La posesión es el ejercicio de hecho de uno o más atributos del derecho
de propiedad, o sea el usar, disfrutar, disponer o reivindicar un bien. Basta realizar alguno de ellos para que se puede ser considerado poseedor, y reputado propietario, sin necesidad de tener la intención de serlo. O sea, la posesión en nuestro derecho peruano se configura solo con el corpus y no precisándose del animus.
La extinción o pérdida de la posesión ocurre cuando cesa el poder físico sobre el
bien. Como poder de hecho, la posesión se extingue cuando se tornan imposibles los hechos que permiten su ejercicio. La extinción es la antítesis de la adquisición.
De acuerdo con el artículo 922 del CC. la posesión se extingue por: Tradición, Abandono, Ejecución de resolución judicial, Destrucción total o pérdida del bien.
1. Abandono. Si bien el elemento intencional o animus no integra el concepto
de posesión en nuestro CC, también es verdad que en su pérdida (extinción) sí se presenta la intención y esto aparece con claridad cuando consagra el abandono como una de sus formas. El acto de desprenderse del bien identifica al primero; la voluntad de no ejercitar en lo sucesivo el poder, al segundo. En suma, entendemos por abandono a aquella forma de extinción de la posesión que se traduce en el desprendimiento físico e intencional (animus) del bien que hace su poseedor con el objetivo de no ejercitar más ningún atributo del derecho de propiedad (como el uso y el disfrute).
2. Tradición. Es aquella forma de adquisición derivada que se traduce en la
entrega física, y con ello de la posesión, de un bien mueble o inmueble realizada, por una parte, denominada enajenante o transferente, en favor de otra persona denominada adquirente. Sobre este tipo de extinción de la posesión no nos extenderemos más.
3. Ejecución de una resolución judicial. Para una doctrina nacional, es la
ejecución de sentencia la que determina la pérdida de la posesión. Los procesos más comunes que acaban con la posesión son: Desalojo, Embargo, Reivindicación, y Interdicto de recobrar. Adicionalmente, se indica que el fin de la posesión puede ser producto de la transacción o de la conciliación. Dejando, en estos casos también, de existir el corpus.
4. Destrucción total o pérdida del bien. Al perecer (destruirse) el objeto, el
derecho se extingue, ya sea cuando desaparece en su sustancia (muerte del animal, incendio de la casa) o cuando pierde las cualidades esenciales para su uso, como se da, por ejemplo, con el tramo de playa, antes usado y construido, pero luego permanentemente sumergido. La destrucción también existe en la transformación que desfigura la cosa, haciendo imposible distinguirla de otra, como en los casos de confusión, comisión, adjunción, avulsión. En todos estos casos, la pérdida de posesión ocurre sola. Pero su deterioro no implica pérdida, ya que, aunque perjudicada o degradada económicamente, la cosa continúa cumpliendo con su finalidad, permitiendo que la posesión sobreviva al hecho dañino. En otras palabras, la destrucción total es aquella forma de extinción de la posesión que ocurre cuando: a) Desaparece el bien completamente, b) Desaparece la finalidad para la cual el bien existía y se utilizaba o c) Se transforma en un bien distinto.
Respecto a la pérdida del bien, esta es una consecuencia de no poder
ejercitar actos posesorios sobre el mismo. Esto acontece cuando un bien queda fuera del comercio. Desde luego cuando transitoriamente no se posee, no se produce la pérdida de la posesión. Así sucede, por ejemplo, si se deja un automóvil estacionado en una calle, sin ánimo de abandonarlo. En suma, la pérdida del bien, es aquella forma de extinción de la posesión que tiene lugar cuando, a pesar de seguir teniendo existencia y utilidad económica, se ignora el paradero o ubicación del bien y por tanto resulte imposible ejercitarse actos posesorios sobre el mismo.
Constitución, Su Significado y La Controversia Entre Neoconstitucionalismo y Garantismo (Autor: Miguel González Madrid) - Polis 2018-1, Pp. 43-80 (Página Completa)