colegio de Abogados de ese
departamento Judicial, a fines de 1999. Véase el comentario sobre la experiencia en el trabajo de Marcelo G.
Mendiola “Mediación Penal: una experiencia en marcha sobre un medio de resolución de conflictos que
merece una legislación procesal específica”, en la Publicación Oficial de las XVI Jornadas Nacionales de los
Ministerios Públicos, La Rioja 2003, pág.87.
39
“En el modelo de partes hay dos personas que protagonizan un conflicto (el que lesiona y el que sufre la
lesión), y se busca una solución. En el modelo punitivo quien sufre la lesión queda de lado, es decir que no es
considerado como persona lesionada, sino como signo de la posibilidad de intervención del poder de las
agencias del sistema penal (que interviene cuando quiere y obrando sin tener en cuenta la voluntad del
lesionado). El pretexto de limitar la venganza de la víctima o de suplir su debilidad sirve para descartar su
condición de persona, para restarle humanidad. (...) Al degradar a la víctima a un puro signo habilitante del
poder, el autor de una acción lesiva también queda reducido a un objeto sobre el cual se puede ejercer poder”
(Zaffaroni – Alagia – Slokar, ob. cit., pág. 230).
40
Zaffaroni – Alagia –Slokar , ob. cit., pág. 230, expresan: “De alguna manera es la historia del avance y del
retroceso de la organización corporativa de la sociedad sobre la comunitaria, de las relaciones de verticalidad
(autoridad) sobre las de horizontalidad (simpatía), y en esa historia la posición de la víctima y el grado de
confiscación de su derecho (de su carácter de persona) constituyeron siempre el barómetro definitorio”.
3. Pensamos por ello, que el reconocimiento de la importancia del principio
acusatorio, debe encontrar debido correlato en la consagración de los criterios de
oportunidad en sentido amplio, comprendiendo las formas de autocomposición de
aquellos conflictos en los que el delito afecta primordialmente los intereses particulares de
los protagonistas o afectados. La adopción del sistema acusatorio, por ende, debe conducir
necesariamente a un replanteo sobre la persecución penal pública, para que ésta contribuya
y no interfiera negativamente con las formas de solución que las partes definan para zanjar
el conflicto. Para esto también resulta necesario que la persecución pública pueda actuar
con autonomía, vale decir prescindiendo de la voluntad del ofendido, sólo cuando aparezca
un plus de injusto que trasciende a el mero interés privado de los protagonistas. Todo esto
es camino por hacer y, para decirlo con palabras de ELIAS NEUMAN, “habrá que hacer girar
molinos y romper la dependencia placentaria hacia la acción pública. Se trata de un cambio
ideológico y, por ende, de la mentalidad jurídica y social” 41
Tal como advierte Daniel Erbetta “…en el marco del paquete de leyes de
implementación del nuevo Código Procesal Penal, se introduce una reforma al Código Penal
(ley 27147, promulgada el 17-06-2015) y se modifican distintos dispositivos vinculados al
ejercicio y extinción de la acción (…) En cualquier caso, como ha dicho Binder, el régimen de
la acción proporciona una herramienta de política criminal por exclusión para la
autolimitación en la persecución penal en razón del uso de mejores instrumentos y de una
concepción restrictiva del uso de instrumentos violentos, tanto que última ratio y mínima
intervención juegan como fundamentos de los criterios de oportunidad y es en ese sentido
que lejos de una excepción que se explicita por la relación regla/ excepción tienen un
sustento autónomo y representan un modelo de comprensión diverso sobre la tarea y las
misiones de la justicia penal….” 42.
A grandes rasgos, el desarrollo expositivo de los temas será tratado desde tres
ejes o perspectivas de análisis: 1. La regulación del régimen de la acción penal conforme al
modelo o sistema federal. Tensiones en torno a las facultades del legislador local y el
nacional; 2. El nuevo código procesal penal de la nación y la transición hacia un modelo de
corte acusatorio, su vigencia y operatividad; y 3. La inclusión de alternativas a la pena y
mecanismos de abordaje de la conflictividad penal. La participación de la víctima y la
civilización del proceso bajo el paradigma de la reparación, el principio de oportunidad
reglado, y la morigeración de la respuesta punitiva como afirmación de los principios de
subsidiariedad, mínima intervención y última ratio.
El repaso de los temas y las reflexiones apuntadas en cada uno de ellos será
tratado desde una compilación de material bibliográfico actual y diverso, de autores que
reflejan diferentes posiciones doctrinarias y jurisprudenciales.
41
Neuman, E. “Mediación y Conciliación Penal”, pág. 51.
42
ERBETTA, Daniel, “La Reforma Penal (Ley 27.147) y Procesal Penal (Ley 27.063). El Régimen de la Acción
y la Política de Persecución Penal”, en Revista de Derecho Procesal Penal, “El Nuevo Código Procesal Penal
de la Nación”, Nro. 2, Buenos Aires, Ed. Rubinzal Culzoni, 2015, p. 64, 65 y 69.
advertirse dos cuestiones: a) una es que la Corte Suprema considera que el nacimiento,
ejercicio y extinción de las acciones penales, es asunto del derecho de fondo, reservado a la
Nación. b) La otra, es que si se lograse la consagración de tales disposiciones en la ley
nacional o federal, ello satisfaría mucho mejor el postulado de igualdad ante la ley (art. 16
CN), es decir, ante la misma ley penal, que predica el criterio de uniformidad de la
legislación de fondo. Hoy en día, dos personas que cometen un delito reprimido por la misma
ley en diferentes provincias o jurisdicciones, no pueden acceder a las mismas consecuencias
sobre la extinción de las acciones penales ”.43
Por un lado, hay quienes sostienen que el ejercicio y extinción de las acciones
penales son aspectos sustantivos que hacen al derecho de fondo y por lo tanto competen al
legislador nacional (art. 75 inc. 12 CN); 44 por el otro, se enrolan quienes consideran que la
regulación de la acción hace a la organización de la administración de justicia, 45 es cuestión
de naturaleza eminentemente procesal y como tal, constituye una facultad del legislador
local no delegada al gobierno central (art. 121 C.N.). 46
Tal como señala Zaffaroni, “…La clave de la respuesta a estas cuestiones está
en el principio federal de gobierno. La CN prefiere sacrificar cierta medida de igualdad para
preservar el principio federal, o sea, el derecho de los habitantes a tener sus gobiernos
locales. No obstante, este sacrificio tiene límites y, por complicado que sea, éstos se
establecen en algunas reglas procesales de vigencia nacional que se hallan en el CP y en la
misma legislación procesal penal federal. En efecto: no puede sostenerse que el arbitrio
provincial en materia legislativa procesal sea absoluto; la legislación procesal penal federal
debe operar como un mínimo de garantías que las provincias pueden aumentar pero no
disminuir”. 48
A partir de ello se puede afirmar que existe un horizonte claro al respecto: sean
de naturaleza penal o procesal -según la tesis que se adopte-, las pautas y criterios fijados
43
DE LUCA, Javier Augusto, “Principio de Oportunidad en el ejercicio de las acciones penales. Proyecto de ley
de inclusión en el Código Penal”, Buenos Aires, 2010, consultado en
[www.catedradeluca.com.ar/wp-content/uploads/2015/01/javier-a.-de-luca.-principio-de oportunidad –en el
ejercicio de las acciones penales. doc]
44
En este sentido, autores clásicos como Sebastián Soler y Germán Bidart Campos, y más contemporáneos
como Daniel Pastor, Roberto Daray, Javier De Luca, y Daniel Erbetta.
45
BINDER, Alberto, Introducción al Derecho Procesal Penal, 2º ed. , Buenos Aires, Ad Hoc, 2004.
46
Posición asumida, entre otros, por Alberto Binder y Gustavo Herbel.
47
DE LUCA, Javier Augusto et al., “Principios fundamentales en el nuevo ordenamiento Procesal Penal”,
publicado por elDial, Cita DC1F54, consultado en [https://www.eldial.com/nuevo/ediciones-penal-
detalle_ee.asp?Edicion=15/07/2015]
48
ZAFFARONI, Eugenio Raúl et al., Manual de Derecho Penal. Parte General, 1º Ed., Buenos Aires, Ediar,
2005, p. 132.
49
Cfr. Fallo “Villalobos”, CFCP, Sala IV, Reg. Nro. 1119/17, voto del doctor Gustavo M. Hornos, p. 11.
50
SOLIMINE, Marcelo A., Bases del Nuevo Código Procesal Penal de la Nación. Ley 27.063, Editorial Ad Hoc,
Buenos Aires, 2015, p. 124.
en el art. 59 del CP constituyen un límite mínimo a la fijación de alternativas a la respuesta
tradicional y su base constitucional se inspira en garantizar igualdad de respuestas punitivas
ante similitud de conflictos.
Tal como fue señalado en el acápite anterior, este tipo de institutos se viene
implementando desde hace algún tiempo en varios ordenamientos procesales locales. Entre
ellos se destacan, por un lado, el principio de oportunidad como uno de los modos que
asume la disponibilidad de la acción –por oposición a la regla de oficialidad (art. 71 CP)–
que, bajo ciertas circunstancias de carácter reglado, faculta al fiscal en tanto titular de la
51
Cfr. Considerando 2º del voto de la Dra. Magdalena Laíño en la causa CCC 15121/2018/CA2, rta. el
24/08/2018.
52
Cfr. Sala II de la Cámara Nacional de Casación Criminal y Correccional en los autos CCC
25872/2015/TO1/CNC1“Verde Alva, Brian Antoni” (Reg. 399/2017 del 22/05/2017 voto del juez
Sarrabayrouse); la Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal causa CCC 25020/2015/TO1/CFC1
“Villalobos, Gabriela Paola y otro” (Reg. 1119/17 del 29/08/2017, voto del juez Hornos); la Sala A de la
Cámara Penal Económico causa CPE 1475/2012/5/CA4 rta. el 24/05/2018; los Tribunales Orales en lo
Criminal de la Capital Federal 1, 2, 7, 15, 20, 26 y 30 (CCC 53654/2016/TO1 “González”, rta. el 06/03/2017;
CCC 13264/2014/TO1 “Palmiotti”, rta. el 18/4/2016; causa n° 4658 “Fernández”, rta. el 26/11/2015 voto del
juez Vega; causa n° 41.258/2012 “González” rta. el 30/11/2015 voto del juez Valle; causa n° 4674 “Ruiz” rta. el
11/02/2016; entre otros, citado en la causa CCC 15121/2018/CA2, rta. el 24/08/2018.
53
MAIER, Julio B., Derecho Procesal Penal. I. Fundamentos, 1º ed., Buenos Aires, Ed. Ad Hoc, 2016, Tomo I,
p. 797.
acción penal pública a no instarla, interrumpirla, suspenderla o cesar en su ejercicio; 54 tales
son, por ejemplo, los supuestos de bagatela o insignificancia, pena natural, mínima
culpabilidad e irrelevancia de la repuesta punitiva. Por otro lado, se hallan los supuestos de
mediación en hipótesis delictiva, 55 casos de conciliación o reparación integral del daño, que
implican civilizar el conflicto, poner fin al proceso penal y extinguir la acción penal.
54
La habilitación debe provenir de una ley formal y el principio de oportunidad es de carácter reglado, ello
quiere decir que la actuación del fiscal siempre debe ceñirse a un mandato legal, aun en los casos donde se
encuentre facultado para disponer de la acción. Por otro lado, la regla general del art. 5 del CPPN reconoce
otras limitaciones al ejercicio de la acción; tan sólo por citar un ejemplo, la ley 27.260 y sus antecesoras
26.476 y 26.860, de regularización de obligaciones tributarias y blanqueo de capitales, preveían que si el
contribuyente cumplimentaba determinados recaudos formales y sustanciales, una vez homologado por la
AFIP el acuerdo transaccional, se debía suspender la acción, y en caso de verificarse el cumplimiento total de
dicho acuerdo, se debería declarar la extinción de la acción.
55
DEVOTO, Eleonora, Reflexiones acerca de la disponibilidad de la acción penal en el Código Procesal penal
de Santa Fe, Ed. Rubinzal Culzoni, Cita: RC D 310/15, p. 5.
56
Citado en SOLIMINE, Marcelo A., Bases del Nuevo Código Procesal Penal de la Nación. Ley 27.063,
Buenos Aires, Editorial Ad Hoc, 2015, p. 123.
57
HERBEL, Gustavo A., El Alcance de la Ley Procesal para regular la Acción Penal (La Reforma Penal y
Procesal Penal), en “El Nuevo Código Procesal Penal de la Nación”, Nro. 2, Revista de Derecho Procesal
Penal, Buenos Aires, Ed. Rubinzal Culzoni, 2015, p. 232/234.
58
DEVOTO, Eleonora, op. cit.
59
Dos son los objetivos que se persiguen con la aplicación de estos criterios. Uno, de utilidad, a través de la
descriminalización de algunos hechos punibles al evitar la aplicación del poder punitivo allí donde otras formas
de reacción frente al mismo comportamiento dañoso pueden alcanzar mejores resultados o donde,
directamente, no sea aconsejable su aplicación porque se producirían más perjuicios que resultados positivos
para la sociedad toda. El otro, la eficiencia del sistema penal en aquellos casos donde resulta indispensable o
inexorable su actuación como método de control social, en procura de un descongestionamiento del sistema
penal y el tratamiento preferencial de aquellos casos que deben ser solucionados por esta vía para revertir la
desigualdad”, DE LUCA, Javier Augusto et al., op.cit.
60
DE LUCA, Javier Augusto et al., op.cit.
Más allá de las opiniones –a favor y en contra– que ello pueda merecer, lo
destacable es que este tipo de disposiciones habilitan al órgano acusador a la selectividad
de casos atendiendo a directrices de política criminal (de modo que no se exacerbe el
aparato represivo estatal en forma indiscriminada) y a la vez no cercena el derecho de la
presunta víctima como acusador de carácter privado, a participar activamente del proceso.
Este tipo de herramientas legitima a las verdaderas partes, promueve la participación activa
dentro del proceso y devuelve a la víctima el rol expropiado por el modelo inquisitivo
tradicional. 61
Asimismo, la ley 27.148 (Ley Orgánica del Ministerio Publico Fiscal) establece
en el texto del art. 9, inc. e) y f) como principios rectores de actuación para la gestión de
conflictos, que se “(…) procurará la solución de los conflictos con la finalidad de restablecer
la armonía entre sus protagonistas y la paz social. Orientación a la víctima: deberá́ dirigir sus
acciones tomando en cuenta los intereses de la víctima, a quien deberá́ brindar amplia
asistencia y respeto. Informará́ a ésta acerca del resultado de las investigaciones y le
notificará la resolución que pone fin al caso, aun cuando no se haya constituido como
querellante, conforme a las normas procesales vigentes. Procurará la máxima cooperación
con los querellantes”.
61
“Es indudable que la tradición del sistema inquisitivo que proviene de los tiempos de la colonia no ha sido
del todo superada. A los jueces y funcionarios que se formaron y que heredaron aquella tradición les resulta
difícil incorporar la filosofía que inspira un sistema que se caracteriza por ser ‘adversarial’, es decir por
basarse en los planteos de las partes en controversia más que en las averiguaciones oficiosas de la
autoridad”, HENDLER, Edmundo, “Comentarios sobre el nuevo Código Procesal Penal Nacional”, en “El Nuevo
Código Procesal Penal de la Nación”, Nro. 1, Revista de Derecho Procesal Penal, Buenos Aires, Ed. Rubinzal
Culzoni, 2015, p. 12/13.
62
SOBERANO, Marina, Reparación Integral y Conciliación en la jurisprudencia actual, en Jurisprudencia de
Casación Penal, editorial Hammurabi, Buenos Aires, 2016, Tomo 1, p. 3.
En la misma posición, a favor de la operatividad de la norma, se enrola el
doctor Gustavo M. Hornos en su voto en el precedente “Villalobos” (Sala IV, CFCP), al
señalar “Nótese que no fue suspendida la ley 27.147, con lo cual se encuentra vigente, pero
tampoco lo fueron en forma absoluta las leyes 27.063, 27.148, 27.149 y 27.150, sino
únicamente en lo concerniente a la puesta en funcionamiento de dicho Código. Esto trajo
aparejado la discusión acerca de si en la actualidad era posible aplicar las causales de
extinción de la acción penal por reparación integral del daño y conciliación, sin que estuviera
plenamente operativa la ley procesal a la cual expresamente se remite (…) Descripto
brevemente el estado actual del debate, adelanto mi opinión en el sentido de la vigencia y
operatividad de la ley 27.147. Ello así, primeramente, porque se trata de una ley sancionada
y promulgada por el Congreso Nacional plenamente vigente -que no fue suspendida-, y, por
tanto, rige de conformidad con lo establecido en el artículo 1 del Código Penal (…)”. 63
Como la mayoría de los casos del derecho, existen posiciones a favor y otras en
contra. Asumiendo que se trata de criterios de oportunidad reglados previstos en la parte
general del ordenamiento penal, es plausible sostener que se encuentran vigentes, que no
dependen de otra norma para su implementación y que a falta de una reglamentación
precisa, el juez puede integrar la norma conforme a los principios de legalidad, in dubio pro
imputado (según la terminología del Nuevo Código), mínima intervención, proporcionalidad y
subsidiariedad, contestes a una idea de morigeración de la respuesta punitiva.
63
Fallo “Villalobos, Paola y otro. “, Reg. 1119/17, Sala IV, CFCP.
64
Cfr. Causa CCC 15121/2018/CA2, “Sosa, L.A. s/ extinción de la acción penal”, rta. el 24/08/2018.
65
Fallo “Verde Alva, Brian”, Reg. 399/17, Sala II, CNCF.
66
SOBERANO, Marina, op. cit.
solución del conflicto social que no significan, culturalmente, aplicación del Derecho Penal
(…)”.67
2.8.4.- Conclusión
Sin embargo, esos embates pueden servir para repensar desde una visión
crítica, pero no menos transformadora y constructiva, la realidad judicial e institucional.
67
MAIER, Julio B., op. cit., p. 796.
68
SOBERANO, Marina, op. cit.
69
El art. 22 del CPPF establece que “Los jueces y los representantes del ministerio Público procurarán
resolver el conflicto surgido a consecuencia del hecho punible, dando preferencia a las soluciones que mejor
se adecuen al restablecimiento de la armonía entre sus protagonistas y a la paz social”.
70
La modificación de las leyes orgánicas del MPD y el MPF, la sanción de la ley de protección de víctimas, la
previsión de una ley especial que regule oportunamente el juicio por jurados, la creación de órganos como la
oficina judicial, que tenga por misión agilizar el trámite del proceso, la nueva estructuración de las
competencias de los magistrados en razón de sus funciones, entre algunas notas destacables.
Desde ése lugar, me atrevo a decir que el derecho es un objetivo de realización colectiva, de
respeto, convivencia y equidad, conceptos que mantienen actual y vigente aquella reforma.
La conciliación, como modo de extinción de la acción penal (art. 59, inc. 6º,
C.P.), se encuentra vigente y debe ser aplicada. Al respecto lo que define cuál es la
interpretación adecuada es que la reforma de la citada disposición, ha sido consecuencia de
una competencia del legislador nacional en la materia; la practicó atento el carácter
sustantivo del ejercicio y la extinción de la acción penal. El fundamento de esta facultad se
encuentra en la necesidad de establecer real y efectivamente la unidad penal en el territorio
nacional e instrumentar los medios necesarios para que aquel objetivo no se torne ilusorio
como consecuencia del régimen federal de nuestro país, que permite la convivencia de
tantos ordenamientos procesales como provincias componen el Estado argentino,
fundamento que también se encuentra en la base del art. 58 del Código Penal. Con esta
interpretación, se garantiza la vigencia del principio de igualdad en la aplicación de la ley
penal. De lo contrario, los criterios de oportunidad (dentro de los que se incluyen la
conciliación y la reparación integral) se aplicarían con mayor o menor extensión en casi todo
el territorio nacional, fruto de legislaciones provinciales anteriores a la decisión del legislador
nacional de ejercer su competencia pero no para algunos delitos cometidos en el ámbito de
la Ciudad de Buenos Aires (voto del juez Sarrabayrouse al que adhirió el juez Morin). Cita de
“Verde Alva”, CNCCC 25872/2015/TO1/CNC1, Sala 2, Reg. nro. 399/2017, resuelta el 22 de
mayo de 2017; “Almada”, CNCCC 30665/2016/TO1/CNC1, Sala 2, Reg. nro. 1204/2017,
resuelta el 22 de noviembre de 2017 y “Seballos”; CNCCC 64476/2001/TO1/4/CNC1 - CFC3,
Sala 2, Reg. nro. 717/2016, resuelta el 16 de septiembre de 2016
ARTICULO 76 ter
El tiempo de la suspensión del juicio será fijado por el Tribunal entre uno y
tres años, según la gravedad del delito. El Tribunal establecerá las reglas de conducta
que deberá cumplir el imputado, conforme las previsiones del artículo 27 bis.
Cabe aclarar que lo único que elimina el indulto es la pena , pero no el delito, que
solo puede ser eliminado por amnistía.
Decreto 1002/1989 indultó a todos los jefes militares PROCESADOS que no habían
sido beneficiados por las leyes de punto final y obediencia debida.
El indulto es perdón otorgado por el Poder Ejecutivo (art 99 inciso 5 CP) con el fin
de atenuar el rigor de la ley. En particular, extingue la pena y se aplica a cualquier delito. Algún
sector jurisprudencial y doctrinario sostiene que puede incluso operar pendiente el proceso, es decir,
extinguiendo la acción penal.
Con el indulto se busca reparar situaciones en que la aplicación rigurosa de la ley penal
puede llevar a situaciones de iniquidad y no está en los jueces morigerar sus efectos. De ahí entonces
la facultad que el constituyente le ha otorgado al gobierno de acudir a este arbitrio. Se reconoce que el
indulto pueda ser parcial, y en tal caso se denomina conmutación de penas.
Los delitos que puede indultar el Poder Ejecutivo Nacional son solo los de
jurisdicción federal o nacional; pues si se trata de penas impuestas por los tribunales provinciales, el
ejercicio de esta facultad incumbe a las administraciones locales .
A diferencia de la amnistía, con el indulto subsisten las consecuencias puramente penales –de
carácter mediato- que se derivan de la sentencia condenatoria (el indulto borra la pena pero no la
condena). En este sentido constituirá un obstáculo a los efectos del otorgamiento de una condena
condicional y podrá ser apta para generar el estado de reincidencia.
La CSJN y los tribunales federales han sentado doctrina uniforme respecto de los puntos
salientes del instituto. Con la reforma constitucional del año 1994 y más particularmente en los
últimos años se ha hecho hincapié en la incidencia que los Tratados de Derechos Humanos tiene
respecto del indulto en los delitos de lesa humanidad, aun cuando en el análisis jurisprudencial se
advertirá la existencia de precedentes en sentido contrario respecto del mismo tema.
3.1.2.4) Antes de la condena. Resulta indudable la facultad del titular del PE para
indultar a personas sometidas a proceso.
El indulto antes de la condena requiere que el delito haya sido cometido previamente y
cuando menos existir semiplena prueba del mismo y elementos suficientes, a juicio del tribunal, para
creer al imputado responsable de hecho, toda vez que no se indulta a inocentes (voto Dr. Fayt)
De la simple lectura del artículo 86 inciso 6 de la CN surge que el ejercicio del derecho
de indultar acordado al Presidente de la Nación debe seguir un verdadero juzgamiento, donde se ha de
calificar primero el delito y designar al delincuente y la pena, para que en consecuencia se pueda
perdonar al culpable (voto disidente de los Dres. Levene y Belluscio) CSJN Aquino Mercedes de
fecha 14-10-1992)
3.1.2.6) Invalidez por omitir informe previo. Es inválido el indulto concedido a favor
de un procesado sin que fuera cumplido el informe judicial previo establecido en el artículo 86 inciso
6 de la CN (actual artículo 99 inciso 5)…. CSJN Ibáñez José y otro de fecha 02-06-1922.
La muerte del imputado extingue la acción penal en tanto que la muerte del
condenado extingue la pena. Esto es consecuencia del carácter personalísimo que tiene la
sanción en el derecho penal que impone pena en función del grado de culpabilidad de aquel
que ha cometido el delito como así también de sus instigadores y cómplices.
A diferencia de lo que ocurre con la acción (art. 59.1. C.P.), este modo no está
contemplado de modo explícito; surge, implícita pero no menos categóricamente, del
principio de personalidad de la pena.
Desde el ángulo de la víctima se entiende que la figura del perdón opere sobre
la pena, pues bien puede considerarse que quien ha sido ofendido por un delito de acción
privada se encuentre satisfecho con el solo pronunciamiento del título condenatorio y no
reclame necesariamente la reacción penal.
Artículo 64. La acción penal por delito reprimido con multa se extinguirá en cualquier
estado de la instrucción y mientras no se haya iniciado el juicio, por el pago voluntario del
mínimo de la multa correspondiente y la reparación de los daños causados por el
delito.
En ambos casos el imputado deberá abandonar en favor del estado, los objetos que
presumiblemente resultarían decomisados en caso que recayera condena.
El modo de extinción de la acción penal previsto en este artículo podrá ser admitido
por segunda vez si el nuevo delito ha sido cometido después de haber transcurrido ocho
años a partir de la fecha de la resolución que hubiese declarado la extinción de la acción
penal en la causa anterior.
71
El artículo 1096 del Código Civil sienta la independencia de las acciones penal y civil cuando
dispone: "La indemnización del daño causado por delito, sólo puede ser demandada por acción
civil independiente de la acción criminal". La doctrina sostenía que, aunque la norma citada consagraba la
independencia sustancial entre la acción resarcitoria civil por daños y la acción penal, ello no implicaba la
necesaria independencia procesal entre ambas. Cuando el juez penal -agregaban- entiende en una acción
civil resarcitoria acumulada a la acción penal, tiene por imperio de las normas procesales idéntica competencia
por razón de la materia que el juez civil en cuanto a aquélla. De modo que aun cuando absolviere al imputado
debe pronunciarse respecto a la acción civil y deberá condenar en su caso, de acuerdo con los
principios que rigen la responsabilidad civil. (Despachos B, núm.13 y 14, en las Primeras Jornadas
Australes de Derecho, celebradas en Comodoro Rivadavia en 1980, bajo la coordinación del eminente
jurista Dr. Luis Moisset de Espanés y otros distinguidos civilistas argentinos, entre ellos, los Dres. Jorge
Mosset Iturraspe, Eduardo A. Zanonni y Mario Augusto Morello).
En las notas a los artículos 1102 y 1103, el codificador civil argentino afirmaba la imposibilidad de la identidad
de objeto entre la causa penal y la civil, como asimismo la misión que cabía a los tribunales criminales, a los
que no correspondía decidir si el hecho constituye o no un delito o un cuasidelito, "a no ser que la
persona perjudicada se haya presentado en el juicio". Es indudable, entonces, que Vélez Sarsfield
reconocía al damnificado la posibilidad del ejercicio de la acción civil en sede penal. La siguiente disposición
de igual normativa, en su artículo 1097 sentaba la regla de que: La acción civil no se juzgará renunciada por
no haber los ofendidos durante su vida intentado la acción criminal o por haber desistido de ella, ni se
entenderá que renunciaron a la acción criminal por no haber intentado la acción civil o por haber desistido
de ella [...]. Empero la renuncia a la acción civil o los convenios sobre el pago del daño implican la renuncia a
la acción penal, según lo dispone la parte final de la norma en análisis. Esta norma fue interpretada con
diferentes alcances por la doctrina. Así se concibió que en su primera parte, se estaba aludiendo a
los delitos que dan lugar a la acción pública y en la parte final de dicha disposición, se refería a los delitos
dependientes de acción privada acusados mediante querella de parte. No obstante, Borda sostuvo que la
norma en análisis no hace distinción entre ambas acciones
3.1.6.1.- En el Código Procesal Penal de Santiago del Estero –Ley
6941/2009- sobre la acción civil y actor civil hacen referencia en los siguientes
artículos.
ACCION CIVIL
ART. 15º.- Ejercicio. La acción civil para la restitución de la cosa obtenida por
el delito y la pretensión resarcitoria podrá ser ejercida sólo por el damnificado, aún cuando
sea coimputado en el mismo proceso, o por sus herederos forzosos, o por los representantes
legales o mandatarios, contra los imputados y, en su caso, contra el tercero civilmente
responsable.
ART. 16º- Casos especiales. La acción civil será ejercida por la Fiscalía de
Estado cuando la Provincia resultare damnificada por el delito…
ART. 17º.- Oportunidad. La acción civil sólo podrá ser ejercida mientras esté
pendiente la acción penal, en los términos del artículo 77. La absolución del acusado no
impedirá al Juez o Tribunal pronunciarse sobre la acción civil en la sentencia, ni la ulterior
extinción de la acción penal impedirá que el Tribunal a cargo del recurso se pronuncie
respecto de la cuestión civil. Si la acción penal no puede proseguir e virtud de causa legal, la
acción civil podrá ser ejercida en la jurisdicción respectiva.
EL ACTOR CIVIL
ART. 86º.- Desistimiento. El actor civil podrá desistir del ejercicio de la acción
civil en cualquier estado del proceso, quedando obligado por las costas que su intervención
hubiere causado. El desistimiento del ejercicio en sede penal no obstará su deducción en
sede civil. Se lo tendrá por desistido cuando no demande en la oportunidad fijada en el
artículo anterior o no comparezca al debate o abandone la audiencia sin formular
conclusiones. La resolución que rechace o excluya al actor civil no impedirá el ejercicio
ulterior de la acción ante la jurisdicción respectiva.
ART. 87º.- Impugnaciones. El actor civil solo podrá recurrir cuando en este
Código se lo autoriza. Rige el artículo 453.
QUERELLA
ART. 408º.- Derecho. Toda persona con capacidad civil que se pretenda
ofendida por un delito de acción privada, tendrá derecho a presentar querella ante el órgano
judicial que corresponda y a ejercer conjuntamente la acción civil reparatoria, con arreglo
a lo dispuesto en el Capítulo IV, Título IV del Libro Primero. Igual derecho tendrá el
representante legal del incapaz, por los delitos de acción privada cometidos en su perjuicio.
ART. 430º.- Acción civil. La acción civil también podrá ser resuelta en el
procedimiento por juicio abreviado, siempre que exista conformidad de todas las partes
civiles. Caso contrario, se deducirá y resolverá en la sede respectiva ante el órgano
jurisdiccional competente.
ART. 501º.- Reglas comunes. Se seguirá el proceso según las reglas comunes
cuando se trate de la aplicación exclusiva de una medida de seguridad.
En casos de conexión, regirán las reglas comunes para todos los recursos
cuando cualquiera de los interpuestos habilite su aplicación.
72
CSJN. Caso “ATAKA C. GONZALEZ”, noviembre 20-973, “Ataka Co. Ltda c. González, Ricardo y otros”, LA
LEY, 154-85.
73
Bidart Campos, Germán “La duración razonable del Proceso”, la LEY , 154 –85
modo como el proceso se desarrolla. Es inherente al derecho a la jurisdicción un
“debido” proceso y una sentencia oportuna, imparcial, justa, fundada, etc., de ahí que la
duración del proceso debe ser razonable, variable según la índole de la pretensión y
del proceso, pero siempre circunstancialmente rápido... Cada acto y cada etapa del
proceso deben cumplirse con rapidez, y mucho más el acto y la etapa de sentencia, como
broche final del proceso” Con la reforma constitucional del año 1994, al
incorporarse los Tratados internacionales a nuestro bloque constitucional, y de la
lectura de los mismos relacionados con este tema y en la misma dirección que la expuesta
por Bidart Campos, surge el art. 8 de la Convención Americana de Derechos Humanos
que expresa “... toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y
dentro de un plazo razonable por un juez o tribunal competente, independiente e
imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación
penal formulada contra ella, o para la determinación de sus derechos y obligaciones de
orden Civil, Laboral, Fiscal o de cualquier otro carácter...”
74
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Bulacio vs. Argentina, sentencia del 18 de septiembre
del 2003,
la causa aún sigue abierta puesto que obliga a la Argentina a proseguir y concluir con la
investigación.
El artículo 1776 del nuevo código civil y comercial –reformado por Ley
26994/2014- establece que “La sentencia penal condenatoria produce efectos de cosa
juzgada en el proceso civil respecto de la existencia del hecho principal que constituye
el delito y de la culpa del condenado” Resulta claro que la sociedad necesita poner un
límite a los litigios y dar estabilidad a las relaciones jurídicas, por lo cual la sentencia es el
acto a través del cual el juez que entiende en la causa resuelve un litigio y le pone
fin al mismo dándole la solución a sus intervinientes. Cuando una sentencia
adquiere calidad de cosa Juzgada trae aparejado tres consecuencias : la
imperatividad, inimpugnabilidad e inmutabilidad . Es inmutable ya que ninguna
autoridad podrá modificar el alcance de la sentencia que hizo cosa juzgada, es
inimpugnable porque la ley impide que esta sentencia sea revisada y es imperativa
ya que puede compeler al vencido al cumplimiento de la misma.
Sin embargo, el sentido del artículo es dejar claro que si el Juez penal
se ha expedido sobre la existencia del hecho principal y la culpa” del condenado,
esto no puede ser nuevamente tratado en sede civil. Lo llamativo aquí es justamente el
alcance que el legislador le da al concepto de “culpa”. 78 Por ejemplo puede observarse
que en el comentario a este artículo, del autor Herrera, extraído del tomo V del
Código Civil y Comercial de la Nación Comentado, dirigido por Julio Cesar Rivera y
Graciela Medina entiende al concepto de culpa de este artículo con el siguiente
alcance “La ley penal exige culpabilidad para que haya delito. Siempre debe existir
un juicio de reproche hacia los actos del delincuente. Por eso es que no se admite
que, si en sede penal se tuvo por culpable a alguien en sede civil se diga que es
inocente.”
Existe una evidente y notable confusión, parece ser que para este
autor el concepto “culpa” a que refiere el artículo mencionado es sinónimo del término
“culpabilidad” del derecho penal. Sin embargo, ambos términos refieren a distintas
acepciones en el derecho penal, e incluso se ubican en distintos estamentos de la teoría
del delito. Sabemos que el Delito se define técnicamente como Conducta –Típica –
Antijurídica y Culpable. La acepción de “Culpa” es propia de la tipicidad subjetiva y no de
la culpabilidad. La culpa en derecho penal refiere a una forma de estructura del tipo
76
CSJN, caso “Olariaga, Marcelo Andrés s/ causa 35/03 O.”, fallo del 26 de Junio del 2007
77
Julio B. Maier “Derecho Procesal Penal” I. Fundamentos, Ed. El puerto, Buenos Aires, año 2004, 2da
Edición, 3era reimpresión
78
XIII CSJN, caso “Olariaga, Marcelo Andrés s/ causa 35/03 O.”, fallo del 26 de Junio del 2007, Sentencia que
puede ser consultada en el link:
http://www.csjn.gov.ar/jurisp/jsp/fallos.do?usecase=mostrarDocumento&falloId=1835
penal, que es el tipo activo culposo, en el cual se diferencia del doloso debido a que
el autor de la acción típica comete el resultado no querido atento haber violentado
una norma de debido cuidado, ya sea a causa de la negligencia, impericia en su arte o
profesión o incumplimiento de los deberes a su cargo.
Por lo que el Juez civil, y conforme al segundo párrafo del art. 1777
puede expedirse sobre la responsabilidad civil del imputado y su participación en el hecho,
ya que en sede penal no se ha discutido la responsabilidad penal del imputado, sino que
obtuvo el sobreseimiento por otros fines. Otro claro ejemplo, es el sobreseimiento
dictado por las causales establecidas en el código procesal penal por insignificancia de
la afectación del bien jurídico lesionado, supuestos que no obstan a que se
discuta la responsabilidad civil del encartado o sus herederos en sede civil, ya que se ha
concluido con la persecución penal por una decisión de orden público proveniente del
Fiscal.
Por ultimo tenemos los supuestos de los artículos 103 del código procesal
penal en lo que refiere a los institutos de conciliación y reparación. Esta norma
procesal dispone: “Lo atinente a la situación de la víctima, y en especial la reparación
voluntaria del daño, el arrepentimiento activo de quién aparezca como autor, la solución o
morigeración del conflicto originario o la conciliación entre sus protagonistas, será tenido
en cuenta en oportunidad de: 1) Ser ejercida la acción penal. 2) Seleccionar la coerción
personal. 3) Individualizar la pena en la sentencia. 4) Modificar, en su medida o en su forma
de cumplimiento, la pena en la etapa de ejecución.
. Respecto de estos institutos de conciliación y reparación se trata de
aquellos supuestos en los que en el hecho no ha habido grave violencia o
intimidación sobre las personas, el delito es culposo o necesariamente la pena en
abstracto del tipo penal no supera los tres años de prisión. En estos casos el Juez
puede homologar un acuerdo entre las partes directas, estos es, la víctima y el imputado.
En la mayoría de los casos se ofrece una suma por parte del imputado en
calidad de reparación de daño ocasionado a la víctima. Al respecto corresponde
diferenciar ambos institutos, puesto que en la Conciliación siempre se requiere
el consentimiento de la víctima para que el acuerdo proceda. Sin embargo, en
la reparación, aun oponiéndosela víctima se puede llegar a autorizar el cese de
la acción penal por esta vía. Atento que el Juez Penal, en caso de homologar un
acuerdo reparatorio o conciliatorio y dictar el sobreseimiento del imputado por
cumplimiento del mencionado acuerdo, no se expide respecto de la existencia del
hecho delictivo y su autoría, por lo que quedaría a cargo de los Jueces civiles analizar si se
encuentra habilitada la vía de la instancia civil para solicitar otra suma reparatoria acumulada
a la reparación que se haya otorgado en sede penal que podría ser procedente en virtud
del principio de reparación integral y suficiente.
Es conveniente aclarar que el criterio que tienen los jueces penales para
concluir que una reparación es integral y suficiente no resulta ser el mismo que el de los
jueces civiles. En última instancia, cabe afirmar que en caso de
incumplimiento de los acuerdos homologados o las medidas impuestas de carácter
reparatorio, ambos artículos prevén la facultad a los jueces civiles a los fines de la ejecución
de las sentencias penales.
79
Eugenio Raúl Zaffaroni -Derecho Penal –Parte General, Ed. Ediar, 2da edición, primera reimpresión,
página 880.
Es decir, el hecho existe y encuadra perfectamente como delito penal, a saber,
es una conducta típica-antijurídica –culpable-,pero no es punible debido a que el
legislador ha decidido eximir de pena al agente haciendo prevalecer otros bienes
jurídicos por interés netamente de orden público. En base a lo dicho, esta circunstancia no
obsta a que se inste la acción civil en forma independiente y se exija la responsabilidad civil
del agente beneficiado con la excusa absolutoria, salvo que exista una prohibición
expresa de la ley. Impedimento de la reparación del daño.
El artículo 1779 del nuevo régimen legal civil y comercial establece que
“Impiden la reparación del daño: a) La prueba de la verdad del hecho reputado
calumnioso. b) En los delitos contra la vida, haber sido coautor o cómplice, o no haber
impedido el hecho pudiendo hacerlo.” Esta regulación legal se encontraba contemplada
en el código civil anterior art. 1089 en cuanto regula “siempre que el delincuente no
probare la verdad de la imputación” y el 1085 que decía “no podrá pedir reparación de
los daños por un homicidio, quien había sido coautor o cómplice o no había impedido la
muerte pudiendo hacerlo”. El primer supuesto de la nueva normativa no trae mayores
inconvenientes de interpretación, parece lógico que no se podría habilitar la
posibilidad de exigir reparación a aquel que es víctima de calumnia, cuando resulta
que se probó la el hecho delictuoso por el cual se lo calumniaba “aparentemente”. Es
decir, si una persona B denuncia a “X” por el delito de calumnia, atento a que éste
último lo habría tildado de “estafador” ante terceros, parece ilógico que se le conceda la
legitimación para accionar civilmente a “B” contra “X” si resulta que posteriormente se
comprueba que realmente “B” fue autor del delito de estafa. Sin embargo el segundo
supuesto presenta algunas vertientes problemáticas. Recuérdese que el inciso impide la
reparación del daño a aquellos que, en los delitos contra la vida, hayan sido
coautores o cómplices, o porque los mismos no impidieron el hecho pudiendo hacerlo.
Otra discusión nos plantea la última parte del artículo que estudiamos toda
vez que impide la reparación del daño a quien “no haya impedido el hecho pudiendo
hacerlo”. No existen dudas que resulta injusto otorgarle el derecho a reparación del
daño a quien participó como autor o cómplice del delito contra la vida, sin embargo
esta última parte del artículo se torna, a mi entender, de una inaplicabilidad práctica
absoluta. Desde el ámbito penal, quien no haya impedido el hecho pudiendo hacerlo
se trata exclusivamente de quien se encuentra en la situación de “posición de garante”
propios de los tipos omisivos, en esto tipos la posibilidad física de realización de la
acción ordenada no es más que el presupuesto mínimo de la objetividad típica penal, es
decir para que se dé el delito de homicidio por omisión por ejemplo, requiere que con
la conducta ordenada (el agente debe actuar) es decir se haya tenido la posibilidad de
interferir en la causalidad evitando el resultado(la muerte), sin embargo el agente decidió no
actuar. Obviamente no debe existir riesgo para la vida o integridad física del agente al
momento de actuar y poder evitar el resultado. Bien, el agente en estos casos, no reúnen
otra calidad que de “autores” y, si son tales, el inciso resulta ser redundante, puesto que ya
impide en su primer parte la reparación a los coautores.
Debe considerarse, que la figura del coautor puede ser concomitante (sin
acuerdo previo) o coautoría funcional (con acuerdo) en la afectación del bien jurídico
vida. Parece claro que la norma le impide la legitimidad de la acción de reparación a aquel
no se encuentra en condiciones de interrumpir el resultado sin riesgos para su
integridad física, puesto que si tiene riesgos no parece lógico que se le exija que haga
correr riesgos a su vida para luego habilitar la acción civil, si es que logró sobrevivir
evitando la muerte de otra persona. En este orden de ideas, supongamos que varios
hermanos deciden salir a tomar algo a un bar que se encuentra con mucha de gente, en un
momento de la noche, uno de los hermanos protagoniza un pleito con otra persona del
lugar que se haya armada, y allí se arma un tumulto, falleciendo el hermano y
saliendo airoso el tercero, ¿parece lógico impedirle la reparación por el daño contra el
agresor de todos los demás hermanos que pudieron intervenir para evitar el resultado pero
sin embargo quedaron atónitos ante semejante reyerta? Todo indica que en este caso, será
cuestión de analizar cada caso concreto a fin de verificar si procede la aplicación de esta
última parte del artículo, que en la mayoría de las veces avizoro inaplicable.
Estos supuestos previstos en el art. 479 del CPPN citado por Herrera,
encuentra idéntica redacción en el artículo 510 del Código Procesal Penal del Santiago
del Estero.80 Queda claro que sólo procede la revisión de la sentencia civil en base a
que se haya impuesto una impugnación solicitando la revisión de la sentencia penal y la
consecuencia de dicha vía impugnativa implique la revocación de la sentencia penal, debido
a que se ha acreditado que los hechos que consideraba comprobados por aquella prístina
sentencia han quedado notablemente sensibilizados y mutados ya que existen nuevos
elementos probatorios que demuestran que el hecho no existió, o que el condenado
no fue el autor del hecho, o se probó que aquella sentencia se fundó en prueba documental
o testimonial falsa, o que el Juez de aquella sentencia la dictó a consecuencia del delito de
cohecho, prevaricato u otro delito, o aquellos hechos de aquella primera sentencia son
inconciliables con otra sentencia donde se juzga a otra persona con el mismo hecho. Es
decir, siempre que la revisión de la sentencia penal se refiera a la posibilidad
de mutar los hechos y verificar la falta de responsabilidad del condenado,
entonces parece lógico que ello afecte la sentencia civil que se haya dictado a
consecuencia de la sentencia penal revocada . Sin embargo, no podrá producir
efectos sobre la sentencia civil, aquella sentencia penal revocada, cuando el
fundamento de la revocación estribe en un cambio de legislación que implique que
aquello que era delito dejo de serlo en la actualidad, o porque disminuya la pena
para dicho delito, ya que el daño desde la órbita civil igualmente se produjo.
El inciso b del art. 1780 resulta claro el supuesto que refiere a la posibilidad
de dejar sin efecto la sentencia civil cuando la misma se hubiere fundado
exclusivamente en un factor objetivo de responsabilidad y posteriormente se dicta
sentencia penal declarando la absolución del imputado debido a la declaración de la
inexistencia del hecho que funda la condena civil, o declara que el imputado no es autor de
aquel hecho.
Por último, el inciso c) del art. 1780 verifica que si bien dicha normativa
reconoce dos excepciones al principio general de la cosa juzgada de la sentencia civil,
tales excepciones no son las únicas, ya que lejos de ser un números clausus, el inciso
c, deja abierta la puerta a la posibilidad de que las partes interesadas puedan presentar
otros supuestos de revisión de la sentencia civil si se encuentra previsto en alguna norma
del ordenamiento jurídico.
El código solo dice que la sentencia civil puede ser revisada pero
no dice cuáles son sus efectos. Un sector interpreta que el efecto de tal vía de
acción, no puede ser otro que la nulidad de la sentencia civil y la repetición de lo
pagado como el levantamiento de las medidas cautelares que se hubieren dictado en la
órbita civil.
80
CPP Sgo del Estero Ley 6941. ART. 510º. “Efectos civiles. Cuando la sentencia sea absolutoria, además
de disponerse la inmediata libertad del condenado y el cese de toda interdicción, podrá ordenarse la
restitución de la suma pagada en concepto de pena y de indemnización; esta última siempre que haya sido
citado el actor civil”.