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Historia de la iglesia

1- Panorama de la iglesia de la época

1.1-300 Años de desarrollo de la iglesia

1.2- establecimiento de las doctrinas fundamentales cristianas: la triniadad,


la naturaleza de cristo, el Espíritu Santo.

1.3- los padres de la iglesia

1.4- persecución de la iglesia

1.5-conversion de Constantino

1.6- decreto de tolerancia a los cristianos

1.7-el cristianismo religión del estado

1.8-persecucion del paganismo

1.9-paganizacion y depravación de la religión

1.10-los pre reformadores


La conversión de Constantino
Si hubo un emperador romano que dio impulso a la Iglesia Católica como
nadie lo ha hecho, ese fue sin duda Constantino el Grande. Tanta fue su
influencia, que llegó incluso a convocar un concilio general donde se puede
decir que se originó realmente lo que hoy conocemos como Iglesia Católica
Romana. Todo eso pese a que no fue bautizado como cristiano hasta poco
antes de su muerte.

No se sabe con seguridad la fecha real del nacimiento de Constantino, que


se sitúa entre los años 270 y 288. Sí se tiene la certeza de que nació en
Nassius, hijo de Constancio Cloro y de una sirvienta de hospedería, Elena.

Una vez muerto Constancio Cloro en el año 306 en Britania, las tropas allí
estacionadas proclaman emperador a Constantino. Pero hubo de librar
duros combates contra sus rivales hasta que, en la batalla del Puente Milvio
(312), se impuso a Majencio y se hizo con Roma. Con ello obtenía la parte
occidental del Imperio mientras que la oriental, controlada por Licinio, no
pasó a su poder hasta el año 323. Desde entonces hasta su muerte ejerció
como emperador único.

Se dice que antes de la batalla del Puente Milvio, Constantino hizo poner en
el escudo de sus soldados un signo mágico, que pudo ser un símbolo de la
religión solar de su padre o el símbolo cristiano de la cruz. La Iglesia
Católica afirma que en la víspera había tenido una visión de una brillante
cruz bajo la que se podía leer "in hoc signo vinces" (bajo este signo
vencerás), y que después de conseguir la victoria se convirtió al
cristianismo.

Es en el año 313 cuando Constantino empieza a tener en cuenta a los


cristianos como fuerza de mantenimiento del orden y la paz, no sólo porque
están organizados a lo largo y ancho de todo el Imperio, lo que los
convierte también en una fuerza de espionaje y sabotaje sin parangón, sino
porque la doctrina cristiana se acerca mucho a lo que él mismo entiende
por una religión.

Bautismo de Constantino (Rafael)

Pero es evidente que Constantino era más un hombre de Estado que un


hombre religioso, y su política al respecto lo prueba. Durante el año 313 los
símbolos cristianos se multiplican en las monedas y las menciones a los
dioses "paganos" se van apagando. A partir del año 314 Constantino entra
en una espiral filocristiana favoreciendo a dicha doctrina frente al resto.
Entiende perfectamente que la religión es un arma formidable si consigue
que ésta respalde al Estado: gobernar al ciudadano no sólo
legislativamente, sino también moralmente.

Convencido de la necesidad de crear un gobierno respaldado por una


religión de Estado, Constantino se lanza de lleno a la creación del Imperium
Christianum. Él es el primero que acuña el concepto de Iglesia Católica, no
San Pedro ni ningún otro santo. En una carta enviada al procónsul de
África, Anulino, se incluyen dos puntos que aclaran cuáles son sus
intenciones: es el primer escrito en el que aparece el concepto "catholica
ecclesia" -es decir, universalmente reconocida- y la concesión a los clérigos
de la inmunidad eclesiástica. Esto no fue un acto gratuito, sino que además
se puede aseverar que fue interesado y políticamente muy acertado.

LAS IGLESIAS: LEGALIZADAS Y LUEGO


MANIPULADAS
En el año 313, Constantino regía sobre el Imperio romano de Occidente, mientras que Licinio
y Maximino gobernaban sobre el de Oriente. Constantino y Licinio les otorgaron libertad de
culto a todos sus súbditos, incluidos los cristianos. Constantino protegió al cristianismo
pensando que la religión le ayudaría a unificar su imperio.*
No extraña, pues, que el emperador se indignara al ver que las iglesias estaban divididas por
disputas. Ansioso por ponerlas de acuerdo, estableció —y luego hizo respetar— una doctrina
“verdadera”. Los obispos tuvieron que ceder en asuntos doctrinales para complacerlo, y a
cambio recibieron subsidios y pagaron menos impuestos. El historiador Charles Freeman
comenta: “Aceptar la versión ‘verdadera’ de la doctrina cristiana les abría [a los líderes
religiosos] no solo las puertas del cielo, sino también las arcas del Imperio”. Así, el clero se
volvió muy influyente en cuestiones de este mundo. “La Iglesia consiguió un protector —dice el
historiador A. H. M. Jones—, pero al hacerlo se ató a un amo.”

“La Iglesia consiguió un protector, pero al hacerlo se ató a un amo.” (A.


H. M. Jones, historiador)

¿QUÉ CLASE DE CRISTIANISMO?

La alianza entre Constantino y los obispos produjo una religión de dogmas en parte cristianos
y en parte paganos. Y no podía ser de otra manera, pues el emperador no buscaba la verdad,
sino la pluralidad religiosa. Al fin y al cabo, su imperio era pagano, así que para complacer a
cristianos y paganos actuó “con total ambigüedad en su vida y en su gobierno”, como señala
un historiador.
Aunque se proclamó defensor del cristianismo, Constantino no abandonó el paganismo. Por
ejemplo, practicaba astrología y adivinación, actividades espiritistas condenadas por la Biblia
(Deuteronomio 18:10-12). En el Arco de Constantino, en Roma, se le puede ver realizando
sacrificios a dioses paganos. Además, siguió honrando al dios Sol al fabricar monedas con su
imagen y promover su culto. Al final de su vida, Constantino incluso accedió a que un
pueblecito de Italia llamado Umbría les construyera un templo a él y a su familia y nombrara
sacerdotes que oficiaran en dicho templo.
Constantino pospuso su bautismo “cristiano” hasta poco antes de morir, en el 337. Según
muchos especialistas, lo hizo para conservar el respaldo político de los sectores paganos y
cristianos del Imperio. En efecto, su vida y su bautismo tardío ponen en duda la sinceridad de
su fe en Cristo. Lo que sí es seguro es que la Iglesia que él hizo oficial se convirtió en una
poderosa institución política y religiosa que le dio la espalda a Jesús y le abrió los brazos al
mundo. Sin embargo, Jesús mismo había dicho sobre sus discípulos: “Ellos no son parte del
mundo, así como yo no soy parte del mundo” (Juan 17:14). De esta Iglesia —que ahora era
parte del mundo— surgieron incontables religiones.
¿Qué nos enseña todo esto? Que no debemos aceptar las doctrinas de ninguna religión sin
antes compararlas con lo que enseña la Biblia (1 Juan 4:1).

DATOS GENERALES

 Constantino se convirtió en emperador del Imperio romano de Occidente en el año 306 y


gobernó los Imperios de Oriente y Occidente entre el 324 y el 337.

 Constantino aseguró haber recibido en una visión (o en un sueño) la garantía de que el Dios
de los cristianos lo apoyaría en el campo de batalla.
 Tras una batalla cuya victoria atribuyó a Dios, ordenó que se colocara una espada con forma
de cruz en la mano de una estatua suya que se encontraba “en el lugar más público de Roma”
(Historia eclesiástica,Eusebio de Cesarea).
 Constantino ostentaba el título pagano de maximus pontifex, el sacerdote principal, y se
consideraba la máxima autoridad religiosa del imperio.

El Arco de Constantino conmemora una de sus victorias militares


 “Un buen emperador —incluso un buen cristiano— estaría finalmente obligado a elegir entre
perder el cielo y perder el poder. Con su llegada al trono, por supuesto que Constantino
no había terminado con el poder ni con los pecados necesarios para retenerlo.” (Richard
Rubenstein, profesor de Conflictología y Asuntos Públicos.)

 “Que Constantino fue cristiano por lo menos al final de su vida no se puede cuestionar. Claro,
siempre y cuando no se tome en cuenta la calidad de su cristianismo.” (Paul Keresztes,
profesor de Estudios Clásicos e Historia.)

Ciertamente a partir del 313 hubo un acercamiento de Constantino hacia los cristianos que
se intensificó durante los años previos a su enfrentamiento definitivo con Licinio. Esta
aproximación a la Iglesia católica se evidencia fundamentalmente en las disposiciones
jurídicas en favor de ésta, que Constantino adoptó en esos años. El testimonio de las
fuentes cristianas sobre las relaciones de Constantino con la iglesia es sumamente dudoso
y sujeto, aún hoy, a todo tipo de críticas y explicaciones contradictorias.
Tanto Eusebio en su "Historia Eclesiástica" y en la "Vida de Constantino", comoLactancio en
su obra "Sobre la muerte de los perseguidores" (de carácter más bien panfletario),
mantienen la idea de su conversión a partir de la batalla de Puente Milvio y, a partir de
entonces, se dedican a magnificar su obra y su personalidad hasta convertirlo en un
campeón de la cristiandad.
Pero esta conversión no concuerda con otra serie de datos que poseemos sobre el
emperador: así, por ejemplo, la iconografía de los relieves del arco triunfal de Constantino
en Roma (316) es de clara inspiración pagana y vincula a Constantino con el culto solar; las
monedas ofrecen una simbología equívoca y hay emisiones de ellas en las que Constantino
aparece junto a Apolo-Helios, otras en las que aparece Isis... Hasta los últimos años de su
vida cultivó la amistad de numerosos filósofos paganos, sobre todo del neoplatónico
Sopatro. Las ceremonias de la consagración de Constantinopla siguieron el ritual pagano y
estuvieron presididas por el emperador, acompañado por el pontifex pagano Vettio Agorio
Pretextato y por el propio Sopatro como augur.
El mismo Constantino, en los escritos recogidos por Eusebio, habla frecuentemente de "la
divinidad, el Dios muy Alto, el Dios omnipotente", términos que son comunes a los
paganos. Pero no habla específicamente de Jesús, como tampoco utiliza el término Ecclesia
en contextos en los que podría aclararse su afinidad a ella, sino que habla de las asambleas
de los justos o de la estancia santa... Así pues, no cabe hablar rigurosamente de
conversión, al menos hasta el momento en que en su lecho de muerte solicitó ser
bautizado. No obstante, potenció y utilizó el poder de la Iglesia Católica que, por otra parte,
le reportó amplias ventajas: le procuró nuevas bases en las que asentar su poder y actuó
manteniendo el consenso que todo poder político necesita. Los propios historiadores
paganos percibieron este acercamiento de Constantino a los cristianos. Zósimo explica su
atracción al cristianismo a resultas de la tragedia que tuvo lugar poco después de la
celebración en Roma de las vicennalia del Emperador. Los detalles no nos son conocidos,
pero la culminación del drama supuso la ejecución de Crispo (hijo de Constantino, pero no
de Fausta), de Fausta y de Licinio II, hijo del antiguo rival de Constantino. Zósimo dice que,
atormentada su conciencia y humillado porque los sacerdotes paganos no le absolvían de
tales crímenes, se inclinó hacia el cristianismo por la promesa de que el bautismo cristiano
borraría todos sus pecados.
Posiblemente, la ambigüedad religiosa de Constantino fuese voluntaria: la ruptura total con
la religión tradicional hubiera implicado una serie de riesgos para la estabilidad del imperio.
La cautela y el talante político de Constantino pudieron haberle inducido a iniciar una vía
que, paulatinamente, culminaría años después en la cristianización del Imperio.
La sistematización jurídica de las nuevas relaciones entre la Iglesia y el Estado romano no
fue, por tanto, el resultado de una medida concreta sino que su gestación fue gradual y
sobrepasan los límites de la propia época de Constantino. Las disposiciones que éste adoptó
a favor de la Iglesia se concentran en dos campos especialmente importantes: las
concernientes al patrimonio y las referidas a la jurisdicción eclesiásticos.
En cuanto al primer aspecto, el emperador autorizó a las iglesias a recibir donaciones y
herencias y él mismo pasó de la teoría a los hechos con gran celeridad. Constantino
concedió numerosas donaciones a la Iglesia, tanto de su caja privada como de los bienes
del fisco: en el 324 estableció la
concesión de subvenciones a través de la oficina prefectural para la reparación de iglesias y
para la construcción de otras nuevas. Cada iglesia fue dotada de un patrimonio propio,
consistente en tierras suficientes para garantizar el mantenimiento de las mismas, así como
de los clérigos a su servicio. Además, los bienes patrimoniales de las iglesias disfrutaron de
importantes exenciones fiscales: Constantino las liberó de la obligación de pagar el
impuesto normal, como a las propiedades del emperador, a las que concede el mismo
beneficio.
Hay que entender que se trataba del cargo de la iugatio, que era el impuesto fonciario
normal. Esta dispensa la extendió posteriormente a los bienes de todos los clérigos lo que,
en cierto modo, suponía la concesión al orden clerical de un estatuto jurídico particular.
En una disposición del 318, Constantino establece que sea el tribunal episcopal quien
juzgue a todo aquel que desee ser juzgado según la ley cristiana. Además, declara que la
sentencia emitida por el tribunal episcopal sería inviolable y su ejecución sería asegurada
por la fuerza pública. Añade que, en cuanto a la materia a juzgar, incluía todo tipo de
causas y que sus sentencias eran sacrosantas e inapelables. Estas disposiciones generaron
una duplicidad de jurisdicciones paralelas: la secular y la eclesiástica, establecidas sobre la
base de mutua independencia. Pero no debieron ser infrecuentes las contradicciones en las
sentencias entre ambos tribunales, lo que explica que, posteriormente, los tribunales
eclesiásticos sufrieran un proceso restrictivo. Sólo pudieron juzgar delitos leves, no de
carácter criminal. Más tarde se intentó que sus competencias se limitasen a asuntos
exclusivamente religiosos, pero esta precisión era extremadamente vaga ya que muchos
conflictos de carácter religioso podían ser al mismo tiempo asuntos criminales. No en vano
la futura institución de la Inquisición se sustentaba, en gran parte, en las competencias
jurídicas otorgadas al tribunal episcopal en esta época.
El cristianismo se convierte en
religión del Estado en el Imperio
Romano
El 27 febrero del año 380, el cristianismo se convirtió en la religión exclusiva
del Imperio Romano por un decreto del emperador Teodosio, lo que tuvo
trascendentales consecuencias.

El decreto unió las raíces judeo-cristianas del continente europeo con la cultura greco-
romana. Hasta el Concilio de Nicea, en el año 325, las iglesias cristianas eran
incendiadas, quienes profesaran la religión cristiana eran perseguidos y su patrimonio
era confiscado. Particularmente bajo el emperador Diocleciano (245-316) se intensificó
la persecución cristiana. Diocleciano quería revivir los viejos cultos paganos y que éstos
se convirtieran en la religión del imperio. Pero su política anticristiana fracasó y fue
eliminada por su sucesor, el emperador Constantino (285-337).
El aparato militar y el administrativo funcionaban bien en el Imperio Romano. Una
zona de libre comercio había impulsado el bienestar económico. Los habitantes de
Roma gozaban de derechos civiles, lo que promovía una creciente cohesión entre la
población, sin embargo, no había libertad religiosa.
Mezquita de Bayazit, en Estanbul, Turquía.
Concilio de Nicea
El 19 de junio de 325, Constantino intervino en un conflicto eclesiástico. Para dirimir
entre las partes invitó a los obispos cristianos a un Concilio en Nicea, cerca de
Estambul. No era la imposición del cristianismo como religión del Estado el objetivo
del encuentro, en el que participaron más de 300 representantes eclesiásticos, sino
sobre todo alcanzar una paz religiosa que estabilizara el Imperio. Tras largos debates,
el emperador Constantino decidió llegar a un arreglo según el cual Jesús y Dios
representaban una misma entidad. Con la firma de esta definición por parte de los
eclesiásticos presentes fueron suspendidas las persecuciones contra cristianos.
Para los practicantes de la religión cristiana la situación mejoró. El 27 de febrero de
380, el emperador romano de Oriente Teodosio (347-395) firmó, en presencia del
emperador romano de Occidente Valentiniano (371-392) y su co-gobernante medio
hermano Graciano (359-383) un decreto con el que declaró al cristianismo religión del
Estado y estipuló un castigo a quienes practicaran cultos paganos. El decreto “Cunctos
populos”, concedía no sólo un lugar preponderante al cristianismo, sino que también
suponía la persecución contra quienes practicaran otra fe.

Imagen del Santo Nicolaus de Anatolia, Turquía.


“Todos los pueblos, sobre los que lideramos un suave y mesurado regimiento, deberán
adoptar la religión que el divino apóstol Pedro hizo llegar a los romanos, que profesa el
pontífice de Damasco así como el Obispo Pedro de Alejandría (…) Eso significa, que
según la sabiduría apostólica y la doctrina evangélica creemos en la igualdad
majestuosa y santa trinidad de la divinidad integrada por Dios Padre, Dios Hijo y
Espíritu Santo.
Sólo quienes obedezcan este decreto podrán ser llamados cristianos católicos. Los
restantes a quienes declaramos dementes y locos, tienen la vergüenza de seguir la
doctrina hereje. Sus lugares de reunión no podrán ser considerados templos”.

El santo Ambrosius y el emperador Theodosius, pintura de Rubens.


Simbiosis entre la Antigüedad y el Cristianismo
Con el mismo fanatismo con el que antes fueron perseguidos los cristianos y judíos,
ahora se hostigó a quienes practicaran otra fe. La realización de cultos paganos fue
considerada alta traición y los templos y lugares sagrados fueron destruidos, como el
Oráculo de Delfos, el recinto sagrado al que acudían los griegos para consultar a los
dioses. No obstante, aquel 27 de febrero de 380 se convirtió en un hito de la historia
europea porque unió las raíces judeo-cristianas con la antigüedad greco-romana, una
simbiosis que trasciende hasta la actualidad.
La prehistoria greco-romana del continente y la religión judeo-cristiana marcaron
decisivamente Europa, para bien y para mal, pues en los siglos siguientes los cristianos
no sólo ayudaron a los pobres en nombre de la cruz, sino que también asesinaron en
nombre de Dios a críticos y disidentes.
Autor: Matthias von Hellfeld/ EU
Editor: Pablo Kummetz
DW RECOMIENDA
Concilio de Nicea I
El concilio de Nicea I (o Primer concilio de Nicea) fue un sínodo de obispos cristianosque
tuvo lugar entre el 20 de mayo y el 19 de junio de 325 en la ciudad de Nicea de Bitiniaen
el Imperio romano. Esta ciudad hoy es llamada en turco İznik y forma parte de laprovincia de
Bursa en Turquía. Fue convocado por el emperador romanoConstantino I y es considerado el
primerconcilio ecuménico por las Iglesias que se reconocen católicas y por algunas Iglesias
protestantes. Se supone que fue presidido por el obispo Osio de Córdoba, de quien se cree
que era uno de los legados del papa.1
Sus principales logros fueron el arreglo de lacuestión cristológica de la naturaleza del Hijo de
Dios y su relación con Dios Padre,2 la construcción de la primera parte del Símbolo
niceno (primera doctrina cristiana uniforme), el establecimiento del cumplimiento uniforme de
la fecha de la Pascua,3 y la promulgación del primer derecho canónico.4

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