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1. Introducción
La palabra simulación proviene del latín simulare – fingir, hacer aparecer una
cosa distinta de la realidad. El Diccionario de la Lengua Española de la Real
Academia define a la simulación como la «alteración aparente de la causa, la
índole o el objeto verdadero de un acto o contrato». Agrega que simular es
representar una cosa fingiendo o imitando lo que no es.
En la vida diaria, por diversas razones, el ser humano simula, miente. Simula
estar enfermo para no concurrir a una cita o para evitar un castigo; simula
tener talento, carácter, conocimientos con el fin de acceder a un puesto de
trabajo; disimula defectos, fracasos, vicios, enfermedades, etc. Muchos
sujetos son unos verdaderos artistas en la escena de la vida[2].
El acto simulado es ineficaz entre las partes, salvo cuando se trate de actos
no simulables como los familiares que no pueden dejarse sin efecto por
mutuo acuerdo: ejemplo, el matrimonio, el reconocimiento de hijo.
2. Definición
Hay simulación cuando las partes de común acuerdo, con el fin de engañar a
terceros, celebran un acto jurídico aparente o un acto jurídico real ocultado bajo
una apariencia[4].
Ejemplos:
3. Requisitos de la simulación
– Es un acto jurídico
– El acuerdo simulatorio.
Es un acto juridico por cuanto reúne todos los requisitos que prevé el art. 140.
Tiene por fin inmediato engañar a terceros. Existe una declaración de vo
luntad ostensible, aparente, que no se correlaciona con la realidad que
encubre una voluntad distinta que las partes mantienen en secreto, por ello se
le denomi na voluntad interna.
Puede ocurrir que el acto simulado consista en una pura apariencia o que
encubra (disimule) a otro acto simulado (ej., se dona pero se aparenta
vender).
No hay simulación, sino reserva mental, que no afecta la validez del acto, si
una de las partes (con el fin de engañar a la otra) o ambas (las dos se
engañan recíprocamente) se reservan secretamente su intención de no querer
los efectos del acto. La simulación se distingue de la reserva mental porque
en esta falta la contradeclaración, falta el acuerdo simulatorio; la parte declara
una voluntad que solamente es contradicha en su fuero interno. La reserva
mental del declarante es irrelevante frente al destinatario. Si la reserva
después es explicitada no hay acuerdo simulatorio, sino dos declaraciones
incompatibles de la misma parte; si son sucesivas, la segunda podrá valer
como revocación del acto jurídico en los casos que la ley lo permite; si son
contemporáneas, por contradictorias, no sirven para formar el acto jurídico.