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La religiosidad en los

relieves mesopotámicos
Similitudes y diferencias en sus distintos periodos

Fecha: ….. de septiembre de 2020


Cátedra: Historia del Arte I
Alumno: Pablo Bernuez
Registro: 22940
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Contenido

Introducción.................................................................................................................................2
Objetivos generales......................................................................................................................4
Objetivos específicos....................................................................................................................5
Metodología.................................................................................................................................5
Creencias a tener en cuenta previo al análisis de obras...............................................................6
La idea de la creación Mesopotámica......................................................................................6
Festividad del año nuevo..........................................................................................................7
Periodos abarcados......................................................................................................................8
Tiempos Protohistóricos- Periodo de Uruk..............................................................................8
Vaso de Warka.....................................................................................................................8
Tiempos históricos.....................................................................................................................11
Periodo Protodinástico...........................................................................................................11
Estela de la Victoria de Eannatum......................................................................................11
Periodo Acadio o Sargónico....................................................................................................15
Estela de Naram-sin............................................................................................................15
Periodo Neosumerio..............................................................................................................18
Estela de Urnammu............................................................................................................18
Periodo de los Reinos Rivales.................................................................................................21
Relieve de la diosa Lilith.....................................................................................................21
Estela con el código de Hammurabi...................................................................................25
Periodo Asirio.........................................................................................................................27
Altar de Tukulti Ninurta......................................................................................................27
Conclusión..................................................................................................................................36
Referencias bibliográficas...........................................................................................................37
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Introducción

“Los documentos para el estudio de la mitología mesopotámica son muy numerosos, como así
también fragmentarios y de lectura difícil. Sabemos todo lo que sabemos, gracias a los miles de
tablillas de barro cocido sumerias o acadias conocidas en la actualidad”. (Alderescal, 2013,
p.16)

Iniciamos tomando prestada la afirmación de George Roux; en la introducción de su


libro Mesopotamia, historia política, económica y cultura; - “que la civilización
mesopotámica conlleva un vasto periodo histórico. Quizás el más largo en comparación
con otras civilizaciones de la Era precristiana”-. A través de la cultura Mesopotámica el
mundo occidental, medio oriente, los griegos y luego la humanidad toda se vio
perpetuamente influenciado debido al legado que nos dejaron. Legado como la creación
del arado, pasando por invención de la rueda, la escritura, monedas, astrología,
astronomía, así también el primer código de leyes, incluyendo el sistema sexagesimal, la
irrigación artificial, la metalúrgica, el uso del cobre, y calendario de 12 meses; entre
otros. Dichos aportes reflejan la capacidad de inventiva de dicha cultura, pero que pocos
reconocemos y mucho menos divulgamos. Esto sin contar con el interesante tema que
nos envuelve en este documento, su religiosidad, pero antes, es válido tratar de
posicionarnos en el contexto geográfico ambiental en el que estas civilizaciones se
desarrollaron y por el cual se fueron formando los distintos periodos por los que
pasaremos, ya que la Mesopotamia es un terreno muy extenso, que abarca una
superficie aproximada de 80.000 km2 en un triángulo imaginario que va desde Alepo
(Actual Siria) – Lago Urmiah ( actual noroeste de Iran) y la desembocadura Chat-el
Arab ,confluencia de los ríos Tigris y Éufrates frontera entre Irak e Irán que desemboca
en el Golfo Pérsico. (Roux, 1987, p.19)
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Tal territorio abarca los actuales países de Siria e Irak en gran medida, y en menor
extensión los países de Turquía e Irán. En tal espaciosa geografía se extienden los tan
conocidos Ríos Tigris y Éufrates, con una longitud de 1900 km y 2780 km
respectivamente, extendiéndose por duras rocas calcáreas, y de esquistos, rodeados de
acantilados, y sufriendo en su extensión varias curvas, con la expansión de numerosos
brazos. En resumen, tal geografía mesopotámica posee diferentes climas y paisajes, por
lo que podemos dividirlos en cuatro grandes grupos; al norte con desiertos, estepas y
llanuras y por el extremo sur pantanoso.

Los protagónicos ríos cumplieron un rol por demás importante para el mantenimiento
de las civilizaciones, aunque el desborde de estos en las llanuras en combinación con
sus abundantes crecidas formaron en algunos sectores lagos y pantanos, en muchos
casos de manera muy abrupta, trayendo como consecuencia la muerte y/o perdida de
todos los bienes. Situación recurrente que abordaremos en este documento; por lo que la
relación de la naturaleza con el hombre y su religiosidad, forman la tan intrincada triada.
Hombre-naturaleza-religiosidad. Veremos a continuación que el clima, junto al
comportamiento de los ríos, eran considerados dadores de vida, aunque a veces
cambiaba rotundamente con sequías o inundaciones, por lo que la relación con el mismo
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(naturaleza) para el hombre de Mesopotamia era compleja y muchas veces injusta o


incomprensible, y es allí donde se inserta el pedido, el acto ritual de súplica y/o
servidumbre ante esta enorme fuerza natural provocadora de vida/destrucción.

En distintos periodos y de acuerdo con la tecnología de la época, los reinos o los


pequeños asentamientos, procuraron por todos los medios, hacer su parte por controlar y
hacer uso de la naturaleza de una mejor manera; para ello se construyeron diques,
sistemas de canalización y presas reguladoras. Por lo que el control de los ríos formó
parte de una estrategia de desarrollo social y una mejora en la calidad de vida, además
de proveer agua para los cultivos, permitía el mantenimiento de la cría de animales
(bueyes, cabras, cordero), sin dejar de mencionar las diferencias climáticas y
atmosféricas de acuerdo a las diferentes regiones. El área más septentrional de
Mesopotamia contaba con un clima subtropical y seco, con temperaturas a la sombra de
50ºc y lluvias invernales inferiores a los 25 cm por año, mientras que al sur era
pantanoso, muy cálido y húmedo (Roux, 1987 p.21-22)

Es en este entorno es donde se reflejaron sus creencias, rituales y religiosidad practicada


que fue reflejada a través de la escritura, escultura, arquitectura, y sin duda en los
relieves, que es el área artística de nuestro análisis.

Objetivos generales

• Dar a conocer los rituales o creencia en los distintos periodos que engloban a la
civilización mesopotámica, registrados en sus relieves.

• Describir el contexto en el que se halla cada obra artística seleccionada y cómo dichas
creencias de la época se manifiestan en ella.

• Establecer un hilo conductor de la religiosidad mesopotámica reflejada en todos los


periodos a través de sus relieves.
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Objetivos específicos

• Identificar en los relieves seleccionados, de acuerdo al periodo que pertenezca, a qué


tipo de ceremonia o acto ritual se está representando, y como dicha ceremonia influía en
el proceder de la sociedad.

• La relación de la naturaleza con el hombre y su religiosidad, formando la triada


hombre-naturaleza-religiosidad.

• Identificar en las obras algunos de los siguientes aspectos: a- el equilibrio o armonía


con la naturaleza, b- la perpetuidad de ese equilibrio lograda por la intervención del rey
en su relación con las divinidades, y c-la representación del acto ritual a modo de
compensación del hombre para con los dioses.

Metodología

Para tal análisis se ha seleccionado de una a dos obras por periodo. La reducción de
obras es debido a que el presente documento es un acercamiento a la comprensión de la
vida religiosa expresada en su arte.

La descripción de cada obra y del contexto sociocultural en el que se hallan insertas.


Comparación entre obras dentro de un mismo periodo y las similitudes o diferencias con
el resto.
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Creencias a tener en cuenta previo al análisis de obras

La idea de la creación Mesopotámica

Alderescal (2013), en el capítulo 15, nos aclara que en el poema de la creación se


explica la constitución del cosmos a partir del ordenamiento de una materia previamente
caótica. Nos aclara, que se revela más interés por el devenir, que por el origen: los
dioses no difieren de las cosas naturales, sino que, están incluidos en el Universo, es
decir, son inmanentes al Universo. Los antiguos habitantes de Mesopotamia se
imaginaban al universo como una especie de esfera hueca, cuyo fragmento superior,
resplandeciente, constituía el “arriba” o cielo, y el fragmento inferior, oscuro, el “abajo”
o infierno. Pero esta esfera estaba cortada diametralmente por una especie de isla central
que era la Tierra, bajo la cual estaba el Apsu, capa de agua dulce, rodeada por el agua
salada del mar. En los dos extremos oriental y occidental, se habían imaginado altas
montañas para sostener la bóveda celeste, y dos orificios que aseguraban el libre paso
del espacio de “arriba”, al espacio de “abajo” y viceversa. El sol salía por el orificio de
oriente por la mañana, realizaba su trayectoria diurna en el cielo, y regresaba a
occidente para un recorrido inverso, que le llevaba de alborada, a su punto de partida. El
orificio occidental se pensaba que estaba precedido de un espacio acuoso llamado “río
infernal”. Según los textos, en la parte alta de “arriba”, en el “cielo superior”, reinaba
Anu. Después había otro “intermedio”, sede de Marduk, rodeado de “dioses celestes”,
los Igigi. Seguidamente había un “cielo inferior”, en el que se encontraban los astros y
constelaciones, imágenes y reflejos de los dioses. En orden descendente, había una
“tierra firme superior”, en la que se hallaban “encerrados” los hombres, que los textos
catalogan de “evanescentes”, para subrayar su mortalidad natural. El nivel inferior, sería
“la tierra firme intermedia”, el Apsu y la residencia de Ea, y abajo del todo, “la tierra
firme inferior”, lugar de los Anunnaki, los dioses infernales (tras su caída), y según la
tradición popular, zona de reunión de los “fantasmas” humanos tras la muerte.
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Festividad del año nuevo

Para la vida de las civilizaciones de Mesopotámicas, el festival de año nuevo viene a ser
como la confluencia de todos los rituales o creencias religiosas. En ella se encuentra
todo el néctar de sus creencias y pensamientos que involucra todos los estratos sociales.
Es importante mencionar que los rituales más antiguos y previos a este, buscaban como
propósito tres grandes objetivos; a- encontrar un equilibrio o armonía con la naturaleza,
b- la perpetuidad de ese equilibrio (que es el rol específico del rey, lo cual no es una
tarea menor mediar con la naturaleza/divinidades), y c-la entrega o compensación del
hombre para con los dioses y lograr compensar las faltas o la fortuna en los constantes
cambios (Frankfort,1998, p.333).

En dicho festival, lo que se conmemora o se evidencia, es la muerte de la etapa hostil o


estéril de la naturaleza, y el pasaje a una vida fértil o más esperanzadora. El fin del año
viene siendo el encarcelamiento del dios de la vida natural, por lo que en esta festividad
se efectuaba la resucitación del dios, llevándole la asistencia que necesitaba. En el
momento en el que el dios desciende al infierno o muere, el pueblo lamenta y sufre
reflejándolo a través de poemas y cánticos de lamentación, pero luego cuando el dios
vence a la muerte, se celebra al principio del año nuevo, en la primavera u otoño cuando
las tormentas traen las lluvias y florece la vida vegetal, lo que es lo mismo que resucitar
de la muerte al dios del lugar. Siempre recordemos que el dios es representado a través
de la naturaleza, y esta personificación trae como consecuencia una serie de acciones o
actos rituales (súplicas-aceptaciones-ofrendas) que manifiestan la idea de una
comunicación continua del hombre con la divinidad. En de dicha festividad, se
interpreta como una respuesta favorable, la lluvia o germinación vegetal, lo que es
mismo que decir, dios ha resucitado del inframundo.
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Periodos abarcados

Tiempos Protohistóricos- Periodo de Uruk


Vaso de Warka

El arte mesopotámico siempre estuvo cargado de una especie de paralelismo entre las
representaciones divinas y la objetividad de los fenómenos naturales. Se podría decir
que los dioses son una personificación de esta naturaleza tan abrupta, amenazadora y
dadora de vida al mismo tiempo. En el caso de los sumerios esto se halla representado
en el vaso de Warka. Recordemos que la festividad más importante del año era
justamente la festividad del año nuevo, donde dicho evento era celebrado en el periodo
de transición de la sequía a la fertilidad.

Durante el periodo de sequía o de esterilidad, los sumerios que poseían el dios Tammuz
(la gran fuerza generatriz), lo consideraban para esta fecha muerto o desvanecido, por lo
que la Gran Madre venerada o representada en Warka se hallaba en duelo, y es este
momento de dolor que se compartía con el pueblo, a través de ritos de enterramiento y
expiación, que iniciaban las celebraciones del Año Nuevo.

Las fiestas duraban varios días, y en ellos el dios era descubierto, liberado del país de la
muerte y resucitado. Por lo que las sagradas nupcias de la pareja aseguraban la fertilidad
del hombre en el nuevo año que se iniciaba. Esta festividad era la que aparece reflejada
en el Vaso de alabastro de unos 91 cm de alto, hallado en unas ruinas de Warka. La
escena principal transcurre en la banda superior y los registros inferiores parecen a
simple vista decoración. ´

La banda más baja se compone de plantas y animales. Espigas de cebada se alternan con
palmeras datileras y por otro lado ovejas con carneros. El friso siguiente, se observa a
unos hombres desnudos cargados de ofrendas, como era habitual en la época cuando el
hombre se acercaba a los dioses.

El friso de abajo y el del medio, además de estar representado con naturalismo y


vivacidad, están íntimamente relacionados con la escena principal que se encuentra en
la banda superior.
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Ubicados encima y detrás de la diosa, algunos fragmentos se han perdido, por tal
motivo, se desconoce si llevaba la tiara de cuernos que distingue a los dioses, muy
utilizada para representarlos en periodos posteriores. También se puede observar que, se
está recibiendo fruta, trasladada en elementos contenedores, y notoriamente haces de
caña, atados en forma muy especial. “Sirven para identificarla, pues este tipo de haz es
el prototipo pictográfico del signo con que se escribirá su nombre en tiempos
históricos.” (Frankfort,1976, p.27).

Tras la diosa están amontonadas otras ofrendas, la mayoría por pares. Dos vasos, de la
misma forma del vaso cuya decoración estamos describiendo, también otros dos
recipientes, pero en este caso, en forma de animales, se reconoce esto por la abertura
rebordeada de la espalda. Al frente aparece la figura de una pieza, que parece ser la de
un mobiliario del templo; se trata de la figura de un carnero de gran tamaño, que
sostiene un zigurat de dos pisos. Probablemente, un santuario de la diosa por los haces
de caña. Por su tema y estilo nos permite percibir el clima espiritual en que nació el arte
de este periodo.

Podemos decir que, la totalidad del relieve refleja una ceremonia de carácter ritual, su
lectura en grado de importancia es de abajo hacia arriba, culminando en la banda
superior del recipiente, donde se describe visualmente, la escena de mayor importancia,
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y donde se percibe con mayor claridad el acto ceremonial. En ella se encuentra


representada una mujer sentada y por detrás, dos haces de cañas (símbolo), al frente
aparece una figura desnuda que le está ofreciendo un cuenco de fruta y/o grano. Una
figura con ropa ceremonial - probablemente un rey-sacerdote - aparece ante ella, detrás
del anterior personaje, con la procesión acercándose tras él.

En la banda superior se culmina o se unifican todos los elementos en relieves descritos


visualmente en las guardas de abajo. Así también, se encuentra representado un
recipiente, (de la misma forma que el recipiente analizado), destinado a dicha
ceremonia, lo cual da un valor agregado al objeto en sí, ya que no solo es utilizado para
describir una ceremonia, sino que también es uno de los objetos que se utilizan en dicho
acto ritual.

Frankfort (1976), nos aporta de manera precisa dicha descripción del


ritual; que cabe recordar representa la festividad del año nuevo. En
el vaso, notamos elementos varios, objetos, figuras humanas; así
también vegetación, fruta y animales. Cada elemento, en su mayoría
representado de perfil, es previamente seleccionado y nada es
azaroso. Es una pieza pensada y analizada con anterioridad.
Observamos claramente en la guarda del medio como los hombres,
por la postura de su cuerpo y los detalles de este, trasladan elementos
contenedores a modo de ofrenda en dirección a una o simplemente a
dejarlos ante el rey o reina y/o divinidad.
Además de lo representado, y de la posición de las figuras, lo
importante es que cada una, forma parte de un conjunto para
describir un ritual o ceremonia; y como todo acto ritual se encuentra
implícito un pedido, suplica o agradecimiento.
Sus relieves están impregnados de creencia, misticismo y
religiosidad. Si no fuera por los eruditos, difícil seria averiguar a
simple vista, si se tratara de una cultura politeístas, o si su dios esta
humanizado o es incorpóreo, situación que se aclara indudablemente
al recurrir a las investigaciones registradas en los libros de Frankfort
o Roux. No obstante, esta claro sin entrar en una investigación
exhaustiva, que se representa una ceremonia religiosa, evidenciado
principalmente por las ofrendas, y en combinación a la pulcritud en
los relieves, estaríamos ante una representación ceremonial de gran
importancia
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Tiempos históricos

Periodo Protodinástico
Estela de la Victoria de Eannatum

Es una de las estelas mejor conservada, encontrada en Lagash. En ella se conmemora la


victoria de su gobernador Eannatum sobre la vecina ciudad de Umma. En este caso no
se trata de un acto ritual de un rey para con su dios, ya sea a modo de ofrenda o suplica,
ni siquiera hace referencia a la festividad del año nuevo, sino que, se trata de la
representación de una victoria bélica por intermedio del dios local.
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La estela posee de un lado, la descripción de los acontecimientos sucedidos en batalla y


del proceder del gobernante victorioso, es decir Eannatum. Pero en la otra cara, reverso
de la estela, se encuentra reflejado las fuerzas ocultas que lo ocasionaron. En este caso
aparece nuevamente, como en el periodo protohistórico, la presencia de un dios, se trata
del Dios Ningirsu, que se ha hecho cargo de la justa causa de su ciudad. Se observa que
ha atrapado en su red a los rivales, los hombres de Umma. La red está cerrada por un
mango que tiene la forma de los emblemas del dios, el águila leoncéfala sobre leones.
Observamos también la presencia de una maza (intrumento) en la mano derecha el dios.

Por demás notorio, es la relación de tamaño entre la figura del dios y el resto, ya que
este ocupa dos tercios de la altura total de la estela. Ningirsu va seguido por una
divinidad más pequeña bajo el emblema de águila con cabeza de león. En la zona
inferior de la estela, se encuentra representada la carroza del dios, en donde observamos
(delante de la cabeza de la deidad), que se vuelve a repetir el uso del águila leoncéfala.
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Es claro que la composición decorativa ocupó un papel muy secundario y casi inaccesible.
Lo que más resultaba significativo era la calidad en la composición visual, descuidando
los bordes o perfiles de la estela, donde lo representado está meramente dibujado, como
sucede con la fila de las tropas de Eannatum que se encuentran someramente
representadas. La estela, nos da a conocer lucha bélica que se originó entre la ciudad de
Lagash y la ciudad vecina de Umma.
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“Enlil, el rey de todos los países, el padre de los dioses, por su mandato inapelable,
marcó los límites tanto de Ningirsu como de Shara. Y Mesilim, Rey de Kish, midió los
campos, y erigió una estela en ese lugar por orden de su dios Sataran. Ush, gobernador
de Umma, una y otra vez transgredió lo acordado. Arrancó la estela y la trasladó al llano
de Lagash. El guerrero de Enlil, Ningirsu, por su justo mandato [de Enlil] luchó contra
Umma. Por orden de Enlil cerró [su] red shushkallu sobre el [pueblo de Umma] y alineó
los túmulos de sus enterramientos en ese lugar del llano” (Frankfort,1976, p.63).

Lo que se encuentra representado en el reverso de dicha obra, está dentro de un marco


religioso, o de creencias. Es notoria la representación de un ser superior, ya sea humano o
divinidad, que además de su tamaño, está llevando a cabo la principal acción por medio
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de objetos, poco característicos para una batalla, como es el caso de la malla o red, y
principalmente por la combinación con un mango o cierre de la red muy particular. Se
trata de una figura de un águila con cabeza de león, esta inusual figura, se halla repetida
también en la parte superior izquierda del personaje más pequeño, como así también en el
inferior de la estela, por delante del guerrero que conduce el carro. El águila leoncéfalo,
sin dudas, adquiere un valor simbólico de poder, como si se tratase de un arma secreta
necesaria para someter al enemigo.

Es comprensible, que debido a la cercanía y dependencia que tenían estas civilizaciones


con su entorno natural, ya sea por estar expuestos a sequías, inundaciones, tormentas, etc.
Ciertos animales adquirían atributos de poder que, si se nos atrevemos a imaginar, en ello
se encuentra simbolizado el poder del cielo y la tierra, el león por su parte simboliza el
poder de la tierra y el ave el del cielo, ambos unidos, y al parecer a merced de un ser
superior que hace uso de ellos para impartir justicia ante los detractores o pueblos rivales.
Notemos también, el animal con aspecto de felino de gran tamaño que se encuentra en la
parte delantera del carro, este animal también posee alas. Nuevamente la unificación de
dos elementos de poder, el león como enorme depredador de la sabana, y el águila que
todo lo ve, de enorme velocidad y presencia en los cielos. Mitología que se ha dado a lo
largo de las épocas en otras regiones y civilizaciones. El fondo de la estela como se
observa en ambos se encuentra explicado por la escritura de cuña, por lo que se puede
asegurar que, para los autores de la presente obra, todo lo que en ella se encuentra posee
un enorme significado y valor, notamos que no escatimaron esfuerzos en ser lo más claro
posible, nada dejaron a la interpretación de los observadores, por lo tanto, cada área de la
misma esta aclarada en el idioma local.

Periodo Acadio o Sargónico


Estela de Naram-sin
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En esta obra, vemos como en los casos anteriores, la profunda unión entre el ser
humano con sus dioses. Dicha estela se encuentra algo deteriorada en la parte inferior
por el agua y rota en la parte superior. Sin embargo, el mensaje para la cual fue creada
está claramente conservado. A pesar del deterioro, sabemos que no había ninguna otra
figura por encima del rey, solo se encuentra éste identificado por el tamaño, la ubicación
y detalles de su vestimenta, colocado bajo los cuerpos astrales en donde los dioses se
manifiestan.

En este caso, el Rey Naram-sin esta deificado al llevar la tiara con cuernos de la
divinidad. En una mano lleva su arco, en la otra una flecha. El hacha de combate le
cuelga del brazo izquierdo que encuentra flexionado. Debajo del Rey, sus soldados
ascienden por la boscosa ladera de la montaña.
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En esta obra, el rey, lleva la delantera en su avance, con una zancada firme y segura, en
donde el ejército enemigo huye o se rinde a su avance inminente, como implorando
piedad. Naram-sin se impone con un pie sobre los cadáveres vencidos, y cerca de él, en
la cima de la montaña están los grandes dioses (Frankfort,1979, p.91).

La estela de Naram-sin, representada una de las obras más clarificadoras de victoria y


poder efectuadas por un rey. Con un mensaje directo, en especial, por el carácter
avasallador del rey. Logrado por su postura, tamaño y posición en la cúspide misma, en
lo más alto de estela, en lo más alto de la montaña. A su espalda lo siguen sus fieles
soldados en acto casi de imitación, tal como lo haría un niño hacia el padre que admira.

Naram-sin, avanza seguro y con paso firme, atropellando con su poder a quien sea que
se le atraviese. Podríamos decir que se asemeja notoriamente a los súper héroes de
nuestra era, un súper hombre al que nada, ni nadie lo detiene, y por el cual se marca la
diferencia y se hace historia.

Cabe también afirmar, que se trata de una clarificadora propaganda de poder, de


intimidación y victoria. Naram-sin es personificado como el modelo a seguir de rey o de
hombre y además, si lo notamos, solo arriba del mismo se encuentran los astros, los
dioses o el poder del universo, como dando a entender que cuenta con todo el poder
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universal sobre sus hombros. Se dice que fue en este periodo, en manos de Sargón, que
formó el primer imperio de la historia. Un ejército de numerosos soldados que eran
alimentados y mantenidos a través de los saqueos.

Es necesario aportar que Naram-sin (4º rey acadio) era nieto de Sargón I, (aquel que
formó el primer imperio de la historia), y que llevo a cabo la tarea de recuperar las
tierras que los hijos del mismo Sargón I habían perdido, al norte de Mesopotamia.

El aspecto de religiosidad en este caso, sólo se encuentra dado al encontrase


representado los astros. Notamos que toda la hazaña bélica es realizada bajo la vista de
los dioses, y que, al acercarse a la cima de la montaña, el rey se convierte en un hombre
que además de conseguir una gran hazaña, manifiesta su adoración o reverencia a las
divinidades/naturaleza. En este caso expresada simbólicamente a través de los astros.

A diferencia de las anteriores obras, el rey está muy próximo a las divinidades, o lo que
es lo mismo, en lo que intenta convertirse, evidenciado por su postura, tamaño,
vestimenta, y ubicación en la estela. O lo que es lo mismo, un rey todopoderoso, casi
divinizado.

Nuevamente no nos estamos refiriendo a una representación de un acto ritual concreto,


sino la representación de una hazaña bélica, donde se encuentran representadas tanto la
figura del rey y de las divinidades en este caso, como figuras principales de la escena.
La triada hombre-naturaleza-religiosidad se encuentran muy bien identificadas.
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Periodo Neosumerio
Estela de Urnammu

De esta obra seleccionada se conservan fragmentos, el original tenía unos 3 metros de


alto por 3.5 de ancho. En ella nuevamente, y para nuestro interés, encontramos el nexo
entre los reyes y los dioses. En este caso, el rey haciendo libaciones ante el trono de la
deidad, mientras que, por encima de él, una diosa con un vaso manante vierte agua
desde el cielo.

La zona superior de la estela, se repite en la de abajo, pero en este último caso, a través
de una simetría axial. Una representación simétrica del culto de Urnammu a una pareja
divina, el dios lunar Nannar y su consorte Ningal entronizados uno junto a otro en su
santuario.
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El dios sostiene un emblema que se conoce como “el anillo y el cetro”; una vara de
medir y una cuerda. Hay que mencionar que el uso figurativo de los instrumentos de
medir como símbolos de justicia es comprensible y su detallada representación en la
estela quizás se deba a que se conmemoraba la fundación del templo del dios de
Urnammu.

En la escena de abajo vemos al rey llevando sobre sus hombros instrumentos de


albañilería, un sacerdote le ayuda y va precedido por un dios. Los fragmentos nos
indican que el resto del registro lo llenaba una procesión que se movía en sentido
contrario. Los restos de una escalera abajo hacen suponer que realmente se representaba
las operaciones de la construcción.

La parte posterior de la estela, se observa una repetición de la descripción del comienzo,


y en la zona inferior, ceremonias relativas a la dedicación del templo. En esta
ceremonia, hombres vierten sangre de cordero decapitado, ritual que sabemos sirvió
como ceremonia de purificación del edificio en la fiesta de Año Nuevo. En una banda
lisa de piedra, entre dos registros hay una lista de canales cavados por Urnammu.

Esta estela, está muy lejos de las de Eanatumm, Sargón o Naram-sin. En este caso, se
trata de un monumento de devoción, no de victorias mundanas o batallas, y ello explica
el carácter hierático de la composición (Frankfort,1979, p.108).
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Podemos decir, que la intención del mensaje, es similar al del periodo protohistórico
(Vaso de Warka), porque en ella se intenta dar registro de un acto ritual. Incluso la
lectura visual por estratos, es algo similar, la divinidad arriba, mientras que los súbditos
o sirvientes están representados en el parte medio a inferior de la escena. En este caso,
la estela posee la representación de un ser de jerarquía que se encuentra sentado, al que
le rinden culto, reverencia y le llevan ofrendas. El tamaño de tal personaje, que, a pesar
de encontrarse sentado, posee la misma altura de quien se encuentra a su lado,
característica que se viene repitiendo en los reyes o dioses representados en las obras
anteriores, es decir la perspectiva jerárquica. En conclusión, el rey o el representante en
tierra de la divinidad poseen un tamaño superior que el resto de los mortales.

Se debe rescatar la importancia que se le da a todo lo sucedido delante de los astros, sol
y luna. Todo sucede debajo de los dioses, esta relación de cercanía y cuya
representación a través de los astros, también la encontramos en la estela de Naram-sin.
Así también, en la presente estela, se encuentra una serie de elementos que tienen un
carácter simbólico como el vaso liturgico, junto a elementos de medición, como es el
caso de la espiga, la vara, cordel y escuadra. Lo notable en esta obra, es el claro carácter
ritual y ceremonioso del evento que se conmemora junto a los símbolos que en él se
encuentran.
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Periodo de los Reinos Rivales


Relieve de la diosa Lilith y Estela con el código de Hammurabi

Pare este periodo, se han seleccionado dos obras muy diferentes entre sí. Por un lado, el
relieve que representa a la diosa Lilith y, en segundo lugar, la estela sobre la que se
grabó el famoso código de Hammurabi. En la primera, nos encontramos con un relieve
escultórico de importante dimensión e impacto visual, netamente doctrinario. Podemos
a simple vista notar, que es parte de un objeto de culto, o de intimidación, una clara
imagen que imparte ideas de cómo proceder o quizás de advertencia a lo que nos
enfrentaríamos. La diosa Lilith, es una obra que crea ideas específicas, pensamientos
concretos (obviamente contextualizados en su época), que llegan a la raíz emocional de
sus más fieles seguidores. Probablemente, en nuestra contemporaneidad, su aspecto sea
notoriamente intimidador, y quizás en este periodo también, no obstante, concluimos
que un individuo al posicionarse de frente a tan particular figura, no dudaría en afirmar
que expresa un cierto mensaje intimidatorio, como si tal figura, contara con facultades
para impartir justicia o venganza. Tal vez, existiese la posibilidad de crear sumisión,
terror o fidelidad a quien le rinda culto. Lo cierto que dicha obra y sus réplicas estaban
netamente destinados al acto ritual.

Relieve de la Reina de la Noche, diosa Lilith. Babilonia 1800–1750 a.C., Museo británico
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Lejos estaba de ser una pieza decorativa o de hazaña histórica. Podríamos afirmar que
se trataba de una criatura que rozaba el folclore de la época y que entronizaba la
cercanía que tenían con las ideas de los mesopotámicos, de crear seres a base de mezclar
diferentes cualidades extraídas de la naturaleza, tanto animal como vegetal. Todo esto se
suma a la tan intrínseca relación que había entre imagen y símbolo en estos lugares o
reinos.

En cuanto a la segunda, la estela de diorita, en donde la zona superior se encuentra


representado Hammurabi en bajorrelieve, de pie, delante del dios solar Shamash, deidad
principal de la ciudad Sumeria de Larsa, o tal vez Marduk, dios de Babilonia. Debajo
aparecen, inscritos en caracteres cuneiformes acadios, las leyes que regían la vida
cotidiana. La estela con el código de Hammurabi muestra al dios titular de la justicia,
caracterizado con la tiara de cuernos y rayos solares que arrancan de los hombros,
sentado en su trono en el acto de dictarle las leyes a Hammurabi, quien, de pie escucha
atentamente al dios. La divinidad le entrega la vara y la cuerda de medir, atributos de
poder y justicia.

En esta obra, como en el caso del periodo anterior (Estela de Urnammu), si observamos
o comparamos con atención; más específicamente en la comunicación del sirviente con
quien se encuentra en el trono, diríamos que son muy parecidas, casi idénticas. La
postura, el perfil, los detalles, la relación de tamaño, la vestimenta, incluso los objetos
que sostienen en las manos. Por lo que, es casi el mismo significado, con la salvedad
que, en esta oportunidad, se encuentra en un contexto de comunicación acerca de las
24

leyes que rigen el lugar. En el caso de la Estela de Urnammu, se trataría dentro del
marco de la celebración de un nuevo edificio destinado a la adoración.

Es por ello que independientemente del contexto en donde se encuentren dichos relieves
(rey/dios y súbdito), el rey siempre aparece representado sentado y con su turbante, en
combinación ciertos objetos en sus manos, objetos que vale aclarar son los mismo que
posee la diosa Lilith, lo cual notamos que eran instrumentos o símbolos que solo los
reyes o dioses manejan y poseían, el resto (los mortales) siempre se acercaban con
ofrendas. Se destaca la actitud pacífica y directa en la relación entre el rey y sirviente.
Es casi, una manifestación fraternal y/o familiar ente ambos.

En las capillas pequeñas, las estatuas de culto podían sustituirse por relieves de barro
cocido, pero el perfil que en los relieves narrativos se utilizaba, era inadecuado desde el
punto de vista ritual. Cuando en una placa se representaba a la deidad, ésta era colocada
en los altares de las capillas, para ser observada de frente, por lo que se establece una
relación totalmente directa con quien se acerca.

En el caso de la diosa Lilith se denota el espíritu ciertamente sombrío de la religión


mesopotámica. Ya que rinde culto a una criatura un tanto siniestra. La diosa tiene alas, y
en sus piernas desde el talón a la rodilla están cubiertas de plumas. Sabemos por
diversos autores, como Frankfort y Roux, que se trataba de una diosa mortífera, que
elegía moverse silenciosa durante la noche, en donde a veces se la confundía con la
forma de un búho, pero su poder se asemejaba más al de un león que al de un ave
pequeña.

En épocas anteriores se la conoció como un demonio que destruía a sus amantes, pero la
existencia de su relieve da a conocer el poder susceptible de adoración. Los símbolos
que lleva en sus manos parecen cuerdas de medir, tales como las mencionadas en la
estela de Urnammu. Pueden representar la extensión limitada de la vida del hombre, o
su juicio tras la muerte. La aparición está apoyada sobre un dibujo de escamas,
representación convencional de la montaña. En Mesopotamia, este es el paisaje
religioso por excelencia, como el cañaveral en Egipto, por tanto, el escenario normal de
la epifanía del dios. El relieve estuvo coloreado; el cuerpo era de color rojo, las plumas
de las alas y de los búhos, pintadas de rojo y negro alternadas, y la melena de los leones
negro.
25

Es importante tener presenta que, a muchos de los relieves de este estilo se les hicieron
moldes, de los que se sacaron copias en arcilla, y que tuvieron una amplia difusión. Por
consecuencia, no solo se hallaban en los templos, sino también, en las casas
particulares, en los altares domésticos.

Podríamos citar o mencionar varios ejemplos de deidades de este tipo, como es el caso
de la Diosa Madre o Señora de los Pájaros (Nintu); está lleva en cada hombro una
cabeza de niño, mientras que en cada lado aparece una figura embrionaria desnuda, con
el símbolo de la diosa encima. Igual que el dios Sol aparece con rayos que emanan de
sus hombros, y Ningizzida con serpientes o dragones (Frankfort, 1979. p 116-117).
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La estela sobre la que se grabó el código de Hammurabi, cuanta con un relieve, en la


parte superior de la piedra, en la cima de la estela irregular. El rey está en pie ante el
trono del dios sol, el juez supremo, y la representación de las dos figuras enfrentadas,
notamos un espíritu de comunicación entre el señor de la justicia y el legislador.

Citamos una frase de la estela que denota la cercanía entre ambos: “Cuando Shamash,
con radiante rostro, había fijado gozoso su vista en mí, su pastor preferido
Hammurabi”

Así también en el preámbulo del código, en la que se afirma que había sido llamado
“para hacer que la justicia prevaleciera en la tierra para destruir la iniquidad y el mal
para que el fuerte no pudiera oprimir al débil.”

La escena tiene unos 61cm de altura. Bajo ella aparecen signos cuneiformes que cubren
el resto de la piedra que mide 2 metros de altura con un diámetro de 91cm en la base
(Frankfort.1979. p. 126-127).

Es oportuno aclarar que, durante este periodo (reinos rivales), se abarca una confluencia
de civilizaciones o sociedades, reinos que se disputaron el poder por un largo periodo de
tiempo, desencadenando numerosos conflictos bélicos y culturales, por lo que no sería
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justo ni correcto enmarcar la religiosidad en este periodo de un modo más concreto o


estable, como sí sucedió en otras épocas.

Periodo Asirio
Altar de Tukulti Ninurta

Previo a describir el aspecto religioso reflejado en los relieves asirios, es oportuno dar
una breve contextualización del surgimiento del arte de la región más septentrional de
Mesopotamia.

Desde los comienzos de la historia Asiria, alrededor del XVIII a.C un rey llamado
Shamsi-Adad I había tratado de independizar al pueblo Asirio, logrando dicho propósito
por cierto tiempo, incluso llegando a dominar hasta el territorio de Mari.

Pero Hammurabi de Babilonia, restauró la tradicional supremacía del sur sobre Asiria.
En respuesta a su vecino rival, Asiria se alzó sobre sus vecinos del sur pasando a
establecerse como el centro de gravedad de Mesopotamia. En Asur, se sucedieron unos
tras otros gobernantes, que discreta y gradualmente fueron estableciendo la
independencia de su país durante la segunda mitad del siglo XIV a.C.
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El arte asirio nació alrededor del siglo XIV a.C, lo poco que sabemos del período
anterior (Asirio Antiguo) muestra una dependencia tan exclusiva de Babilonia como las
obras contemporáneas de Mari. Se observa está dependencia en las cabezas escultóricas
y sellos cilíndricos. Claros indicios de la influencia del periodo de Hammurabi: pero en
el siglo XIV, surgió un arte que, a pesar de verse influenciado por culturas extranjeras o
vecinas, adoptó características y estilos propios. Incluso en sus temáticas.

Se interesaron fuertemente por temas profanos, con profundo ahínco por reflejar la
realidad. En cuanto a los temas religiosos se conoce un formalismo frío, que no permitía
al hombre enfrentarse cara a cara con los dioses. Sino que, el contacto sólo era a través
de ritos, donde la comunicación con la divinidad estaba a cargo de un representante o
intermediario, ya sea que se trate de una estatua o emblemas específicos. En ambos
casos el arte asirio ha permanecido fiel desde sus comienzos. Cabe destacar que
Babilonia siguió siendo el centro cultural de Asia Occidental, tanto así, que reyes como
Asurbanipal copiaron y coleccionaron los textos literarios, religiosos y científicos del
sur. La religión, por su parte, que es el tema que más nos interesa destacar, contaba con
un sólo dios, Asur. Con la particularidad de que tenía muchísimos rasgos en común con
el de Marduk. Asur era al parecer, una forma personificada de la vida natural que se
adoraba en todo el país desde los tiempos más antiguos (Frankfort.1979).

La obra seleccionada para este período es el altar de Tukulti-Ninurta I (1250-1210 a.C).


Un relieve que muestra la celebración de un rito ante el objeto mismo que decora. Se
observa un rey, portando un cetro, está representado primero cuando se acerca, y luego
cuando se arrodilla ante el altar.

El encuentro íntimo entre el rey y el dios que se describe entre la época de Gudea hasta
Hammurabi no es considerado posible en Asiria. Tanto en el arte como en la literatura,
los dioses aparecen distantes del mundo de los hombres, y no sabemos con exactitud el
motivo. Ya sea porque hay una conciencia colectiva profunda que trasciende lo divino o
quizás por tener una actitud proclive al fetichismo; sea como fuere, la franqueza y
vivacidad de las escenas anteriores no vuelven a encontrarse. Si el dios figura en una
escena de culto, aparece como una estatua colocada en su pedestal, pero en las escenas
mitológicas (por ejemplo, cuando está destruyendo a un monstruo) no tiene base. En
épocas anteriores no se había hecho esta distinción entre el dios y su estatua
(Frankfort.1979).
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Si bien lo novedoso del arte asirio es lo anteriormente mencionado, también cabe


destacar que el dios o la representación de este, reflejan una clara similitud con las
características o simbología de otras culturas vecinas. Asur, su principal dios, posee alas
y una cola emplumada, lo que al parecer es una clara influencia egipcia, ya que Horus el
dios que encarna en el faraón y se manifiesta en el halcón, se representa como un disco
solar entre dos alas (originalmente sostenido por ellas). El disco solar alado aparece en
sellos asirios hacia mediados del segundo milenio. En su significación original, las alas
representan el cielo que sostenía al sol.

Esta notoria influencia, se debió al inmenso prestigio con el que contaba Egipto para esa
época, otorgando un modelo de gobierno que llego hasta Asia occidental, y adaptándose
a los dioses o creencias locales. Asur era para los asiáticos occidentales, lo que Horus
para Egipto. Aún también, es válido no descartar la posibilidad en cuanto al aspecto del
dios Asirio, que derivara de una ancestral tradición indígena. Quizás es una conjunción
de ambas influencias el aspecto que posee Asur.
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Disco alado egipcio Arriba del árbol sagrado el disco alado asirio
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Assurnasirpal II bajo el sol alado


Asur puede ser considerado como la forma asiria de la divinidad sumeria, que fue
adorado bajos diversos nombres desde los tiempos más remotos. Asur era el dios asirio
por excelencia. Daba nombre a la capital y al país. Recibió culto de forma constante y
muy difundida. Es el caso de un dios local de una ciudad, ligado a su destino político.
Absorbió la teología de Marduk. Ocupó en Asiria el lugar de Enlil y Marduk, siendo
además el todopoderoso señor de la guerra. Era un dios nacional. Se convirtió en
creador y soberano de todas las deidades, de los hombres y del universo en general,
incluyendo el cielo y las regiones infernales, señor del firmamento y ordenador de los
destinos. Uno de sus símbolos más habituales era el disco alado que rodeaba al dios de
medio cuerpo y disparando una flecha.

La idea del cuerpo emplumado de Asur puede haber sido una sustitución de Imdugud, lo
cual se hace más verosímil si observamos, que el águila leoncéfala no aparece en los
monumentos asirios, y sin embargo era conocida en el primer milenio como adorno en
las piezas de bronce. Es por todo lo mencionado que el complejo arte asirio plantea un
problema que no podemos resolver por ahora.

A modo de cierre, podemos agregar lo sombrío de los relieves cuando se trata del acto
ritual. Es el caso de la aparición de estos seres alados, donde suelen ponerse a ambos
lados del personaje central, quizás para que la imagen quede simétrica y como seres
divinos que asesoran o protegen al rey, ya que siempre aparecen representados a su
lado, lo que refleja a las claras, el apoyo sustancioso de la divinidad al gobernante. Es el
caso de estos dos relieves encontrados en el palacio de Asurnasirpal.

La aparición de estos grifos-demonios da a conocer la protección sobrenatural con la


que contaba el rey. Ya que la ubicación de la placa estaba convenientemente colocada
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en el nicho que estaba por detrás del trono en el palacio de Nimrud. (Frankfort: 1979.
Pág. 172-173).

Grifos-demonios y árbol sagrado de Nimrud

El periodo asirio tardío, que abarca alrededor del 1000-612 a. C., registra un tipo de
decoración con características particulares. Sus decoraciones eran llevadas a cabo a
través de placas de mármol adheridas a la pared.
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El rey Assurnasirpal II flanqueando el Árbol de la Vida.

En este caso, en la imagen vemos al rey que se representa dos veces, a uno y otro lado
del Árbol de la Vida, en donde encima, como volando, se halla el emblema del dios
Asur (disco alada con el dios en el centro). El rey, con traje de ceremonia, cetro y
diversos ornamentos de significado religioso, señala la presencia del Árbol y al símbolo
de Asur con el índice de la mano derecha, acompañado a sus espaladas por genios
protectores alados, que hacen un gesto parecido, con una piña o esponja en la mano,
mientras sostienen una especie de recipiente o cubeta con la otra.

La composición resalta el papel del rey como protector y vivificador del Árbol de la
Vida, bajo la guía del dios Asur. Diríamos que es la personificación hecha carne de una
energía beneficiosa que ordena la naturaleza y la complicada coexistencia del hombre
con la misma. Observamos que el relieve es plano, con importancia en el dibujo; muy
detallista. Las figuras importantes como las del rey, dan a conocer una notoria fuerza y
vigor corporal. Las musculaturas se condensan en volúmenes rotundos y tensos, que se
ajustan y yuxtaponen para otorgar a las figuras la apariencia de una robusta arquitectura
física, incrementada por un canon humano corpulento y macizo.

Del libro de Irene Alderescal. “La religión de la antigua Mesopotamia”. Existen listas
de 2.400, 2.500 y 3.300 nombres de dioses. No obstante, muchos de éstos sólo son
epítetos del mismo dios. Además, aparecen los nombres acadios y sumerios de los
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mismos dioses. Sin embargo, existía una jerarquía. Pocos dioses eran ilustres y recibían
un culto oficial.”

Recordemos que los dioses eran representados con características antropomorfas, por lo
que era responsabilidad de la sociedad y no solo del rey de proveerles de todas estas
necesidades a modo de ofrendas en los distintos rituales que se llevaban a cabo, por
ende, caemos en la conclusión, que el lugar para tales rituales era de importante uso y
concurrido con frecuencia. Esto nos dice mucho de sus creencias. Al igual que en
Egipto, desde el nacimiento hasta la muerte, la vida de estas civilizaciones se regía por
las prácticas religiosas. Siempre estaban haciendo rituales. Los hombres eran súbditos, y
la vida humana sólo tenía sentido así, con el servicio al rey y a su casa.

Uno de los símbolos más representativos del arte asirio, el famoso “árbol de la vida”,
está presente en numerosas culturas y pueblos. En el centro de México, por ejemplo.
Este símbolo, es una figura presente en numerosas religiones, tanto en el cristianismo,
judaísmo, hinduismo y budismo, y así también, en la civilización china, hasta las
culturas australianas y egipcias (González Frías (2012).

La expresión «árbol de la vida» fue utilizada como una metáfora del árbol filogenético
de la descendencia común en el sentido evolutivo en un famoso pasaje de Charles
Darwin (1872).

El relieve asirio, presenta riqueza y virtuosismo en la técnica, imponencia en su mensaje


y sin duda logra captar la atención. Su variedad es abundante y asombrosa, con el
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agregado de símbolos, como es el caso de la cubeta o la piña, también en algunos casos


la aparición del árbol de la vida. Se hallan como grandes referentes de su arte, los
enormes “Lammasu” (siguiente imagen), seres híbridos, mezcla de toro o león, con alas
y cabeza humana, que se caracterizan por ser divinidades benefactoras y protectora. Si
bien, son muy representativos de esta época, no han sido seleccionados para el presente
análisis. No obstante, cabe mencionarlos para dar a conocer la riqueza mitológica, y
artística refleja en esta sola obra.

Además de tener un abundante repertorio que reflejan su mitología, creencia y


ritualidad, hay otras que tocan temas un tanto más cotidianos y ligeros, como el modo
de vivir de la realeza. Es el caso de las escenas de caza, en donde tales escenas son
claros indicadores propagandísticos e intimidatorios del poderío del rey.

Lo novedoso del arte asirio, es que ya el rey no aparece cara a cara ante el dios, como
solía representarse en periodos anteriores. En los asirios, los relieves dan a conocer la
comunicación entre el dios y el hombre; pero esta vez a través de una figura inanimada
(estatua) o representativa de la divinidad. Deja de representarse esa comunicación cara a
cara, entre el dios y el rey.
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Toro alado, “Lammasu”, de Khorsabad

Conclusión

El presente documento intenta dar a conocer, el esfuerzo e insistencia constante en


tratar de lograr la felicidad y paz en el diario vivir, tarea principal del rey o gobernador
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del pueblo, pero que ante los inexplicables sucesos y experiencias, tanto bélicas como
atmosféricas, inesperadas y por lo general abruptas, debía buscar una solución; y como
sucedió en otros rincones del planeta y de la historia, la idea de unas fuerza sobrenatural
y sabia, capaz de solventar las pesadas cargas, resultaba ser la herramienta más
esperanzadora. Allí también se agrega la capacidad de inventiva, donde a través de
representaciones de estos dioses antropomorfos, con capacidades salvadoras y poderes
curativos, otorgaban sus milagros siempre a cambio de algo. De allí la importancia de la
simbología y acto ritual, que desde el periodo proto-histórico a través de la construcción
de los templos estuvo ligada siempre esta idea de relación entre dios/es y el hombre.

Referencias bibliográficas

- Frankfort, H. (1998). Reyes y dioses. Estudio de la religión del Oriente Próximo en la


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Antigüedad en tanto que integración de la sociedad y la naturaleza. Madrid. Alianza.

- Frankfort, H. (1976). Arte y arquitectura del oriente medio. Madrid. Cátedra.

- Alderescal, I. (2013). La religión de la antigua Mesopotamia. Colecciones manuales de


historia y Arqueología. Volumen 6. España. E-Book

- Roux, G. (1987). Mesopotamia. Historia Política, Económica y Cultural. Madrid. Akal.

- González Frías, F. (2013). Diccionario de símbolos y temas misteriosos. Zaragoza. Libros del
Innombrable. Recuperado de: https://www.diccionariodesimbolos.com/arbol-de-la-vida.htm

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