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CORTE CONSTITUCIONAL
Relatoría
Una mujer de la tercera edad y su grupo familiar objeto de desplazamiento forzado ha hecho
numerosos esfuerzos que han resultado infructuosos puesto que en la práctica no ha podido
acceder ni a un proyecto productivo para su auto sostenimiento ni a la asignación de un subsidio de
vivienda, por lo que solicita la asistencia del Estado al considerar vulnerados sus derechos de
contenido prestacional, a la igualdad, al restablecimiento, al mínimo vital y a la vivienda digna. Para
la Corte las medidas especiales a favor de los desplazados facilitan que éstos se tornen menos
vulnerables, agencien la reparación de las injusticias derivadas del desplazamiento involuntario y se
orientan a la realización efectiva de ciertos derechos de bienestar mínimo que constituyen la base
para la autonomía y el auto sostenimiento de los sujetos de desplazamiento. Reitera que “el gasto
en el cuidado a los desplazados debe ser considerado, inclusive, como más perentorio que el gasto
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público social, al cual el artículo 350 de la Carta Política le asignó prioridad sobre los demás”. Indicó
que el restablecimiento consiste en el mejoramiento de la calidad de vida de la población
desplazada y, para lograrlo, las acciones del Estado, de la cooperación internacional y del sector
privado, en desarrollo de alianzas estratégicas con el Estado, deben orientarse a contrarrestar los
riesgos de empobrecimiento y exclusión social. Tales acciones deben propender por el acceso a la
tierra, el empleo en condiciones dignas, el acceso a soluciones de vivienda, la integración social, la
atención médico asistencial integral, la nutrición adecuada, la restauración de los activos
comunitarios, la reconstitución de las comunidades, el acceso a la educación, la participación
política efectiva, y la protección de los desplazados frente a las actividades que desgarran el tejido
social, principalmente las asociadas al conflicto armado interno. Todas las autoridades que diseñan
y operan la política pública de atención al desplazamiento, en los diferentes tipos de intervención,
deben tener muy en cuenta los enfoques participativo y poblacional, así como el enfoque de
derechos.
Una persona de la tercera edad (81 años) que padecía de una enfermedad catastrófica solicitó a la
EPS (Estado) le brindaran los cuidados paliativos prescritos por el médico tratante de debido a que
padecía de cáncer de cervix recidivante irrescatable, que le fueron negadas. La Corte consideró, no
obstante la muerte del peticionario en el trámite de la acción, que el paciente en estas
circunstancias no está destinado a ser abandonado a la fatalidad sino que tiene derecho a que se le
garanticen unas mínimas condiciones para aliviar sus dolencias y abrigarle esperanzas de
recuperación y de prolongación de la vida amenazada, si ese es su deseo. El Estado debe ofrecer a
los enfermos terminales que enfrentan intensos sufrimientos, todas las posibilidades para que sigan
viviendo, por lo cual es su obligación brindarles los tratamientos paliativos del dolor.
Una señora en representación de su hijo menor de edad (2 años) le fue diagnosticado cáncer
frontal craneal, donde la niña ha perdido la visión progresivamente, pues le ha invadido las fosas
nasales. En razón a que el SISBEN no cubre una serie de procedimientos como la resonancia
magnética y los exámenes de laboratorio, se le hicieron exigencias económicas que no puede
cumplir, aunque vendió sus bienes para costear el tratamiento. La Corte precisó que el derecho a la
salud de los niños tiene carácter fundamental y no pueden las instituciones de salud oponer
obstáculos de tipo legal ni económico para el tratamiento de un menor que padece de una
enfermedad catalogada como ruinosa o catastrófica. Se ordenó que mientras le es practicada una
encuesta SISBEN para determinar el nivel de pobreza y hasta tanto la menor sea afiliada a una
ARS, le brinde de manera integral e inmediata todos los servicios que pueda requerir con ocasión
de su enfermedad, sin aducir obstáculos de tipo económico para ello.
Una persona recluida en un centro penitenciario ha solicitado la práctica de la cirugía para tratar
una hernia inguinal que padece desde hace dos años, al igual que una operación de pterigios,
conforme a las autorizaciones que ha dado el médico que atiende al interior del establecimiento
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carcelario. La Corte indicó que el derecho constitucional fundamental a la vida no significa la simple
posibilidad de existir desde el punto de vista puramente biológico, sino que supone la protección de
la integridad física y psíquica, así como la garantía de una existencia digna con la cual riñe toda
situación de intenso dolor. La Corte al garantizar el derecho a la salud señala que la entidad
accionada compromete la vida en condiciones dignas al someterlo injustificadamente a sufrir una
grave dolencia y también su derecho a la integridad personal por las secuelas y los efectos de la
enfermedad.
Una persona con carcinoma basocelular en rostro y daño solar crónico fue objeto de despido, sin
justa causa con indemnización, por dicha enfermedad y ni siquiera se ha determinado si el origen
de la misma es o no un riesgo profesional. Para la Corte frente a ciertas personas se presenta una
estabilidad laboral reforzada en virtud de su especial condición física o laboral. Si se ha presentado
una desvinculación laboral de una persona que reúna las calidades de especial protección, la tutela
no prosperará por la simple presencia de esta característica, sino que será necesario probar la
conexidad entre la condición de debilidad manifiesta y la desvinculación laboral, constitutiva de un
acto discriminatorio y un abuso del derecho. La tutela puede ser mecanismo para el reintegro
laboral de las personas que por su estado de salud ameriten la protección laboral reforzada, no
olvidando que de presentarse una justa causa podrán desvincularse, con el respeto del debido
proceso correspondiente.
Derechos del niño a tener una familia y no ser separada de ella. Derechos de la madre a no
ser separada de su hija
Un Instituto desconoció el interés superior de la menor y su derecho a tener una familia y no ser
separada de ella, al aplicar la norma legal sobre irrevocabilidad del consentimiento para dar en
adopción transcurrido un mes, y en consecuencia negarle a su madre biológica la posibilidad de
recuperar a su hija, puesto que dicho consentimiento no es idóneo constitucionalmente, al no ser
apto, asesorado, e informado. La Corte igualmente señaló que el consentimiento para dar en
adopción debe ser idóneo constitucionalmente, lo cual significa que además de ser libre de vicios,
debe ser apto; amplia y debidamente informado; convenientemente asesorado; y no haberse dado
en contraprestación de un beneficio económico. Que un debido proceso mínimo para manifestar el
consentimiento de dar en adopción debe ser humano y sensible a la dignidad de las personas
involucradas; conlleva la notificación de la iniciación del proceso de medida de protección; debe
prever un momento en el que se de amplia y debida información; posteriormente, otro momento
para manifestar el consentimiento; y algún tipo de advertencia antes del vencimiento del término
para revocar el consentimiento. Que el consentimiento para dar en adopción, puede ser revocado
durante un plazo de 30 días, a partir del momento en que éste es otorgado.
No práctica de examen de diagnóstico por falta de contrato con una IPS. No menoscabo de la
salud por trámites internos
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Un señor requiere la evaluación por un especialista para determinar que tipo de hernia presenta
pero la entidad accionada no ha autorizado la práctica de la evaluación con el argumento de no
tener contratos con ninguna IPS y que el accionante debe esperar. La Corte reiteró que “el derecho
a la seguridad social, ligado a la salud y a la vida de los afiliados al sistema y de su beneficiarios, no
solamente incluye el de reclamar atención médica, quirúrgica, hospitalaria y terapéutica,
tratamientos y medicinas, sino que incorpora necesariamente el derecho al diagnóstico, es decir, la
seguridad de que, si los facultativos así lo requieran, con el objeto de precisar la situación actual del
paciente en un momento determinado, con miras a establecer, por consecuencia, la terapéutica
indicada y controlar así oportuna y eficientemente los males que lo aquejan o que lo pueden
afectar, le serán practicados con la prontitud necesaria y de manera completa los exámenes y
pruebas que los médicos ordenen”. La falta de contratos no es excusa para no prestar la atención
medica por cuanto es deber de las entidades prestadoras de los servicios de salud brindar de
manera oportuna y efectiva los servicios médicos, más aún cuando realizan de manera cumplida los
aportes. La omisión de prestar los servicios médicos y el sometimiento a esperas que a la larga
podrían ser interminables vulnera derechos constitucionales como la salud y vida de los afiliados.
Una persona de la tercera edad le fue diagnosticada una enfermedad pulmonar crónica EPOC, que
se ha venido agravando pues se descompensa sorpresivamente, trayendo como consecuencia
dificultad para respirar, falta de oxígeno, ahogo y aceleración del ritmo cardiaco, quedando
expuesto a un para respiratorio, por lo que se le cataloga como oxígeno-dependiente. Se solicita la
atención de urgencia sin imponer obstáculos de tipo económico y tener que trasladarse a
establecimientos hospitalarios de municipios lejanos. La Corte, a pesar del fallecimiento del actor,
recordó la obligación que tienen las entidades prestadoras de servicios de salud para suministrar
atención de urgencia, sin imponer obstáculos de tipo económico o contractual. Indicó que el
Instituto no ofreció alternativa de servicio rápida y oportuna para atender la grave dolencia que
afectaba al señor y en cambio se limitó a indicarle que tenían contratos con entidades hospitalarias
ubicadas en municipios lejanos al lugar de residencia del agenciado, sin tener en cuenta que por su
condición de oxígeno-dependiente le era en la práctica imposible trasladarse hasta esos centros
asistenciales. Sin importar la existencia o renovación de contratos entre las EPS y las IPS, estas
últimas deben, sin imponer ningún tipo de obstáculos, ofrecer todos los servicios de urgencias a los
usuarios que así lo requieran.
Una persona limitada visualmente considera vulnerados sus derechos a la participación política,
libertad de expresión e igualdad, toda vez que se ve obligado a votar en compañía de otra persona
debido a su limitación visual, por lo que solicita se ordene la expedición de tarjetas electorales
impresas en alto relieve para que, como invidente capacitado en la comprensión del alfabeto braille,
pueda votar secreta y autónomamente. La Corte señaló que el contenido prestacional del derecho
al voto no puede impedir o afectar su ejercicio, atendiendo que el Estado tiene la obligación de
garantizar la participación política de la ciudadanía. Resulta de la mayor trascendencia tanto para el
individuo como para el Estado mismo, que la organización electoral facilite que el sufragio sea
secreto y autónomo, como quiera que sólo su ejercicio amparado bajo estas garantías, consigue
que los ciudadanos confíen en la validez de las decisiones tomadas, en la legitimidad de las
autoridades elegidas y en la eficacia misma del proceso democrático. Surte para el Estado el
compromiso de proteger a los limitados visuales a través de acciones positivas que les permitan el
ejercicio de su derecho a votar. No se puede desconocer que la capacidad de un invidente de
comprender el sistema braille incide particularmente en su manera de ejercer el voto, pues
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comprender la información que se encuentra escrita en alto relieve le permite marcar sobre la tarjeta
electoral su decisión política, sin injerencias extrañas e indebidas a la luz de la Constitución. El
condicionamiento de la tarjeta electoral a la impresión en alto relieve es una consecuencia
necesaria de la decisión constitucional de promover la igualdad real, reconociendo autonomía e
integración que algunos limitados visuales han adquirido gracias a su capacitación en braille.
Una persona de la tercera edad (73 años), con un diagnóstico de cáncer en la laringe, que no
puede trabajar y no cuenta con los medios económicos suficientes para sufragar parte del
tratamiento a título de copago, y sus familiares no están en capacidad de ciudarla ni de procurarle
apoyo, se le niega la práctica de sesiones de quimioterapia y radioterapia prescritas por el médico
tratante, al no cumplir el periodo mínimo de cotización. La Corte reiteró que “en casos de
enfermedad y tratamientos permanentes comprobados, no existe norma legal que ampare la
negativa de prestar un servicio. Pues, por encima de la legalidad y normatividad, está la vida, como
fundamento de todo el sistema. Por tanto, en estos casos, los afiliados que no cumplan con los
periodos mínimos de cotización y requieran ser tratados en razón de una enfermedad considerada
catastrófica o ruinosa, sin tener recursos necesarios para sufragar el porcentaje que le
correspondería, tienen el derecho y las entidades el deber de atenderlas. Estando demostrada la
situación de urgencia, la entidad responsable no puede oponerse a realizar el tratamiento o
procedimiento médico que requiera el afectado. En aquellos casos en que se exija al usuario el
copago correspondiente al número de semanas que le faltan de cotización, la empresa prestadora
de salud puede reclamar los sobrecostos ante el Fondo de Solidaridad y Garantía del Sistema de
Salud, Fosyga, con el fin de que la entidad no sufra la desmejora económica que tal atención pueda
implicar.
Dado el estado de marginalidad y de pobreza absoluta, una persona indigente estuvo recibiendo
atención médica como paciente portador del virus de inmunodeficiencia humana VIH, sin embargo
no le suministran todos los medicamentos recetados y que necesita para el tratamiento de su
enfermedad, lo que lo motivó a solicitar su inscripción en una ARS, petición que le fue negada por
no cumplir los requisitos de domicilio y presentar el respectivo documento de identidad. La Corte
señaló que los indigentes o ciudadanos de la calle constituyen un grupo de personas que carecen
de capacidad económica para sobrellevar una congrua subsistencia, y por razones de edad o salud
les resulta imposible procurarse tales medios. Esta situación coloca a la persona en una situación
de debilidad manifiesta que se agrava no sólo por su precaria situación económica, sino también
cuando tal estado de indignidad se acompaña de una crítica afectación de la salud física o mental.
Frente a estas circunstancias, es cuando el Estado debe responder, interviniendo de manera directa
e inmediata a fin de brindar protección a quienes hacen parte de esos sectores marginados. En
atención al principio de continuidad en la prestación del servicio de salud se reitera que habiéndose
iniciado una prestación médica por parte del Estado, y atendiendo que la vida del accionante corre
un inminente peligro por su grave enfermedad, por su condición de indigencia, por su consecuente
mala alimentación y los riesgos que la propia calle ofrece, deberá el Estado proseguir con la
atención médica ofrecida en un principio, pero garantizando que los medicamentos y
procedimientos médicos que el actor requiera y le hayan sido diagnosticados, le sean suministrados
sin restricción alguna, y sin que se expongan como argumentos para negar dicha prestación, el no
cumplimiento de requisitos formales que a todas luces le resultan imposibles de cumplir.
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Una persona indígena interpuso acción de tutela contra la alcaldía municipal por considerar que al
no dar cumplimiento a la decisión de traslado de administradora de régimen subsidiado ARS,
adoptado por la comunidad indígena con base en lo dispuesto en la Ley 691 de 2001, desconoció
sus derechos constitucionales a la salud, vida, igualdad, autodeterminación, etc. La Corte consideró
que uno de los aspectos donde se proyecta la autonomía de los pueblos indígenas es el de la
seguridad social y la salud. El derecho de estas comunidades a escoger en forma libre e
independiente la institución que administrará los recursos del régimen subsidiado de salud, del cual
son destinatarios, es trasunto de su autonomía y tiene por finalidad conservar su integridad y
unidad sociocultural.
Un establecimiento de salud del Estado se niega a realizar el examen de carga viral para un
paciente con VIH-SIDA, por estar excluida del plan obligatorio de salud. La Corte reiteró su
jurisprudencia de los requisitos que deben presentarse para la inaplicación de las normas que
excluyen medicamentos y tratamientos de alto costo. Calificó el examen de carga viral como un
requisito necesario para el adecuado tratamiento de los pacientes afectados por el VIH. Ello es así
porque de no realizarse se priva al personal médico que atiende al paciente de tener a su alcance
la información mínima e indispensable para decidir la clase de tratamiento pertinente en cada caso,
vulnerando los derechos de los enfermos en la medida que estarían sujetos a recibir prescripciones
no adecuadas por la carencia de parámetros suficientes sobre su real estado de salud. Un
tratamiento del VIH en tales condiciones estaría sujeto a la indeterminación de sus resultados y al
alcance limitado o nulo del beneficio terapéutico esperado, lo que imposibilita el mantenimiento de
la vida en condiciones dignas.
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Una EPS del Estado se niega a suministrar los pasajes que permitan el traslado del acompañante
de un menor de edad para que lo asista dentro de los controles médicos de neuropediatría que
requiere. El menor de 2 años padece del síndrome de West, enfermedad que ocasiona un freno a
su desarrollo psicomotor junto con anormalidades en su sistema nervioso. Depende absolutamente
de la asistencia de un adulto desde Leticia hasta Bogotá. La Corte manifestó que el acceso de la
atención en salud de los menores de edad está íntimamente ligado con la accesibilidad, que
materializa el ejercicio efectivo del derecho fundamental. Esta prerrogativa, al carecer los niños de
la autonomía suficiente para desplazarse por sí solos al centro asistencial, incluye la necesidad de
la asistencia de un acompañante durante el traslado, siendo la familia el principal obligado a tal
prestación, por lo que el Estado, de forma directa o por medio de las entidades promotoras de salud
o administradoras del régimen subsidiado, según el caso, sólo asume la responsabilidad de manera
subsidiaria, siempre y cuando se acredite el cumplimiento de las condiciones señaladas por la
jurisprudencia constitucional, cuando: (i) se está ante el incumplimiento de la regulación sobre
transporte de pacientes, que obliga a una EPS o a una ARS a prestar el servicio bajo ciertas
circunstancias (ii) el paciente no pueda desplazarse por sus propios medios, ni su familia cuente
con los recursos suficientes para ayudarle a acudir a los servicios de la entidad prestadora de
servicios de salud a la cual está afiliado (iii) tal situación ponga en riesgo su vida o su integridad, y
(iv) pese a haber desplegado todos los esfuerzos exigibles, no existen posibilidades reales y
razonables con los cuales poder ofrecer ese servicio. La Corte concluye en el presente caso que a
la EPS le asiste el derecho de repetir lo que pague ante el Fosyga (subcuenta respectiva del Fondo
de Solidaridad y Garantía del Sistema General de Seguridad Social).
Una señora solicito que se procediera a la inclusión en nómina para el pago de la mesada
pensional. Pasaron más de dos meses desde la sentencia que ordenó la pensión de sobrevivientes
y tampoco se ha obtenido respuesta a la solicitud. La Corte reiteró que “ha ordenado que la
inclusión en nómina se efectúe en un plazo breve para asegurar el goce efectivo de los derechos de
los accionantes, en especial su derecho a gozar de manera integral, oportuna y efectiva de la
pensión reconocida. Que el pago de las pensiones se hace efectivo si previamente al mismo se
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Una mujer embarazada que manifiesta ser madre cabeza de familia fue despedida sin justa causa y
sin la respectiva autorización del inspector de trabajo en un contrato a término fijo, a pesar que la
labor que ocupaba en la empresa subsistía. La Corte reiteró los presupuestos que deben darse
para la procedencia transitoria de la acción de tutela del derecho a la estabilidad laboral reforzada
de la mujer embarazada: (1) que el despido o la desvinculación se ocasionó durante el embarazo o
dentro de los tres meses siguientes al parto; (2) que la desvinculación se produjo sin los requisitos
legales pertinentes para cada caso; (3) que el empleador conocía o debía conocer el estado de
embarazo de la empleada o trabajadora; (4) que el despido amenaza el mínimo vital de la actora o
que la arbitrariedad resulta evidente y el daño que apareja es devastador. Al constatar la ausencia
de cumplimiento de los requisitos se da paso a la aplicación de la presunción de despido por razón
del embarazo, a quien se le afectó su mínimo vital al terminársele su vinculación laboral sin justa
causa y en estado de gestación. Como consecuencia de ello, no sólo dejó de devengar su salario
sino que quedó sin el beneficio de la prestación social de salud para ella y su hijo, así como el
descanso remunerado al que tenía derecho en virtud de la licencia de maternidad.
Protección del servicio de salud y educación ante la interrupción del servicio de energía
Se presenta una acción de tutela contra el Tribunal de la Jurisdicción Ordinaria por la negativa al
reconocimiento de la indexación de la primera mesada pensional. La Corte considera que al decidir
sobre la procedencia de indexar la primera mesada pensional, los jueces no pueden desconocer la
necesidad de mantener el equilibrio en las relaciones de trabajo y el valor adquisitivo de las
pensiones como lo indican los artículos 53 y 230 de la Carta Política. Y tampoco pueden apartarse
del querer del legislador, para quien ha sido una preocupación constante regular el monto y la
oportunidad de los reajustes pensionales. De manera que si el juzgador no opta por lo expuesto,
sino que decide resolver sobre la indexación de la primera mesada pensional acudiendo a
soluciones que no consultan los criterios auxiliares de la actividad judicial, hacen necesaria la
intervención del juez constitucional para restablecer los derechos fundamentales mínimos de los
trabajadores. El artículo 48 de la Constitución impone al legislador definir “los medios para que los
recursos destinados a la seguridad social mantengan su valor adquisitivo constante”, y el artículo 53
del mismo ordenamiento dispone que el “Estado garantiza el derecho al pago oportuno y al reajuste
periódico de las pensiones legales”. Los artículos 14, 36 y 117 de la Ley 100 de 1993, disponen
mecanismos de actualización, tanto de las pensiones causadas como de los recursos que atenderán
las prestaciones futuras, mediante la aplicación del índice de precios al consumidor, según
certificación expedida por el DANE. Pero lo anterior no es todo, las entidades financieras obligadas
han debido proveer, desde el retiro de cada uno de los accionantes, año por año, el pago de la
prestación a la que están obligadas utilizando la tasa promedio de la inflación registrada por el Dane
para los últimos diez años, como lo disponen el artículo 50 del Código de Comercio, los artículos
112, 113 y 206 del Estatuto Tributario, el Decreto 2498 de 1988 y la Circular Externa 063 de 1990
emitida por la Superintendencia Bancaria. De suerte que compete a la Sala accionada adecuar sus
decisiones de manera que los señores mantengan el valor adquisitivo de su pensión, atendiendo los
dictados constitucionales y la voluntad abstracta de las leyes laborales y de seguridad social, con
miras a que los nombrados puedan disfrutar de la mesada pensional que efectivamente les
corresponde, poniendo de esta manera en vigencia un orden político, económico y social justo, en el
reconocimiento de los derechos ciertos de los tutelantes pensionados –Preámbulo, artículos 2 y 230
C.P.-. La Sala accionada deberá considerar que el artículo 53 de la Constitución Política, impone al
interprete de las fuentes formales del derecho laboral el criterio de elegir, en caso de duda, por la
interpretación que más favorezca al trabajador, y en consecuencia optar por ordenar a las entidades
financieras obligadas a mantener el valor económico de la mesada pensional de los actores, por ser
ésta la solución que los beneficia y que condice con el ordenamiento constitucional. La negativa al
reajuste de la primera mesada pensional quebrantan los artículos 29, 228 y 230 de la Constitución.
Een lo atinente al equilibrio de las prestaciones económicas recíprocas derivadas del contrato de
trabajo se señala que el Tribunal de justicia ordinario no exhibe una posición uniforme por lo que
llama la atención de que opte por una aplicación consistente de las previsiones legales atinentes a
la conservación del valor adquisitivo de los derechos económicos mínimos de los trabajadores, al
habérsele confiado el deber de unificar la jurisprudencia nacional. Y del cumplimiento de esta labor
depende que los asociados puedan percibir que su igualdad ante la ley es real, porque sus
relaciones jurídicas se rigen por las mismas normas y, cuando se fundan en los mismos
presupuestos fácticos, son resueltas por los jueces de igual manera.
Una persona de la tercera edad que tuvo un accidente de tránsito le fue ordenado por la EPS
correspondiente, 18 terapias para ser realizadas en máquina pasiva de hombro, sin embargo, no
han sido practicadas. La Corte señaló que la falta de medios necesarios para brindar el tratamiento
médico no exime a la EPS del cubrimiento de sus obligaciones. Que la falta de médicos
especialistas para la atención del paciente no puede constituirse en excusa para no atender sus
obligaciones en materia de salud. Y si la entidad no cuenta con los elementos necesarios para la
realización de terapias de rehabilitación, le corresponde disponer lo necesario en materia de
traslados a otra clínica u hospital vinculada con esa EPS e, inclusive, si de esta terapia depende la
vida o la integridad personal del paciente, destinar recursos presupuestales necesarios para la
adquisición de los instrumentos de terapia. Frente a las necesidades de salud que estén
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estrictamente ligadas con la vida digna de la persona, la actuación de la EPS, debe ser pronta y
diligente buscando más que excusas, soluciones. La prestación del servicio de seguridad social en
salud debe estar caracterizada por la integralidad. Una manifestación de la misma se da en el deber
de prestar tratamiento y rehabilitación de la enfermedad, por ejemplo, a través de la terapia física.
Una persona con tumor cerebral, el diagnóstico señala “paciente con tumor SNC, quien recibió dos
ciclos de TTO y BCNU evidenciándose progresión de la enfermedad por lo cual se pasa a segunda
línea con temozolamida”. La enfermedad se está tratando con el medicamento temozolamida x 100
mg., que es de alto costo, el cual se le ha venido negando por no encontrarse en el Plan Obligatorio
de Salud. La Corte reiteró que las EPS cuentan con su propia reglamentación para funcionar y
pueden establecer los procedimientos y tratamientos médicos que requieren los usuarios, sin
embargo, para evitar que con esa autonomía se atropellen derechos fundamentales, hay que
estudiar cada caso particular. Esa protección puede ser efectiva en casos en los cuales se
presentan determinados elementos como: “(i)la falta del medicamento o tratamiento excluido por la
reglamentación legal o administrativa, amenace los derechos constitucionales fundamentales a la
vida o a la integridad personal del interesado, pues no se puede obligar a las Entidades Promotoras
de Salud a asumir el alto costo de los medicamentos o tratamientos excluidos, cuando sin ellos no
peligran tales derechos;(ii) que se trate de un medicamento o tratamiento que no pueda ser
sustituido por uno de los contemplados en el Plan Obligatorio de Salud o que, pudiendo sustituirse,
el sustituto no obtenga el mismo nivel de efectividad que el excluido del plan, siempre y cuando ese
nivel de efectividad sea el necesario para proteger el mínimo vital del paciente; (iii)que el paciente
realmente no pueda sufragar el costo del medicamento o tratamiento requerido, y que no pueda
acceder a él por ningún otro sistema o plan de salud (el prestado a sus trabajadores por ciertas
empresas, planes complementarios prepagados, etc.); y (iv)que el medicamento o tratamiento haya
sido prescrito por un médico adscrito a la Empresa Promotora de Salud a la cual se halle afiliado el
demandante.”. En relación con las personas que no tienen medios económicos para sufragar el
costo del tratamiento o medicamento, o no han cumplido con las semanas de cotización “n o cabe
duda de que los derechos fundamentales de las personas priman sobre cualquier otro tipo de
derechos y cuando el conflicto anteriormente descrito se presenta, esta Corporación ha sido enfática
y clara en la decisión de protegerlos, inaplicando para el caso concreto la legislación y ordenando la
prestación de los servicios excluidos, cumpliendo así con lo dispuesto en el artículo 4 de la
Constitución Política, pues ni siquiera la ley puede permitir el desconocimiento de los derechos
personalísimos de los individuos y, cuando so pretexto de su cumplimiento se atenta contra ellos, no
solamente es posible inaplicarla, sino que es un deber hacerlo.”
La queja está encaminada a la demora en la atención debido a trámites administrativos, por lo que
se solicitaba que la atención fuera eficaz y rápida (tratamiento de cáncer). Para la Corte no obstante
haberse producido el fallecimiento del actor debido a la grave enfermedad que padeció, y si bien es
cierto no se puede afirmar que no fue atendido por las entidades prestadoras de salud a las que se
acudió en su oportunidad, no puede dejar de llamar la atención por la demora y negligencia de los
servidores públicos que de una u otra manera se vieron comprometidos en el trámite administrativo
necesario para expedir las autorizaciones pertinentes a fin de que se le prestara la atención
requerida. La excesiva tramitología y falta de cuidado en la expedición de órdenes y autorizaciones
necesarias para la atención que se solicita, pueden llegar a desencadenar complicaciones en la
salud de quien está requiriendo el servicio, e incluso una falta de atención oportuna puede generar
la muerte. Parece increíble que el señor no hubiera podido ser atendido en forma oportuna en el
Instituto porque como lo afirma su hermana “fue imposible la atención porque los papeles estaban
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mal diligenciados y duré un mes para que me arreglaran el papel y el día de la cita estaba mal y me
tocó pagar la cita porque cancerología atiende neurología solamente el lunes”.
Un trabajador que tuvo un accidente laboral (múltiples lesiones como la fractura de varias costillas,
comprendiendo una de ella el pulmón derecho. Igualmente fractura de la clavícula y hombro
derecho, afectando la funcionalidad de esa misma mano. A su vez presentó un trauma y herida en
el cráneo) le venían prestando los servicios médicos, sin embargo, le fue suspendido la atención
por mora en el pago de los aportes por parte del empleador. La Corte recordó que todo empleador,
público o privado, está en la obligación de afiliar a sus trabajadores al sistema de seguridad social
contemplado en la ley, desde el momento en que se da inicio a la relación de trabajo, sin importar
bajo qué forma se haya concretado el vínculo laboral. Que el empleador asumirá, por su cuenta y
de manera total, los costos que genere la atención de la salud del trabajador, por enfermedades
profesionales o no profesionales, accidentes de trabajo o ajenos al mismo, atención médica,
intervenciones quirúrgicas, terapias, tratamientos, consultas, medicamentos y todo lo necesario
para su pleno restablecimiento, desde el primer día del vínculo laboral. Lo mismo sucederá respecto
de las pensiones que se causen durante el tiempo en que se encuentre en mora o hasta cuando
afilie al trabajador a algún fondo de pensiones.
El empleador (alcaldía municipal) de manera unilateral decidió trasladar el 100% de los aportes para
pensiones al trabajador, sin verificar el cumplimiento de los requisitos de edad y tiempo de
cotización que señala la Ley de Seguridad Social (100 de 1993). La Corte señaló (atendiendo su
jurisprudencia sobre la Ley 100 de 1993) que la posibilidad de seguir cotizando para pensiones una
vez se han cumplido con los requisitos de edad y semanas cotizadas, es una facultad que tiene el
trabajador para decidir cuando lo estime conveniente, si continúa haciendo aportes para su
pensión, ya sea para aumentar su monto o para completar el requisito de semanas cotizadas. Lo
anterior implica, en primer lugar, que mientras el trabajador no cumpla con los requisitos de edad o
semanas de cotización, subsiste la obligación de continuar con los aportes para pensiones: 75% a
cargo del empleador, 25% a cargo del trabajador. En segundo lugar, cuando el trabajador ha
cumplido con los requisitos de ley para gozar de su pensión, la ley le otorga la posibilidad de seguir
cotizando para aumentar el monto de la pensión durante 5 años más. Esta posibilidad ha sido
otorgada como una opción del trabajador y en su beneficio, no como una obligación. Por lo cual, la
decisión de seguir cotizando en este segundo evento es del trabajador y no puede ser tomada
unilateralmente por el empleador.
Una persona después de haber cumplido los requisitos para la obtención de la pensión de jubilación
solicitó su reconocimiento, sin embargo no han dado trámite oportuno a la emisión y pago del bono
pensional para la inclusión de su nombre en la nómina de pensionados y el consecuente pago de la
misma. La Corte reiteró que el juez de tutela no está facultado para ordenar el reconocimiento de un
derecho litigioso, como lo es la pensión de jubilación. No obstante, ha precisado que no es
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Derecho a la pensión
Una persona en representación de su menor hija de 6 años, interpuso tutela con el fin de que se le
efectuara una cirugía reconstructiva de cavidad orbitaria, para reconstrucción de brida en párpado
inferior, para que no perdiera el órgano de la visión. Expuso la accionante que se encontraba
afiliada al Sisben, Nivel II, y tal afiliación cubría a la menor a quien se le efectuó un tratamiento a
instancias del “Iva Social” que por falta de recursos no continuó. Posteriormente, el médico expidió
remisión para que le efectuaran el procedimiento ya indicado, pero la entidad no ordenó su práctica,
por lo cual acudía a la tutela para que se le protegieran los derechos fundamentales a la vida, a la
seguridad social y a la dignidad humana ordenándole a la accionada la realización de la cirugía. La
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Corte reiteró que en aras de prestar un tratamiento diferencial positivo, con el objetivo de preservar
principios como la igualdad sustancial y el tratamiento especial a las personas en situación de
debilidad manifiesta, aquellas entidades ya sean públicas o privadas encargadas de prestar el
servicio publico de salud, tienen el deber de realizar todas las diligencias necesarias con el fin de
garantizar la continuidad del servicio, para evitar que aquellas personas que requieran de la
prestación del servicio médico no vean menguada su salud, ante la inoperancia de las entidades
prestadoras del citado servicio, las cuales suelen escudarse en que no les corresponde, sin hacer el
más mínimo esfuerzo para preservar la salud de la población más vulnerable. Por ello, ha insistido
la Corte en que no es suficiente comunicarle al demandante que conforme a lo dispuesto en normas
legales, no le pueden cubrir los servicios solicitados, ni basta con señalar que existen instituciones
de carácter público o privado con las cuales el Estado tiene contrato de prestación de servicios, sin
especificar claramente cuáles son, cómo se acude a ellas, etcétera. Esa escasa información, en
concepto de la Corporación, vulnera efectivamente los derechos del peticionario desconociendo sus
derechos fundamentales a la salud y su relación directa a la vida en condiciones dignas. En ese
sentido, se ha dicho que cuando a una persona afiliada al régimen subsidiado se le niega un
servicio por no estar contemplado en el POSS, la Administradora del Régimen Subsidiado y las
autoridades administrativas del sector salud tienen la responsabilidad de informarle claramente al
interesado cuál entidad le prestará el servicio y acompañar al afiliado en el trámite para reclamar la
atención solicitada, con el objeto de garantizar que se lleve a cabo. Requiere continuar tratamiento
por cirugía plástica. Es claro para la Sala que procede la concesión del amparo solicitado como
medio eficaz e idóneo para proteger los derechos fundamentales a la salud y la vida digna de la
menor vulnerados por la omisión en que ha incurrido la Entidad porque en realidad no se trata de la
imposibilidad de prestar el servicio por carencia de recursos ni de la inexistencia de contratos, sino
que la accionada omitió el deber de indicar claramente a la interesada cuál entidad le prestaría el
servicio requerido por su hija, orientarla y acompañarla en el trámite para reclamar la atención
solicitada y adelantar las gestiones necesarias para que la menor fuese atendida en la forma debida
y con prontitud.
Derecho a la seguridad social y al mínimo vital de la madre y del menor durante la licencia de
maternidad
La señora instauró acción de tutela con el fin de lograr el pago de la licencia de maternidad, la cual
no le ha sido cancelada por parte E.P.S., bajo la consideración de que algunas de las cotizaciones
a la seguridad social fueron realizadas por parte del empleador de manera extemporánea, situación
que considera afecta su derecho al mínimo vital de ella y de su hijo recién nacido. La Corte
Constitucional, en reiterados pronunciamientos ha considerado que de manera excepcional la
acción de tutela procede para ordenar el pago de la licencia de maternidad, cuando ante la
ausencia del mismo se vulnera de manera directa el mínimo vital no sólo de la madre sino del recién
nacido, quien de igual manera, conforme a lo señalado en el artículo 44 Superior, goza de una
especial protección por parte del Estado, dado el carácter prevalente de sus derechos. Para la
Corte “Si bien el artículo 43 de la Carta consagra un derecho prestacional en favor de la mujer
y el recién nacido, éste puede adquirir el rango de fundamental por conexidad con otros
derechos como la vida digna, la seguridad social y la salud de la madre y del bebe. De ahí que,
en algunas ocasiones, los derechos a la especial asistencia y protección durante y después del
embarazo, adquieren categoría ius fundamental. El derecho al pago de la licencia de maternidad
adquiere relevancia constitucional cuando su vulneración o amenaza afectan el mínimo vital de la
madre y el recién nacido. En virtud de lo anterior, el pago de la prestación económica debe
discutirse ante la jurisdicción ordinaria competente, salvo si existe afectación del mínimo vital,
en cuyo caso, adquiere competencia la jurisdicción constitucional. En aquellos casos en los
que la licencia de maternidad constituye salario de la mujer gestante y éste es su único medio
de subsistencia y el de su hijo, la acción de tutela procede para proteger el mínimo vital”.
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La actora padece una grave enfermedad: cáncer mamario con metástasis en tejido óseo y hepático,
que corresponde a las denominadas catastróficas de alto costo. Esta afiliada a una EPS en carácter
de beneficiaria. La paciente requiere, previa a la operación, que se le realice urgentemente un
tratamiento de poliquimioterapia completo, con sus respectivos medicamentos, sin embargo, la EPS
se opone por la exigencia de periodos mínimos de cotización. La Corte reiteró que la acción de
tutela no procede en forma automática en todos los eventos sino que es preciso que se den unas
determinadas condiciones. Indicó que no se puede oponer periodos mínimos de cotización ante
situaciones de urgencia “pues su exigencia violaría los derechos a la salud y a la vida de las
personas que, padeciendo de una enfermedad que requiere tratamiento de alto costo, necesiten de
atención médica y hospitalaria en forma inmediata. Los periodos de espera en esas situaciones
constituyen un riesgo para la salud y ponen en peligro la vida de los usuarios”.
Una persona discapacitada (en silla de ruedas) considera vulnerados sus derechos constitucionales
de accesibilidad (desconoce la especial atención que le debe brindar el Estado a los
discapacitados), al no haberse adecuados las rutas alimentadoras del sistema de transporte, de tal
forma que fueran accesibles para persona con discapacidad. Lo anterior le lleva a que tenga que
desplazarse en su silla de ruedas para llegar a la estación, más de quince cuadras. La Corte señaló
que el ámbito de protección de la libertad de locomoción de una persona discapacitada contempla
la posibilidad de acceder al sistema de transporte público básico de una ciudad en condiciones de
igualdad, es decir, sin tener que soportar limitaciones que supongan cargas excesivas. La
dimensión positiva de este derecho fundamental supone, por lo menos contar con un plan que
permita, progresivamente, el goce efectivo del derecho, y que posibilite la participación de los
afectados en el diseño, ejecución y evaluación de dicho plan, en este caso en los términos de las
leyes vigentes que desarrollan la Constitución en este ámbito. La jurisprudencia constitucional ha
velado porque efectivamente se brinde a las personas discapacitadas la protección especial que les
reconoce la Constitución y la ley, garantizando su acceso al espacio físico y a los planteles
educativos, por ejemplo, en condiciones de igualdad al remover los obstáculos, las cargas
excesivas y las barreras que los marginan.
Se presenta tutela a nombre de los niños: (quien padece un grave problema neurológico, con un
cuadro complejo de parálisis cerebral, limitación visual, cuadraplejía espástica, desplazamiento de
cadera, retardo del desarrollo sicomotor, alteraciones del lenguaje y reflujo gastroesofágico, de tres
años pero representa cinco meses), (quien es retardado mental, sordomudo y casi ciego, de siete
años pero representa nueve meses), (quien presenta síndrome de retardo sicomotor, con
convulsiones frecuentes y cuadro compulsivo severo, tiene cinco años pero representa diez meses),
(quien es multiretardada mental por un daño a nivel cerebral y tiene ceguera cortical) y (con
hipoacusia severa, sordera congénita y retardo mental entrenable, tiene quince años pero
representa cuatro años). Las madres están afiliadas a una EPS, (afiliación vigente) institución que
venía atendiendo a los menores, quienes habían logrado algunos adelantos y cierta mejoría por la
terapia que se les venía dando, lo cual repercutía en su autoayuda. Se había contratado la
atención de los niños con el Centro para limitados visuales y auditivos, que según se dice es una
entidad idónea para el tratamiento terapéutico de los niños, con equipo multidisciplinario que se
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había encargado de los cinco niños. Ese contrato se sustentaba en un Convenio de servicios de
salud, por la modalidad de adscripción, prorrogable sucesivamente por el término de un año. No
hubo problema alguno hasta cuando la EPS canceló el contrato que había suscrito con el Centro y
por lo tanto cesó la atención para los menores enfermos. Según se informa, fue directamente la
EPS quien ordenó que se iniciaran nuevos procesos de contratación. Pero, solo hasta 1999, se
comunicó a la Gerente del Centro para limitados visuales y auditivos que debido a la situación
financiera de la EPS ”es difícil ampliar nuestra red de servicios de salud, lo que significa que en esta
primera fase (la EPS) no podrá contratar con la Institución que usted dirige”. Fue así como los cinco
niños discapacitados quedaron desatendidos. Para la Corte en un Estado Social de Derecho la
protección de los derechos fundamentales debe ser real y precisamente la garantía de la tutela
apunta hacia tal finalidad. Dentro de esos derechos fundamentales están el derecho a la vida, a la
dignidad de la persona, los cuales están íntimamente ligados al derecho a la salud y por ende a la
seguridad social. La seguridad social en salud en Colombia tiene como principio el de la
"integridad". Si se trata de un menor, y, además, disminuido físico, éste no solamente está
protegido por las normas constitucionales que ordena que esa atención tiene que ser especializada
porque, entre otras razones, las personas que se encuentran en esa condición de debilidad
manifiesta, son sujeto de la atención adecuada a su situación. En el constitucionalismo humanista,
el hombre es el centro de la atención del Estado. Si ese ser humano es además un niño
discapacitado, con mayor razón debe ser protegido. Esa protección, en materia de salud le
corresponde no solo al Estado sino también a la familia y a la sociedad. La atención a un niño
discapacitado incluye la atención casera de los padres, hacia la permanente colaboración en el
tratamiento de la enfermedad de sus hijos. Pero no siempre a eso se puede reducir la atención. Si
el niño es beneficiario del sistema de seguridad social, la ciencia médica debe acudir para dar una
mejor condición de vida, así la enfermedad no pueda derrotarse. Y todos ellos: familia, Estado y
sociedad deben otorgar lo que más puedan a favor del niño discapacitado. Esta Corte
Constitucional en el caso de los niños enfermos del síndrome de dawm, indicó que la EPS no puede
exonerarse de prestar ciertos servicios asistenciales. Por consiguiente, a los niños discapacitados
hay que darles el servicio eficiente, integral, óptimo en tratamiento y rehabilitación para que mejore
las condiciones de vida, valor éste que está en la Constitución y es una facultad inherente a todos
los seres humanos, con mayor razón a aquellos que padecen enfermedades y no ofrezcan
perspectiva de derrota de la dolencia. De todas maneras son seres humanos que tienen derecho a
encontrarle un sentido a la vida. Y una manera para neutralizar la impotencia frente a las
circunstancias es facilitar cuestiones elementales como por ejemplo crear en ese ser humano
comportamientos efectivos de dignidad y autodefensa (aprender a vestirse, a cuidarse, a caminar, a
reconocer a los padres y su entorno). Para ello se requiere que haya elementos materiales y
funcionales que humanicen el tratamiento, y un sistema organizativo que los desarrolle hasta el
máximo punto posible. La eficacia en la prestación del servicio es un derecho positivo de las
personas frente al Estado y frente a las EPS y, consecuencialmente, es un deber de ellos cumplir
adecuadamente con el servicio público a la seguridad social en salud. Para tal fin, la prioridad del
gasto público social es indispensable, de ahí que la jurisprudencia ya se hubiere pronunciado al
respecto. Ese gasto público social no se refiere únicamente a la atención individual, sino a los
programas del Estado en general. Analizando las pruebas, se tiene que efectivamente dichos
menores son discapacitados, padecen graves enfermedades, provenientes casi todas ellas de
retardo mental grave, que se considera incurable. Esos niños discapacitados tienen derecho a una
atención, en materia de salud, preferente, integral y muy especializada, dándoles el tratamiento
adecuado y la rehabilitación posible. Esos niños son hijos de trabajadores dependientes que cotizan
a la EPS, luego son beneficiarios y sujetos activos de la seguridad social en salud. Claro que la
familia también debe colaborar en los programas que se hacen para el respectivo niño, así se trate
de familias pobres, como acontece en el presente caso. Se ordena a la EPS que proceda a prestar
la mejor asistencia integral y especializada que requieran los menores mencionados y que sea
determinada por el personal de médicos especialistas y paramédicos de dicha institución, en el
término de ocho días hábiles a partir de la fecha de este fallo; valoración que se hará según las
enfermedades de cada uno de los niños, a fin de que los médicos y paramédicos indiquen los
tratamientos y rehabilitación si fuere el caso que se requieran para que la EPS cumplan a cabalidad
y en la mejor forma lo que dichos profesionales indiquen, con la advertencia de que serán
responsables de las mencionadas valoraciones, determinaciones y cumplimiento de éstas.
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