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Edicto de Milan

Se conoce como Edicto de Milán a un documento firmado en el año 313 por los
gobernantes del Imperio romano que otorgó libertad de cultos a todas las religiones,
incluida la cristiana dentro del Estado romano.
Aunque se lo conoce con ese nombre, el documento firmado no fue estrictamente un edicto
sino un concordato entre los emperadores de Oriente, Licinio, y Occidente, Constantino,
para finalizar las persecuciones de los cristianos y otorgar a todas las personas la libertad de
practicar cualquier religión.
Hasta la sanción del Edicto de Milán, la religión oficial del Imperio incluía el culto a la
figura del emperador, pero los cristianos se negaban a hacerlo porque solo adoraban a su
dios. Por lo tanto, esta religión fue declarada ilegal y sus practicantes perseguidos.
Una de las persecuciones más cruentas tuvo lugar durante el gobierno de Diocleciano a
partir del año 303. Este emperador, convencido de que los cristianos conspiraban contra él,
ordenó demoler las iglesias de los cristianos, quemar las copias de la Biblia, entregar a
muerte a las autoridades eclesiásticas, privar a todos los cristianos de cargos públicos y
derechos civiles, hacer sacrificios a los dioses so pena de muerte, etc
La reforma del Imperio de Diocleciano tiene el propósito de renovar las esencias del mundo
romano, incluida la tradición pagana de adorar al Emperador. Como el cristianismo carecía
de esta práctica, era una religión monoteísta y, además, condenaba la esclavitud, serán tres
motivos fundamentales de choque con el Imperio y su posterior persecución. No hay que
olvidar que las grandes persecuciones, llevadas a cabo por los distintos Emperadores
romanos durante dos siglos y medio, habían terminado, entorno al 311. Estas
persecuciones, según las fuentes históricas, no se llevaron a cabo, exclusivamente, contra
los cristianos por sus ideas religiosas, sino porque son acusados de conspirar contra el
Estado incurriendo en delitos de lesa majestad de una forma sistemática. Con la abdicación
de Diocleciano se darán una serie de cambios, sobre todo con el Emperador Constantino I,
el Grande, que permitirá una cierta tolerancia con esta nueva religión, tanto será así que, en
el año 337, fecha de su muerte, tomará el bautismo cristiano.
Con la muerte de Constantino surgirán nuevas reticencias hacia el cristianismo, ya que
tanto Constancio II, sucesor de Constantino, como Juliano “el apóstata”, último emperador
de la dinastía constantiniana, impondrán el arrianismo. El arrianismo se encuadra dentro de
las doctrinas cristianas que se caracterizan por la negación de la naturaleza divina de Jesús
y se oponen al dogma de la Santísima Trinidad. Para el arrianismo sólo existe un solo Dios
que es eterno y no creado, y todo lo demás son sus criaturas, que fueron creadas de la nada,
el verbo de Dios, por lo tanto, nada puede ser ni igual ni comparable a Dios.
El arrianismo fue condenado por herejía en el Concilio de Nicea en el 325, aunque se
mantendrá entre los pueblos bárbaros hasta el s. VI. Habrá que esperar hasta la subida de
Teodosio I (347-395) al poder, para ver como el cristianismo se convertía en la religión
oficial del Imperio mediante el Edicto de Tesalónica (380).
Antecedentes
El sucesor de Dioclesiano, Galerio, continuó con las persecuciones tomando medidas como
la deportación de cristianos para separar a los miembros de las iglesias y el
encarcelamiento.
En 311, el emperador enfermó gravemente y emitió un edicto de cese de persecución a
cambio de que los cristianos rogaran por su salud.
Ante la ineficacia que tuvieron estas medidas para acabar con el cristianismo, Galerio, por
motivos de clemencia y de oportunidad política, promulgó el 30 de abril del 311 el decreto
de indulgencia, por el que cesaban las persecuciones anticristianas. Se reconoce a los
cristianos existencia legal, y libertad para celebrar reuniones y construirse templos.
Reunión de los emperadores
Mientras tanto, Constantino había sido elegido emperador en occidente. Después de que
derrotara a Majencio en el 312, en el mes de febrero del año siguiente se reunió en Milán
con el emperador de oriente, Licinio. Entre otras cosas trataron de los cristianos y
acordaron publicar nuevas disposiciones en su favor. El resultado de este encuentro es lo
que se conoce como “Edicto de Milán”, aunque probablemente no existió un edicto
promulgado en Milán por los dos emperadores.
Lo acordado allí lo conocemos por el edicto publicado por Licinio para la parte oriental del
Imperio. El texto nos ha llegado por una carta escrita en el 313 a los gobernadores
provinciales, que recogen Eusebio de Cesarea (Historia eclesiástica 10,5) y Lactancio (De
mortibus persecutorum 48).
En la primera parte se establece el principio de libertad de religión para todos los
ciudadanos y, como consecuencia, se reconoce explícitamente a los cristianos el derecho a
gozar de esa libertad. El edicto permitía practicar la propia religión no sólo a los cristianos,
sino a todos, cualquiera que fuera su culto.
En la segunda se decreta restituir a los cristianos sus antiguos lugares de reunión y culto, así
como otras propiedades, que habían sido confiscados por las autoridades romanas y
vendidas a particulares en la pasada persecución.
Lejos de atribuir al cristianismo un lugar prominente, el edicto parece más bien querer
conseguir la benevolencia de la divinidad en todas las formas que se presentara, en
consonancia con el sincretismo que entonces practicaba Constantino, quien, a pesar de
favorecer a la Iglesia, continuó por un tiempo dando culto al Sol Invicto. En cualquier caso,
el paganismo dejó de ser la religión oficial del Imperio y el edicto permitió que los
cristianos gozaran de los mismos derechos que los otros ciudadanos. Desde ese momento,
la Iglesia pasó a ser una religión lícita y a recibir reconocimiento jurídico por parte del
Imperio, lo que permitió un rápido florecimiento.
El edicto de Milán o Edictum Mediolanesse, promulgado en el año 313, es una carta
epistolar, de naturaleza jurídica, estructurada en tres partes, por el cual se establece la
libertad de religión en el Imperio Romano, dando fin a las persecuciones, dirigidas a ciertos
grupos religiosos, sobretodo contra los cristianos. Este Edicto es firmado por los
Emperadores Constantino I y Licinio, dirigentes el Imperio romano del Norte y del Sur.
-En la primera parte nos encontramos con la presentación de Lactancio, después se nos
presentan los disponentes y las circunstancias por las que se dan estas disposiciones.
-En la segunda parte se presentan las disposiciones propiamente dichas.
-En la tercera parte nos encontramos con la capitulación final.
Entre los componentes del texto encontramos a Constantino y Licinio que se reúnen en
Milán y esta reunión tiene como resultado la promulgación dicho edicto, que se da para
garantizar el bienestar y la seguridad de lo público. Para ello, ambos, creen oportuno dar
constancia de los acuerdos por escrito, en una serie de disposiciones:
1ª Disposición: En ella hay que destacar “el respeto por la divinidad”, un derecho que se
concede tanto a los cristianos como al resto de las religiones, con lo cual se concede la
facultad de seguir, libremente, la religión que cada uno elija. Este es el punto más
importante del edicto, ya se constituye en un Edicto de tolerancia religiosa, aunque el
cristianismo no será adoptado como religión oficial del estado.
Hay que recordar que tanto Constantino como Lactancio no procesaban ninguno de los dos
el cristianismo, y aunque se puede ver ciertas simpatías, por parte de Constantino, hacia
esta nueva religión, constatadas por las disposiciones imperiales que se promulgaron a
favor de los cristianos, no se bautizó hasta poco antes de morir y Lactancio murió siendo
pagano.
2ª Disposición: Esta disposición trata de la anulación de todas las disposiciones que
hubiesen sido promulgadas con anterioridad, con respecto a los cristianos, ya que no serían
coherentes con lo que el edicto está promulgando. La elección de la religión se convertirá
en una cuestión personal.
3ª Disposición: Como causa de todo lo anterior y para dar constancia de los cambios
establecidos, se procede a la devolución de los locales donde se reunían con anterioridad y
de todas sus pertenencias que hubiesen sido confiscadas por el estado o hubiesen sido
compradas por particulares. Con lo cual, no sólo se les permitía tener bienes espirituales,
sino también materiales y particulares. Este tercer punto es muy importante, ya que muchos
cristianos, ante la posibilidad de hacer testamento, dejarán sus bienes a la Iglesia, que verá
incrementado sus posesiones y patrimonio en estos años.
Características del Edicto de Milán
El Edicto de Milán fue una ampliación del firmado por el emperador Galerio. Entre sus
disposiciones se pueden mencionar las siguientes:
 Estableció la libertad religiosa dentro del imperio y equiparó al cristianismo con la
religión pagana.
 Instituyó ayudas económicas para la construcción de iglesias en Roma, el resto de
Italia y África.
 Concedió al papado la ocupación del palacio del Laterano, donde se comenzó
inmediatamente la construcción de una basílica.
 Otorgó a los cristianos la exención del pago de tributos y el Estado romano asumió
el sostenimiento del clero.
 Estableció la devolución, tanto a los individuos cristianos como a las iglesias, de las
propiedades confiscadas durante la persecución.
Consecuencias
Entre las consecuencias de la promulgación del Edicto de Milán se pueden mencionar
las siguientes:
 El crecimiento de las comunidades cristianas y su expansión por todo el Imperio.
 La proliferación de los lugares de culto a partir de la devolución de las propiedades
confiscadas y la construcción de nuevas iglesias.
 Se afianzó la idea de comunidad de los miembros de la religión.
 El aumento de la cantidad de cristianos, ya que muchas personas abrazaron la
religión por los beneficios que podían obtener al ser eximidos de los tributos.
 La ampliación y legitimación de las instituciones cristianas, como las escuelas de
catequesis y los seminarios para formación de los sacerdotes.
 La difusión y ampliación de la base cristiana que cambió las costumbres de la
sociedad.

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