La digestión en el intestino delgado y las enzimas

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La digestión del sándwich se completa en el intestino delgado.

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La amilasa descompone el almidón en glucosa y en otros azúcares simples.

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La amilasa continúa descomponiendo el almidón del pan y otros azúcares más
complejos de la fruta.

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Las proteasas descomponen las proteínas en aminoácidos.

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Las proteasas del estómago no actúan correctamente en el intestino delgado porque el
pH del mismo ronda el pH8.

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Las proteasas producidas en el páncreas y en la pared del intestino delgado continúan la
descomposición del queso, que había comenzado en el estómago.

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Las lipasas descomponen lípidos, grasas y aceites en ácidos grasos y glicerol.

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Las lipasas se segregan en el páncreas y en la pared del intestino delgado.

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Sin embargo, para que las lipasas actúen correctamente primero se deben descomponer
las grasas en “gotitas” denominadas micelas.

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Este proceso se denomina emulsificación y necesita sales biliares. El funcionamiento de
estas sales es similar al del detergente en una sartén llena de grasa. La grasa se divide en
gotitas más pequeñas.

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Estas gotitas pequeñas ocupan un área de mayor superficie y, por lo tanto, las lipasas
pueden realizar mejor su función.

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Las lipasas descomponen la grasa del queso y de la mantequilla o margarina que
contenga el sándwich.

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La bilis también proporciona las condiciones de alcalinidad necesarias para que las
enzimas del intestino actúen adecuadamente.
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Las vitaminas y los minerales que contienen la ensalada, la fruta y el queso de la comida
se han liberado en los procesos de peristaltismo y digestión realizados y también se
pueden absorber en la sangre.

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El intestino delgado está diseñado para realizar la absorción de las moléculas
alimenticias solubles y la digestión.

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Para que la absorción se realice correctamente, se necesita un área de gran superficie.

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El intestino delgado proporciona esta área gracias a su gran longitud y al número de
pliegues de su pared y presenta estructuras especiales denominadas vellosidades (plural
de vellosidad) que facilitan el suministro de sangre adecuado.

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El intestino delgado está completamente cubierto por vellosidades.

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Una vellosidad es una estructura con forma de dedo que se extiende desde la pared
muscular del intestino delgado hasta los alimentos digeridos.

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Cada vellosidad presenta una delgada capa exterior de células.

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Bajo esta delgada capa de células, la vellosidad tiene una red de capilares y vasos
linfáticos con paredes muy delgadas, del grosor de una célula.

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Las delgadas paredes de los capilares y de los vasos linfáticos dejan pasar los productos
de la digestión, es decir, aminoácidos, ácidos grasos, glicerol y glucosa.

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La sangre que llega a los capilares de las vellosidades presenta una baja concentración
de sustancias disueltas, como glucosa y aminoácidos, porque el cuerpo ya las ha
utilizado.

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De este modo, todas estas pequeñas moléculas solubles salen del intestino delgado por
difusión, donde la concentración es elevada, a través de las delgadas paredes de las
vellosidades hasta los capilares.

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Ahí se disuelven en el plasma sanguíneo, donde son transportadas hasta el hígado y
otras partes del cuerpo, para que células y tejidos las asimilen o absorban.

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Las moléculas de glicerol y ácidos grasos producidas en la digestión de grasas y aceites
se disuelven en la linfa del lácteo.

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Se transportan a través del sistema linfático que, al final, se une al sistema sanguíneo.

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La mayoría de los productos de la digestión se absorben mediante difusión transporte
pasivo.

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Sin embargo, algunas moléculas de glucosa se absorben mediante transporte activo para
garantizar la presencia de todos los productos en la sangre.

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En el transporte activo, las sustancias se absorben en contra de un gradiente de
concentración. Este proceso requiere energía procedente de la respiración.

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Después de que los productos de la digestión se hayan absorbido, los restos pasan al
intestino grueso.

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El intestino grueso es el lugar donde se realiza la reabsorción del agua.

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Parte del agua proviene de los alimentos ingeridos y parte se segrega en el sistema
digestivo junto con todas las enzimas.

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Cuando una persona sufre una infección del intestino grueso, es posible que no pueda
reabsorber toda el agua necesaria correctamente.

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Entonces se produce la diarrea. Si ésta continúa y no se sigue un tratamiento, puede
llegar a ser mortal debido a la deshidratación resultante.

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Una vez que se ha reabsorbido toda el agua, sólo quedan en el intestino grueso los
alimentos no digeridos, que forman las heces y se almacenan en el recto.

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La fibra que contiene el pan integral, las ensaladas, las verduras y la fruta forman la
mayor parte de las heces.

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La fibra es, fundamentalmente, celulosa de paredes celulares vegetales y los seres
humanos no podemos digerirla.

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Al final, las heces son expulsadas por el ano.