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Origen del derecho internacional privado

Como casi siempre cuando vamos a tratar el origen y/o nacimiento de alguna rama
del Derecho, nos encontramos con más menos los mismos periodos históricos así tenemos
que. Y el Derecho Internacional Privado no escapa de eso, por lo tanto, existen diferentes
posturas, visiones, puntos de partida, respecto al origen del Derecho Internacional Privado.
Algunos estudiosos lo ubican en la antigüedad, especialmente en los ordenamientos legales
de la Antigua Grecia o del Imperio Romano, dado que, del Derecho Romano nace un
importante porcentaje de nuestro entendimiento jurídico.

Si bien muchos autores consideran al ius Gentium romano como antecedente más
longevo del Derecho Internacional Privado, éste no era un derecho supranacional, es decir,
no trascendía los límites fronterizos del Imperio Romano, sino que era un derecho romano
aplicable a los extranjeros que ingresaban a Roma.

En cambio, según otros doctrinarios, esta rama del Derecho comenzó en el siglo XIII,
cuando el jurista boloñés Francesco d’Accorso (1225-1293) impuso a los tribunales de la
ciudad de Módena el uso y conocimiento de ciertos casos, de la jurisprudencia boloñesa, es
decir, de la ciudad de Boloña. Así introdujo por primera vez el principio de la
extraterritorialidad del Estado, y fundó la existencia de un Derecho Internacional Privado.

En la Edad Media, el norte de la actual Italia se ubicaban varios pequeños estados


con legislación propia, que tenían por nombre estatutos y que eran en muchos puntos
diferente de la ley del Imperio Romano, relacionados entre sí en virtud principalmente del
comercio, y que, en sus relaciones, muchas veces entraban se verían inmiscuidas en
conflictos, siendo dudoso cual estatuto entre varios cual era el más idóneo para ser aplicado
al caso en cuestión.

Existieron dos soluciones. La primera proponía que se aplicare el estatuto del lugar
donde había ocurrido el conflicto, aplicando la territorialidad de la ley. El otro exigía la
aplicación del estatuto más justo, más equitativo, para el caso concreto. Por esta razón se
constituyó en Italia la primera escuela que se ocupó de resolver estos conflictos legales
entre pueblos diferentes.

La escuela de los glosadores, pues así fueron llamados, emitió a través de una Glosa
Magna, la Glosa de Acursio, la aplicación del derecho fuera de su propio territorio. Así,
decía Acursio, que si un boloñés se trasladara a la ciudad de Módena no deberá ser juzgado
por los estatutos de Módena, sino por la ley romana, aludiendo al edicto Cunctos Populus
que en realidad se refería a que la religión católica sería oficial para todos los pueblos del
imperio.

La idea era luchar contra las autonomías feudales. Los postglosadores que
comentaron el Derecho Romano, indagaron más profundamente el tema. Bartolo de
Sassoferrato (1314-1357) determinó en su “Commentarius in Codice al Legem Cunctos
Populos”, que la forma de los contratos y sus efectos normales debían regirse por la ley del
lugar de celebración, mientras que sus efectos accidentales, como, por ejemplo, la mora,
debían regirse por el lugar de ejecución.

En materia de bienes se aplicaría la “lex rei sitae” o sea el estatuto del lugar de su
ubicación. En los testamentos, la forma se valoraría por el derecho local, la interpretación
de sus. Cláusulas por la ley del lugar en que se otorgó, y la capacidad del causante por su ley
personal.

Glosadores

El nombre de Glosadores proviene del método empleado por sus representantes,


para la forma de explicar mediante glosas o anotaciones marginales o interlineales, el
sentido de los principales textos de la legislación Justiniano. La escuela de los Glosadores fue
fundada en Bolonia, a partir del siglo XII, el fundador de esta escuela fue Irnerio (1085 –
1125).

Los glosadores Son aquellos especialistas del derecho que en el siglo XI que
comienzan a estudiar el derecho romano clásico y se limita a glosar, a comentar cada una de
las palabras que componía la definición de un determinado material de derecho romano,
pero sin ninguna actualización. El que inicia fue Irnero, tenemos entre otros a búlgaro
Martín García, Hugo de Alberico y llega a su culminación con Acucio (1108-1260), que reúne
las glosas o interpretaciones anteriores en la "glosa ordinaria" (1227), obra que se equiparó
en autoridad al texto de los pandectas y se clausura el primer grado teorético de la ciencia
jurídica medieval.
La tarea consistía en aclarar palabra por palabra glosar lo que se hacía entre líneas y
al margen del texto, también escribían "sumas" que eran estudios completos de la parte del
corpus. La recepción del Derecho Romano en Europa se inició a finales del siglo XI, a través
de diferentes escuelas.

Al estudiarse el Derecho Romano en todos los países europeos, se consideró al


Derecho como ius comune, es decir, el Derecho común para todas las personas, pero tras la
fragmentación política del continente europeo le sustituyó el ius propio.

La Escuela de Los Glosadores fue es un grupo de juristas vinculado a la


recepción del Derecho Romano Justinianeo en occidente, que se desarrolló desde fines del
siglo XI, hasta mediados del siglo XIII. Nació en la Universidad de Bolonia a manos del monje
Irnerio. La herramienta de análisis jurídico de la obra de Justiniano que emplearon fue la
GLOSA.

La Glosa consistió en analizar un texto, aclarando y explicando el significado de sus


palabras o fragmentos, hasta llegar a hacer una interpretación general de éste. Es decir, la
glosa en un primer momento era de significado (littera), luego lo fue de sentido (sensus).
Así, pues, el método de la glosa experimentó un desarrollo, originalmente fue una simple
apuntación gramatical o lexicográfica, hasta llegar a ser una explicación acerca de la razón
del texto.

La Glosa, en la práctica, se realizaba en los mismos textos que los juristas iban
leyendo. De acuerdo a en qué lugar de la hoja se hacía, se clasifica en Glosa Interlineal y
Glosa Marginal.

• Glosa Interlineal: Fue aquel tipo de glosa que se realizaba entre las líneas del texto.
Por esto fue una glosa breve, ya que el espacio para escribir entre línea y línea era reducido.
Se limitó a citar ejemplos, sinónimos, e incluso derivar al lector a otros pasajes del Corpus
Iuris Civilis.

• Glosa Marginal: Fue aquella glosa que se realizaba en los márgenes de las hojas. En
consecuencia, había más espacio para desarrollar las ideas, y por tanto, fue mucho más
extensa que la Glosa Interlineal. La escuela de los glosadores A mediados del siglo XIII era
tan grande la cantidad de Glosadores, que su tarea se fue desvirtuando. Se creó gran
confusión en la aplicación del derecho porque cada glosador podía interpretar
libremente, y de esta forma se fueron acumulando grandes cantidades de opiniones
de diversa naturaleza.

Algunos glosadores afirmaban algo y otros lo contradecían. Incluso se llegó al


extremo de glosar las propias glosas. Esta situación de inseguridad e incerteza jurídica fue
superada en parte gracias al considerado último Glosador: Francesco Accursio. Accursio creó
una gran obra jurídica.

La Magna Glosa, que recopiló y ordenó las grandes cantidades de glosas previas a su
creación. Su prestigio fue tan grande, que muchas veces tuvo más importancia que el propio
Corpus Iuris Civilis, llegando a ser la glosa más usada en los tribunales. No obstante este
gran aporte de Accursio, la glosa ya había decaído, y con el correr del siglo XIII, fue superada
e incluso reemplazada por una segunda gran corriente jurídica.

Los Comentaristas o Postglosadores. Los postglosadores A diferencia de los


glosadores, los comentaristas o postglosadores no buscaban la reconstrucción de las
viejas instituciones jurídicas sino la formulación de normas y principios justos, aplicables a
las circunstancias y relaciones controvertidas de su tiempo.

Eso sí, partían de las glosas de estos y de los textos que ellos utilizaron
utilizando el método escolástico o dialéctico (suponía someterse a un rígido armazón
lógico y una estructura esquemática del discurso que debía exponerse a refutaciones y
preparar defensas). Durante los siglos XIII al XV fue la corriente vigente cuyos principales
representantes fueron Cino de Pistoia, Bartolo de Sassoferrato y Baldo de Ubaldis.

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