Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
PANORAMA BÍBLICO
MÓDULO 1
Jhohan Centeno
Mayo de 2013
Una buena descripción general que nos sirve como marco para el estudio de la geografía
la encontramos en el Panorama del Antiguo Testamento (Lasor, 1995)
La región que se extiende entre las montañas y los desiertos puede ser
llamada el “mundo bíblico” Todos los acontecimientos registrados en la Biblia
se desarrollaron en esa región o bien tuvieron como protagonistas a los
pueblos de la región. Los personajes centrales del Antiguo Testamento vivían
principalmente en Palestina, pero en determinados momentos estuvieron en
la Mesopotamia y en Egipto. Cada tanto aparecen en la historia otros
pueblos de Persia, Arabia del Sur, Etiopía (Cus, quizá Nubia), Asia Menor, las
islas del Mediterráneo (Chipre y Creta), Grecia y otras regiones.
La medialuna fértil
Según J.H. Breasted se conoce como medialuna fértil a la franja de tierra cultivable
colindante del desierto de Siria, que comprende las tierras del sistema mesopotámico y de
la costa oriental del Mediterráneo, en el extremo sudoeste abarca Palestina y se extiende
hasta el valle del Nilo (Lasor, 1995) (ver mapa No. 1).
La mayor parte de la historia del Antiguo Testamento se da en esta porción de tierra que
comprende el cruce entre los continentes europeo, asiático y africano. Resulta
interesante a la luz de la historia como esta porción de tierra se convirtió en paso obligado
para ejércitos, comerciantes, migrantes y demás en tiempos antiguos. Es importante
reconocer que esta porción de tierra es una buena tierra, los diversos ríos en la región
hacían de esta zona un lugar de fertilidad reconocida y de sostenibilidad para cosechas y
cría de animales.
Como elemento curioso se puede mencionar que dos de los grandes hombres de ésta
historia son llamados desde los extremos de esta medialuna, Abrahán es llamado desde la
zona del Éufrates en el extremo este y Moisés es llamado en la zona del Nilo en el extremo
oeste (Stott, 2005).
Palestina
Palestina significa básicamente tierra de los filisteos, éste pueblo llegó a la costa palestina
en el siglo V a.C. según lo relata Herodoto. (Lasor, 1995) En el Antiguo Testamento no
encontramos una referencia a este territorio con el nombre de Palestina, comúnmente se
le llama tierra de Canaán o la tierra de Israel (1 Sam. 13: 19). Con el nombre de Palestina
se conoce la tierra que va desde el monte Hermón hasta el desierto del Neguev, y desde el
valle del Jordán hasta el Mar Mediterráneo. (Ver Mapa No. 22).
La cadena montañosa central está conformada por una serie de montes que rondan los
850 mts de altura y que son de tipo rocoso, teniendo la sefela al occidente y la falla del
Jordán (el valle del Jordán) al oriente. El valle del Jordán es una gran falla geológica que
desde el mar de Galilea hasta el mar Muerto tiene una distancia en línea recta de
aproximadamente 100 km. (Lasor, 1995) Terminando en el mar Muerto el cual es el
cuerpo de agua a menor altura en el mundo a 400 mts bajo el nivel del mar (Elwell, 1999).
Clima
El clima en la región palestina era bastante constante, en la región se puede observar un
clima como el que se describe a continuación de acuerdo a las estaciones del año:
1. Invierno. Era relativamente corto, la temperatura en la llanura y la Sefela estaba entre
los 10 – 15 C, en las montañas en 7C. Caía nieve en las montañas más altas.
2. Primavera. Se mantiene una temperatura que ronda los 22C en casi toda la región,
vienen la lluvia tardía en esta época.
3. Verano. Duraba aproximadamente 5 meses y tenía una temperatura de entre 27 y 33
grados exceptuando lugares muy bajos donde se alcanzaban los 38 grados por ejemplo
en Jericó.
4. Otoño. Era un tiempo seco y menos caluroso que se veía afectado por los vientos
provenientes del mar Mediterráneo.
Un ejercicio interesante para el lector de la Biblia será el de calcular los desplazamientos
en la época en los cuales se deberá considerar la época del año y la cantidad de kilómetros
que podía caminar una persona en el periodo narrado en el Antiguo Testamento. Existen
diversos cálculos para hacerlo, uno de los cuales indica en días algunas distancias
recorridas en Palestina (ver gráfico No. 13)
Historia del Antiguo Testamento
Estudiar la Historia que nos narra el Antiguo Testamento en una lección de 4 horas se
convierte en una tarea titánica por al menos tres razones
Entonces cuando en esta lección planteamos ver el componente histórico del Antiguo
Testamento nos estamos refiriendo a los eventos básicos que nos permitan tener un
marco para entender lo que leemos en la Escritura. Es importante mencionar aquí,
aunque también lo haremos en la siguiente lección, que los libros en la Escritura no se
encuentran organizados en orden cronológico, por esta razón el estudiante deberá
combinar los conocimientos de esta lección y la lección siguiente para hacer una lectura
entendida del Antiguo Testamento, aunque sea, en términos históricos.
En primera instancia debo mencionar que la mejor forma (la mejor que yo conozco) para
entender la historia es agruparla por etapas, y en ese sentido la historia del Israel
veterotestamentario puede agruparse en 9 etapas de las cuales 8 pertenecen al Antiguo
Testamento. Es importante mencionar también acá que las fechas en el Antiguo
Testamento van decreciendo, por ejemplo el reinado de David se estima sucedió entre el
990 – 950 a.C. esta forma de calcular la historia tiene a Cristo como el centro de la misma
y es el estándar aprobado por la mayoría de académicos, por esta razón será la forma de
ver la historia en los libros de estudio. Para este recuento histórico seguiremos el
planteamiento de etapas que hace Sicre en su Introducción al Antiguo Testamento (Sicre,
2002) haciendo algunos ajustes que he considerado pertinentes.
Los patriarcas
Después del suceso de Babel el relato bíblico se centra en Abrahán. Con Abrahán
tenemos el origen del periodo de los patriarcas, tradicionalmente ubicado en los siglos
XVIII al XIII a.C. En el periodo en el cuál Dios llama a Abrahán tenemos nosotros una serie
de migraciones de los pueblos del norte a territorio palestino (Sicre, 2002) lo cual facilita
la presentación del desplazamiento del patriarca, es altamente probable y demostrable
este desplazamiento en ese periodo histórico en particular. El capítulo 12 de Génesis nos
cuenta que Dios llama a Abrahán para que abandone su tierra y fuera a la tierra que le
mostraría. Durante este periodo Abrahán se radica en Harán (ciudad al norte de la actual
Siria) y después en Palestina con unos breves periodos en territorio egipcio. La Escritura
nos relata también la creciente prosperidad de éste hombre y cómo su familia que está en
aumento, especialmente si se considera la familia de Jacob, termina por situación de
hambruna estableciéndose en Egipto.
Ahora bien, era común que las familias dedicadas al pastoreo de ganado menor fuesen
seminomadas, siempre vivían en busca de mejores y mayores pastos para sus animales. En
época de sequía no había mejor lugar para ir en su momento que al delta del Nilo en
territorio egipcio por su alta fertilidad. Es así como al final del libro de Génesis nos
encontramos con Jacob y su familia llegando a tierra egipcia porque allí hay provisión.
Éxodo y conquista
El relato bíblico nos cuenta que pasado el tiempo en Egipto llegó un faraón que no
conoció a José y que esclavizó al pueblo de Israel. Ahora, históricamente tenemos la
dificultad presente que en el Éxodo no se nos da el nombre de este faraón. La expresión
faraón no encierra un nombre sino un título, por decirlo de alguna manera un rey. En este
punto se puede suponer que es bajo Seti I y Ramses II que el pueblo cae en esclavitud
(Sicre, 2002) Dios levanta entonces a Moisés como personaje principal de esta historia,
hebreo de nacimiento y criado en el palacio de Egipto se convierte en el instrumento de
Dios para sacar a Israel de Egipto.
El pueblo que sale de Egipto, después de numerosos milagros y señales divinas, hace
pacto con Dios en el Sinaí (para muchos autores es aquí donde nace Israel como nación).
Después de 40 años en el desierto por la desobediencia del pueblo se encaran al reto de
tomar posesión del territorio cananeo, presentado en la Escritura como la tierra
prometida. Josué toma el liderazgo de Israel después de la muerte de Moisés y es el
encargado de introducir al pueblo en la tierra prometida. La conquista se da entonces
desde el oriente del Jordán, cruzando por Jericó como primera ciudad conquistada y en
tres etapas diferentes. Primero el centro de la tierra, después el sur y por último el norte
del territorio conquistado. Josué procede entonces a la repartición de la tierra en la cual
cada tribu tenía la obligación de echar fuera a todos los cananeos que quedaran en la
porción asignada. Todos los sucesos de éxodo y conquista se dan a lo largo del siglo XIII a.
C. y cabe mencionar aquí que Israel no cumplió a totalidad con la obligación de liberar la
tierra de los cananeos y demás que habitaban en ella.
Jueces
En este periodo y siguiendo a Sicre podemos establecer tres grandes características.
Primero, la falta de cohesión política, ya que cada tribu se organizó en forma
independiente. Segundo, un profundo cambio de vida al pasar de una vida pastoril a una
vida enmarcada por la agricultura. Tercero, la continua amenaza de las naciones vecinas
que no habían sido expulsadas en el periodo de conquista (Sicre, 2002). El grupo más
sobresaliente en este periodo como grupo hostil son los filisteos (pueblo del mar) quienes
a pesar de ser pocos en número tienen una gran organización política y militar.
En los dos siglos que se considera duró el periodo de los jueces podemos ver una situación
altamente cíclica en la historia así:
1. El pueblo se olvida de seguir a Dios
2. Dios permite que algún pueblo los oprima
3. El pueblo clama a Dios por liberación
4. Dios levanta un juez para que los libere
5. El pueblo nuevamente en paz se olvida de Dios.
El lector atento de este momento de historia se encontrará con que cada vez el ciclo
termina en algo peor, es decir, la maldad en el pueblo se va acrecentando con el paso de
los años hasta encontrar situaciones calificadas como lo más grave que ha visto Israel en
su historia hasta el momento (Jueces 19:30).
Normalmente la narración sobre los jueces no incluye al que se considera el último juez,
es decir, Samuel. Samuel es un personaje importante en la historia del Antiguo
Testamento porque se convierte en la bisagra entre el periodo de los jueces y la naciente
monarquía. Samuel ejerció como profeta, juez y sacerdote y es el encargado de ungir los
dos primeros reyes de Israel. El pueblo pide tener un rey a pesar de las implicaciones de
su petición y es con esta petición que damos por terminado este periodo histórico.
Monarquía unida
Israel pide un rey, ellos querían ser iguales a las demás naciones (1 Samuel 8) en el pasaje
podemos ver cómo Samuel se entristece por esta petición que considera un rechazo, sin
embargo Dios le recuerda que no rechazan a Samuel sino a Dios (vv. 7). Aun así en el
pasaje Dios anuncia que Israel tendrá un rey (vv. 22). Este primer rey es Saúl. El primer
rey de Israel es un hombre grande y fuerte el cuál en primera instancia desarrolla las
actividades que el pueblo esperaba de un rey, es decir, librarlos de la opresión de los
filisteos. Saúl estuvo en el poder y su reinado fue de más a menos, perdiendo el favor de
Dios y la oportunidad de tener un sucesor en el trono. Dios levanta a David en lugar de
Saúl. Este hombre joven de la tribu de Judá, específicamente el menor de la familia de Isaí
se caracterizó por ser un gran guerrero y por referenciarse de él en la Escritura que era un
hombre conforme al corazón del Señor. David reinó aproximadamente 40 años. La
historia de David contada en los libros de Samuel y Reyes están mostrados en vivos relatos
que representan una vida bastante agitada en el campo político, familiar y de batalla.
Dios establece un pacto con David (2 Samuel 7) en el cuál su trono no tendrá fin, siempre
tendrá heredero en el trono y en el cuál se anuncia que su hijo construirá una casa para el
Señor. Salomón con ayuda de Betsabé hereda el trono de David su padre. Un dato
curioso que caracterizará la mención bíblica a los reyes de Judá es que estos siempre son
introducidos recordando el nombre de la madre a diferencia de los reyes de Israel donde
ese dato siempre se omite.
“Salomón, que reina cuarenta años (971-931). Este reinado es uno de los
momentos más gloriosos de la historia de Israel. Abandonando las guerras
exteriores, se dedica casi por completo a construir grandes edificios, como el
templo de Jerusalén y su palacio; asegura la defensa nacional mediante la
construcción y restauración de fortalezas; organiza el ejército y aumenta
notablemente el número de carros de combate y la caballería. Pero, sobre todo,
fomenta el comercio, controla el paso de las caravanas árabes, construye una flota
para traer de África productos exóticos. La riqueza aumenta de forma inesperada,
las ciudades crecen, y se produce un fuerte fenómeno de inmigración. Pero, sin
darse cuenta, Salomón está poniendo piedra a piedra el fundamento de la división
y la catástrofe. Sus grandes empresas constructoras le obligan a utilizar abundante
mano de obra y exigen mucho dinero. Los primeros en tener que trabajar son los
cananeos, luego obliga también a treinta mil israelitas a trabajos forzados. Y los
impuestos crecen día a día.
Monarquía dividida
Después de Salomón el sucesor en el trono es Roboán, éste acude a Siquem para ser
nombrado rey de todo Israel. En Siquem las tribus del norte piden la disminución de los
impuestos y Roboán en un acto de total falta de sabiduría anuncia un aumento en los
mismos lo que implica una ruptura entre las tribus del norte y las tribus del sur. A las
tribus del norte se les conoce en este periodo como Israel y su rey es Jeroboán teniendo
como centro del reino Samaria. A las tribus del sur que tienen como rey a Roboán se les
conoce como Judá y mantienen a Jerusalén como capital.
En cambio, Judá, que consiguió sobrevivir hasta el 586, en sus 345 años de
existencia sólo tuvo una dinastía (la de David) y 21 monarcas. Esta estabilidad se
debe a un hecho importantísimo. En el sur, la dinastía davídica cuenta con el
respaldo ideológico de la religión oficial, formulado en la promesa de Natán a
David de que su dinastía duraría eternamente. Por otra parte, los judíos siempre
parecen más estables - también menos creativos- que los israelitas. (Sicre, 2002)
Exilio
El reino del sur (Judá) ve como Israel (Reino del norte) es destruido por los Asirios en el
722 a.C. la lectura normal indica que es castigo de Dios por la idolatría. Aún así, Judá que
también está en idolatría no corrige sus pasos. En el año 597 a.C. son atacados por los
babilonios en la que sería la primera de tres deportaciones que terminan con la
destrucción de Jerusalén en el 586 a.C. El pueblo derrotado por el rey Nabucodonosor es
exiliado en parte y vive con la nostalgia del regreso a Jerusalén (Salmo 137). Sin embargo
en este periodo de exilio la comunidad judía floreció en Babilonia alcanzando cierta
comodidad pero con un anhelo de regresar a su tierra. Este periodo finaliza cuando Ciro,
rey persa, conquista a los babilonios y en el 538 a.C. promulga un decreto que les permite
a los judíos regresar a su tierra.
Post – exilio
Después del decreto de Ciro parte de la comunidad judía que residía en Babilonia decide
regresar a la tierra que anhela su corazón. Al reencontrase con ésta, su tierra, el
panorama no puede ser más desolador. Las ciudades están en ruinas, algunos campos han
sido abandonados, la ciudad capital se mantiene con sus murallas destruidas, el templo
derrumbado. Los judíos que no habían sido llevados al exilio por los babilonios siguen una
vida de pobreza, opresión social y ahora dominados por el imperio de turno, los persas.
Sin embargo vemos con el transcurrir de los años (y del relato bíblico) como Judá va
recobrando su vida en esta tierra y en el año 515 a.C. se termina de reconstruir el templo
de Jerusalén. Los años que le sigue a este periodo son poco documentados, en ellos se
puede destacar la participación de Nehemías y Esdras con las reformas sociales y
religiosas entre el 445 y el 428 a.C.
Entonces es éste nuestro marco histórico, brevísimo, para el entendimiento del Antiguo
Testamento.
En la presente lección nos acercaremos a los temas literarios del Antiguo Testamento
desde perspectivas diferentes. Primero daremos un vistazo al canon, después
observaremos la forma en que los libros del Antiguo Testamento se agrupan en la Biblia
hebrea y la Biblia cristiana y por último hablaremos de los géneros literarios.
La razón por la cual Moisés y los demás profetas escribieron los mensajes de Dios, en lugar
de contentarse con trasmitirlos oralmente es que a veces debían enviarlos a otro lugar
(Jer. 29.1; 36.1–8; 51.60s; 2 Cr. 21.12); pero con igual frecuencia era para preservarlos
para el futuro, de modo que no se los olvidara (Ex. 17.14), o como testimonio (Dt. 31.24–
26), a fin de que perdurasen para siempre (Is. 30.8). Los escritores del Antiguo Testamento
sabían que no podían confiar en la tradición oral. Una lección objetiva la tenemos en la
pérdida del libro de la ley durante los perversos reinados de Manasés y Amón: cuando
Hilcías lo volvió a encontrar, su enseñanza produjo una gran conmoción, porque había
sido olvidada (2 R. 22–23; 2 Cr. 34). Por lo tanto, la forma permanente y perdurable del
mensaje de Dios no fue la oral sino la escrita, y esto explica la formación del canon del
Antiguo Testamento.
Las referencias al Pentateuco como libro canónico, que se ven en los otros libros del
Antiguo Testamento, y que continúan en la literatura intertestamentaria, son
extraordinariamente numerosas. Indudablemente esto se debe, en parte, a su
fundamental importancia. Las referencias a otros libros como inspirados o canónicos,
dentro del Antiguo Testamento, en gran parte están limitadas a sus autores: las
principales excepciones son, probablemente, Is. 34.16; Sal. 149.9; Dn. 9.2. Otra razón de la
frecuencia con que se hace referencia al Pentateuco puede ser, no obstante, que fue la
primera sección del Antiguo Testamento que se escribió y reconoció como canónica. Esta
posibilidad surge del hecho de que se trataba básicamente de la obra de un solo profeta
de muy temprana data, que se editó después de su muerte, pero que no se mantuvo
abierta a nuevos agregados, mientras que las otras secciones del Antiguo Testamento
provinieron de autores posteriores, cuyo número no se completó hasta después del
retorno del exilio. Nadie duda de que el Pentateuco estaba completo y se aceptaba como
canónico en la época de Esdras y Nehemías, en el siglos V antes de la era cristiana, y
quizás mucho antes también. En el siglo III antes de la era cristiana se lo tradujo al griego,
convirtiéndose, de ese modo, en la primera parte de la Septuaginta. A mediados del siglo
II antes de la era cristiana existen pruebas de que los cinco libros, incluyendo Génesis, ya
se atribuían a Moisés. Posteriormente, en el mismo siglo, parece haberse completado la
división entre judíos y samaritanos, y la preservación del Pentateuco hebreo por ambas
partes desde entonces prueba que ya era propiedad común. Todo esto evidencia que ya
estaba cerrada la primera sección del canon, que consistía en los cinco libros conocidos, ni
uno más ni uno menos, solamente con variantes textuales menores que perduraron.
El resto de la Biblia hebrea tiene una estructura diferente de la castellana. Se divide en dos
secciones: los Profetas y los Escritos. Los Profetas se compone de ocho libros: los libros
históricos de Josué, Jueces, Samuel, y Reyes, y los libros oraculares de Jeremías, Ezequiel,
Isaías, y los Doce (profetas menores). Los Escritos comprende 11 libros: los líricos y los de
sabiduría, Salmos, Job, Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares, y Lamentaciones; y
los libros históricos: Daniel, Ester, Esdras-Nehemías, y Crónicas. Este es el orden
tradicional, de acuerdo con el cual el libro restante de los Escritos, Rut, sirve de prólogo a
los Salmos, porque termina con la genealogía del salmista David, aunque en la edad media
se lo colocó más adelante, junto con los otros cuatro libros igualmente breves (Cantar de
los Cantares, Eclesiastés, Lamentaciones, y Ester). Es de notar que la tradición judía
considera que Samuel, Reyes, los profetas menores, Esdras-Nehemías, y Crónicas forman
un solo libro cada uno. Esto puede indicar la capacidad promedio de cada rollo hebreo en
la época en que los libros canónicos se enumeraron y se contaron por primera vez.
Desde un punto de vista literario, y tal como aparece en nuestras Biblias actuales, los 39
libros que componen el AT se pueden dividir en tres grupos.
El orden de los libros era algo irrelevante, sin mucha importancia en la antigüedad, ya que
los libros consistían en rollos o pergaminos sueltos que no estaban compilados en forma
de libro sino hasta el siglo segundo de la era cristiana. En ese momento, los libros
requerían cierto orden para su “encuadernación”, y ahí surgen las distintas divisiones.
División Judía.
Para el año 250 a.C. cuando Ptolomeo II auspició la traducción del Antiguo Testamento
hebreo al idioma griego (la Septuaginta o versión de los LXX), ya el canon del Antiguo
Testamento había sido completado de manera tal que esta versión griega fue muy
utilizada por los autores del Nuevo Testamento al momento de citar en sus escritos al
Antiguo Testamento.
C. Históricos
Daniel
Esdras-Nehemías
Crónicas (1&2)
División Actual
Actualmente la división del AT está dada por el género literario y el autor, pues, por
ejemplo, aunque el libro de Lamentaciones de Jeremías es un libro escrito en género de
poesía no de prosa, sin embargo está clasificado por su contenido dentro de la Profecía,
no dentro de la poesía.
Géneros literarios
El Antiguo Testamento fue escrito bajo parámetros literarios de su época. Al leer sus
páginas no debemos olvidarnos de que son el mensaje de Dios a través de un
determinado género literario. El buen lector deberá entender la incidencia del género
literario en lo que está leyendo. Antes de iniciar la descripción de los géneros literarios
creo necesario para el entendimiento de ésta definir que es un género literario.
Un género literario es “cada una de las distintas categorías o clases en que se pueden
ordenar las obras literarias (DRAE, 2011) o se puede entender como género a cada una de
las categorías en que se pueden agrupar obras que participan de unas características
esenciales y se atienen a reglas comunes.(enciclopedia.us.es). En el Antiguo Testamento
encontramos en forma general al menos cuatro de estos géneros que son: narrativo,
poético, sapiencial y profético. Si bien existen otros géneros o subgéneros presentes nos
detendremos en estos que son los de mayor representación en la Escritura.
Literatura narrativa
Dentro de la literatura narrativa en el Antiguo Testamento tenemos pequeños subgéneros
así:
Narraciones míticas, tomadas generalmente de culturas circundantes, algunos
relatos de la narración (Job 38: 10 – 11).
Sagas, son relatos populares para explicar el nombre u origen de un lugar, una
tribu, una familia (Gén. 19).
Leyenda, parecidas a la saga pero su tema es religioso (Gén. 22, Jos. 5: 2 – 9).
Epopeya, es una historia contada de forma grandiosa, idealizada, para elogio de los
protagonistas, como son las narraciones de Josué y Jueces.
Tenemos otros subgéneros como fábula (Jue 9:8 - 15), relatos de sueños y visiones (Jue 7:
13 – 14), Anales (1 Re 16: 8 – 22), Crónicas (2 Sam 9), Memorias (Neh 1: 1 – 7), discurso de
despedida (Jos 24: 2 - 15).
La siguiente descripción de las narraciones es tomada de La lectura Eficaz de la Biblia (Fee
y Stuart, 1981) Las narraciones son relatos. Aunque de vez en cuando usamos la palabra
relato para describirlas, preferimos la palabra narración, porque relato ha llegado a tener
la connotación de “lo ficticio”, como un cuento de hadas o “un relato verosímil”. También
significa una sola historia, con un solo grupo de personajes y una sola trama. La Biblia, al
contrario, contiene lo que a menudo oímos llamar la historia de Dios: una historia real,
muy importante, y con frecuencia compleja. Es una historia magnífica, más grande que la
más famosa épica, con una trama mejor y más significativa en cuanto a personajes y
descripciones de lo que podría ser cualquier otra historia compuesta por los hombres. De
modo que, para las porciones de esta gran historia divina que tengan la forma de historia,
se prefiere la palabra narración en su uso técnico, pues es más objetiva y lleva a menos
ideas preconcebidas.
Las narraciones bíblicas nos cuentan cosas que sucedieron, pero no solamente cualquier
cosa. Su propósito es mostrar a Dios en acción en su creación y en medio de su pueblo. Las
narraciones lo glorifican, nos ayudan a entenderlo y valorarlo, y nos presentan una’
descripción de su providencia y protección. Al mismo tiempo, también nos dan ejemplos
de muchas otras lecciones importantes para nuestra vida. Todas las narraciones tienen
una trama y personajes (ya sean divinos, humanos, animales, vegetales u otros). Las
narraciones del Antiguo Testamento, sin embargo, tienen tramas que son parte de una
trama global especial, y tienen un grupo de personajes especiales, el más importante de
los cuales es Dios mismo. Los niveles de las narraciones es bueno saber al leer y estudiar
las narraciones del Antiguo Testamento que la historia se cuenta, en realidad, en tres
niveles. El nivel superior es todo el plan universal de Dios realizado a través de su
creación. Los aspectos clave de la trama de este nivel superior son la creación inicial; la
caída de la humanidad; el poder y la ubicuidad del pecado; la necesidad de la redención; y
la encamación y el sacrificio de Cristo. Los aspectos clave del nivel medio se centran en
Israel: el llamamiento de Abraham; el establecimiento de un linaje abrahámico a través de
los patriarcas; la esclavitud de Israel en Egipto; la liberación de la esclavitud otorgada por
Dios y la conquista de la tierra prometida en Canaán; los pecados frecuentes de Israel y su
creciente deslealtad; la protección paciente de parte de Dios y sus esfuerzos por tratar de
convencerlos; la destrucción final de Israel, el reino del norte, y luego de Iudá: y la
restauración del pueblo santo después del exilio. Luego viene el nivel inferior. Aquí se
encuentran los centenares de narraciones sueltas que componen los otros dos niveles: la
narración de José vendido por sus hermanos a la caravana de árabes camino de Egipto; la
narración de Gedeón y la forma en que probó a Dios con el vellocino; la narración del
adulterio de David con Betsabé y muchas’ más.
Observe, con cuidado: cada narración en particular en el Antiguo Testamento (nivel
inferior) es por lo menos parte de la narración mayor de la historia de Israel en el mundo
(nivel medio), que a su vez forma parte de la narración de la creación de Dios y su
redención (nivel superior). Esta última narración continúa en el Nuevo Testamento.
Literatura poética
Dentro de las elaboraciones poéticas tenemos diversos tipos de construcciones artísticas,
estas representan los sentimientos de Israel en el Antiguo Testamento. Los subgéneros
que encontramos son:
Cánticos populares: de trabajo (Num 21: 17 – 18), de burla (Num 21: 27 – 30), sátira (Isa
23: 15 – 16), de banquetes (Isa 5: 11 – 13), elegía (2 Sam 1: 19 – 27), de victoria (Ex 15), de
amor (Cantares).
Cánticos cultuales: súplicas (Sal 6), himnos (Sal 8), acciones de gracia (Sal 18), salmos
reales (Sal 2) y salmos graduales o de ascenso (Sal 15).
Con excepción de la rima, el hebreo utiliza plenamente los elementos literarios comunes a
todo tipo de poesía. La asonancia no está ausente. Abundan el símil y la metáfora. La
aliteración, generalmente “escondida”, también está presente. Se invoca la ayuda
mnemónica del acróstico. El ejemplo más conocido es el Sal. 119, dispuesto en estrofas de
ocho versos, y en el que se asigna a cada estrofa una letra del alfabeto, y cada verso
comienza con ella.
1. Literatura sapiencial
Dentro de la literatura sapiencial tenemos diferentes formas de presentación a modo de
subgénero así:
Mashal, es una sentencia, una máxima o un dicho breve que encierra una doctrina y
moralidad. (Prov. 1), refrán (1 Sam 24: 14), proverbio (Prov. 10), enigma o adivinanza (Jue
14: 13 - 18), poema didáctico sapiencial (Ecle. 3: 1 – 9).
Los sabios se valían de diversos recursos literarios como auxiliares para la memoria. El
recurso más frecuente consistía en usar el paralelismo poético, ya sea de tipo sintético o
antitético. Las comparaciones son comunes (por ejemplo Pr. 17.1), como lo son las
secuencias numéricas (por ejemplo Pr. 30.15ss). Ocasionalmente se emplean esquemas
aliterativos y acrósticos (por ejemplo Sal. 37; Pr. 31.10–31). Los acertijos (Jue. 14.12ss;
compárese 1 R. 10.1), las fábulas (por ejemplo Jue. 9.7–15; Ez. 17.3ss; 19.1ss), las
parábolas, que son ampliaciones de las comparaciones mencionadas arriba (por ejemplo 2
S. 12.1–4; Is. 28.4), y las alegorías (por ejemplo Is. 5.1–7) forman parte del repertorio del
sabio.
2. Literatura profética
Dentro de las profecías en el Antiguo Testamento tenemos diversos tipos:
Oráculo de Amenaza (Isa 7: 18 - 25), oráculo de salvación (Jer 31: 1 – 22), relato de
vocación (Isa 6: 1 - 13), acción simbólica (Isa 8), ayes o predicciones de desgracias (Isa 5:
18 – 24), visión extática (Amos 7: 1 – 9)
Los profetas se presentaban ante sus coetáneos como portadores de una palabra divina, o
sea el oráculo, que entrañaba un mensaje de parte de Dios. Desde luego, esta palabra
llevaba la impronta de la propia personalidad y experiencia peculiar del profeta,
distinguiéndose netamente los oráculos de Amós de los de Jeremías en la medida en que
se diferenciaban sus respectivas personalidades. Debido a este hecho distinguimos dos
aspectos en los mensajes de los libros proféticos: por una parte constituyen las palabras
que Dios entrega a su siervo al escogerlo como portavoz suyo, mientras que por otra no
dejan de ser palabras de cierto hombre que vivió en una época dada, y que surge, por lo
tanto, de determinadas circunstancias. A veces los profetas revestían sus oráculos de
formas parabólicas o alegóricas (por ejemplo Is. 5.1–7; 2 S. 12.1–7; y, especialmente, Ez.
16 y 23), pero el “oráculo dramatizado” vino a ser el tipo más llamativo de la presentación
de su mensaje. Si no pensamos más que en una especie de “ayuda visual didáctica” no
llegaremos a comprender la verdadera naturaleza y función del oráculo dramatizado.
Naturalmente que servía de ayuda visual, pero hemos de recordar, además, el concepto
hebreo de la eficacia de la palabra, según el cual aquella agregaba potencia al impacto de
la palabra en la situación contemporánea que ilustraba. Hay un buen ejemplo de esto en
la entrevista que se verificó entre el rey Joás y el profeta Eliseo, ya moribundo (2 R.
13.14ss). El versículo 17 describe cómo fue disparada la flecha que simbolizaba la victoria
del Señor sobre Siria. Por tal medio el profeta introdujo al rey en la esfera de las acciones
simbólicas, pasando luego a averiguar hasta qué punto la fe del rey podía aprovechar la
promesa señalada. El rey hirió la tierra tres veces, limitando en esa medida la acción eficaz
de la palabra de Dios, que se cumplirá hasta ese punto, sin volver a Dios vacía. En este
incidente se destaca con extremada claridad la relación exacta que existía entre el símbolo
y la palabra, como también el enlace de ambos con el desarrollo de los acontecimientos
históricos. Aprendemos que la palabra involucrada en el símbolo es sumamente eficaz,
siendo imposible que no llegue a cumplirse exactamente en el sentido señalado. Así, Isaías
caminó desnudo y descalzo (Is. 20), y Jeremías desmenuzó el vaso del alfarero en el lugar
donde se depositaban los cascotes (Jer. 19). De igual forma Ahías rompió su capa nueva en
doce pedazos, entregando diez a Jeroboam (1 R. 11.29ss), y Ezequiel puso sitio a una
ciudad modelo (Ez. 4.1–3). Mas tarde el mismo profeta se abrió paso por la pared de su
casa (Ez. 12.1ss), y no hizo duelo por la muerte de su mujer (24.15ss). Hemos de distinguir
cuidadosamente entre el oráculo dramatizado de los profetas israelitas y los ritos mágicos
de los cultos cananeos, que pretendían producir efectos análogos a los movimientos del
rito. En su esencia la representación pagana se llevaba a cabo en el plano humano, con el
intento de influir en el divino, pues la acción efectuada procuraba ejercer presión sobre
Baal, u otra divinidad, con el fin de que obrara análogamente. En cambio, el oráculo
dramatizado hallaba su origen en Dios, con efectos sobre los hombres; por su medio se
declaraba y promovía en la tierra aquella palabra de Dios que correspondía a la actividad
divina ya determinada. En esto, como en todo aspecto de la religión bíblica, la iniciativa
corresponde únicamente a Dios. (Motyer, s.f.)
Entender el Antiguo Testamento pasa por más que conocer su historia y literatura, es
necesario conocer su cultura. Cuando pensamos en cultura la debemos entender cómo
“Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico,
científico, industrial, en una época, grupo social, etc.” (RAE, 2011). El mundo del Antiguo
Testamento es rico en elementos culturales, además se debe considerar el vasto periodo
de tiempo que cubre y las variaciones que puede dar una cultura en ese tiempo. Aun así,
observaremos algunos elementos de usos y costumbres que pueden arrojar luz sobre
nuestro entendimiento del texto bíblico. La presentación de estos elementos se hará
siguiendo la información contenida en los libros de Wight, Douglas y Packer citados en la
bibliografía de la lección.
Vivienda
Las construcciones judías en los tiempos del Antiguo Testamento no eran demasiado
elaboradas. Mientras algunos pueblos buscaban que sus construcciones fueran
impactantes, las construcciones israelitas (la mayor parte del tiempo) eran prácticas y
buscaban satisfacer las necesidades básicas.
“Las moradas más comunes en el mundo antiguo eran las tiendas, que se hacían
enterrando postes, sobre los que se extendían cubiertas de tela o de pieles. El morador
de la tienda usaba cuerdas para atar dicha cubierta a las estacas que clavaba a la tierra
(Isaías 54: 2). A veces la gente usaba cortinas para dividir las tiendas en habitaciones;
cubriendo el suelo con esteras y alfombras” (Packer, 1989). Evidentemente este tipo de
vivienda responde a un momento de vida mayormente nómada, en el cuál la familia se
desplazaba de una zona a otra. Es común pensar que este tipo de vivienda era para
familias ganaderas (cómo la de Abrahán) quienes siempre iban en busca de nuevos pastos.
En cuanto a la gente que vivía en las ciudades o aldeas encontramos otro tipo de viviendas
totalmente fijas y más elaboradas que las tiendas. “Las paredes de las casas por lo común
eran de piedras, tan grandes como de 3 m. de grueso, y/o de ladrillos de barro no cocido
(Job 4:19), a veces protegidas con una gruesa lámina de piedra. En los edificios más
grandes las piedras eran cuadradas, alisadas y puntiagudas. Para entrar a una casa
pequeña, regular, desde la calle uno primero entraba a un pequeño patio. Desde allí, se
llegaba a la puerta que daba a una sala de espera; más adentro había dos recámaras.
Cuando los hijos se casaban se le hacían adiciones a la casa, según lo permitiera el espacio
usado como patio, y lo cual cambiaba todo el diseño. En un sitio escarpado o montañoso,
especialmente, se colocaba una piedra grande en la esquina para sostener las paredes; la
piedra más necesaria era denominada la piedra angular (Is. 28:6). La importancia de
dedicar una nueva casa fue reconocida al excusar al hombre de sus responsabilidades
militares hasta que la hubiese estrenado (Dt. 20:5). El piso de la casa podía ser una
superficie nivelada de piedras, aunque más a menudo eran de barro batido. Por lo general
los pisos de las casas de los ricos estaban cubiertos de losas de piedra. El templo de
Salomón estaba cubierto de tablas de ciprés (1 Re. 6:15). Las entradas eran unas aberturas
en las paredes con dinteles de piedra o de madera, pilares o postes de la puerta (Éx.
12:22, 23; 1 Re. 6:31). Las puertas podían ser de textiles, cuero o juncos, aunque las
puertas de madera aseguradas por una barra se usaron bastante temprano. Pilares de
piedra y goznes indican el uso de bisagras movibles, lo cual debe haber requerido una
construcción sólida de la puerta. Una llave se menciona tan temprano como en Jueces
3:25. Se proveían fogones, pero no chimeneas; el humo se escapaba a través de las
puertas y ventanas. También se usaron braseros (Jer. 36:22). Las ventanas estaban en alto,
y eran pequeñas aberturas con cubiertas como las puertas para protección; algunas tenían
enrejados. Los techos tenían vigas con cabrías transversales cubiertas con ramojo y una
capa de barro mezclado con paja desmenuzada. Eran techos rasos y los aplanaban”
(Douglas, 2003)
En cuanto a los implementos que se podían encontrar en una casa, se debe considerar que
eran pocos en comparación con la actualidad. Una familia pobre con probabilidades altas
sólo tendría las esteras en las cuales dormir, el fogón y un recipiente para cocinar. Por
otro lado una familia adinerada podía tener estos mismos elementos más taburetes,
candelabros y esteras donde recostarse durante el día. También eran posibles algunos
instrumentos musicales o elementos relacionados con el oficio de la familia en cuestión.
Alimentación
En la época del Antiguo Testamento las personas acostumbraban solamente dos comidas,
una en la mañana y otra al atardecer. Estas comidas eran sencillas y estaban
estrechamente relacionadas con los alimentos disponibles en la región donde se
encontraba la persona, lo cual hacia común el consumo de alimentos específicos
dependiendo de la época del año y una dieta que la mayoría del tiempo no se consideraba
balanceada. Los alimentos más comunes en la época eran:
1. El pan, era elaborado con trigo molido, se mezclaba con agua y algo de aceite,
comúnmente aceite de oliva y se horneaba. Algunas personas consumían también pan
elaborado con cebada en lugar de trigo aunque ésta preparación era menos apreciada.
2. Las Verduras y legumbres eran comunes en la comida, especialmente los granos como
la lenteja y algunas verduras como puerros, pepinos y ajo. Comer estos alimentos
dependería de la zona geográfica y de la temporada del año.
3. La leche, esta se considerada un alimento básico, podía obtenerse de los ganados que
las personas pastoreaban. Con la leche se hacían mantequillas y quesos también para
el consumo familiar, en ocasiones se dejaba fermentar para hacer yogurt.
4. Las carnes rojas eran poco comidas por personas pobres (exceptuando algunas fiestas
donde participaban de estos alimentos), los evangelios evidencian gran uso del
pescado como alimento, especialmente en zonas costeras, ya sea en el mar
mediterráneo o en las zonas alrededor del mar de Galilea, también era común el
consumo de huevos.
5. Las frutas hacían parte también de la dieta, en especial cuando estaban en cosecha, se
consumían olivas, uvas frescas, higos (eran comunes estuviesen frescos o secos),
granadas, melones, almendras, pistachos y dátiles (estos últimos no se mencionan en
la Biblia pero sí en la literatura contemporánea).
Acompañando la dieta y para condimentar era común el uso de la miel, que se utilizaba
como endulzante para bebidas o para untar en el pan y la sal era usada como condimento
y se conseguía en las minas cerca al mar muerto. Cómo bebida las personas del siglo
primero consumían agua y vino. El agua era recogida de pozos cercanos a las aldeas y el
vino se elaboraba en recipientes de cuero que se dejaban fermentar durante 6 semanas y
después se pasaban a recipientes de arcilla con un orificio que permitía la salida de los
gases. En la época de Jesús las normas de higiene estaban relacionadas al lavado de
manos antes de participar de los alimentos ya que había un cuenco central del que todas
las personas participaban directamente y sin cubiertos.
Vestido
La forma de vestir del mundo antiguo era bastante simple, normalmente una túnica
ceñida por un cinto y en algunos casos un calzón debajo de la misma. La túnica, era el
vestido esencial, se hacía de dos piezas de tejido cocido en forma horizontal con una
abertura en el cuello en forma de v y dos en las esquinas para los brazos. Normalmente se
hacían de lana, lino o algodón (depende de la capacidad económica de su dueño), también
habían de cilicio (saco) pero eran ásperas e incomodas. Las túnicas de los hombres eran
más cortas que las de las mujeres y solían ser de colores, en cambio las de estas solían ser
azules y con bordado en el cuello. El cinto, la túnica se ceñía a la cintura con un cinto de
cuero, éste también servía para guardar la bolsa de dinero o llevar el arma. Es de
consideración que cuando la Escritura se refiere a ceñir los lomos hace alusión a meter el
borde de la túnica dentro del cinto para facilitar el movimiento. El manto, era una pieza
de tela (lana o lino) que servía como abrigo, era común en personas con mucho dinero (los
mantos de lino) y esencial si se vivía en zonas donde hacía mucho frío. El calzado, era
hecho con cuero de vaca y se empleaba al estilo de sandalia, pasaba entre el dedo gordo y
el índice del pie y se ataba al tobillo con una tira echa también de cuero. En algunas
ocasiones su modelo era más elaborado y cubría también la parte superior del pie. El
sombrero, era común utilizar tela envuelta sobre la cabeza (a modo de turbante) para
protegerse del sol, las mujeres también acostumbraban llevar un tocado de tela sobre sus
cabezas, en algunos casos la mujer llevaba velo sobre su rostro.
Trabajos
A continuación se presentan un listado de oficios presentes en el Antiguo Testamento.
Estos oficios hacen parte de un listado mayor en Diccionario bíblico Mundo Hispano
(Douglas, 2003)
1. Anciano. Hombres de Israel que constituían una de las tres clases representadas en el
Sanedrín. Los ancianos eran considerados los hombres importantes o magistrados (Sal.
105:22; Núm. 11:16-30).
2. Adivino. Uno que practica las artes de los magos y astrólogos, pretendiendo predecir o
anticipar acontecimientos con la ayuda de espíritus malignos (Is. 47:9, 12). En un
sentido más amplio, un adivino es uno que se desempeña en cualquier aspecto del
ocultismo (Éx. 7:11; 22:18; Jer. 27:9).
3. Agricultor. Caín trabajó la tierra y Abel fue pastor de ovejas (Gén. 4).Cuando Israel
entró a la tierra de Canaán, la agricultura tomó una nueva forma. Los agricultores
también fueron llamados labradores, viñadores, campesinos y obreros, y estaban
sujetos a ciertas leyes (Is. 28:24; Jer. 14:4)
4. Alfarero. En la antigüedad, los alfareros vivían en asentamientos en la parte baja de la
ciudad de Jerusalén (Jer. 18:2-4), en las cercanías de Hebrón y Beit Jibrin, donde
abundaba la arcilla y donde probablemente estuvieran ubicadas las alfarerías reales (1
Cró. 4:23). El fabricante de vasijas de barro fue uno de los primeros productores de
bienes manufacturados. El alfarero buscaba la arcilla apropiada, la preparaba
quitándole las piedras y otras durezas, la modelaba y formaba la vasija deseada, la
horneaba y la comercializaba. Si la vasija se malograba durante el proceso de
modelado, se la volvía a modelar a fin de hacer una nueva vasija (Jer. 18:3, 4).
5. Artesano. Una persona que trabajaba la piedra, madera o metal. El primer artífice
mencionado en la Biblia es Tubal-caín (Gén. 4:2). Tan necesaria era la profesión de los
artífices en los preparativos para la guerra antigua que los conquistadores quitaban a
todos los artífices y artesanos de las tierras conquistadas a fin de impedir la
recuperación de su potencial (Is. 44:12; 54:16; Jer. 24:1).
6. Artífice. Uno que fabricaba objetos de cualquier material, como ser un carpintero,
orfebre, grabador, etc. Llamados también en diferentes versiones de la Biblia
forjadores, herreros o acicaladores, eran hábiles para trabajar los metales, tallar la
madera e incrustarla con oro, en engarzar piedras preciosas y en el diseño de
bordados (2 Re. 24:14, 16; Jer. 24:1). El rey Salomón obtuvo de Hiram, rey de Tiro,
artesanos para la construcción del templo (1 Reyes 7:14).
7. Brujo. Uno que obtiene, o aparenta obtener, conocimiento secreto, particularmente
con respecto a lo futuro. Su figura contrastaba con la del profeta del Señor, ya que se
consideraba que era inspirado por poderes demoníacos, en tanto que el profeta del
Señor era inspirado por el Espíritu de Dios (Zac. 10:2). Balaam era un brujo pagano,
pero por un momento se elevó a la condición de un confiable profeta del Señor. Más
adelante, aconsejó a Balac acerca de un plan para destruir a Israel (Núm. 22—25;
31:15, 16). Aunque el brujo o adivino se mencione junto al profeta, esto no constituye
una aprobación de la adivinación (1 Sam. 6:2; Jer. 27:9; Dan. 4:7).
8. Cantero. Uno que trabajaba la piedra. Sus herramientas eran la plomada, la varilla de
medición, el nivel, el martillo con borde dentado para trabajar la piedra y una pequeña
canasta para retirar tierra (2 Re. 12:12; 22:6; 1 Cró.22:15).
9. Cantor. Un vocalista profesional o entrenado. La música hebrea fue
fundamentalmente vocal (2 Sam. 19:35). Salomón compuso canciones (1 Re. 4:32). El
coro especial de David sumaba 288 integrantes (1 Cró. 25:7).
10. Capataz. Una persona cuya función era la de asignar tareas; un supervisor. El faraón
puso capataces sobre los hebreos para hacer que su trabajo fuera más duro y
agotador. El confiaba en que tal opresión quebraría sus fuerzas físicas y reduciría su
crecimiento numérico a la vez que ahogaría todo anhelo de alcanzar alguna vez la
libertad (Éx. 1:11; 3:7; 5:6, 10, 13, 14).
11. Carpintero. Uno que labraba la madera; un constructor. En la Biblia se menciona a
menudo el trabajo de los carpinteros (Gén. 6:14; Éx. 37; Is. 44:13). David empleó a
carpinteros fenicios en la construcción de su palacio (2 Sam. 5:11; 1 Cró. 14:1). Algunas
de las herramientas utilizadas por los antiguos egipcios eran la azuela, el serrucho o
sierra, la escuadra, la lezna, el martillo y el recipiente para la cola (Éx. 21:6; Jer.10:4).
12. Cazador. La tarea de cazador, ya sea de aves u otros animales, fue una de las
ocupaciones más antiguas. Lo que en principio fue un medio de supervivencia llegó a
constituirse en una forma de recreación. Se la tenía en alta estima y todas las clases
sociales la practicaban, especialmente los nobles (Gén. 10:9; 27:3, 5; 1 Sam. 26:20). Se
mencionan en la Biblia tres métodos de caza principales: (1) La caza con arco y flecha
(Gén. 27:3), (2) atrapando con red y jaulas, especialmente cuando se trataba de aves
como codornices, perdices y patos (Jer. 5:27; Am. 3:5) y (3) pozos cubiertos con una
red o con malezas, para atrapar ciervos, zorros, lobos, osos, leones, etc. (Sal. 35:7;
Isa.24:18; 42:22).
13. Centinela, Guardia. Uno que se paraba sobre la torre en los muros, o a las puertas de
la ciudad, o que patrullaba las calles. Además de proteger de la violencia a la ciudad y
a sus habitantes, debía ir anunciando las horas de la noche (2 Sam. 18:24-27). Los
profetas de Dios también fueron sus centinelas, para advertir a su pueblo (Is. 21:6).
14. Consejero. Uno que asesoraba en cualquier asunto, particularmente como asesor del
rey en asuntos de Estado (2 Sam. 15:12; 1 Cró. 27:33). Su función generalmente lo
colocaba entre los hombres más importantes del gobierno (Esd. 4:5; Job 3:14; 12:17).
15. Copero. Un funcionario de considerable importancia, quien atendía a los monarcas
orientales. El copero debía probar los alimentos y el vino antes de servirlos, como una
forma de asegurar al rey que no estaban envenenados (Gén. 40:1; Neh. 1:11). El
copero gozaba de la estima y confianza de su señor (1 Re. 10:5; 2 Cró. 9:4).
16. Cronista. Un alto funcionario en el Estado judío, que ejercía las funciones no
simplemente de un analista sino de canciller o de presidente del consejo del rey o de
los gobernadores (Is. 36:3, 22). No sólo era el gran custodio de los registros públicos,
sino que también tenía la responsabilidad de registrar las transacciones del gobierno
(2 Sam. 8:16; 20:24). En la corte de David el cronista figura entre los altos funcionarios
de su casa (2 Sam. 8:16; 20:24). En la corte de Salomón el cronista está asociado con
los tres secretarios (1 Re. 4:3).
17. Esclavo. Una persona sujeta a servidumbre. Los esclavos judíos podían ser de dos tipos
(hebreos o no hebreos), y ambos estaban protegidos por la legislación. Los hebreos
llegaban a ser esclavos por causa de pobreza, deudas, imposibilidad de devolver
dinero, o por ser vendidos como servidores personales. La esclavitud de hebreos era la
forma más benigna de servidumbre (Éx. 21:20-32; Dt. 21:14; Jer: 34:8-16). En tiempos
de Cristo, la esclavitud estaba instituida en todo el mundo y era considerada como una
condición normal de la sociedad, aun por las personas más sabias.
18. Escriba. Una persona empleada para atender a la correspondencia y llevar las cuentas,
y a quien se le daba un lugar destacado, igual al del sumo sacerdote (Prov. 25:1). El
escriba llegó a ser considerado un estudioso y un intérprete de la ley (Neh. 8:1-13).
19. Escritor. Los hebreos tuvieron conocimiento de la escritura en una época temprana.
Escribieron sobre diferentes tipos de materiales: tablas de piedra, metal, yeso, pieles,
papel o papiro fabricado utilizando juncos, o en vitela fina. Las plumas también eran
diferentes, para adecuarse a los diferentes materiales sobre los cuales se escribiría
(Jue. 5:14; Sal. 45:1; Ez.9:2).
20. Esquilador, Trasquilador. Cuando la lana de las ovejas ha crecido y está lista para ser
trasquilada, se proclama un tiempo de esquila, y es un tiempo de regocijo (Gén. 38:12;
2 Sam. 13:23, 24). Esta fiesta generalmente se destaca por ser un tiempo de diversión
(Gén. 31:19).
21. Funcionario. Una persona designada para atender los asuntos personales de un
soberano (Gén 39:1). Salomón introdujo a la corte el oficio de mayordomo, siendo
conocido también como administrador (1 Re. 4:6; 16:9; 18:3). Sus funciones parecen
haber sido la superintendencia del palacio y el atender a los aspectos ceremoniales.
22. Juez. Debía haber jueces sobre miles, sobre cientos y sobre cincuenta (Éx. 18:19-26;
Dt. 1:16). Después de entrar en Canaán, los jueces se sentaban a las puertas de las
ciudades para realizar sus oficios (Dt. 16:18).
23. Labrador, Arador. Utilizados en diferentes traducciones de la Biblia, ambos términos
son sinónimos, y se refieren al agricultor en general (Is. 28:24; 61:65).
24. Lavador. Uno que limpia o blanquea ropas. El lavado se realizaba pisoteando las
prendas o golpeándolas con palos dentro de recipientes con agua. El lugar de trabajo
del lavador generalmente estaba situado fuera de la ciudad, debido a los olores
desagradables emanados de las sustancias utilizadas en el proceso de blanqueado
(álcali, jabón, orina fermentada, vapores sulfurosos, etc.). En Jerusalén, el Campo del
Lavador, o la heredad del Lavador, estaba situado cerca del acueducto del estanque de
arriba (2 Re. 18:17; Is. 7:3).
25. Médico. Uno que entiende y practica la medicina en el arte de curar. Se esperaba que
los sacerdotes y los profetas tuviesen algún conocimiento de medicina. En tiempos de
Moisés había parteras y médicos de profesión que atendían a los israelitas (Éx. 1:19).
En Egipto, los médicos también asistían en las tareas de embalsamamiento (Gén.
50:2).
26. Mercader, Comerciante. Uno dedicado a la venta de mercancías. En algunas ocasiones
se los menciona como personas honorables (2 Cró. 9:13, 14), pero en algunos casos
eran deshonestos (Os. 12:7), y en ocasiones se los condena porque únicamente
perseguían ganancias materiales.
27. Músico. La música hebrea era fundamentalmente vocal, no obstante, muchos de los
salmos ofrecen rasgos que, para algunos intérpretes, parecen indicar que estaban
preparados para ser acompañados por instrumentos musicales (1 Re. 10:12; 2
Cró.9:11).
28. Panadero, Amasador. Un oficio que ocupaba una calle especial en Jerusalén (Jer.
37:21; 1 Sam. 8:13). Además del panadero de familia y el panadero público, estaba el
panadero real, quien amasaba para el rey (Gén. 40:1-22; 41:10).
29. Pastor. Uno que cuida los bueyes, ovejas, cabras y camellos. Los patriarcas fueron
destacados pastores. Los pastores de David se contaron entre sus principales
funcionarios de estado. En general, no obstante, el pastor rara vez era el dueño del
rebaño o el grupo de animales que cuidaban (Gén. 13:7; 26:20; 1 Sam. 21:7). La
función del pastor es la de proteger al rebaño de las bestias, evitar que las ovejas
deambulen solas y se pierdan, y dirigirlas hacia los pastos adecuados.
30. Portero. También traducido como guarda o guardia de la puerta (2 Sam. 18:26; 1 Cró.
9:22). A los levitas que tenían a su cargo las diferentes entradas al templo se los
llamaba porteros (1 Cró. 9:17; 15:18).
31. Soldado. Uno que se alista en el servicio militar y recibe dinero por ello. En los
primeros tiempos de Israel, todo varón mayor de 20 años era un soldado (Núm. 1:3); y
cada tribu formaba un escuadrón, con su propio estandarte y su propio líder (2:2;
10:14). Hasta el tiempo de David, el ejército estaba formado totalmente por fuerzas de
infantería (1 Sam. 4:10; 15:4), debido a que la utilización de caballos estaba limitada
por mandato divino (Dt 17:6). Con el tiempo, los judíos asignaron gran importancia a
los carros (1 Re. 22; 2 Re. 9).
32. Tejedor. Una persona que es hábil en la fabricación de tela o mantas con hilo o fibra
hilada. Los materiales fibrosos utilizados para tejer eran por lo general el hilo, la fibra
de lino y la lana (Éx. 35:35; Lev. 13:48).
33. Tesorero. Un funcionario importante en las cortes del Medio Oriente, siendo
probablemente la persona a cargo de los ingresos y egresos del erario público (Esd.
1:8; 7:21). Esta designación se aplicaba al funcionario de Estado, se consideraba
superior a cualquier otra y a veces hasta recaía sobre el heredero al trono (2 Cró.
26:21).
34. Vidente. Una persona que se consideraba que tenía la capacidad de anticiparse a las
cosas o los acontecimientos; un profeta (1 Sam. 9:9, 11, 19). A menudo, los reyes y los
gobernantes tenían sus propios videntes para ayudarlos en las tomas de decisiones.
Organización familiar
El acercamiento a la familia y su organización en el periodo del Antiguo Testamento ha
sido modificado del presentado en el diccionario bíblico del Mundo Hispano (Douglas,
2003).
En un marco patriarcal el padre era la cabeza de la familia, con autoridad sobre su esposa,
hijos, hijas solteras y a veces los hijos casados y sus familias, así como los primos y sus
familias y posiblemente los abuelos y hasta los bisabuelos (Gén. 46:8-26). Los miembros
adicionales de la casa incluidos en la designación de familia serían las concubinas, los
sirvientes, los esclavos, las visitas y a veces los prisioneros de guerra. Se practicaba algo de
poligamia y esto también hacía que la unidad familiar fuera más extensa.
Algunas de las familias que volvieron del exilio en Babilonia comprendían varios cientos de
miembros (Esd. 8:1-4). Un vínculo común de sangre unía a los miembros de la familia
extendida o clan, quienes se llamaban hermanos (1 Sam. 20:29). Los miembros del clan
aceptaban la responsabilidad comunal por asistir, proteger, compartir el trabajo, ser leales
y cooperar para el bienestar general de la familia. Al ir enfocándose cada vez más la
unidad familiar el sentido de responsabilidad comunal fue disminuyendo y los llamados de
atención sobre las responsabilidades hacia las viudas y los huérfanos se volvieron más
frecuentes (Is. 1:17; Jer. 7:6). Las disputas familiares disminuyeron ya que la venganza por
el honor de los miembros de la familia extendida ya no era común, aunque a veces se
practicaba y se esperaba (2 Sam. 3:27; 16:8; Neh. 4:14).
Las prácticas y los festivales religiosos frecuentemente estaban orientados hacia la familia,
especialmente la Pascua, que era celebrada como una comida religiosa y ofrenda de
acción de gracias familiar (Éx. 12:3, 4, 46). En la época patriarcal, antes de que la
adoración se centralizara en el templo y luego en la sinagoga, los padres ofrecían el
sacrificio a Dios (Gén. 31:54). El padre era responsable por el bienestar económico de
aquellos sobre los cuales tenía autoridad. Podía venderse la familia entera por haberse
endeudado y se esperaba que los tíos y los primos evitaran que la propiedad familiar
pasara a manos ajenas (Lev. 25:25; Jer. 32:6-15). Las enseñanzas de la historia, religión,
leyes y costumbres hebreas pasaban de padre a hijo en el marco familiar (Éx. 10:2; 12:26)
y se reforzaban con los numerosos ritos celebrados dentro de la casa, frecuentemente
asociados con las comidas en familia. La lista de las posesiones del hombre incluía a su
esposa, siervos, esclavos, bienes y animales (Éx. 20:17; Dt. 5:21). Hasta la frase “tomar una
mujer” viene de una frase que significa convertirse en el amo de una esposa (Dt. 24:1).
Aunque la esposa se dirigía al esposo en términos subordinados, la posición de la esposa
era más alta que la del resto de la casa. La responsabilidad principal de la madre era la de
producir hijos, preferentemente varones. Un gran número de varones, que se convertían
en trabajadores a una edad temprana, aseguraba la prosperidad económica y la seguridad
futura de la familia. A lo largo de la vida la mujer estaba sujeta a la autoridad protectora
de un pariente varón; como hija, la del padre y como esposa, la del marido. Si enviudaba,
el pariente varón más cercano se convertía en su protector y (bajo las provisiones
matrimoniales del levirato) en su redentor. La dote pagada por el novio al padre de su
prometida, aunque no era un precio de compra directamente, tenía la intención de
compensar al padre por la pérdida de los servicios de la hija (Gén. 29:18, 27; Éx. 22:16,
17). Después del matrimonio la novia normalmente iba a vivir con la familia del esposo.
Así se convertía en parte de ese grupo familiar extendido y estaba sujeta a su autoridad.
Aparte del deber primario de tener hijos, la responsabilidad principal de la esposa era la
organización de la casa: alimento, ropa y animales domésticos. En muchas familias se
buscaba su opinión para tomar decisiones y se respetaban sus ideas (Éx. 20:12).
Con el advenimiento de la ley mosaica, el padre ya no podía matar a sus hijos sin referir el
caso a las autoridades. Es así que los ancianos atendían acusaciones de desobediencia,
glotonería y borrachera, las cuales se podían castigar con la muerte por apedreamiento
de ser hallados culpables los acusados (Dt. 21:20, 21). Sin embargo, los hijos ya no podían
ser considerados responsables por las ofensas de sus padres (Dt. 24:16). Para la época del
rey David, existía el derecho de la apelación final al monarca mismo (2 Sam. 14:4-11). Con
frecuencia no se consultaba ni a los varones ni a las mujeres cuando se les escogían los
compañeros de matrimonio. El matrimonio muchas veces era una alianza o un contrato
entre familias y se consideraba que los deseos del individuo no eran dignos de
consideración. Aunque se les amaba y valoraba, no se consentía a los hijos (Ecl. 30:9-12).
Como responsable de la disciplina de la familia, el padre no perdonaba la vara (Prov.
13:24; 22:15; 29:15-17). En la época post-exílica, la educación más formal del hijo varón se
llevaba a cabo dentro del ámbito de la sinagoga, y justo antes de la época de Cristo se
introdujo una forma de educación general en Palestina.
1. Los días en el registro bíblico del tiempo inician con el relato de la creación. Mientras
que el día babilonio empezaba al amanecer, la Biblia reconoce el lapso de 24 horas
desde la puesta del sol a la siguiente puesta del sol (Dt 23:11). Los días de la semana
no tenían nombre, pero se les designaba por números ordinales. El sabbath no era el
nombre del séptimo día sino una designación sagrada. Israel tenía formas de regular el
tiempo (Is. 39:8, 2 Re. 20:9, 10). Los primeros hebreos dividieron la noche en tres
vigilias (Éx. 14:24; Jue. 7:19).
2. La semana de siete días es de origen semítico. Aunque Dios puso especial énfasis en el
séptimo día al tiempo de la creación, la primera instancia que se registra de la
observancia de un sábado fue cuando los israelitas estaban recogiendo maná en el
desierto (Éx. 16:23). Cuando Moisés transmitió a Israel el cuarto mandamiento en el
Decálogo (Éx. 20:8), fue destinado como una señal memorial perpetua del pacto entre
Dios y su pueblo escogido.
3. El mes hebreo comenzó con la luna nueva. Los primeros israelitas designaron sus
meses por nombres que tomaron prestados de los cananeos o fenicios. Estos nombres
tenían connotaciones de la estación; p. ej., Abib (Éx. 13:4; Dt. 16:1) correspondía al
Nisán en el calendario posterior, significando “mes de los oídos sazonados”.
4. Años. El calendario del AT contenía dos años concurrentes: el año sagrado, que daba
inicio en la primavera con el mes de Nisán, y el año civil, que comenzaba en el otoño
con Tishri. El año sagrado fue instituido por Moisés luego del éxodo, mientras que el
año civil reclama ser reconocido desde la creación. Las fiestas y los ayunos estaban
tejidos intricadamente en el año sagrado lunar/solar. Tres grandes fiestas históricas
fueron instituidas por Moisés: la fiesta del pan sin levadura, la fiesta de la siega, y la
fiesta de la cosecha (Éx. 23:14-16), correspondientes las dos primeras
aproximadamente a la Pascua y Pentecostés. Había también numerosas fiestas
menores.
5. Ciclos. De la santificación por Dios del séptimo día, surgió un carácter especial de lo
sagrado en relación al número siete. El sábado de siete días, Pentecostés (al término
de siete semanas después de la Pascua) y la fiesta de Trompetas (introduciendo el
séptimo mes sagrado), eran todas asambleas designadas del Señor. El año sabático
era uno de solemne reposo para los señores, esclavos, bestias de carga y de la tierra, y
de libertad para los esclavos hebreos (Éxodo 23:10, 11; Levítico 25:3-7). El Jubileo,
cada quincuagésimo año, siguiendo a las siete semanas de años, era un año
consagrado cuya observancia incluía reuniones familiares, hipotecas canceladas y el
retorno de tierras a sus dueños originales (Levítico 25:8-17).
PANORAMA DEL NUEVO TESTAMENTO
Geografía del Nuevo Testamento
El centro del relato del Nuevo Testamento es el territorio conocido con el nombre de
Celesiria, conformado por la tierra de Israel y el sur de Siria. Es en este territorio dónde
vive Jesús y dónde da inicio la iglesia cristiana, de éste saldrían las primeras misiones al
mundo gentil y es allí donde los cristianos se enfrentarían a las primeras persecuciones y
resolverían las primeras dificultades doctrinales. Para los rabinos judíos lo que algunos
llaman Palestina era simplemente “la Tierra” ellos no hacían uso de la designación para el
lugar que los demás usaban. Los demás países estaban incluidos dentro de la expresión
“fuera de la tierra”(Edersheim, 1990). Este concepto no identifica la geografía, identifica
un acercamiento ritual. En verdad, por bella que fuera la tierra, su conjunción con
bendiciones espirituales más elevadas le daba su valor real y más elevado. “Es sólo en la
tierra que se manifiesta la Shekiná” enseñaban los rabinos. Fuera de las sagradas
fronteras no era posible tal revelación”
Topografía
Cómo hemos mencionado el territorio se puede dividir en cinco franjas, éstas tienen las
siguientes características:
1. Llanura costera: Bordea el mar mediterráneo, es más ancha en el sur (48 km) que en el
norte (2 km la parte más angosta)
2. La sefela: son colinas entre la llanura costera y la región montañosa, es una zona de
gran producción agrícola debido a la humedad que proviene del mar. Es también una
región para el pastoreo de ovejas y cabras.
3. Montañas centrales: Es la espina dorsal del territorio israelita, inicia la cadena
montañosa en la actual Turquía, pasa por el libano y desciende por Galilea, Samaria y
Judea. Se pueden dividir en estas tres partes
a. Galilea: Están bordeando el lago de Galilea, entre estas y Samaria se encuentra
el valle de Esdraelón.
b. Samaria: Están en la región central terminando de formar el valle.
c. Judea: Están en la parte más oriental de la región y desciende hasta el mar
muerto. Son también las montañas más rocosas de la región, no son tan
fértiles como la región occidental del país.
En la región montañosa se cultivaban uvas, olivos e higos, pues la inclinación
facilitaba las técnicas de riego. También el ser abruptas les permitía que se
defendieran las ciudades con mayor facilidad.
4. Valle del Jordán. El río Jordán nace en el norte (en los montes Tauros) y desciende a lo
largo de un recorrido de 280 kms. Nace a 900 mts de altura sobre el nivel del mar y
termina en el mar muerto en una depresión a 390 mts bajo el nivel del mar. El Jordán
tiene 177 kms desde el mar de Galilea hasta el mar Muerto, desciende 190 mts entre
estos dos cuerpos de Agua y tiene una anchura de entre 30 – 60 metros.
5. Meseta trasjordana (Montes orientales) Están al otro lado del Jordán, es similar a la
zona montañosa de Judea y están habitados en su mayoría por griegos y romanos.
Vías
Los romanos se caracterizaron en su imperio por las construcciones y la calidad de las
mismas, un elemento ampliamente desarrollado dentro de éstas es el de las vías. Las vías
romanas facilitaron las comunicaciones y el transporte dentro del imperio. Por la región
de Celesiria pasaban cuatro vías de gran importancia que tienen el siguiente recorrido:
(Ver imagen de vías)
1. De Gaza a Damasco. Pasa por Hebrón, Belén, Jerusalén y Jericó. Cruza el Jordán y
toma el camino real.
2. Vía Maris: Desde Damasco pasa por el mar de Galilea y toma Capernaúm, Nazaret,
por el valle de Esdraelón hasta Tolemaida y desciende por toda la costa hasta
Egipto.
3. De Jerusalén hasta Capernaúm
4. Camino Real: por el oriente del Jordán desde Nabatea hasta Damasco.
Clima
El clima en la región era bastante constante, en él se puede observar un clima como el
que se describe a continuación de acuerdo a las estaciones del año:
Invierno. Era relativamente corto, la temperatura en la llanura y la Sefela estaba entre los
10 – 15 C, en las montañas en 7C. Caía nieve en las montañas más altas.
Primavera. Se mantiene una temperatura que ronda los 22C en casi toda la región, vienen
las lluvias tardía en esta época.
Verano. Duraba aproximadamente 5 meses y tenía una temperatura de entre 27 y 33
grados exceptuando lugares muy bajos donde se alcanzaban los 38 grados
Otoño. Era un tiempo seco y menos caluroso que se veía afectado por los vientos
provenientes del mar mediterráneo.
Asia menor
Muchas de las ciudades mencionadas en el Nuevo Testamento se encuentran ubicadas en
ésta zona. El Asia Menor, también conocida como Anatolia (Territorio actual de Turquía)
Se encuentra entre los mares Negro, Egeo y Mediterráneo. Tiene un territorio de 520.000
Km2 y representa la división histórica entre Asia y Europa. El territorio estaba atravesado
por diferentes cadenas montañosas y ríos poco navegables.
Los relatos que encontramos en el Nuevo Testamento tienen un marco cultural que
resulta común, se dan dentro del mundo romano y están determinados en muchos
factores por la cultura helenista. A continuación se detallarán algunos elementos de la
cultura helenista que pueden servir para iluminar nuestra comprensión del texto del
Nuevo Testamento.
El vestuario
La forma de vestir del mundo antiguo era bastante simple, normalmente una túnica
ceñida por un cinto y en algunos casos un calzón debajo de la misma. La túnica, era el
vestido esencial, se hacía de dos piezas de tejido cocido en forma horizontal con una
abertura en el cuello en forma de v y dos en las esquinas para los brazos. Normalmente se
hacían de lana, lino o algodón (depende de la capacidad económica de su dueño), también
habían de cilicio (saco) pero eran ásperas e incomodas. Las túnicas de los hombres eran
más cortas que las de las mujeres y solían ser de colores, en cambio las de estas solían ser
azules y con bordado en el cuello. El cinto, la túnica se ceñía a la cintura con un cinto de
cuero, éste también servía para guardar la bolsa de dinero o llevar el arma. Es de
consideración que cuando la Escritura se refiere a ceñir los lomos hace alusión a meter el
borde de la túnica dentro del cinto para facilitar el movimiento. El manto, era una pieza
de tela (lana o lino) que servía como abrigo, era común en personas con mucho dinero (los
mantos de lino) y esencial si se vivía en zonas donde hacía mucho frío. El calzado, era
hecho con cuero de vaca y se empleaba al estilo de sandalia, pasaba entre el dedo gordo y
el índice del pie y se ataba al tobillo con una tira echa también de cuero. En algunas
ocasiones su modelo era más elaborado y cubría también la parte superior del pie. El
sombrero, era común utilizar tela envuelta sobre la cabeza (a modo de turbante) para
protegerse del sol, las mujeres también acostumbraban llevar un tocado de tela sobre sus
cabezas, en algunos casos la mujer llevaba velo sobre su rostro.
La alimentación
En la época relatada en el Nuevo Testamento, es decir, en la primera mitad del siglo
primero las personas acostumbraban solamente dos comidas, una en la mañana y otra al
atardecer, estas comidas eran sencillas y estaban estrechamente relacionadas con los
alimentos disponibles en la región donde se encontraba la persona, lo cual hacia común el
consumo de alimentos específicos dependiendo de la época del año y una dieta que la
mayoría del tiempo no se consideraba balanceada. Los alimentos más comunes en la
época eran:
El pan, era elaborado con trigo molido, se mezclaba con agua y algo de aceite,
comúnmente aceite de oliva y se horneaba. Algunas personas consumían también pan
elaborado con cebada en lugar de trigo aunque ésta preparación era menos apreciada. Las
Verduras y legumbres eran comunes en la comida, especialmente los granos como la
lenteja y algunas verduras como puerros, pepinos y ajo. Comer estos alimentos
dependería de la zona geográfica y de la temporada del año. La dieta incluía también
leche, esta se considerada un alimento básico, podía obtenerse de los ganados que las
personas pastoreaban. Con la leche se hacían mantequillas y quesos también para el
consumo familiar, en ocasiones se dejaba fermentar para hacer yogurt. Las carnes rojas
eran poco comidas por personas pobres (Exceptuando algunas fiestas donde participaban
de estos alimentos), los evangelios evidencian gran uso del pescado como alimento,
especialmente en zonas costeras, ya sea en el mar mediterráneo o en las zonas alrededor
del mar de Galilea, también era común el consumo de huevos. El consumo de frutas
hacían parte también de la dieta, en especial cuando estaban en cosecha, se consumían
olivas, uvas frescas, higos (eran comunes estuviesen frescos o secos), granadas, melones,
almendras, pistachos y dátiles (estos últimos no se mencionan en la Biblia pero sí en la
literatura contemporánea). Acompañando la dieta y para condimentar era común el uso
de la miel, que se utilizaba como endulzante para bebidas o para untar en el pan y la sal
era usada como condimento y se conseguía en las minas cerca al mar muerto. Cómo
bebida las personas del siglo primero consumían agua y vino. El agua era recogida de
pozos cercanos a las aldeas y el vino se elaboraba en recipientes de cuero que se dejaban
fermentar durante 6 semanas y después se pasaban a recipientes de arcilla con un orificio
que permitía la salida de los gases. En la época de Jesús las normas de higiene estaban
relacionadas al lavado de manos antes de participar de los alimentos ya que había un
cuenco central del que todos las personas participaban directamente y sin cubiertos.
Los oficios
El desempeño laboral de las personas dependía de la región donde las personas vivían, en
el primer siglo los oficios más comunes en Palestina eran: agricultor; pastor de ovejas,
vacas o camellos; pescador; carpintero; alfarero: elaboraba platos, vasos, lámparas y
jarrones; comerciante el cual se ubicaba en las ciudades principales o en el centro de los
pueblos y negociaba con lo que se vendía en la región tanto por transito como por
producción; platero; trabajadores con el cuero (calzado, cintos, tiendas); tintorería
(elaboraban con elementos de la naturaleza el rojo, purpura, azul); tejedores y albañiles.
Las ciudades
Las ciudades y los pueblos en el primer siglo estaban estrechamente relacionadas, en
época de batallas era común que los habitantes de los pueblos fueran a las ciudades a
resguardarse en ellas. El pozo, la mayoría de las ciudades no contaban con un sistema de
acueducto, por lo que no tenían estanques de agua dentro de la ciudad (como los que
tenía Jerusalén). En esa situación la gente recurría a pozos cavados fuera de la ciudad
para encontrar el sustento líquido. Era común que las personas fueran a estos pozos en
grupo y compartieran en torno a la sacada del agua. Al respecto se puede ver el pasaje de
Jesús y la Samaritana en Juan 4. Con el paso del tiempo se mejoraron las técnicas para
traer agua a la ciudad y disponerla en estanques públicos, esto era común en las ciudades
griegas y ciudades grandes en Palestina. Las murallas en la ciudad eran una de las
características más importantes para la misma, también era lo que separaba la idea de
ciudad de una aldea. En la antigüedad las murallas eran de piedra, aunque con el paso del
tiempo se hicieron comunes las murallas hechas con ladrillo. En algunos casos se hacían
murallas dobles con edificaciones entre los muros. La entrada a la ciudad amurallada se
hacía a través de la puerta o puertas, estas eran comúnmente hechas de madera y
recubiertas de metal, por esta razón se convertían en una zona débil para la defensa. Se
acostumbraba a tener un pequeño patio exterior cubierto con murallas y con una segunda
puerta para defender la ciudad. Este patio era usado como sitio de reunión en tiempo de
paz. Era común que en esta zona de reunión o en un sitio cercano a ella funcionara el
mercado, este era el lugar donde campesinos y comerciantes realizaban sus negocios, las
ventas se hacían a diario. En ocasiones especiales (llegada de caravana) se ampliaba la
dinámica del mercado. La entrada la ciudad y el desplazamiento por ella dependía de las
calles estas solían ser estrechas, se establecían en forma de red saliendo del mercado de
la ciudad y estaban formadas por el espacio dejado entre las casas, también habían
callejuelas por las que sólo cabía una persona y en las que se encontraban desechos de
construcciones y basura. Al no estar pavimentadas en invierno se convertían en lodazales
y en verano los olores eran fuertes a causa de la basura. En este sentido las ciudades
griegas estaban mejor planificadas que las ciudades en Palestina, por eso contaban con
calles amplias y algunas plazas para que la gente pudiera compartir, también tenían
pavimentadas algunas calles principales. Algunas ciudades griegas como Antioquía de
Siria contaban con alumbrado público. Por último en cuanto a las ciudades, algunas
contaban con una construcción amurallada al interior como sitio máximo de defensa
llamado fortaleza, en Jerusalén el Acra, el templo y la fortaleza Antonia brindaban esa
opción. (Ver videos de las ciudades romanas y las ciudades griegas)
El primer caso del honor tiene que ver con algo propio de la persona, el apellido, el linaje,
quién es, de donde viene que puede demostrar, cual es su capacidad económica, que
tanta influencia tiene dentro de la sociedad que le rodea. El segundo está relacionado con
la capacidad de respuesta frente a las acusaciones de falta de honor, está relacionado con
la familia, y con la capacidad de ésta para cuidar la integridad de los miembros del hogar.
En ese sentido el honor de esta cultura es diferente al de la cultura de la época de Jesús,
para nosotros el honor gira mucho entorno al dinero, en su época giraba en torno a la
familia y afectaba a la misma. El último está relacionado con la pureza y la práctica
religiosa demostrada y estaba relacionada con la cercanía al templo y afectaba
directamente la visión de una persona en su contexto cultural.
Después de los ricos nos encontramos con la clase media. Ésta está definida por la
libertad de trabajo, la conforman aquellos artesanos o personas que no dependen en su
trabajo de otras personas y que pueden generar ingresos propios. Muchas de las
personas ubicadas en la clase media estaban más cerca a la pobreza (por las deudas) que a
poder convertirse en ricos en algún momento. En esta época estas personas serían de la
clase media baja (pobre alta). Los pobres en el Nuevo Testamento corresponden a los
jornaleros y mendigos (éste último es una persona que no ha conseguido trabajo en algún
tiempo y se sostiene de la limosna que se recoge tres veces a la semana en las ciudades).
Estas personas vivían del diario y dependían de la contratación para poder sobrevivir. Hay
una marcada diferencia entre estos pobres y nuestros pobres. Los niveles de consumo de
la época permitían que aún estos pobres pudieran comer y tener lo estrictamente básico a
diferencia de nuestro momento histórico. Hay una última clasificación en la escala y es la
de aquellos que económicamente no eran considerados personas. Las mujeres y los
esclavos no tenían un aporte a la economía, entonces no podían considerarse persona en
este sentido de la evaluación socio-económica. Aun así, en muchos casos estos “no
personas” estaban mejor que los pobres pues tenían comida y trabajo asegurado
(especialmente los esclavos).
Parentesco y matrimonio
Entender muchos de los aspectos culturales de una nación pasa por entender cómo se dan
sus relaciones familiares, como se refleja el parentesco y como se entiende el matrimonio
dentro de esta población. Entender al Israel del primer siglo implica entender la familia de
Israel en éste periodo de tiempo, entonces a continuación trataremos los aspectos
relacionados con parentesco y matrimonio con el ánimo de dar luz cultural a nuestra
lectura del Nuevo Testamento.
Parentesco. Las costumbres y las culturas regulan que personas pueden hacer parte de
una determinada familia y con quienes me quiero emparentar. El modelo de
comportamiento en este sentido se orienta por la crianza y es casi imperceptible.
1. Existe prohibición dentro del parentesco de casarse con personas del grupo familiar
(papá, mamá, tíos, tías, hermanos y hermanas, suegro, suegra, cuñados)
2. El matrimonio solía ser monógamo y se prefería personas de la misma familia (primos
o primas) a esto se le conoce como endogamia mediterránea. Normalmente dentro
de esta endogamia se prefería la línea paterna de familiares.
3. El sistema de apellido y línea de descendencia es patrilineal y la madre no tiene
importancia en cuanto al “apellido”.
4. Los lazos familiares entre hermanos son importantes y la familia extendida mantiene
un vínculo económico, político y religioso.
5. Las familias solían vivir en la misma casa y participar de las decisiones de alguna parte
de su grupo familiar, es una especia más grande de familia extendida.
6. Las familias estaban unidas para producir para su bien común, cada miembro de la
familia tenía definido su papel aportante al desarrollo familiar.
7. Se realiza mucha fuerza en las genealogías como modo de demostración de la
importancia de saber cuál es la línea familiar.
8. La elección de pareja era totalmente dependiente del padre y tenía que ver con el
beneficio para el grupo más que la situación de gusto personal.
9. El lugar de vivienda era normalmente la casa del papá o muy cercana a esta, se
mantenía el núcleo familiar lo más fuerte posible. La vida estaba caracterizada por
poco movimiento geográfico.
10. Los hijos varones tendían a permanecer en la casa paterna mientras las mujeres
casadas iban a vivir con sus esposos y las familias de estos.
11. Los problemas matrimoniales (en especial los de carácter sexual) se trataban con los
hermanos y eran considerados razón de vergüenza si se trataba con los padres
Matrimonio. Era una de las más importantes instituciones sociales en la época de Jesús,
representaba el honor en la familia de la mujer y la capacidad de proveer de la familia del
hombre. El contrato matrimonial y todos los acuerdos se hacían por parte del hombre, las
mujeres no tenían acceso a esta organización y la pareja estaba separada sin verse
durante este tiempo. En la ceremonia el novio daba regalos al suegro en señal de
capacidad de provisión para su hogar.
1. En cuanto al matrimonio había una costumbre escrita reconocida con el nombre de
ketubba (Escritura o escritural) lo cual era un contrato donde estaba definida la dote,
esto servía como protección para la esposa en caso de divorcio pues indicaba cuales
bienes eran suyos, normalmente la cifra era de una mina en el caso de las vírgenes y
200 denarios en el caso de las viudas. La razón de pagar la dote está en que la mujer
deja de beneficiar a su familia para beneficiar a la familia del esposo entonces en
compensación se da un dinero a la familia de la mujer. Del dinero de la dote también
se daba algo a la mujer, esto era el regalo de sus padres y un seguro en caso de
divorcio.
2. Existía una ceremonia de desposorio y un tiempo entre esta y el matrimonio formal.
Las familias se unían para el desposorio y el hombre daba una anillo, un objeto de
valor o una carta indicándole a la mujer que estaba separada para él de acuerdo con la
ley de Moisés. Es en este tiempo que María queda embarazada de Jesús. (Mateo 1:18)
3. Según la Misná las mujeres vírgenes se debían casarse los miércoles y las viudas los
jueves, dado que el tribunal se reunía los jueves, si la mujer no era viuda el hombre
debía ir a reclamar el jueves en la mañana.
4. La ceremonia de matrimonio se realizaba con mucho esplendor, el novio se vestía de
rey lo mejor que podía de acuerdo a su economía y la novia de reina, entonces el
novio hacia procesión hasta la casa de la novia, en la casa de la novia esta recibe las
bendiciones de su familia y es llevada fuera de casa por el novio quién en procesión
acompañada por lámparas lleva a la novia hasta su casa donde se realiza la fiesta. En la
procesión se mostraba la mayor alegría posible y se trataba como un festival. Al llegar
a la casa se arregla el cabello de la mujer que hasta ahora estaba suelto y se
pronuncian bendiciones sobre la pareja. No había ceremonia religiosa como tal, lo que
se encontraban eran las bendiciones de los familiares y amigos.
5. Se mantenía la práctica del Levirato (levir= cuñada) donde el hermano del difunto
estaba obligado a levantar descendencia a su hermano, el hijo habido de esta unión
llevaba el nombre del difunto, si la persona no lo quería hacer y se negaba aún
hablando con los ancianos se le quitaba un zapato se le golpeaba y se llamaba su casa
la casa del descalzado.
Los judíos debían pagar dos clases de impuestos diferentes: un impuesto religioso y los
impuestos civiles. Los Impuestos a Roma eran tres: sobre la tierra (tributum soli), por
persona (tributum capitis) y de aduana. El Tributum soli. La mayor parte de los impuestos
pagados a Roma estaba representada en el impuesto sobre la producción agrícola. Este
impuesto se pagaba normalmente en especie (grano) y se basaba en la producción que se
proyectaba; probablemente un 10% de la cosecha esperada. El Tributum capitis. Este
impuesto se cobraba, por persona. Estaba basado en los censos (Lc.2:1-5; Hech.5:37). Es
probable que la suma cobrada fuera un denario por persona, el equivalente a un día de
salario. Parece haberse cobrado a los hombres entre las edades de 14 y 65 años, pero
también existe la posibilidad de que a los hombres se les cobrara también por la esposa.
Igualmente, es probable que, como en otras partes del imperio, se eximiera de este
gravamen a quienes pagaran el impuesto sobre la tierra. Los impuestos de aduana. Los
romanos establecieron un sistema de cobro de peajes e impuestos de aduana sobre las
mercancías que se transportaban de un lugar a otro. Estos se cobraban en los puertos y
en puestos de cobro cerca de las puertas de las ciudades (Mr. 2:11). La tarifa variaba
entre un 2% y un 5% del valor de la mercancía; pero en los viajes largos, la mercadería
estaba sujeta a cobros múltiples. Las tarifas y comisiones estaban reguladas por ley; pero
la complejidad del sistema y la autoridad del inspector para determinar el valor de la
mercancía permitían que se dieran abusos.
Judaísmo en el siglo I
Cuando observamos el judaísmo del siglo de nuestra era no debemos imaginarnos que el
acercamiento religioso era un solo. Al interior del judaísmo de la época se tenían diversos
acercamientos a la práctica religiosa enmarcados por unos elementos comunes. Si bien se
permitían diversidad en la interpretación teológica de las normas y prácticas la desviación
en la conducta sí marginaba de la comunidad; de allí la importancia de las normas de
pureza ritual y las dietéticas, así como la celebración de los festivales, etc. Mucha de la
oposición de los líderes religiosos contra Jesús no se centra en su enseñanza, sino en su
conducta (Mr. 2:1-3:6; Jn. 9:1-41). En medio de la diversidad, la identidad racial,
creencias, símbolos y prácticas daban unidad al judaísmo.
Las prácticas le recuerdan a los verdaderos israelitas su historia, identidad y cómo han de
vivir. El Culto, los festivales principales eran tres (Pascua, pentecostés, tabernáculos),
estudio de la Torá y práctica de la identidad racial que implicaba la adherencia a las tres
marcas fundamentales: circuncisión, día de reposo y leyes alimentarias.
Culto Cívico
En el mundo greco-romano la religión estaba íntimamente ligada con la sociedad. La
religión tenía un tono oficial y era parte del orden cívico. Cada ciudad tenía su deidad o
deidades patrona(s). Las reuniones de los concilios o asambleas cívicas estaban
acompañadas de oraciones y sacrificios. Los sacerdotes de los cultos públicos se elegían
de igual forma que los magistrados civiles. Los templos se construían con fondos públicos
y se cobraban impuestos para el sostén de algunos cultos. El estado decidía los gastos
para mantener el culto y derivaba ingresos del mismo. El santuario local y sus festivales
atraían visitantes. Los ciudadanos o peregrinos que respetaban y practicaban un culto, así
como los sacerdotes del mismo, eran llamados piadosos. El término se refiere sobre todo
a la forma en que se efectuaban los ritos externos. Roma se identificaba con estos cultos
cívicos y no los combatía, sino que asociaba el culto al emperador con los mismos.
Culto Imperial
El clímax del la religión civil se expresó en el culto a los gobernantes en los tiempos greco-
romanos. Este culto se inició como una expresión de gratitud a los benefactores y llegó a
ser una expresión de honra y lealtad. Era más un asunto de darle algo a cambio, no de
esperar ayuda sobrenatural de él, tal como de los dioses. El significado religioso de dicho
culto no era tan importante como su significado social y político. Los primeros
testimonios de culto al emperador provienen de las ciudades de Asia Menor. Tiene su
causa más cercana en la paz, prosperidad y desarrollo de las provincias orientales del
imperio durante los dos primeros siglos de la era cristiana, aunque su trasfondo era
mucho más antiguo.
Religiones de Misterio
Los cultos cívicos no eran satisfactorios para algunos que anhelaban una religión más
personal y un sentido de salvación. En la época del N.T. estaban empezando a
popularizarse y eran cultos localizados en casi todas las regiones del mundo mediterráneo.
Las religiones de misterio estaban relacionadas con las prácticas personales, pero algunas
también con el culto cívico, como el misterio de Eleusis cerca de Atenas y el de Apolo en
Cirene. Estos cultos eran nativos de Grecia, pero se extendieron por el mundo oriental y
muchos de los cultos orientales adoptaron sus características. El término misterio puede
definirse como un rito secreto por el cual individuos selectos podían entrar en una
relación especial con una deidad y recibir garantía de ciertos beneficios. Eran, por tanto
de índole personal, aunque los iniciados, estaban ligados con los otros adherentes al culto.
Estos cultos se caracterizaban por:
1. Les era central el uso del ciclo anual de las plantas de sembrar y cosechar para
simbolizar el ciclo de vida, muerte y renacer de los humanos.
2. La vida después de la muerte era un concepto importante en estas religiones.
3. Un mito que relataba como la deidad objeto del culto había vencido a sus propios
enemigos o vuelto a la vida después de morir.
4. Los ritos secretos eran centrales. Entre ellos, un rito de iniciación posterior a un
período de preparación. Esta era una ceremonia única, en las cual los no iniciados no
podían participar. A través de ella se llegaba a la unidad con la deidad y, por tanto, se
participaba en su triunfo, siendo redimido de lo terrenal y temporal.
5. Ritos que se repetían cuando un iniciado quería ser limpiado de la impureza.
Canon
El canon, en el uso cristiano, es una regla o norma. A mediados del siglo 3 la palabra llegó
a referirse a las doctrinas reconocidas como ortodoxas de la iglesia cristiana. Más
adelante, se utilizaría también para designar colectivamente la lista de los libros
aceptados como Escritura. El canon del Nuevo Testamento se da imitando el canon judío.
La iglesia primitiva recibió de los judíos la creencia en una norma escrita con respecto a la
fe. Cristo mismo confirmó esta creencia al invocar el AT como palabra escrita de Dios (Jn. 5
37-47; Mt. 5:17, 18; Mr. 12:36, 37; Lc. 16:31), al emplearlo para instruir a sus discípulos
(Lc. 24:45). Los apóstoles se refieren frecuentemente a la autoridad del AT (Ro. 3:2, 21; 1
Co. 4:6; Ro. 15:4; 2 Ti. 3:15-17; 2 P. 1:21). Los apóstoles reclamaron a continuación, para
sus propias enseñanzas, orales y escritas, la misma autoridad que la del AT (1 Co. 2:7-13;
14:37; 1 Ts. 2:13; Ap. 1:3); ordenaron la lectura pública de sus epístolas (1 Ts. 5:27; Col.
4:16, 17; 2 Ts. 2:15; 2 P. 1:15, 3:1, 2), las revelaciones dadas a la iglesia por medio de los
profetas eran consideradas como constitutivas, con la enseñanza de los apóstoles, de la
base de la iglesia (Ef. 2:20). Así, era justo y normal que la literatura del NT fuera añadida a
la del AT, y que el canon de la fe establecido hasta aquel entonces se viera aumentado. El
NT mismo nos permite señalar el inicio de estas adiciones (1 Ti. 5:18; 2 P. 3:1, 2, 16). En las
generaciones posteriores a la apostólica, se fueron reuniendo poco a poco los escritos que
se sabía tenían autoridad apostólica llegando a formar la segunda mitad del canon de la
Iglesia, y al final llegaron a recibir el nombre del Nuevo Testamento.
Los Evangelios, en primer lugar se encuentran los cuatro evangelios (según San Mateo,
San Marcos, San Lucas y San Juan). Todos ellos narran los principales acontecimientos de
la vida, la pasión, la muerte y la resurrección de Jesús, interpretados desde el contexto
particular de cada autor y de su respectiva comunidad.
Mateo: “El evangelio para los judíos”. Es el que más alude a las profecías del AT cumplidas
en Jesús, el Mesías esperado por Israel. Presenta a Cristo como Rey y enfatiza su
ministerio como maestro. Marcos: El más corto de los evangelios, contiene una narrativa
corta, rápida y dinámica. Está orientado a los gentiles, y se toma el tiempo de explicar las
cuestiones judías que no fuesen fáciles de entender para los no judíos. Presenta a Cristo
como siervo en acción obrando con poder. Lucas: Lucas y Hechos son dos partes de una
misma obra. Lucas pone en orden la historia del Jesús y los eventos alrededor, recopilando
datos de primera mano. También escribió para no judíos. Lucas enfatiza el amor del
Salvador por las almas, al interactuar con todas las clases sociales, incluyendo la figura de
la mujer como recipientes del amor de Dios. Juan: Este evangelio es muy diferente de los
otros tres, dando una perspectiva especial de Jesús como el Mesías, el Hijo de Dios.
Enfatiza de manera especial la deidad de Jesús.
Los Hechos de los Apóstoles, después se encuentra el libro de los Hechos de los Apóstoles,
que es una segunda parte del Evangelio según San Lucas y se refiere a la difusión del
mensaje cristiano durante los primeros años de vida de la iglesia. Hechos: Después de los
evangelios, Hechos completa la historia del Nuevo Testamento después de la resurrección
y ascensión de Jesucristo y el ministerio del Espíritu Santo en medio de las primeras
comunidades cristianas.
Literatura Apocaliptica
Floreció hacia fianles del s.II a.C., en tiempos de opresión y persecución bajo poderes
extranjeros en Palestina y busca responder a la pregunta de cómo se compagina la
persecución continua con el hecho de ser el pueblo elegido por Dios y con el carácter justo
y misericordioso de Dios. Se originó y recurrió en grupos de judíos separatistas, pero su
perspectiva escatológica fue altamente influyente, afectando a muchos fariseos, rabinos y
grupos sectarios (como Qumran). Dado que las circunstancias históricas impedían hablar
abiertamente, se buscaba fortalecer la fe e inspirar confianza, a través de un discurso
simbólico que enfatizara la acción de Dios a nivel cósmico, en contraste con la experiencia
humana, terrenal.
Características:
Escritos seudónimos
Revelación recibida por medio de visión sueño, viaje sobrenatural
Intérprete angélico
Repaso histórico presentado en forma simbólica, con énfasis en el final de la historia
(siglo presente)
Uso frecuente de repeticiones y patrones recurrentes
Perspectiva sobrenatural de la intervención de Dios en medio de la historia
Lenguaje simbólico subversivo (el cordero guerrero: 1 Enoc, 90)
Mensaje escatológico seguido de exhortaciones
Características teológicas fundamentales
Enfasis en la soberanía y transcendencia de Dios
Desarrollo de angeología y demonología – seres intermediarios
Lucha cósmica entre el bien y el mal, Dios y Satanás, ángeles y demonios
Dualismo ético: bien – mal
Dualismo espacial: cielo – tierra
Tensión y pesimismo frente al orden presente.
Dualismo 2 edades : este siglo malo – el siglo venidero
Expectativa del triunfo final de Dios: inminente, futuro y sobrenatural.
Esperanza humana completamente fijada en el más allá
Limitación de la sabiduría y fuerza humanas
El siglo venidero llegará por la intervención divina y nada puede detenerlo
Evangelios y Hechos
Al llegar al Nuevo Testamento nos encontramos con diferentes tipos de literatura, en esta
lección hablaremos de los dos primeros tipos que nos encontramos. Es decir, los
evangelios y la narración del libro de los Hechos de los apóstoles. Antes de ingresar al
desarrollo de la temática se deben aclarar dos cosas. Primero, los evangelios son el único
tipo de literatura en el Nuevo Testamento que se podría considerar como propio del
quehacer cristiano, el resto de géneros literarios eran comunes en el momento en el que
la Escritura se escribió. Segundo, el acercamiento a los Hechos es introductorio dado que
más adelante el estudiante se encontrará un curso dónde lo podrá ver a mayor
profundidad. Ahora sí, veamos las secciones que se han determinado para esta lección.
Los evangelios
¿Qué es un evangelio?1
“Evangelio” sencillamente significa “buenas nuevas”. “El evangelio” es las buenas nuevas
acerca de Jesús de quien se predica, se oye y se cree. Entonces, ¿por qué hablamos de los
primeros cuatro libros del NT como “los Evangelios”? No hay ningún dato de algún libro
anteriormente conocido con ese título. Al principio del siglo II, sin embargo, los cristianos
podían hablar acerca “del Evangelio” refiriéndose a un libro, y se distinguía un “Evangelio”
de otro. ¡Antes de que terminara el siglo II, Ireneo daba por sabido, que no podía haber
más ni menos de cuatro “Evangelios”, al igual que hay cuatro regiones de la tierra y cuatro
vientos! Probablemente, fue Marcos quien, sin saberlo, inventó este término nuevo. El
comenzó su relato de Jesús con las palabras: “El principio del evangelio de Jesucristo, el
Hijo de Dios.” Sin duda, al emplear el término “evangelio”, se refería al contenido de su
libro, no a su forma literaria; pero resultó ser una etiqueta conveniente, y al empezar a
1
El presente documento es tomado del Comentario Siglo Veintiuno de Mundo Hispano en su introducción a
los evangelios.
aparecer otros libros semejantes, esta etiqueta fue transferida, y cada uno llegó a
conocerse como “el Evangelio según
x”.
Es probable que el escrito de Marcos sea el más antiguo acerca de Jesús que haya
sobrevivido. Pero puede ser que no haya sido el primero en escribirse, ya que Lucas 1:1
menciona “muchos” que ya habían intentado la misma tarea que él en ese entonces
procuraba realizar (aunque él no usó el término “evangelio” para describir la obra de ellos,
ni la suya). Al principio, sin duda, los seguidores de Jesús compartieron los recuerdos de su
vida y enseñanzas mayormente por medio de la comunicación verbal, fuera en
conversaciones o en enseñanza formal, pero antes de mucho tiempo registros escritos
comenzaron a compilarse y guardarse. Estos primeros escritos, que probablemente eran
más breves y limitados que los Evangelios que nosotros conocemos, naturalmente caerían
en desuso cuando llegaron a aparecer escritos más largos, y así no sobrevivieron. Una vez
que se estableció el modelo para los cuatro Evangelios que tenemos en el NT, continuaron
escribiéndose más “Evangelios”. Pero como estos Evangelios posteriores no llegaron a ser
incluidos en el canon de las Escrituras, muchos de ellos tampoco sobrevivieron.
Conocemos a algunos sólo por nombre, donde algunos escritores primitivos los
mencionan y ocasionalmente los citan. Otros han salido a la luz muy recientemente, a
medida que algunas antiguas copias han sido halladas en las arenas de Egipto. El Evangelio
de Tomás, del principio del siglo II, es una colección de 114 dichos de Jesús que varían
entre una sola frase hasta parábolas largas. También del siglo II llega una sección del
Evangelio de Pedro, dando una descripción más detallada de la muerte de Jesús y su
resurrección que las que se hallan en los Evangelios canónicos. Del mismo periodo llega el
“Protoevangelio” de Santiago, una descripción imaginaria del nacimiento y vida de María,
y de las circunstancias en derredor del nacimiento de Jesús. Otros escritos que reciben el
nombre de “Evangelios” (p. ej. el Evangelio de Felipe y el Evangelio de la Verdad) no
resultan ser relatos acerca de Jesús, sino tratados religiosos y filosóficos que en nada se
parecen a los Evangelios canónicos.
La mayoría de estos “Evangelios” del siglo II claramente se derivan de los círculos en que
el pensamiento gnóstico (exclusivo y místico) estaba desplazando la teología de los
escritores del NT, y tenían el propósito de propagar tales ideas. Mientras que es cierto que
se usaban en círculos gnósticos, es bien claro en base a los escritores cristianos ortodoxos
del siglo II que nunca fueron considerados a la par con Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Antes
de la mitad del siglo había un acuerdo virtualmente universal de que estos cuatro
Evangelios, y solamente éstos, preservaban el verdadero testimonio apostólico de Jesús.
Mientras continuaba la discusión por algún tiempo sobre algunos otros libros, el lugar de
los cuatro Evangelios estaba tan firmemente establecido como fundamento de la fe y
enseñanza cristianas que pronto después de mediados del siglo II Taciano sintió la
necesidad de compilar su famoso Diatessaron, un intento de armonía de Mateo, Marcos,
Lucas y Juan. Para él, como para la mayoría de los cristianos, la categoría de “Evangelio”
estaba claramente definida, y consistía de sólo cuatro miembros.
¿Qué clase de libro?
Con frecuencia se declara que los Evangelios no son biografías. Ciertamente, no son como
la mayoría de las biografías modernas. Los Evangelios ofrecen poca información sobre el
fondo familiar de Jesús, su crianza y educación; tampoco se esfuerzan por ubicar sus datos
en el contexto de la historia contemporánea. No explican su desarrollo psicológico, ni
discuten sus móviles o ambiciones. Ni siquiera nos dan una descripción de su aspecto
físico. En silencio pasan por alto la mayor parte de su historia personal, y enfocan unos
pocos años al final de su breve vida. Dedican lo que parece una cantidad
desproporcionada de espacio a los eventos previos y posteriores a su muerte. Se dedica
mucho espacio a registrar las enseñanzas de Jesús, a veces con extensos “sermones”. Y
aun cuando los autores relatan historias acerca de Jesús, nos queda la impresión de que el
relato mismo es un sermón. No solamente están registrando datos; están predicando.
Ellos esperan un veredicto, o un compromiso de seguir a Jesús. Los biógrafos modernos,
por lo general, no son así, pero en el mundo antiguo el estilo hubiera sido más familiar.
Las vidas de filósofos, poetas, dirigentes políticos y militares se escribían no tanto para
satisfacer la curiosidad histórica, sino para presentar dichas vidas como modelos para ser
imitados, o poder alcanzar el apoyo público a sus enseñanzas e ideales. No era el estilo de
los Evangelios lo sorprendente, sino más bien la naturaleza del tema. Para los escritores
de los Evangelios Jesús no es solamente un gran maestro y un noble ejemplo del pasado,
sino una persona resucitada y viva, en quien se halla la salvación, y a quien se le adorará
como Señor. Ninguna otra biografía antigua podría haberse descrito como Juan describe el
propósito de su Evangelio: “Pero estas cosas han sido escritas para que creáis que Jesús es
el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre” (Juan 20:31).
Un libro escrito con un fin semejante no será un mero esbozo “imparcial” de eventos. Los
Evangelios fueron escritos por creyentes, figuras destacadas en el nuevo movimiento
religioso que comenzó Jesús, y la meta que tenían era ganar a nuevos conversos o animar
y orientar a los que ya se habían decidido a formar parte de la iglesia hacia un discipulado
más eficaz. De manera que su material era seleccionado y presentado con este fin en
mente, en lugar de querer satisfacer a algún historiador académico. En particular, no fue
su interés el de presentar un historial detallado y cronológico de los eventos del ministerio
de Jesús (ni de su vida entera). Cada escritor tiene su propia manera distintiva de
organizar su material. Hay un desarrollo básico desde la temprana predicación en Galilea
hasta un clímax final en Jerusalén, pero dentro de este marco los incidentes individuales y
enseñanzas se coleccionan más al estilo de una antología que de un diario consecutivo.
Los eventos de los últimos días en Jerusalén se relatan con bastante detalle, y puede ser
posible discernir algunos puntos focales en el desarrollo inicial del ministerio de Jesús
(especialmente la alimentación de los 5.000, la confesión de Pedro en Cesarea de Filipo y
la entrada a Jerusalén). Los Evangelios, sin embargo, no nos ofrecen los detalles que
harían falta para escribir una “Vida de Jesús” cronológica. Lo que ofrecen es un retrato, o
mejor dicho cuatro retratos, de Jesús el Mesías, el Hijo de Dios, en palabra y hecho, y un
llamado a seguirle por el camino de la salvación.
De igual manera con los escritores de los Evangelios: el hecho de que estuvieron
dedicados a Jesús no significa que inventaron o alteraron los eventos o enseñanzas que
redactaron. Lucas dice claramente que su propósito era el de presentar un relato
cuidadosamente investigado y preciso de los hechos que sirvieron de base para su fe
(Lucas 1:1-4). Cuando una persona ofrece su obra al público con tal base (y no hay razón
alguna para pensar que los demás escritores de Evangelios no estuvieran de acuerdo con
la meta de Lucas), es razonable creerle a menos que la evidencia estuviera en su contra. ¡Y
un compromiso cristiano y un propósito evangelístico en sí mismos no son evidencias de
alguna incompetencia o falsificación!
Los Evangelios proveen evidencia suficiente para tal variación, tanto en lo narrado como
en lo escrito de los dichos de Jesús. Además, debemos recordar que Jesús probablemente
hablaba por lo regular en arameo, de manera que sus dichos eran traducidos en alguna
etapa antes de que fueran a parar en nuestros Evangelios gr; y cualquier traductor sabe
que no hay tal cosa como una traducción exactamente equivalente en otro idioma. Pero el
reconocer una variedad apropiada en las maneras en que las palabras y hechos de Jesús
fueron registrados no significa echar dudas sobre su origen histórico, ni sobre la exactitud
que Lucas reclama para su obra. Los Evangelios, a pesar de la sensibilidad literaria y
teológica que tienen, son documentos históricos.
Hechos de los Apóstoles2
Hechos es el puente entre los Evangelios y las epístolas ya que la IGLESIA solamente se
anticipa con escasa mención en los Evangelios mientras que en las epístolas ya la
presuponen. La importancia de Hechos está precisamente en cubrir este espacio histórico.
El versículo clave que nos ayuda a entender el tema de Hechos es 1:8 “pero recibiréis
poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en
Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”.
2
Basado en la obra de Arturo Perez en http://www.isbj.org
los judíos o por otros oponentes del cristianismo, no por los cristianos. El tema de Hechos
es más histórico que doctrinal. Debemos reconocer que Hechos muestra algunas
enseñanzas doctrinales. Por ejemplo que Jesús de Nazaret era el Mesías esperado por
Israel; que el evangelio es ofrecido a todos los hombres (no solo a los judíos) y destaca
muy especialmente la persona y la obra del Espíritu Santo.
Sin embargo es saludable recordar que Hechos es un documento histórico que relata la
manera en que transcurrieron los acontecimientos de la Iglesia de Jesús, a lo largo de los
30 años transcurridos después de su ascensión a los cielos. Hacemos la aclaración porque
existen pasajes que deben ser vistos como una descripción de una situación histórica y no
como un precedente para crear una doctrina. Por ejemplo, hay textos que Hechos
menciona donde los miembros de la primera Iglesia en Jerusalén vendían sus posesiones
para la Iglesia. Esto fue un caso puntual de la Iglesia primitiva y no debemos interpretar
que a todas las iglesias en el mundo y a todos los creyentes se les pide ceder sus
propiedades personales para que pasen a ser propiedad de la iglesia, ya que el concepto
de propiedad privada es extensamente mostrado en las Escrituras y Dios nunca ha
promovido un estilo comunista o socialista. Dios ama al dador alegre y recompensa el
espíritu generoso y advierte que el que siembra escasamente también segará
escasamente. Pero esto es un tema diferente a tomar Hechos como “enseñanza” de que
la Iglesia debe mancomunar todas las propiedades de los miembros de la Iglesia, cosa que
no enseña el Nuevo Testamento en ningún lado, pero que Hechos describe en un
momento histórico cuando la Iglesia está en sus inicios.
Así que no debemos tomar el libro de Hechos como un manual doctrinal de lo que debe
ser la Iglesia de hoy, como cuando leemos las epístolas (especialmente las epístolas
pastorales), sino que debemos tomar a Hechos como la historia inspirada por Dios de la
manera maravillosa en que el Jesucristo continuó su obra a través del poder del Espíritu
Santo.
Destinatario y propósito
El destinatario de Lucas en Hechos también fue Teófilo (Lc.1:3; Hch.1:1). Se presume que
Teófilo era un hombre de clase alta a quien se le llama aquí por su nombre de pila, que
significa literalmente “amante de Dios” o “amado de Dios”. El epíteto “excelentísimo” se
aplica generalmente a oficiales o miembros de la aristocracia. Se especula que pudo haber
sido un convertido de Lucas, o un benefactor que asumía la responsabilidad por la
circulación de las producciones literarias de Lucas. Como Hechos es una segunda parte de
la obra que Lucas comenzó con su Evangelio, debemos tomar el mismo propósito de Lucas
1:1-4 donde él explica que escribía estas cosas para que Teófilo tuviera un conocimiento
completo de la verdad. En Hechos Lucas continúa el relato de lo sucedido con la Iglesia
después de la ascensión de Cristo a los cielos. El origen de la iglesia, su crecimiento y su
expansión. Ver Hechos 1:1.
Ahora que se han expresado los elementos generales tanto de los evangelios como del
libro de los Hechos el estudiante a través de las lecturas descargables encontrará algunas
herramientas prácticas para la lectura de estos libros en su labor interpretativa y
expositiva. Hemos considerado también como algo importante añadir una porción de
lectura sobre Jesús en el Nuevo Testamento como persona central de la historia no sólo
del relato de los evangelios sino de la presentación bíblica.
Al igual que en la lección anterior en esta trabajaremos dos géneros literarios. En esta
ocasión serán las cartas y el libro de la Revelación o Apocalipsis. La porción de cartas
representa más de la mitad del Nuevo Testamento en cuanto a cantidad escrita y
representa al menos 6 autores diferentes siendo el de más representación Pablo con 13
de estos escritos. El libro de Apocalipsis es único en el Nuevo Testamento aunque no lo
hubiese sido en su época y representa todo un reto para la interpretación y la predicación
contemporánea. En ambos casos nos encontramos con textos importantes del Nuevo
Testamento que el lector bíblico debe entender en su contexto para tener una mejor
comprensión de su mensaje.
Las cartas3
Al lector moderno que por primera vez se relaciona con el NT, podrá parecerle extraño
que 21 de sus 27 libros sean cartas, o algo muy similar a una carta, y que el volumen de
éstas totalice el 35% del texto. ¿Cuál es la razón para este estilo particular?
Hay al menos cuatro factores a tener en cuenta. Primero, que a menudo olvidamos cuán
acostumbrados estamos al verdadero caudal de medios de comunicación con que
contamos en la actualidad, de los cuales, prácticamente ninguno, estaba a disposición de
la iglesia del primer siglo. La carta (como veremos) era el medio de comunicación tanto
para los asuntos públicos como privados; no había muchos más. Estaban los equivalentes
a los antiguos pregoneros que recorrían las ciudades, la reducida publicación de libros
(aunque aún sin imprenta), las representaciones teatrales, y muchos discursos, pero la
mayoría de estos medios no constituían opciones realistas frente a la clase de mensajes
que los primeros líderes cristianos necesitaban enviar. Segundo, el rápido crecimiento de
la iglesia cristiana en sus primeras décadas de vida exigía un medio flexible, económico y a
la vez rápido, de mantenerse en contacto con los creyentes diseminados en toda la
extensión del imperio. Resulta difícil imaginar una mejor alternativa disponible en aquel
tiempo. Tercero, a medida que la iglesia cristiana crecía, se confrontaba con más dilemas
que los que pudiera fácilmente resolver. Algunos de estos surgían de su crecimiento a
partir de la religión del antiguo pacto, mientras que otros eran producto de su
confrontación con el paganismo del mundo grecorromano. Su rápido crecimiento y las
grandes distancias geográficas se combinaron así con una variedad infinita de actividades
y relaciones. En la providencia de Dios estos factores diversos se convirtieron en el medio
a través del cual la primera generación de creyentes, guiada por el Espíritu, aprendió a
expresar y a defender la fe a través de expresiones de la verdad de una riqueza
extraordinaria. A menudo la mejor manera de tratar estas presiones era a través de
cartas, por lo que no es de sorprenderse que tales cartas hayan llegado a ser, bajo la
dirección de Dios, los primeros documentos normativos de la iglesia. Por último, las cartas
eran un medio establecido de sentar “presencia”. Podríamos quizá hablar de “mantener el
contacto”, de “conservar la amistad”, y, en ciertas organizaciones, de “conservar las líneas
de autoridad”. Para el logro de estos fines en el mundo occidental moderno, echaríamos
mano del teléfono, el fax o el correo electrónico. En el Imperio Romano, los mismos fines
se alcanzaban por medio de cartas, las que sin duda adquirían un inmenso valor, debido a
los tiempos prolongados que frecuentemente separaban a una misiva de la siguiente. Hay
evidencia, por cierto, que en numerosas ocasiones los escritores del NT quisieron, por
varias razones, establecer su “presencia” (p. ej. en 1 Corintios 5:3-5; Gálatas 4:19, 20; 1
3
El presente documento es tomado del Comentario Siglo Veintiuno de Mundo Hispano en su
introducción a las cartas y al Apocalipsis.
Tesalonicenses 5:27), aun cuando nada podía cerrar enteramente la brecha en la
comunicación creada por la distancia (1 Tesalonicenses 2:17—3:8; 2 Juan 1:12).
TIPOS DE CARTAS
Unos 100 años atrás había quienes sostenían que las misivas grecorromanas podían
dividirse en dos tipos: (a) Las epístolas, es decir, las producciones literarias que de una
manera un tanto superficial asumían la forma de cartas, pero que estaban destinadas a
ser publicadas de manera universal y leídas por todos; y (b) las cartas, que eran escritos
ocasionales (como ser, cartas que respondían a situaciones específicas) destinados a ser
leídos por una persona o por un grupo determinado. Las cartas de Pablo, sostenían,
pertenecían en su totalidad a la última categoría. Pero en la actualidad esta división
simplista ha sido descartada en todo el mundo. Es por demás simple: la clasificación de las
cartas es mucho más amplia. Además, es excesivamente rígida, porque existe amplia
evidencia de que por lo menos algunas de las cartas dirigidas a situaciones específicas, se
consideraron como conteniendo también un interés normativo y una pertinencia que iban
más allá del destinatario original (p. ej. Colosenses 4:16). Más aun, la diversidad misma de
las cartas del NT (compárense, p. ej. Filemón y 3 Juan con Romanos) reclama categorías
más adecuadas.
Un grupo de eruditos ha clasificado las cartas antiguas en diez categorías (aunque, en
cierta medida, éstas se sobreponen). Lo que sí resulta claro es que las cartas antiguas
abarcaban, desde comunicaciones privadas, personales (como una carta a la familia
solicitando dinero), hasta ensayos o tratados formales, que apuntaban a una circulación lo
más amplia posible. Entre los dos extremos, había cartas públicas más breves (algo similar
a una moderna “Carta al Editor”, ¡sin haber un periódico!) Las cartas del NT cubren gran
parte de esta gama, pero no toda. Por ejemplo, dentro del espectro, Romanos y Hebreos
están más cerca del extremo del ensayo y, no obstante, siguen siendo cartas ocasionales
(ver Romanos 15:17-22; Hebreos 10:32-39; 13:22-24). Filemón, Tito y 3 Juan se ubican
más hacia el extremo opuesto, pero su inclusión en el canon demuestra que fueron
entendidas como conteniendo una autoridad y relevancia más amplia que aquella que sus
primeros lectores pudiesen haberle asignado.
La colección de las cartas paulinas. Las cartas de Pablo fueron escritas durante un período
de aprox. 15 años (comenzando unos 15 años después de su propia experiencia cristiana),
y enviadas a iglesias y a personas muy distantes unas de otras. ¿De qué manera, entonces,
llegaron a juntarse estos 13 documentos? La respuesta breve es que no lo sabemos; la
evidencia es demasiado limitada como para ser segura. En algunos casos, Pablo mismo
ordenó una circulación limitada (Colosenses 4:16). Se han presentado sólidas
argumentaciones en apoyo del punto de vista de que Efesios se escribió primeramente
como una carta circular para los creyentes en Efeso y en las ciudades y aldeas vecinas; una
carta general, que abarcaba lo tratado en otras cartas más específicas como Colosenses y
Filemón (y quizá Filipenses).
La primera lista concreta que conocemos es una compilada por Marción (líder de un
movimiento no ortodoxo, alrededor del año 140), que menciona diez cartas paulinas
(excluidas las pastorales). Algunos estudiosos sostienen que se trataba de la primera vez
que se realizaba lista alguna de este tipo. Pero esto es muy improbable. A nuestros
tiempos ha llegado apenas una pequeña parte de material escrito en la antigüedad más
reciente, y la lista de Marción resulta valiosa fundamentalmente como evidencia de que
otras listas más extensas, menos ortodoxas, probablemente ya estuviesen circulando. Era
la práctica de estos líderes seudocristianos el adaptar la literatura cristiana a sus propios
fines. Marción excluyó la totalidad del AT y la mayor parte del NT; aun de los Evangelios
conservó solamente una edición mutilada de Lucas Otros han argumentado que la
primera recopilación de las cartas de Pablo se realizó poco después del año 90 de nuestra
era, 50 años antes de Marción. Algún devoto seguidor de Pablo, estimulado por la
publicación de Hechos (según este punto de vista, poco antes del 90), reunió las cartas
paulinas existentes. Pero es mucho más probable que Hechos haya sido publicada
bastante antes, alrededor del año 64, a la vez que se hace más difícil de entender por qué
habría sido necesario que la colección, de por lo menos algunas de las cartas de Pablo,
tuviese que haber esperado hasta ese acontecimiento. Existe fuerte evidencia de que los
primeros Padres apostólicos (en especial Clemente de Roma; c. 96) citan las cartas de
Pablo. Lo que es más importante, <610316>2 Pedro 3:16 se refiere a la manera en que
Pablo escribe “en todas sus epístolas”, una expresión que, aun cuando no necesariamente
deba abarcar exactamente las 13 cartas canónicas que hoy tenemos, sin duda presupone
que hay consenso respecto de un cuerpo de correspondencia paulina en circulación.
Aunque el peso de las investigaciones modernas favorece una fecha tardía para 2 Pedro,
hay razones serias que permiten pensar en una fecha de publicación tan temprana como
el año 64 o 65.
Aun cuando no puede probarse, hay otra teoría que quizá sea más plausible que sus
principales competidoras. Pequeños grupos de cartas paulinas circulaban en forma
regional aun durante la vida de Pablo, en parte debido a las indicaciones de Pablo mismo
al respecto (<510416>Colosenses 4:16). Luego, después de su martirio (c. 65), uno o más
de sus colaboradores más cercanos (¿Timoteo?) se dedicó a preservar tanto como fuera
posible de la correspondencia circulante de su maestro. Nada de esto puede ser probado
de manera definitiva. No obstante, una teoría así parece responder mejor a los hechos
que han llegado a nosotros.
Apocalipsis
Naturaleza del libro
El estudio del Apocalipsis ha sido dominado a menudo por cuatro formas tradicionales de
enfocarlo. El método llamado “pretérito” relaciona al libro exclusivamente con las
circunstancias de la época del autor y descarta su aplicación a hechos posteriores de la
historia. El concepto “futurista”, al contrario, relaciona al libro sólo con la última
generación de la historia, cuando sus profecías serán cumplidas. La interpretación
histórica ve al Apocalipsis como un bosquejo de las edades entre la encarnación de Cristo
y su venida final. El criterio “simbólico” o “poético” enfatiza el elemento pictórico del libro
y se abstiene de hacer aplicaciones específicas de las profecías a una era determinada;
considera que el libro está revelando los principios generales de la acción de Dios en la
historia. Estos modos de interpretación del Apocalipsis resultan ser todos insatisfactorios.
Nadie podría pensar en aplicarlos a las obras proféticas del AT. Debido a que este libro ha
sido interpretado aisladamente del resto de los libros bíblicos y de otras obras de tipo
literario similar fuera de la Biblia, es que ha sido posible tratarlo de esa forma. La misma
introducción al libro indica que pertenece a tres tipos de obras literarias, o sea lo
apocalíptico, lo profético y lo epistolar.
2. Lo profético. La segunda expresión del Apocalipsis expone una bendición para aquel
que lee y para los que escuchan y cumplen “las palabras de esta profecía”. Por lo tanto,
Juan se incluye con los profetas del AT y también del nuevo pacto (cf. Efesios 2:20).
Generalmente se reconoce que los primeros se dirigieron a sus contemporáneos en
relación con su propia situación, o sea que daban la palabra de Dios para su tiempo. El
carácter único de su ministerio yacía en la forma en que ubicaban a su pueblo en el
contexto de los tratos de Dios con ellos en el pasado y a la luz del propósito de Dios para
ellos en el futuro. La profecía en el NT se puede describir como las palabras de
predicadores guiados por el Espíritu en favor del mundo, y la iglesia por medio de la cual
Dios reveló su propósito para el mundo y su voluntad para la humanidad. Eso sería una
descripción adecuada del Apocalipsis Comunica la seguridad de que la oposición de los
humanos y de todos los poderes del mal no pueden frustrar el propósito de Dios para el
mundo que él ha hecho y, a la luz de esto, sale el llamado a la perseverancia en la fe y la
obediencia al Señor de parte de su pueblo.
Una vez terminada esta lectura y al igual que en la lección anterior el estudiante tendrá el
apoyo en el libro La lectura eficaz de la Biblia para encontrarse con pautas para leer e
interpretar estas porciones, también hemos añadido una porción especial para
encontrarse con Pablo como personaje sobresaliente de ésta porción.
Bibliografía