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Constantino y el cristianismo

Autor: Nicolás Silva


Pese a que su conversión oficial al cristianismo se diera prácticamente en su lecho de muerte,
el emperador Flavio Valerio Aurelio Constantino -que gobernó entre el 323 y el 337- representa
una de las figuras más importantes de la historia de la religión mayoritaria actualmente. Conocido
también como Constantino I o San Constantino por la Iglesia ortodoxa, fue el primer emperador
en detener la persecución de los cristianos y dar libertad de culto al cristianismo.
De esta manera, el edicto de Milán del año 313 d.C. sirvió para que el cristianismo comenzara
su expansión por todo el viejo continente. La propagación de la religión culminaría
cuando Teodosio I el Grande decidió hacer del cristianismo la religión oficial del Imperio.
Roma vivía una etapa de inestabilidad política tras la
abdicación del emperador Diocleciano. Pero finalmente,
Constantino I fue proclamado emperador y en una de sus
campañas militares experimentó un acontecimiento
sobrenatural. Según narró Eusebio de Cesárea, la visión que
tuvo el emperador en una de sus campañas -un trofeo en forma
de cruz-, hizo que el régimen de Constantino se diera cuenta de
lo importante que era para los romanos creer en un milagro que
demostrase que la llegada al poder de Constantino era obra de
dios. De hecho, Constantino llegó a creer que debía su éxito al
dios cristiano.
Fuese o no una visión divina la raíz del cambio, el emperador comprendía que no podía
gobernar y mantener unido el Imperio con la oposición de los cristianos. A partir de entonces no
trató al cristianismo como una religión más, sino que le concedió, de forma cada vez más
acentuada, un trato de favor que la convertía casi en religión oficial. Aunque el paganismo
conservaba aún fuerza y libertad de acción, el emperador buscó poner toda la influencia moral y
económica de la Iglesia y los cristianos al servicio del Estado.
Por otra parte, Constantino completó las reformas administrativas de Diocleciano, que
significaron la separación definitiva del poder civil y militar. El número de cargos siguió en
aumento, y se multiplicaron las funciones en una corte de rígido ceremonial. Pese a ello, el
gobierno central romano no difería en su época en gran medida del correspondiente a la época de
Diocleciano.
Todavía en el ámbito de las reformas administrativas, no hay que olvidar que, en el 330, el
emperador inauguró la nueva capital, Constantinopla, construida en el emplazamiento de la
antigua colonia griega de Bizancio, sobre el Bósforo. Tenía una estratégica ubicación, y desde
ella podían atenderse mejor los asuntos del este. Se dieron facilidades de instalación a gentes de
la más diversa condición social y se concedieron especiales derechos a sus habitantes. La ciudad
prosperó económicamente y tuvo una acusada impronta cristiana frente a la vieja Roma, cuna del
paganismo.
Con frecuencia, el alcance de los cambios religiosos ha eclipsado otras facetas positivas de su
reinado. Así, es de destacar que la época constantiniana registró un notable progreso cultural. En
derecho, destacó la escuela de Berytos; en medicina, la de Alejandría. Entre las corrientes
filosóficas resaltó el neoplatonismo. La retórica tuvo una importante escuela oriental, con Libanio.
En la literatura latina sobresalieron eminentes representantes (Símmaco, Ausonio, Amiano
Marcelino), floreciendo también la literatura cristiana. El arte cristiano empezó a ofrecer
manifestaciones destacadas, aunando influjos paganos y aportaciones orientales. Una relativa
tranquilidad interior y exterior favoreció este desarrollo. Aunque Constantino tuvo que guerrear
contra los alamanes y godos, llegó con estos últimos a un acuerdo para que guardaran la frontera
danubiana de nuevas invasiones y proporcionaran tropas auxiliares. También hubo tensiones con
Persia a causa del ya largo problema por Armenia.
Desde el punto de vista social, en esos tiempos se vivía con mucha violencia, por lo que el
emperador decidió endurecer algunas leyes, aunque también se flexibilizaron otras. Una ley
estableció que no se podían secuestrar a las niñas, dispuso la pena de muerte para los que se
aprovecharan de los demás gracias a la recaudación de impuestos, y se prohibieron algunas de las
condiciones infrahumanas con las que se tenía a los prisioneros. También se rebajaron algunas de
las penas hacia los condenados, y se abolió la crucifixión como parte de su política cristiana,
aunque se introdujo la horca, intentando demostrar la existencia de la ley romana y la justicia.
Constantino también permitió la celebración pública de la Pascua y uno de los más novedosos
mandamientos tuvo que ver con el mundo del trabajo, ya que introdujo el día de descanso, es
decir, el domingo.
En resumen, la figura de Constantino parece haber sido una extraña mezcla de paganismo y
de cristianismo. Sus reformas impactaron en la sociedad imperial, a modo de traer un periodo de
relativa paz y tranquilidad. Sin embargo, tras su muerte, el Imperio se vería afectado nuevamente
por el problema de la sucesión: sus hijos Constantino II, Constancio II y Constante se disputaron
el trono.

Fuentes utilizadas:
Breve noticia histórica de Roma: desde la dinastía Julio-Claudiana hasta el reinado de
Teodosio el Grande. Seminario de Historia Antigua de Roma. UCALP Educación a distancia.
https://www.elespanol.com/cultura/historia/20200406/milagro-constantino-verdadero-
motivo-emperador-convirtio-cristianismo/475953482_0.html
https://www.biografiasyvidas.com/monografia/constantino/legado.htm
https://www.laguia2000.com/edad-antigua/el-emperador-constantino

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