Está en la página 1de 81

EXISTE UN ÍNDICE DE ESTE PDF

EN LA ÚLTIMA PÁGINA

DE FALOS, JOYAS Y OTRAS... "BOLLAS". Continuación: Dioses de


la Fecundidad y su posible significado calendárico -de Egipto a
Japón-. (de Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en
el tesoro de El Carambolo. Parte XXXI).
Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé
en TARTESSOS Y LO INVISIBLE EN EL ARTE (26/11/2011)

Esta entrada es continuación de las siete anteriores. Recomendándose la lectura previa de aquellas que le preceden, para
una comprensión plena de cuanto exponemos en ella.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: A nuestro lado, uno de los falos sagrados
venerados en el templo de Kane-yama situado en la zona de Kawasaki-daisi (entre Tokio y Yokohama).
Trataremos de analizar hoy en nuestra entrada los orígenes del culto y "misterios" de adoración a este
"miembro" -tan destacado y venerado por muchos-. Tanto como del significado en sus rituales, que -tal
como veremos- es verdaderamente lógico y facil de entender en toda Sociedad agraria. Resultando las
ceremonias de exaltación del falo que aún existen en Japón, unas fiestas de origen ancestral. Ferias
verdaderamente divertidas y con gracia, donde todos aprovechan para bromear y ver lo alegre que hay en
la vida (sin ofensa ni gestos de mal gusto). Deseándose prosperidad y queriendo verse todos nuevamente
al año siguiente, tras aquella alegre celebración, teniendo doce meses de "salud y "vitalidad", plenos en
"abundancias" y riquezas.

ABAJO en la foto: La imagen del pene se tuvo desde los tiempos más remotos, como protector de la casa
y del mal fario entre las civilizaciones más antiguas. Por ello, aún en muchos lugares de Japón nos
podemos encontrar con esculturas como la que recogemos (bajo este párrafo), situada en el umbral de un
hogar. Su misión es ahuyentar a "los malos espíritus" de la casa -lo que diríamos vulgarmente, alejar "el
mal rollo"- y su verdadero sentido enlaza la fertilidad, con la prosperidad y la risa; tanto como antaño
relacionaba las buenas cosechas y la gran prole familiar, con los bienes, la diversión y la abundancia. Son
rituales de fertilidad, cuyos orígenes se pierden en la noche de los tiempos y de los que trataremos en
esta entrada.

Habíamos dejado el artículo anterior en el momento que hablábamos del Hou-nen japonés, cuyo
significado puede traducirse por el de "buena cosecha", aunque realmente es "año de abundancia"
-palabras nipponas que habrían de interpretarse como "próspero año (nuevo)"-. Debido a lo que se sucede
el festival en el comienzo anual antiguo, segun el calendario que fue común también en Occidente; donde
hasta la reforma de Julio César (instaurando el calendario juliano), el año se iniciaba en primavera. De tal
manera, en gran parte de las culturas antiguas la anualidad finalizaba con Piscis, empezando con la
aparición de Aries en el firmamento -lo que los romanos llamaron "Idus de Marzo", que se celebraban el
decimoséptimo día de ese mes (ya en fechas julianas)-. Consecuentemente, en Japón se lleva a cabo la
fiesta de Hou-nen el dia quince de marzo, y entre sus cultos nos llama sobremanera la atención a los
occidentales aquellos que los templos realizan con rituales de adoración al pene. No son todos los lugares
del Sinto los que celebran el año nuevo primaveral, con fiestas fálicas para obtener buenas cosechas.
Aunque sí hay muchos que de este modo tan "expresivo y simpático" (ceremoniando la virilidad), piden
fertilidad a los campos. Aunque la gran mayoría se limita a otros festivales más "serios" (pero no menos
alegres), relacionados sobre todo con ritos del arroz y el sake.

El origen de aquellos cultos faléricos -tal como venimos estudiando-, se pierde en lo más remoto de los
tiempos y el de Nippón es igualmente ancestral. No sabemos ni podemos afirmar su ascendencia, ni
procedencia; pero es obligado pensar que si el calendario zodiacal coincide en Japón y en el Mediterráneo
(tanto como en Oriente Medio Antiguo), siendo de doce meses y finalizando en Piscis, para iniciarse con
Aries. Es de absoluta lógica deducir que estas fiestas de adoración a la fertilidad puedan tener un igual
origen, puesto que son casi idénticas a las que en la Antigüedad se realizaban por todo el Mediterraneo -o
Asia Menor: Desde Egipto a Anatolia y de Grecia y Roma, a Iberia-. No vamos a entrar a discutir, ni a
testimoniar si parte de la civilización del Sol Naciente puede tener o no influencias mediterraneas,
egipcias (o de Oriente Medio) -algo que por otro lado, es evidente-. Puesto que ahora no es el momento
-ni este el lugar-; ya en otros estudios intentaremos buscar esos paralelismos entre oriente y occidente,
que son innumerables. Pero lo que sí deseamos es testimoniar que los cultos y significados que hoy
presentaremos son idénticos, e igual de antiguos en ambos lugares del Planeta. Fechándose esta
veneración del falo, entre los primeros que hubo en civilizaciones tales como Egipto o Japón; donde sus
orígenes seguramente fueron coetáneos y paralelos al de la adoración a la columna (y al obelisco).
Datándose entre los nippones las faleriadas y el culto a la columna, al menos en la etapa de fines del
Yomo -Jomo Jidai- (antes de la llegada del metal).

Unos rituales de probable origen neolítico, que consideramos se desarrollaron en la Edad de los metales,
con el comienzo de las herramientas de labor, hechas en bronce (y luego en hierro). Aperos que -como
expondremos- se simbolizaban en el miembro viril "trabajador de la tierra y fecundador" de la cosecha.
Rituales y significados que se han mantenido vivos hasta nuestros dias en Japón, gracias a la capacidad
que goza ese maravilloso país para adaptarse. Alternando y compatibilizando las costumbres y rasgos más
ancestrales, junto al progreso más avanzado. Hecho este sobre el que aprovechamos para añadir que
deberíamos aprender una gran lección en Occidente, donde comúnmente se opina que para la
introducción y difusión del progreso y la modernidad, es preciso acabar con "mucho de lo antiguo": Bien
sean ritos, culturas, religiones, o maneras y formas de vida (consideradas como "arcaicas", pero que son
testimonio de lo que fuimos y deberían respetarse). Aunque por motivos y razones "de avance",
tristemente, en nuestra civilización occidental, hasta las más preciadas obras de arte (de arquitectura
-medieval y popular-, de artesanía o de musica) a veces "caen como las moscas", frente a lo que llaman
progreso. Pues parece ser que el establecimiento de costumbres "actuales" es más importante que
conservar cualquier rasgo antiguo. Algo que no es verdad, ya que en Japón se muestra y se demuestra
cómo lo ancestral puede sobrevivir y vivir junto al más avanzado progreso. Solo haciendo falta para
conseguir esta combinación, una educación plena de cultura y de respeto hacia el pasado y el
conocimiento profundo de nuestros orígenes. Pero... centrémonos en lo que nos interesa, que en este caso
es la permanencia del culto al falo en Japón, que ha pervivido hasta nuestros dias:

Como decíamos, se celebra el quince de marzo la fiesta de Hou-nen (próspero año); festivales en los que
ciertos templos rinden aún veneración al miembro viril. Destaca entre todas ellas, las llamadas de
Kanamara, que se han trasladado al primer domingo de abril, seguramente con motivo de lograr la
asistencia mayor de visitantes (al celebrarlas un festivo, debido a que el 15 de marzo no lo es ya en
Japón). Siendo Kanamara muy llamativa, se lleva a cabo en el templo de Kane-Yama, situado en Kawasaki-
daisi, muy cercano a Tokio (y también próximo a Yokohama). Lugar donde se conseva el mito que narra
como aquel festival del primer domingo de abril, se sucede en memoria de una princesa y un herrero. Hija
esta de un importantísimo noble que deseaba tener descendencia, no lo conseguía porque aquella tenía en
la vagina dientes. Por lo que cada vez que la princesa se desposaba, aquella dentadura cortaba el pene del
infeliz marido, quien no solo era incapaz para darle hijos, sinó que además acababa "tristemente"
mutilado. En ese estado y situación, se llegó hasta el lugar un herrero que afirmó al padre que podía curar
la terrible "enfermedad" de la infeliz y darle nietos; pero solo si le dejaba tras ello casarse con esta. Dicho
y hecho, aquel ingenioso hombre forjó un pene de hierro, que introdujo en la vagina dentada de la mujer,
destrozando "el diablillo" que allí se le escondía y que comía los falos, que quedó desdentado al contacto
con ese metal. Tras aquello y al haberse "curado" el sexo de la esposa, pudo poseerla dándole hijos y gran
prole de descendencia al príncipe.
Este curioso hecho, se celebra cada primer domingo de abril en Kawasaki, (en Kane-Yama). Aunque como
dijimos, probablemente se trasladó la fecha del "evento" seguramente desde el 15 de marzo (Hou-nen) a
este festivo, para que a ella asistieran el máximo de visitantes posibles. Año nuevo agrario nippon, donde
se celebran ritos muy parecidos al de Kanamara y de fertilidad (por todas las islas), donde en muchos
lugares se venera al falo como dador de felicidad y de prosperidad. El carácter de estas fiestas es igual a
la de Kawasaki, aunque la peculiaridad de la última es la historia recogida, que narra como la princesa
japonesa fue desposeida de su mal en la vagina gracias al pene de hierro forjado por su marido (un
herrero). -De todo ello hablaremos tras exhibir una imágenes de estos templos y festivales. Las fotos que
exponemos a continuación son de los templos Tagata Jinja, de los que recomendamos ver sus páginas
oficiales a quienes lo desean en los siguientes portales-: http://ja.wikipedia.org/wiki/
%E7%94%B0%E7%B8%A3%E7%A5%9E%E7%A4%BE i・ス・ェ・ス・カ・・・カ・・・j; Tagata Jinja (templo
sintoista) http://www.tagatajinja.com/ http://photoguide.jp/pix/thumbnails.php?album=524

O bien de Kaneyama, en KAWASAKI:


http://ja.wikipedia.org/wiki/%E9%87%91%E5%B1%B1%E7%A5%9E%E7%A4%BE_(%E5%B7%9D%E5%B4%8E
%E5%B8%82)

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado,celebración de Kanamara en Kawasaki. El falo sagrado se lleva en
procesión el primer domingo de abril. Obsérvese el "gran pene" símbolo de la abundancia y la fertilidad,
que se exhibe en un "precioso tono rosa".

ABAJO: Foto de un altar dedicado a los penes (Gokoku-Jinja),


JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, sacerdotes
sintoistas del templo de Tagata, preparan el falo sagrado para sacarlo en procesión el día de Hou-nen.
Obsérvese a la izquierda de la imagen el "gran pene" símbolo de la abundancia y la fertilidad, que se
transporta en las parihuelas, subido sobre una "silla de mano" procesional, llamada en japonés (o-
mikoshi)

ABAJO: Foto del precioso templo en la prefectura de Yamagata (Gokoku-Jinja), donde se rinde
igualmente culto al falo de la fertilidad, celebrándose con esculturas del miembro viril, el ritual del "año
nuevo agrario". Otros lugares muy comunes donde existe la festividad de Hou-nen (año próspero) como
evento importante, es la ciudad de Nagoya.
Pues bien, aquella historia del herrero y la mujer "dentada en su interior", que nos pudiera parecer un
mito (tan extraño y ancestral), tiene mucho más de religión agraria y de realidad social común a todo el
Mundo, de lo que pensamos. De tal manera y en nuestro modo de interpretar la narración de la princesa
de Kawasaki y de su "feliz esposo", consideramos que el mito nos habla del momento en que comienzan a
hacerse forjados (con metales), los arados y las herramientas para labranza. Ello sucedió en Japón con la
entrada del bronce, o bien al comienzo de la Edad del Hierro; que son ciertamente tardías y curiosamente
paralelas (estimando los arqueólogos que ambos metales llegan a la vez al archipiélago, en el siglo II a.C.;
finalizando con ello el Periodo Yomo -Jomo- y dando comienzo el Yayoi).

De tal modo y como exponemos, en nuestra opinión la simbología del hecho que analizamos, es la
sublimación precisamente ese cambio de periodos, tras el que comienzan a fabricarse arados de hierro y
de bronce entre los nippones (que no serían destrozados por la tierra, al labrarla). Puesto que hasta la
aparición de los metales, los campesinos hubieron de trabajar con instrumentos de piedra y madera (o
cuerno) que rápidamente eran "comidos" por el "útero" terreno, al hacerle los surcos (o agujeros) para
semillarla. Siendo aquel feliz suceso, el que de seguro nos narra el curioso mito de la princesa, cuyo sexo
dentado cortaba los penes de quienes la penetraban. Hablando de los años en los que aún laboraban el
campo en Japón sin metal, perdiéndose las herramientas al poco tiempo de uso. Llegando por fin el
herrero (los metales), que crearían el arado de reja y la azada, consiguiendo que los campesinos pudieran
trabajar sin que sus aperos se destrozaran de continuo. De tal manera se comprende perfectamente el
relato, en el que la unión entre la madre (mujer y tierra) con el terreno de labor; se completa y
complementa con la figura del padre (agricultor) que semilla y fecunda con herramientas metálicas.

En referencia a simbologías semejantes en otras religiones, recordemos que dijimos en la entrada anterior
como de manera muy similar, el dios egipcio itifálico Min, se relacionaba con las crecidas del Nilo.
Recordemos que se representaba con un gran pene erecto y de tez oscura. Ello no solo por la fuerza y
carácter dominante de la raza negra (genéticamente hablando); sino igualmente porque su color de piel,
podía significar el limo (o fango) tan benéfico, que cada mes de julio abonaba y regaba los campos
adyacentes al rio sagrado. Del mismo modo, hablábamos anteriormente del pene erecto de esta deidad
fertilizadora de los faraones -Min, Minu o Menu-, que simbolizaba el arado y las herramientas de labor (con
las que "se fecundaban" las huertas egipcias). Siendo así entendido el miembro viril, como algo similar o
semejante a "un plantador" , objeto que -como vimos- tanto puede parecerse al Ank (cruz ansada, símbolo
de vida). Mientras, repetidamente también fuimos estudiando en anteriores entradas, como en todas las
civilizaciones ancestrales agrarias, el útero materno se concebía como el de una madre (tierra-mujer
fértil; que habría de trabajarse para hacerla fecunda y semillarse).

Consecuentemente a lo expuesto, la reencarnación y el mito antiguo de Osiris (el dios benéfico de la luz,
del agua y de las cosechas) se relacionaba fundamentalmente con estos misterios agrarios. Entre los que
siempre destacó la labranza, la siembra y la recolección, vista como una copulación, una la vida que
"mana", y una muerte del "semillado", quien luego resucita. Incluyendo siempre esos "misterios" el cuidado
de la cosecha y sus posteriores trabajos , relacionados con el sexo, el parto, la existencia y "el
fallecimiento" del vegetal (siega). Tanto como la final separación de la espiga (trilla y etc de donde se
obtiene el grano), con preparativos en los que habrían de realizar "actos similares" a la momificación
-trabajo consistente en guardar el cereal en silos, conservándolo allí (para su cosumo) o para custodiar la
simiente, que se plantará y volverá a nacer-. Sea como fuere, recordemos igualmente que el dios Osiris,
tras ser asesinado y al amortajarse como momia, siempre se representa itifálico, simbolizando ello la
resurección (reencarnación que le proporciona su viuda -Isis- o su hijo -Horus- al tocarle con el Ank o con
el Ojo divino). Rituales que están muy relacionados con cultos ancestrales que han permanecido entre las
costumbres mediterráneas (u occidentales), e incluso con las que aún se practican en el extremo Oriente.

EN LAS IMÁGENES: Al lado, fuente de la fecundidad en Tágata Jinja (templo sintoista). Observemos como
la identificación entre el pozo y el útero materno se hace por medio de un lugar que nos recuerda al
"umbral femenino", donde la vida nace, regalando el agua, la luz y la vegetación. La unión simbólica
entre pozo-fuente y nacimiento parece obvia, tanto más cuando alrededor de ese lugar fotografiado del
que mana el agua, se han situado pequeñas piedras en forma de seta (o falos). Haciéndonos ver quizás
que la roca sobre el pozo, que se sostiene como en el aire, es el vástago que nace o emerge -hijo quizás
de este brocal que en su centro tiene una hendidura y de las "setas", que le rodean-.

Al margen de lo que analizamos, añadiremos algo que nos viene a la memoria al observar esta imagen.
Ello se refiere a un hecho sucedido hace ya unos cuarenta años: Tiempo en que hablando un día con una
persona que afirmaba conocer bien las tierras próximas al yacimiento de Collado de los Jardines (cercano
a Bailén -Jaén-); nos narró que a mediados del siglo XX, en una de las cuevas situadas junto a Santa
Elena, pudieron hallar unos cazadores (propietarios de una finca), gran cantidad de exvotos ibéricos.
Según afirmaba el sobrino de quien -al parecer- los encontró, estos exvotos se situaban dentro de un
cueva, donde manaba un ríachuelo y que escondía una pequeña cascada. Tras aquel salto de agua, en el
interior de la caverna, afirmaba que se situaban enterrados los "muñecos" (como les llamaban). Contando
que mientras los recogieron, les pareció ver hasta pinturas que aludían a la fertilidad -en lo que debió
ser un santuario ibérico-. Tristemente, nunca pudimos certificar la autenticidad de lo que nos contaron,
máxime cuando desde aquel hallazgo habrá pasado más de sesenta años; pero aquí recogemos los datos
que nos transmitieron -por si fueran de utilidad-. Pues al ver esta fuente y su pozo de la fertilidad en
Tagata, nos ha venido a la memoria la historia que de niño oimos. Ya que, sin duda (y de ser cierta), ello
testimoniaría que los exvotos ibéricos pudieran tener un sentido o un carácter relacionado con la
fecundidad (lo que bien pudiera ser verdad, puesto que muchos contienen "vaciadas" figuritas en bronce
de mujeres en estado de esperanza).

ABAJO: En la foto, gran falo del Tagata Jinja. Realizado en una enorme viga de madera. Frente a este se
encuentran las ofrendas comunes al sintoismo (frutas y verduras), por medio de las que podemos
proporcionar y entender el tamaño de la escultura fálica; lo que nos lleva a pensar que puede tratarse de
una típica columna -de templo o casa japonesa-. Ello, unido al hecho de que Japón se asienta sobre el
"cinturón de fuego" de El Pacífico, nos hace comprender que el simbolismo de aquella "reliquia en forma
de falo" es muy complejo. Debido a que si la columna, o el sustento del hogar (la figura paterna) se
identifica con el pene y a su vez este se une en su significado a las vigas (sobre las que se apoya la casa
-el edificio que habitamos-). Comprenderemos por qué en una civilización donde los terremotos son
continuos, puede entenderse que al debilitarse estas columnas de la tierra, el el hogar peligra. De tal
manera: Fertilidad, fuerza masclina, hogar y estabilidad del terreno (de la Tierra) se entieneden
protegidas por aquella enorme viga que soporta el peso de "la casa"; simbolizada en un miembro viril.

El ciclo de "reencarnación de la semilla" de Osiris, al que hemos aludido brevemente, se explica en todas
las religiones agrarias, de maneras muy similares. Diciéndonos los sacerdotes faraónicos, que fué el dios
muerto y troceado en catorce partes; esparciendo sus asesinos los restos por todo Egipto. Trozos que
simbolizarían las semillas de la espiga; ya que recordemos como el mito narra, que logró su viuda
recomponer enteramente el cuerpo (a excepción del pene), para darle de nuevo vida. Pareciéndonos
bastante lógico considerar que estos catorce trozos en los que fué hecho pedazos el cuerpo del dios; no
solo simbolicen las diferentes provincias de Egipto (tal como mantienen los egiptólogos). Sinó que a su vez
nos habla de las articulaciones y partes "divisibles" del cuerpo humano, con las que trabajaban los
momificadores (que son: 2 pies, 2 piernas, 2 muslos, 2 manos, 2 antebrazos, 2 brazos, 1 tronco y 1 cabeza
= 14).
Pero además, aquellas catorce fracciones, de las cuales Isis solo halló 13 puesto que el pene de Osiris fue
arrojado al Nilo y comido por los peces; pudieran simbolizar los calendarios agrarios más primitivos y
útiles en el Delta del Imperio. Medida del año regulada en base a las fases de la Luna, tanto como por la
sucesión de mareas, tomadas desde el año solar. Ello debido a que -como veremos- la base 13 iguala la
duración del año trópico con los "meses de ciclos", en las subidas de pleamar. De tal manera y como hemos
de identificar el mito de la muerte y resurección de Osiris, con los hechos más beneficiosos para la
agricultura egipcia, creemos que sus trece divisiones esconden (de algún modo) los misterios de las
inundaciones del Nilo, en sus crecidas también debidas al empuje del mar -desde la desembocadura del
delta-.

Así es nuestra teoría que todo ello tiene una relación plena con el ciclo de subida y bajada de las aguas
del rio sagrado ( por efecto de la pleamar y bajamar), ya que 13 meses de mareas son: 1 año del Sol y 1
día (casi exacto). Ello porque el océano emerge a la misma hora cada 28 días y 4 horas (es decir 28,166...
dias); de lo que: 13 x 28,166.. = 366,166. Entendiendo además que este ciclo de pleamar, se desajusta en
1 día y 4 horas, sobre el calendario egipcio (que era de 365 jornadas) y tan solo en ventidós horas, sobre
el año natural. Todo esto indica y concluye, que cada 365 años trópicos, las mareas y el Sol pueden
exactamente medirse (en día y hora casi sin variación, en base a 1 dia cada 12 años de exceso con el
Sol) (1) . Si a esos hechos le sumamos la "casualidad" de que el ciclo femenino es igualmente de unos 28 o
29 días y siempre se ha considerado que estaba "dominado" o "unido" a las fases lunares y mareas.
Comprenderemos pronto la correspondencia entre fecundidad y periodos de 28 días. Principios
que seguramente conformaron la semana mesopotámica, que luego tomaron los judíos en Babilonia y que
tras ellos copiaría Roma en Nicea (de siete dias, que en cuatro semanas, mide "un ciclo" completo).

Lo antes expuesto, nos llevaría a relacionar el calendario civil egipcio, que sabemos se regulaba por medio
del planeta Sirio -de una duración exacta ya mencionada, de 365 días-; con estos otros "ciclos" que
proponemos: En base a las mareas (importantísimas en el Delta del Nilo) y a los periodos de fertilidad.
Sobrando evidentemente en cada año de Sirio, 1 dia y 4 horas de pleamares (recordemos que completan
una anualidad de 366,1666... días los meses "de mar"). Del mismo modo, sabiendo que el periodo de
mareas, tiene 22 horas más que el año natural solar (de 365,2422 dias). Entendemos como puede haberse
comprendido la alternancia y duración de los diferentes ciclos, perfectamente gracias a la simple
observación de las subidas y bajadas de aguas en el delta (midiendo la duración del año Solar, junto a la
aparición de Sirio y las lunaciones) -utilizado un procedimiento tan sencillo como el de leer las sombras,
conjuntamente con las mareas-.

Con lo que de modo simple y en unos decenios, se pudo generar el conocimiento tan perfecto y profundo
que los egipcios tenían sobre los periodos de revolución sideral (en los planetas y en el Cosmos). Bastando
para ello observar la luz del astro rey a través de un gnomon; además de anotar las pleamares y los
periodos lunisolares, tanto como el día en que nace Sirio (hacia el 22 de julio, hace unos cinco mil años).
Entendiéndose así por qué la columna se asocia tanto al culto fálico, ya que a través de un menhir o de un
obelisco, podía leerse la luz solar y conocer la duración del año natural. Lo que "avisaría" de la época de
siembras, de llegada de las lluvias, o de los calores y el frio; hechos estos fundamentales para los
agricultores. Quienes, sin duda necesitan conocer el calendario, tanto como en su interior identificarían el
agua con la madre y la Luna; a la vez que la luz, se uniría al concepto el padre y al Sol. Un progenitor
solar, cuyos ciclos leyeron en esos obeliscos sagrados, que claramente simbolizaban el pene que marcaba
las fechas y por lo tanto ayudaba a fecundar los campos ("informando" de los ciclos de lluvias, frios y
sequía).

De lo que es fácil comprender por qué el dios Osiris resucitando, tenga imagen itifálica (la del obelisco); al
igual que Min, deidad también fertilizadora de las cosechas gozara de un gran pene. Representando en ello
no solo los aperos de labranza, sino también el conocimiento y la medida del año natural, tanto como el
de las crecidas del Nilo. Periodos que como decimos, se estudiaron en un principio leyendo la sombra de
un gnomon (o columna), donde hubieron de observar muy pronto que cada 24 de Junio (y de Diciembre) la
mensualidad de mareas, se retrasaba en 22 horas exactas. Tanto como la estrella Sirio hacía su aparición
seis horas antes en cada anualidad solar. Por lo que, cada cuatro años se retrasaba un día el orto de Sirio.
Coincidiendo todos lo planetas y las pleamares, en un ciclo conocido entre los mesopotámicos desde el IV
milenio a.C. con el nombre de Saros; de 19 años naturales de duración (2).

SOBRE ESTAS LINEAS: ANK, cruz ansada sujetada en la mano de Isis, foto tomada de una pintura de la
Tumba de Horemheb (dinastía XVIII). La cruz ansada era símbolo de Isis Madre, que como ideograma o
jeróglifico, significa: "VIDA" -por cierto: Aprovechamos para contestar alguna pregunta recibida por
lectores, añadiendo que esta cruz egipcia nada tiene que ver con la Cruz cristiana, ya que el ANK es de
más de cinco mil años de antigüedad y atributo de una diosa (agraria)-. Como expusimos en la entrada
anterior, es considerado el ANK por la mayoría de los egiptólogos como símbolo del "pene engendrador"
(fundamentalmente del se perdió al asesinar y trocear al dios Osiris). Pero asimismo, se identifica por
muchos como un "plantador" de semillas o herramienta de trabajo; creyendo nosotros que realmente
unifica estos dos conceptos de los que hablamos: Falo sagrado que representa el arado (o la azada), que
sirve para laborar y fecundar la "madre" tierra (dar "vida", su significado en jeroglífico).

ARRIBA, podemos ver el jeroglífico de "PER" = "grano, semilla" (pintado por nuestra mano); que es un
pene que nos parece tiene una artesa de medir cereal encima (o bien porta arriba el falo, un
arado). Abajo, el ideograma egipcio de "esposo" = "MET"; del que nada hay que añadir, pues es más que
claro en su "ideograma". Ambos símbolos, consideramos que son de las pocas representaciones obscenas
existentes es Egipto, cultura que solía esquematizar las partes "poco estéticas" del cuerpo humano,
aunque carecían de pudor para mostrar las bellas. Pero en ellos vemos que el pene es no solo jeroglífico
del marido, sino igualmente del agricultor (del grano). Tanto como ambos son muy similares a un ANK,
aunque este último atributo de Isis, sabemos que se trata de la esquematización del sexo (másculino¿O
quizás también femenil?) (3).

EN LA FOTO BAJO estas lineas: Estela cimbrada de Ramosis, Siglo XIII a. C. ( procede de Deir el Medina y
es propiedad del Museo del Cairo, al que agradecemos nos permita divulgar la imagen). Representa a la
diosa Qadesh sobre un león entre las deidades Min y Reshep. Observemos a nuestra izquierda el dios de la
fertilidad (Min o Minu) coronado como faraón y portando el flagelo; atizador o látigo, que dijimos se
identificaba con el arado. En estado itifálico, es ofrendado por Qadesh, que subida al león y desnuda, le
entrega unos lotos (nenúfares), que significan la fecundidad, por ser hojas que nacen en el fango y en
zonas poco profundas (ricas en lodo).

Por cuanto hemos ido contando y exponiendo, nos será ya fácil entender por qué el año comenzaba en
otros lugares de la Antigüedad, hacia el 15 de marzo (4). Debido a que en las zonas cercanas en latitud al
Mediterráneo (entre el paralelo 30 y el 45) es esta la época en la que de nuevo han de comenzarse a
realizar las labores agrícolas. Siendo las últimas fiestas que solían celebrarse, aquellas que señalaban el
final del frio y el principio de las lluvias; que hace su aparición en estas tierras de latitud mediterranea
tras nuestro segundo mes. De tal manera, el ciclo de Piscis (del 22 de febrero al 21 de marzo) concluía el
año, que se iniciaba con el nacimiento del Aries; días en los que se celebraban las más antiguas
festividades dedicadas a los dioses de la labranza, para solicitarles lluvias, prosperidad y fuerzas para
trabajar los campos.

A estos festivales de final de año agrícola, también se trasladaron en época romana tardía, Las Saturnales.
Que antes de la profusión del Mitraismo se habían celebrado al final del año solar (entre el 15 y el 24 de
diciembre, dia en que "muere" el Sol). Saturnales, que como su nombre nos indica, eran loas fiestas de la
orgía y el desenfreno, pero que en un comienzo no se relacionaban con las ceremonias ni misterios
agrícolas de los que hablamos. Correspondiendo esas de Saturno más bien a un tributo u homenaje que se
rendía al dios de los infiernos, permitiendo a los ciudadanos durante esos días del 15 al 24 de diciembre,
cometer todo tipo de excesos -y hasta atrocidades-. De la modificación calendárica, llevando Las
Saturnales a los Idus de Marzo (comienzo del año agrícola), quizás derivaron aquellas celebraciones
relacionadas con los misterios paganos (del campo) hacia cultos más aberrantes. Puesto que en un
principio, sus rituales debieron ser simplemente de adoración a la fertilidad y al sexo, en forma semejante
a como los egipcios realizaban sus Faleriadas (festival del Falo de Osiris, que apenas tenía ritos
aberrantes).
De estas Saturnales trasladadas al fin de año agrícola, unidas a ciertas fiestas del comienzo de la cosecha
(de tipo orgiástico), también sin duda alguna, nacerían y permanecerían los Carnavales de Occidente. Con
un carácter muy distinto, pero un sentido parecido, en Japón dijimos que se celebra en algunos puntos el
Hou-Nen (del año próspero); rindiendo culto a falos de enormes dimensiones que divertidamente se
procesionan. Su carácter es plenamente agrario y nada de obsceno habríamos de observar en sus
ceremonias (a menos que deseémos "ver o buscar" lo que no existe). Ya que esta veneración
fundamentalmente tiene un significado benéfico y fundamentalmente se realiza para divertirse y desear el
bien a todos, en una simpática fiesta. Por lo demás, lo que se recauda en estos festivales, se suele
destinar a la ayuda e investigación sobre enfermedades venéreas; habiendo aportado estos templos,
grandes cantidades para el estudio y curación de pandemias tan importantes como el sida.

De lo que estas fotos e imágenes, que a los occidentales resultan tan obscenas y extrañas, solo esconden
buenas intenciones y deseos de un año próspero (tanto como consiguen curar y ayudar a personas, a veces
muy necesitadas). Por último añadiremos que hemos de suponer cómo quizás en sus comienzos y en el
Mediterráneo Antiguo (o Egipto), tuvieron un similar sentido -o siginificado- las mútiples celebraciones de
misterios agrarios y cultos al falo. Ritos, que con profusión y enorme cantidad de seguidores, se llevaban a
cabo anulamente -deseando destacar para dar fin a este artículo, que no hay por qué ver mal alguno en lo
que a todos nos divierte y nos hace reir; siempre que no ofenda, ni hiera a alguien-.

BAJO ESTAS LINEAS: Un sugerente "souvenir", de los muchos que pueden adquirirse en el dia de Hou-Nen
en Tagata Jinja (se trata de un falo y un "ojo" en metal semiprecioso). Allí se venden dulces en formas
"eróticas", esculturitas que asimilan sexos, o frutas semejantes a las partes íntimas (junto a multitud
de dijes con imágenes parecidas) -mientras se exhiben, entre juergas y buenos deseos, en esos divertidos
festivales-. Aunque nos parezca increible, los objetos en venta y veneración son exactamente iguales a
los que decriben los historiadores, de hace más de dos mil quinientos años, cuando narran las faleriadas
(o los festivales agrarios). Observemos en el amuleto-colgante de la foto que es casi igual a los falos
grecorromanos que se hallan en los yacimientos, de hace más veinte siglos. Aunque actualmente, los
fondos que los templos japoneses obtienen de estas celebraciones, se destinan a la ayuda de personas
afectadas con enfermedades venéreas y para investigaciones sobre el sida (u otras infecciones de
transmisión sexual).
CITAS:

(1) Para resumir cuanto explicamos, diremos que todo lo antes expuesto (quizás de forma un tanto farragosa), crea una composición
de regulaciones temporales en base al número 365 pero asimismo las dominantes en los periodos, son 13 y 12 (para los meses), tanto
como el ciclo total es de 19 y 20 años. Debido a que como se ha dicho, cada 365 días nace Sirio, en los mismo días que subían las
aguas del Nilo, produciendo la inundación (hacia el 22 de Julio actual). A la vez que cada 12 años, las mareas tienen un desajuste
exacto de un día con respecto a Sirio y al Sol ( plemaresque igualmente ayudaban a regar las tierras circundantes al rio). Coincidirían
así en un ciclo de 366 días y 4 horas las pleamares; algo que pudo medirse exactamente en meses y horas con el ciclo solar y siriaco
-que tienen 1 día y 2 horas (o un dia y 6 horas -respectivamente Sol y Sirio- de diferencia o "exceso" con las pleamares-.

Consecuentemente a Sirio, que podía regular las crecidas anuales, los egipcios compusieron su año civil (oficial) en 12 meses de 30
días, a los que sumaban 5 más (festivos o epagómenos, de fin de año). Teniendo esta anualidad siriaca llamada de Sothis (nombre de
esta estrella en idioma egipcio) 360+5 dias; que como siempre repetimos, significaba no solo el sínodo de esa estrella (la más
luminosa del firmamento), sinó que además simbolizaba los 360 grados de la circunferencia (partida en 12 meses). División
matemática del círculo, cuya lógica y utilidad es tal, que aún se sigue en uso; puesto que no se ha superado, ni sustituido por otro
sistema de grados, al ser el más "perfecto" (sucediendo igualmente con la base decimal, creada en Egipto, hace al menos cinco
milenios).

(2) Debido a que 19 x 365,2422 (año solar) es 6939,6 días. Tanto como 6939,6 dias, divididos por 29,53 (mes lunisolar), dan
prácticamente 235 lunaciones (235 x 29,53 = 6939,55). A la vez que 19 años lunares (12 x 29,53) equivalen a 239 mareas, y un dia,
exactamente (puesto que 239 x 28,166... = 6731,833...; mientras que 19 años lunares son 6732,84). Por su parte, como dijimos al
principio, cada cuatro años naturales del Sol, la estrella Sirio sale un día más tarde, debido a que su ciclo (que regulaba el calendario
civil de Egipto) es de 365 días exactos. Por lo que cada 19 anualidades del Sol, Sirio aparecería cinco días después. Cerrandose cada
dos décadas, todo ese ciclo que hemos explicado de mareas, meses de Luna y años de Sol, acotadas con el sistema de medición por
el orto de Sirio (el año civil egipcio).

Destacaremos finalmente que la imposición de las 24 horas (doce en la noche y doce en el día) es egipcia y una de las labores
principales de los sacerdotes de los faraones, era la del cálculo exacto de la hora y día en diferentes longitudes y latitudes (tanto
como la comprensión plena de los ciclos siderales). Atendiendo a ello, consideramos se realizaron una gran parte de las
construcciones colosales, con las que a través de mediciones, miras abiertas en sus paredes y observatorios creados en los edificios,
podian estudiarse perfectamente los astros, las horas y las posiciones (incluso la evolución de la Bóveda Celeste, que durante
milenios va cambiando (fundamentalmente por motivo de "cabeceos" de nuestro planeta, que varían el Eje Terráqueo).

(3). Dibujos que pertenecen a la página 60 del libro "El cuerpo en la Tradición", publicado por la FUNDACIÓN JOAQUÍN DIAZ.
VALLADOLID 2005. Del estudio sobre el Mal de Ojo: "Higa, higo, hígado y aojo. Magia religión y medicina".

(4) En lo que se refiere al comienzo de año en Egipto, el hecho es que variaba de fecha, al ir girando el calendario civil sobre el ciclo
natural del Sol (pues perdía un día cada cuatro años, por tener solo 365). Su periodo llamado Sothiaco (de Sirio) se completaba al
cumplirse 1460 anualidades (365 x 4), momento en que empezaba el calendario en un mismo día que 1461 años antes. Por ello, sus
fiestas se regulaban principalmente conforme a la crecidas del Nilo, que se producían al salir la estrella Sothis (Sirio) por el
firmamento (hacia el 22 de Julio entonces).

Anteriormente hemos encontrado una relación plena entre los ciclos agrarios, las crecidas del Nilo y el número 13; que recordemos
eran las partes en que fue recompuesto el dios Osiris. Habida cuenta de que hemos podido deducir que "trece" son los periodos de
pleamar, que comprenden una anualidad (13 x 28,1666... = 366 dias y 4 horas = 1 año + 1,1666. dias). Ya que hemos de tener muy en
cuenta como la crecida del Nilo al subir las mareas debió ser observada cientos de kilómetros rio adentro, regulándo las horas de
trabajo y riegos, conforme el caudal se elevara o descendiera. Así por cuanto decimos, consideramos que la importancia de este
número 13 en relación a la fertilidad y la labor de los campos, hubo de ser mucha. De lo que se deduce que el significado del mismo
parece plenamente vinculado a las labores del agricultor y a la posible distribución de aguas, en regadíos y sembrados.

Dioses de la fertilidad, de la luz, del Sol y del oro; diosas del


agua, de la Luna y la plata. (de Lo invisible en la mitología: Los
bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXXII).
Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé
en TARTESSOS Y LO INVISIBLE EN EL ARTE (15/12/2011)

Esta entrada es continuación de las ocho anteriores. Recomendándose la lectura previa de aquellas que le
preceden, para una comprensión plena de cuanto exponemos en ella.

SOBRE ESTAS LINEAS Y BAJO ELLAS: Fotos de los obeliscos que hasta fines del siglo XIX estuvieron en
Alejandría, época en la que fueron trasladados a Nueva York y Londres (Central Park y Westminster,
respectivamente).
Levantados originalmente en el 1461 a.C , y erigidos en honor del rey Tutmosis III, fueron situados el
templo del Sol de la antigua ciudad de Heliópolis (la Lunu egipcia). Allí permanecieron hasta ser
transportados por Julio César (sobre el 45 a.C.) a Alejandría. En año 1869 y tras abrirse el canal de Suez,
el virrey otomano (Ismail Bacha), regaló uno de ellos a Estados Unidos y otro a Reino Unido -existe un
tercero muy similar, también de Tutmosis, que fuera transportado a Constantinopla por Teodosio, tanto
como su "pareja" fue llevada poco antes por Constantino a Roma y hoy se situa en la Plaza de San Pedro
1-.
Obeliscos con algo más de 20 metros de altura (unos 40 Codos egipcios) tallados de una pieza granítica,
en las canteras de Assuán aún para la civilización moderna han conservado un significado de gran
importancia (relacionado con el progreso y la unidad de las culturas). De tal manera, se llama "Agujas de
Cleopatra" a los tres llevados y situados hasta las principales ciudades de Occidente: El de Nueva York y
el de Westminster -ya mencionados- al que se suma un tercero erigido por Napoleón en la plaza de la
Concorde en Paris. Su simbolismo, sin lugar a dudas, se relaciona con el que desde fines del siglo XIX
dieron a los grandes rascacielos, como muestra del progreso y la civilización. Tanto como originariamente
debió relacionarse con el culto solar y el calendario, como sistema de orden y progreso para una cultura
(que sin un calendario perfectamente regulado, es imposible su avance)

El significado de estos colosales pilares pétreos (al igual que el posible uso de los menhires) enlaza con lo
que hasta hoy veníamos exponiendo sobre su sentido entre los cultos solares y en la veneración a la
columna. Por ser estos grandes cipos -o gnomons-, donde podían leerse a la perfección las horas y los
días. Bastando para estudiar el ciclo solar, elevar un vástago de gran tamaño e ir marcando (en la arena)
la situación y evolución de todas sus sombras, durante las diferentes jornadas de los 365 días. En tan solo
un año, nos daríamos cuenta que la sombra más larga y la mas corta se producen en nuestro 24 de Junio y
el 24 de Diciembre. Al igual que en pocos decenios comprenderíamos que el ciclo anual solar es de más de
365 días; puesto que cada cuatro años, el Sol habría salido una jornada más tarde (el dia 366 de cada
bisiesto en el calendario moderno). Por todo ello, en tan solo cuatro décadas ya las sombras más cortas y
más largas pasarían a darse el 3 de Julio y el 3 de Enero (desfase que un solo hombre midiendo
diariamente las sombras conocería perfectamente). Con tan simple explicación expuesta, nos es fácil
comprender por qué las culturas del desierto comprendieron el calendario solar a la perfección. Aunque
no es fácil saber por qué curiosamente no lo usaban... . Algo que consideramos se produce por otros
motivos (que ya trataremos), pero que conciernen a secretos sobre astronomía celosamente guardados
por el sacerdocio, para impedir al ciudadano común orientarse en el desierto -o que llegaran "extraños al
templo" hasta las ciudades defendidas por kilómetros de arenas-.

Este de la lectura de sombras en el obelisco (o del menhir), hubo de ser el primer sistema de conocer los
ciclos del Sol, sin precisar casi de mediciones astronómicas. Método rudimentario, pero muy exacto;
sobre todo si se lleva a cabo durante años y con monolitos de gran tamaño, con el fin de que los
fenómenos meteorológicos -o los movimientos telúricos-, no varíen la dirección o situación del "gran
gnomon" (de ello el tamaño colosal de aquellos). En lo que se refiere al calendario en Egipto, ya dijimos
que carecían de año bisiesto, pero por considerarlo "anatema" religioso; dado que se regían por el ciclo
de Shotis (Sirio). Estrella que hacía su aparición en el firmamento a la vez que se sucedían las crecidas
del Nilo, hecho que realmente regulaba la agricultura y la vida civil del Imperio y que se sucede cada 365
días exactos. En la presente entrada analizamos el significado del año y su relación no solo con los
planetas, sinó también con la pecunia (el ganado, el metal y el dinero)

Arriba hemos visto la imagen del obelisco de Londres (aguja de Cleopatra) cuando estaba en Alejandría.
Abajo, su "hermano", igualmente en los años que se elevaba en Egipto, hasta que fuera llevado a Central
Park de Nueva York. Donde se colocó en 1880, llevándose desde el puerto hasta ese parque neoyorquino,
simplemente movido por un armón tirado con 32 caballos. Algo que deseamos destacar, puesto que hay
quienes se hacen grandes preguntas sobre cómo pudieron transportar los egipcios sus enormes moles de
piedra (sin observar que en Egipto también existían los animales de tiro -vacunos-, los "armones" y las
bases de madera con ruedas; tanto como barcos, sobre los cuales en canales, se podía navegar por gran
parte de la llanura egipcia). Foto tomada del blog, donde observamos cómo se levantó este monolito
egipcio en Nueva York, tan solo ayudado por caballos y gruas (fundamentalmente de madera). Igualmente
Wikipedia U.K. tiene un magnífico artículo en el que trata sobre el transporte y elevación de las llamadas
Agujas de Cleopatra http://www.egiptoantiguo.org/foro/viewtopic.php?
p=22973&sid=e5a441e9642a89748119bcdb5dddd50e o bien http://en.wikipedia.org/wiki/Cleopatra's_Needle

Pasamos hoy a analizar los dioses de la prosperidad, con relación al calendario, la agricultura y los
metales. Puesto que habíamos dejado ciertamente claro que el "nuevo año" o el "año próspero" japonés
era una de las poquísimas fiestas agrarias que aún quedaban en el Planeta. Fiestas de la agricultura y de
los bienes, que en toda civilización basada en las labores del campo se habían celebrado durante milenios
(pero que en su mayoría, se perdieron o se sustituyeron, por otras muy similares como el Carnaval o las
patronales de la cosecha). De tal manera y regresando al culto agrario en Egipto, ya vimos como el ciclo
de su calendario dependía fundamentalmente de las crecidas del Nilo, que se regulaban con la salida de la
estrella Sirio (que aparecía en los años de la creación de su año civil hacia el 22 de Julio). Aunque a ello,
añadimos la idea expuesta en la anterior entrada de que igualmente hubo de existir un segundo calendario
de crecidas, debido a las pleamares. Mareas que contendrían y elevarían las aguas del Nilo, centenares de
kilómetros adentro (provocando igualmete una regulación en horas de las labores del campo). Este
segundo calendario, lo habíamos relacionado con la muerte de Osiris y su "partición" en 14 trozos, de las
cuales solo se hallaron 13 -ya que el mito narra que su sexo se perdió-. Razonando su unión en base a que
13 es el periodo de pleamares que completa un ciclo anual solar. Ya que estas varían cada 28 días y 4
horas, que por 13 son 366 días y 4 horas (es decir, 22 horas más que el año trópico solar, que sabemos
tiene 365 días y 6 horas, aproximadamente: 365 d. + 6 h. + 22 h. = 366 d. + 4 h. = 13 mareas )

Ello nos llevó a deducir que estos periodos de pleamar, en los que se regaría gran parte del delta de forma
muy abundante -llegando a contenerse el agua y los limos hasta las primeras cataratas del Nilo-
simbolizarían algo muy semejante a los ciclos de fertilidad femeninos, que son igualmente unos trece al
año. De lo que entendíamos que el mito de Osiris, que narra como tras ser asesinado el dios había sido
troceado en 14 partes y repartido su cuerpo por todas las tierras del Nilo. Se relacionaba no solo con las
semillas, que proceden de una espiga segada, trillada y "dividida"; que tras sembrarse "resucitan". Sinó que
además podía estar hablándonos del ciclo calendárico de mareas. Ello porque el mito también expone que
nunca se halló el pene de Osiris, de lo que Isis (su viuda) hubo de fabricar uno en madera (que se supone
el Ank), para llegar a autofecundarse, situándose junto a la momia del dios -luego, su hijo Horus, nacido
del falo artificial, resucitó tocando al padre con su ojo-. Por todo ello, deducíamos que esas 13 partes
halladas de Osiris, quizás hablan de "un calendario" de Isis; la diosa femenina, compuesto de 13
pleamares, o de 13 periodos de fertilidad (ciclos relacionados con los luni-solares.)

Siendo así un hecho evidente, que la diosa Isis, simbolizaba la Luna y su reflejo del Sol (tal como lo es
Amaterasu-o-Mi Kami lo es en Japón); parece más que lógico concluir que nuestro satélite igualmente se
relacionara con los periodos de fertilidad ovulatoria y a la vez se uniera al concepto de las aguas, como
madre fecundadora -Siendo este un hecho que hasta hoy se mantiene como cierto entre las comadres de
las diferentes culturas, quienes afirman que partos, embarazos y hasta el sexo del neonato, es regido por
la Luna-. A ese influjo de nuestro satélite sobre las mujeres y las embarazadas, se une la similitud entre el
color de la Luna, el argento y del agua (donde nos reflejamos). Representándose de forma sacra aquel
astro en la plata y en el espejo. Tal como sucede con Amaterasu en Japón -o con Isis en Egipto-, que
portan como atributo el reflejo de la luz (ese espejo cuyo símbolo es la maternidad o la visión del mundo
que la madre siente tras haberse dividido -parido o "partido"- y observar el mundo en su reflejo: A través
de su hijo).

Aunque consideramos que realmente, sería el efecto que sobre las mareas ejerce la Luna al girar entorno
la Tierra, lo que la haría relacionarse con el agua desde los tiempos más remotos. Motivando una
identificación común y plena entre los mares y la diosa Madre-Luna; algo que se produce en casi todas las
culturas antiguas. Del mismo modo, se hizo con el "Padre Sol" (luz), benefactor para los campos y sin cuyo
calor y luminosidad no pueden germinar los cultivos. Astro rey que igualmente se asocia con el oro, siendo
finalmente ambos los colores y metales más nobles (oro y plata), que se identificarán con aquello que
contiene la vida eterna (al no destruirse la plata -ni menos el oro- por efecto del tiempo).

Más regresando a la agricultura y al famoso "pene perdido de Osiris" simbolizado en los obeliscos como los
que recogimos en foto, habríamos de matizar la relación de este mito igualmente con la cosmogonía de la
Luz Solar. Ello en base al cipo o columna, que siempre se a tenido como símbolo fálico; no solo por el calor
que el Astro rey emite, sinó también por su sombra (que aumenta o disminuye, desde el día más largo al
más breve -que en nuestro calendario se sucede el 24 de diciembre y el de Junio-). Siendo evidente que
los egipcios identificarían esta sombra del gnomon (que crece o se hace más corta), con el famoso pene
perdido de Osiris; que como la luz del dios, aumentaría en los meses de siembra de Egipto (a comienzos
del verano) para posteriormente decrecer con la llegada del invierno -cuando ya se habían recogido las
cosechas-.

De tal modo, si entendiéramos el estudio de las sombras del obelisco, comprendiendo que estas moles de
piedra eran de algún modo símbolos del padre fecundador (fálico-solar); sirviendo como gnomons para
leer las horas y los días. Llegaríamos a la conclusión de la relación entre aquellos y el mito que narra cómo
se destruye el pene del dios Osiris, al trocearse su cuerpo. Algo que de seguro también se relaciona con el
hecho de la triangulación y reparto de tierras, que llevaban a cabo los sacerdotes egipcios tras la
inundación. Dividiendo las tierras de cultivo y asignando a cada propietario una parcela nueva
(anualmente). Momento en el que el calendario que usaban era solar -pues la triangulación y reparto se
llevaba a cabo regularmente en las fechas del verano-; aunque curiosamente basaban toda su religión y
vida civil en el ciclo de la aparición de Sirio, tras las inundaciones del rio Nilo (que se fecha hacia nuestro
22 de Julio). Siendo increiblemente extraño que un pueblo fundamentalmente adorador del Sol, no se
guiara por un calendario solar; algo que sin duda corresponde a anatemas religiosos y a problemas sociales
(que más tarde exponemos)

Por todo lo narrado, las sombras del dios Osiris-Sol (las del obelisco erecto y petreo, que pudo simbolizar
el pene), curiosamente nada tenían que ver con el año que usaban los egipcios, quienes tan solo se regían
por las crecidas del rio y por Sirio; inundaciones que se producían a mediados del verano. De ello
interpretamos que todo se corresponde con el mito que narra como arrojaron el sexo amputado del dios al
Nilo, donde lo devoraron los peces y jamás se encontró; habiendo de fabricarse otro en madera la viuda
Isis, para concebir su hijo póstumo. Es decir, que aquello puede traducirse por una cosmogonía que expone
cómo el verdadero calendario regulado por la lectura de sombras en el "gran cipo" (obelisco) fué
tristemente "olvidado" (amputado y tirado al rio); para ser sustituido por otro que enmascaraba la
verdadera duración del año trópico: El ciclo de Shotis, la estrella Sirio que tenía tan solo 365 días -los
motivos para "ocultar" la verdadera duración del año y la fecha en la que vivían los egipcios; creemos que
son fundamentalmente sociales. Para que los ajenos al "templo" y a los conocimientos astronómicos (que
se reservaban para el sacerdocio), carecieran de datos para poder siquiera guiarse en el desierto, saber
cuando aparecen los astros en el cielo, se suceden los eclipses, cambia el tiempo y llegan las
inundaciónes. Puesto que con el ciclo Siriaco, cada cuatro años se añade un dia, lo que leva a que en
cuatro siglos ya haya un desajuste de cien jornadas en el calendario...-

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, figura de la diosa Tanit fenicia del siglo V
a.C. y hallada en Ibiza (propiedad del museo Arqueológico de Ibiza, al que agradecemos nos permita
divulgar su imagen). Observemos el parecido de la figura e imagen de Tanit, con el Ank de Isis, que
sabemos significa el pene artificial de Osiris.

Abajo: Unos pendientes del siglo IV a.C.; joyas fenicias del museo nacional de Cagliari (al que
agradecemos nos permita divulgar su imagen) que igualmente guardan el símbolo del Ank. Como ya
dijimos hay quienes opinan que tal cruz ansada se corresponde con un plantador, por cuya asa la tomaría
el agricultor, para introducirla en la tierra y sembrar (de ello su identificación con el sexo masculino).

Exponíamos en el párrafo anterior a las imágenes, que el "pene destruido" de Osiris se podía identificar
con el calendario solar (también perdido o inexistente entre los egipcios antiguos). Ello, porque sabiendo
que a través de los grandes obeliscos se estudiaron las sombras solares, aquellas no sirvieron para regular
su verdadero año civil, que se marcaba por Sirio (la estrella más luminosa del firmamento, a la que
llamaban Shotis). Así, entendiendo estos cipos como primeros "gnomons" donde hubieron de estudiar la
duración del año, cualquier especialista en Egipto se preguntará los motivos que llevaron a tener un
calendario civil de 365 dias, ajeno al Sol, tanto como a considerar el bisiesto un "anatema religioso". Un
hecho que podemos comprobarlo históricamente cuando Julio César desea reformar el calendario, e
imponer uno basado en el de Egipto (pero con "duración solar perfecta"). De tal manera, el emperador
romano se asesora por uno de los sabios clérigos más famosos del Nilo (llamado Sostígenes de Alejandría),
quien le dicta la reforma que debía realizar en fechas y horas. Astrónomo que tras transmitir a los
romanos el "secreto de la duración del año", se ve sometido al rechazo de todo el sacerdocio egipcio, que
consideraban el bisiesto como anatema. En base a este sabio alejandrino, se realizó el Calendario Juliano,
con un día más cada cuatro años, algo que para los clérigos del Nilo suponía una aberración. -Reforma en
la que añade Julio César un mes al que llama Julio y que precisamente era el que regulaba el ciclo de
inundaciones por Shotis (Sirio en el antiguo Egipto), cuando nacía esa estrella en nuestro dia 22 de ese
mes -

El hecho de considerar aberrante o anatema religioso el bisiesto entre los templos de Egipto, aunque nos
pudiera parecer extraño, nace posiblemente de una verdad astronómica: Ello es que la duración del año
no es de 365 días y 6 horas -tal como Sostígenes comunica a Julio César-, sinó de unos minutos menos. Lo
que produce que cada cien años, haya un desajuste aproximado de un día, si se siguiera con el calendario
impuesto por Julio César (desde el 46 a.C.). Muchos afirman que los sacerdotes de Egipto desconocían este
desfase de unos 22 minutos, e incluso el propio "bisiesto". Más es del todo improbable que una civilización
que pudo dar nombre a cuantas estrellas conocidas hay en el firmamento (hasta la aparición del
telescopio) y que orientara sus edificios con tal exactitud astronómica, no supiera que el año duraba
365,2422 días. Ello podemos demostrarlo con un hecho arqueológico tan simple, como la orientación del
templo de Abu-Simbel; donde cada amanecer del equinoccio de primavera y otoño (exactamente), el Sol
iluminaba la cara del faraón y de los dioses, dejando en la penumbra a la divinidad de las sombras. Algo
que al trasladar el monumento la UNESCO para salvarlo -tras la construcción de la presa de Aswan-, no
pudo conservarse a la perfección por los reconstructores y astrónomos que lo reorientaron en los años
sesenta; pues curiosamente a día de hoy, la cara de Ramses II se ilumina con el Sol un día después de los
equinoccios... (pese a ello, los arquitectos de hace unos de tresmil quinientos años supieron medir
exactamente donde entraría la luz solar cada amanecer de un 21 de septiembre y de marzo) .

Dejando claro que los sacerdotes egipcios eran unos expertos astrónomos, cuya función fue no solo la del
reparto y medición de tierras, sino también la de calcular la hora y la fecha (a la perfección). Diremos que
no hay que tener grandes conocimientos para determinar la duración del año por medios empíricos, pues
tal como hemos expuesto, basta con medir la sombra en un obelisco durante cien años, para darse cuenta
de que la duración del sol es de 365,2422 días (y no de 365,25, tal como Sostígenes transmite a Julio
César). De tal manera, se debieron hacer dichas mediciones solares tras la reforma del Calendario Juliano;
pues ya en el Concilio de Nicea (del 325 d.C.) advirtieron que existía un desajuste de varios dias con el
Sol. Esta vez fueron las autoridades eclesiásticas cristianas las que dieron la "voz de alarma" del error del
calendario que usaban en Roma impuesto por Julio César; ajustando en el año 325 d.C. los días que por
exceso de luz solar faltaban -algo fácilmente de observar, pues en el año de 325, la sombra más larga y la
más corta del año no se correspondía ya con el 24 de diciembre y de junio, sinó con cuatro jornadas
posteriores-.

JUNTO ESTAS LINEAS: Pintura bajorrelieve de la diosa Isis coronada con la Luna
espejo y los cuernos de aquella, que significan sus ciclos lunisolares (imagen de la Tumba del rey
Horemheb, dinastía XVIII). El simbolismo de la Luna no solo se refiere al calendario, dando nombre hasta
al mes, que procede de "mesis" = lunas (tal como sucede en japonés con "tzukí). Sinó que a su vez
relaciona la fertilidad y la feminidad, por ser los ciclos ovulatorios cercanos en duración a las lunaciones
y a las mareas. Igualmente, la unión entre espejo y aquella, se debe al ser su luminosidad el reflejo de la
luz solar; evidencia astral conocida desde los tiempos más remotos (como manifiestan todas las religiones
que representan con un espejo, el satélite de la Tierra). Finalmente, la unión entre Luna y agua se debe
a la observación de coincidencia entre los periodos de pleamar y la proximidad del aquella; como
también a considerarse el líquido elemento como un atributo materno (ya que incluso el nacimiento de
un hijo se precede con "la rotura" de aguas).
Pese a ello y por muy extraño que nos pueda parecer, los posteriores Concilios Cristianos nunca volvieron a
reajustar el Calendario Juliano, por lo que se llegó hasta el Renacimiento con varios días de exceso. Este
hecho fue ya advertido desde la Edad Media, de una forma tan sencilla como la de observar la sombra más
larga de los campanarios, que llegaría a ser en siglo XVI once jornadas antes del 24 de Junio. Debido a ello
se realiza y propone la reforma Gregoriana (impulsada por el Papa Gregorio XIII), que desde 1582 se
impone en España; fechando el 4 de Octubre de 1582 como un 15 del mismo mes y año. Nuevo Calendario
Gregoriano y medición del ciclo solar, que poco a poco se fue aceptando en todo Occidente y que
determinaba que la duración del año trópico era de 365,2425 días -por lo que en cada siglo ha de quitarse
un dia bisieto (algo que hemos experimentado en el 2000, que no tuvo 366 jornadas, pese a ser
"bisiesto")-.

Esta simple conclusión de que el año tiene menos de 365 días y 6 horas; obtenida por observación, sin
precisar de otro estudio diferente a medir la sombra cada dia 24 de junio, explica el uso de los menhires y
obeliscos en la antigüedad (tan útiles así pasa saber cuando había de comenzar a trabajarse el campo y
sembrarse las tierras). Y pese a creer le Historia que es un descubrimiento del Renacimiento, ya fue
determinada 1257 años antes de Gregorio XIII, cuando en el 325 el Concilio de Nicea reajustó en varias
jornadas el Calendario Juliano. Siendo probablemente también este el motivo por el cual los sacerdotes
egipcios consideraban "anatema" religioso establecer el "bisiesto", tanto como anunciaban como
"confundido" el ciclo solar que Sosígenes transmitía a Julio César (de 365,25 dias). Un emperador que
"curiosamente" hizo trasladar a Alejandría estos dos grandes obeliscos mientras realizaba la reforma del
Año Juliano; monolitos que hoy están en Central Park y en Westminster -con los que encabezábamos el
artículo de hoy-. Traidos desde la antigua Lunu, aquella "Ciudad del Sol" egipcia (llamada Heliópolis por los
griegos) donde se estudiaba y rendía culto precisamente al astro rey... . Hechos estos que no solo
contienen un maravilloso simbolismo, sino que además muestran que puede haber algo común, superior e
inevitable, en el destino y significado de todas las civilizaciones o culturas.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, depósito de la Edad de Bronce con


decenas de pequeñas hachas. En nuestro entender este tipo de instrumentos (para su uso, para cambio, o
votivos) fueron las primeras monedas que se utilizaron en la más remota antigüedad. Ello, porque con un
molde o modelo de peso, podía valorarse y ponderarse un patrón. Aunque sabido es que el primer
"patrón" moneda fué la cabeza de ganado -de ello se cree que la letra inicial del alfabeto sea la "A". Signo
que representa la cabeza de una "vaquita" pintada en sentido inverso (para comprobarlo, demos la vuelta
a la "A" y pongamos dos ojos en el triángulo interior, para ver como es claramente la cara del bovino)-.
Abajo, puntas de flecha japonesas del periodo Yomo (o bien Jomo-Jidai). Sin lugar a dudas una de ellas es
votiva, tanto como ambas están talladas en obsidiana semipreciosa. Ello hace obviar que se trata de
abalorios con un valor más mágico que bélico, tanto como posiblemente fueran adornos u exvotos, para
ser depositados en templos y tumbas. Un estudio reciente sobre el paleolítico japonés explica que las
canteras de algunas flechas, en ocasiones se encontraban a centenares de kilómetros y en diferentes islas
donde se hallaron por los arqueólogos. Habiendo de deducirse que existía ya un verdadero comercio
organizado de estos objetos bélicos, de las que algunas se distribuían por todo Japón. Ello obliga a pensar
que hubieron de ser usadas igualmente como moneda (u objetos de cambio), lo que explicaría que
muchas de ellas (que no fueran votivas), estén en un estado perfecto y sin haberse utilizado -como las
que vemos en la foto; en especial la de la izquierda en la imagen-.

Volviendo a las anteriores entradas en las que veníamos hablando de los dioses de la fertilidad y de las
celebraciones del año próspero -cuyos rituales curiosamente se relacionaban con la fecundación (animal, y
por ende con la cópula)-. Vimos como aquel comienzo del año agrario, entre las civilizaciones de labor
situadas a "la altura" del Mediterráneo Norte, se producía con la llegada de las lluvias y en el fin del
invierno; es decir: En el paso de Piscis a Aries y al principio del ciclo de Horóscopo (un hecho curiosamente
común en Occidente y Oriente). De tal modo y como nos será fácil entender, si las primeras lluvias daban
comienzo al año agrario y en él se celebraba el deseo de la prosperidad y la abundancia; obvio será unir
estas a la fecundación, tanto como la lluvia a la cópula entre el cielo y la tierra. Aquellos que se
celebraba en fiestas, de las que en Occidente posiblemente quedó principalmente el recuerdo del
Carnaval; aunque en Oriente aún se siguen celebrando como primero de año agrario. Ritual que también
se dedica al ganado y a la pecunia y ello porque el dinero fué el símbolo de la abundancia, tanto como la
pecunia significa precisamente "El Ganado" (de "pecus" = animal).

Pese a que la explicación pudiera resultarnos simple, no lo es; ya que en verdad los ritos de fertilidad y
fecundación se relacionaban más bien con el metal, habida cuenta de que las labores del campo sin
metales son penosísimas y prácticamente irrealizables. De tal modo veíamos como en Japón se celebra
aún el Hou-Nen de Kawasaki, rememorando la historia de una princesa cuyo sexo estaba dentado y que por
ello no podía concebir. Llegando hasta el lugar un herrero, que introdujo un pene de metal en la vagina de
la noble dama, consiguiendo con ello desdentar al demonio que allí había. Tras aquello, se casó ese feliz
forjador, que le pudo dar prole a la princesa. Una historia que interpretábamos como la narración del mito
sobre la llegada de los metalurgios a la isla niponna (hacia el siglo II a.C.) comenzando con ello el periodo
Yayoi (llegada de los metales). Todo ello simbolizado en la tierra para ser sembrada (que se imagina en el
sexo de la jóven princesa), cuyas piedras y durezas destruían los aperos de labranza de los agricultores,
hasta que aparecieron los instrumentos de hierro o bronce (el pene forjado que curó al mal de la
princesa).

Cuanto narramos puede parecernos una simple fantasía o suposición personal nuestra, más no será así
cuando observemos un "altar" de recuerdo sobre e mito narrado. De tal modo, en la foto bajo estas lineas
podemos ver el lugar donde se rememora la historia del herrero y la "noble dama del sexo dentado", donde
se sitúa el yunque del que sale un enorme pene. Falo de hierro, que sin lugar a dudas simboliza el apero
de labranza férreo, tanto como la "katana" (espada japonesa). Ello, porque con aquella espada el
"samurai" daba y quitaba vida; del mismo modo que el labrador con la azada (o el arado) la sembraba, o
arrancaba. Lugares, labores y dedicaciones, de donde procedía la riqueza, el bienestar y la abundancia en
Japón y que daban comieno en el yunque. Siendo recogidos en el símbolo de aquel con un pene generador
de vida (que vemos), donde se forja la espada a la vez que creaban los aperos para laborar la dura tierra

ABAJO: Kaneyama, foto (1) del altar yunque con pene erecto del templo de Kawasaki. Se sitúa este lugar
en la montaña del dinero llamado por ello así en japonés "Kane - Yama" (monte del oro). Hasta aquel se
acercan a rendir homenaje (sobre todo en el año nuevo agrario Hou-Nen) cuantos desean recibir bienes y
prosperidad en el ciclo anual. Como podemos ver, se le ofrendan moneditas que se tiran sobre el yunque;
que de quedar allí (sobre este), se tiene por buen augurio.
Pero continuaremos con el tema que nos concierne, puesto que vamos llegando a solucionar "por qué" esta
serie incluida en "Los Toros de Gerión en el Tesoro del Carambolo" , puede estar dedicada a "los falos y a
las joyas" -VER CITAS en: (2)- . Ello, porque como ya sabemos y hemos repetido, la pecunia y la suerte se
medía y guardaba por unos iguales dioses: Las deidades del dinero y de la fertilidad. Divinidades que a su
vez solían conservar en sus templos los medios y fórmulas para medir, pesar y ponderar el grano, el dinero
los productos y los metales. Siendo una necesidad de toda civilización, la de establecer unos patrones de
pesos y medidas (tanto como de pureza en el metal), que en caso de impugnación, habían de comprobarse
en determinados lugares establecidos y acordados por todos (misión que comunemente se reservaba a
templos en los que se asignaba el cometido de guardar esos patrones y pesos).

De tal manera, comprendemos la unión absoluta entre el mundo del metal y la agricultura en razón de los
aperos de labranza, que asimismo se unifican de nuevo en el mercado, con la necesidad de guardar unas
medidas o patrones para su peso (al igual que en la comodidad de establecer una moneda o peso común,
que evite tener que comprar en continuo trueque). De ello y de este comienzo de la economía de
mercado, nacerían los templos dedicados a la fecundidad, donde la prosperidad ya se asocia con el metal
(el oro) y esta con los cultos más ancestrales. Lugares sacros que antaño sirvieron para acordar la pureza y
valor del dinero o de las mercancías, tanto como las fórmulas de cambio (asegurando el cumplimiento de
las normas civiles que lo regulaban). Habiendo sido ya en el Egipto más antiguo, el trabajo de pesador y
medidor oficial, una de las labores y servicios que prestaba el Estado. Cuyos funcionarios -comunmente
asociados a un templo, dedicados a dar peso y valor a las mercancías o metales-, tuvieron un carácter
similar (o a parecido) al de nuestros notarios, interviniendo en las transacciones en las que se les requería.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, foto del símbolo que aún se utiliza
para piel o cuero. Se trata del dibujo o diseño del pellejo, tras ser tratado. Lo recogemos para que
claramente se vea de donde procede el valor y el significado del "lingote keftiu", con igual forma. Cuyo
simbolismo inicial son cabezas de ganado, o pecunia (o pieles). Habiendo tenido este lingote llamado
talento de Creta y usado a fines del II milenio a.C., seguramente un precio determinado y ponderable en
un número de animales (o de pieles). Ello porque uno de los tesoros en la antigüedad no hay que olvidar
que lo fué el cuero, con el que se podían vestir, tanto como hacer instrumentos de guerra y cabalgadura
(calzados, hondas, riendas y monturas; entre otros).

Abajo: Lingote de cobre llamado Keftiu, del que ya hemos hablado repetidamente y que se distribuyó
entre las islas de Chipre, Creta y Cerdeña, principalmente hasta el siglo XII a.C. (foto tomada del
magnífico blog de Plácido Gónzalez Hermoso MITOTÁURICO:
http://mitotaurico.blogspot.com/2009/07/la-piel-y-las-astas-del-toro.html). Su forma claramente nos
recuerda a la piel del animal y se ha de suponer que nace del valor su peso del cobre cercano a los
treinta y dos kilos, correspondiente a un número de cabezas de ganado. Este tipo de lingotes caen en
desuso desde el siglo XII a.C., dejando de aparecer en yacimientos posteriores. Muy extrañamente, en la
zona de Tartessos, unos cinco siglos más tarde y desde el VII a.C., comienzan a hallarse objetos sagrados
con esta forma de Keftiu, igualmente relacionados al mundo sagrado y de los metales (principalmente en
la actual Andalucía y Extremadura, aunque también se sucede en Castilla La Mancha).

De tal modo y tras lo expuesto, observamos ya el carácter religioso de la metalurgia, asociado con la
prosperidad y con la fecundidad de los campos; por lo que no nos será difícil comprender por qué las
celebraciones de la fertilidad y del nuevo año se unen a cultos metalúrgicos. El más determinante que
hemos recogido es el que mostrábamos de Hou-Nen en Kawasaki, donde se rinde homenaje a un falo
saliendo del yunque, al que se ofrecen monedas. Pese a ello, si analizamos las celebraciones de las
cosechas y de la prosperidad relacionadas con la fertilidad desde la más remota antigüedad, en todas ellas
encontraremos el mismo ritual que une la abundancia y los productos agropecuarios (el dinero), con la
fecundación y el ciclo anual. Siendo en España el toro y sus celebraciones, el totem y las fiestas más
significativas en que se basan estos cultos ancestrales de fertilidad, que se realizaban para adquirir la
fortaleza generadora de la vida y la prosperidad. Llegando a ser común hasta no hace mucho, torear con
las sábanas nupciales para hacer fecunda a la pareja (el dia de la boda), al igual que regar los campos con
sangre del astado muerto en la plaza por los campesinos; todo ello esperando obtener una gran familia y
cosechas.

Pero regresando al tema que nos corresponde, esta amalgama de cultos y fiestas de la fecundidad,
curiosamente tienen un hecho común en todas las civilizaciones. Algo como es la "necesidad de llamar" a
la buena suerte y a la prosperidad a través de colgarse y lucir abalorios, dijes o piezas de metal, con
formas que aluden a aquel. Diseños entre los que más destaca el del ojo, los astros, las higas (o manos) y
las figuras relativas al dinero -bien en forma de monedas directamente, o a través de piezas de plata y oro
que se portan, dando a entender una abundancia de riqueza-. Junto a ellos, existen otras multiples
representaciones que casi todas las civilizaciones cuelgan en la ropa o cuerpo del interesado, para atraer
esta buena suerte. Ello serán talismanes, medallas o bien efigies y estampas religiosas de cada culto; pero
entre esas es curiosamente común que se añadan figuras astrales decoradas en forma solar o lunar (bien
con bolas estrelladas o con medias Lunas ahigadas y etc). Unos abalorios y dijes que podemos ver en casi
todo el Mundo, a manera de discos con espejos, o bien de estrellas decoradas y bolas repujadas o
granuladas.

Para que entendamos el significado de cuanto narramos, expondremos en las dos imágenes bajo este
párrafo unos ejemplos ciertos y manifiestos. Tal como lo son el pectoral del Tesoro de El Carambolo -de
manufacturación tartessica, fechado hacia el siglo VII a.C.-, junto a un collar de mujer salmantina del
siglo XIX -con dijes del XVII y XVIII-. Estas dos joyas a las cuales separan unos cientos de kilómetros de
localización y unos dos mil quinientos años de datación; en principio debieron tener un uso común (como
abalorios contra la desgracia y en favor de la fertilidad y el progreso). Ello lo afirmamos, no solo porque
ambas comparten muchos rasgos afines en el trabajo de su metal, siguiendo las pautas de los orfebres
fenicios y anatolios, quienes granulaban en oro sus joyas, dándoles apariencia de órbitas planetarias. Algo
que heredaron los joyeros tartéssicos e ibéricos, que desde el siglo VII a.C. hasta nuestros días, no han
dejado de trabajar la plata y el oro de forma muy similar. Sinó que además contienen un significado muy
próximo, como "protectores" del que la lleva.

Tal como dice el refrán "para muestra, vale un botón"; así que si deseamos comparar la orfebrería fenicio-
tartessia con la que se hizo (y se hace) en la zona Norte de Ruta de la Plata, bastará con observar este
pectoral del tesoro de El Carambolo junto a un botón charro. Viendo claramente que aquel que aún lucen
los salmantinos en sus capas -o en sus trajes regionales-, tiene un igual diseño y quizá hasta un idéntico
significado. Puesto que es bien sabido que aquellos gemelos y abalorios charros, contienen un simbolismo
planetario representando la Luna o el Sol (sentido heredado desde los más remotos tiempos). Un
significado que concede "poder" a estos adornos corporales, tanto como para decirse de ellos que alejan el
mal fario, el aojo y atraen la fertilidad, la prosperidad y la suerte.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado pectoral del Tesoro de El


Carambolo, en el que podemos apreciar que su forma es exacta a la del "keftiu", tanto como a la piel del
bovino. En los párrafos que siguen a estas imágenes ampliamos el significado de este diseño, tanto como
su simbolismo relacionado con los "Bueyes de Gerión" -mito que narra como el tebano Heracles, robó
estos "toros" del rey de Tartessos, para llevarlos hasta Grecia-. A su vez, en la imagen del pectoral,
podemos apreciar el trabajo en granulado que es exacto al que aún se realiza en la orfebrería de la zona
Norte de la Ruta de la Plata (en especial en joyerías tales como la charra) -en entradas anteriores, ya
hemos explicado el sentido astronómico de estos adornos con reconocidas formas planetarias; de lo que
consideramos en nuestra opinión que tienen en el pectoral del tesoro de Tartessos un significado
calendárico-.

Bajo estas lineas: Imagen de un cuadro expuesto en la Fundación Joaquín Diaz (a la que agradecemos nos
permita divulgar la foto), que contiene un collar de mujer charra. Se trata de varias vueltas compuestas
de abalorios y colgantes religiosos, mezclados con dijes y amuletos de tradición popular. Entre todos ellos
destacan las "bolas" y "alcorciles" hechas en filigrana de oro y plata, que consisten en piezas redondas y
alargadas fabricadas con granulados (destacando las de los pendientes). Estos dijes eran considerados por
el saber popular, como ahuyentadores el "mal de ojo", tanto como servían para atraer el dinero y el
bienestar. Su diseño es milenario y las encontramos casi iguales ya en la orfebrería fenicia e ibérica
(joyería que no pudieron conocer los artesanos del siglo XVIII, puesto que entonces no se había
descubierto por la arqueología). También el uso y significado de estos abalorios debió ser muy semejante
en todos los tiempos, ya que en Fenicia igualmente se les atribuía poderes mágicos (fundamentalmente
contra el aojo y la esterilidad).

Con toda seguridad, el "keftiu" del pectoral tartéssico de El Carambolo, no solo recordaba el dinero y la
riqueza en metales, que desde la más remota antigüedad se comenzó midiendo en lingotes con esta
forma. Sinó que como ya vimos en anteriores entradas, el poder mágico que se le concedía, estaría
relacionado con la protección que el collar daba a quien lo poseía. Un poder que unido al de las figuras
que allí se representaban, otorgaban el bien y el cuidado de los dioses al portador. Ello explicaría la
imagen del "keftiu", en un antiguo ponderal de metal sagrado, nacido del Labrys cretense (hacha de doble
filo); pero que a su vez recordaba la pecunia como cabezas de ganado. Por lo que en nuestra opinión
podemos determinar que los "Bueyes de Gerión" -de los que nos habla el mito de Heracles diciendo que el
héroe tebano robó en Tartessos-, se corresponde a estos "keftius" o lingotes metálicos sagrados. Explicando
aquel mito en un sentido figurado, cómo los helenos consiguieron hacerse con la pecunia de Tartessos: Los
"toros del rey Geriones"; que simbolizarían el dinero y la prosperidad que los griegos consiguieron hacer
llegar hasta el Egeo en tiempos de Kolaios (abriendo en este siglo VII a.C., una ruta comercial con el Sur
de Iberia).
Este "hito" se narra en la forma de "un robo" de Heracles, y su explicación consideramos que se basa en el
hecho de que el comercio con Tartessos estaba cerrado y altamente vigilado por los fenicios. Algo que
quizás lograran "saltarse" los egeos, probablemente aprovechando la aparición de los Asirios en tierras
cercanas a Tiro y Sidón (asediando entonces Fenicia). Años estos del siglo VII a.C., en los que los una vez
cercadas por los babilonios las metrópolis punicas, quizás solicitaron los helenos paso hacia las minas del
Sur de Iberia, para armar a los anatolios, contra estos enemigos comunes venidos de Babilonia (que
amenazaban invadir toda Asia Menor). De una manera u otra el hecho históricamente cierto es que
consiguieron los egeos autorización -o tolerancia- por parte fenicia (y de Cartago) para comerciar durante
un tiempo, el oro y los metales de Tartessos; que hasta entonces se habían monopolizado desde las
ciudades de Tiro y Sidón.

Sea como fuere, en todo ello es importantísimo el recuerdo de aquel lingote "keftiu" que se había usado
como medida o ponderal del cobre a fines del II milenio a.C., fundamentalmente en Creta y Chipre
(llegando a zonas de Cerdeña).Talento de la Edad del Bronce, en forma de piel de toro, que pese a
haberse dejado de utilizar desde el siglo XII a.C., aparece de nuevo como atributo sagrado en Tartessos y
en el Sur Peninsular (después de más de quinientos años en desuso). Algo que solo pudo deberse a la
llegada hasta nuestras tierras de Iberia de gentes venidas del mundo anatolio en este siglo VII a.C.. Una
Anatolia entonces asediada por babilonios y donde en los reinos neohititas habían guardado desde el siglo
XIV al VII a.C., todas las costumbres prehelenas -e incluso las premicénicas-.

Entre ellas estaría seguramente la del culto a esta forma de hacha Labrys o bipenna, de la que nacería el
lingote en diseño de piel de toro. Significando esta pieza-talento de metal a imágen del pellejo bovino,
además del hacha sagrada cretense (que adoraban los minoicos y con las que comerciarían, dándoles un
valor moneda durante la Edad del Bronce). Igualmente la pecunia o el dinero medido en cabezas de
ganado; por lo que aquellos bueyes que Heracles roba a Geriones y que lleva hasta Grecia, en nuestra
opinión deben ser interpretados por estos lingotes de oro, plata y bronce que se representan en el mismo
pectoral del tesoro más importante de Tartessos: El Carambolo. De igual modo, aquella gran joya que
protegería el pecho de un sumo sacerdote (o rey) tartessio, guarda el diseño del granulado, cuyo
significado sabemos es astronómico y planetario relacionado con los ojos del Universo: El Sol y la Luna. Un
tipo de trabajo que también recuerda a los dijes fenicios en forma de pupilas, muy similares a estos
alcorciles (y de los que abajo recogemos dos ejemplos).
BAJO ESTAS LINEAS Y JUNTO A ELLAS: Al lado, collar ibérico procedente de Toya
(Tugia) y fechado en el siglo III a.C.. En la joya se observan dijes y trabajos de orfebrería que se
mantendrán en nuestra Península hasta la actualidad (ver como ejemplo, el taller de Luis Méndez, en
Salamanca). Colgantes que se continúan usando en nuestro tiempo, dándole iguales propiedades;
destacando los de filigrana en oro con un sentido religioso, tanto como las cuentas con el "Ojo del Nazar"
(abalorio con forma de pupila, que hasta hoy se utiliza con el fin de ahuyentar el mal fario).

Abajo, collar fenicio hallado en Olbia, fechado en los siglos IV al III a.C. (propiedad del museo
arqueológico Nacional de Cagliari, al que agradecemos nos permita divulgar la imagen). En este podemos
observar los dioses "Bes", también llamados " dios ojo" con los que evitaban los púnicos el mal fario y el
infortunio. A su vez, le rodean piezas alargadas casi iguales a los "arcorciles" charros, aunque aquellos se
hicieran en pasta vitrea en Fenicia y Cartago. Como vimos, se adornaban los collares y dijes en la
antigüedad con esas canicas vitreas cargadas de pupilas, que sin duda deben ser el antecedente de las
llamadas "avellanas" o "bolas" que luce la joyería del Norte de la Ruta de la Plata (esferas metálicas
rodeadas de granulados en oro y plata, muy comunes en los pendientes y collares charros).

Para finalizar el presente artículo tan solo añadiremos que estos abalorios fenicios aparecen a cientos
(sinó a miles) en todos los yacimientos arqueológicos donde hubiera contacto con los púnicos. Lo que dió
pie a llamarlos "quicallería" entre los griegos, quienes consideraban que los fenicios inundaban todo lugar
al que accedían, con estos dijes y amuletos. Ello da pie a pensar ciertamente que aquellos fueron de algún
modo moneda de cambio y forma de trueque entre los colonizadores púnicos y cuantos tomaban contacto
con ellos. Lo que explica que quizás su significado fuera ciertamente monetario, concediendo un valor
económico a toda esa "parafernalia" que los marineros lelgados desde Cartago y Fenicia extendieron por el
Mediterráneo (y parte del Atlántico). Una idea que concuerda con los abalorios que las mujeres de la Ruta
de la Plata aún lucen, quienes realmente llegan a colgarse monedas y verdaderos símbolos de dinero entre
sus dijes, para que actúen de amuletos contra la mala suerte (véase como ejemplo el caso del traje
masculino charro, cuyos botones se solían hacer con monedas horadadas).
CITAS:

(1) Foto liberada en la red y tomada del blog con localizador: http://dice-rice.seesaa.net/article/139149660.htmldel blog de ・w・・・
V・・・L・ノ・・・・・y・j・X・o・サ・I・H http://www.afpbb.com/article/life-culture/life/2685398/5212770, al cual agradecemos nos permita
divulgarla.

(2) Para consultar sobre el significado calendárico y numerológico del Tesoro de El Carambolo ver nustra entrada referida a ello del
19 de Julio Pasado: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com/2011/07/1-6_19.html

Sobre el significado del Collar y pectoral, como protector del alma, consultar nuestras entradas en este mismo blog
de: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com/2011/07/1-9-8.html al igual que: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com/2011/07/1-
7-9.html

Sobre el poder curativo de las joyas y su significado místico, tambien en este mismo blog y en la
entrada: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com/2011/07/1-7-7.html

Sobre el "patrón oro" y su significado desde la Antigüedad, así como el de la joyeria, ver también en este
blog: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com/2011/07/1-6-7.html

Sobre el LINGOTE KEFTIU y los "piel de buey" relacionados con Tartessos ver en este mismo blog la
entradas: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com/2011/07/1-8-9-9.html

Finalmente, sobre nuestra teoría de que el Tesoro de El Carambolo es de gran influencia neohitita (entiéndase posiblemente frigio-
lidia), cosultar nustra entrada de este blog, en la que traducimos los símbolos desde el alfa-silabario nehotitita en el que
claramente se ve que aparece repetida la palabra frigia: "dios". VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com/2011/06/1-y-y-1.html

Tanto como para lo antes expuesto, CONSULTAR PRINCIPALMENTE en este blog: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com/2011/06/1-
2.html
Dioses del comercio y la prosperidad, venidos del cielo. (de Lo
invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El
Carambolo. Parte XXXIII).
Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé
en TARTESSOS Y LO INVISIBLE EN EL ARTE (06/01/2012)

Esta entrada es continuación de las nueve anteriores. Recomendándose la lectura previa de aquellas que
le preceden, para una comprensión plena de cuanto exponemos en ella.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, famoso Mercurio polifálico hallado en


Pompeya, propiedad del Museo Arqueológico de Nápoles (al que agradecemos nos permita divulgar su
imágen). En este "tintinábulum" que representa al dios del comercio, observamos como la deidad porta su
bolsa o saca que representa el dinero, mientras de su casco sagrado salen diferentes penes. A su vez, él
mismo figura como Príapo, defome e itifálico, aludiendo a los bienes que concede la fecundidad y el
sexo. Pero también es de detacar que sea un "tintinábulum", "sonaja" donde se colgaban campanas para
que sus tintineos (provocados por el viento, o al moverse) hicieran huir a los malos espíritus. Ello nos
lleva a relacionar de nuevo esta prosperidad y los bienes otorgados por Mercurio, con la protección que
daba el falo frente al "mal de ojo".

Bajo este párrafo: Foto tomada del libro CULTOS A LA FERTILIDAD EN EXTREMADURA de Jose Ma.
Domínguez Moreno, del que trataremos en esta entrada. Aquí observamos un horno de los más primitivos,
llamados en algunas zonas de España "celtas" o "prerromanos", que consisten simplemente en un espacio
cercado por un muro, en cuyo interior se sitúa la cerámica a cocer. Bajo este se prende la leña en un
habitáculo que le permite el tiro y situando todas las piezas de barro encima de aquella, se enciende el
horno durante varios días (tras cubrirlo con tierras y cerrarlo bien para que alcance la mayor
temperatura posible). En el pié de la foto inferior, el autor nos comenta cómo el significado de los
hornos en Extremadura, aún hasta el siglo XX se relacionaba con los cultos de fertilidad y la vida
(quemando por ejemplo, en ellos los dientes de leche infantiles en un "rito" relacionado con la
fecundidad y el crecimiento). En la presente entrada analizaremos el fuego, los hornos y la alfarería
-como iniciadores de la metalurgia- con su significado muy unido a la fecundidad y la fertilidad.

El gran Micea Eliade, en su maravillosa obra "Herreros y Alquimistas" ya nos exponía claramente cual era
desde los comienzos más remotos, la unión entre el mundo de los metalurgios y el de la feminidad. Algo
que nacía por la identificación entre la matriz del metal y la de la mujer; hecho que parece
generarse debido a en casi todas las civilizaciones fueron las mujeres quienes inician (o descubren) la
fundición y la alfarería. Algo que parece haber nacido gracias a que las madres y las niñas, para cocinar
con facilidad y guardar los alimentos, comenzaron a preparar sus "aperos de comida" en cerámica. Tras lo
que crearon hornos, en los que igualmente observaron (de forma casual o estudiada) como allí se fundían
los metales. Trabajando primero con los materiales nobles, por su bajo grado de fusión (la plata, el oro o
el bronce); cuyas "piedras" irán echando a esos hornos cerámicos, para crear y modelar los mas antiguos
abalorios y objetos útiles en metal. Pasando posteriormente a fundirlos de un modo más experimentado -a
través de molde o "matriz"-, generando ya armas o herramientas más o menos complejas, e iniciando así
las diferentes etapas históricas (calcolítico, Bronce o edad del Hierro).

Pese a que la minería, las fraguas y el negocio de la metalurgia, pasó definitivamente a ser realizado por
hombres, parece que la Historia nunca olvidó que fueron las mujeres (en sus cocinas y en sus hornos)
quienes la descubrieron. Ello es algo sabido, porque en toda religión y culto a la herramienta -o al metal-,
siempre se alude a la "madre", a la fecundación, al nacimiento y a la misma matriz; en voces que
identifican la fragua y el molde con la progenitora -como si aquella "matrix de forja" creara de un modo
fecundado la pieza en hierro, bronce, plata y oro-. Tanto se repiten estos ritos y costumbres entre los
pueblos más antiguos, que -por ejemplo- es sabido como hace miles de años entre algunas culturas de la
franja de Canaán, la mujer al parir su primer hijo debía gritar: "Cain". Nombre del hijo mayor de Adán y
Eva, pero palabra que también se relaciona con las voces hebreas de raiz "cn", que tienen varios
significados. Entre ellos creemos que se identifica con "kab" (Caf,Alef,Bet) que se traduce por "dolor",
tanto como con "kabb" (Caf,Alef, Bet, Bet) que es "horneado, cocinado", relacionado con "knn" (Caf, Nun,
Nun) cuya interpretación es "brasero, cenicero". Siendo curiosamente un término tan cercano a las
anteriores el "kabd" (Caf, Alef, Bet, Dalet) cuya traducción es en hebreo: "acaudalado, o muy rico".
Palabras que seguramente llevaron a dar nombre al propio Canaán (en idioma israelita
Caf,Nun,Tsade,Nun); cuya etimología seguramente procede de la fertilidad y riqueza que esta franja
costera tuvo -y aún mantiene-. Pero a su vez, "Canaán" (K,N,TS,N) significa también comerciante y
comercio -procedente de "kabd"= "acaudalado, rico"- ; por lo que el nombre de esta media luna costera
que cubre la zona del actual Israel y Jordania, también se traduce por "mercader o por mercado".
Por cuanto hemos expuesto, nada de raro tiene que las palabras: "Riqueza, comercio, fuego, metal (e
incluso dolor)"; procedan de iguales radicales en semíticas. Algo que se repite en muchas otras lenguas
puesto que parecen ir unidos en múltiples civilizaciones esos conceptos del calor y la abundancia. No solo
por efecto de los bienes aportados por el sol y el fuego; sino fundamentalmente debido a que la
metalurgia nace del horno y parece que fue descubierta por mujeres -como hemos dicho-. Gracias a la
cocina y junto a las brasas del ceramista, que cocía los enseres de comida. mientras intentaba
incluso buscar nuevos objetos, creados por efecto del calor. Entendiendo así como todo ello (horno, metal
y alimento) genera el bien y las riquezas; pero también el dolor similar al de la carne allí asada;
parecido al que igualmente pueden traer las feroces guerras entabladas con armas de metal (obtenidas
gracias al alto poder de las brasas). Hechos estos que llevaron a la adoración del fuego entre los
guerreros. Haciendo que pueblos como el fenicio (al igual que otros muchos de la Antigüedad) tuvieran
como dios supremo fundamentalmente a un Baal del calor -señor del fuego- que terminó siendo
personificado en Melkarte entre los púnicos, pero que para otros era el mismo Tubal-Cain ("señor de Caín"
= del comercio, del horno, el dolor, las riquezas y las brasas) (1).

Por cuanto hemos expuesto y explicado, podemos observar como comunmente y en casi todas las
culturas, los misterios de la alimentación, de las herramientas, del progreso y de los metales, se
relacionan siempre con los de la vida, de la protección y la regeneración. Teniendo todos ellos como punto
de partida u objeto ritual: El fuego (en un gran pebetero, o en un crisol sagrado). De lo que ya nos será
fácil comprender por qué autores como Jose Ma. Domínguez Moreno, en su estudios sobre los cultos de
fecundidad (que han permanecido hasta nuestros días en Extremadura), nos diga que: "El horno es el lugar
donde se cuece el pan, base de la alimentación de estos pueblos, Si el pan es vida, el horno es el creador
y la fuente de vida"; tanto que "entre algunas culturas el horno simboliza la matriz, el lugar donde la vida
se produce" (2).

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, meteorito que recoge Carlos


Sánchez-Montaña en su interesante blog EL TABLERO DE PIEDRA, que recomendamos consultar. En el
artículo dedicado a los meteoritos y la montaña sagrada de Montserrat, este arquitecto expone el
carácter sagrado y ancestral de estos aerolitos, que se conservaron desde tiempos inmemoriales en los
templos más importantes de la Antigüedad (VER
http://eltablerodepiedra.blogspot.com/2010/07/los-meteoritos-de-la-montana-de.html). A continuación y en los
párrafos bajo estas imágenes, nosotros damos una interpretación que puede explicar el por qué del culto
al aerolito sacro; relacionándolo no solo con su significación cósmica, sinó también con el comienzo de la
metalurgia -y por lo tanto de la civilización, que emerge tras la Edad de Piedra-.
Bajo este párrafo, curioso aerolito decorado y expuesto en forma de pequeño Karesanshui japonés en un
tiesto a modo de Ikebana; "arte decorativo-floral en piedra", conocido con el nombre de Shuiseki.
Observemos en ambas imágenes de los meteoritos, cómo aquellos son pétreos pero sobre todo
metalizados (rocas metálicas, que en su mayoría tienen un alto contenido ferreo). Ello, de seguro hizo
que en la Antigüedad se tuvieran por un de los objetos más sagrados, enviado por los dioses; no solo por
caer del cielo y tener una trayectoria (o figura) similar al la de un cometa, o de una estrella. Sinó
también porque en su interior solían guardar grandes cantidades de metales y vidrios, que podían
extraerse o estudiarse, metiendo el aerolito en un horno (3).

Más todo lo anteriormente expuesto se nos haría incomprensible si no entendiéramos un hecho "cósmico"
que hizo sublimar los metales: La caida de los aerolitos (que en su mayor parte están compuestos por
metales). Meteoritos que fueron observados por los sacerdotes-astrónomos y astrólogos del Mundo
Antiguo, como auténticas estrellas venidas hasta la Tierra y que llegaban hasta nosotros cual mensajeros
de los mismos dioses -quienes de este modo envíaban sus dones a los hombres-. De tal manera, aquellos
"trozos del Cosmos" que impactaban en el suelo, introduciéndose en este -que veces se fundían con los
minerales de la tierra (debido a su incandescia)-; se interpretaron como las semillas del Universo.
Entendiendo su llegada y entrada en el lecho terrestre, como una fecundación de nuestro suelo.
"Plantación" en la que el meterito caido actuaba del mismo modo que la lluvia venida del cielo que
fertilizaba la tierra, o a la de una simiente que los hombres introducían en el terreno. Consecuentemente,
se pudo entender que de esta unión entre Universo y Tierra (al impactar en ella los aerolitos), nacieron las
vetas de los distintos metales, como llegadas desde el cielo; meteoritos que fueron fecundando los
campos -con su simientes metálica- y que lo sembrarían, dando lugar a las minas de oro, plata, cobre,
estaño y etc. Siendo aquellos metales los dones más preciados regalados por los dioses a los hombres.

De este modo, podremos entender la importancia que hubieron de tener no solo los aerolitos, sinó sobre
todo los primeros metales, de los que sabemos se hallaron en estos "trozos de estrellas" que los hombres
recogieron del terreno, para adorarlos y estudiarlos. Siendo un hecho y evidencia históricamente probada,
que en gran parte de las civilizaciones (al menos en las del desierto), el principio de los metales se halló
gracias a los meteoritos. Piezas caídas del cosmos que en su mayor parte se componen de metales (y
algunos vidrios), y que al ser encontradas por los hombres en la Antigüedad se usaron como el primer
medio de obtener ciertos minerales. Consecuentemente a ello, hace unos cien años extrañó a los
arqueólogos sobremanera que ya en el III milenio a.C., en los enterramientos egipcios, apareciera con
cierta profusión el hierro. Minerál férrico en estado dulce (sin apenas dureza) y que lucían hasta en las
coronas y adornos más importantes los nobles del Nilo. Por lo que la arqueología llegó a la conclusión de
que esas coronas y abalorios que contenían hierro en el III milenio a.C. (más de mil años antes de la Edad
del Hierro), habían sido forjadas con minerales extraidos y obtenidos de los aerolitos. Hecho este que hizo
intuir por qué se daba tanto valor al hierro en el Egipto del tiempo de las Pirámides, que lo engarzaban y
colocaban en joyas, junto al oro y a las más preciadas gemas.

El caso que relatamos arriba nos muestra en sí la importancia de los meteoritos en la Historia de la
Humanidad, pero no solo por cuanto de sublimación y estudio de los astros supone la adoración al trozo
"caído del cielo". Sino fundamentalmente porque de ellos se supone que pudo surgir la metalurgia. Debido
a que aquellos meteoritos más comunes, que consisten en una "cubierta pétrea y redonda" que envuelven
un núcleo de hierro; de ser calentados o metidos entre brasas, explotan y saltan en mil pedazos, dejando
ver su interior brillante y férreo (del cual es muy fácil extraer el metal, simplemente poniéndolo en un
horno de alfarero -a más de mil grados-). A todo cuanto narramos, ha de sumársele el hecho de que si se
golpean con cierta fuerza estos aerolitos más comunes (redondos y con interior férrico), suelen partirse
por la mitad, observándose su núcleo metálico en la forma similar a un ojo con su pupila. Hechos estos
que nos han obligado a deducir que el hombre antiguo hubo de identificar el metal con los "trozos caidos
del cielo", tanto como aquellos aerolitos con la semillas que se introducían en la tierra. Pero a su vez, por
el aspecto de los más comunes meteoritos (esféricos y con nucleo brillante), también pudo considerar que
aquello parecía el "ojo de dios", por su forma similar a una pupila.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, la típica pulsera contra el Nazar (mal de
ojo) que actualmente se lleva y vende en la zona de Turquía y Grecia (tanto como en toda la zona del Sur
del Mediterráneo). Heredera directa del mundo fenicio y de los abalorio púnico con el ojo en su centro, a
nuestro juicio se relaciona también con el aerolito férrico de forma esférica y que al ser partido de un
golpe, en su centro pareciera tener una pupila o iris brillante, rodeado de algo que se asemeja a un ojo.
Estos abalorios sagrados y que protegían contra el mal, consideramos que se relacionan plenamente con
el culto a los meteoritos y con la llegada de los primeros metales en el IV y III milenio a.C.. Aparición del
metal con un carácter sagrado (no de uso) obtenidos a través de calentar los aerolitos en hornos (e
incluso en cocinas del hogar).

Entendiendo esta relación tan estrecha entre el mundo cósmico y la metalurgia ya nos es fácil
comprender por qué las joyas y los dijes mágicos tienen un carácter tan planetario. Con ello,
podremos imaginar -por ejemplo- por qué los gemelos y los broches del famoso botón charro están plenos
de significado astral y mágico. Sabiéndose que de algún modo representan los ciclos solares o lunares,
junto a los dibujos de las estrellas. Recordemos en todo ello, cómo de manera igual habíamos hallado
que el tesoro tartessio de El Carambolo igualmente contenía un significado calendárico, en el que cada
una de sus filas de bolas (granuladas) correspondiendo ellas a periodos de la Luna o del Sol y otros
planetas (4). Abajo: Botones y gemelos charros con su conocido diseño astral, foto tomada del libro La
Belleza que Protege de Carlos Piñel (5).

Ampliando algo más los conceptos que vamos exponiendo, diremos que de la "concepción hermética" y de
la idea mágica de aquel "Mundo" generado por los aerolitos sagrados y los metales que de ellos se
obtenían; surge finalmente una idea que afirma cómo cada metal procede de un astro. Así, el oro vendría
del Sol y la plata de la Luna, siendo aquellos dos grandes dioses, los que habrían mandado su semilla en
forma de meteoritos, para fertilizar la tierra con sus dones más preciados procedentes de su "esfera".
Naciendo por medio de esta "fecundación cósmica", las vetas o minas de todo metal habido en la tierra;
que procederían de los trozos de planetas sagrados caidos del cielo, que cual esperma divino, fueron
sembrando los campos de riquezas minerales. Siendo así que los siete principales planetas, tenían su
metal procedente de las semillas enviadas por ellos hasta la Tierra; lo que dió posteriormente una
estructura en la que cada dios mandaba unos metales, colores, tiempos y etc. . Igualmente que cada día
de la semana era gobernado por un astro; teniendo también su planeta y su dios hasta cada una
de notas en la escala musical... . Es decir:

Como el domingo era el día del Sol (sunday), o el lunes el de la Luna, y así sucesivamente hasta llegar al
sábado que lo era de Saturno (Saturday). De un mismo modo cada planeta tenía su metal y su gema
preciosa, trasladándose esta cosmogonía en el sistema filosófico hasta la misma escala musical, que
entendía las siete notas como los siete astros. De tal manera y como explicamos, en el párrafo siguiebnte
podremos ver cada metal, día o nota musical, se correspondían con el Cosmos del siguiente modo:

Sol - Domingo - oro - topacio - (1ª nota musical = nuestro Do)

Luna - Lunes - plata - perla - (2ª nota correspondiendo al Re)

Marte - Martes - hierro - rubí - (3ª nota corresponde al Mi)

Mercurio - Miércoles - mercurio - esmeralda - (4ª nota, corresp. Fa)

Júpiter - Jueves - estaño - amatista - (5ª nota corresponde a nuestro Sol)


Venus - Viernes - cobre - zafiro - (6ª nota corresp. al La)

Saturno - Sábado - plomo - diamante - (7ª nota corresp. al Si)

Con el anterior "esquema" en el que hemos recogido de manera muy simplificada el hermetismo y
simbolismo de los metales y los planetas, relacionados con los dioses y los minerales (la semana y las notas
de la escala musical); podemos entender cual llegaba a ser el significado de las joyas en la Antigüedad,
que no se limitaban a ser objetos de simple adorno. Algo que se mantuvo hasta bien entrada la Edad
Media, época en la que aún las gemas y los metales guardaban un claro y significativo poder mágico.
Tanto, que abundaban los nobles o reyes que por entonces guardaban cristales, oro -joyas y plata-, en
baúles con fines protectores. Lo que no se limitaba a un poder económico que aquellos objetos
atesorados les otorgaban, sinó más bien a sus propiedades secretas, que bien las conocía y enseñaba todo
alquimista, mago o nigromante (de los muchos que entonces abundaban en las Cortes). El hecho es de tal
relevancia que hasta en la Heráldica común, los colores de los escudos guardaron unos diferentes nombres
conforme las armas fueran de un rey, de un noble, o de apellido no titulado. Usándose para describir las
armas del rey los planetas (el "Sol, Luna, Marte etc"). Tanto como para el escudo de los nobles, se
mencionaban los colores en gemas ("topacio, perla, rubí etc"); mientras que el blasón de un hidalgo se
describía con colores: "Oro y plata, gules, azur...".

Más, de toda esta mística de los metales y de los astros nacida en su mayor parte de la sublimación de los
aerolitos, que originaría entre otros muchos misterios los de la alquimia. Nació uno de los amuletos más
extraños contra la mala suerte y que curiosamente es uno de los más comunes en todas las civilizaciones.
Hablamos de las Piedras del Rayo, que no son más que pequeñas lascas, puntas de flecha o hachillas en
piedra (talladas o pulimentadas) principalmente neolíticas o paleolíticas, que se tuvieron como
igualmente caidas del cielo. De tal manera en casi todas las civilizaciones se denominan a estas, "piedras
del trueno·" (hijas de la tormenta o del rayo) y sin nexo común entre las diferentes culturas que las
divinizaron, fueron adoradas prácticamente en todo el Planeta. Desde Japón (donde las denominan
"piedras del trueno") (6) hasta la India y Filipinas, pasando por Siberia y Suecia, Grecia y Roma, tanto
como en Borneo; o entre las culturas precolombinas, fueron estas consideradas sacras y venidas del
Cosmos. En España (concretamente) dice el saber popular que tales "piedras del rayo" al caer con el
relámpago, se introducen en la tierra siete metros y que cada año van emergiendo un metro hacia la
superficie, para llegar a salir a la luz un septenio después. Sobre las propiedades mágicas que se les
atribuyen en nuestro país, hay infinidad de teorías, pero sobre todo sirven para evitar que nos caiga el
rayo (encima o en casa) y fundamentalmente para curar enfermedades y protegerse del aojamiento, tanto
como para fertilizar el campo.

El origen de tal mito y la costumbre que venera estas hachitas de piedra, afirmando que son un envío del
cielo con propiedades mágicas, a nuestro parecer se relaciona plenamente con los principios de la
metalurgia (que hemos venido exponiendo anteriormente). Mitos que nacen de la adoración al fuego y
sobre todo a los aerolitos; meteoritos en los que pudieron sacar los primeros metales. Por su parte, tales
"piedras del rayo", sin duda se relacionaban con el culto a las armas (como protector de la comunidad) y
con ello es en algún modo una precaria "lanza de Zeus" o "el Pallas" de Atenea, al igual que un "martillo
Thor", que en sí mismo representa sin lugar a duda la bifaz sagrada (hacha doble, atributo común de las
deidades de la tormenta en el Oriente Mediterraneo y en Europa). Algo que de nuevo nos llevaría hasta
el Labrys o la bipenna, que se adoraba en el Laberinto de Cnossos; y que como ya dijimos en sí misma era
la representación del metal (del culto a los metales y a las armas que nos protegían). Hecho este que de
nuevo nos hace regresar hasta El Tesoro de El Carambolo, del que ya vimos como su pectoral tenía forma
de "lingote Keftiu", que igualmente simbolizaba y significaba el "Labrys" cretense; el hacha bifaz minoica
que presidía la gran sala del palacio de Creta (y al que daba su nombre: Labryntos)

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, detalle del retrato del rey
Salomón pintado por Pedro Berruguete hacia 1494, para la predela del retablo de la iglesia de Santa
Eulalia, en Paredes de Nava (templo al que agradecemos nos permita divulgar la imagen). En este cuadro
podemos ver la profusión de joyas, pedrería y abalorios con los que viste Berruguete al rey Salomón;
quien está coronado por un gran cristal de rubí de proporciones desmesuradas. Pese a ello, en la época
en que este cuadro se pinta aún aquellas joyas y gemas contenían un significado mágico importantísimo,
teniéndose no solo como atributos de poder, sinó creyendo que llegaban a curar enfermedades o a alejar
la mala suerte de aquel que las lucía.

Como decíamos hasta la heráldica estaba dominada por estas teorías relacionadas con la alquimia, y tal
como antes comentábamos. Así, para describir las armas de un hidalgo en las que apareciera: Un león
rampante de oro (amarillo), en campo de gules (rojo), bordura de sinople (verde); fajado en sable
(negro) y plata (blanco). Si el mismo blasón era de un noble, habían de referirlo como: León rampante de
topacio, en campo de rubí, bordura de esmeralda; fajado de diamante y perla. Mientras que si se trataba
del escudo de un rey se decía: León rampante en Sol, en campo de Marte, Bordura de Mercurio; fajado de
Saturno y Luna. Viendo en todo ello, como la mística que unía los metales, los minerales y el Cosmos,
hacía ver la protección y diferencia entre el monarca, los nobles, y los súbditos del reino.
En la foto inferior: Dos Piedras del Rayo, imagen tomada del libro "Enseres", editado por el museo
Etnográfico de Castilla y León (7). Dichos talismanes, que en su mayoría se tratan de hachas líticas, son
comunes en casi todas las culturas del planeta. Ello quizás porque hasta el siglo XVIII, no se dijo y expuso
que se trataba de armas y utensilios fabricados en piedra, en épocas o lugares en los que el hombre no
conocía los metales. Las múltiples propiedades curativas que se atribuyen a las piedras del rayo, solo son
comparables en su variedad y número a los lugares en las que estas hachitas y puntas de flecha, son
veneradas (colgadas al cuello, o llevadas en el bolsillo, como amuletos). A nuestro parecer, se relacionan
plenamente con el culto al hacha doble de Creta, tanto como con el martillo, la bifaz o la lanza del
relámpago, que portan las deidades de la tormenta.

Pero continuando con la Piedra del Rayo y para ir concluyendo la presente entrada, diremos que aquella
tiene su razón de ser en un hecho cierto, producido por el relámpago. Este es la creación de "fulgitas", o
piedras vítreas, que se forman cuando un relámpago cae sobre una zona rica en sílices; provocando la
solidificación de una pequeña placa (allí donde toca con miles de voltios). Formando a veces el potente
rayo al solidificar las arenas, "una piedrecita" alargada y delgada (similar en tamaño y forma a la concha
esqueleto de una sepia, pero de color tostado). Estas "fulgitas" en verdad se parecen en algo a las hachas
liteas y quizás por ello, en épocas en las que no se supuso que el hombre luchó y labró con herramientas
de piedra, se pensó que las bifaces paleolíticas, o neolíticas (pulidas o talladas), eran producidas o
enviadas por el rayo. Relámpago veneradísimo en la Antigüedad, tanto que de tocar en un árbol o en un
suelo, aquel quedaba marcado como sagrado. Siendo en Roma costumbre normal, cercar el área en la que
el relámpago había caido, creando allí un pequeño templete que se distinguía con escaloncitos y un
murete redondo, al que llamaban "puteal" (de pensar = putare). Probablemente, el origen de tal rito se
remonte al hecho de que el rayo es atraído por los metales -una circunstancia sabida desde los templos
más remotos (8)- de lo que en aquellos sitios donde tocara el relámpago posiblemente eran muy ricos en
hierro, cobre (u otros minerales de mayor valor); por lo que habrían de marcarse.

Sea como fuere, parece inevitable concluir que el rayo y los aerolitos están muy identificados como
fenómenos comunes de fuego-cielo, metal y hacha bipenna; tanto como plenamente relacionados con la
luz y el cosmos. Circunstancias que de seguro hicieron ver en las "piedras del rayo" algo semejante a lo
que se consideraban los meteoritos: Trozos de estrellas, o hijas del trueno, regaladas por el "dios del
Cosmos". Hechos como estos que hicieron considerar a los metales igualmente procedentes del Universo
(un regalo de las divinidades) y convirtieron al aerolito y al rayo (junto a los minerales y gemas preciosas)
como potadores de un valor secreto, mistérico y mágico. Algo que no solo explica su enorme apreciación,
sinó también la necesidad de llevarlos encima, o colgarlos en lugar preferente, para estar protegidos de
las enfermedades, de la mala suerte, de los aojos y hasta de las envidias (aunque pudiera parecernos lo
contrario, puesto que ir cargado de joyas hubiera de ser más bien un motivo de generarla...). Todo ello
explica no solo el valor histórico del oro, la plata y las gemas desde la antigüedad, sinó fundamentalmente
su inseparable relación con el mundo de las religiones y de la magia, concediéndoles unos atributos
divinos. Lo que además, nos hace entender por qué hasta hace muy pocos años, aún en zonas altas de la
Ruta de la Plata las mujeres de Cáceres, Salamanca o Zamora, a diario iban cargadas de pedrería y joyas,
incluso para asistir al trabajo del campo. Algo que se conservó en un lugar de España donde parece que el
valor mágico de la joyería consiguió mantanerse durante milenios, por lo que en las ceremonias (hombres
y mujeres) lucían valiosos ajuares de oro y plata, compuestos en ellas por collares repletos de abalorios,
dijes y amuletos. Todos tan parecidos en significado y diseño a los que hubo ya en el Mediterraneo desde
hace más de cuatro mil años, que nos debe hacer reflexionar sobre cómo vestirían y vivirían los ibéros y
los hispanorromanos.

Para finalizar esta entrada añadiremos que tal como fuimos indicando, el culto a los aerolitos y a las
hachas bipennas es común y ancestral en todas las religiones. Especialmente en las de Oriente Medio, Asia
Menor, Europa Antigua y el Mediterráneo; donde son innumerables los casos de adoración a meteoritos, o a
deidades relacionadas con las fuerzas naturales que portan un hacha, una lanza o un martillo (como figura
del rayo, del fuego y la luz ). Siendo especialmente destacable el caso del Júpiter Lápidus en la Antigua
Roma; bifaz petrea guardada con celo en el Capitolio y que se tenía por uno de los objetos más sagrados
en el Lacio. Forma de Júpiter que se entendía como "Padre de la Unión" (Iu-Pater) representado en un
piedra pulimentada con forma de bipenna (hacha litea), sobre -la que se decía- debía jurar su cargo todo
gran mandatario romano. Conformándose el juramento más sagrado en la fórmula de prometer por aquel
"padre de todos pétreo" (Júpiter Lápidus); algo que sin duda se relaciona con el culto a los aerolitos y
sobre todo con el de las "piedras del rayo", debido a que este dios supremo romano era sobre todo la
deidad de la tormenta y el relámpago.

Como colofón a cuanto hemos ido exponiendo, añadimos que en el día de hoy (seis de enero) se celebra la
fiesta de la Epifanía, que precisamente recuerda el dia en que los Magos de Oriente se acercan a adorar a
Jesús, siguiendo una "estrella". Sabemos que "magos" es la voz con la que se designaba a los sacerdotes
mesopotámicos (astrónomos-astrólogos); por lo que es muy llamativa la historia cuando narra que aquellos
encontraron al recién nacido de María, gracias a una estrella errante que les guía. No deseamos entrar en
especulaciones sobre astronomía y fechas, ni menos hablar sobre cometas ni hechos cósmicos, que quizás
solo desvirtúan el verdadero valor del texto bíblico. Puesto que la importancia de todo aquello quizás
radica en el hecho de que estos "magos de oriente" (adoradores de los fenómenos celestes), pasan a dar
culto a un recien nacido. Algo que precisamente en el día de hoy explicaba el Papa Benedicto exponiendo
en su homilía sobre la Epifanía, que la estrella fugaz, era el propio Cristo (al que siguieron los "magos"), lo
que quizás explica la verdadera situación religiosa de aquellos tiempos, cuando muchos de los que rendían
culto a las estrellas pasaron a adorar al hombre (al hijo de Dios).

JUNTO A ESTAS LINEAS: Labrys (hacha votiva) cretense procedente del


santuario de Archalokori, fechada hacia el siglo XVIII a.C. Abajo, una vasija minoica de igual datación
(objetos ambos del museo del Heracleion, al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). En la
crátera cerámica vemos también el dibujo de esta bipenna que dio nombre al palacio de Minos en Cnosos
(Laberinthos). En nuestra teoría estas bifaces se relacionan con el culto al aerolito y al rayo; procediendo
del rito solar que relaciona el calor (el fuego y la fragua) con los metales, tanto como el rayo y el
meteorito con aquellos. Es este hacha doble también el probable "segundo origen" del lingote keftiu,
puesto que además de simbolizar la piel de bovino (primer significado del lingote), seguramente aludía
también al arma sagrada Labrys (como instrumento de metal, herramienta y hasta como valor moneda).
Ello nos lleva a relacionarla con el Vellocino de Oro, que de manera igual al Labrys, colgaba de un árbol
(vástago) en el palacio del rey del cobre (La Cólquida en el caso del Toisón). Uniendo así el símbolo de
piel (de bovino o becerro) con el de pecunia y este con el de metal o hacha, que hubo de ser una de las
más antiguas monedas.
CITAS:

(1) Para ampliar más estos conceptos, ver nuestra entrada sobre Tubalcain y la interpretación de los pueblos cainitas en El Antiguo
Testamento
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com/2011/05/lo-invisible-en-la-mitologia-el.html

(2) Jose MA. Dominguez Moreno CULTOS DE LA FERTILIDAD EN EXTREMADURA -Capítulo I- (Ed. Junta de Extremadura, Mérida 1987)

(3) Foto tomada del blog:


http://www.mundobonsai.net/t451-meteorito-ferrico-campo-del-cielo

(4) Significado calendárico del Tesoro de El Carambolo en nuestra entrada: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com/2011/07/1-


6_19.html

 
(5) FiguraXIII, pag. 20, LA BELLEZA QUE PROTEGE; Carlos Piñel. Zamora 1998

(6) Ver la entrada anterior, donde recogemos la imagen de dos puntas de flecha votivas del periodo Jomo, que se tienen por piedras
del trueno japonesas.

(7) ENSERES (Página.209) Exposición del Museo Etnográfico de Castilla y León comisariada por Carlos Piñel y Joaquín Díaz. (Zamora
2003)

(8) Pese a que hasta hace algo más de doscientos años, no se consiguió demostrar que la elecricidad del relámpago se podía atraer
hacía una punta de metal y llevar por un conducto metálico, derivándolo hacia un pozo (pararayos inventado por Frankling); casi
todos los pueblos han observado como la tormenta cae sobre los árboles o sobre las piezas de metal. Tanto era así que Barandiarán
en numerosas ocasiones habla de cómo los aldeanos vascos tenían por costumbre ancestral, colocar los aperos de labranza (en
especial la hoz) frente a sus casas, colgadas de árboles y en épocas de tormentas; para protegerse de aquellas con esos talismanes.
"Amuletos" que puestos fuera de la casa y en alto, podemos entender que no eran ineficaces, por cuanto atraerían el rayo, evitando
que cayera sobre el tejado de la casa.
Mercurio dios del comercio y la prosperidad. (de Lo invisible en
la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo.
Parte XXXIV).
Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé
en TARTESSOS Y LO INVISIBLE EN EL ARTE (14/01/2012)

Esta entrada es continuación de las diez anteriores. Recomendándose la lectura previa de aquellas que le preceden, para
una comprensión plena de cuanto exponemos en ella.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, portada del libro de Jose Ma.
Domínguez Moreno en el que trata sobre los cultos de fertilidad en Extremadura que aún en nuestros años perviven (1).
En la imágen, observamos la danza ritual de San Blas, que se lleva a cabo cada dos de Febrero en Nuñomoral, para
invocar la "venida de la cigüeña" y la llegada de neonatos al pueblo. Ritos de fecundación que comienzan desde estas
fechas de Enero, donde tras la Navidad y el Año Nuevo se celebran diferentes fiestas (muchas de origen profano) como
bienvenida al ciclo anual. Doce meses que se renuevan y que de algún modo se simbolizan en los recién nacidos y en
los niños que vendrán durante este año próximo, a los que se rinde culto en diversas festividades (cristianas o
paganas). Por todo ello, ya desde las primeras semanas de este mes, comienzan las distintas celebraciones cuyo
recuerdo es la antigua invocación a la fertilidad y a las buenas cosechas para el futuro ciclo agrario.

Siendo quizás los primeros "Carnavales" de Europa, las mascaradas que en estos dias ya se llevan a cabo en algunas
localidades de Cantabria (como "La Vijanera"). Aunque en muchas otras zonas de montaña peninsulares, se conserva
todavía el ritual de celebrarlos para el mismo Solsticio -durante el dia de Navidad-. Tal como sucede en Tras os
Montes (Portugal), en Zamora y Sur de Galicia; donde desde mediados de Diciembre se disfrazan y realizan
festividades profanas que se relacionan con los ritos paganos más antiguos de Europa. Recuerdo sin duda de las
Saturnales romanas, o de los cultos solares, que aglutinaron esas adoraciones ancestrales llevados a cabo en esos días
de nuestra Navidad.

Celebraciones a veces orgiásticas y de fecundidad, de exaltación al vino y a la fertilidad -dedicadas a Saturno-, que
tras la difusión del mitraismo en Roma, fueron trasladadas a las semanas de los Idus de Marzo, por tener un carácter
"inmoral y obsceno". Llevándo las Saturnales hasta el comienzo de año del horóscopo (Aries), cuando se celebraban
los ritos agrarios con gran sentido "fecundante"; días que hoy se corresponden -aproximadamente- a los de nuestro
Carnaval. Esa modificación de fechas otorgó un "sentido más serio" y no tan marcadamente sexual al fin de año
calendárico. Igualmente, el 25 de Diciembre (día más corto en el que renacía el Sol: Mitra) se celebraba entre los
latinos con la fiesta de "Sol Invicto". Aunque que desde el siglo IV ya la "noche más larga", se instituye como la del
nacimiento de Cristo, para unificar el culto a Mitra con la figura histórica de Jesús de Nazaret (tras reconocer el
Imperio la fílosofía cristiana, como religión oficial de Roma).

ABAJO: Imagen tomada del mismo libro (página 4), en la que podemos ver un pequeño horno del llamado "tipo
árabe"; que consiste en una cámara superior y un habitáculo inferior donde se coloca la leña -habiendo sido este tipo
de "ingenios" el medio común para cocer la cerámica, hasta la llegada del sistema eléctrico-. Junto la foto y en su pié,
Domínguez Moreno escribe: "Los hornos en muchas culturas se han asimilado al vientre materno. A principio de siglo,
todavía `las machorras´ de la región se metían por instantes en el horno para recibir el calor del fuego que las hacía
fecundas". Rito curioso de fertilidad llevado a cabo hasta no hace mucho en Extremadura y que une claramente el
significado del calor como fuente de vigor, con el del fuego, como transmutador y generador de vida. Conceptos de los
que nació la idea que asimilaba el horno al útero materno.

Habíamos visto ya en la entrada anterior la unión que había en la Antigüedad entre la joyería -o los abalorios-, con el
mundo místico. Hechos sobrenaturales y objetos de adorno que se relacionaban habida cuenta de que gran parte de las
culturas (las más remotas), consideraban que el metal, tanto como las gemas, pudieron "llegar" o "caer" desde el cielo.
Ello, debido a que la metalurgia en algunas de las antiguas civilizaciones nació gracias al estudio de los meteoritos; trás
recogerlos, adorarlos o introducirlos en las hogueras. Aerolitos que se fundían o reventaban al contacto con el calor,
dejando ver claramente a quienes los ponían en las brasas, la transformación mineral de los metales, a través del fuego.
Hechos estos que se relacionaban plenamente con los misterios de la nutrición y de la vida; ya que los alimentos
igualmente se transforman en las cocinas -tras asar los vegetales, pescados o carnes, cambiando completamente de
forma, aspecto, sabores, o en su aporte proteínico y vitamínico-. Siendo también el fuego lo que genera la modificación
del barro hasta cerámica. Hechos que explican la idea y el por qué en muchas civilizaciones se considera que el hombre
fué creado desde el barro modelado. Ello como una sublimación del pasado, relatándonos que la cultura se inicia con el
dominio del calor (en el horno), con la cerámica y posteriormente con la aparición de los metales.

Todo lo que llevó a identificar a las matronas con la metalurgia; madres e hijas que trabajaban con el fuego desde las
Edades más antiguas (como alfareras o cocineras) y durante un tiempo en el que se adoraba a una "diosa madre"
-fundamentalmente-. Por lo que desde aquella ancestral época, nació la idea que concebía a la mujer con una capacidad
para crear y transformar los minerales de manera mágica -en sus cocinas o en sus hornos-. De un modo similar a como
lo hacía con la comida y de forma semejante a lo que realizaba en su vientre: Creando vida desde la nada (del "calor"
humano). Cuanto decimos, derivó hacia una mitología que identificaba el útero materno con el propio fuego, tanto
como a la matriz creadora de metales, con la de una madre generadora de vida. Llegando a ser finalmente la palabra
"hogar" una voz nacida del fuego (como "fogar", que procede del griego "faio" ). De donde se origina nuestra idea
del "hogar" doméstico y de chimenea, cuya etimología está en la "hoguera" del Sol (centro generador de vida).

Así fue como la diosa del fuego que mantenía la casa viva -Vesta o Hestia-, se consideró la divinidad protectora del
mundo doméstico. Ello en recuerdo a la "diosa madre", que en Anatolia y desde el II milenio se adoraba en la forma de
un meteorito, como idea del fuego y el metal enviado por los dioses. Terminando por personificarse aquel aerolito
sagrado en Roma con Cibeles; divinidad que presidía y daba nombre a la "civilización" -tanto como su antecesora
Hestia en griego significó "él calor" (de la familia, del hogar, del Sol o de la Luna), terminando por nombrarse así al
verano: El Estío-. Pero a su vez, la divina Hestia, era la esposa del señor del "fuego masculino"; aquel que de algún
modo fuera una deidad solar, representada en los volcanes, cuyo nombre fué entre los griegos: Hefaistos. Palabra que
une "Hestia" con la "hoguera" (Hestia+faio=Hefaistos) y dios al que los romanos apodaron como Vulcanos. Voz de
origen semítico -a nuestro entender- y que deriva seguramente de palabras cercanas a Cain o Tubalcain; como
deformación de "Ul-Cainus", "Tub-ul-Cain" y que entre los hebreos señalaba a los pueblos adoradores del metal (del
Vulcano).

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Sobre estas lineas (al lado): De nuevo traemos
la foto tomada del libro ENSERES (4) -Catálogo del Museo Etnográfico de Castilla y León- para recordar los
diferentes abalorios usados contra el Mal de Ojo y la Esterilidad en la zona alta de la Ruta de la Plata. Llamando la
atención que casi todas son "higas" -objetos en forma de puño- o cuernos y astas (habiendo tan solo una con forma
redonda, aunque esta que es la primera a la izquierda guarda mucha semejanza con el "ojo del Nazar" -pese a que en
su interior contenga una medalla de Santa Elena-). Durante esta entrada trataremos de nuevo sobre el significado de
aquellos en día de hoy, tanto como durante los más de cinco mil años de historia que tienen esos amuletos
apotropaicos.

Abajo: Foto tomada del blog del joyero Luis Méndez, quien continúa un taller familiar en el que se crea todavía
"orfebrería clásica" del Norte de la Ruta de la Plata. Joyas cuyo parecido con las alhajas ibéricas, tartessias o fenicias
(con dos o tres mil años de antigüedad) es asombroso. Impresionando este hecho más cuando vemos que desde el siglo
XVII y XVIII se hacían exactamente iguales. Pese a que hasta hace apenas cien años no se habían hallado, estudiado,
ni apenas se conocía la orfebrería de la Hispania prerromana. En la imagen que mostramos, de principios del siglo
pasado, vemos a una pareja de charros (matrimonio salmantino) posiblemente engalanados para la boda -o ceremonia
de importancia-. Observemos dos detalles interesantes, como son: La gran cantidad de collares que luce la mujer,
quien va prácticamente cubierta por vueltas de cuentas en oro y plata, entre las que se ven infinidad de medallas,
escapularios religiosos y talismanes (profanos). Al igual que él porta en su cuello un colgante muy similar al que
llevaba todo romano hace dos mil años, llamado entre los latinos "bulla". Amuleto o adorno que nosotros hemos
querido denominar "bolla" (como síncresis entre la "bola" y "la boya"); puesto que en tierras de Zamora y de
Salamanca se denominan a estos colgantes "bolas" o "avellanas" y se tienen como talismanes que actúan contra el mal
fario.

Pese a que Hefaistos-Vulcano era el dios de la fragua, donde se fabricaban los aperos, las herramientas y sobre todo las
armas. Hestia (o Vesta) siguió siendo la diosa del fuego más puro, que se simbolizaba en la llama sagrada y eterna.
Aquella "luz de hoguera" que se conservaba en Roma en un pebetero sacro, que jamás podía apagarse, custodiado por
las hijas de las familias más nobles. Sacerdotisas de la Hestia romana, que se recluían en el famoso templo de Vesta y
quienes tenían carácter divino; debiendo servir a la diosa del calor por más de cuarenta años (manteneniéndose en
virginidad). Lugar que dirigía, vigilaba y regentaba directamente el sumo sacerdote (cargo que normalmente era
ocupado por el mismo emperador); en el templo donde se guardaba además del fuego vestal, el agua de su fuente
sagrada y una enorme escultura con forma de falo (que presidía el atrio de aquel recinto). No vamos a tratar ahora sobre
el significado de esa estatua del pene sacro que custodiaban las vírgenes de Vesta, aunque parece que su significado está
plenamente unido al del dios egipcio Osiris (tanto como a los cultos solares, relacionados igualmente con la divinidad
agraria del Nilo: Minu). Aunque sí diremos que la importancia de unir el culto al fuego con el del falo, nuevamente nos
llevan a ritos de metalurgia y de forja; donde se conciben los aperos de labranza y las armas como el miembro viril.
Herramientas del agricultor hechas en metal que se introducen el la tierra y la fecundan; tanto como las armas que se
"clavan" en el cuerpo más débil, "transformándolo" (dando o quitando la vida).

Aunque lo más importante de cuanto narramos sobre Vesta es la preponderancia de una diosa en el culto a la hoguera;
algo que creemos simbolizaba o reconocía que aunque Vulcano -Hefaistos-, fuera el forjador (un hombre). Los ritos de
aquellas guardianas de la hoguera sagrada manifestaban que las mujeres habían descubierto "los misterios" del fuego y
sus propiedades mágicas sobre los minerales. Transmitiendo a la Sociedad los secretos de la alimentación, de la
cerámica y de la metalurgia. Unas matronas, que en el final de Neolítico y tras años de experimentación en sus cocinas
o en sus hornos, iniciaron la nueva Era; sacando a la humanidad de la Edad de Piedra (al descubrir el fundido del cobre
y posteriormente el del Bronce).

De todo lo expuesto, nos será fácil comprender por qué las mujeres -que hallaron la fundición-, hubieron de ser también
las que fabricarían las primeras joyas (en piedras y metales). Tanto como partiendo de esta idea, nos será sencillo
entender el sentido inicial que dieron a aquellos abalorios semisagrados que se colgaban. Unos creados con el fin de
atraer al hombre o embellecerse; pero muchos hechos con un significado fundamentalmente mágico -para protegerse-.
Aunque en la mayoría de los casos la orfebrería se hizo para distinguirse del resto de las personas (como atributos de
poder y de belleza). Siendo un hecho cierto el de que los reyes o los sacerdotes -tanto como las mujeres- tuvieron un
mayor poder sobre los subordinados -o sobre quienes les rodeaban- gracias a lucir determinadas joyas muy lamativas y
"deslumbrantes".

De tal manera, fue común que los monarcas, los nobles o el alto clero, hubiera de llevar alhajas y atributos en oro y
gemas; para conseguir que sus súbditos o fieles les rindieran mayor crédito y pleitesía. Aunque pese a esta función
"mágico-religiosa" y de prestigio, en el uso piedras y metales sobre el cuerpo siempre hubo de existir un fin primordial,
al sentirse el poseedor "superior y más atractivo". Por lo que verdaderamente y al menos entre las féminas, la joyería
tuvo más una finalidad de embellecer a aquellas que las portaban. Así, gracias a esta capacidad de hacerse más
atractivas a través de las alhajas, esos abalorios de nuevo adquirieron un diferente "carácter mágico": Como
"embrujadores" del hombre, quienes sin duda se deslumbran al verlas lucidas por una mujer (sobre todo si es bella).
Entendiéndose aquellos metales y gemas (enviados por los dioses), como un filtro de amor embrujador, o en cierto
modo, "talismanes" capaces de aumentar el rango de la fémina. Siendo un gran medio para conseguir que los hombres
tuvieran más deseos de acercarse a las que no eran "tan deseadas" (procreando y multiplicando su especie).

Estos hechos antes relatados, tanto como las indudables propiedades curativas que muchos metales y minerales
contienen (al contacto con el cuerpo humano o bien químicamente tratados) (2). Fue lo que finalmente hizo nacer "la
mística mágica" de las joyas. Ideas que consideraban las piedras preciosas, los minerales y los metales, como portadores
de unos poderes medicinales, apotropaicos, o bien sagrados, regalados por las divinidades. De este modo, ya desde la
Edad del Bronce los dijes, abalorios, collares, pulseras, coronas o torques, se tuvieron por objetos con un carácter
sobrenatural. Pero sobre todo se les concedían unas facultades protectoras y sanadoras. De ello que se introdujeran en
las tumbas, para acompañar al difunto a la "otra vida", para que actuaran en favor de los dioses al presentarse con ellas
el fallecido en el más allá, o para que ahuyentaran a los profanadores.

Carácteres que en nuestra opinión proceden de esos "dones" médicos que los minerales tienen para curar (3); algo de lo
que consideramos nacieron los escapularios, talismanes y los dijes mágicos. Y por todo cuanto venimos explicando, es
nuestra teoría que reacciones tales como la oxidación que la plata (o del bronce), pudieron ser los motivos por los que se
sacralizan los colgantes hechos en metal. Ello porque sus óxidos generan unos nitratos con capacidad de acabar con
ciertas bacterias (que transmiten enfermedades altamente contagiosas y de gran peligro). Esterilizando (de algún modo)
aquel óxido de plata, de cobre y de los minerales que colgamos en las joyas; la piel, los ojos y las zonas que nos
toquemos. Ello, tras haberse llevado las manos sobre una medalla (o el talismán), poníendolas a continuación en ciertas
zonas del cuerpo. Siendo de destacar la protección que pueden dar a los ojos y a las heridas estos óxidos, dado que áun
hoy se protegen con nitrato de plata de las enfermedades infecciosas. Por lo demás era sabido desde antiguo que la
"roña" del cobre igualmente desinfectaba heridas (o ayudaba a curar ciertas dolencias), tal como hubo de ser conocida la
capacidad de esterilizar que tiene el mercurio. Metal líquido cuyos vahos o en contacto con ciertas zonas del cuerpo
"abiertas", puede conseguir que sanen (de aquí el famoso mercurio-cromo tan usado sobre cualquier punto de
infección).

Por todo ello, gracias a esos óxidos y minerales "sanadores", tanto como a la capacidad que ciertos metales tienen al
ponerse sobre la piel, para generar un placebo en el cuerpo (eliminando ciertos dolores de las articulaciones y de los
huesos). Creemos que se llega a creer y a conferir "magia a las joyas", algo común en todas las civilizaciones. Ello en
base a unos poderes que se atribuyeron a las alhajas, concediéndoles unos fines curativos mucho mayores a los que
puedan tener, tanto como un significado social que llega a unirlos e identificarlos definitivamente con algunos poderes
(la corona, el cetro, el anillo sagrado etc). Algo debido también al "origen divino" de las gemas de valor, tanto como a
los metales preciosos; al pensarse que habían caido del cielo y eran enviados por los dioses. Todo ello porque -como
vimos-, en las Sociedades más arcaicas se consideraba que el oro, la plata, el hierro, el mercurio, el cobre, o el estaño;
eran partes de los planetas, venidos hasta la Tierra. Fragmentos del mismo Sol, de la Luna, de Marte, Mercurio o Venus;
caídos en el terreno a través de bolas de fuego (meteoritos con metales), que habían actuado como semillas en los
campos, fertilizándolos y haciendo nacer en ellos las vetas y las minas de "los minerales de los dioses". Por su parte, las
piedras preciosas además tener unos usos medicinales y curativos reconocidos por todo médico en la antigüedad,
también eran consideradas como "hijas de los astros" -De tal modo, ya vimos como el topacio antiguamente se tenía por
perteneciente al Sol, las perlas de la Luna, el rubí de Marte, la esmeralda de de Mercurio y etc.-.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, estatua de Hermes (Mercurio griego) en la


forma más antigua que se da ya en el siglo VI a.C.. Figurando este dios en estos cipos llamados Hermas, con forma
cuadrada o cónica, en cuyo centro del pilar se solía tallar un sexo masculino. Encima de este pedestal de carácter
fálico se situaba la cabeza del dios del comercio, que entre los helenos más bién se consideraba un mensajero o
protector de caminos y como tal una deidad benefactora, muy relacionada con la prosperidad, la fecundidad y la
fertilidad de la tierra (la estatua de la foto, pertenece al British Museum, al que agradecemos nos permita divulgar la
imagen de esta escultura hermáica fehada entorno al 520 a.C.). El origen de estos Herma se encuentra en un hecho
histórico referido a las vías helenas, que aún se conserva en algunos rituales europeos. Pues los griegos tenían por
costumbre marcar las encrucijadas de caminos con montones de piedras que arrojaban los viajeros (tal como se hace
en nuestros días en algunas rutas sagradas). Pero desde el 520 a.C. deciden sustituir esas pilas de piedrecitas
acumuladas en los cruces, por unas columnas en las que ponen la cabeza de un dios barbado (que pasa a llamarse
Herma, voz que en griego significa "pilastra"). De este hecho surge la deidad que más tarde se hace patrón de viajeros,
caminantes, comerciantes (y hasta de los ladrones).
Abajo: Bajorrelieve que representa Mercurio con el caduceo, escultura del Teatro de Sabrata (Libia) -perteneciente a
su pulpitum, sexta exedra-. En este relieve, vemos claramente al dios del comercio representado en su "forma romana"
y portando el Caduceo, atributo de esa divinidad latina, símbolo del acuerdo y del mercado; que se compone de dos
serpientes enroscadas entorno a una vara alada (mirándose de frente y manteniéndose "en paz"). Sobre el significado
del Caduceo, como estandarte del comercio, la sabiduría y el acuerdo -e incluso de la medicina-, trataremos en esta
entrada. En la que también hablamos del uso y significado del mercurio (metal) como elemento químico para depurar
y trabajar a la perfección el oro y la plata.

Si deseamos entender el significado de la compleja simbología de los minerales y del dios del mercado, habremos de
estudiar en primer lugar la función y el uso del mercurio como metal. Con lo que comprenderemos por qué este líquido
mineral se instituyó como símbolo del comercio (dando nombre en Roma al propio "mercado"). Habida cuenta que es la
"piedra de toque" para depurar y tratar toda fundición noble. De tal modo, el oro o la plata -y hasta el estaño-, debían
pasarse por la "decantación" del mercurio, ya que tras haber sido introducidos en este (o "lavados" con ese metal), se
conseguía obtenerlos totalmente puros. Esta facultad de "limpiador" de oro y plata, tanto como su capacidad incluso
para diluir los minerales nobles (sabido es que si se mezclan metales blandos en él, se licúan), le confirió al Hermes
griego el nombre de Mercurio.

Tanta era la importancia del ese "mineral líquido" en la metalurgia, que bastaba con moler piedras que contuvieran oro o
plata y luego pasar las arenas obtenidas por vapores de aquel (tocarla con mercurio), para obtener y separar en el
polvillo, los metales nobles hechos pepitas. Ello, como hemos dicho, le confería la categoría de "piedra de toque" para
conseguir mineral precioso en estado puro (tanto como para trabajarlos). Siendo tal su importancia, que las únicas minas
que comunmente carecían de autorización para ser explotadas por privados, solían ser las de mercurio. Tanto que
comunmente no se dejaba la obtención de este a particular alguno. Incluso quienes trabajaban en sus yacimientos, solían
empaquetar las extracciones en estado petreo para mandarlas a la metrópoli. Allí donde se refinaba y se obtenía de
aquellas piedras enviadas en bruto, el mercurio con el que se elaboraban los metales nobles. Ese fue el caso de
Almadén, donde toda roca de azogue que se recogía, se precintaba y sellaba, para mandarla hasta Roma; sin permitir
que ningún tercero las manipulase hasta que los funcionarios del Imperio la convirtieran en "metal líquido".

Pese a ello, este dios del mercado, antes de llegar a ser la importante deidad que fuera entre los latinos, sabemos que
tuvo sus orígenes en el "extraño" Hermes griego. Un dios de los caminos, cuyos comienzos y antecesores fueron las
deidades de la fertilidad y de la prosperidad más antiguas (por no decir arcaicas). Figuras muy relacionadas con la
semilla y las cosechas, que desde el II milenio gozaban ya de carácteres similares a los de Mercurio-Hermes. De tal
manera, vimos en anteriores entradas cómo el antecedente más primitivo de estas deidades greco-romanas hubo de ser
el dios egipcio de la fertilidad (llamado Minu -Min, o Menu-). Cuya imagen era la de un hombre con flagelo y de tez
oscura, coronado como faraón, desnudo e itifálico. Dijimos que aquel Minu simbolizaba los beneficiosos limos de la
inundación del Nilo (de color oscuro) en la figura de un faraón-agricultor deificado. Al igual que su falo erecto,
sublimaba la herramienta para sembrar (el arado o la azada); con la que se abría la tierra y se fecundaba. Itifalia que en
Egipto era sagrada, puesto que ya vimos como el pene era la parte perdida de Osiris, tras ser muerto y descuartizado
(que nunca fue hallado y su viuda -Isis-, concibió al hijo de ambos desde uno artificial creado por ella misma. Narración
del Nilo que esconde los misterios de la agricultura unidos a los de la concepción).

En referencia a todo ello, Heródoto nos habla de las fiestas en las que se rendía culto al falo en Egipto, comparándolas
con las celebraciones de Dionisos en Grecia. Comentando el gran parecido y significado entre los rituales, relacionados
en un lugar y otro con el deseo de fertilidad en las cosechas y en las familias (pese a que en el Nilo, aquellas contaban
con más dos mil años de antigüedad ya en los años de Heródoto). En la narración que el "padre de la Historia" realiza
sobre las llamadas "Faleforías", comenta como entre los nilotas se llevaba igualmente un gran pene de madera sobre
parihuelas,, aunque advierte que las procesiones en Egipto eran mucho más tristes y serias (5). Careciendo allí de coros
y danzas alrededor del falo sagrado -posiblemente porque aquel miembro venerado en el Imperio faraónico, era el
amputado de Osiris-. Hechos estos que ratifica Plutarco, afirmando que el dios del Sol, en el Nilo, era una divinidad
agraria, que se representaba por ello con su sexo erecto en relación a la virtud generadora y fecundadora de su luz -la
del astro rey-. Unos ritos que parece llegaron durante el I milenio a.C., desde el Imperio de los faraones hasta Grecia;
transformándose allí e integrándose sobremanera en esta sociedad egea. Estando muy influida toda la mitología helena
de hechos y divinidades semejantes a Minu y Osiris, quienes de algún modo son comparables a los dioses: Príapo y
Dionisos.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, busto del banquero romano Lucio Caeciluis Iocundus,
encargado por uno de sus sirvientes y hallado en su casa de Pompeya (actualmente en el Museo Nacional de Nápoles,
al que agradecemos nos permita divulgar su imagen). La cabeza se sitúa sobre una pilastra llamada Hermáica, que ya
dijimos consiste en un Herma; piedra fálica, que posteriormente se convierte en un cono y más tarde se talla en estas
columnas cuadradas (sobre las que se elevaba la cabeza del patrón del comercio). Posteriormente, cuando el dios
Hermes pasó a tener figura humana, como personaje con sombrero y bolsa; se instituye la costumbre de elevar los
retratos de ilustres ciudadanos sobre estas basas cuadrangulares ("Herma", del griego <= "pilar, columna baja,
o mojón"). Su origen quedó olvidado ya que procedía de los montones de piedras usadas para marcar los cruces, que
desde el siglo VI a.C. se sustituyen por estos pilares (labrabando a media altura la figura de un sexo masculino). Más
tarde cambia el uso en las vías de aquellas pilastras y pasan a usarse frente a las casas, en jardines o en las plazas,
como símbolo del dios lar. Terminando como simples basas para retratos, que en el caso de esta de Lucio Cecilio
Jocondo, está representado claramente al banquero como un dios Mercurio; tanto que en la parte baja de su escultura
podemos ver el sexo tallado sobre la pilastra.

Abajo: Siglos más tarde el dios del "Herma" (de la basa cuadrangular) pasó a tener figura humana y a representarse
como un personaje con sombrero de alas, bolsa y con capa y sandalias (a modo de un comerciante). En la imágen bajo
estas lineas ya vemos al Hermes heleno en la forma muy similar a la que le dieron en el Lacio, transformándolo en
Mercurio. Se trata de una placa de terracota del siglo IV a.C, hallada en Magna Grecia, en la que vemos al dios del
comercio junto a Afrodita en su carro tirado por el hijo de ambos (Herma-Afrodito); siendo muy importante que en el
bajorrelieve Hermes presente los atributos de Mercurio: Rostro barbado, sombrero (pétaso) y calzas. Por su parte, las
sandalias con alas son un símbolo de la "facilidad" para ir de un lado a otro -siendo destacable también que aquí el
dios presenta su sexo al desnudo y en forma priápica (aunque parece haber sido dañado el bajorrelieve en esta zona)-.

Como decimos, el nuevo dios Hermes debió nacer tras el 520 a.C. cuando al busto que custodiaba las encrucijadas
(Herma=mojón), se le concedió y creó una mitología propia. Pronto fue "unido" a Afrodita y de ambos nace un ser
"extraño" que terminaría llevando el nombre de los padres: Herma-Afrodita. Este que se considera el primer transexual
de la Historia, parece que contiene los "misterios" antiguos sobre la fecundación, de lo que se puede considerar nos
habla de las comadronas, que no pudiendo tener hijos -por carecer de amante o por ser estéril su marido-; pedían a otras
que les fecundaran (pasándoles simiente de un hombre fértil, tras haber copulado las segundas con uno fértil). De ello
que su nombre se relacione con la diosa de la belleza "Afrodita" y el pilar fálico "Herma"; siendo igualmente la figura
"idealizada para los helenos" del hombre que atrae a otro, como si de una mujer se tratara (pese a tener "herma" =
"pilastra"... -por no escribir "pilila"-) .

Todo cuanto vamos relatando hizo sin duda identificar al nuevo dios Hermes con otros mucho más arcaicos, cuyos
atributos y funciones se parecían, pero ya como deidades del sexo. Nos referimos concretamente a los que cuidaban del
campo o de las cosechas, y en especial a Príapo; que también se representaba en los mojones que marcaban las lindes de
las propiedades. Siendo este Príapo una deidad que conseguía que los extraños no pasaran a tierras ajenas; ello gracias a
que se señalaban las propiedades con esas piedras hincadas (de forma también fálica), en donde era representado este
dios de la lujuria. Por todo aquello el heredero directo del Minu egipcio en la hélade, fue este Príapo; del que sabemos
que se trataba de un hijo de Afrodita. Diosa que lo abandona a los pastores, por la vergüenza que produjo a la madre ver
la deformación de su descomunal miembro viril, tras parirlo. Aquel niño fué recogido y criado entre las gentes del
monte, que le llamaron "Briaepos", cuyo significado en griego era "ahuyentador"; pues se decía que la imagen de su
tremendo falo hacía huir a los malos espíritus, a las peores cosechas, a la esterilidad y al infortunio (principalmente de
los campos). De ello que en las procesiones donde se le veneraba, hubiera todo tipo de matracas, tambores, gran
alboroto y griterío; con el fin de espantar malvados hados.

Pero en verdad el origen y ritual de aquel dios del gran pene, provenía igualmente de las marcas en las lindes, que se
señalaban con mojones; piedras en forma de falo, semejantes a un cipo (relacionadas con la deformación del Hijo de
Afrodita). De tal manera, como en la Hélade era costumbre desde los tiempos más remotos poner aquellas señales
pétreas con el fin de que nadie las traspasara. Consideron que esos mojones (parecidos a un gran pene), eran los que
conseguían ahuyentar a los malvados y a los extraños de los terrenos. Así se tuvo al dios Príapo como el mayor
protector de las cosechas y de los campos. Naciendo de aquellos cipos hincados en la tierra, toda una mitología
relacionada con el sexo, que presidía los rituales de fertilidad y fecundidad dedicados al dios hijo de Afrodita.
Celebrando en su honor fiestas orgiásticas y obscenas, para favorecer la buena cosecha y la protección de los campos;
festivales que se mantuvieron seguramente en ritos muy semejantes a los que conservan nuestros Carnavales
("procesiones carnales", igualmente celebradas desde principio del año -calendárico o zodiacal-).

De tal modo, aquellos marcadores de las "lindes priápicas" se debieron identificar con los que se pusieron en los
caminos a fines del siglo VI a.C.; por lo que el "nuevo" Hermes, heredó muchos de los caracteres del dios deformado.
Sustituyendo en gran parte a Príapo en algunas de sus funciones y atributos. Tanto que el típico pilar que los helenos
tenian frente a sus casas que se sabía era un falo priápico, venerado como dios guardián o para evitar el aojo (a veces
hecho en piedra y otras en madera de higuera). Pasó a ser considerado finalmente como un Hermes. Consiguiendo que
este dios pasara a ser el de los camino y el comercio; tanto como más tarde lo fue el de la buena suerte (por afinidad e
identificación con el falo); logrando identificarse el Mercurio heleno finalmente con el protector de los hogares,
sustituyendo al pene (columna de Príapo) que cuidaba las casas.

Aunque antes de llegar a conformarse el dios Hermes, aquel "Priapo" figurado en un pedrusco con forma cónica,
también tuvo diferentes transformaciones, procesos y deidades afines. El primer y más cercano "antecesor" fue el dios
Pan, que "guardaba" y atacaba en los bosques. Sátiro cuyo mito se relacionaba con la ley que permitía detener a
cualquier extranjero -o extraño- que merodease por tus tierras (habiendo pasado una linde, o que no respetara los
mojones). Teóricamente aquella detención permitida por encontrarse en campo ajeno, era para poner al extraño ante un
Consejo para que le juzgaran. Precepto que muchas veces no se cumplía tal como se dictaminó, ya que en la
Antigüedad lo más común es que se limitaran a detener y dar muerte a todo aquel que atravesara tierras marcadas (o que
apereciera en un lugar ajeno, sin tener permiso de los propietarios -sobre todo si este era un poderoso-). Una costumbre
era terrible y bárbara, pero nacida para salvaguardar cosechas y los bosques de los enemigos (que comunmente
provocaban incendios). Tanto como para protegerse de los ajenos al grupo, quienes podía robar o destruir los cultivos y
los frutos, de los que dependían las "polis".

De tal manera, parece ser que la misión de la custodia libre del campo quedaba en gran parte en manos de los pastores y
cazadores (gentes que no estaban "muy civilizadas", ni integradas en las "polis"). A quienes los agricultores y
propietarios de los terrenos les dejaban cazar, pastar y ramonear en sus bosques, a cambio de que "eliminasen" a todo
intruso y evitaran la entrada de estos en sus cultivos. De esta costumbre muy extendida en el Mundo Antiguo
seguramente nació la figura del dios Pan, tan relacionado con Príapo por ser su culto igualmente fálico por nacer de las
marcas o lindes de terrenos. Aunque el segundo se representaba por un hombre mitad bestia (con patas, rabo y cuernos
de cabra), de una insaciable voracidad sexual y que vivía escondido en los bosques, asaltando a los caminantes.

Un Pan o Fauno, que personificaba a los individuos más aculturados o incívicos de la Sociedad; significando a su vez el
estado semisalvaje del hombre, antes de vivir en las "polis". Por lo que se le imaginaba un humano mezclado con
ganado, a la vez que su comportamiento era irrefrenable (como sátiro violador y asesino). Figura que recuerda a los
que en época greco-romana vivían en los campos (ajenos al mundo de la civilización), permaneciendo casi en estado
salvaje. A quienes "usaban" para guardar los cultivos y los bosques de los intrusos; permitiéndoseles vivir en esos
campos, cazando o pastoreando, a cambio de que detuvieran (mataran o asaltaran) a todo extraño que sobrepasara los
mojones de las lindes.

Mito y figura del dios Pan, que tanto ha inspirado los diseños del demonio (hasta en el Cristianismo); debido a que este
sátiro de los bosques era famoso por atacar y violar inmunemente a cuantos cruzaban los campos. Produciendo entre los
antiguos su aparición un terrible miedo ("pánico" = "pavor"), impidiendo ese horror hacia él, que las gentes fueran a
robar los cultivos, o a cazar en montes ajenos. Ya que cuando las mujeres y hombres intuían que por aquellos
lugares existían "cuidadores" (Faunos), sabían que podían a ser atacados por ese "sátiro diablo"; quien violaba, mataba
y hasta despellejaba impunemente a los que se cruzaban en su camino. De ello que quizás los que tenían como misión
guardar los campos, tocasen la famosa flauta para alejar a los intrusos; lo que debió generar el mito que narra como
cuando Pan hacía sonar su "sirinx", se producía el "pánico" -y por lo que hemos visto, aquel dios y su zampona no era
más que la personificación de los ajenos a la "polis" que vivían en las montañas, cuidando para que nadie sobrepasara
las lindes (marcadas con los "hermas")-.

De cuanto vamos narrando hubo de nacer la costumbre de cuidarse muy bien por respetar las marcas de mojones, de lo
que aquel pedestal con forma fálica (el de Hermes o el de Príapo), verdaderamente ahuyentaba todo mal de los campos.
El primero porque señalaba los caminos y el segundo porque marcaba por dónde se podía andar sin peligros. Más tarde,
parece que se debió de dar forma perfecta y cuadrada a aquellos pedestales, grabando en ellos el bajorrelieve de un sexo
masculino. Coronando finalmente estos pilares con la cabeza de un dios barbado. Hermes que ya hemos
visto fue colocado desde el siglo VI a.C. en las encrucijadas de carreteras, para fomentar el mercado y desear el buen
viaje. Por lo que aquel "nuevo dite" no solo deificaba la prosperidad y la fertilidad -tal como hacía Príapo-, sinó que
también se eleva como patrón del mercado; que fundamentalmente precisaba del transporte, trueque y guarda de la
mercancía. Hecho este por el que unos siglos después, aquel dios griego es representado con pétaso -gorro alado-, y una
bolsa de comerciante; a la vez que con una esclavilla de viajante, denominádose entre los romanos: Mercurio (como el
metal con el que se trabaja el oro y la plata).
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, portada del interesante libro en el que se tratan
varios aspectos de la sexualidad y religión en el mundo antiguo: EL SEXO EN LA ANTIGÜEDAD, en edición dirigida
por el magnífico catedrático y gran especialista en arqueología ibero-hispánica: Prof. Sebastián Celestino Pérez.
(observemos que recoge la foto de portada una figura Priápica, muy común entre los objetos de uso de la antigüedad,
al considerarse este dios del pene descomunal, el de la buena suerte).

Abajo: Escultura de finales del siglo I a.C. hallada en Delos y propiedad del Museo Nacional de Atenas (catálogo
3335) -al que agradecemos nos permita divulgar la imágen-. Representa a Afrodita y Pan, sátiro que pretende lograr
los favores de la diosa del amor, mientras esta le "amenaza con una sandalia". Observemos asimismo como el Fauno
pisa el pié descalzo a la diosa (en un gesto alusivo a un intento de forzarla), a la vez que aquella tapa su sexo con una
mano, que Pan intenta retirarle. Sobre el significado de esta interesante representación y sobre el simbolismo de la
sandalia en Afrodita, hablamos a continuación.
Como explicábamos, uno de los más importantes amantes de Afrodita fue Hermes, con el que precisamente concibe a
Pan; por lo que en la escena anterior, a quien intenta forzar el sátiro, es a su propia madre. Aquella le amenaza con una
sandalia, algo que tiene su significado por el carácter fetichista del calzado, pero sobre todo se relaciona precisamente
con la concepción de Pan. Ya que narra la mitología como mientras se bañaba Afrodita, un águila le robó una de sus
sandalias de oro. El ave la llevó en su pico hasta Egipto, lugar al que la diosa llegó persiguiéndola. Allí se encontraba
Hermes (por tenerse el Nilo como una de las patrias de ese dios) y enamorado de la belleza de Afrodita, procuró dar
caza al águila y devolverle la sandalia. Tras ello la diosa en agradecimiento le entregó su cuerpo, naciendo como fruto
de aquella unión el sátiro Pan.

El relato puede relacionarse en parte con el significado del calzado en la Antigüedad, que de algún modo cumplía
funciones de prestigio y hasta mágicas (puesto que un viajero, o un militar o un sacerdote, debía llevar un tipo de
sandalia; tanto como era común representar a los dioses descalzos). De igual manera, el mito pudiera estar unido
simbólicamente al calzado alado de Hermes; que ya dijimos significaba la facilidad del dios para llegarse pronto a
cualquier lugar (incluso pudiendo referirse aquellas alas de sus sandalias, a las velas de los barcos de los mercaderes
-naves, que como las aves, se movían por efecto del viento-).

Aunque realmente lo que viene a simbolizar el relato de Afrodita y el águila procede de que la sandalia tenía un fuerte
componente sexual en Grecia; no solo por la forma de "calzarla" (similar a la cópula), sinó por el hecho fetichista de
embellecer una parte altamente erótica del cuerpo -al menos para los antiguos-. Siendo además esta el reclamo conocido
entre las prostitutas helenas (o mujeres de costumbres relajadas). Sabiéndose que una de las maneras de provocar e
incitar en secreto, era grabando en la suela de su sandalia palabras que aludían a "llamadas", para que los hombres les
sigueran. De tal manera fue común entre los diferentes tipos de "mujer alegre" griega y para encontrar amantes (sin
llamar la atención); que se calzaran una sandalia en cuya parte baja habían escrito a la inversa sugerentes mensajes.
Palabras que en forma de impronta quedaban grabadas sobre la arena (mientras provocativamente andaban). De tal
manera y con ese "sello" bajo el calzado, el suelo quedaba marcado con la palabra "sígueme" o "ven conmigo", cuando
aquella mujer deseaba que se "imprimiera" dando un golpe con el pié; bastando arrastrarlo al andar para que nada
apareciera escrito bajo la sandalia (de no encontrarse ante un amante deseado).

A ello creemos que se refiere ciertamente el relato de la sandalia de Afrodita, dejando ver de un modo claro que los
orígenes de Pan eran "muy poco nobles". Puesto que si aquel había sido concebido en el episodio en que Afrodita se
entrega a Hermes, cuando este le devuelve el calzado; hemos de pensar que su nacimiento se sebe a un "intercambio
carnal". Tanto más al decirnos el mito que la sandalia perdida y devuelta era de oro, dando a entender un gran valor
económico a aquel objeto (tan preciado o útil para las prostitutas griegas). Por lo que hemos de suponer que el Fauno
nace por obra de un "encuentro similar"al que los helenos tenían con sus rameras, tras seguir las marcas escritas con su
calzado. De lo que la vida de Pan en los bosques, conviertiéndose en un ser incívico y salvaje, seguramente se refiere a
las mujeres de vida alegre y a sus hijos, a los que abandonaban o regalaban a otras gentes (del campo o de los montes),
para que allí los criaran. Ello enlaza de nuevo con la historia del otro vástago de Afrodita, del que ya hemos tratado: El
deforme Príapo; que igualmente fue entregado a unos pastores, por la vergüenza que de él sentía su madre. Insinuando
la mitología que ambos (Pan y Príapo) fueron nacidos y concebidos por una "relación mercantil" (de comercio
carnal), por lo que finalmente fueron abandonados en los campos. De todo lo que deducimos, tras revisar lo dicho sobre
el Mercuirio heleno, cómo existe una relación muy estrecha que identifica a Príapo y Pan, tanto como a ambos con
Hermes (el dios de los mercaderes, que en el caso de la concepción del Fauno puede referirse al "mercado amoroso").
Por lo demás y tal como dijimos, en estos sátiros de los bosques, es donde se inspiran la mayor parte de los ritos y
fiestas de Marcaradas, cuyo origen se remonta a la Antigüedad. Refiriéndonos a los centenares de Carnavales con
verdaderos arraigos primitivos (romanos o prerromanos), cuyos protagonistas son diablillos, botargas, tafarrones,
colachos y un sinfín de nombres que se dan a esos que representan "al demonio don Carnal". Figuras del malvado que
sin duda en su mayor parte están plenamente inspiradas en el dios Pan (e incluso en Príapo) como recuerdo del mundo
incívico anterior al nuestro; de las sociedades aculturadas y del tiempo en el que el hombre vivió entre las bestias,
siendo casi una de ellas, dependiendo fundamentalmente de la caza, de la fertilidad del campo y del ganado.

Por todo esto, en los diferentes Carnavales y Mascaradas de origen pagano, que se celebran en España desde el Solsticio
de Invierno (o el fin de año calendárico); hasta en los más famosos, que son los del principio de ciclo agrario (del
anuario de Horóscopo, en los días del Aries -en Marzo-). Podemos observar como en aquellas fiestas que gozan de
verdaderas raíces rurales, tienen concelebrantes disfrazados de dioses como Pan, o de de diablillos del campo. Así los
mozos vestidos como ancestrales divinidades del sexo, o dioses de la fertilidad (y de la crueldad); realizan sus mágicos
rituales con el fin de fecundar los campos y las gentes. Distinguiéndose y siendo común en casi todos ellos el flagelar,
fustigar, asustar y perseguir a la población asistente; "espectadores" que extrañamente se sienten honrados o
divertidos al ser apaleados por los "demonios". Una costumbre igual a la que realizaban los griegos y romanos dos y
casi tres milenios atrás, en las fiestas de los Faunos y en los ritos de Príapo (fustigando a los asistentes, para aumentar
su fertilidad). Algo que del mismo modo observamos en el dios egipcio de la agricultura (Minu), quien lucía un gran
flagelo como símbolo de su fertilidad (puesto que el golpe del látigo hiriéndo la piel se identificaba con el del arado
sobre la tierra).

BAJO ESTAS LINEAS Y JUNTO A ELLAS: Al lado collar de azabache,


abalorios y hacha pulimentada; objetos eneolíticos fechados en el IV y III milenio a.C. (pertenecientes al Museo
Arqueológico de Burgos al que agradecemos nos permita divulgar su imagen). Llama la atención que hace ya más de
cinco mil años, las joyas se hicieran con materiales de lignito, iguales a los que hasta hoy se fabrican. Ello porque se
considera uno de los minerales mejores para combatir el aojo y con más poder frenta a los malos espíritus. Tanto, que
aun en nuestros dias, en la capital de la peregrinación (Santiago de Compostela) podemos comprar amuletos (conchas
o higas) hechos en azabache, y que nos ofrecen junto a la figura del Apóstol por su carácter apotripaico. Ello creemos
se debe seguramente a las propiedades médicas de este cárbón (6), cuyas más importantes minas de Europa se
encontraban en La Coruña y Asturias -en pleno Camino de Santiago-.

Abajo: Hachas neolíticas pulimentadas procedentes de Burgos y propiedad de su museo arqueológico (al que
agradecemos nos permita divulgar su imagen). Este tipo de utensilios fueron tenidos como fabricados por los dioses;
debido a que hasta el siglo XVIII no se generó la teoría arqueológica que explicaba como durante un tiempo el hombre
las utilizó, por carecer de metales. Su profusa aparición en lugares tenidos como sagrados (cuevas con manantiales o
bajo los templos antiguos), hizo creer que eran de igual origen que los meteoritos. Además por su parecido con las
fulgitas (piedra vítrea que se forma al caer el relámpago sobre arenas de sílice), llegó a pensarse que se trataban de
"hijas del rayo", tal como se las llamó en casi todas las civilizaciones. Aún hasta el siglo XVII se guardaban como
bienes preciados, considerándose que tenían enormes poderes para portegerse de la tormenta y para fertilizar los
campos, llamándolas en España "piedras del rayo". Habiendo sido identifificadas por muchos con los aerolitos, cuyas
formas son igualmente de apariencia absolutamente artificial. El culto a estas bipennas en la antigüedad, tanto como
la reverencia guardada a los meteoritos consideramos que generaron rituales como los del Labrys (el hacha doble
sagrada de Creta) o el de Júpiter Petreo de Roma (Júpiter Lápidus, Padre de la Union, simbolizado en una de estas
hachas que guardaba el Capitolio).

Para concluir la presente entrada, incluiremos algunas ideas sobre Hermes-Mercurio, que aún quedaron sin explicar o
unir totalmente. Entre ellas destacamos en primer lugar que se tenía a este dios por creador o descubridor del fuego.
Algo que puede extrañarnos en una divinidad del comercio (que para nada precisa de la hoguera), aunque si
profundizamos en el sentido del mercurio, como metal y "piedra de toque" del oro y la plata, comprenderemos que
aquel significaría la fundición. Ello precisamente porque el mercurio "fundía" en frio los metales nobles y porque su
aspecto es el de un metal licuado. Un mineral que conseguía deshacer a otros solo con su contacto y que debió tenerse
por la figura en frio de un metal en estado incandescente.

Consecuentemente, aquel dios del Mercado se unió comúnmente a Vesta (Hestia), la diva del calor y de la hoguera,
cuyo templo curiosamente estaba adornado con un gran pene (tal como figuraban los Hermas, o primeras estatuas del
dios mercader). Viéndose en todo ello como el mercurio metal y deidad, en verdad era el hacedor de la alquimia (la
magia de los metales). Por lo que se debió considerar uno de los más poderosos y sobrenaturales objetos que en la
Naturaleza podía hallarse. Tanto más cuando su contacto con la piel, lograba desinfectar las heridas. De lo que aquel
elemento que lograba purificar el oro, la plata y hasta sanar, se hubo de tener por tan sagrado que en la misma semana,
su día y planeta figuran en mitad. Como intercediendo o mediando entre los otros seis dioses: Sol, Luna, Marte,
MERCURIO, Júpiter, Venus, Saturno (domingo, lunes martes -MIËRCOLES-...). Quedando así como padre del
acuerdo, de la balanza y del equilibrio, de los pesos y medidas; como dios de los misterios de la ciencia y de la
metalurgia y de todo lo que se llamó por aquel: Hermético.
CITAS:

(1) Jose Ma. Domínguez Moreno, CULTOS DE FERTILIDAD EN EXTREMADURA, editado por la Consejería de cultura de la Junta de
Extremadura, 1987

(2) Sobre lo que decimos sobre las propiedades curativas de los metales y de los minerales es un tema que la magia y la medicina
desde los tiempos más remotos ha tratado. De tal modo en Egipto Antiguo, todos los papiros médicos dictan recetas expresando las
propiedades de minerales y metales (molidos, mezclados, bebidos o untandos en cremas y grasas). Muchos de ellos son
verdaderamente útiles y tienen una razon relacionada con la finalidad curativa que le dan. Entre estos destacamos el carbón
mezclado con grasas (llamado hoy "coal o kayal-coal") que desde los tiempos más remotos se a adminisrado como rimel en ojos y que
sirve para porteger las pupilas del exceso de luz, tanto como recoge con la grasa el polvillo, la arena y la suciedad de zonas como el
desierto, a la vez que el mismo carbón actúa como lubricante e "higienizador" del lagrimal (resultando más eficaz que unas gafas de
sol para la fotofobia y más útil que un colirio, para la limpieza y protección del iris). Entre los Lapidarios de medievo que tratan de
estas propiedades de los metales y minerales, destacan el de San Isidoro de Sevilla y el de Alfonso X el Sabio.

(3) Repetimos lo dicho en la cita anterior, aunque añadimos que por ejemplo los óxidos de los diferentes metales fueron conocidos
desde la más remota antigüedad como anti-inflamatorios y esterilizadores de heridas (o antídotos de enfermedades contagiosas).
De tal modo, se limipiaban comunmente las heridas de guerra con óxido de cobre o de plata, por sus propiedades esterilizadoras; a
la vez que siempre se colocaban medallas de plata y bronce a los niños y mayores -ya desde el IV milenio a.C.-. Ello creemos que se
debió a que posiblemente con estas medallas se evitaba en parte el contagio de ciertas enfermedades -sobre todo las transmitidas
por bacterias y por las mucosas-. Ya que el óxido de plata (o de cobre) que se genera con el sudor corporal al contacto con una
medalla, puede realizar "ciertas funciones" para esterilizar y combatir algunas bacterias. De tal modo es nuestra teoría y creemos
que el origen de los escapularios sagrados, se debe este uso médico de sanación por oxidación en sus metales (que puede
comprobarse científicamente) -tanto como a los beneficios sobre las articulaciones y huesos que ciertos metales generan cuando
entran en contacto con la piel-.

(4) Página 208 del libro ENSERES Exposición del Museo Etnográfico de Castilla y León comisariada por Carlos Piñel y Joaquín Díaz
(Zamora 2003)

(5) Heródoto L.S.L.d.l. H. (II,48).

(6) Sobre las propiedades que sacralizaron en azabache y sobre lo que los lapidarios antiguos narran de estas, consultar: EL CUERPO
EN LA TRADICIÓN Fundación Joaquín Díaz, Valladolid 2007 / Obra: HIGA, HIGO, HÍGADO Y AOJO (MAGIA RELIGIÓN Y MEDICINA) Pags.
de la 42 a la 149.
DE MELKARTE A MERCURIO Y DEL CADUCEO A LA VARA DE OLIVO.
(De: Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el
tesoro de El Carambolo. Parte XXXV).
Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé
en TARTESSOS Y LO INVISIBLE EN EL ARTE (29/01/2012)

Esta entrada es continuación de las once anteriores. Recomendándose la lectura previa de aquellas que le
preceden, para una comprensión plena de cuanto exponemos en ella.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, deidad asimilable a Melkarte, hallada en Cádiz y
propiedad de su Museo Arqueológico (al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). Se trata de un
dios fenicio del siglo VII a.C. -época tartessia- que sin duda tiene los atributos del "señor de la ciudad",
que en aquel idioma se decía "MEL KART" (ciudad amurallada = K´R´T´, de donde proceden palabras como
Carteya o Cartago; tanto como Señor es en semíticas "BA´L", de donde derivaría a MEL). Iniciamos esta
entrada presentando al que sin duda alguna es para nosotros el antecesor de Mercurio (del que toma su
nombre); del mismo modo, algunos de los atributos que el dios del comercio grecorromano hereda y luce,
povienen divinidades púnicas. Por lo demás, vemos en el Melkarte ("baal" o señor de la ciudad) muchos de
los símbolos del faraón -mitra alada etc-, que quizás le relacionan con el dios egipcio Minu (o Min) de la
fertilidad, quien ya estudiamos como protector de las cosechas, representado en el rey de las Primeras
Dinastías. Pudiendo ser este el origen del famoso gorro de Mercurio-Hermes, llamado pétaso (del que
dijimos podía tratarse también de un tocado normal usado por comerciantes y viajeros en la Antigüedad).

Abajo: Estela votiva de Cartago, representando entre otros una mano junto al signo de Tanit con
caduceo. Fechada en el siglo II a.C, pertenece a la Biblioteca Nacional de Paris (entidad a la que
agradecemos nos permita divulgar su imagen). Vemos aquí otro de los atributos de Mercurio-Hermes
como es el Caduceo, consistente en una vara coronada por dos sierpes entrelazadas que se miran
enfrentadas. Es el símbolo de la concordia, el acuerdo, la inteligencia, el comercio y hasta la paz y la
medicina; siendo tenido por el heraldo que portaban los embajadores para parlamentar en las batallas.
Normalmente en Roma y Grecia se representaba alado, con las culebras cubriendo el estoque y
perfectamente entrecruzadas; tanto como solía ponerse un espejo al final, sobre el cual se miran las
sierpes. Pese a ello es un símbolo típicamente fenicio, que se contiene en multitud de estelas votivas y
curiosamente va unido al de Tanit, no tanto a Melkarte. Su origen, como veremos es Mesopotámico,
donde la figura de las dos sierpes enredadas es significa de la buena suerte y la abundancia e incluso la
inteligencia y la curación.

Comenzamos de nuevo esta entrada tratando de Mercurio, dios de la prosperidad y el comercio en Roma,
del que no se sabe a ciencia cierta su etimología (y muchos de sus orígenes). Aunque se asimila
plenamente al Hermes griego, con el que comparte casi todas las atribuciones y hasta su representación
desde el siglo V a.C.; tiempo en que vimos como generalmente se comienza a "pintar" con un hombre con
sandalias, sombrero y bolsa (a medio vestir). Pese a ello, ya estudiamos que Hermes procedía de "Herma"
que significaba en greigo: "cipo" o "mojón" pétreo; objetos que le dieron origen, teniendo un sentido
agrario y fálico. Pese a lo que desconoce de dónde procede el nombre latino de Mercurio. Algunos
etimólogos opinan que nace de la palabra "mercado", más el problema reside en que después no se halla la
voz indoeuropea que nos explique por qué el comercio, entre los romanos, se decía así. De lo cual,
generalmente vuelven a sugerir que la palabra mercado sea la que naciera del patrón que lo protegía:
Mercurio. En este planteamiento, en el que no se sabe qué término es el inicial (mercurio o mercado), la
respuesta más general es la que nos dice que ambos son términos que proceden del etrusco, donde
probablemente la deidad de los mercaderes llevara este nombre.

Hasta aquí podemos estar de acuerdo, más es nuestra opinión que aquel Mercurio pudo nacer de Melkart;
ya que la influencia del pueblo fenicio en el mundo etrusco, fue tanta como la que tuvieron los púnicos
entre los iberos. De lo cual, es más que lógico pensar que quienes llegaron en los albores de la Península
Itálica como comerciantes, fueran los que dieran nombre al trueque y mercadeo. De lo que pudo
conocerse entre los etruscos la actividad mercantil como la de MELKARTE (el dios de los fenicios por
antonomasia). Del nombre de este, hasta la de Mercurio, hay tan solo unos leves pasos fonéticos, que
dejan bien claro cómo la etimología del protector de los viajeros y negociantes -en la Italia anterior a
Roma-, pudo ser exactamente el dios de aquellos que comenzaron a arribar con sus naves, venidos desde
el actual Líbano y Siria para intercambiar mercancías (ya por el siglo XII a.C.).

Esta idea, se corrobora más aún al observar cómo el caduceo (principal atributo del dios mercader) es
igualmente un símbolo fenicio, aunque no del Melkarte, sino muy ligado a Tanit -deidad femenina de la
abundancia y la fertilidad-. Una vara que llegaría hacia el siglo V a.C. a la Hélade y Roma, y que con el
paso de tiempo iría sustituyendo a la rama de olivo de Atenea (símbolo de la paz entre los helenos).
Finalmente aquel palo con dos culebras termina convirtiéndose en Grecia y e Italia en el bastón de la
medicina (de Esculapio), al igual que reemplazó a la vara de olivo; llegando luego a ser el estandarte de
los heraldos y embajadores, que en son de paz iban a tratar con el enemigo. Como decimos, su origen
primigenio en Grecia y el símbolo original de aquel símbolo de heraldos, comerciantes, hombres de paz y
gentes de buena intención, fue la famosa rama del olivo; que en verdad era lo que portaban los pueblos
colonizadores sin deseos de invadir, durante las épocas mas antiguas (cuando desde el III milenio a.C. fue
introduciéndose el comercio y a expansión del aceite). Aunque más tarde, y seguramente por influencia de
los fenicios o culturas asirias, aquel simple palo de la oliva se tornó en el complejo Caduceo; que se
representaba con las dos sierpes entrecruzadas y rematadas con unas alas (y un espejo, en ocasiones).

Narrando la mitologia que este curioso bastón, cuyo poder era lograr la concordia, la mesura, la paz y
hasta curar enfermedades; le fué regalado por Apolo a Mercurio -a cambio de la Lira que el dios del
comercio entregó como presente al primero-. Así y tras recibir el mercader ese palo alado de manos de
Apolo, halló en el campo dos sierpes peleando, por lo que acercando la sagrada vara sobre estas, los
reptiles se entrelazaron quedando enfrentados y parando en su lucha, mirándose en su extremo. Siendo
ello signo de que la estaca alada conseguía la fraternidad y la paz, incluso entre las más terribles bestias.
Posteriormente, este atributo al que se le concedían los poderes de la sanación, fué "transportado" y
hecho signo de uno de los médicos más famosos habidos en Tesalia: Esculapio. Siendo el bastón de
"Asclepio" la marca médica que nos ha llegado hasta nuestros dias, tras simplificar la figura, dejándola
finalmente como un palo, donde una sierpe se enrosca y en el que hay un espejo al final (que hoy se
representa en una copa, para la farmacopea). Atributos todos de la curación: La culebra por el poder
sanador de algunos venenos; el espejo para dar luz sobre el interior del paciente (oidos, boca etc) y el
interior del médico; tanto como la vara de olivo, como generador de una de las más importantes
medicinas (su aceite).

Pero, del mismo modo que el bastón de Esculapio fué la herencia del de Mercurio, sabemos que aquel
Caduceo provino de representaciones fenicias. Pese a que, como decimos, su verdadero sentido proviene
de un símbolo egeo y heleno (creto-chipriota) por antonomasia, mucho más antiguo. Un culto nacido
probablemente en el III milenio a.C., del que hemos dicho era simplemente la venerada rama del árbol de
la oliva. Esqueje que significaba la siembra del árbol que da el aceite y la medicina, cuya especie para
cultivo se desarrolla en la actual Israel y Siria, tanto como en la zona Creto-chipriota durante el IV milenio
a. C., expandiéndose a otras áreas siglos más tarde. Ello debido a que llega hasta esa zona y desde
Mesopotamia el árbol ya creado y apto para proporcionar verdaderos cultivos de aceitunas (refinado dsde
el acebuche), que en el área de Canaán fué transformado y mejorado, consiguiendo ya en tiempos
minoicos un rendimiento suficiente como para generar verdaderas cosechas de aceite. Fue aquel el tiempo
en que nacieron las almazaras y el comercio de este precioso líquido que se llegó a llamar "oro líquido",
por cuanto servía para nutrir, curar enfermedades y para sanar la piel dañada por el Sol o las
inclemencias, tanto como en el uso lampar (que consistía en guardar los restos de lo peor del aceite -lo
lumpen o lampar-, para quemar en pebeteros y lamparillas, proporcionando luz sin humos).
Más tarde seguiremos hablando de la importancia de la rama de olivo, pero continuando con su "sucesor
(el caduceo), sabemos que debido a su tipología y diseño es completamente fenicio -tal como podemos
observar en las decenas de represenaciones púnicas que guardan ese palo con dos víboras enroscadas-.
Relacionándose aquella figura -como hemos dicho-, principalmente con la diosa Tanit; madre de la
comunidad y que compartía muchos de los atributos de Isis. Una Tanit, consistente en la primera deidad
femenil del panteón fenicio, que hemos de identificar con la Luna y las aguas. De lo que su bastón de
"mando" sujetando dos culebras entrelazadas, creemos que simboliza el agua con el oleaje (que se
representa en el movimiento reptil); tanto como el final de aquellas mirándose representarían la figura
del creciente del satélite terrestre y que a su vez también se parece al espejo de Isis (debido a que las
cabezas de las sierpes se tocan guardando la forma de una media Luna, o de un espejo). Evidentemente,
nada hay que explicar en la relación existente entre espejo-agua-Luna; puesto que de sobra es sabido que
le luz del Sol se refleja en el satélite terrestre a modo de espejo, de la misma forma que el agua es un
espejo y los mares son atraidos por la Luna... . De lo que aquel atributo que porta Tanit entre sus manos,
creemos que simboliza: La astucia y el comercio (al llevar dos sierpes domesticadas); tanto como la
navegación por medio de los astros en la noche (al tener forma de olas y Luna); e incluso el calendario, ya
que entre los pueblos semitas se medía en Lunas.

SOBRE ESTAS LINEAS Y JUNTO A ELLAS: Al lado, estela púnica votiva procedente de
Constantina, Siglos III-II y perteneciente al Museo del Louvre (al que agradecemos nos permita divulgar su
imágen). Representa a Tanit, sobre un delfín y portando un Caduceo que claramente apunta ser un doble
espejo y que incita a pensar se trata de las dos fases de la Luna. La circunstancia de representarse sobre
el delfín, ya nos lleva a encontrarnos entre los cultos mas antiguos que llegaron a Grecia y que generaron
extrañas religiones greco-fenicias. Ritos que florecen en las costas del Egeo desde los siglos XIII al IX a.C.;
por contacto entre los ciudadanos de Biblos, Tiro y Sidón con los prehelenos. De ellas y su relación con el
caduceo de Tanit, hablamos en los párrafos siguientes.

 
Abajo: Magnífico bajorrelieve perteneciente al más refinado arte ático de la Acrópolis de Atenas.
Representa a Hermes con las Cecrópidas y el niño Erictonio (fechado hacia el 510-500 a.C., propiedad del
Museo Nacional de Grecia, al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). Recogemos esta escena
en la que Hermes se encuentra entre las "fundadoras" o hijas del primer rey de la ciudad de Atenas,
debido a que se relaciona con la verdadera vara de la paz y bastón de heraldos (previo al caduceo), que
ya dijimos era la simple rama de olivo. Más abajo explicamos su significado, que enlaza incluso con el
nombre de Atenas, como ciudad de que la diosa que trajo hasta grecia el olivo.

Más continuando con aquella Tanit portadora de la rama cubierta de sierpes, vamos a analizar algunos
puntos que nos sugiere la imagen anteriormente vista (en la foto superior). Vemos en aquella, a la diosa
madre fenicia, representada en la forma esquemática que ya dijimos se relacionaba con el Ank (cruz
ansada egipcia). Siendo ella y como ya estudiamos, un símbolo agrario que se relacionaba con la
plantación, la semilla y hasta con el pene. Puesto que la gran mayoría de los egiptólogos explican cómo
aquel Ank no es otra cosa más allá que la idealización del pene de Osiris, y que a su vez representa los
instrumentos de siembra (el arado, la azada e incluso el plantador, que tiene cierta forma de pincho
ansado). Por lo que aquella vara que porta Tanit, ya la hemos de entender quizás como el esqueje y el
origen del nuevo árbol. Del olivo perfeccionado, creado y nacido en la zona de Israel-Líbano-Siria (Chipre y
Creta) durante el III milenio a.C..

El palo del cual ha de generarse la planta, debido a que aquel vegetal apenas nace de la simiente, que
solo puede prender tras ser sembrada si la come u animal, o es sometida a un lavado con esmero. Ello
porque en cuanto el hueso de aceituna tenga algún resto de carne, este le impide que prenda y dé fruto;
por lo que si se desea obtener un olivo desde una semilla la técnica es costosa (debiendo darse de comer a
un pájaro o lavarse con lejías, para luego ser plantada y con un porcentaje de fracasos altos). Hecho este
que obliga a ser cultivado por esqueje, algo que en nuestra consideración se simboliza en aquella vara que
llevaban los pueblos a otros que deseaban colonizar en son de paz. Nos referimos a los creto-chipriotas y
sirios, quienes desde el comienzo del II milenio a.C. y hasta el desastre del Tera (destrucción del imperio
minoico y la zona de Oriente Medio por la erupción del volcán hacia el 1650 a.C.) fueron culturizando y
plentando zonas del Egeo y hasta del Occidente Mediterráneo. Al igual que lo hicieron los fenicios desde
fines del II milenio, quienes les sustituyen en su misión y en la franja de territorio en donde antes estaban
los minoicos, cretenses y pueblos de Canaán.

Por lo demás aquel esqueje del árbol de la aceituna (perfeccionado), debió ser tan sagrado como
venerado. algo que seguramente se debió a la utilidad del fruto. Uso y aprecio por la aceituna que les
permitió expandirse y crecer, construyendo nuevas civilizaciones a los minoicos, a los sirios y -luego- a los
fenicios; quienes tuvieron molinos de aceite desde los tiempos más remotos. Hecho este que les hizo
viajar y generar un comercio marino que llegó a crear imperios como el Minoico; en cuyos yacimientos
vemos ya las grandes tinas de oleo, como objetos decorativos de palacio. Por lo que es de pensar que la
expansión y búsqueda de colonias, muchas veces se hizo para alcanzar tierras de cultivo de aceite. Donde
el pacto de llegada a cualquier zona de colonización (entre aquellos que venían desde las tierras o islas de
Oriente Medio), debió ser entregar los esquejes, para fomentar la siembra y el cultivo en nuevos lugares.
Instalándose los recién venidos civilizadores (desde Creta o Chipre) en pequeños puertos y factorías de
aceites; lugar en que fabricarían molinos de oliva, para intercambiar aceite por aceitunas plantadas en el
territorio ajeno. Ello en un trueque con los indígenas y nuevos "socios", quienes siempre les les dejarían
una parte de la cosecha y les permitirían vivir y crear ciudades en sus costas (comúnmente puertos con un
carácter comercial -entiéndase: Gadir, Malaka, Sexi etc-). Así y solo así, se comprende por qué la vara de
olivo se convirtió en el símbolo por antonomasia de la paz en el Mediterráneo, puesto que gracias a la
siembra de aquellos se conseguiría la colonización sin guerras.

De tal modo, habría dos modos de civilizar tierras lejanas y desconocidas en la Antigüedad: Uno brutal,
por medio de la guerra. Otro comercial y mercantil, a través del acuerdo la paz y el trueque. Colonización
por el mercado que debió nacer principalmente del olivo y de la búsqueda de metales, que se realizaba e
iniciaba (tal como se sabe, o intuye) raptando a algunos jóvenes de la zona en que deseaban asentarse.
Niños a quienes los futuros colonos llevaban durante unos años al territorio suyo, para que aprendieran su
idioma y costumbre. Así, una vez criados entre los más cultos de Fenicia, Creta o Chipre, aquellos chicos
serían devueltos a sus tierras y su antiguo lugar de origen, para volver a entrar en contacto con sus
familias (que les habían dado por muertos o perdidos). Tras lo que explicarían que esos hombres venidos
de lejos, tan solo deseaban que les dejaran establecerse y fomentar el comercio del metal y el cultivo del
olivo, para crear instalaciones con almazaras o puertos mercantiles e intercambiar mercancía. De un modo
así resuelto, se entiende la facilidad que pudieron tener los creto-chipriotas, o los habitantes de Oriente
Medio (Biblos, Ugarit etc), para instalarse en tierras como el más remoto Occidente (nuestra Península) y
dar comienzo a civilizaciones como El Argar (a principios del II milenio a.C.). Por lo demás, cuanto
decimos, lo muestra y demuestra la arqueología; ya que es común en la mayoría de lugares al Oeste
Mediterraneo, que los molinos de aceite instalados en la costa, sean muy anteriores a los que surgen en el
interior (algo muy extraño ya que los cultivos están en pleno campo). Ello explica por qué en nuestra
Península aparecen antes almazaras en ciudades y puertos (fenicios), que en los yacimientos ibéricos.

Entendida la importancia, el valor y el significado de la rama de la aceituna, ahora pasaremos a explicar


el culto a "la madre" del olivo. Deidad que se documenta ya en el Minoico Medio y que a principios del II
milenio a.C. se llamaba en Creta "Atana". Voz que consideramos es protoindoeuropea y significa: "madre-
padre"; por lo que es término que se identifica con otros de idiomas mediterráneos igualmente anteriores
al idoeuropeo, como o es "Aita" ("padre" en vascuence) o Atair ("padre" en proto-celta antiguo). Palabras
que llegaron a las lenguas indoeuropeas precedidos por una "F", "P", o "M", en la forma de: "Mater", "Pater"
y de las que surgen: father, mother, madre o padre. Pero regresemos a Atana (o Aitana) diosa minoica que
se veneraba en Creta en el II milenio a.C., en una "capilla central" de un patio del palacio del Laberinto y
cuyo culto se cumplimentaba en un gran olivo. Siendo esta con toda seguridad la diosa madre (Aita) que
entregaba el aceite; mercancía sagrada para una civilización que debió basar su comercio en la
explotación y exportación del oleo (negocio sin igual teniendo en cuenta que en zonas como Egipto apenas
puede darse el olivo; por las condiciones desérticas, climatológicas y del terreno).

De aquella Atana (madre o señora) minoica, que debió desaparecer hacia el 1650 a.C., cuando el volcán
Tera-Santorino destruye y arrasa la zona del Cicládico, de Creta y Chipre, acabando con el Imperio de
Minos. Nacería más tarde la Atenea micénica. Diosa madre que aparece curiosamente portando una "vara
sagrada" y que le da el nombre de "pallas Atenea" (atenea del palo). Bastón que siglos más tarde fué
convertido e idealizado en una lanza, pero que en un principio de seguro fue el esqueje, que simbolizaba
la siembra del olivo. Plantación del árbol sagrado que daba el preciado aceite y que significaba la
colonizacón por medio de la paz; por lo que no necesitando ni de semilla para ser cultivado, aquel olivo
representaba a la deidad madre virgen: Atenea. Una diosa que consiguió ser la Patrona de la polis más
importante de la hélade, gracias a que regaló a la humanidad este árbol que daba alimento, medicina y
luz. El olivo del que se extraía el aceite; gran nutriente y medicamento inmejorable para igerir -o untarse
en la piel- y de cuyos restos se obtenía "el lampar" (fondos grasos de las tinajas que se usaban para poner
en las lámparas domésticas y de los templos, al no producir humos contaminantes).

Por cuanto hemos explicado, ya conocemos que de aquella "madre" (Atana) minoica nació la posterior
Atenea, cuyo símbolo era el esqueje y el olivo, ello en la forma de un palo que a su vez representaba la
fertilidad, la fecundidad, la riqueza y hasta el hijo de madre virgen (para saber más sobre la simbología de
este esqueje -el "pallas" atributo de Atenea-, en la Grecia antigua y su relación con la protección, la
maternidad y la suerte ver -cita 1-, que reiere a este blog en otra entarda). Pero la historia mitológica y
arqueológica que narramos se produce en la crisis entre el bronce y el hierro, de lo que igualmente juega
un papel preponderante la lucha entre el mundo antiguo, de la Edad del Bronce (cretense, egeo,
matriarcal) con el que nace desde los comienzos de la Hélade (el del hierro, guerrero y fundamentalmente
patriarcal). Periodo de cambios y convulsiones entre dos épocas, en los que el hombre pasa ya a ser el dios
primigenio y padre de la unión (IU-PATER=Ju-piter). Por lo que las madres vírgenes, como la antigua
Atenea, se ven sometidas a luchas y vejaciones con sus pretendientes (al trono divino y a sus encantos).
Narrando estos enfrentamientos entre el matriarcado y el patriarcado que nace en la Edad del Hierro, con
historias como el "concurso" entre Posidón y Atenea, para conseguir ser patrones y dar nombre a esta
ciudad-estado; polis que aceptó a "la madre" como principal diosa gracias al olivo.

Pese a lo que muchas otros mitos descubren la complejidad que hubo de existir en el cambio entre
aquellas Era: Cuando da comienzo el Hierro y finaliza el Bronce plenamente (hacia los siglos XII al X a.C.).
Un momento en que en la Hélade debieron luchar encarnizadamente las refinadas y antiquísimas culturas
nacidas en el Cicládico, las costas de Anatolia, el Egeo, Creta y Chipre: Micenas (heredera del mundo
minoico). Con los bárbaros que entraban portando armas de hierro, y doblegando zonas que habían sido
una élite educada por Minos y gobernada por micenios. Ello es lo que creemos narra el mito de Erictonio,
el hijo de Atenea, cuya concepción se dice que se produce cuando la diosa entró a robar un arma a la
fragua de Hefaistos (Vulcano). Evidentemente el hurto indica que Atenea es una deidad de la Edad del
Bronce; adorada por hombres que usaban estas armas, que en un momento han de "modernizarse"
buscando las nuevas herramientas hechas de forja. Allí, en la fragua de Hefaistos, este intenta violar a
Atenea sin conseguirlo, aunque sobre el muslo de la diosa caé semen del que intenta forzarla. Esperma
que ella limpia y que deja caer en el suelo, del que se produce una "siembra", naciendo en este extraño
hecho un niño: Erictonio. Quien también era llamado Ericteo y fue un extraño bebé que cual un vegetal se
concibe en el terreno, concebido por el esperma de Hefaisto y cuyo cuerpo era mitad hombre, mitad
sierpe. Siendo su imágen tan terrible que al ser confiado su cuidado a las hijas del primer rey de Atenas,
estas al abrir su capacho y verlo, se arrojan desde la Acrópolis (que aún las homenajea en esos relieves
que presiden en forma de Cariátides o junto al mismo Hermes; tal como muestra la foto superior).

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, relieve votivo fechado hacia el 360 a.C. que
muestra una gran culebra persiguiendo una sandalia, catalogo 2565 llamado "héroe sandalo adorado
teatro de dionisos" ( pieza perteneciente al Museo Nacional de Atenas, al que agradecemos nos permita
divulgar su imágen). Es esta una representación "gnóstica" que generalmente no ha sido interpretada,
pero de la que creemos podemos dar alguna explicación. Ello, porque vimos cómo un modo común de
llamar la atención o "incitar" a los clientes masculinos, entre las prostitutas griegas era colocar bajo el
pié de su sandalia -grabado en las suelas-, palabras tales como: "Sígueme" ( ) o bien "ven conmigo".
Mensajes que imprimían las prostitutas pisando sobre la arena, si estaban interesadas en un hombre;
quien como aquella gran culebra las seguía hasta el lugar donde se llevaba a cambio el intercambio
mercantil y carnal. Más abajo explicamos los cultos relacionados con la prostitución sagrada y esta
representación helena, tan extraña como plena de significado iniciático.

 
ABAJO: Un "onfalos" de los usados en el Templo de Apolo en Delfos (propiedad del Museo de Delfos
-catálogo 8194, "omphalos" en mármol , siglo II a.C.- al que agradecemos nos permita divulgar su
imagen). El recinto sagrado tenía dos de estos "ombligos" del Mundo, de los que la Pitia (pitonisa) recibía
el mensaje del interior de la Tierra. Uno estaba en exterior y el segundo en una sala interna, que
cubierto de hilos sujetaba en un extremo del hovillo la sacerdotisa; mientras entraba en trance y
recitaba la "melopea" con la que vaticinaba el futuro (tras haber respirado los vapores que surgían de la
gran grieta de la montaña, que probablemente se trataba de humos volcánicos o bien de un "geiser"
provocado). los "omphallos" simbolizaban la unión entre la madre y el hijo y como tal son ombligos de la
madre tierra, donde los fieles asistían para oir en la voz de las Pitias el vaticinio de su futuro. Su culto se
relaciona con la gran sierpe, pues bajo aquel omphalos estaba enterrada la terrible serpiente Pitón,
abatida y vencida por el gran dios Apolo (que daba nombre al templo de Delfos).

Para comprender la unión de estos cultos fenicios con los griegos, hemos de regresar por un momento a la
figura de la Tanit vista anteriormente, que lucía un Caduceo y se situaba sobre un delfín. Figura que nos
remite directamente a otras deidades cretenses tan conocidas como lo fueron las famosas diosas de las
serpientes. La madre de Creta, que algunos consideran se denominaba Britomartis y que era la deidad de
la agricultura. Ello porque antes de la adoración al gato, los silos se guardaron por medio de pequeñas
culebras (ratoneras) e incluso con cobras domesticadas en otras zonas -como Egipto-. Lo que explica que
en la Edad del Bronce, las diosas de la agricultura se representaran en forma de sacerdotisas cargadas de
sierpes, enroscadas en sus cuerpos; lo que sin duda dió origen en parte a esta Tanit con el caduceo (que
significaba igualmente la buena cosecha o el olivo). Entendido ello, comprendermos también por qué
Erictonio, es ese extraño niño "culebro", que nace del esperma que Atenea se limpia y por ello se tiene
como el guardián de las cosechas. Un bebé llamado Ericteo y cuyo nombre recuerda a la "ereccion" del
miembro viril, igualmente relacionado con el olivo, puesto que aquel se plantaba con una varita (similar al
pene erecto). Vara, bastón o palo, que es el símbolo inicial de Atenea, pero que más tarde se simplifica y
representa colosalmente como una lanza con una sierpe que le rodea y que sostiene la diosa en la
estatuaria de época clásica. Llegando a ser aquella del "Pallas" una imagen muy similar a la del Caduceo
(el de Tanit, el de Mercurio y hasta el de Esculapio).

Evidentemente, el simbolismo de la sierpe en todo este culto pudiera parecernos que nace de la astucia
del reptíl y de que su veneno tiene propiedades curativas. Aunque en un principio hemos de inclinarnos a
pensar más en el totem agrario, cuidador de los silos y de las cosechas ante roedores, en tiempos previos
a que el gato fuera domesticado por los egipcios y "exportado" a otras tierras mediterraneas (hacia
comienzos del II milenio a. C.). Por todo ello, la unión entre cultos agrarios y la sierpe era muy estrecha;
al menos durante la Edad de Bronce; aunque en El Hierro, los ofidios (ya inútiles y solo dañinos
-principalmente para los pastores-), pasan a ser denostados y figurados como animales inmundos. Pese a
todo, no sería igual entre las culturas del desierto, donde se las veneró y seguramente siempre se usaban
como medio defensivo (para guardar recintos sagrados y tesoros), habida cuenta de que algunas -como la
cobra- son fácilmente domesticables. Por lo demás la ingestión de su veneno en pequeñas dosis (bebido, o
por contacto en la piel), permite hacerse inmune a ellos. Lo que otorgaba a ciertas castas o sectas
religiosas capacidades curativas; algo que se ha seguido haciendo entre grupos del desierto, quienes
ingieren veneno de escorpiones o culebras, se dejan picar por sierpes con venenos cada vez más letales,
con el fin de hacerse inmunes y de que la sangre, la saliva (o el simple sudor de estas personas que actuan
como chamanes) sean bebidos como antídoto, con el fin de curar picaduras -de escorpión o culebras- en
otras personas que hayan sido atacadas por aquellas. De ello creemos que nace la sierpe enroscada en la
vara, como símbolo de la medicina y la curación.

Pero pasemos a la otra serpiente, la grande y que nunca pudo ser europea que se representa en algunos
bajorrelieves de Grecia (como este que recogemos arriba junto a la sandalia). Siendo aquella sin duda un
ejemplar de tipo africano o tropical, que para ser conocido por los griegos hubo de ser traído desde Asia o
zonas selváticas. Ofidio de gran tamaño, cuya existencia siempre está ligada lagunas y a las aguas y que
quizás apareciera en Mesopotamia durante algunas grandes inundaciones. Siendo tenida por la
encarnación del demonio (del mal) y que normalmente personificaba a la tormenta terrible, marina o
terrestre. Llámada Tiamat en Babilonia y entre los hebreos Leviatán, era aquel horrible "culebro" el
símbolo de los desastres meteorológicos, por lo que parece que algunos marinos (principalmente fenicios),
le rendían culto, conservando en los puertos templecillos que guardaban este tipo de grandes reptiles
(donde iban a adorarle, para evitar tormentas y oleajes). Ya que sobradamente es conocido como el reptar
de la gran culebra Leviatán, se entendía igual al de las grandes olas, que podían hundir los barcos. Hecho
este por el que algunos (siempre adoradores del mal) decidieron rendirle pleitesía en templecillos
marinos, donde guardaban a estas boas en sus puertos. Divinidad adorada a la que regalaban como ofrenda
y para pedir la protección durante la travesía, animales vivos. Principalmente fueron cerditos (a los que
llamaban "tifonios"), por prevenir con estas ofrendas aquellas tormentas. Aunque se dice que en muchos
de estos uertios fenicios existían también templos de Astarté, donde se obligaba a ejercer la prostitución
sagrada y quizás hemos de pensar que arrojaran al sepentario algunos bebés hijos de las prostitutas
(costumbre que se siguió haciendo el La India, hasta no hace muchs siglos). Algo terrible y que ya nos lleva
hasta la imagen de la sandalia con el gran reptil, tanto como a los cultos del templo de Apolo de Delfos,
donde sabemos que bajo el "omphallos" estaba enterrada la gran serpiente Tifón vencida por Apolo.

Pero para comprenderlo todo mejor, hemos de regresar nuevamente hasta la Tanit fenicia, con el caduceo,
que estaba situada sobre un delfín. Pez-mamífero y totem sagrado, que significaba para los griegos la guia
en el mar, la advertencia, la amistad entre las olas, la capacidad de navegación, la ayuda y -por ende- la
sabiduría y el don del futuro. De ello, que diera nombre al templo de Apolo en Delfos (el lugar del delfín);
lo que claramente indica cómo antes de ser adorado allí el dios de la Lira y de la belleza, lo fué la diosa
Delfine. Una deidad, de tiempos del Bronce y origen fenicio-bibliota, cuyo cuerpo era igualmente mitad
mujer y mitad sierpe (pez o delfín), con el don de la profecía. Desconocemos si aquel culto tiene algo que
ver con el de las modernas sirenas, más lo que sí nos parece, es que en verdad está relacionado con el
ritual de adoración al gran reptil del que hablábamos, al que se entregaban cerditos (y hasta a veces seres
humanos), para evitar los temporales, las tormentas y conseguir buenas travesías. Religión y terrible, que
parece consiguen terminar los adoradores de un "Adonai" o Apolo, dios de la belleza y de la cultura.
Creando así el nuevo templo de Delfos, cuyo recuerdo narra como bajo el "ombligo" en el que las pitonisas
recitan la profecía, se situa la tumba de esta gran sierpe: Pitón (ofidio que sabemos, da nombre a las
sacerdotisas y adivinas de Delfos).

Como hemos de suponer, aquellos grandes ofidios debieron de ser una gran atracción en todo puerto con
extranjeros y viajeros en tránsito; lugar o templo al que se acercarían lugareños y extraños a ver y a
cotillear, más que a adorar (por observar el comer de u monstruos que por sus dimensiones y costumbres
era ajeno a cualquier otro animal de Europa). De lo que el culto al Pitón se transforma hacia otro cuyo
nombre en mucho nos recuerda al del dios fenicio Melkarte; el de la deidad culebra helena que llamaron
"Meilikios". Este era el nombre que daban los griegos al dios "gran reptil", aunque su personificación fué
poco a poco acercándose a las culebrillas que también se adoraban en los serpentarios, como recuerdo a
aquellas otras que guaradaban los silos (antes de la llegada del gato a los hogares). Proliferando esos
templos de los que hablamos (quizás de origen cretense o micénico) entre los bosques de Grecia; donde se
guardaban serpentarios, en los que las sacerdotisas desnudas daban de comer ofrendas que traían los
fieles hasta aquellos reptiles sagrados. Siendo la exvota ofrecida a las víboras sacras, un dulce de miel y
leche llamado "Meilichios" (miel y leche, en griego); nombre que pasó a designar también al dios ofidio
(Zeus Meilichios). Quedando ya reacionado así plenamente el rito agrario del "comer de la sierpe" en la
ofrenda, para conocer el futuro del fiel (ya que si no engullía el dulce, era mal augurio), con el ritual
marino de la gran Pitón, donde la pitia vaticinaba. Todo ello originado por aquel terrible ofidio que
simbolizaba las tormentas y las travesías cargadas de oleaje. Siendo finalemente estos rituales aunados en
la figura de lo que llamaron como deidad: Zeus Meilichios (un Zeus con forma de gran sierpe, comedor de
dulces de miel con leche y que simbolizaba el Tiempo -meteorológico y cronológico-). Pudiendo co lo
expuesto ya comprenderse la unión que hubo entre la religión que adoraba al delfín (totem del marinero),
y el hecho de las Pitias, sacerdotisas que vaticinaban el futuro (descendientes de religiones veneradoras
de las serpientes). Tanto como el triunfo final de ritos benéficos relacionado con la dedicación del templo
a un dios bueno. El Apolo de Delfos, vencedor de Pitón.

JUNTO A ESTAS LINEAS Y BAJO ELLAS: Al lado, cuentas de un collar del tesoro del cortijo de
Evora; de época tartessia (hacia siglo VI a.C.), propiedad del Museo Arqueológico Nacional (al que
agradecemos nos permita divulgar su imagen). Veamos como estas son iguales que las que rodean al
"omphallos" del Templo de Apolo de Delfos, que en la imágen superior veíamos completamente lleno de
joyas. Ello nos hace pensar que aquel "ombligo" y centro del Mundo, simboliza igualmente a la reina o a
la gran madre en la antigüedad, que sabemos iba plenamente enjoyada (tal como se puede ver en las
estulturas de matronas).

ABAJO: Joyas de Traje de Vistas de La Alberca (foto tomada del libro, "La Belleza que protege" -pag 13-
de Carlos Piñel). Observemos en primer lugar el parecido en la forma de trabajarlas con las de la
antigüedad, a la vez que su similar significado como objetos para embelecer y proteger. Con ello,
estamos seguros que este "omphallos" simbolizaba esas reinas matronas, que cubiertas de joyas, desde la
Edad del Bronce se adoraban por todo el Mediterráneo. Recuerdo de aquello, creemos es el atuendo que
aún en nuestros dias lucen las mujeres de zonas hispanas donde quedaron ritos y costumbre ancestrales
(como la zona norte de La Ruta de la Plata, lugar del que procede esta ajuar de joyas para una sola
mujer).

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, Dama oferente del Cerro de los Santos
(hallada en Yecla, Murcia, datada hacia el siglo IV a.C. y propiedad del Museo Arqueológico Nacional al
que agradecemos nos permita divulgar su imágen). Observamos aquí una reina-sacerdotisa, plenamente
enjoyada cuyo significado creemos enlaza con el de los "ombligos" del Mundo que vimos en Delfos.

 
ABAJO: Foto de hace cien años de una mujer charra en el día de su boda (tomada de la página del joyero
salmantino Luis Méndez). Observemos que pese a los casi dosmilquinientos años de diferencia antre
ambas imágenes, su aspecto es casi igual. Ello nos hace recapacitar sobre el significado de la joyería y el
sentido que esta y los metales pudieron tener en la Antigüedad. Tanto como hasta no hace mucho, en la
zona Norte de La Ruta de la Plata, todas las mujeres se engalanaban con estas joyas, con el fin de que les
protegieran y les concedieran la fertilidad. Una "ristra" de abalorios en oro y plata, que de algún modo
puede hacer pensar en la gran culebra Pitón, que a su vez es como un terrible "cordón umbilical", que une
al hombre con algo que le resulta de un modo irremediable atractivo y necesario (la observación del oro,
la plata y la belleza del metal).

CITAS:

(1) Para una mejor comprensión sobre lo que significaba el "pallas" de Atenea, o el "palo" como protector en la suerte, tanto
como para consultar un estudio sobre el sentido y etimología de la "phalleria", ver entrada de este
blog: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com/2011_09_01_archive.html
FIESTAS DE LA LUZ, LA TIERRA Y EL AGUA. (De: Lo invisible en la
mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo.
Parte XXXVI).
Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé
en TARTESSOS Y LO INVISIBLE EN EL ARTE (30/01/2012)

Esta entrada es continuación de las doce anteriores. Recomendándose la lectura previa de aquellas que le
preceden, para una comprensión plena de cuanto exponemos en ella.

JUNTO Y SOBRE ESTAS LINEAS: Al lado, cartel de la Vijanera, una de las


primeras mascaradas del año, que se celebran en la localidad santanderina de Molledo (Silio) y que
"antaño" se llevaba a cabo en todo el área de Cantabria y norpalentina -incluyendo el valle de Campoo-.
Comienza cada primer domingo del año (de no coincidir con la Epifanía) y conmemoran el nacimiento de
Enero -el Janeiro-, mes de Jano. Aquel dios romano que se consideraba guardián de las entradas y el
símbolo de la "puerta" del domicilio, de lo iniciático y del calendario. Por lo que se le representa como
una deidad en busto y con doble cara, una mirando frontalmente a cada lado. Igualmente Jano era el dios
que se acuña sobre las primeras monedas romanas (ases dobles) y como tal se tuvo por un protector de
las riquezas (de las del hogar, económicas y del Estado). En nuestra opinión el nombre de esta
antiquisima mascarada llamada la VI-JANERA significa inicialmente "BI(fronte)Janero" o las dos caras del
primer periodo del año (el pasado enfrentado al futuro, los dos eneros). A continuación hablamos de
ellas.

ABAJO: Algunas de las más antiguas celebraciones similares a las Saturnales romanas se han mantenido
en Nuestra Península, llevadas incluso a cabo en las mismas fechas que lo hicieron en la Roma
premitraica. Puesto que antes de la reforma en favor del Mitraismo y que trasladó las Saturnales al
principio del año agrario (entre Piscis y Aries -a los Idus de Marzo-), aquellas fiestas de la fertilidad y la
obscenidad, se llevaban a cabo desde mediados de diciembre hasta fines de año (concretamente hasta el
día 28). Entre las conservadas con fechas verdaderas sobre nuestras tierras, llama la antención como en
el área que comprende desde Zamora al Portugal de Tras-os Montes y el sur de Galicia, se siguen
haciendo mascaradas ("carnales") que dan comienzo precisamente en las Navidades; lo que no deja duda
de que antaño hubieron de ser Saturnales y celebraciones de fertilidad (celtas, prerromanas o romanas).
Abajo recogemos una imagen del blog de Ana Pedrosa en el que narra los pormenores de las diversas
mascaradas que se llevan a cabo en Tras Os Montes. Igualmente, en otras localidades como las zamoranas
o gallegas, existen famosas fiestas similares y en los mismos días, entre las que destaca la del Tafarrón.
(Foto del BLOG DE ANA PEDROSA:
http://lazer.publico.pt/festasefeiras/297865_ha-festa-na-aldeia-ate-ao-dia-de-reis ). (Para más información leer: "Las
Mascaradas Zamoranas y su relación con las Portuguesas" de Bernardo Calvo)

Habíamos tratado repetidamente en anteriores entradas la relación entre las festividades llevadas a cabo
para fertilizar los campos y los cambios calendáricos. Ello porque la agricultura obliga a guardar unas
pautas de tiempo muy reguladas, por las que en cada ciclo -anual o estacional- han de realizarse
determinadas labores. Unos trabajos que se marcaban desde los tiempos más lejanos en virtud de fiestas y
que recordaban aquellas fechas en las que había de realizarse la rotulación de la tierra, la siembra, el
cultivo y la siega; tanto como la posterior recolección, custodia y elaboración de los productos
alimenticios. Creando todo ello una identificación plena entre los fenómenos naturales o meteorológicos
(como la luz, el agua, el frio y el calor), con conceptos mistéricos y de carácter semidivino. Nos referimos
al mencionar estos "enigmas sobrenaturales de la Naturaleza", a hechos como la fecundación, la fertilidad,
el nacimiento o la alimentación y crecimiento de las especies; tanto como al propio origen y significado de
la vida. Misterios que sin duda se plantea el agricultor en el transcurso de su labor, al sentirse "un
semidiós" que con su trabajo siembra, recoge y da uso o destino a la vida vegetal.

Por cuanto expresamos, nos será fácil entender por qué las festividades agrarias más importantes se
celebraron comúnmente a comienzos de la Primavera -cuando se iniciaban las labores del campo- y a fines
del Verano, para marcar su término. Pero ¿Qué significado pudieron tener aquellas otras que se llevaron a
cabo en los Solsticios?. Una pregunta que nos hacemos al parecer extraño que tan celebrado fuera el en
campo el 24 de Diciembre y el de Junio; ya que esas fechas no tienen una "utilidad ni están en meses
agrarios" y tan solo marcan los días más opuestos del año (nos referimos a la duración de horas solares
entre ambos). Aunque fácil nos será entender que gracias a estas dos "marcas" (la noche más larga y la
más corta del ciclo anual), se pudo entender el calendario con gran facilidad y de aquí su importrancia
para los agricultores.
Muchos se preguntan cuando nació y con qué precisión se ajustaron los primeros calendarios de la Historia
-un planteamiento sobre el pueden tejerse mil teorías-. Aunque la realidad más cierta parece decirnos que
la precisión y la duración de la medida del tiempo, varió y se reguló conforme cada cultura y civilización
necesitaba o deseaba. Pudiéndose llegar a entender que en verdad las fechas tuvieron más bien un sentido
religioso y civilizador, que propiamente astronómico y real. Todo lo que llevó a que en cada Sociedad se
marcara o se midiera el tiempo de un modo conforme sus necesidades marcaran. Siendo la Luna lo que
orientaba al ganadero y el Sol lo que preocupaba al agricultor; pese a lo que se generaron cientos de
maneras de medir el tiempo, siempre conforme fuera útil a los qe dirigían las Sociedades, para imponer
un sistema o unas bases y estructuras de poder.

Quizás nuestra frase anterior no se haya entendido plenamente, pero creemos que muy fácil será
comprender por qué hay secretos que el sacerdocio o las elítes no revelaban, con el fin de "aglutinar" a los
gobernados. Secretos entre los que debió encontrarse comunemente el de la duración del ciclo anual. En
base a ello, entenderemos por qué los egipcios "ignoraban" el bisiesto; llegando algunos egiptólogos a
afirmar que este extraño hecho se debió a su ignorancia astronómica. Mientras, los mismos que aseveran
aquello, no pueden explicar cómo tenían capacidad para orientar sus edificios a los puntos cardinales -o a
los cambios calendáricos-, con una precisión de apenas unos grados (lo que obliga a tener unos
conocimientos astronómicos tan específicos como profundos -solo alcanzados en la Europa del siglo XVIII-).
No entraremos de nuevo en este debate, puesto que la arqueo-astronomía ya ha demostrado que en los
alineamientos de piedras de la Edad del Bronce (en incluso del eneolítico y calcolítico), se llega a estudiar
la posición de los astros de manera inimaginable. Ello por medio de moles de piedra de toneladas de peso
(alineados a los cenits, ortos y ocasos); pudiendo fecharse gracias a aquellos observatorios perfectamente
orientados, hasta las dataciónes del yacimiento. Algo que supone lo mismo que afirmar como la primera
civilización que se da en Europa, y que florece desde el V al III milenio a. C. -fundamentalmente en el
área atlántica-; erigió sus megalitos con tres finalidades principales: Funerarias (en los dólmenes),
calendáricas (con los menhires) y sobre todo astronómicas (en los alineamientos de megalitos, también
llamados "cromlechs").
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, el autor de estas lineas
junto a uno de los menhires de "Almendros" del IV milenio a.C.; yacimiento situado en las cercanías de la
ciudad portuguesa de Évora (donde se encuentra uno de los "parques" megalíticos más interesantes de
Europa). La identificación del menhir con el pene era casi inmediata, máxime entre los hombres en la
Antigüedad, cuando la luz se concebía como poder generador de vida. De tal manera, aquella erecta mole
de piedra que servía para medir las sombras y la duración del día solar, era igualmente un símbolo de
paternidad común y de veneración o culto, al astro rey (lo que en Egipto derivó hacia la erección del
obelisco).

Como ya dijimos en otras entradas, es imposible saber cuándo se conoció con precisión plena el año de
365,2425 días. Ello porque valiéndose de un menhir y midiendo las sombras durante tres generaciones (de
abuelos a padres), sin ni siquiera saber contar, puede conocerse con esa exactitud casi absoluta el ciclo
anual. Bastando por comenzar desde un día en que veamos la sombra más larga, por colocar en una
cazuela una piedra diariamente; así hasta que esta sombra vuelva a llegar al mismo pubnto (al más corto
o alargado). Tras aquello, contaremos las piedrecitas y veremos que son 365; aunque de seguir midiendo
las sombras repetidamente, al cuarto año observaríamos que el ciclo es de 366 días. Pese a lo que
nuevamente, el siguiente año duraría 365 días, igual que durante cuatro anualidades más, hasta tener
que poner una piedra más cada el cuarto. De esta manera tan sencilla descubrirían el bisiesto tan solo en
unas décadas, y de seguirlo midiendo durante tres generaciones (por más de un siglo) comprobarían
además que tiene una nueva alteración, consistente en que cada cien años hay que restar un día -puesto
que la duración del año trópico es de 365,2425 (aproximadamente)-. No sabemos durante cuantos siglos
midieron y estudiaron los astros en estos megalitos gentes de una igual cutura y de manera continuada;
aunque en Egipto sí hay evidencias de que una misma civilzación milenaria lo estuvo haciendo a lo largo
de los siglos. Ello pudo llevar a conocimientos astronómicos inimaginables, algo que evidentemente
mantendrían en secreto (reservados para una élite o una casta) tal como actualmente hace La Nasa, las
universidades o cualquier agencia espacial. no pudiendo afirmarse, tal como la teoría mantiene, que tan
solo conocían aquello que dejaron escrito (máxime cuando en Egipto la reveación del secreto de templo
se castigaba con pena capital).
ABAJO: Alineamiento (o cromlech) de los Almendros de Évora. Es este un círculo megalítico que cuenta
con decenas de rocas perfectamente orientadas, donde se recoge una representación y situación de los
planetas. Entre ellas se encuentran también grabadas figuras astrales y espirales que se han tallado en
algunos monolitos, normalmente marcando los ciclos del astro que simbolizan. Constituyendo unas
colosales "miras" o "telescopios" de la Edad de Piedra, que datan de cinco y hasta seis mil años de
antigüedad y que en diversos casos han sido recontruidas o reorientadas (por cambios habidos en la
cúpula celeste o debido a crisis de civilizaciónes que las abandonaron). Los alinemientos tuvieron una
función calendárica específica, basada en un estudio empírico del Universo; sistema que en la actualidad
no se considera del todo "ciencia", pero cuyos resultados en verdad pudieron ser muy exactos -similares a
los que nuestros sabios del siglo XVIII llegaron-. Ello debido a que el estudio del Universo, llevado a cabo
con una observación minuciosa durante generaciones (e incluso siglos); sobre todo si es realizada por
castas como las sacerdotales o de sabios que rigurosamente guardan todos los movimientos habidos en el
Cosmos. Puede llegar a determinar y entender los ciclos de los astros con una precisión asombrosa, ya
que en gran parte el entendimiento de la cúpula celeste lo que verdaderamente preciosa es de una
continuada observación y de una paciente anotación de sus cambios y alteraciones (durante siglos).
Debido a ello, los arqueomatemáticos y a los astrofísicos que estudian este tipo de yacimientos, con
miles de años de antigüedad, quedan asombrados de la información astronómica que contienen en esas
moles de piedra, donde se orientan y señalan las fechas, los planetas o los cambios siderales.

El motivo de tales observatorios astronómicos pétreos fué religioso, pero su utilidad hubo de ser social y
cultural. Consiguiendo con aquellos el dominio pleno de los ciclos calendáricos, que no solo servían para
orientarse en los campos y en el mar -aunque hasta hace tres mil años apenas hubo navegación de altura-.
Sinó que sobre todo, los megalitos hubieron de ser útiles para conocer los ciclos agrarios y dar un orden
pleno a la Sociedad (regulada en fechas). De ello que las fiestas de la agricultura estén tan unidas al Sol,
ya que con aquellas se podía calcular cuándo habría de volverse a arar, sembrar o cosechar. De aquí la
importancia de estos festivales del Solsticio que tanto se celebran en el campo, de los que más arriba
hemos recogido algunos ejemplos en la zona de Zamora-Orense y Tras os Montes; y de los que ya dijimos
como sus orígenes inmediatos se hallaban entre las Saturnales, Lupercales o Calendas (romanas y
prerromanas). Así, conociendo la unión entre el poder generador y regenerador del Sol, su nacimiento o
renacimiento -cada 24 de diciembre y de junio-, comprendderemos bien por qué existe en la mitología
antigua una unión de conceptos entre el pene y la luz, tanto como la hay con el esperma y el fuego.
Siendo tanta la identificación que llegó a conformase un término relacionado con el sexo (como es la
"lujuria"), cuya etimología procede de la propia "Lux".

Tanta ha sido la unión entre la vista, la imágen y el sexo, que el epíteto común al dios Príapo fué el de
"Likeo". Nombre que no solo indicaba al "Liko" (lobo) cuyo nombre procedía de la luz de Luna; sinó sobre
todo mencionaba al "iluminador", entendiendo que la antorcha (en la noche) o la visión de la belleza en el
día, hacían nacer el deseo sexual. Por ello un común sobrenombre de esta deidad de la fecundidad era
Aiterges (el que brilla, del griego: ). Entendido ello, no nos será ya extraño comprender por qué en el
templo de las Vestales de Roma, donde se guardaba la hoguera sagrada que jamás debía apagarse;
también se reverenciaba una estatua con la forma de un gran falo. Imágen que sin duda era un "remoto
recuerdo" de los menhires y a la adoración primigenia de aquel astro que nos regala el fuego y el calor (el
Sol). Debido a todo ello, las historias que nos cuentan las fundaciones de ciudades romanas, tanto como
gran parte de sus mitos más antiguos (quizás de origen etrusco), siempre relacionan a sus héroes con
penes de fuego. Un hecho un tanto extraño, pero que se encuentra en el mismo nacimiento de Rómulo y
Remo, quienes en algunas de las versiones más antiguas fueron concebidos a través de uno de estos penes
ardiendo. Narrando su historia como habiendo visto el rey Tarquecio un miembro viril en pleno campo, que
emergía en llamas; recibió el oráculo de que aquella que copulase con este falo traería al Mundo a un ser
sobrenatural. Encargó el rey a su hija hacerlo, y aquella lo ordenó a su sirvienta, quien concibió del falo
de fuego a Rómulo y Remo, que por ser nacidos de este modo y de la criada fueron abandonados en el
Tíber.

Otros muchos mitos y héroes relacionan a las vestales, pebeteros ardiendo y a los penes en llamas, con el
origen de héroes y fundadores romanos. Siendo a nuestro juiios todo ello el recuerdo de la unión que
hemos mencionado, entre los cultos al calor y al metal, a la vida y al nacimiento, pero sobre todo al
calendario: Al ciclo solar y al año agrario. Puesto que hemos de suponer que era tan necesario la medida
de la anualidad para la agricultura (saber las fechas de lluvias, estíos o frios), como la propia labranza.
Debido a ello es sabido como casi todas las deidades del campo pasaron por tener una relación plena con
la luz -como el dios Osiris, protector de las cosechas y los campos- tal como también como lo fue Príapo,
el iluminador (Aiterges).

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, representación de unos faunos en


un ánfora Atica (fechada hacia el 500 a.C). Observemos en esta curiosa escena que el pene que lucen los
"diablillos" es una antorcha. Por lo demás el disfraz y escena que vemos, "en algo" se puede asemejar a
las que existen en algunas mascaradas de las que hablamos; donde los "botargas", "colachos",
"tafarrones", "demonios", "cipotegatos" (e infinidad de disfrazados) portan atributos que asemejan un
gran falo. Pese a que en nuestros días seguramente ese "pene de fuego" se ha sustituido por rabos de toro
(atados al cinturón), cencerros, colas de caballo colgantes, tiras de cuero y hasta penes de animales
rellenos. Todo lo que conforma un largo etcérera de artilugios, que portan estos enmascarados en los
carnavales; azotando y amedrentando comunmente con aquellos a los asistentes. Teniéndose por buen
augurio y señal de fecundidad recibir el golpe, el palo o el latigazo (tal como ocurría ya hace tres mil
años en Grecia).

ABAJO: Exvoto ibérico fechado entre los siglos VI al V a.C., procedente de Santa Elena (Collado de los
Jardines) y propiedad del Museo Arqueológico Nacional (al que agradecemos nos permita divulgar su
imagen). En este vemos la pequeña estatua votiva de un guerrero, que enseña sus atributos de "fuerza":
La espada (falcata), el escudo y el sexo itifálico. Presenta igualmente una forma de peinado o tonsura y
ello hace ver que se trata de la figura de un guerrero, quien quizás por su valor y la ayuda de los dioses
logró vencer (o murió) en batalla; de lo que dedicó el exvoto al santuario. Importante es en todo ello
observar cómo el sexo se presenta con un significado similar al de la espada y el escudo, objetos que
quitan y dan la vida (o la protegen); simbolizando de algún modo lo mismo que el pene: La facultad
generadora y fecundadora del hombre (por medio de la penetración).

En las imágenes anteriores hemos visto dos aspectos que de algún modo han pervivido en nuestra
civilización hasta prácticamente nuestros días. La primera es la espada como principio que da y quita la
vida y que de alguna manera se concibe como un sexo masculino. Hecho este que quizás aune tanto el
honor y el éxito militar, a otras "heroicidades sexuales"; algo que de un modo tiene tanta relación en
España (o en el Mediterráneo) como para que la palabra "valor" sea sinónimo de tener unos "grandes
atributos". El segundo aspecto que hemos visto en las fotos y que aún existe de alguna manera, es este
gran pene que lucen los sátiros. Lo que refiere al "rabo azotador" de los diablillos enmascarados, con los
que flagelan al pueblo. Ello simboliza precisamente lo contrario a la espada; es decir: Aquellos que no van
a la guerra (por caracer de valor o de medios) y se ven sometidos por el flagelo, obligados a obedecer y
humillados. Algo que se muestra públicamente cuando el sátiro o el joven del lugar, golpea a todos los del
pueblo, sin recibir más respuesta que la alegría y el buen humor de los azotados.
Este ritual era realizado en Grecia y Roma por faunos o sátiros y en nombre de Príapo o Pan, pero se
continúa llevando a cabo de un modo muy similar en nuestras tierras, por quienes toman los más diversos
nombres o disfraces. Comumente estos enmascarados lucen (tal como lo hicieron hace dos o tres mil
años): Látigos, colas de animal, tiras de cuero e incluso fundas hechas con penes de toro y burro, que usan
para golpear a quienes se encuentran a su paso durante las fiestas. Otros como "el colacho" (en Sasamón,
Burgos) no se conforma con portar un rabo de buey para ir pegando a todos los presentes, frente a la
iglesia y durante su festividad. Sinó que además ha de saltar con aquel flagelo -pleno de extraños
atributos-, sobre cuantos niños hayan nacido en el pueblo de Castrillo de Murcia durante el último año.
Algo que las madres increiblemente permiten, colocando sobre colchones a los bebés neonatos a la
entrada de la iglesia, esperando que la turba de "colachos" enmascarados salten repetidamente por
encima de aquellos (aún a riesgo de caer o accidentarse con los bebés). -sobre esta extraña celebración
ver artículo de la Revista Folklore, año 1993, número 150 de José Valdivieso Arce: LA FIESTA DEL COLACHO
EN CASTRILLO DE MURCIA, BURGOS; liberado en la red-

Conforme decimos y tal como Teilhard de Chardin afirmaba, parece que al hablar de costumbres e
historia: "cuanto más reestablecemos las perspectivas del pasado, más comprendemos que los tiempos
llamados históricos -hasta incluso los modernos- solo son la prolongación directa del Neolítico". Acertada
frase que hemos tomado de la publicación de Jose Ma. Domínguez Moreno (Cultos de fertilidad en
Extremadura, Mérida 1987) donde recoge mútiples rituales, costumbres y modos de vida que vió y vivió en
su región natal -y que en mucho nos recuerdan a los que narramos de Grecia, Roma o Egipto-. Deseando
destacar una frase en la que el autor comenta como debió nacer el culto a dioses como el Pan, por la
necesidad de cuidar los terrenos. Debido a que "el paso de un extraño por tierras cultivadas presagiaba
mala cosecha, por lo que el emisario del mal debía ser atacado por quienes procuraban la fertilidad de los
campos". Afirmando Frazer que aquellos eran asaltados, muertos y su sangre se vertía para fertilizar el
terreno.

Al margen de estos hechos ancestrales de los que surge sin duda alguna la figura de la deidad del pánico,
otros ritos milenarios llegaban a relacionar toda la vida sexual del agricultor con cada uno de sus trabajos
sobre la tierra. Costumbres de las que muchas (afirma Domínguez Moreno) se conservaron hasta hace bién
poco en sus tierras. Siendo prácticamente tenida la mujer como imagen de la huerta (o del campo) y el
labrador con sus aperos, concebido como un marido de la tierra, que la fecunda (trabajando con el sexo a
la mujer). Hechos estos que narra el autor como se observan en múltiples costumbres, rituales y fiestas
que no hace tantos años pervivían en Extremadura. Por lo demás, muy importante es que el espejo se
encuentre entre los atributos de fertilidad y de más valor simbólico en esta zona hispana. Donde en los
sombreros (como el de Montehermoso) o en las ceremonias de boda, se realizaban mútiples rituales con
argentados, para invocar al buen augurio, o a la fertilidad de la pareja. Siendo aquello sin duda una
herencia del culto más ancestral a la Luna Mediterránea, la Isis egipcia o la Neit ibérica, cuyo manto
nocturno siempre se esconde con la figura de un espejo (como símbolo del reflejo de la luz del padre y
señor de la casa: El Sol).
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, la diosa Isis luciendo su espejo entre los cuernos
(crecientes) de la Luna - bajorrelieve de la Tumba de Tebas de Horemheb dinastía XVIII-. Desde época
tartessia en la región Sur y media de la Ruta de la Plata (especialmente en Extremadura) aparecen
estelas votivas en las que el guerrero -o la "reina"- están acompañados por un ajuar que presenta entre
sus atributos un espejo. El espejo, se tuvo como símbolo sagrado lunar, pero sin lugar a dudas en la
Antigüedad hubo de tener una función más relacionada con el prestigio, el estudio y hasta la astronomía.
Ello debido a que el análisis de los cielos en ocasiones se realizaba por medio de crear cuadrantes tejidos
con cuerdas y sobre estanques (o lagos), donde a diario o noche tras noche se estudiaba y anotaban los
movimientos de los astros. Sin duda alguna, la importancia del espejo como símbolo femenino y de
fertilidad en Extremadura, procede de estas culturas milearias (tartessia o mediterranea).

ABAJO: Amuletos que recoge Domínquez Moreno en su publicación sobre "Cultos a la fertilidad en
Extremadura" (página 5). Entre ellos vemos una síncresis de formas, que mucho nos recuerda a cuantos
hemos estudiado para su uso contre el mal de ojo (fundamentalmente utilizados desde tiempos
inmemoriales en la Ruta de la Plata)

INDICE DE CAPÍTULOS EN ESTE PDF


Recogidos de
TARTESSOS Y LO INVISIBLE EN EL ARTE
(artículos número: 60º, 61º, 62º, 63º, 64º, 65º)
Pag. 1 ......... DE FALOS, JOYAS Y OTRAS... "BOLLAS". Continuación: Dioses de la Fecundidad y su posible significado calendárico -de Egipto a Japón-. (de Lo invisible en la
mitología: Los bueyes de Gerión en
el tesoro de El Carambolo. Parte XXXI).
Pag. 15 ......... Dioses de la fertilidad, de la luz, del Sol y del oro; diosas del agua, de la Luna y la plata. (de Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El
Carambolo. Parte XXXII).
Pag. 32 ....... Dioses del comercio y la prosperidad, venidos del cielo. (de Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXXIII).
Pag. 44 ....... Mercurio dios del comercio y la prosperidad. (de Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXXIV).
Pag. 60 ....... DE MELKARTE A MERCURIO Y DEL CADUCEO A LA VARA DE OLIVO. (De: Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte
XXXV).
Pag. 73 ...... FIESTAS DE LA LUZ, LA TIERRA Y EL AGUA. (De: Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXXVI).

También podría gustarte