Está en la página 1de 5

SEMINARIO DIOCESANO DE TIJUANA

Praesto Sum

FACULTAD DE TEOLOGÍA
Primer semestre

TRABAJO PARCIAL
Ensayo 1er parcial: El Dios que habla

PRESENTA:
Daniel Enrique Rodríguez Pérez

MAESTRO:
Pbro. Lic. Jesús Díaz Bravo

Tijuana, Baja California Octubre de 2021


Introducción

A lo largo de la historia de la humanidad Dios siempre se ha querido revelar al


hombre. A diferencia de los antiguos dioses griegos, el Dios que se nos
presenta en el Antiguo Testamento es un Dios vivo, vive porque es personal,
que se contrapone a los dioses no vivos, que no pueden decir: Yo. Este Dios
vivo se ha vuelto hacia los hombres para unirse a ellos y llegar a ser su bien
esencial. Existe un encuentro del Uno con el otro, es decir, de alguien que
habla, con alguien que escucha y responde. Dios se dirige al hombre, como un
dueño a su servidor, y le interpela. Y el hombre, que escucha a Dios, responde
por la fe y la obediencia. Esto lo hace a través de su palabra.
En el A.T. Dios se manifiesta como una presencia viviente en el seno
de un pueblo. Se revela a los hombres de Dios, a los profetas y, de este modo,
por medio de su palabra, da a conocer su plan de adopción, los designios de su
corazón. Su vocación divina se le presenta a Abraham como un puro hablar
divino. En Moisés, se concreta una conversación con Dios como un amigo. En
la revelación del Sinaí, toda la narración descansa en la palabra de Dios. En
los profetas lo esencial de sus visiones son las palabras. Por su palabra Dios
introduce progresivamente al hombre en el conocimiento de su ser íntimo. La
palabra de Dios en el A.T. dirige e inspira una historia que comienza por la
palabra de Dios pronunciada en la creación y que termina con la palabra hecha
carne.1

Contenido

Para iniciar hay que dejar muy en claro lo que afirma san Pablo: «a quien no
ha visto ningún ser humano ni le puede ver». 2 A partir de esta consigna,
podemos hablar más adecuadamente de cómo Dios se comunica a su pueblo a
través del tiempo. Puesto que a Dios nadie lo ha visto podemos definir que
existe un principio de invisibilidad en su substancia, pero que, «no eclipsa el
gran misterio de la comunicación con Dios» 3. Dios llega a nosotros no porque
Él lo necesite, es decir, es una particularidad contingente, más bien, lo hace
por la inmensidad de su amor para con la creación y, más específicamente,
con el hombre.
Dios se comunica en palabra y amor. El hombre, que es imagen y
creación de Dios, tiene la capacidad de entender cuando escucha Palabra y la
1
LATOURELLE Rene, Teología de la revelación, Ediciones Sígueme, Salamanca 1982, 18.
2
Cf. 1 Tim, 6, 16.
3
Cf. ROVIRA José María, Introducción a la teología, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 2014, 5.
capacidad de amar para recibir el amor de Dios. De este modo, constatamos
que existe una comunicación y recepción entre Dios y el hombre. De manera
concreta se presenta en el tiempo de los profetas. Movidos por el Espíritu
Santo los profetas escuchaban atentos las palabras del Señor y las transmitían
al pueblo: «Dios habló por boca de sus santos profetas». 4 Es decir, que Dios se
ha valido de una mediación humana para comunicar el mensaje divino. Dios
entra en la mediación del lenguaje humano.
Dios es apertura y comunicación, es diálogo.5 Dios se revela entre la
Palabra y las palabras, entre el Verbo y las Escrituras, pues Dios se revela a sí
mismo, se expresa a sí mismo en la interioridad del hombre. Las palabras de la
Sagrada Escritura son mediación entre la Palabra y nuestro corazón.
Dentro de la economía de la salvación neotestamentaria el Verbo se
encarna y, es el mismo Cristo quien comunica las palabras del Padre: «En el
principio existía la Palabra, la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era
Dios. […] Y la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros; y
hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Unigénito,
lleno de gracia y de verdad.6
En la carta a los hebreos se menciona: «Muchas veces y de muchas
maneras habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los profetas.
En estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo, a quien instituyó
heredero del todo y por quien también hizo el universo».7 Cristo es el Verbo
encarnado, principio y centro de toda revelación de Dios, de las palabras de
Dios hechas comunicación en el lenguaje de los hombres.
Cristo en su vida pública realiza un viaje testimonial en el que no
obliga, sino que invita a escuchar la buena nueva que ha traído con su
encarnación. En efecto, no es raro percatarnos que los privilegiados fueron los
discípulos al entrar en contacto directo con el Hijo, pues ellos mismos
escucharon las palabras y obras de Jesús: «¡Dichosos los ojos que ven lo que
veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que
vosotros veis, pero no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron».8
Asimismo, muchas obras de Jesús atestiguaban que verdaderamente era
el Hijo de Dios que comunicaba la palabra que venía del Padre, tal como pasó
en su estancia con los samaritanos: «Fueron muchos más los que creyeron en
sus palabras. […] nosotros mismos hemos visto y oído y sabemos que éste es
verdaderamente el Salvador del mundo».9
4
Hch 3, 21
5
Cf. ROVIRA José María, Introducción a la teología, 6.
6
Cf. Jn 1, 1. 14
7
Heb 1, 1-2
8
Lc 10, 24.
9
Jn 4, 41-42
Posterior a la muerte, resurrección y ascensión de Cristo, la palabra de
Dios se sigue haciendo presente por medio de los apóstoles, quienes fueron
enviados con una misión específica, anunciar el Evangelio: «Dios quiso que lo
que había revelado para salvación de todos los pueblos se conservara por
siempre íntegro y fuera transmitido por todas las edades».10 El día de
pentecostés estando los apóstoles reunidos reciben el Espíritu Santo para que
comuniquen el mensaje de Dios a los hombres. Los primeros cristianos
reciben las enseñanzas de los apóstoles, la escuchan y las ponen en práctica,
de este modo Dios sigue hablando, pero ya no lo hace a un pueblo en
específico, o a unos cuantos elegidos, sino a toda la humanidad.
Paulatinamente, el numero de cristianos se acrecienta y se hace palpable el
mensaje de Amor en la Iglesia.

Conclusión
A manera de desenlace, me gustaría reflexionar en torno a cómo Dios sigue
hablando hoy en su Iglesia. Después de haber hecho un recorrido muy breve
en cómo Dios habla y el hombre escucha y, que al llegar Jesús su palabra se
encarna para la salvación de todos y que, mediante la predicación de los
apóstoles el mensaje se concreta en la humanidad, llegamos a un tiempo que
quizá nos pareciese que Dios está mudo o ha dejado de hablar, en realidad, se
sigue haciendo presente en la vida de la Iglesia: pueblo de reyes, asamblea
santa, pueblo sacerdotal.
Mediante los sacramentos Dios se comunica a su Iglesia de maneras
muy bellas y específicas. De manera especial en la Eucaristía con la Liturgia
de la Palabra escuchamos la Palabra de Dios que se actualiza día con día; con
el salmo responsorial como su nombre lo dice respondemos a lo que Dios nos
dijo en la primera lectura, por lo que se profundiza en la comunicación de
Dios con su pueblo, un interlocutor y un receptor; con la lectura del Evangelio
la Palabra hecha Carne se nos presenta como la Buena Nueva, que es Cristo
cabeza de la Iglesia. A través del magisterio de la Iglesia, Dios de nuevo se
vale de la mediación humana para comunicar su mensaje, a través del sumo
pontífice y los obispos su palabra sigue presente.
Dios en su infinita misericordia sigue hablándonos día con día,
incesantemente hasta el fin de los tiempos cuando su Hijo en su segunda
venida venga a juzgar a vivos y muertos.

10
DV 7
Bibliografía:
 CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Dei Verbum. Constitución
Dogmática sobre la divina revelación. (18 noviembre 1965).
 LATOURELLE Rene, Teología de la revelación, Ediciones Sígueme,
Salamanca 1982.
 ROVIRA José María, Introducción a la teología, Biblioteca de Autores
Cristianos, Madrid 2014.
 VARIOS AUTORES, Iniciación Teológica 1, Las fuentes de la teología,
Dios y su creación, Herder, Barcelona 1967.
 Sagrada Escritura (Biblia de Jerusalén)

También podría gustarte