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CAPÍTULO 4

REGLA PRIMARIA

Como ya hemos dicho, las Sagradas Escrituras se escribieron con el fin de hacerse
comprender y, en consecuencia, los escritores debieron valerse de palabras
conocidas y debieron usarlas en el sentido que generalmente tenían: el más común.
Aunque a decir verdad, la simplicidad del lenguaje bíblico a nosotros nos es ajena a
causa del desconocimiento de los idiomas originales, la distancia en el tiempo, la
diferencia de costumbres, la diferencia de pensamiento, etc.
Por lo tanto, el primer cuidado que debemos tener para la recta interpretación de la
Biblia, es averiguar y determinar cual sea el sentido usual y ordinario de las palabras
o pasajes que estén presentándonos dificultades para su claro entendimiento.
Es necesario, para tal averiguación, recordar tres cosas indispensables para obtener
mayor provecho:
Primera: Que siempre necesitamos, y por lo tanto, debemos buscar la ayuda,
dirección y unción del Espíritu Santo.
Segunda: que es necesario tener siempre en cuenta el principio fundamental: Que
el Libro debe ser su propio intérprete.
Tercera: Que hay reglas que nos establecen modos de proceder y a los cuales
deberemos sujetarnos en la interpretación bíblica y, que dichas pautas o reglas se
deducen o nacen de la regla fundamental.
Iniciamos aquí el estudio de las reglas de interpretación. La primera dice así:
Es preciso, en cuanto sea posible, tomar las palabras en su sentido usual y
ordinario.
El sentido usual y ordinario está a veces muy lejos de ser el significado exacto de las
palabras, es más bien la forma popular de usarla. Entre nosotros, por ejemplo,
existen palabras que su significado es uno, pero el sentido usual y ordinario es otro,
Veamos:
“Volada” en su significado literal es una acción de volar, o una cosa que se hizo
volar; pero en el sentido usual y ordinario “ir de volada” es tener de prisa.
“Buzo” es una persona que nada o camina en las profundidades del océano con un
equipo especial; pero “ponerse buzo” es, en el sentido usual y ordinario de estar
listo, atento o vigilante.
“Cámara” es una maquina para tomar fotografías o película, o filmar videos. En otra
acepción, es un tubo circular de hule que va dentro de la llanta para contener el aire;
y una más, es también una recamara o habitación; y la última, es un grupo de
legisladores o parlamentarios llamados senadores o diputados. Pero en sentido
usual y ordinario, “cámara” significa” cosas como: “estoy de acuerdo”, “de
inmediato”, “ya te escuche”. “órale” y muchas cosas más.

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“En caliente” significa que algo se tiene que trabajar cuando está a alta temperatura,
pero en el sentido usual y ordinario quiere decir “!ya!”, “ahora mismo”, “como va”,
etc.
Si un extranjero que hablara español se metiera entre los jóvenes de barrio de
cualquier gran ciudad de México, seguro que necesitaría un intérprete para
comprenderlos en su habla por no comprender el sentido usual y ordinario con que
ellos hablan.
Esta regla es natural y sumamente sencilla, pero de la mayor importancia, pues
ignorarla o violarla, trae como resultado que en muchas partes, la Escritura no tenga
otro sentido que el que quiera concederle al capricho humano.
Por ejemplo, hubo quien se imaginaba que las ovejas y los bueyes que menciona el
Salmo 8:6-8, eran los creyentes, mientras que las aves y peces eran los incrédulos,
de lo que sacaba en consecuencia que todos los hombres, quieran o no, están
sometidos al poder de Cristo. Si al interpretar hubieran entendido el sentido usual y
ordinario de las palabras, no habrían caído en semejante error.
Pero debemos tener muy presente que el sentido usual y ordinario de las palabras
no siempre es el sentido literal, bien puede tenerse en cuenta el sentido usual y
ordinario aunque el lenguaje sea figurado. En otras palabras, el deber de tomar las
palabras en su sentido más usual y ordinario, no significa que siempre deba
tomarse al “pie de la letra”.
Muy importante es recordar que esos lenguajes aparecen constantemente en las
páginas escriturales, alternándose, uniéndose y a veces amalgamándose. Son
muchos lo errores cometidos al momento de la interpretación, a causa de haber
considerado literal un pasaje que era figurado o viceversa.
Como se sabe, cada idioma tiene sus modos propios y peculiares de expresión, y
tan singulares, que si se traducen al pie de la letra se pierde o se destruye el sentido
real y verdadero.
Muy importante recordar también que aún en el mismo idioma y en la misma época,
las palabras, aunque sean las mismas, no tienen el mismo significado en todos los
lugares en que se hable el idioma. Podemos viajar a otros lados del mundo en los
que también sean hispano parlantes1, y aún dentro de nuestro propio país, y no
poder entender plenamente lo que dice la gente a causa de los giros idiomáticos
propios de cada región.
Esta circunstancia se debe tener aún más en cuenta tratándose del lenguaje de las
Escrituras que de otro libro cualquiera, por estar sumamente llenas de tales modos
de expresiones propias y peculiares.
Recordemos que los escritores sagrados no sólo se dirigían a cierta clase de
personas privilegiadas, sino al pueblo en general y por lo tanto, no se valen de un
lenguaje científico y seco, sino popular y lleno de colorido y figuras. A estas
circunstancias debemos la libertad, variedad y vigor que observamos en su lenguaje.
A las mismas se debe la abundancia en el uso de toda clase de figuras retóricas,
símiles, parábolas y expresiones simbólicas. Además de lo ya dicho, ocurren
muchas expresiones peculiares del idioma hebreo, llamadas: HEBRAÍSMOS. Es

1
Hispano parlantes: Que hablan el idioma español

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necesario pues, tener presente todo esto para poder determinar cuál es el sentido
usual y ordinario de las palabras y frases.
VEAMOS ALGUNOS EJEMPLOS:
Ejemplo 1.
En Lc. 15:12: “…porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra”. Si
tomamos aquí las voces carne y camino en el sentido literal, se pierde por completo
el significado de texto. Pero tomándolas en su sentido usual y ordinario y
considerándolas en lenguaje figurado, es decir, carne en el sentido de personas y
camino en el sentido de costumbres, modo de vivir, modo de proceder; no solo
adquiere significado, sino un significado preciso, que nos dice que toda persona
había corrompido sus costumbres. Esta es la misma verdad que declara Pablo, en
lenguaje literal, sin figura, diciendo: “No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno”.
(Romanos 3:12).
Ejemplo 2.
En Lucas 15:8 Jesús pregunta: “¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una
dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla?” Si
tomamos este versículo al pie de la letra, nos quedamos sin comprender las
verdades que encierra; pero sabiendo que es una parábola y que sus partes
principales y figurativas necesitan ser interpretadas para su comprensión, ya no
vemos sólo una pregunta interesante, sino que comprendemos las realidades
encerradas en el pasaje.
Esta parábola ha recibido la siguiente interpretación: La mujer representa a Cristo
buscando con trabajo afanoso al hombre perdido en el pecado representado por la
moneda de muy poco valor que se ha perdido. Todo lo cual ilustra maravillosamente
al Señor, trabajando afanosamente para salvar al pecador. Todo esto expresa
maravillosamente la misma verdad que sin parábola dijo Cristo en Lucas 19:10, “El
Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”.
Sin embargo, personalmente vemos que hay más enseñanza en este pasaje
escritural, lo cual no es extraño, ya que un solo pasaje puede contener dos o más
enseñanzas distintas. Veamos:
Primero, hay elementos que no encajan muy claramente y que nos obligan a seguir
buscando; al leer el contexto nos damos cuanta de que la mujer estaba muy
preocupada por una moneda que casi no tiene valor y que al encontrarla, ya de
noche, reúne a sus amigas para festejar.
Procuramos entonces que la Biblia sea su propio intérprete y encontramos en otros
pasajes que la mujer es símbolo de la iglesia (Ap. 12:1), y en otros, la iglesia es una
mujer comprometida en matrimonio (2ª. Co. 11:2; Ap. 19:7), en espera de su
prometido que viene para casarse con ella, y que por cierto, llega a la media noche
(Mt. 25:1-10). Debemos asentar que no logramos encontrar ningún pasaje escritural
que pudiera corroborar la anterior interpretación, según la cual una mujer sea
símbolo de Cristo o de Dios.
Entonces comenzamos a buscar ayuda en libros auxiliares que NO NOS
INTÉRPRENTAN LA PALABRA, pero sí nos proporcionan datos que nos ayudan a
comprenderla correctamente. Tales libros pueden ser diccionarios, concordancias,

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cometarios bíblicos, atlas geográficos, libros sobre costumbres antiguas en las
tierras bíblicas, de teología exegética, etc.
Nos encontramos que en el original griego “reunir a sus amigas para gozarse”,
significa que hizo una fiesta para celebrar el hallazgo de la moneda perdida (a esto,
los antiguos le llamaban dar albricias). Nos surgen unas preguntas: ¿Por qué
gastaría una mujer judía en la organización de una fiesta costosa por haber
encontrado una moneda casi sin valor? ¿No era económicamente mejor y más
costeable dejar la moneda pérdida? El darles respuesta nos impulsa a seguir
buscando los poderosos motivos que podría tener la mujer para buscar con tanto
afán la pequeña moneda.
Llegamos a un libro sobre costumbre judías antiguas y nos encontramos con una
sorpresa: Las mujeres judías de algunas regiones, al quedar comprometidas en
matrimonio, recibían de parte del prometido, las arras de la promesa (A estas arras
hace alusión Pablo en 2ª. Co. 1:22; 5:5; Efesios 1:14, significando con ello que como
iglesia estamos comprometidos con Cristo y que nos ha dado el sellado de su
Espíritu Santo como señal del compromiso). Tales arras consistían en diez
monedas, que al ser sólo un símbolo, eran de muy poco valor monetario. El día de la
boda la novia tenía que entregar al esposo las diez monedas y si le faltaba tan sólo
una, no había boda. Así podemos entender el afán de la mujer de la parábola por
encontrar la pequeña moneda y la justificación del gasto de la fiesta pues la moneda
tenía para la mujer, un valor mucho más importante que el simple valor económico.
Por cierto, la parábola dice que llamó a sus amigas para festejar, pero no que las
despertó a pesar de que era de noche. Creemos que esas amigas son las vírgenes
que, también conforme a las costumbres judías, acompañaban en vela a la novia
esperando la llegada del esposo para salir a recibirle con danzas y fiestas.
La enseñanza de la parábola es entonces: La mujer es la iglesia en espera del
esposo. La monea es la señal del pacto de arras de la promesa que si la pierde, no
va con Cristo a la eternidad. Por fin, ya de noche la encuentra, y según Mateo, el
esposo llegará a media noche. Todo esto nos habla del cuidado que la iglesia debe
tener de su seguridad para ir con el Señor a las bodas del cordero; pero también nos
habla de la restauración que el Señor está realizando en su iglesia a través del
Espíritu Santo muy cerca de la media noche, es decir, pocos minutos (en el reloj
profético), antes de la venida de nuestro Señor Jesucristo, cuando la iglesia se está
reencontrando con los dones, manifestaciones y operaciones del Espíritu Santo,
perdidos por tantos años, y que ahora al volverlos a tener, recobra la fisonomía de la
iglesia primitiva, que es la iglesia que Cristo dejó sobre la tierra al partir, es la iglesia
con la cual está comprometido, por la cual viene otra vez, y la espera encontrar a su
regreso, y no quiere nada menos que esa.

Ejemplo 3.
Profetizando de Jesús, dice el sacerdote Zacarías en Lucas 1:69 “Que Dios nos alzó
un cuerno de salvación en la casa de David su siervo”2. No sacaremos nada en

2
Conforme a la Versión Reina Valera 1909

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claro si tomamos las palabras “cuerno” y “casa” en sentido literal. Pero buscando el
sentido usual y ordinario de las mismas, sabemos, conforme a la misma Palabra que
el cuerno es símbolo y figura de la fuerza o poder real (2º. Sam. 2:10, cf. V. 1909 3 y
V.M.4, Dn.. 7:20,24). El cuerno es también símbolo del poder salvador; los cuernos
del altar son símbolo de la salvación por la sangre (Éx. 29:12; Lv. 4:7); los judíos
sabían perfectamente lo que significaban y se aferraban a ellos buscando salvación
cuando su vida peligraba (1º. R. 1:50 y 2:28). Son precisamente a estos cuernos los
que Zacarías hace referencia en la profecía.
En cuanto a “casa” de David, sabemos que en la misma Escritura, se usa esta
palabra en vez de familia o descendencia (Sal. 115:10,12).
Con esto ya no estamos a oscuras en cuanto a entender el pasaje, encontramos que
significa que Dios levantó un poderoso salvador que además es descendiente de
David y por lo tanto, de sangre real. Confirma Pedro esta interpretación cuando dice
en Hch. 5:31:
“A éste (Jesús), Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y
Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados”.
Ejemplo 4.
Dice Jesús en Lc. 14:26
Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e
hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede
ser mi discípulo.
Este es uno de los versículos que los detractores 5 de la Biblia usan para respaldar
su idea de que no puede ser divina por que se “contradice”. En realidad al decir esto
se ponen en ridículo pues lo único que demuestran es su absoluta ignorancia de los
principios de interpretación y su enorme necedad, al opinar sobre algo que ignoran.
Dicen estos ignorantes que hay contradicción entre este versículo y Éx. 20:12; Dt.
5:16; Mt. 15:4; Ef. 6:12, 13 y, que por lo tanto, Jesús contradecía los mandamientos.
Si tomamos al pie de la letra las palabras de Jesús, sí constituyen una contradicción
al concepto divino de amar aún a los enemigos. Pero buscando el sentido usual y
ordinario de las palabras nos damos cuanta de que aquí el Señor se está
expresando con un hebraísmo.
Aunque después llegaremos a estudiar los hebraísmos con detenimiento, es
necesario ahora aclarar que los hebraísmos son expresiones y giros peculiares
propios y particulares del idioma hebreo y que ocurren en nuestras traducciones. De
los hebraísmos, el que aquí ocurre es uno por el cual se expresan las
comparaciones y las preferencias entre dos personas o cosas, con palabras tan
fuertes y determinantes como “amar” y “aborrecer”.
Al encontrarnos con esto, ya no solo desaparece la contradicción, sino que
comprendemos el verdadero sentido del texto que está perfectamente aclarado en
Mateo 10:37:
El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí…
3
Versión Reina Valera 1909
4
Versión moderna Reina Valera 1960
5
Detractor: Disconforme, adversario, denigrador, calumniador, infamador, maldiciente.

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Por los ejemplos citados, podemos entender la suma necesidad de familiarizarse
con las figuras y modos propios y peculiares del lenguaje bíblico, así como el sentido
literal y figurado tan usado en las Escrituras. Esta familiaridad se adquiere por
supuesto, por un estudio prolongado de la Palabra acompañado de reflexión y
análisis. Pero una buena ayuda para obtener con mayor brevedad, es tener un libro
o libros a la mano que nos ayuden, tales como diccionario bíblico, diccionario
temático, comentarios bíblicos, Diccionario Teológico, etc.

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CUESTIONARIO DE APOYO Nº 4

Nombre del alumno ______________________________ Fecha ___________


Iglesia___________________________ Pastor_________________________

1. ¿Con qué fin se escribieron la Sagradas Escrituras?

2. ¿A qué se debe que no podemos captar la sencillez del lenguaje bíblico?

3. ¿Qué debe constituir el primer cuidado en la recta interpretación de las


Escrituras?

4. ¿Qué principio fundamental se debe tener siempre presente en la


interpretación?

5. ¿Cuál es la regla primera que se deduce de la “Regla de Reglas”?

6. ¿Por qué es tan importante esta regla?

7. ¿Qué diferencia hay entre el sentido usual y ordinario y el sentido literal y por
qué no se deben tomar siempre las palabras en sentido literal?

8. ¿Por qué fue escrita la Biblia en lenguaje popular y figurado y no en lenguaje


científico?

9. ¿De que se trata cada uno de los cuatro ejemplos?

10. ¿Qué son los hebraísmos?

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11. ¿Cómo se adquiere la familiaridad necesaria para distinguir entre lenguaje
literal y figurado?

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