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SEDE BAHÍA BLANCA

LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA

Práctica Profesional Tutoriada en Clínica


Hospital Interzonal General de Agudos Dr. José Penna

Docente: Lic. Paula Fiore


Comisión: 5° “E”
Año: 2018
Alumno: Tomás Nieto
De la internación al Hospital de Día

¿Qué le brinda el psicólogo al paciente psicótico?

El presente trabajo, apoyándose en los lineamientos del psicoanálisis, intenta dar


cuenta de los recursos y aportes que el psicólogo pueda brindarle a un sujeto psicótico en el
recorrido que el mismo realiza desde el momento de crisis en el cual es ingresado a la sala de
internación, hasta que se le da de alta de la sala y continúa su proceso ambulatorio en el
Hospital de Día.

En un primer momento podemos encontrar a un paciente en estado de crisis, por


ejemplo, presentando alucinanciones, delirante, desorientado témporo-espacialmente,
intoxicado y/o en situaciones en las que pueda correr riesgo su propia vida o la de un tercero y
llega a emergencias o a la guardia para luego ser internado en la sala de Salud Mental si es
que cumple con los requisitos para dicha internación. Una vez aquí es importante la tarea de
los psiquiatras, quienes deben brindar los psicofármacos necesarios para que cese el estado de
crisis, frenen las alucinaciones en caso de presentarse y que el paciente pueda descansar,
funcionando también como una primer barrera en lo real, un primer límite contra el goce
desmedido del cual el paciente psicótico es víctima. Hay que destacar que sobre todo cuando
los pacientes son jóvenes y están acompañados por su grupo familiar, los profesionales se ven
atravesados por diferentes demandas, las cuales si no se mantiene una distancia y son
respondidas dejando de lado al sujeto, puede ocasionar problemas ya que el paciente será
tomado por su síntoma, dejando de lado la producción de subjetividad. También puede
suceder que la demanda primaria surja del propio paciente si da cuenta que es apremiado por
un goce que lo consume y lo lleva a pedir de diversas formas que se le ponga un límite a ese
sufrimiento (Rivas, E. 2006).

Cuando el paciente se encuentre estabilizado, es importante lo que plantea Gabriel


Belucci sobre nuestra tarea como psicólogos en la internación, quien dice que podemos
favorecer a que aquello disruptivo del desencadenamiento o de la descompensación pueda
inscribirse en el sujeto como un acontecimiento subjetivo, como un modo de ganancia de
saber para que el sujeto psicótico pueda utilizarlo posteriormente y así anticipar situaciones de
desencadenamiento. Esto es muy importante también, ya que la forma en que el psicólogo

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pueda interiorizar al paciente en los avatares de su patología, brindarle la información y
conocimiento necesario para poder reconocer una posible situación de descompensación, hará
que el paciente cree un lazo con la institución, que pueda alojar allí ese real que se le impone
y la institución sea vista cumpliendo un papel apaciguador y no persecutorio, encontrando un
alojamiento en una instancia más amable del Otro, como dice Carmen Gallano. Y esto puede
ser un puntapié inicial para la mejoría del paciente, la creación de lazos, de apoyos, de un
lugar de contención.

Siguiendo esta línea, una tarea que debemos realizar en este momento es una maniobra
simbólica, debemos favorecer que surja una segunda demanda, en que lo real del goce, de su
sufrimiento, pueda alcanzar un progresivo nivel de simbolización; favorecer que el paciente
pueda instalar un Sujeto supuesto Saber en el analista para poder dejar de ser objeto de goce
del mismo, para lo cual también es necesario un cambio de postura del analista, de profesional
de la salud mental a una posición donde pueda escuchar la demanda y operar sobre lo real
desamarrado del sujeto invadido por el goce (Rivas, E. 2006). Encontramos entonces un doble
movimiento, por parte del analista y por parte del paciente en un proceso que los atraviesa a
ambos. Y esto es un momento clave en el tratamiento porque como fue dicho antes, favorece
al lazo del paciente con la institución, la cual podrá alojar su malestar y ayudarlo.

Así, poco a poco, el analista ocupando una posición de semblante de objeto ayudará al
viraje de posición del paciente psicótico, el cual pasará de ser objeto vocal que enuncia, a
atribuirle un supuesto saber al analista como fue dicho y así pasar a la posición de sujeto
tachado ya que en el acto de dirigirle su discurso al Otro del analista se produce un efecto
sujeto y una producción de significantes que lo constituyen como tal, barrando al goce (Rivas,
E. 2006). Este cambio de posición favorece no sólo en la pacificación de las manifestaciones
del goce, tales como las alucinaciones y delirios, sino que se desarrolla una trama de
relaciones y significantes que los sitúan entre los vínculos con unos y otros en la institución
que los aloja.

Llega un momento en que el paciente es externado y continúa su tratamiento


ambulatorio en el Hospital de Día. Lugar que también crea un estatuto simbólico, un lugar de
pertenencia y alojamiento, en el que se da una variada oferta de talleres, actividades,
encuentros y posibilidades que quizá el paciente no ha tenido antes, o sí pero las perdió a
causa de su malestar.

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En el Hospital de Día se promueve una elección por parte del paciente sobre a qué
talleres asistir, lo cual muestra también una intención de hacer surgir la subjetividad, los
gustos e intereses personales de cada paciente. Hospital de Día que está atravesado por leyes
institucionales del Hospital, talleres atravesados por leyes institucionales del Hospital de Día
y talleristas atravesados por las normas y temporalidad de cada taller. Así se encuentra el
paciente también, atravesado por estas normas, temporalidad y legalidades que son flexibles
en lo posible y que en cierta medida intentan delimitar y ordenar al paciente en lo concreto de
la realidad. Y muchas veces el paciente psicótico recurre a estas instancias institucionales de
la ley como recurso frente a la otra Ley que no hay por su estructura, viéndose así como desde
lo Real se intenta posicionar al sujeto respecto de la ley de una forma diferente a la que su
estructura dicta, ya que carece de la marca simbólica de la Ley. Cada paciente podrá hacer uso
de ella para inventar modos de suplir aquello que no funciona en su cotidianeidad, de trabajar
sobre esa pauta en un espacio en el que va a ser escuchado y respetado en su singularidad
(Galante, D. 2004). Estas normas institucionales del “para todos”, las cuales son flexibles,
sirven de esquema para orientar las actividades y acciones de cada uno; pero en las
actividades propuestas, se intenta practicar el “uno a uno”, darle libertad a cada paciente de
elegir que quiere hacer para no matar el deseo (Millas, D. 2007) y justamente es también el
psicólogo quien ayuda en este camino a favorecer esto, trabajando de forma interdisciplinaria
con los demás profesionales y los talleristas.

Una de las tareas del psicólogo aquí es continuar elaborando un síntoma si es que lo
hay, o favorecer a la creación de un síntoma por parte del sujeto, a modo de tratamiento del
goce, y esto entra en relación con lo nombrado anteriormente sobre la suerte de “psico-
educación” para que el paciente pueda reconocer momentos en los cuales se siente vulnerable
y próximo a una descompensación. A diferencia de la neurosis en que un tratamiento es
abordado desde lo simbólico hacia lo real, en la psicosis debemos partir de lo real e ir hacia lo
simbólico para fabricar un síntoma para que el sujeto pueda interiorizar lo que le sucede, dar
palabra a las sensaciones, al malestar y objetivar los diferentes momentos que vaya
atravesando. Y el discurso psicoanalítico opera sobre esa hiancia, ese agujero estructural que
caracteriza al psicótico, permitiendo anudamiento y lazo, haciendo así que la intervención del
psicólogo desde este lugar sea terapéutica y favorezca la producción de lazo del paciente con
él y a partir de allí con otros pacientes del Hospital de Día, lo cual cobra importancia también
teniendo en cuenta que muchos de los pacientes que frecuentan la institución no cuentan con

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apoyo familiar ya que son los más quienes han pasado más de 15 ó 20 años
institucionalizados en diferentes ámbitos y lugares antes de llegar a Bahía Blanca.

Volviendo a la oferta de talleres que el Hospital de Día brinda, el paciente será quien
elija a gusto propio a cual concurrir y el psicólogo será quien fomente el pasaje de la
pasividad propia del objeto, objeto de goce del Otro según la teoría de la psicosis, hacia la
actividad gracias al surgimiento de ese efecto sujeto que propició el analista. Actividad para
que el sujeto aquí pueda crear, cocinar, fotografiar, escribir o hablar, a la vez que comparte el
espacio con otros pacientes y se van creando lazos, amistades, parejas en algunos casos. Y lo
importante de estas producciones personales, no es el mero hecho de producir algo para la
propia persona, sino que lo terapéutico del asunto radica en que ese objeto producido, ese
programa de radio grabado en el que cada paciente aporta su tema, su opinión, su voz, esa
obra teatral pensada y realizada sean destinatarias a Otro que le dé valor. Que esa producción
se desprenda del sujeto y circule socialmente pasando por ese Otro y regrese al sujeto, tiene
que ver con la lógica de la castración, que hay algo de uno, una producción propia que puede
ser significada por otra persona, producir una marca en el Otro y que algo de otra persona
puede ser aportada a sí, su dinero, su aplauso, su escucha. Esto a su vez confiere una suerte de
identidad al sujeto, un lugar que ocupar, un casi-nombre produciéndose como sujeto.

Entonces, después de todo lo expuesto, lo que el psicólogo puede aportarle al paciente


son oportunidades y posibilidades. Posibilidad de acotar ese goce desmedido del cual el
paciente es objeto; posibilidad de que se dé un efecto sujeto en el que pueda devenir algo de la
subjetividad de la persona; oportunidad de encuentro con Otros bajo los mismos preceptos,
lanzándolos así a la cadena significante entre varios, mientras despliegan sus gustos,
habilidades e intereses en una producción personal que será reconocida y valorizada por los
demás; oportunidad de resocializarse y enfrentar la realidad de la que en algún momento se
vieron desalojados.

Así mismo, la posibilidad de lazo, de encuentro, de comunicación e instalación de


cierto orden simbólico del malestar del sujeto hacen que, cuando confluyen estos elementos,
sea posible uno de los objetivos del Hospital de Día, el cual es evitar las internaciones. Y
junto con la evitación de las internaciones, se evita un deterioro del sujeto que se da
progresivamente con cada descompensación. Esto es visto también ya que en voz de los
propios profesionales del Hospital de Día, afirman que los pacientes concurren a la institución

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cuando sienten que están prontos a descompensarse, ya que tienen interiorizado los signos y
síntomas que indican dicha situación, lo que marca un gran aprendizaje por parte de los
pacientes en sus cuestiones personales y que lleva a su crecimiento y mejor calidad de vida.

Referencias

Belucci, Gabriel. “Dispositivos clínicos. El recurso a la internación y el lugar del fármaco”, en


Psicosis: de la estructura al tratamiento, Bs.As., Ed. Letra Viva, 2009, pag. 203-212.

Fridman, Pablo. “Psicosis e institución”, en Bertrán, Gustavo Fernando (comp.), Hospital de


Día. Particularidades de la clínica, Bs.As., Ed. Minerva, 2004, pag. 59-64.

Galante, Darío. “Preguntas frecuentes en la admisión a Hospital de Día”, en Bertrán, Gustavo


Fernando (comp.), Hospital de Día. Particularidades de la clínica, Bs.As., Ed.
Minerva, 2004, pag. 95-102.

Millas, Daniel, Furman, Miguel y Equipo Hospital Alvarez, “El Hospital de Día: el lazo
social”, en Laurent, Eric et. Al., Psiquiatría y psicoanálisis: diagnóstico, institución y
psicofármacos en la clínica actual, Bs. As., Ed. Grama, 2007, pag 134-148.

Rivas, Enrique, “Tratamiento psicoanalítico de la psicosis. Abordaje psicoanalítico de


psicóticos en la institución pública de salud mental”, en Pensar la psicosis: el trato
con la disidencia psicótica o el diálogo con el psicótico disidente, Bs.As., Ed. Grama,
2006, pag. 71-127.

Wild, Horacio. “Preguntas sobre el hacer” en El sujeto en los dispositivos artísticos


artesanales. Fictiönis, Bs.As., Ricardo Vergara ediciones, 2014, pag. 21-108.

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