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Facultad de Psicología y Ciencias Sociales. Carrera de Psicología.

Urgencias e Interconsultas. Ciclo Lectivo 2022

Docente a cargo: Prof. Lic. Gustavo Nahmod.


Ayudantes: Laura Raccio – Ezequiel Haedo.

Actividad de Evaluación N°3.


Actividad de evaluación obligatoria, individual, asincrónica, de integración teórico
clínica.

Fecha de Entrega: 24 de junio de 2022.

Datos del/la Estudiante:

Nombre/s y Julia Vazquez


Apellido/s:
N° Legajo: 27080
Sede / Turno: Sede Comahue – Turno mañana
Correo Electrónico: julia.vazquez@uflouniversidad.edu.ar

Consignas:

A partir de los Casos Clínicos vistos durante la cursada, de la película “El Cuaderno
de Tomy” y de la articulación con la bibliografía propuesta por la cátedra, elabore las
siguientes consignas:

1. Explique, ejemplifique y fundamente el concepto de “Interconsulta”. En


función de ello, indique la existencia o no de un trabajo interdisciplinario.

2. A partir del concepto de cuerpo y sus variables esquema corporal, imagen


corporal, cuerpo para la biología y cuerpo desde lo psíquico, elabore una
articulación ilustrativa a partir de uno de los casos clínicos vistos durante la
cursada.
3. Describa el diagnóstico situacional de uno de los casos estudiados,
considerando las ideas de urgencia objetiva, subjetiva y emergencia.

4. Considerando las ideas de trauma psíquico, angustia y de la lógica del


funcionamiento psíquico (metapsicología), aplique a uno de los casos clínicos
estudiados dichas consideraciones.

5. Si usted fuera el/la psicólogo/a tratante del paciente elegido para la Actividad
Grupal: ¿Qué lineamiento tomaría para el tratamiento con el mismo? ¿Qué
dispositivo/s terapéuticos recomendaría? Fundamente su respuesta.

6. A modo de síntesis y cierre de la materia exprese en qué ha contribuido la


cursada de la materia en su formación y cómo ha sido la experiencia
compartida. Revise las expectativas volcadas en el Foro 1 de la materia y
analice en qué medida las mismas se han satisfecho.

Puede comenzar su elaboración a continuación …

1. El concepto de interconsulta alude justamente, a la consulta que se produce


entre profesionales de distintas áreas o disciplinas, con el fin de buscar respuestas a
los interrogantes que se plantean en el quehacer diario de la atención psicológica y
médica. Dichos interrogantes tienen que ver con aquellos pacientes o consultantes
que, dadas las condiciones de su caso o problemática, originan una pregunta, que
desde la propia área del saber no puede ser respondida, por lo cual se hace preciso
involucrar el saber de otras disciplinas. En este sentido, hay que decir que la
práctica de la interconsulta, habilita un lugar de trabajo interdisciplinario, es decir, de
participación conjunta y articulada entre profesionales, para lograr la decodificación
de los interrogantes que aparecen. Es así, por ejemplo, que frente a un sujeto con
un cuadro de síntomas que, sugieren está cursando una crisis de pánico o
ansiedad, luego implementar acciones en pos de lograr una compensación, se
solicita la interconsulta con un clínico o especialista cardiólogo, para realizar una
evaluación médica que corrobore o descarte la presunción de algún problema
cardíaco. La interconsulta también puede darse en el sentido opuesto, que un
profesional médico, por ejemplo, frente a un proceso de largo tratamiento o
intervención quirúrgica, solicite una evaluación psicológica del paciente para
constatar el estado de aceptación y conciencia que este tiene, respecto de la
enfermedad; esto impactará posteriormente en la adherencia a los tratamientos e
intervenciones que se propongan. El rol del psicólogo en este sentido, se ubicará
como mediador de la relación médico-paciente, brindando un acompañamiento
particular que estimule la alianza terapéutica y que puede estar incluso dirigido
desde un enfoque psicoprofiláctico.
Vale decir en este punto, la interconsulta no necesariamente, va a desembocar
en un tratamiento o intervención específica con ese otro profesional o área a la que
se le consulta, sino que involucra en primera instancia, una evaluación inicial que
permita una mirada más completa del cuadro y la situación del paciente.
Es importante resaltar que, la modalidad de interconsulta, además, no se limita a
los sujetos en términos de pacientes, sino que involucra a Profesionales de la salud
en el ejercicio de las distintas disciplinas, a familiares del paciente y a distintos
equipos y servicios de la institución en que se desarrolla la práctica. Cada
institución, vale decir, cuenta con su propia modalidad de interconsulta, sin
embargo, en términos generales, lo que sucede es que hay un equipo solicitante y
un equipo de otra área o disciplina, que se integra como respondiente a esa
solicitud. Esto se canaliza por medio de un pedido escrito que debe responderse
bajo el mismo formato.

2. A partir de comprender que el Yo, como instancia psíquica, es ante todo, un


yo corporal, es decir, la proyección de una superficie corporal, es que se hace
posible una lectura integral de los procesos de salud-enfermedad en las personas.
En este sentido, el caso de Alicia de 56 años de edad, con la indicación médica de
una cirugía de Colostomía definitiva, me parece pertinente para articular la teoría
trabajada, ya que, partiendo de la definición inicial, este caso da cuenta desde el
principio, de la pérdida de equilibrio psíquico en la paciente, como consecuencia de
una intervención quirúrgica en su cuerpo.
El cuerpo con el que se trabaja en la clínica psicológica, no es el cuerpo de la
anatomía, sino que, consiste en ser una construcción subjetiva y tal y como
menciona Doltó (1984), el cuerpo funciona como mediador entre el sujeto y el
mundo. Es así como cualquier cambio que se produzca en él, repercutirá en el
esquema corporal de la subjetividad y, por ende, en la relación del sujeto con su
entorno. Hay una repercusión recíproca entre cuerpo y psiquis, por lo que queda
descartada la histórica dicotomía con que se ha analizado y estudiado a los sujetos.
La implicancia clínica de estas consideraciones, se puede ver en el caso, donde
Alicia, aún antes de ser operada, desde el momento de la información médica,
comienza a manifestar algo del orden de un desequilibrio en la armonía psíquica: la
paciente se muestra hiperactiva, poco consciente del proceso en el que se
encuentra, poniendo en marcha mecanismos defensivos ligados a la negación. No
olvidemos en este punto, que la paciente se vincula con su entorno desde una
postura de omnipotencia, ella puede y hace todo, ella es la que contiene a su
familia, por lo que las defensas puestas en juego, se presentan en un intento de
aplacar la angustia que representa la herida narcisística por la pérdida del órgano y
su función, hecho que a su vez se vincula con cierta pérdida de omnipotencia.
El desequilibrio en el yo, se intensifica luego de la intervención quirúrgica, debido
que aparece la perplejidad por lo que le ha sobrevenido, por lo nuevo que ahora
forma parte de su cuerpo; este proceso es muy complejo, debido a que Alicia, no
solo perdió una función corporal, como es la defecación natural, sino que ahora
posee un objeto que le es ajeno y que poco a poco debe asumir como propio, ya
que la acompañará de por vida. En este sentido, la paciente realiza intentos de
racionalizar, nombrando al objeto de diferentes formas, pero sin perder de vista su
cualidad de ajeno, marcando una distancia significativa en el vínculo con ese nuevo
elemento. Toda esta dificultad, tiene que ver fundamentalmente con lo
irrepresentable para el psiquismo de la función y el órgano que ha perdido. Alicia
intenta desde su lógica discursiva, incorporar ese nuevo objeto, a la vez que intenta
asumir la falta, tratando de conectarse con ella, pero como lo que le falta en el
cuerpo (ese trozo de intestino extirpado) no era algo visible, entonces no hubo una
representación previa que provea un soporte para lo nuevo, un significante que se
ajuste a lo que desde antes no estuvo simbolizado en la psiquis.
Lo irrepresentable en este punto, se juega también con el registro de pérdida, con
la falta, justamente, la falta del órgano, pero fundamentalmente con la conciencia de
no estar completa. Esto confronta también con la omnipotencia que caracteriza a la
paciente, y dificulta la elaboración de incorporar lo nuevo y duelar lo perdido.
Frente a este panorama, la dirección de las intervenciones, se dirige a lograr que
la paciente incorpore a su nueva imagen corporal, el objeto ajeno. Para ello, se debe
inscribir en el psiquismo justamente, lo que falta, se debe simbolizar de algún modo
la ausencia de lo que hasta ahora, ha sido irrepresentable; por lo que una de las
intervenciones, consiste en pedir relatos de la cotidianeidad alimenticia. Allí aparece
una queja muy pertinente por lo que sucede con la bolsa de colostomía: que “se
llena abruptamente y sin previo aviso”; se detecta entonces, algo más del orden de
lo irrepresentable, que podría llegar a representarse al llamar a este procedimiento
como “anestesia evacuatoria”. Esta primera simbolización se constituye en el
precedente para empezar a construir con la paciente un nuevo cuerpo, que se
caracteriza por la falta de sensaciones. Esta falta que ahora puede ser enunciada,
también puede comenzar a duelarse a la par que se elabora una nueva imagen
corporal, diferente al esquema corporal, con nuevos límites acerca de lo interno y lo
externo para la paciente. La imagen corporal, se constituye como la síntesis de las
experiencias emocionales del sujeto, en este caso, como el proceso que atravesó
Alicia, implica la puesta y el intercambio de palabras, la simbolización de lo que se
pudo inscribir, en un vínculo de comunicación con otros.

3. Para el siguiente punto, seleccionaré el caso de Rosa, una mujer de 74 años


cuyo emergente responde a un profundo malestar angustioso que obstaculiza una
intervención quirúrgica en su rodilla.
Desde un diagnóstico situacional, es posible distinguir en primera instancia que,
la cirugía de rodilla para Rosa no implica urgencia objetiva ni una emergencia, ya
que, según la descripción del caso, “el trabajo interdisciplinario con el equipo médico
marca la no existencia de urgencia para dicha intervención. La prótesis adquirida
podrá ser implantada cuando esta lo desee” (Nahmod, G. 2009). Es decir que, no
hay ningún tipo de apremio en el tiempo para realizar dicho procedimiento; como
consecuencia, es posible distinguir que tampoco hay emergencia, ya qué, la
postergación de la intervención quirúrgica, no representa un riesgo de vida
inminente para la paciente. Sin embargo, desde una postura de interrogación acerca
de ¿cuál es la urgencia? Se puede observar que el cuadro de angustia que presenta
Rosa, y desde el cual manifiesta síntomas orgánicos (como la hipertensión y
bradicardia) y emocionales (el desborde de ansiedad y la dificultad de verbalización)
que imposibilitan la cirugía, puede ubicarse como una urgencia subjetiva, que es
preciso atender en lo inmediato. La urgencia subjetiva, vale decir, tiene que ver con
la vivencia de urgencia del sujeto, en este caso, se observa como en Rosa, hay algo
que urge por ser expresado y que se vive justamente con un sufrimiento angustioso
que emerge y precisa elaboración.
La urgencia subjetiva en estas circunstancias, también puede ser ubicada como
urgencia psíquica, ya que, en presencia de una patología médica -como es esa
rodilla que debe ser intervenida- aparece la angustia en diversas formas, denotando
que lo que podría ser una urgencia médica (la operación), en realidad no es tan
urgente de atender, como lo es la angustia que trae aparejada. Y esto es así,
debido a que, la angustia que presenta la paciente, debe ser elaborada de manera
tal que posibilite a futuro, la concreción del procedimiento quirúrgico. De lo contrario,
Rosa seguirá cargando con este sufrimiento y postergando algo que podría mejorar
su calidad de vida.
El intento de cirugía fallida da cuenta no solo de una falta de preparación previa
en lo psíquico, sino también de heridas anímicas que son de larga data en la vida de
Rosa, y se reactualizan en este evento (Nahmod, G. 2009). Distinguir la verdadera
urgencia en la elaboración de un adecuado diagnóstico situacional, es lo que
orientará el trabajo y las intervenciones del terapeuta, o el equipo referente en salud
mental, en cada caso.

4. Con el fin de responder a la consigna solicitada, el caso que considero más


pertinente en este punto, es el de Amelia, de 49 años de edad, quien fue víctima de
incontables torturas durante la última dictadura militar ocurrida en nuestro país.
La paciente presenta en una primera instancia, el desborde emocional de la
angustia, carente de simbolización, frente a la urgencia de una intervención
quirúrgica; a la vez que una llamativa desconexión con su cuerpo y el dolor de este
(Nahmod, G. s./f). Los relatos desafectivizados de Amelia, acerca de las escenas
del pasado donde recuerda la tortura y el sufrimiento del que fue víctima, dan cuenta
de un trauma psíquico. Este trauma, se constituye a partir de una inscripción
psíquica de aquello que fue traumático para Amelia, vale decir, de aquello que fue
vivenciado subjetivamente como traumático, ya que, los hechos en sí, a los que
estuvo expuesta Amelia, son considerados como fácticos, omitiendo todo juicio y
valoración moral, son hechos que se consideran potencialmente traumatogénicos.
Lo traumático entonces, es la vivencia que tiene el sujeto de lo ocurrido. Y esto es
así porque dicha vivencia, se produce condiciones de desvalimiento. Se trata en
principio de un desvalimiento motor, donde no hay posibilidad de acción contra lo
que se percibe como peligro. Recordemos en este punto, Amelia, no tuvo
posibilidades concretas de defenderse, ni siquiera de huir, por lo que se constituyó
un trauma, que a su vez va a dar cuenta de un desvalimiento psíquico que, en este
caso en particular, también se resignifica como un desvalimiento social, ya que hay
y hubo, una falta de sanción contra lo ocurrido.
Frente a lo traumático, aparece la angustia como una reacción originaria; se trata
de la conmoción frente al riesgo objetivo y concreto de muerte que experimenta el
sujeto y la imposibilidad de defenderse y aún de prepararse. Para entender mejor
esto, es preciso retomar la lógica del funcionamiento psíquico, desde la cual, Freud
nos provee algunos modelos que lo grafican. Uno de ellos, tiene que ver con el
Modelo del Arco reflejo, o más bien conocido como el Esquema del peine, según el
cual, el aparato psíquico se compone de un polo perceptual o sensitivo (ubicado a la
izquierda) y un polo motor (ubicado a la derecha). El polo sensitivo, es aquel por
medio del cual ingresan al aparato, las excitaciones percibidas por el sujeto,
realizando un recorrido en forma de arco hacia el polo motor, desde el cual se
generará una respuesta motriz. Entre ambos polos, se instala una tensión debido al
ingreso de excitación al aparato psíquico, que no se resuelve a menos que esta se
descargue completamente, lo cual, es hipotético e imposible, pues la tensión
permanece de forma irreductible y la descarga solo es parcial. Según el principio de
placer/displacer que gobierna allí, el aumento de la tensión en el aparato producirá
displacer, y su disminución debido a la descarga, generará el placer
respectivamente. En este esquema, además, se encuentra un factor muy
importante, que es la Barrera de la Represión, cuya función, es impedir que
determinados contenidos, pasen al polo motor intentando su descarga. La barrera
de la represión entonces, marca el límite entre lo que se conforma como
inconsciente y lo pre consciente/consciente. Y esto es así ya que, la energía
psíquica que está en el aparato, se organiza y se distribuye según su carga de
energía, y según las transformaciones que aplica el proceso primario, con sus
mecanismos de condensación y desplazamiento. La energía que pase barrera de la
represión, tendrá que ver con cuan permeables y tolerables sean para la
consciencia los contenidos movilizados, ya que esta área del aparato es gobernada
por el Principio de realidad. En resumen, el objetivo de la represión, es evitar el
riesgo que corre el yo, ante la exigencia pulsional que impone una satisfacción
absoluta, lo cual destruiría el equilibro del aparato psíquico si se realizara.
A partir de la teoría expuesta, se puede ver cómo, en el caso de Amelia, eso que
ubicamos como la vivencia traumática, no ha sido reprimida, sino que ha pasado la
barrera de la represión y para la paciente, es plenamente consciente; el impacto de
ello ha sido tan intenso, que ha puesto en riesgo el equilibrio del yo, el cual ha
puesto en marcha mecanismos de autoconservación y autopreservación,
recurriendo a la escisión del cuerpo y el afecto, al modo de una disociación psicótica
para enfrentar la adversidad vivida; y entonces, se trata de un cuerpo que se
sustrajo a la posibilidad de ser dolido. En la conciencia de Amelia, las
representaciones han quedado separadas del afecto, el cual ha permanecido
enquistado en lo inconsciente como un estancamiento libidinal que no ha podido
encontrar forma de descargarse. Dicho estancamiento, se trata de la angustia, que
se presenta como un quantum puro de energía y que no ha conseguido tramitarse,
ya que resulta intolerable para la conciencia. Se ve en este caso, que la disociación,
en favor de la atuconservación y autopreservación, produjo una renuncia al cuerpo y
al sentir en el cuerpo. Esto que representa algo así como una “muerte en vida”, ya
que, es una muerte de los estratos superficiales del yo, una muerte del cuerpo y sus
sensaciones, paradójicamente, preservó la vida de Amelia. Pero esta preservación
resulta ser frágil, ya que, frente a la instancia de una nueva intervención quirúrgica,
aparece la angustia automática expresada en un desborde emocional y, aunque
esto sea paradojal, la angustia acontecida, que es vivida como un importante
malestar subjetivo, representa, una descarga para el aparato psíquico, aliviando
tensión en su interior; en la clínica, representa el punto desde donde se puede
empezar a cualificar la libido estancada, apalabrando, simbolizando para poder
posibilitar una elaboración que le permitirá a Amelia, cambiar su posición subjetiva,
e inscribir lo traumático en la conciencia con nuevos significantes y metáforas, que
permitan historizar desde otro lugar lo vivenciado.

5. En la actividad grupal, el paciente elegido no es un sujeto en particular, sino


que se constituye como el representante de todos aquellos que, en la actualidad, no
gozan de sus derechos en cuanto al acceso a consultas y prácticas médicas, por las
restricciones que impone el sistema de salud, tanto público como privado en lo que
respecta a prepagas y los elevados costos económicos y temporales que todo ello
implica.
Habiendo realizado esta aclaración, y ubicándome como psicóloga tratante de un
sujeto con estas características, creo que el principal lineamiento a seguir, sería el
de la información. Es decir, las intervenciones en principio tomarían la dirección de
proveer información precisa acerca de las leyes y los alcances que estas posen, en
cuanto a los derechos que tienen las personas en el sistema de salud. En nuestro
país hay un marco regulatorio actualizado de las prácticas médicas tanto públicas
como privadas, así como organismos tales como, la Superintendencia de servicios
de salud, que establecen y funcionan en pos de garantizar el cumplimiento de los
derechos que deberían gozar los ciudadanos, sin embargo, es una información que
no suele estar plenamente disponible o accesible para los usuarios.
Muchas veces, frente al desamparo y la falta de respuestas que generan los
problemas de aplicación de estas leyes, nos encontramos en la práctica con sujetos
que se presentan pasivos y son funcionales al sistema burocrático, que se
“cansaron” de golpear puertas y no reciben las prestaciones médicas que por
ejemplo están incluidas en el “Programa Médico Obligatorio”, por lo que, considero
que la socialización de esta información, debería ir acompañada de intervenciones
que apunten a trabajar con el paciente para que pueda asumir una posición
subjetiva activa, en tanto que busca y se asesora, y hace valer sus derechos por el
cuidado de sus salud.

6. En función del recorrido planteado por la cátedra, en principio quiero destacar


el gran aporte a mi formación que obtuve, a partir de la discusión y el análisis de
casos articulados con la teoría psicoanalítica. Vale aclarar que el psicoanálisis,
marcó gran parte de mi trayecto académico, debido a que antes cursé parte de la
carrera en otra universidad, y que frente al cambio a Uflo, esto se vio interrumpido
en cierto sentido. Haber podido cursar esta materia reactualizó no solo contenidos y
saberes, sino que volvió a orientarme en el tipo de profesional me gustaría ser a
futuro. Pero también, la articulación de la teoría con casos actuales y
contextualizados en nuestra época, me permitió revisar conceptos y volver a
ponerlos en valor para el análisis.
Finalmente, considero muy valiosas tanto las instancias de clase, donde las
temáticas nos interpelaban como grupo, como sujetos y como futuros profesionales,
así como las instancias evaluativas que estimularon la reflexión y la articulación de
conceptos.
Creo que la expectativa se cumplió para mí, y se vio ampliamente superada, ya
que, buscaba acercarme a la visión de lo que es un trabajo institucional en la
urgencia, y hoy puedo verlo, habiendo aprendido, sobre todo, la importancia de ser
humano allí, de trabajar en equipo y de hacerle un lugar al sujeto, siendo soporte en
medio de La urgencia y de Su urgencia.

Referencias bibliográficas utilizadas.

 Nahmod, G. (2009). Un Psicólogo en Quirófano. Trabajo presentado en el IV


Congreso Argentino de Salud Mental. Asociación Argentina de Salud Mental.
Ciudad de Buenos Aires.

 Nahmod, G. (2008). “La Angustia en el Proceso Quirúrgico”. Clase N°5 del


Curso Virtual: Conceptos Básicos en Psicoprofilaxis Clínica y Quirúrgica” dictado
a través de la plataforma virtual de la Asociación Argentina de Salud Mental.

 Nahmod, G. (s./f). ¿Dónde está el dolor cuando no habita el cuerpo?

 Nasio, J. D. (1996). El placer de leer a Freud. Editorial Gedisa, Bs. As. Argentina

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