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CAPÍTULO 2

UN EXAMEN SINTETIZADO AL LENGUAJE BÍBLICO.

1. La Escritura da testimonio de sí misma diciendo que es divinamente inspirada…


“…para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,
a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado
para toda buena obra”.
2ª. Tim. 3:16-17
En una palabra, la Escritura tiene como propósito hacer al hombre…
“….sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús”.
2ª. Tim. 3:14-17
2. Esperamos sencillez.
Por lo mismo, esperamos y esperamos con razón, que la Biblia hable con
sencillez y claridad.
Efectivamente, leyendo, por ejemplo, el Nuevo Testamento, hallamos a cada
paso en sus páginas los grandes principios y deberes cristianos expresados con
toda claridad y en lenguaje sencillo, evidente y palpable. En cada página resalta
la espiritualidad y santidad de Dios, y con la misma claridad nos dice cual debe
ser la santidad y consagración que le pide al que le adora. En todas partes se
nos muestra con toda claridad la caída y la corrupción del hombre y, por
supuesto, su necesidad de arrepentimiento y conversión. En todas partes se nos
proclama, también claramente la remisión de pecados en el nombre de Cristo
Jesús, y, al mismo tiempo, también con mucha claridad, la condenación eterna
por falta de fe en el salvador. A cada paso consta también, sin dejar lugar a
dudas, los deberes cristianos en todas las circunstancias de la vida y las
promesas del Padre de sostenernos en la lucha contra Satanás y sus esbirros.
Todas estas verdades brillan como la luz del día, de tal manera que ni el lector
más superficial e indiferente deje de verlas.
3. Incomprensibilidad.
Pero ocurre lo mismo en cualquier libro o hasta en cualquier tratado de escuela
primaria por ejemplo, que aunque se ocupa de cosas terrenas, se hallan,
palabras y pasajes que no comprende sin explicación el hombre sin estudios.
No debe, por lo tanto, extrañarnos encontrarnos con palabras y pasajes difíciles
de entender en las Sagradas Escrituras que, en lenguaje humano trata de cosas
divinas, espirituales y eternas.
Si en algunos estados de nuestra republica se usan frases, palabras y formas de
expresión que no podemos entender sin interpretación, ¿Cómo va ser raro
encontrarnos los mismos problemas en las Escrituras que tuvieron su origen en
países lejanos, todos diferentes al nuestro, en idiomas tan distintos, algunos ya
muertos y escritas por gente tan diferente a nosotros?

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Si todo escrito antiguo ofrece puntos obscuros, ¿Por que parecernos extraño que
los tenga un libro inspirado por Dios a sus siervos en diferentes épocas hace ya
millares de años?
Por todo lo anterior, nada resulta más natural que contengan las Escrituras
puntos obscuros, palabras y pasajes que requieren estudio y cuidadosa
interpretación.
Pero recordemos que únicamente es en los mencionados casos de dificultad, y
no en cuanto a lo sencillo y claro, que necesitamos los consejos de la
Hermenéutica para que resulte correcta nuestra interpretación y tenga el fruto
necesario nuestro estudio.
6. El lenguaje bíblico.
Hablando del lenguaje bíblico, una ligera observación al mismo, nos convencerá
aún más de la enorme necesidad de conocer reglas de sana interpretación
bíblica para obtener mayor provecho del estudio de las Escrituras.
Hay personas, por ejemplo, que son doctos en conocimientos seculares 1, pero
que han vivido “incomunicados” con el lenguaje bíblico, y cuando se encuentran
con la Biblia, hallan su lenguaje chocante, corriente y no coincidente con lo que
ellos se imaginan que debe ser la revelación divina. Desagrada a estos doctos
que la Biblia contenga tal abundancia de todo género de palabras y expresiones
figuradas y simbólicas. Pero si tuvieran un poco de conocimiento hermenéutico
acabarían con sus dificultades y, además, se convencerían de que ese lenguaje
es precisamente el lenguaje divino por excelencia, así como el más científico y
literario.
7. Encarnando lo invisible.
Un maestro de la Biblia llamado E. Lund relata de un científico de fama que,
conciente de lo difícil que resulta comprender el lenguaje científico, pedía a sus
colaboradores con bastante insistencia que a la hora de enseñar “encarnaran lo
invisible”, porque, decía, “sólo de esa manera podemos lograr que el discípulo
entienda la existencia de lo invisible obrando sobre lo visible”.
Sin embargo, aclaremos que esta idea que expresa este científico moderno es
más antigua que la misma Biblia, puesto que, en verdad, fue Dios el primero que
encarno sus pensamientos invisibles en el universo visible, revelándose a sí
mismo en la creación, logrando su máxima manifestación de lo invisible al
revelarse al hombre encarnándose visiblemente en la persona de Jesucristo.
“Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo
manifestó. 20Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad,
se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo
entendidas por medio de las cosas hechas,”
Rom. 1:19-20
Tenemos entonces al universo visible, tomado como gigantesco diccionario
divino, cuyas palabras son los objetos visibles, vivos y muertos, activos y
pasivos, expresiones simbólicas de las ideas de Dios. Por lo tanto, resulta
entonces de lo más natural, que al inspirar Dios las Escrituras con el propósito de
1
Seculares: Conocimientos del siglo (mundo), no relacionados con Dios

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hacernos comprender su mente, se valga de su propio diccionario, llevándonos
por medio de lo visible a lo invisible, por la encarnación del pensamiento, al
pensamiento mismo; por lo objetivo a lo subjetivo, por lo conocido y familiar, a lo
desconocido y espiritual.
8. El lenguaje de la Biblia.
Pero eso, el uso de tal lenguaje en la Escritura, no sólo fue natural, sino
absolutamente necesario a causa de nuestra condición actual, ya que las
palabras exclusivamente espirituales o abstractas, poco o nada dicen al hombre
natural. Muy poco, pero de verdad muy poco, podría comunicarse de la verdad
espiritual con provecho a nuestro entendimiento si no echásemos mano del
lenguaje nacido de objetos visibles. Bendito sea Dios que tuvo en cuenta esta
nuestra incapacidad, facilitándonos el comprender su mente y elevándonos a
concebir el cielo valiéndose de figuras o semejanzas tomadas de las escenas
comunes de la tierra tan conocidas por nosotros. Maravilloso es también que
para hacernos comprender y entender su persona se haya valido de la “corona”
de la creación, presentándosenos como ser corporal, semejante a nosotros. Y sin
embargo, debemos insistir, que para la correcta y completa comprensión de la
verdad, aún simplificada en símbolo y figura a causa de la necesidad humana, se
requiere profundo estudio hermenéutico y mucha meditación.
9. Lenguaje adecuado.
Es necesario hacer notar que las expresiones simbólicas de la Biblia no se deben
sólo a la naturaleza de la verdad espiritual, a la maravillosa relación entre lo
invisible y lo visible, sino también al hecho de que tal lenguaje resulta el mas
adecuado, por ser el más hermoso y expresivo. Este lenguaje lleva ideas a la
mente con mucha más viveza que la mera descripción prosaica 2 y abstracta3.
Además fascina y recrea la imaginación, al mismo tiempo que instruye la mente y
fija la verdad en la memoria deleitando el corazón. ¡Qué gran error cometen los
que imaginan que la Biblia, para ser revelación divina, debería haberse escrito al
estilo de las matemáticas, o de la geometría! Cuánta razón de la Palabra cuando
pregunta:
“¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el
disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del
mundo?”
1ª.Cor. 1:20
Resumiendo, debemos recordar siempre que la Biblia, tratando temas que
abarcan el cielo y la tierra el tiempo y la eternidad, lo visible y lo invisible, lo
material y lo espiritual, fue escrita por personas de tan variada naturaleza, en
épocas tan remotas y en lugares tan distantes entre sí, y en medio de gente y
costumbres tan diferentes y en lenguaje tan simbólico, que fácilmente
comprendemos que para la recta inteligencia y entendimiento de todo, nos es
indispensable todo el consejo y auxilio que nos pueda brindar la Hermenéutica.

2
Escrito en prosa
3
Idea o concepto sin correspondencia natural.

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10. Método.
Supongamos que nos viene un documento, testamento o legado, que tiene para
nosotros un enorme interés ya que nos representa una gran fortuna, pero que en
su redacción se encuentran palabras, detalles y expresiones de difícil
comprensión que necesitamos dilucidar 4 para obtener sus beneficios. ¿Cómo y
de que manera obraríamos para conseguir el verdadero significado de tan
importante documento? Seguramente pediríamos, de ser posible, y en primer
termino, explicación a su autor.
Pero si prometiera iluminarnos con tal que trabajáramos, escudriñándolo
nosotros mismos, lo más a acertado sería, sin lugar a duda, leer y releer el
documento, tomando su palabras y frases en el sentido usual y ordinario, En
cuanto a las palabras oscuras, buscaríamos, naturalmente, su significado y
aclaración, en primer lugar, por las palabras unidas o contiguas a las oscuras, es
decir, por el conjunto de la frase en que ocurren.
Pero si todavía quedáramos sin luz, buscaríamos la claridad por el contexto, es
decir, por las frases anteriores y siguientes al punto oscuro.
Si no bastara el contexto, consultaríamos todo el párrafo o pasaje, fijándonos en
el propósito, intento o fin a que se encamina el pasaje.
Y si aún no resulta la claridad deseada, buscaríamos luz en otras partes del
documento, por si acaso hubiese frases o párrafos semejantes, pero más
explícitos, que se ocupan del mismo asunto que aquello que nos estuviera
causando dificultad para entender.
En resumen, obrando de esta forma estaríamos buscando que el documento
fuera su mismo intérprete, ya que, si lo lleváramos a tal o cual abogado buscando
que nos lo interpretara, sería contrariar la voluntad del generoso autor y, al fin y
al cabo, correríamos el riesgo de que se nos diera una interpretación interesada y
poco escrupulosa y que además, nos perjudicara.
Ahora bien, tratándose de la interpretación de la Sagrada Escritura, que es el
doble testamento de nuestro Señor, el mismo proceder que ya hemos señalado,
aparte de ser el más natural y sencillo, es el más acertado y seguro, como
veremos de aquí en adelante al analizar cada uno de estos pasos.

4
Declarar y explicar un asunto, una proposición o una obra de ingenio .

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CUESTIONARIO DE APOYO Nº 2

Nombre del alumno___________________________________ Fecha___________


Iglesia_________________________ Pastor _______________________________

1. ¿Con qué propósito Dios inspiro a sus siervos a escribir las Escrituras?

2. De acuerdo con el objeto, ¿Qué debemos esperar respecto al lenguaje


bíblico?

3. ¿En qué puntos específicos el lenguaje bíblico es claro y comprensible?

4. ¿A qué se debe que en las Escrituras existan puntos oscuros que requieren
cuidadoso estudio y correcta interpretación?

5. ¿En qué caso NO, y en cuáles SÍ, necesitamos los consejos de la


Hermenéutica?

6. ¿Por qué razón ciertos doctos niegan la inspiración divina de la Biblia?

7. ¿De qué modo científico se revela lo invisible? ¿cuál es plan y proceder


divinos en ése caso?

8. ¿Por qué fue necesario el uso del lenguaje figurado en la revelación desde el
punto de vista humano?

9. ¿Por cual otra razón el lenguaje bíblico es el más a propósito para la


humanidad?

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10. En resumen: ¿Por qué es de suma importancia el conocimiento hermenéutico
para la recta comprensión de la Biblia

11. ¿Qué haríamos en primer lugar para aclarar un punto oscuro en un legado
que se nos diera a nuestro favor?

12. Si con la condicionante de que trabajáramos interpretándolo, se nos ofreciera


luz, para entenderlo, ¿Cómo obraríamos?

13. Si por el conjunto de la frase en que ocurriera la expresión oscura, no lo


lográramos la claridad deseada, ¿Cómo debemos actuar?

14. Si por el contexto no consiguiéramos la luz, ¿Qué nos conviene hacer?

15. Si no bastara el pasaje entero, ¿Qué hacer?

16. ¿Por qué será necesario proceder de modo que el documento resulte su
propio interprete?

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