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Falsedades repetidas, falsedades creídas

por Carlos Caso-Rosendi

Aprovechamos para responder al Sr. Malagón y corregir algunas ideas que, por muy
circuladas, no dejan de ser falsas.

Su aseveración, Sr. Malagón, que Constantino hizo del cristianismo la "religión oficial"
del Imperio Romano no es exacta: es falsa. El hecho de que muchas personas lo crean
así, guiadas por la historia "especial" que se publica desde los púlpitos de la ignorancia,
no modifica lo que realmente ocurrió y que está bastante bien documentado.

Esto es solamente una de las muchas falsedades que contiene el escrito que Ud. me ha
enviado, escrito que encuentro falso en su totalidad.

Supongo que Ud. lo ha escrito de buena fe, repitiendo la información falsa que otros le
han entregado. Para darse cuenta de la verdad no tiene mas que consultar cualquier
buena obra de historia universal. No es necesario que sea una historia católica sino una
obra seria y de uso corriente en universidades eruditas, respetadas y establecidas. A
continuación contesto a sus afirmaciones que—para distinguirlas de la respuesta—las
pondré en tipo más pequeño.

"A la iglesia formada por Cristo, por primera vez en Antioquia se le llamó "cristianos", también se le
llama Iglesia de Cristo, ésta iglesia se propaga por todas las regiones judías y griegas, al igual que
romanas. Esta iglesia se comprendía de obispos, ancianos, presbíteros, pastores y maestros y eran
perseguidos por judíos y por romanos. La situación se mantuvo así hasta llegar la iglesia a Roma, la
capital del imperio mas poderoso de esa época."

Le aclaro: La iglesia no llegó a Roma después de llegar a Antioquía. El hecho de que en


Antioquía se llamara "cristianos" a los seguidores de Cristo por primera vez no significa
necesariamente que no hubiera seguidores de Cristo en España o en las Galias o en la
misma Roma por pocos que fueran. El mismo Emperador Calígula que reinó del 37 al
41 ya tenía conocimiento de una secta judía que estaba causando malestar entre los
judíos de la ciudad. Los documentos de la época los llaman seguidores de "Chrestus", es
obvio que se referían a los seguidores de Cristo.

Constantino (emperador) se convierte al cristianismo (la principal figura del imperio); hasta aquí la
historia del cristianismo parece que avanza, pero más bien sufre la primera división. Constantino es el
hombre mas poderoso de su época, pero un cristiano que apenas inicia su conocimiento de Dios, es un
"bebe" cristiano.

El emperador Constantino no se convirtió al cristianismo de Roma, sino al arrianismo


de Alejandría (Egipto) y eso, en su lecho de muerte (ver mi nota mas abajo en detalle)
no era el "hombre mas poderoso" pues compartía el poder con Licinio, el primer
emperador de Oriente y en cuestiones tocantes a todo el imperio ambos consultaban
como pares. Si algo era Constantino, era más débil que Licinio, quien disponía de
mayor poder militar.

Constantino, cuya madre era cristiana, se convirtió al cristianismo en su lecho de


muerte. Fue bautizado por un obispo arriano poco antes de morir. Durante su
desempeño oficial --antes de hacerse cristiano-- Constantino ofició como suprema
autoridad pagana, ofreciendo los sacrificios anuales y recibiendo la adoración propia de
su rango como "pontifex" o sea "puente o contacto" con los dioses paganos. Eso era lo
que se esperaba de un Emperador de Roma aunque nos parezca raro hoy día. La gente
de ese tiempo creía que el Emperador era un favorito de los dioses (divo) y podía oficiar
como propiciador de los favores divinos.

Él instituye el cristianismo como la religión oficial, el que no estuviera de acuerdo, se las ve con Roma.

Lo que ud. dice es falso: Constantino no hizo del cristianismo la religión oficial del
imperio. Eso lo hizo el emperador Teodosio muchos años después. Lo que Constantino
sí hizo fue declarar la libertad de cultos en todo el imperio. Por Lactancio sabemos que
ambos emperadores (el de occidente, Constantino y el de oriente, Licinio) querían
fomentar la paz religiosa en el imperio. (ver copia del Edicto de Milán, al pie [1])

Para promover la paz en todo el imperio, Constantino llamó a los cristianos (de hecho,
los forzó por autoridad imperial) a reunirse en un concilio en Nicea para dirimir la
cuestión de la divinidad de Cristo, puesta en duda por los arrianos y defendida por
Atanasio (ambos obispos católicos). El hecho de que el Emperador llamara a un concilio
para promover el acuerdo y la paz, no lo hace el primer papa, de hecho el Papa a ese
tiempo es (si recuerdo bien) el papa Silvestre quien refrendó el Concilio, lo cual es
prueba de que su autoridad estaba bien establecida como cabeza universal de la Iglesia
ya en esos tiempos.

El desarrollo de los acontecimientos es más o menos como sigue: "A comienzos del
siglo IV, los cristianos fueron otra vez terriblemente perseguidos. El emperador
Diocleciano, junto con Galerio, desató en el año 303 lo que se conoce como la "gran
persecución", en un intento de restaurar la unidad estatal, amenazada a su entender por
el incesante crecimiento del cristianismo. Entre otras cosas ordenó demoler las iglesias
de los cristianos, quemar las copias de la Biblia, entregar a muerte a las autoridades
eclesiásticas, privar a todos los cristianos de cargos públicos y derechos civiles, hacer
sacrificios a los dioses so pena de muerte, etc. Ante la ineficacia que tuvieron estas
medidas para acabar con el cristianismo, Galerio, por motivos de clemencia y de
oportunidad política, promulgó el 30 de abril del 311 el decreto de indulgencia, por el
que cesaban las persecuciones anticristianas. Se reconoce a los cristianos existencia
legal, y libertad para celebrar reuniones y construirse templos.

Mientras tanto, Constantino había sido elegido emperador en occidente. Después de que
derrotara a Majencio en el 312, en el mes de febrero del año siguiente se reunió en
Milán con el emperador de oriente, Licinio. Entre otras cosas trataron de los cristianos y
acordaron publicar nuevas disposiciones en su favor. El resultado de este encuentro es
lo que se conoce como "Edicto de Milán", aunque probablemente no existió un edicto
promulgado en Milán por los dos emperadores. Lo acordado allí lo conocemos por el
edicto publicado por Licinio para la parte oriental del Imperio. El texto nos ha llegado
por una carta escrita en el 313 a los gobernadores provinciales, que recogen Eusebio de
Cesarea (Historia eclesiástica 10,5) y Lactancio (De mortibus persecutorum 48). En la
primera parte se establece el principio de libertad de religión para todos los ciudadanos
y, como consecuencia, se reconoce explícitamente a los cristianos el derecho a gozar de
esa libertad. El edicto permitía practicar la propia religión no sólo a los cristianos, sino a
todos, cualquiera que fuera su culto. En la segunda se decreta restituir a los cristianos
sus antiguos lugares de reunión y culto, así como otras propiedades, que habían sido
confiscados por las autoridades romanas y vendidas a particulares en la pasada
persecución.

Lejos de atribuir al cristianismo un lugar prominente, el edicto parece más bien querer
conseguir la benevolencia de la divinidad en todas las formas que se presentara, en
consonancia con el sincretismo que entonces practicaba Constantino, quien, a pesar de
favorecer a la Iglesia, continuó por un tiempo dando culto al Sol Invicto. En cualquier
caso, el paganismo gradualmente dejó de ser la religión oficial del Imperio y el edicto
permitió que los cristianos gozaran de los mismos derechos que los otros ciudadanos.
Desde ese momento, la Iglesia pasó a ser una religión lícita y a recibir reconocimiento
jurídico por parte del Imperio, lo que permitió un rápido florecimiento.” [2]

Cuando el Emperador Romano Constantino Augusto del Imperio Occidental, y Licinio


Augusto del Imperio Oriental proclamaron este Edicto en el año 313 D.C., terminó la
persecución de los Cristianos realizada por el Imperio Romano. Algunos no-Católicos
intentan demostrar a través de este documento que era el principio de la Iglesia Católica.
Lo cual es absolutamente falso como lo manifiesta el documento mismo. Ver la nota [1]
al pie.

Por esa época también había muchas ideas no-cristianas que podrían confundir el verdadero mensaje
de Dios, así que Constantino reúne a obispos, maestros, ancianos de todas las iglesias para establecer
el "credo" de la iglesia, que hasta la fecha se repite en las iglesias cristianas (no solo en la católica).

Falso de nuevo. Constantino y Galerio, preocupados por la tensión entre arrianos y


católicos y temiendo una guerra civil de tono religioso, compele por decreto imperial a
todos los obispos del imperio a reunirse en Nicea y dirimir la cuestión de la divinidad de
Cristo que había sido desafiada por los arrianos bajo influencia de los grupos
judaizantes de Alejandría, bajo el obispo Arrio.

La Iglesia ya se llama católica -al menos- desde el año 102, cuando ya un documento de
Ignacio de Antioquía usa la frase "ekumene kathaolos" (Comunidad "entera" o
"universal") Es de notar que la palabra "católica" se refiere no solamente a la extensión
geográfica de la Iglesia sino también a su plenitud doctrinaria pues la iglesia "católica"
enseña TODAS las doctrinas apostólica y no una selección de ellas.

En esa época al obligar a todos a pertenecer a la iglesia, obligó a propagarse por todos los países el
"nuevo cristianismo", persiguiendo a todo aquel que no aceptara esta nueva institución: "la iglesia
católica romana". Ahora, la iglesia de Dios se dividía en dos: 1.- Los cristianos que no aceptaron
someterse a Roma, sino a Dios (ellos tuvieron que esconderse).2.- Los cristianos que decidieron
someterse, pero buscando a Dios en el interior de la misma.

Esto es falso en su totalidad. Constantino y Licinio promovieron la libertad de culto


mientras ellos mismos permanecieron como cabezas del culto oficial pagano. Como ya
dije, Constantino no se convirtió al cristianismo arriano hasta el día de su muerte. Esto
está documentado en fuentes paganas y cristianas, especialmente en la historia de
Lactancio.

Pasaron los años y la iglesia católica romana tuvo 2 caras, la buena y la mala. Difundía (e) que solo el
Espíritu Santo establecía todo por medio de un pastor general, el papa, realmente en esa época el papa
se consideraba divino, además de todos los sacerdotes (que es una verdad utilizada a conveniencia).
Esto es falso en su totalidad: El Papa nunca fue considerado divino, mucho menos los
sacerdotes. La doctrina (mal expresada por usted) de que el Papa es guiado por el
Espíritu Santo al enseñar a la Iglesia en cuestiones de fe y moral (en las que el Papa NO
PUEDE enseñar el error) está fundamentada en las promesas de Cristo a sus apóstoles
en Juan 14:16-18, 14:25 y 16:13 (ver Juan 17:20-23) y en Mateo 16:15-19 y Lucas
22:31-32 entre otros muchos textos bíblicos que afirman la autoridad de la Iglesia y en
particular el liderazgo de Pedro sobre los apóstoles.

El imperio católico romano tomo el poder y las leyes, aunque también tuvo muchas misiones para
propagar el catolicismo a todo el mundo.

Nunca hubo un imperio "católico" y hasta la llegada del emperador Justiniano las leyes
normales romanas continuaron en vigor siendo modificadas, como es de esperarse por el
creciente espíritu cristiano al convertirse los pueblos al mensaje de Cristo. Es de notarse
que -hasta la llegada del cisma de Oriente en 1054- había cristianos "católicos" (que
aceptan la doctrina "entera" o "universal") y cristianos "heréticos" (herejes) que viene
del gr. para "elegir" o sea los que "eligen" las doctrinas que les gustan y desechan las
que no desean. Eso sigue ocurriendo hoy día, lamentablemente, como siempre ha
ocurrido. El Señor dijo que "ancho y espacioso es el camino que conduce a la perdición
y muchos son los que se van por él". Los que eligen creer en algunas de las doctrinas de
Cristo pero no en todas son los "otros cristianos" que siempre los ha habido. Los
católicos son los que creen en TODA LA FE.

Aquí cabe mencionar que cuando llegó a México el catolicismo, a todos los indígenas los bautizaban,
aunque ellos no entendían ni siquiera el idioma español o el latín. Aún en nuestros días en México, la
gente es 100% católica romana, pero desconoce el cristianismo y la Biblia en un 80%. La Iglesia
continuaba con la idea de instituir por la fuerza el catolicismo (las cruzadas, la inquisición, etc).

¡Ud. está equivocadísimo! Le recomiendo leer con mucho cuidado la historia de las
Cruzadas y de la Inquisición. En especial le recomiendo leer estos cuatro artículos sobre
la Inquisición publicados por diversas fuentes (BBC de Londres, ABC de Madrid, el
Congreso de la República del Perú y otros) en este enlace: “Cuatro Artículos Sobre la
Inquisición Española”

La conversión por la fuerza fue el método protestante que eliminó sin piedad a los
indígenas americanos del norte. En cuanto a los que estaban al sur de las colonias
inglesas, Ud. mismo puede comprobar mirando a su alrededor que los coloniales
católicos no los mataron con tanta eficiencia. De hecho, hasta el tiempo de las guerras
de la independencia americana, España no mantuvo un solo ejército regular en toda la
extensión de sus dominios americanos. La evangelización de las Américas la llevaron a
cabo Franciscanos, Jesuitas, Benedictinos, Agustinos y tantos otros jóvenes españoles,
italianos, franceses, portugueses que dejaron su madre patria, su familia y las
comodidades de la vida en Europa para no verlas nunca más. Y todo ese sacrificio para
llevar a Cristo al Nuevo Mundo fundando poblados y ciudades, escuelas, hospitales,
comunidades religiosas. Los protestantes no aparecieron en el Nuevo Mundo Hispano
sino hasta los últimos años del siglo XIX salvo raras excepciones.

Por otra parte había católicos esmerados por conocer el mensaje de Dios para los hombres, unos
dentro y otros fuera de la iglesia católica, pero sus buenas intenciones fueron llevadas muchas veces a
la muerte.
Nuevamente Ud. hace aseveraciones que es común escuchar entre los protestantes pero
que ni bien se investigan seriamente se encuentra que tiene bases muy flojas. Son los
católicos y los disidentes del protestantismo los que murieron con más frecuencia a
manos de los verdugos protestantes. Esto es bien conocido por los historiadores pero
igualmente falseado por los religiosos protestantes. Lea ud. una buena obra sobre la
historia de la Reforma en Alemania e Inglaterra. Le asombrará seguramente las
sangrientas represiones y las crueles ejecuciones de católicos fieles a la auténtica fe de
Cristo.

Fue entonces en el periodo de la Reforma, cuando nace el movimiento protestante. Ellos no


protestaban contra la iglesia católica, protestaban que dentro de la iglesia católica había mucha
maldad, mucha ignorancia de las escrituras y los métodos de ambición y creencia eran equivocadas,
ellos querían reformar la iglesia, no salirse de ella. La misma iglesia católica los rechazó, los persiguió
y los ex-comulgó.

La Reforma Alemana protestó con cierta razón por excesos que existieron en la Iglesia,
pero dichos excesos no justificaban de ninguna manera la división de la Iglesia. En la
Iglesia católica siempre ha habido maldad porque es una Iglesia para los pecadores.
Pero sería mentira negar que también hubo, hay y habrá santos ejemplares que nunca
necesitaron separarse de sus hermanos menos santos para adorar a Dios en verdad. Ud.
desea presentar un movimiento protestante puro y una Iglesia Católica impura pero lo
anclan a la realidad las miles de confesiones protestantes que ya suman decenas de
miles y que crecen a razón de cinco nuevas “iglesias” por semana, todas ellas creyendo
distintas cosas. Eso no es la unidad que Cristo prometió ni la “reforma” que Lutero tenía
en mente.

Surgieron, efectivamente muchos movimientos cristianos, pero todos ellos buscaron en sus iglesias
regresar a los principios que el mismo Jesús estableció, tradujeron la Biblia al alemán, al inglés, al
español (Reyna-Valera) y regalaban biblias y enseñaban su contenido.

Lo que ud. afirma es falso y me sorprende que por todo el internet se declaren estas
falsedades como si fueran verdades probadas: La Biblia fue traducida al alemán
primeramente por la Iglesia Católica, de hecho ud. debe haber oído hablar de la Biblia
de Gutenberg. Dicha Biblia no es protestante sino católica. La primera Biblia en inglés
fue traducida por el Venerable Beda, en el siglo VIII. Más de ochocientos años antes de
Lutero. El primer testimonio histórico de la presencia de la Vulgata en España se
encuentra en el siglo IV, en una carta de San Jerónimo a Lucinio de Bética, y luego otra
a su viuda Teodora, en la que da cuenta de la copia de los libros del Antiguo
Testamento, que hasta ese momento había traducido, así como del Nuevo Testamento
revisado, y su transporte a España. Así pues, parte de la Vulgata entra por primera vez a
España cerca del año 398. Allí coexiste con algunas formas de la Vetus durante siglos.
Habría habido una edición parcial o total de la Vulgata para mediados del siglo V,
debida a Peregrino, supuestamente un obispo del norte español. Se cree que en el siglo
VII, San Isidoro, Obispo de Sevilla, habría hecho una nueva edición revisada de la
Vulgata. A pesar de lo inseguro de los datos, sí es un hecho que la Vulgata circuló
extensamente en España, desde donde se difunde a otros pueblos. El proceso de
traducciones de los textos bíblicos a lenguas hispánicas se produce hacia el siglo XIII.
Habría un curioso antecedente de algunos pasajes del Antiguo Testamento traducidos al
castellano por Aimerich Malafaida, quien llegaría a ser el tercer patriarca de Antioquía.
También, por entonces se traduce el Salterio a un idioma hispánico, pero desde el
hebreo y no desde el griego que venía siendo lo usual. Esta traducción se debería a
Mons. Hernán Alemán, Obispo de Astorga. En realidad la famosa obra de Alfonso X el
Sabio, rey de Castilla y León, Grande e general Estoria que trae una traducción no
literal del latín, desde el Génesis hasta el Nuevo Testamento, viene a ser la primera gran
traducción del texto bíblico ampliamente reconocida. Se la llama Biblia Alfonsina o
Española. Parece que corresponde a la última parte del siglo XIII. Sin embargo, cabe
notar que hay quienes han encontrado claras evidencias de una Biblia prealfonsina,
completa que circulaba en la Iberia antes del siglo XIII. De todos modos, los fieles han
venido escuchando la lectura diaria de la Biblia desde los tiempos apostólicos pues la
Escritura se lee diariamente en la Santa Misa, como Ud. seguramente puede comprobar
asistiendo a su parroquia católica más cercana.

En nuestros días continúa habiendo los mismos pensamientos, pero cada vez la iglesia de Cristo sigue
propagándose, estén en la iglesia católica romana o estén en algún movimiento cristiano.

La Iglesia de Cristo es UNA y no miles. Ya que Cristo mismo lo pidió al Padre en Juan
17: 20-23 y en consonancia con lo escrito en Lucas 11:17 “una casa dividida no se
puede sostener.”

Si por fe crees que Jesús es tu Señor y tu Salvador y que resucitó de entre los muertos, te reúnes en su
iglesia para recibir edificación y tu dar edificación, si crees en su Espíritu Santo, en el Padre y en el
Hijo, si amas a tus enemigos y a tus semejantes, ERES CRISTIANO Y RECIBIRAS VIDA ETERNA,
esta es una promesa de Dios.

Con respecto a la salvación por la “sola fe” le recomiendo leer lo escrito en “Lo que
dice la Biblia sobre la salvación”

Dios no nos pidió defender su iglesia, no pidió cuidarnos de los falsos profetas, de los anticristos y un
cristiano verdadero sabrá reconocerlas. Los cristianos que obran el mal, están dentro de nuestras
iglesias y fuera de ellas, pero debemos saber reconocerlos.

Lo que Ud. aconseja es contrario al consejo de Cristo. Ha dicho Cristo y está escrito en
la Biblia: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de
ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis” (Mat. 7:15-16).

Quiero recordarles que la palabra católico, significa universal y la iglesia universal no es exclusiva de
Roma.

Lo que Ud. Dice contradice las Escrituras. No hay “pluralismo de iglesias” para el
Apóstol Juan que escribe en 1 Juan 4:1-6: Queridos, no os fiéis de cualquier espíritu,
sino examinad si los espíritus vienen de Dios, pues muchos falsos profetas han salido al
mundo. Podréis conocer en esto el espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a
Jesucristo, venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de
Dios; ese es el del Anticristo. El cual habéis oído que iba a venir; pues bien, ya está en
el mundo. Vosotros, hijos míos, sois de Dios y los habéis vencido. Pues el que está en
vosotros es más que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan
según el mundo y el mundo los escucha. Nosotros somos de Dios. Quien conoce a Dios
nos escucha, quien no es de Dios no nos escucha. En esto conocemos el espíritu de la
verdad y el espíritu del error.

Pido perdón si a alguien ofendí con estos textos. Dios los bendiga a todos.(Este es mi muy particular
punto de vista) [firmado:] Adrián Malagón
Ud. no ofende. Solamente da muestra de una ignorancia fundamental de la historia y de
las Sagradas Escrituras. Ha sido engañado por el protestantismo silvestre y repite lo que
otros le han enseñado. Pero si Ud. tiene buena fe, entonces pedirá a Dios que lo guíe a
Su verdadera Iglesia y se dedicará a estudiar con calma y en profundidad las
aseveraciones de quienes le enseñan. Si Ud. hace eso, no tardará en ver que la Iglesia de
Cristo es la Iglesia Católica. Nadie lo puede hacer por Ud. Solamente Ud. puede orar,
estudiar y verificar la certeza de lo que Ud. mismo cree y predica.

Es bueno informarse de buena fuente antes de opinar intempestivamente sobre cosas


que no sabemos con seguridad. Así cumplimos como cristianos con el mandamiento de
no levantar falso testimonio y evitamos incurrir en la falta de ser "ciegos guías de
ciegos" que fomentan la confusión y las divisiones. Con sinceridad solamente no se
llega a ningún lado, hay que estudiar seriamente y no meramente aceptar algo porque
está en el internet o impreso en un libro. Ud. pide disculpas por publicar estos “textos”,
más bien debiera pedirle perdón a Dios por levantar falso testimonio contra la Iglesia de
Cristo, lo cual es calumniar a Cristo mismo, ya que la Iglesia es el Cuerpo Místico de
Cristo.

Referencias

[1] Texto del Edicto de Milán: —Cuando yo, Constantino Augusto, al igual que yo, Licinio Augusto,
afortunadamente nos reunimos cerca de Milán, considerando todo lo pertinente al bienestar y la seguridad
pública, pensamos, entre otras cosas, las que vimos serían para el bien de muchos, aquellas regulaciones
pertinentes a la reverencia de la Divinidad que deben ser ciertamente prioritarias, para que podamos
conceder a los Cristianos y a otros, completa autoridad para observar esa religión que cada quien prefirió;
desde donde provenga cualquier Divinidad en el asiento de los cielos pudiera ser propicia y amablemente
dispensada a nosotros y a todos aquellos bajo nuestro decreto. Y así por éste consejo entero y la provisión
más honrada, pensamos en coordinar que a nadie y de ninguna manera se le debe negar la oportunidad de
dar su corazón a la observancia de la religión Cristiana, de esa religión que piense mejor para él, para que
la Deidad Suprema, a cuya alabanza rendimos libremente nuestros corazones, pueda mostrar en todas las
cosas Su acostumbrada benevolencia y favor. Por lo tanto, su Alabanza debe saber que nos ha complacido
el remover absolutamente todas las condiciones que se encontraban en los rescritos formalmente dados a
Usted de forma oficial, concernientes a los Cristianos y ahora a cualquiera que quiera observar la religión
Cristiana puede hacerlo libre y abiertamente, sin ser molestado. Pensamos apropiado encomendar estas
cosas completamente a su cuidado para que Usted sepa que hemos dado a aquellos Cristianos oportunidad
libre y sin restricciones de alabanza religiosa. Cuando Usted vea que esto ha sido otorgado a ellos por
nosotros, su Alabanza sabrá que también hemos concedido a otras religiones el derecho libre y
abiertamente de la observancia de su culto por el bien de la paz de nuestros tiempos, que cada cual tenga
la libre oportunidad de adorar a su gusto; ésta regulación es hecha para no detractar ninguna dignidad o
ninguna religión.

Sobre todo, especialmente en el caso de los Cristianos, estimamos de lo mejor que si sucede de aquí en
adelante que alguien ha comprado de nuestra propiedad de cualesquiera otra persona, esos lugares en
donde previamente se acostumbraban reunir, refiriéndose a tales, había sido hecho cierto decreto y una
carta enviada oficialmente a Usted, los mismos deberán ser reivindicados a los Cristianos sin el pago o
cualquier demanda de recompensa y sin ninguna clase de fraude o de engaño, aquellos, más que todo, que
han obtenido el mismo regalo, igualmente habrán de devolverlos a los Cristianos inmediatamente.

Además, ambos, los que los han comprado y los que los han obtenido por regalo, deben abrogar al
Vicario si buscan alguna recompensa de nuestra generosidad, para que puedan ser atendidos por nuestra
clemencia. Todas estas propiedades deben ser entregadas inmediatamente a la comunidad de los
Cristianos a través de su intercesión, y sin retraso.

Y puesto que estos Cristianos como es conocido habían poseído no solamente esos lugares en los cuales
estaban acostumbrados a reunirse, sino también otras propiedades, a saber las iglesias, perteneciendo a
ellos como a una corporación y no como individuos, todas estas cosas que hemos incluido bajo el
reglamento anteriormente dicho, Usted ordenará su reivindicación para estos Cristianos, sin ninguna
vacilación o controversia alguna para ellos, es decir para las corporaciones y sus lugares de reunión:
previendo, por supuesto, que los arreglos antedichos sean seguidos para que los que devuelvan aquello sin
pago, como hemos dicho, puedan esperar una indemnización de nuestra generosidad. En todas éstas
circunstancias Usted deberá ofrecer su intervención más eficaz a la comunidad de los Cristianos, para que
nuestra disposición pueda ser llevada en efecto lo más rápidamente posible, por lo cual, por otra parte,
con nuestra clemencia, el orden público pueda ser asegurado. Deje que esto sea hecho de modo que, como
hemos dicho arriba, el favor Divino hacia nosotros, mismo que, bajo las más importantes circunstancias
que hemos experimentado ya, pueda, por todo el tiempo, preservar y prosperar nuestros éxitos junto con
el bien del estado. Sobre todo, para que la declaración de este decreto de nuestra buena voluntad pueda
ser notado por todos, este rescrito, publicado por su decreto, será anunciado por todas partes y llevado al
conocimiento de todos, para que el decreto de ésta, nuestra benevolencia, no pueda ser encubierto.

[2] Bibliografía: R. Jiménez Pedrajas, "Milán, Edicto de", en GER XV, Rialp, Madrid 21979, 816-817;
M. Forlin Patrucco, "Edicto de Milán", en Diccionario Patrístico y de la Antigüedad Cristiana (ed. A. di
Berardino), Sígueme, Salamanca 1991, 664; A. Fraschetti, La conversione. Da Roma pagana a Roma
cristiana, Laterza, Bari 1999.

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