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c)
Finalmente se hizo bautizar por Ambrosio y regresó a su tierra, allí su pueblo casi le
obligó a ser sacerdote y luego fue aclamado y nombrado obispo de Hipona. Llevó una
vida comunitaria junto a otros, dedicándose a la oración, la escritura de algunas de sus
obras, la predicación y todas las tareas propias de un obispo y de un intelectual.
Pensamiento
Una piedra cuando cae busca su “lugar”, pero sin saberlo ni quererlo. El hombre por el
contrario ha de ir a Dios que es “su lugar”, su fin, de modo consciente y voluntario. A
esta voluntad Agustín la denomina: libre albedrío.
El libre albedrío no es valor absoluto sino relativo (referido a) al logro del fin. Se trata
de estar liberados de los obstáculos que nos impiden alcanzar nuestro bien. El esclavo
es aquél cuya acción está dirigida por otro a un fin ajeno, la determinación y finalidad
de la acción, su por y su para le son ajenos, por eso es un hombre alienado (alio=otro),
enajenado. En cambio, el hombre libre, en su acción busca su propio fin y lo busca de
modo consciente y voluntario.
Para que el hombre sea libre con libertas (Libertad), se requiere que, además de estar
autodeterminado (tener el dominio de sus propios actos), el acto vaya orientado al fin
propio, o sea, no es libre el que quiere cualquier cosa (éste sería siervo) sino quien
quiere lo que es su bien. A estas alturas debemos dejar sentado que en Agustín el Bien
es Dios (aquí aparece su base filosófica platónica, recordemos que para Platón la Idea
más importante es el Bien).
No pensemos que quien rehúsa servir a Dios no sirve a nadie y no tiene señor: es siervo
de la imagen equivocada que se hace de sí mismo. Por tanto la alternativa es: servicio
o servidumbre. Sólo es libre quien sirve a su señor, quien quiere su bien, quien se somete
a la verdad de su ser, y el hombre es un ser-para-Dios: “nos hiciste Señor para Ti”.
El hombre, después del pecado original, no puede sin el auxilio gratuito de Dios (=gracia)
querer su bien ni servir a su señor. Antes del pecado original el hombre era libre con
Libertas (=Libertad mayor) pues amaba a Dios y podía no pecar, pero eso se perdió, por
lo que ahora al hombre sólo le queda el libre albedrío (=libertad menor).
El hombre con el libre albedrío ha podido caer, pero no puede levantarse y volver solo a
Dios, necesita el auxilio divino, o sea, la GRACIA. “El hombre puede sacarse los ojos,
pero no puede devolverse la vista a sí mismo”.
El libre albedrío alcanza para pecar pero no alcanza para abandonar el pecado, para
abandonar el pecado necesita la ayuda de Dios, su gracia.
El libre albedrío es condición necesaria y suficiente para el pecado, pero sólo es condición
necesaria (y no suficiente) para obrar bien y salvarse.
El hombre dejado solo, únicamente puede obrar el mal, para hacer el bien necesita de
la gracia. Antes del pecado original el hombre podía no pecar, luego de él no puede no
pecar.
El justo es aquél al que le agrada más no pecar que pecar, y hace el bien no a la fuerza
sino voluntariamente con libre albedrío; la gracia no arrastra, no obliga, solo atrae. No
es que Dios quiera en lugar del hombre, es el hombre quien quiere bajo el influjo de la
gracia, por tanto el acto bueno es a la vez todo del hombre y todo de Dios. No pensemos
dice san Agustín que el hombre solo, llega hasta un cierto grado de bondad y que luego
Dios le ayuda para que llegue más arriba, no: todo lo hace Dios y todo lo hace el hombre
(dado que lo hace voluntariamente).
Una consecuencia importante es la necesidad de la acción del hombre, el cual ha de
cooperar activamente con la gracia para salvarse, de ahí la famosa frase de S. Agustín:
“quien te creó sin ti, no te salvará sin ti”
LIBERTAD Y AMOR
La gracia nos hace libres, por ella amamos a Dios que es nuestro bien y nuestro fin. El
amor nos hace libres: “la ley de la libertad es la ley de la caridad”. Sólo la gracia nos
capacita para amar desinteresadamente o sea, amar verdaderamente como ama Dios,
liberándonos del amor egoísta que quisiera hacer de Dios y de los demás un medio para
alcanzar la propia felicidad. (Sobre esto ha escrito el Papa Benedicto en la Encíclica:
“Deus Caritas est” -enero 2006- distinguiendo el amor erótico del amor de agapé, en el
1ero, el centro aun soy yo, en el 2do el centro es el otro)
Preguntas y actividades
2. (14) ¿Cuál fue uno de los problemas que más le intereso en su vida y cuál fue su
solución?
3. (15) Explique la teoría agustiniana del libre albedrío y su relación con la idea del pecado
original
4. (16)¿Por qué según San Agustín el hombre necesita de la gracia y del amor para ser
libre?