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CAPÍTULO 14

FIGURAS RETÓRICAS
(TERCERA PARTE)

En este capítulo continúanos con el estudio de las figuras retóricas con el fin de
aumentar el conocimiento de los alumnos y ampliarles el camino para llegar ala
clara comprensión del texto bíblico.

Símil

La palabra símil procede del latín “símilis” que significa semejante o parecido a
otro. El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define esta
figura así: “figura que consiste en comparar expresamente una cosa con otra,
para dar idea viva y eficaz de una de ellas.”

La Biblia contiene numerosos y bellísimos símiles que semejantes a la


ventanas de un edificio, permiten que la luz penetre y que los que están en el
interior puedan mirar hacia fuera y contemplar el maravilloso mundo del
Creador.

El símil tiene algún parecido con la metáfora. La metáfora consiste en


denominar una cosa empleando el nombre de otra, en el entendido de que
queda claro el sentido recto y el figurado de la comparación. El Señor Jesús,
hablando de Herodes uso el calificativo de aquella Zorra, esto constituye una
metáfora. Pero si hubiera dicho que herodes era como una zorra, hubiera
empleado el símil, más, en este caso, su declaración no hubiera sido tan fuerte.
La palabra zorra le quedaba tan bien al astuto rey, que el Señor no necesitó
decir que herodes era como una zorra. En el símil empleamos la palabra como,
u otra similar para la comparación, mientras que en la metáfora la palabra que
compara va directa.

Ejemplos: Estudiemos en Salmo 103 los versículos del 11 al 16:

“Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció su misericordia sobre
los que le temen” (Símil).

“Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen”
(Símil).

“Porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo” (Metáfora)

“El hombre, como la hierba son sus días; florece como la flor del campo, que
pasó el viento por ella, y pereció, y su lugar no la conocerá más” (símil).

Tenemos otra serie preciosa de símiles en Isaías 55:8-11, son éstos de rara
belleza.

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Por ejemplo: “Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más
altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”
(Símil).

“Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que
riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que
come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo
que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Símil).

Estos símbolos tienen un “profundo significado alusivo”, dice el Comentario


Bíblico de Isaías del Dr. Delitch, “Así como la lluvia y la nieve son causas
mediatas de crecimiento, y asimismo de la satisfacción que producen los productos
cosechados, de la misma manera la Palabra de Dios ablanda y refresca el corazón
humano, transformándolo en terreno fértil y vegetativo 1. Asimismo, la Palabra de Dios
proporciona a sus siervos (Sembradores), la semilla para sembrar, la cual trae consigo el
pan que alimenta el alma. Recordemos que el hombre vive de toda palabra que sale de
la boca de Dios” (Deuteronomio 8:3).

Otros dos símiles eficaces relativos al poder de la Palabra de Dios están en


Jeremías 23:29 que dice así: “¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como
martillo que quebranta la piedra?”. Comparemos ésta con la poderosa metáfora
que está en hebreos 4:12: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más
cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las
coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”.

Nuevamente Isaías, en 1:18, utilizando dos símiles nos habla de las gloriosas
promesas de Dios para perdonar al hombre y limpiar su alma: “…si vuestros
pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos
como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”.

El mismo profeta Isaías nos dice que “los impíos son como la mar en tempestad,
que no puede estarse quieta, y sus aguas arrojan cieno y lodo” (Isaías 57:20). El
mismo profeta compara a los justos con un jardín bien regado y con un
manantial inagotable (Isaías 58:11).

Nada es más inconstante que las olas marinas impulsadas por el viento. Con
ellas compara el apóstol Santiago al creyente de doble ánimo (variable y
vacilante), que oscila entre la fe y la duda: “Pero pida con fe, no dudando nada;
porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el
viento y echada de una parte a otra”. La versión inglesa de este versículo
traducida por Moffatt y vertida libremente al castellano dice así: “Solamente que
pida en fe, sin dudar jamás, porque el hombre que duda es como la onda del mar, que
gira en remolino y fluctúa, impulsada por el viento”.

Los símiles son como estampas hermosas y de gran valor artístico, que
contienen y nos presentan las verdades divinas, las cuales, sin dichas
estampas, serían captadas débilmente y olvidadas pronto
.
1
vegetar. (Del lat. vegetāre). intr. Dicho de una planta: Germinar, nutrirse, crecer y aumentarse.

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Interrogación

La palabra interrogación procede de un vocablo latino que significa pregunta.


Pero nos debe quedar muy claro que no todas las preguntas son figuras
retóricas. Es necesario que la pregunta lleve una conclusión evidente para que
sea figura literaria. La pregunta, cuando es una figura, no espera
necesariamente una respuesta, pues en sí misma es concluyente. El
Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define así a la
interrogación: “Figura que consiste en interrogar, no para manifestar duda o
pedir respuesta, sino para expresar indirectamente la afirmación, o dar más
vigor o eficacia a lo que se dice”.

Ejemplos: Génesis 18:25: “El Juez de toda la tierra ¿no ha de hacer lo que es justo?”
Lo que esta interrogante afirma es que si Dios es el Juez supremo, siempre
obrará con plena justicia.

Hebreos 1:14: “¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor
de los que serán herederos de la salvación?” Esta interrogante nos afirma que el
ministerio de los ángeles a favor de los hijos de Dios, es un hecho real y
verdadero que no admite controversia.

En romanos 8:33-35 encontramos hermosos ejemplos del buen uso de esta


figura y del poder que tiene para hacer penetrar la Palabra y grabarla e manera
indeleble en la mente humana: “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el
que justifica. 34¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que
también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por
nosotros. 35¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o
persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?”. La mente, al leer este
pasaje, va instintivamente de la pregunta a la respuesta de una manera triunfal.

Lucas 22:48: “Entonces Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del
Hombre?” Es obvio que el Señor no espera que Judas le responda, pues su
acción no admite duda: lo está entregando. Lo que Jesús está haciendo es
aclararle a Judas mediante una interrogación la gravedad de su acción: ¡Está
entregando al Hijo del Hombre con un beso!.

En el libro de Job hay muchas interrogaciones. Veamos unos pocos ejemplos:

20:4-5: “¿No sabes esto, que así fue siempre, desde el tiempo que fue puesto el hombre
sobre la tierra, que la alegría de los malos es breve, y el gozo del impío por un
momento?”

11:17: “¿Descubrirás tú los secretos de Dios? ¿Llegarás tú a la perfección del


Todopoderoso?”

La respuesta de Dios a Job en los capítulos del 38-40 está expresada en su


mayor parte en interrogaciones.

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Apóstrofe

El apóstrofe se asemeja mucho a la personificación o prosopopeya. La palabra


apóstrofe procede del latín y quiere decir volverse. Esto significa que el orador
se vuelve de pronto de su auditorio inmediato para dirigirse a personas o cosas
ausentes o imaginarias. El Diccionario de la Real Academia Española de la
Lengua nos da la siguiente definición: “Figura que consiste en cortar de pronto
el hilo del discurso o la narración, ya para dirigir la palabra con vehemencia en
segunda persona a una o varias presentes o ausentes, vivas o muertas, a
seres abstractos o cosas inanimadas, o ya para dirigírsela a sí mismo en
iguales términos”. Cuando las palabras están dirigidas a un objeto impersonal
la personificación y el apóstrofe se combinan, como por ejemplo en 1ª.
Corintios 15:55: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu
victoria?” Y en otros pasajes subsiguientes.

Ejemplos: Salmo 114:5-8: “¿Qué tuviste, oh mar, que huiste? ¿Y tú, oh Jordán, que
te volviste atrás? Oh montes, ¿por qué saltasteis como carneros, y vosotros, collados,
como corderitos? A la presencia de Jehová tiembla la tierra, a la presencia del Dios de
Jacob, el cual cambió la peña en estanque de aguas, y en fuente de aguas la roca”.

Veamos otro ejemplo que combina la personificación con el apóstrofe, está en


Jeremías 47:6: “Oh espada de Jehová, ¿hasta cuándo reposarás? Vuelve a tu vaina,
reposa y sosiégate”.

En 2º. Samuel 18:33 encontramos uno de los apóstrofes más extraordinarios,


es el grito angustiado del rey David, sufriente por la muerte de su hijo rebelde:
“¡Hijo mío Absalón, hijo mío, hijo mío Absalón! ¡Quién me diera que muriera yo en
lugar de ti, Absalón, hijo mío, hijo mío!”

Otro de los apóstrofes más vigorosos de la literatura son las palabras dirigidas
al caído rey de Babilonia y está en Isaías 14:9-32.

El apóstrofe, usado por oradores hábiles, es, en la mayoría de los casos, la


forma más efectiva y persuasiva de la retórica.

Aquí tenemos otros: Deuteronomio 32:1: “Escuchad, cielos, y hablaré; y oiga la


tierra los dichos de mi boca“. Estas palabras nos recuerdan las de Jeremías
22:29: “¡Tierra, tierra, tierra! Oye las palabras de Jehová” constituye una forma muy
enfática de llamar la atención y recalcar la importancia de lo que se habla.

En Números 21:29 es donde encontramos una de las primeras veces que se


usa esta figura retórica en la Biblia: “¡Ay de ti, Moab! Pereciste, pueblo de Quemos.
Fueron puestos sus hijos en huida, y sus hijas en cautividad, por Sehón rey de los
amorreos”. Aquí se dirige la palabra a la devastada tierra de Moab como si
estuviera presente.

También en el famoso cántico de Débora y Barac, en Jueces 5:3, se les dirige


la palabra a los reyes y príncipes dominados y ausentes, como si estuvieran
presentes: “Oíd, reyes; escuchad, oh príncipes; yo cantaré a Jehová, cantaré salmos a
Jehová, el Dios de Israel”.
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Veamos dos últimos apóstrofes que proceden de labios de nuestro mismo
Maestro. En Mateo 11:21-24, a causa de la incredulidad e indiferencia de las
ciudades que habían sido testigos de la mayor parte de sus milagros y señales
exclama: “¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se
hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran
arrepentido en cilicio y en ceniza. 22Por tanto os digo que en el día del juicio, será más
tolerable el castigo para Tiro y para Sidón, que para vosotras. 23Y tú, Capernaum, que
eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida; porque si en Sodoma se
hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día
de hoy. 24Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la
tierra de Sodoma, que para ti”.

En Mateo 23:37-39 tenemos una dolorosa exclamación del Salvador:


“¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados!
¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las
alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta. Porque os digo que desde
ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor”. En
estos últimos ejemplos se combinan el apóstrofe y la prosopopeya.

Antítesis

Esta es una palabra que procede del latín Antítesis y significa colocar una cosa
contra la otra. La definición del Diccionario de la Real Academia Española dice
así: “Figura que consiste en contraponer una frase o una palabra a otra de
contraria significación”. Se trata de una figura de retórica muy efectiva y la
encontramos en muchas partes de la Escritura. Lo malo y lo falso sirven de
contraste o fondo que da realce a lo bueno y verdadero.

Ejemplos: Al despedirse Moisés del pueblo de Israel pronuncia un discurso


lleno de contrastes o antítesis. Es notable esta serie de ellos, la encontramos
entre los capítulos 27 al 33 del libro de Deuteronomio. Es muy notorio lo que
nos dice el capítulo 30:15: “Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la
muerte y el mal”. Tenemos aquí un contraste o antítesis doble. Veamos también
el versículo 19: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que
os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la
vida, para que vivas tú y tu descendencia”, tenemos otra vez dos antítesis.

El Señor Jesús presenta en su Sermón de la Montaña numerosas antítesis.


Veamos la que aparece en 7:13-14 de Mateo: “Entrad por la puerta estrecha;
porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son
los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la
vida, y pocos son los que la hallan”. Tenemos aquí una cuádruple antítesis: Entre
la puerta estrecha y la ancha; entre el camino ancho y el angosto; entre los dos
destinos: la vida y la perdición y entre los muchos y los pocos.

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En los versículos 17 y 18 se contrasta entre el árbol malo y sus malos frutos
con el árbol bueno y sus buenos frutos. En los versículos 21 al 23, el Señor
efectúa un contraste entre dos personas: una profesa obediencia a la voluntad
divina, sin practicarla, mientras que la otra realmente practica la obediencia. A
continuación, en los versículos del 24 al 27 ilustra la diferencia mediante una
extraordinaria y múltiple antítesis (explicarlas como tarea).

Nuestro Señor Jesucristo da por terminado su maravilloso discurso


escatológico de los capítulos 24 y 25 de Mateo empleando gradación o clímax
de carácter antitético (traerlas explicadas como tarea)

En 2ª. Corintios 3:6-18, Pablo establece un contraste entre al Antiguo Pacto y


el Nuevo, entre la Ley y el Evangelio, empleando para ello, una serie notables
de antítesis (como tarea, traerlas debidamente presentadas en columnas
paralelas).

En Romanos 6:23 el Apóstol pablo contrasta “muerte” con “vida eterna” y “paga
del pecado” con “dádiva de Dios”.

En 2ª. Corintios 6:8-10 nos proporciona una serie de antítesis relacionadas con
su propia experiencia (traer explicados como tarea) y en los versículos 14-16,
mediante antítesis cuidadosamente seleccionadas demuestra la locura del
cristiano que se encadena al mundo (traer explicados como tarea). En 1ª.
Corintios 15:35-38 da `por terminado su poderoso argumento relativo a la
resurrección mediante una andanada de antítesis, semejante a la ráfaga de
una ametralladora (traer explicados como tarea).

Clímax o gradación

La palabra clímax procede del latín y significa escala en el sentido figurado de


la palabra. Vayamos de nuevo al Diccionario de la Real Academia Española de
la Lengua y veamos su definición: “Figura que consiste en juntar en el discurso
palabras o frases que, con respecto a su significación, vayan como
ascendiendo o descendiendo por grados, de modo que cada una de ellas
exprese algo más o algo menos que la anterior. Lo esencial es que exista
avance o progreso en la oración, párrafo, tema, libro o discurso. La mayor parte
de los sermones tienen más de una gradación y terminan mediante una
gradación final de carácter extraordinario.

La gradación puede consistir de unas pocas palabras o puede extenderse por


todo el discurso o libro. Puede consistir en palabras sueltas, preparadas de tal
manera que lleven la mente en progresión gradual ascendente, o pueden ser
una serie de argumentos que estallen en triunfal culminación, como el
argumento incontrovertible de la resurrección en 1ª. Corintios 15. El gran
capítulo de la fe de Hebreos 11 es un ejemplo de un largo y poderoso clímax o
gradación.

Ejemplos: El capítulo 8 de romanos es un ejemplo maravilloso de gradación. O


clímax. Comienza con la frase “ninguna condenación”, y termina diciendo que
“ninguna criatura nos podrá apartar”. Para crear este poderoso clímax, el
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apóstol crea una serie de gradaciones: Esta es una de ellas, está en los
versículos del 15-17: “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para
estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el
cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro
espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos
de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él,
para que juntamente con él seamos glorificados”. Veamos los peldaños de la
escalera de este clímax o gradación:

(1) Estamos expuestos al espíritu de servidumbre y temor.


(2) Hemos sido adoptados,
(3) Al comprender los lazos que nos unen a Dios, musitamos, como niños
pequeños, la palabra Abba, que significa padre, en arameo.
(4) Hasta el Espíritu da testimonio de la verdad de esta nueva revelación.
(5) Pero los niños son herederos y también lo somos nosotros.
(6) Somos herederos de Dios, el más rico de todos.
(7) Estamos en igualdad con Jesús su Hijo, quien es heredero de todas las
cosas (Hebreos 1:2); y si sufrimos con Él,
(8) También seremos glorificados con Él.

Tenemos a continuación otra figura de gradación. En los versículos 29-30


notamos cómo el apóstol asciende cúspide tras cúspide. “Porque a los que antes
conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su
Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a
éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a
éstos también glorificó”. Veamos el notable ascenso: Primero conoció; luego,
predestinó; a continuación llamó; en seguida Justificó y finalmente glorificó. Y
después de haber alanzado esta altura, ¿podrá el seguir ascendiendo? ¡Sí!
Leamos los versículos del 31-39 y notemos la base de nuestra completa y
absoluta confianza y seguridad:

1. “Si Dios por nosotros ¿quién contra nosotros?”


2. Si nos dio libremente a su Hijo para que muriera por nosotros, ¿cómo
nos podría negar la gracia o bendición que necesitamos?
3. ¿Quién nos acusará siendo Dios mismo quien nos justifica?
4. ¿Quién se atreverá a condenarnos cuando Cristo ha muerto para
salvarnos?
5. Está ahora a la diestra del Padre como nuestro abogado pera interceder
por nosotros.
6. ¿Quién nos separará del amor que Cristo tiene para nosotros? ¿Nos
separará acaso...
a). La tribulación
b). Angustia
c). Persecución
d). Hambre
e). Desnudez
f). Peligro
g). Espada?

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Después de haber alcanzado este plano, el se detiene lo suficiente como para
citar el Salmo 44:22 para demostrar que en épocas remotas sufrió el martirio
por amor de Dios, insinuando que estamos preparados para la misma prueba.
Sí, en estos conflictos hacemos más que vencer. Luego en los versículos 38,39
se eleva a alturas que producen vértigo, llegando luego a una de las
gradaciones más grandiosas de toda la literatura.

Recordemos asimismo que en el caso de Pablo no se trataba de un simple


alarde oratorio, sino que hablaba de la plena confianza y profunda convicción
de su corazón, quedó demostrada en su propia vida victoriosa (2ª. Corintios
11:23-27) y muerte triunfal (Timoteo 4:6-8).

Notemos también los admirables y elocuentes clímax o gradaciones en Isaías


40 y 55; También en Efesios 3:14-21. Leamos también Filipenses 2:5-21
(traerlos como tarea).

Veamos un ejemplo de la arenga de Cicerón 2 dirigida contra Verres3: “Es un


ultraje encadenar a un ciudadano romano; azotarle es un crimen atroz; darle muerte es
casi un parricidio; mas CRUCIFICARLE, ¿de qué lo calificaré?”. Estas palabras
arrojan luz sobre las palabras de Hechos 22:25-28: “Pero cuando le ataron con
correas, Pablo dijo al centurión que estaba presente: ¿Os es lícito azotar a un
ciudadano romano sin haber sido condenado? Cuando el centurión oyó esto,
fue y dio aviso al tribuno, diciendo: ¿Qué vas a hacer? Porque este hombre es
ciudadano romano. Vino el tribuno y le dijo: Dime, ¿eres tú ciudadano romano?
El dijo: Sí. Respondió el tribuno: Yo con una gran suma adquirí esta ciudadanía.
Entonces Pablo dijo: Pero yo lo soy de nacimiento”.

El anticlímax es lo contrario del clímax, o gradación y es a menudo empleado


por escritores inexpertos. Consiste en descender de lo sublime a lo ridículo o
colocar al final del escrito o discurso las frases de menor importancia.

2
Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C.), escritor, político y orador romano. Aunque su carrera política fue notable, Cicerón
es especialmente conocido como el orador más elocuente de Roma y como hombre de letras.
3
Político y Jurista romano Gayo Verres (74-70 a.C.) Se sabe muy poco de la vida de Gayo, ni siquiera su nombre
completo.

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CUESTIONARIO DE APOYO Nº 14

Nombre del alumno ______________________________ Fecha ___________


Iglesia___________________________ Pastor_________________________

1. ¿Qué es un símil? ¿Cómo se distingue de la metáfora?

2. Dé algunos ejemplos del símil.

3. ¿Qué es una interrogación? ¿Es toda pregunta una figura retórica?


Proporcione dos ejemplos.

4. ¿Qué es un apóstrofe? ¿De qué manera se distingue esta figura retórica de


la personificación? Proporcione dos ejemplos de la Biblia.

5. ¿Qué es una antítesis? Dé dos ejemplos.

6. ¿Qué es un clímax o gradación? Efectúe una distinción entre clímax y


antítesis. Proporcione dos ejemplos de cada uno.

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